Recuerdos [libre]

II. Sententia
"Cuando la situación es adversa y la esperanza poca, las determinaciones drásticas son las más seguras" Tito Livio
Inglaterra; Julio 1802

El Maestro del Sigilo...:

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Inglaterra la atea, Francia la libertina o Italia la soberbia. Tantos territorios alrededor del mundo que necesitaban ayuda. ¿Por dónde comenzar? Después de meditarlo detenidamente; cuando una manzana está podrida tiende a infectar a las otras como una célula cancerigena. Todo tiene solución, supuso que le diría su padre pero era fácil decirlo para un ser omnipotente y omnipresente. Él apenas podía cubrir un lugar a la vez y en ese cuerpo humano se sentía muy limitado.

Ningún ser era poca cosa a los ojos de Dios y trataría de que a los suyos tampoco. Gabriel parecía querer quedarse en Italia y aunque amaba a su hermano, estar ambos en un mismo sitio habiendo tantas cosas por hacer parecía inútil. Los demonios estaban muy ocultos; con Lilith y los suyos vagando en la tierra era de suponerse que su refugio estaba lleno de símbolos que no permitían la entrada de los ángeles. No importaba demasiado, tarde o temprano cometerían un error.

Finalmente decidió comenzar por las cosas pequeñas porque eran esas las que formaban la base de la existencia. Un solo ser, gracias a su libre albedrío, podía cambiar la dirección de otros sin darse cuenta. ¿Pero cómo escogerlos? “Padre, guía mis pasos” Una voz interna le decía: La antigua Albion…Albion, repetía una y otra vez. Sin perder más tiempo apareció en Inglaterra; la neblina que cubría a Londres a pesar de ser un día de verano le revelaba que no había cometido un error, sus nuevos y ruidosos aparatos contaminaban el ambiente a placer, además la ciudad estaba sumida en la obscuridad moral.

Comenzó a caminar por las calles; vestido como una persona sencilla porque el valor de la gente se encontraba en el interior y no en las cosas materiales, debía predicar con el ejemplo. Escuchó los pensamientos de la gente con que se iba topando, atónito ante lo que cada uno traía guardado en el corazón. Que decepción…. No podía creer lo que pasaba por la cabeza de esas personas. Si muriesen en aquel momento, pocos eran los que tendrían derecho a entrar al cielo.

Tan desilusionado avanzaba que apenas notó que había tropezado con alguien - Ten más cuidado- Dijo una voz seguida por una mirada glacial. No creía en las casualidades, nunca bajaba la guardia de esa forma. Recordó lo que pidió a Dios antes de salir de Roma y con una mirada igual de fría respondió a la suya, sin desviarla de sus ojos puesto que eran las ventanas del alma.

“Licántropo… Es la joven que pensaba en el duro trabajo de los obreros en las fábricas” La evaluó insatisfecho por los pocos detalles. Su memoria era eidética, se detuvo unos cuantos segundos a repasar la lista de seres que habitaban Gran Bretaña, que aunque no conocía con sus cuerpos carnales le eran familiares por sus almas. “Sheila Byron” recordó al fin-. Maister Stealthson… - La primera tarea no sería tan simple pero jamás esperó lo contrario.

Lo observó y a él le pareció molesto, sabía que no tenía la mejor pinta. Puso atención a todo lo que la hija de la luna sin que se diese cuenta le estaba confesando por el puro hecho de pensarlo. Ella está insegura de que responderle; a Miguel le sorprende la cantidad de conjeturas que hace en tan poco tiempo pero no piensa negarle si es o no un policía, no es su problema que ella juzgue a toda persona que se le acerca.
-Disculpe, creo que se equivoca de persona- Internamente lo hace reír esa respuesta porque muy bien sabe que no ha errado a pesar de que si Sheila estuviera hablando con otro hombre seguro lo habría hecho dudar de su afirmación. ¿Por qué tener un trabajo en el que siempre estaba con la preocupación de ser descubierta?, en parte entendía que no tenía demasiadas opciones al haberse criado en las calles.
-“No juzguen a otros para que Dios no los juzguen a ustedes. Pues Dios los juzgará a ustedes de la misma manera que ustedes juzguen a otros.”- Dijo sin meditar antes, estaba demasiado acostumbrado a terminar hablando de su padre pero poco le serviría con aquella mujer; después de todo, ¿Cómo pedirle a alguien cuyo par de mejillas ya están ensangrentadas por la vida, que las vuelva a poner como si nada? Tendría que hacer algo más a pesar de molestarla.
- Entonces tal vez deba seguirla a usted hasta que me lleve a ella; he escuchado que es la mejor “asesina”- Le costaba decir la ultima palabra con tranquilidad pero no le asustaba, sólo era una sensación extraña. Morir era un sueño más en el que al despertar se tenía una existencia nueva; los buenos al cielo, los malos al infierno y otros tantos al purgatorio. Simple y complejo a la vez. Ella no destruía almas, no podía hacerse llamar asesina-. Necesito uno de sus trabajos.

Inmutable sigue desentrañando los misterios que rondan en su cabeza. ¿Una trampa? De cierta forma eso pensaba hacer precisamente pero no con malas intenciones como las que ella imaginaba. Teme que la muchedumbre se dé cuenta de que hablan, él sabe que por el momento no es así.

-¿Se puede saber quién me está acusando de criminal? Parecéis "saber" o creer que sabéis mucho- Su tono de voz se parece demasiado al que le gusta utilizar en ocasiones, quizá su recipiente estaba demasiado acostumbrado a ello y él no puede evitar dejarlo salir, por lo que entiende lo que Sheila trata de hacer-, si es así... ¿Por qué no dais vuestro nombre?

¿Pretende intimidarlo con algo tan simple? Ha logrado dejarlo pensativo por unos cuantos segundos, “soy el arcángel Miguel” no le parece una buena respuesta, aunque jamás se atrevería a negar que lo es como si hubiera algo de vergonzoso en ello; más no pretende hacerle creer que está loco o demostrarle que no miente para orillarla a obedecer. Eso del libre albedrío era complicado.

- Colin Diamond, – Tampoco ganaba echando una mentira pieadosa; en caso de que se le ocurriera investigar un poco y por alguna casualidad terminara dando con la información del hombre en el que ahora habitaba, se convertiría en una persona indigna de confianza-. un placer, señorita Sheila. Ya presentados, ¿podemos hablar de negocios?

Decirle Byron, llamaría mucho la atención.

Mientras ella se entretiene buscando todas las posibilidade, él observa que ya casi todos los trabajadores están por comenzar su trabajo; la calle que anteriormente estaba tan abarrotada que no se podía caminar bien en ella, ahora luce un tanto más despejada. ¿Cómo les podía gustar construir semejantes aparatos?, el estruendo de las maquinas resultaba espantoso, tapaba el sonido tranquilo y majestuoso de la naturaleza.
-Parece que sí sabéis, señor Diamond... Está bien, hablemos, pero no aquí. Hay demasiada gente que, aunque tiene otras cosas en las que pensar, puede captar alguna palabra suelta y decidir prestar atención.- “Por fin ha terminado”, piensa. Le agrada la idea de que se haya decidido por hablar en lugar de armar un escándalo o una discusión innecesaria. No iba a desistir.
- Por mi parte no existe ningún problema. Me da lo mismo en donde hablemos - ¿Qué pensaba ésta mujer?, esperaba que no tomara la tonta decisión de tratar de matarlo, porque en eso quedaría, un intento. Ella tendría una sorpresa desagradable y Miguel acabaría dando algunas explicaciones; lo último no le emocionaba nada. – Acabo de llegar a Inglaterra después de una larga ausencia por lo que si usted sugiere algún sitio en especial con gusto le sigo.
Tanta formalidad resultaba desesperante; era increíble como el simple lenguaje podía dividir a las personas, pero para entenderse con ellas era lo que se necesitaba. Si hubiera llegado con la ropa más gastada y hablándole informalmente, probablemente no se habría molestado en escucharlo, preferiría haber pensado que se trataba de un vagabundo acosándola.
Esperó tranqilo a saber a donde irían.

Sigue leyendo los pensamientos de la licántropo; larga ausencia se refiere a siglos pero ella no puede saberlo o adivinarlo. Quizá le llegue a pasar por la cabeza confundirlo con un vampiro u otro de esos seres que tienen largas vidas en la tierra. Sería lo más cercano a la realidad.

Se decide por un callejón; una opción agradable para que ninguno llame la atención. - Si no le importa, señor Diamond, podríamos hablar en un callejón que hay en unas manzanas. No es un lugar excesivamente cómodo, e ignoro si es la clase de lugar a la que está acostumbrado, pero es adecuado para hablar de negocios...- Dice y él asiente con la cabeza de manera afirmativa.

-Puedo asegurarle que sí he estado en lugares mejores pero nada en este país es capaz de asustarme – Responde extrañando el paraíso al lado de Dios; sólo a un lugar odiaban los ángeles, el infierno. Incluso los demonios lo aborrecían, por algo trataban de escapar tan a menudo.

La sigue hasta llegar al sitio prometido; definitivamente tenía la razón, es por mucho más discreto que en donde estaban hablando. Miguel se dedica a responder todas sus miradas frías con amabilidad y cariño. Como si se tratara de una abuela cuidando a su nieto o un hombre que cae en las redes del amor por vez primera.

- Por su actitud me imagino que no ha tenido una vida sencilla – Declara, él está seguro de lo que ha sufrido pero prefiere usar la palabra imaginar. Ya con un objetivo en mente, no tiene prisa para aparentar de inmediato hablar de negocios-. ¿Puedo hablarle de tú?