Un paseo nocturno (LIBRE)

¡Ay los cementerios! Eran con gran diferencia mis lugares preferidos en aquellos momentos en los que quería un rato de paz y tranquilidad. Eran silenciosos de noche, y por motivos obvios yo siempre los visitaba de noche, y generalmente emanaban en las personas un aura de miedo que mantenía lejos a las multitudes haciéndo de ellos espectaculares lugares para pasar un rato de tranquilidad.

Caminaba por el cementerio sin una dirección fija con las manos a las espaldas por encima de aquella larga gabardina cerrada de color negro que llegaba casi hasta los tobillos. Lo cierto es que tal vez podría entender a ciertos seres humanos cuando declaraban su pavor por aquellos lugares, y a estas horas, sobre todo viendo la niebla que acariciaba los árboles y las numerosas tumbas. No era una niebla muy espesa pero sí era la convinación perfecta, niebla, noche y tumbas, que alejaban a las personas "honradas" de aquellos lugares.

Con... permiso... Susurré con voz pesada al sentarme en una de las tumbas altas, mirando el nombre que utilizó en vida la persona que se presuponía allí enterrada. No podía evitar que esa persona, ahora totalmente inerte y posiblemente resumida a fétidos huesos, ya había experimentado en un breve lapso de años que duró su vida, todo lo que yo no pude experimentar en todos estos siglos: la muerte.

Esa noche me sentía algo melancólica… si si raro en una demonio… también tenemos sentimientos… la cosa es que nada de lo que había planeado estaba saliendo como esperaba… no había conocido a prácticamente nadie interesante salvo tres personas los demás eran una bola de idiotas… o al menos eso pensaba… decidí salir a caminar un rato a mi lugar favorito… el cementerio… la magia del campo santo me hacia rejuvenecer… esa noche por no se que motivo había decidido vestir a usanza europea… no quería llamar la atención… así que un vestido de manga larga… corsé ajustado en color verde que no por nada hacia resaltar mis ojos esmeralda… eso si un lindo escote si yo no era monja al final… un chal y listo… preparada para salir… caminé un largo rato entre las tumbas… me senté en una de ellas justo bajo la sombra de un gran roble.

Sin pensar en lada en especial algo me distrajo… los ruidos de unos pasos a mis espaldas… estando yo entre las sombras era difícil que se percatasen de mi presencia… “-Con… permiso…-“... era una voz masculina… vaya al menos era alguien educado… me quedé unos momentos en silencio… pero empecé a sentir algo raro… una extraña sensación que solo los inmortales podrían hacer sentir… -No creo que le importe mucho que tome asiento en su tumba… quien quiera que esté en ese sepulcro seguro está disfrutando de una mejor vida…- apenas y yo me había oído… pero bueno de hablar sola como loca a hablar con alguien… pues prefería romper el hielo.

La tumba estaba fría y era asombrosamente lisa, su decoración era bastante bonita y aunque se notaba una débil capa de polvo y unas flores bastante desatendidas el diseño de aquella tumba se había hecho con esmero y probablemente un buen gasto de dinero. Supongo que aquellos gestos eran las últimas muestras de cariño de quien uno dejaba atrás, y también supuse que aquello era en cierto modo conciliador. Un ser como yo, en cambio, difícilmente podría gozar de la muerte y del cariño de otras personas que quedasen en el mundo guardando bonitos recuerdos mientras uno iba más allá del velo que separa a los vivos de los muertos. Generalmente un ser como yo siempre era el que despedía a los demás, pero nunca el que era despedido.

Una voz femenina hizo de pronto aquel comentario. Seguí acariciando la tumba, más para apreciar su forma lisa y agradable que otra cosa, mirando fíjamente a la tumba con aire despreocupado mientras pasaba mi mano, respondí. Muchas veces los muertos lloran en sus restos por los maltratos que reciben cuando el aliento ya no habita sus cuerpos, por eso prefiero ser educado. Susurré, aunque a pesar de ser un susurro ella me había escuchado. Entonces pensé ¿cómo es que no había detectado la presencia de un ser humano cuando entré? Solo podía significar una cosa: que aquella mujer no era humana. Aunque sino me equivoco eso usted ya debería de saberlo. Añadí en el mismo tono, aunque esta vez girando mi cabeza hacia donde ella estaba.

“-Muchas veces los muertos lloran en sus restos por los maltratos que reciben cuando el aliento ya no habita sus cuerpos, por eso prefiero ser educado.-”… respondió… un razonamiento bastante noble e inteligente… comenzaba a agradarme este chico… pues hoy en día con pocos vampiros sensibles se puede tratar… su voz era tan baja como la mía… pero nos entendíamos a la perfección… “-Aunque sino me equivoco eso usted ya debería de saberlo.-”… giró su cabeza hacia mi… sus ojos resplandecían como los de una fiera al acecho… era un vampiro… sonreí amablemente sin moverme de mi asiento… fijé la mirada en el… algo insinuaba… pocas cosas se les podían escapar su intuición le decía que yo no era una mujer común y estaba en lo cierto.

-Sinceramente no podré saberlo del todo… quizás viva cosas parecidas o muy cercanas… o tenga que desprenderme de algo físico… pero siempre repetiré la misma historia… siempre regresaré a la vida de una forma u otra…- ok a estas alturas no sabia si eso era una bendición o una maldición… -Las almas de todos estos seres deben estar en un lugar mejor… o peor a según haya sido su vida… es cierto que todos se van con la esperanza de que sus parientes… familiares… amigos… amantes y socios los visiten… pero por desgracia para ellos… no importa que tan fructífera fue su vida… al final terminarán solos y apenas los traerá de regreso el recuerdo de unos pocos…-.

Fijando una mirada fría, aunque educada, a aquella mujer escuché todas y cada una de sus palabras en silencio. Analizando cada palabra que decía, a pesar de que la estaba mirando seguía pasando la palma de mi mano por aquella lisa lápida. Cuando ella terminó de hablar dejé de pasar mi mano, y recogí mis dos brazos sobre mi regazo regresando la mirada de nuevo a aquella tumba.

Supongo que de recuerdos no viven únicamente las almas de aquellas personas que pueden morir. Susurré con una voz grave y pesada. El tono de voz era bajo pero era lo suficiente alto como para que ella me escuchase. Aunque supongo que aquellos seres que no podemos morir, no somos los más indicados para expecular sobre lo que ocurre después de la muerte. Siempre he pensado que eso únicamente se comprende a través de la experiencia, y si los siglos me han dado mucha experiencia desde luego no me dieron ese tipo de experiencia. Al añadir aquello redirigí mi mirada a aquella mujer; estaba claro que no era humana pero ahora, prestándola más atención, tampoco presentía que fuese de mi propia especie. Aquello me confundió un poco. ¿Con quien estoy teniendo el gran honor de tener tan interesante conversación sobre los estados post-mortem? Solo entonces esbocé media sonrisa, a pesar de mi mirada seguía siendo fría y mis rasgos faciales denotaban un tanto de indiferencia.

La mirada del inmortal me congeló… era enigmática y mística… sonreí de medio lado amablemente… sus respuestas venían en apenas un suspiro que era capaz de escuchar únicamente yo… su lenguaje corporal expresaba dudas… se notaba algo confundido ante mi presencia… ¿será que sabe que no soy mortal… ni inmortal… o siquiera licana?... me pregunté… amablemente con una frialdad distinguida… me pregunto… su lenguaje era educado digno de un cainita con mucha sabiduría… quizá era de sire añeja… esto valía la pena investigarlo… -Mi nombre es Kendra… Kendra Munroe.- respondí levantándome… en un par de pasos estaba al lado suyo… -Este es uno de mis lugares preferidos para visitar… la paz y la soledad que solo aquí se respiran me hacen alejarme del bullicio y la falsa sociedad mortal…- con eso daba un indicio más sin revelar nada extra de mi ser… los Demonios solíamos andar de incognitos en la tierra y así debía seguir siendo.

Di un profundo suspiro… aquello era el paraíso… si suena tonto pero así era… para mi esos lugares… la casa de mi hermano y mi casa eran verdaderos paraísos… o tenia mucho trabajo… no seguía ordenes al por mayor ni escuchaba chillidos… quejas… lamentos y lloriqueos de almas ni condenados… -Un gusto conocerle señor…- guardé un pequeño silencio dando pie a que se presentase.

Off: Una gran disculpa... las fiestas me alejaron un poco del juego.