Ofrenda de Sangre

Mi fe estaba tambaleándose tanto como mis acciones, un día blasfemaba y al siguiente corría a esconderme entre los brazo de Dios buscando su perdón; la situación terminaría por acabar conmigo. No podía confesarme, no serviría de nada, ningún sacerdote mensajero del señor sobre la tierra me había creído nunca, menos lo harían ahora que no contaba con el pretexto de ser una niña con gran imaginación. En el mejor de los casos me practicarían un exorcismo; en el peor terminaría excomulgada o en una casa de locos de las que tan mal hablaban. “Debe ser de familia” pensé y sonreí al recordar que el demente rey George III estaba en las mismas y aunque el himno fuera God Save the King, a él también el creador omnipotente parecía ignorarlo.

Resulta curioso que cuando más necesidad tienes de rezar todo parece distraerte, estaba en el lugar que se construyó la primera iglesia de todo Inglaterra, la imponente Catedral de San Pablo, no podía evitar sentirme tan diminuta entre sus murallas y su enorme cúpula, tentada me levanté a recorrerla, sólo conocía bien la nave principal, me sentí culpable de ello, era una obra de arte.

Todavía atesoraba en cada uno de sus rincones reliquias de la época medieval, a pesar de que no era tan vieja, sólo contaba con poco más de un siglo. Pasé por sus capillas laterales hasta que crucé la vista con los ojos del Arcángel Miguel, una imagen por supuesto, sin embargo única. Era la ayuda que necesitaba, mil veces escuche la historia de cómo aquel ángel con su espada expulsó a Lucifer al infierno; en la guerra contra los seres malévolos no podía encomendarme a alguien que no fuese él, aunque mi motivo, venganza, no era del todo puro, estaba haciendo un bien. Eso deseaba creer.

-Defiéndeme en la lucha… – comencé a orar suplicante al ángel. El sonido de la puerta hizo que brincara asustada, quién diablos entraba a ésta hora con tan poca delicadeza; lo primero que recordé fue que a los vampiros no les afectaban las cruces, siendo el principal detonante de mis dudas religiosas era normal que pensara en esa posibilidad.

La poca luz de luna que entraba por los vitrales y antes fue un enemigo para moverme en un santuario tan amplio, ahora se convertía en una aliada; con el mayor sigilo me escondí tras una columna y traté de observar al recién llegado aprovechando que mis ojos estaban ya algo acostumbrados a la obscuridad.

-Dame la fuerza para ser lo que fui......- escuché preocupada por la indiscreción que cometía al violar la privacidad de otro- Y por lo que soy, perdóname.

Ante semejantes palabras y la hora no tenía dudas de que seguramente era un monstruo más, comencé a repasar en la cabeza todo lo que sabía de vampiros como una paranoica, pero quién podría juzgarme, en los últimos días había conocido a una bruja entre otras cosas, ya veía engendros por todas partes; por el momento no estaba dispuesta a comprometer mi ubicación hablándole, permanecí en silencio vigilando sus movimientos.

Off::. Me debes un tequila Cata xD!

On::.

No tenía ya suficientes problemas con el aparente vampiro que se acercaba cada vez más a mi escondite, cuando entró otra dama por la puerta, era imposible no reconocerla con ese hermoso cabello obscuro y tersa piel canela; ya la había visto en una ocasión en la biblioteca. Me sentí más segura puesto que la señorita en esa ocasión leía libros mitológicos, al menos no tendría que darle una cátedra sobre seres sobrenaturales.

–No me permitas despertar señor, que mi dolor sea una ofrenda y una penitencia si en algo te he ofendido.- Sentí un golpe en el corazón, ¿por qué no querría despertar una mujer tan bella?; era todo un misterio para mí, yo pensaba que lo tenía todo pero los prejuicios sin conocimiento de las personas suelen hacer que te equivoques.

-Buenas noches, cherie – dijo el caballero con acento francés y provocándome un susto fatal, teniéndolo tan cerca casi lo golpeó para desquitarme; no sabía si me aliviaba ya no estar captando su atención o me preocupaba que pudiera hacerle algo a la otra femme, tenía sentimientos encontrados.

Respire hondo y salí despreocupadamente, aparentando que no vi al hombre a pesar de su cercanía, con la obscuridad de la catedral era creíble ; caminé hacia donde estaba ella - Bonsoir cher, ¿me recuerda ? – no sonreí porque seguramente de todas formas no se daría cuenta. Me senté a su lado en la banca de madera y susurre en su oido – Me parece que ese caballero es un vampiro.

Noté de cerca cuan deprimida estaba sin embargo pensaba que lo que iba a decirle era lo suficientemente importante para interrumpirla, al final no sirvió de mucho, ella decía que no, aquel hombre no lo era y le creí completamente, después de todo cuanto puede saber alguien que a lo mucho se ha encontrado con dos mientras que la hermosa morena parecía superarme en conocimientos sobrenaturales.

Mis mejillas se ruborizaron notablemente, había juzgado mal al caballero, aunque en realidad todavía recordaba sus palabras, no era ningún santo, como todo hombre, eso sí no tenía nada de anormal. – Lamento haberla interrumpido con algo tan trivial – me disculpé apesadumbrada.

Apenas iba a volver a decir algo cuando nuestro adjunto expulsó una carcajada que a esa hora fácil habría podido levantar a más de un muerto, en fin, cada día se respetaban menos los lugares sagrados.- Disculpen. Me acordé de un chiste acerca de Dios -. Claro de tantas cosas tenía que ocurrírsele una blasfemia dentro de la casa del creador; quedaba manifiesto que hacía bien en pedir disculpas ante la cruz.

- Ya que es tan gracioso por qué no lo comparte con nosotras gentilhomme – opiné en el tono más sarcastico y mordaz que mi voz tenía, usado precisamente para ese tipo de situaciones; debí abstenerme pero despues de la angustía de pensar que estaba sola con una sanguijuela e importunar a la hermosa extranjera melancolica, escuchar una risa burlesca me alteró, no era el lugar ni momento apropiado.

La simpatía del M. Desconocido iba a terminar arruinando el poco hígado que me quedaba- Mmmm me temo cherie, que no lo entenderia - Me sentí terriblemente ofendida, ¿acaso insinuaba que soy tonta? Arqueé una ceja, en mi mente repasé decenas de respuestas ofensivas a ese comentario pero no, no me rebajaría con cualquiera y menos llevándome a la hermosa dama entre mis palabras; decirle que era evidente que no lo iba a entender porque no frecuento los lugares de mala muerte que él, era como decir que ella sí, mejor callé.

- ¡No quise levantar la voz! – alardeaba molestando al inocente monacillo que de no haberlo visto más grande que él y acompañado, seguramente le habría sacado a patadas de la catedral y con justa razón. Me alegré de que se dispusieran a salir al atrio, unos minutos más allí y podrían excomulgarnos, sería irónico cuidarme tanto de ello como para que otro hombre viniera a arruinarme la vida.

Las damas suelen ir primero para que los insulsos acompañantes les cuiden la espalda, yo no pensaba dejar la mía a merced de nadie, me puse a un lado de la señorita y esperé a que el demonio ese nos tomara algo de distancia, entonces recordé la conversación pendiente.

–No se preocupe madame, aun que, permítame preguntarle. ¿Cómo es que sabia o sospechaba del vampirismo del joven?- Preguntó la bella lady antes de ser interrumpidas.
-En realidad desde que llegué de nuevo a Inglaterra he estado algo paranoica, generalmente se me facilita identificar cosas que otros no ven, sin embargo, la noche, las palabras de éste hombre, lo que vine a orar, no se en que estaba pensando, excusez-moi...-Ni siquiera tenía algo encontra de los seres que no se metieran conmigo o eso pensaba, ya no podía estar segura, ésta Ciudad me estresaba de maneras poco comprensibles, caminar por sus calles era como pasear entre los muertos, con sus fantasmas y sombras en cada rincon; las pesadillas habían regresado, ya no soportaba dormir de noche, al menos en el día al despertar me esperaba calida luz del sol en lugar rasguños en mi ventana, casi me volvía loca. Los pocos minutos de conversar con alguien que al menos me creyera un poco me daban consuelo yo sí necesitaba el confesionario en lugar del atrio.

Daba pasos cuidadosos para no hacer tanto ruido, el aire fresco me sentaría bastante bien, mis rezos tendrían que continuar en otra ocasión. Esperé paciente a que ella respondiera.

Al salir alcé el rostro, me gustaba sentir las lágrimas cristalinas del cielo sobre mí; me encantaba el invierno pero me deprimía mucho a la vez, deseaba que nevara por siempre, aspirar ese aire helado me relajaba. El atrio ya lucía una pequeña capa blancuzca que amortiguaba nuestras pisadas y transformaba en huellas. La prueba de que estábamos allí en ese momento, al día siguiente seguramente habrían desaparecido y el recuerdo permanecería solamente en nuestras memorias.

-¿Ha usted sido perseguida o atacada por alguno de esos seres?- No había una respuesta concisa que describiera mi relación con los hijos de Caín, nunca vi asesinar a ninguno, con el que más estaba familiarizada era un depravado, estúpido y vividor; después de mi hermano, con la persona que más había hablado, en cierta forma lo extrañaba más de lo que me sentía dispuesta a admitir. Después recordaba lo sucedido y quería matarlo.

-Me preguntaba lo mismo. Le han atacado cherie? Un masculino quizas? Porque cuando me vio parecio ver al diablo y , si bien santo no soy, me faltan muchos meritos para convertirme en demonio – Si con los ojos se pudiera asesinar a alguien, lo habría dejado inerte sobre el suelo helado, no sabía desde que parte escucho y no me interesaba; al menos me distrajo por un momento de odiar al otro pero guiñarme el ojo fue inapropiado.

-Se equivoca Monsieur, podría exterminarlos con los ojos cerrados – Estaba presumiendo de más; los libros decían que había que cortarles la cabeza, siendo tan buena esgrimista lo haría con facilidad, mas no estaba segura de que sí funcionara con esos engendros; entre tanto mito ya no se podía creer en cualquier historia.

-Bestias más espantosas ocupan mis pensamientos, ni hombres, ni animales sino ambas cosas, alimañas que son capaces de destrozar un cuerpo completo en minutos; desgarrarlo y salpicar la sangre en todas direcciones ya que no la aprecian a pesar de ser fuente de la vida al contrario de los vampiros-. Exageré la ironía de la vos con que salía mis palabras pero el parecía divertirse conmigo, era mi turno. También me dirigía al hada morena, la respuesta era para ella, sólo la volví histriónica para el desvergonzado hombre, después apuntando con un dedo al cielo, seguí – Debería irse; dicen que cuando hay luna llena los licántropos salen de cacería.

Le guiñé el ojo, tal como el lo hiciera antes, lo bueno que saliera de ello fue que estaba tan ocupada respondiendo tan sinceramente, gesto que supuse no se esperaba, por vez primera las imágenes del pasado no vinieron a mí, con semblante triste dí una sonrisa a la preciosa dama, traté de indicarle con la mirada que no era una broma, en realidad se trataba de eso.