Cabalgando por Lancaster [Libre]
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Cántico de Sangre :: ITALIA, INGLATERRA Y FRANCIA :: RESIDENCIAS :: INGLATERRA :: LONDRES: Castillo de Lancaster
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Cabalgando por Lancaster [Libre]
Me encontraba sentada en la mesa de mi salón principal mirando como oscilaba la vela que tenía frente a mí, podía quedarme horas mirándola, dejando la mente en blanco, mientras notaba cierta soledad acercándose por los pasillos de mi castillo. Cuando algo rozó mis piernas, era mi gata Perséfone ronroneándome, sonreí, era curioso que aquel animal supiera que era yo. Lo tomé en brazos y empecé a acariciarla. Era preciosa, blanca, pero con las patas negras, tenia unos intensos ojos azules. Mis otros gatos debían rondar por los jardines, ¡ay! cuando uno de ellos moría por vejez solía comprarme otro parecido, quizá lo haga por llenar mi corazón vacío, no lo sé, pero me encanta estar con ellos, me siento identificada con éstos en muchos aspectos.
Mi mayordomo se sorprendió al verme, pobre hombre, siempre dándole estos sustos. Le sonreí. -Desea algo madame. –Deseo bastantes cosas en este momento, pero no es preciso que sea usted quien me las ofrezca- sonreí, él supo claramente por donde iban los tiros. Me levante de la mesa con la gata entre las manos y salí del salón. Fui a mi cuarto para ponerme algo adecuado para salir, decidí ponerme unos pantalones negros, una camisa blanca, un chaleco de terciopelo negro y unas botas altas del mismo color, todo ello de mi hermano, hace años fallecido. Me dejé el cabello suelto, algo que no solía hacer porque a veces me era incomdo. Así que salí por el balcón para ir al establo, deseaba tomar algo de aire.
Elegí a Roldán un caballo negro muy veloz, antes de subirme a él lo preparé y le di de comer un par de zanahorias. Tenía pensado cabalgar por los alrededores de mi finca, era una noche perfecta.
Mi mayordomo se sorprendió al verme, pobre hombre, siempre dándole estos sustos. Le sonreí. -Desea algo madame. –Deseo bastantes cosas en este momento, pero no es preciso que sea usted quien me las ofrezca- sonreí, él supo claramente por donde iban los tiros. Me levante de la mesa con la gata entre las manos y salí del salón. Fui a mi cuarto para ponerme algo adecuado para salir, decidí ponerme unos pantalones negros, una camisa blanca, un chaleco de terciopelo negro y unas botas altas del mismo color, todo ello de mi hermano, hace años fallecido. Me dejé el cabello suelto, algo que no solía hacer porque a veces me era incomdo. Así que salí por el balcón para ir al establo, deseaba tomar algo de aire.
Elegí a Roldán un caballo negro muy veloz, antes de subirme a él lo preparé y le di de comer un par de zanahorias. Tenía pensado cabalgar por los alrededores de mi finca, era una noche perfecta.
Kory Bouguereau- Vampiro - Clase Alta
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Fecha de inscripción : 24/04/2010
Edad : 138
Localización : Castillo Lancaster (Inglaterra)
Re: Cabalgando por Lancaster [Libre]
Había acudido a Londres para unos “negocios”, cada vez que viajaba hasta aquí me deprimía el ambiente de esta ciudad, sus grisáceos cielos, su frío sin par, realmente me gustaba mas la vida que tenia en Paris pero… los negocios eran los negocios y esta vez se trataba de una cuantiosa suma de dinero o eso era lo que pensaba…
En cuanto llegue al lugar de la reunión algo empezó a hacer que mi alma sintiese la desosegada sensación de que no todo estaba como tendría… bajo el frío viento de la noche camine hasta la puerta de casa en la que me habían citado, una casa medio derruida, ajada y llena de enredaderas que se aferraban a ella como celosas amantes, no era el lugar ideal para tratar un importante negocio, que de salir bien nos daría grandes beneficios, aun así decidí no hacerle demasiado caso al exterior de la casa y avance hasta la puerta, un fuerte crujido resonó cuando la manilla cedió bajo mi mano y la puerta se abrió con una chirriante melodía, cuando mis azules ojos se posaron en el interior apenas pude reprimir la cara de desagrado que amenazo con salir a mi rostro, a mi llego el olor a podredumbre y cosas mas desagradables para oler.
Cuando hube recorrido la ajada, podrida y desmembrada estancia fije mi vista en las personas que me esperaban en su interior, un rápido vistazo a sus ropas y rostros me hizo comprender que ninguno de ellos era el rico mercante con el que tenia previsto mi gran negocio, un gesto de contrariedad asomo a mis labios mientras los hombres se levantaban a recibirme, tres para ser exactos.
- Supongo que usted debe ser Sir Candvel, nuestro patrón no has mandado a “tratar” este negocio con usted. - Una siniestra risa brillo en la desdentada boca de mi interlocutor, por el rabillo de el ojo observe como los otros dos jóvenes se movían, uno a mi diestra y otro a mi izquierda. La sensación de que algo no marchaba bien se convirtió en una realidad, como una losa acepte la certeza de que no había echo sino otra cosa que caer en una trampa.
Aguante la mirada de el hombre, serio e inflexible, hasta que por fin me decidí a responder a sus palabras, lentamente con voz pausada y imprimiéndole un tono de voz severo - Si como ha dicho soy yo… pero no tengo nada que tratar con ustedes, ¿acaso vuestro patrón manda a sus criados a tratar cosas de caballeros? - de momento trataría de mantener la calma y observar que pretendían, mientras miraba al sujeto que me había hablado pude ver como su sonrisa se ensanchaba hasta convertirse en algo macabro y espeluznante, en mi longeva vida había tratado con muchos de su calaña, remiendos de seres humanos que no tenían ni ética ni moral, el sujeto se adelanto dos pasos hacia mi antes de, con un gesto que trataba de quitarle importancia a mis palabras, responder a mi pregunta.
- No se ponga señor… digamos que somos… los que tratamos los asuntos, mas… “delicados” - el ruido de crujir de madera me indico que los otros sujetos también se habían aproximado a mi persona, en el exterior el viento soplaba mientras en el interior de la casa la tormenta empezaba a formarse.
- Pues no tengo asuntos “delicados” que tratar con ustedes, díganle a su patrón que nuestros negocios han concluido - Me gire dispuesto a irme de allí y esperando que esta sensación de peligro no quedase mas que en eso, el sujeto que antes estaba a mi izquierda, y al girarme a mi derecha, dio otro paso y una severa y peligrosa mirada de mis rostro lo detuvo como si lo acabase de convertir en piedra, la vocecilla siniestra de el sujeto de mi espalda volvió a resonar en el interior de la casa.
- Vamos mi señor, no se ponga a la defensiva o ¿acaso quiere que alguien salga malherido? - El ruido de el metal al rozar con el cuero me indico que una daga había sido desenfundada, ahora ya no cabía ninguna duda, había sido conducido hasta con la intención de atentar contra vida. Apreté los dientes tratando de reprimir un gruñido de enfado, las ansias de verter la sangre de estos estupidos seres me recorrió el cuerpo de una forma espelúznate, pero había gente por los alrededores, si lo hacia podría causarme graves problemas en el futuro además, después de lo acontecido años atrás no tenia interés por volver a protagonizar una masacre, aun respetaba la vida de los humanos, por sórdidos y oscuros que estés fueran.
- Heridas dice vuestra merced? ¿Acaso por heridas se refiera a las de una puñalada por la espalda? - Tras decir eso como replica escuche una risa y los pasos de todos los individuos hacia mi, no obstante yo era mas rápido, maldiciendo entre dientes abrí la puerta, aunque debido a la vejez y la podredumbre que carcomía a la misma, o casi la arranque de el marco para como alma que lleva el demonio salir corriendo, escuche a mis espaldas una retahíla de maldiciones, juramentos y recordatorios nada agradables hacia mi persona, no obstante no me detuve, después de unos minutos corriendo observe como el camino que transitaba a toda velocidad se convertía en un terreno algo mas boscoso pero cuidado, posiblemente una finca de algún noble, sin mas opciones me adentre en el pensando que en ese lugar tendría mas posibilidades de darles esquinazo, ya volvería a mis tierras y planearía la venganza oportuna pero… de momento lo importante era huir si era posible, en mi fuero interno esperaba no tener que enfrentarme a ellos, aun sabiendo que las posibilidades de que acabasen con mi vida eran ridículas no tenia intención de tomar las de ellos, a no ser que no me dejaran mas opción claro esta.
En cuanto llegue al lugar de la reunión algo empezó a hacer que mi alma sintiese la desosegada sensación de que no todo estaba como tendría… bajo el frío viento de la noche camine hasta la puerta de casa en la que me habían citado, una casa medio derruida, ajada y llena de enredaderas que se aferraban a ella como celosas amantes, no era el lugar ideal para tratar un importante negocio, que de salir bien nos daría grandes beneficios, aun así decidí no hacerle demasiado caso al exterior de la casa y avance hasta la puerta, un fuerte crujido resonó cuando la manilla cedió bajo mi mano y la puerta se abrió con una chirriante melodía, cuando mis azules ojos se posaron en el interior apenas pude reprimir la cara de desagrado que amenazo con salir a mi rostro, a mi llego el olor a podredumbre y cosas mas desagradables para oler.
Cuando hube recorrido la ajada, podrida y desmembrada estancia fije mi vista en las personas que me esperaban en su interior, un rápido vistazo a sus ropas y rostros me hizo comprender que ninguno de ellos era el rico mercante con el que tenia previsto mi gran negocio, un gesto de contrariedad asomo a mis labios mientras los hombres se levantaban a recibirme, tres para ser exactos.
- Supongo que usted debe ser Sir Candvel, nuestro patrón no has mandado a “tratar” este negocio con usted. - Una siniestra risa brillo en la desdentada boca de mi interlocutor, por el rabillo de el ojo observe como los otros dos jóvenes se movían, uno a mi diestra y otro a mi izquierda. La sensación de que algo no marchaba bien se convirtió en una realidad, como una losa acepte la certeza de que no había echo sino otra cosa que caer en una trampa.
Aguante la mirada de el hombre, serio e inflexible, hasta que por fin me decidí a responder a sus palabras, lentamente con voz pausada y imprimiéndole un tono de voz severo - Si como ha dicho soy yo… pero no tengo nada que tratar con ustedes, ¿acaso vuestro patrón manda a sus criados a tratar cosas de caballeros? - de momento trataría de mantener la calma y observar que pretendían, mientras miraba al sujeto que me había hablado pude ver como su sonrisa se ensanchaba hasta convertirse en algo macabro y espeluznante, en mi longeva vida había tratado con muchos de su calaña, remiendos de seres humanos que no tenían ni ética ni moral, el sujeto se adelanto dos pasos hacia mi antes de, con un gesto que trataba de quitarle importancia a mis palabras, responder a mi pregunta.
- No se ponga señor… digamos que somos… los que tratamos los asuntos, mas… “delicados” - el ruido de crujir de madera me indico que los otros sujetos también se habían aproximado a mi persona, en el exterior el viento soplaba mientras en el interior de la casa la tormenta empezaba a formarse.
- Pues no tengo asuntos “delicados” que tratar con ustedes, díganle a su patrón que nuestros negocios han concluido - Me gire dispuesto a irme de allí y esperando que esta sensación de peligro no quedase mas que en eso, el sujeto que antes estaba a mi izquierda, y al girarme a mi derecha, dio otro paso y una severa y peligrosa mirada de mis rostro lo detuvo como si lo acabase de convertir en piedra, la vocecilla siniestra de el sujeto de mi espalda volvió a resonar en el interior de la casa.
- Vamos mi señor, no se ponga a la defensiva o ¿acaso quiere que alguien salga malherido? - El ruido de el metal al rozar con el cuero me indico que una daga había sido desenfundada, ahora ya no cabía ninguna duda, había sido conducido hasta con la intención de atentar contra vida. Apreté los dientes tratando de reprimir un gruñido de enfado, las ansias de verter la sangre de estos estupidos seres me recorrió el cuerpo de una forma espelúznate, pero había gente por los alrededores, si lo hacia podría causarme graves problemas en el futuro además, después de lo acontecido años atrás no tenia interés por volver a protagonizar una masacre, aun respetaba la vida de los humanos, por sórdidos y oscuros que estés fueran.
- Heridas dice vuestra merced? ¿Acaso por heridas se refiera a las de una puñalada por la espalda? - Tras decir eso como replica escuche una risa y los pasos de todos los individuos hacia mi, no obstante yo era mas rápido, maldiciendo entre dientes abrí la puerta, aunque debido a la vejez y la podredumbre que carcomía a la misma, o casi la arranque de el marco para como alma que lleva el demonio salir corriendo, escuche a mis espaldas una retahíla de maldiciones, juramentos y recordatorios nada agradables hacia mi persona, no obstante no me detuve, después de unos minutos corriendo observe como el camino que transitaba a toda velocidad se convertía en un terreno algo mas boscoso pero cuidado, posiblemente una finca de algún noble, sin mas opciones me adentre en el pensando que en ese lugar tendría mas posibilidades de darles esquinazo, ya volvería a mis tierras y planearía la venganza oportuna pero… de momento lo importante era huir si era posible, en mi fuero interno esperaba no tener que enfrentarme a ellos, aun sabiendo que las posibilidades de que acabasen con mi vida eran ridículas no tenia intención de tomar las de ellos, a no ser que no me dejaran mas opción claro esta.
Alexander Candvel- Licántropo- Clase Media
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Fecha de inscripción : 12/05/2010
Edad : 36
Localización : Paris
Re: Cabalgando por Lancaster [Libre]
Mientras cabalgaba me sentí totalmente libre, como si nada en este mundo importase, como si la respiración de mi caballo y la mía estuviesen unidas en un complicado vínculo, y solo la luna fuera la invitada en nuestro momento efímero. Su corazón latía con fuerza, cuando me decidí a levantar los brazos dejando las riendas sueltas, sí, me gustó esa sensación de total confianza con la bestia.
Todavía no había tomado nada desde que me desperté aquella noche, pero en ese momento ni me importó, siempre podría ir al pueblo que estaba a pocos kilómetros de mis tierras, no me cansaba de ir allí, siempre había uno que otro al cual hincarle el diente sin tener que preocuparme de él, ni de su familia, ni de lo moral o éticamente correcto. No importaba en absoluto que desaparecieran, es más hacía un favor al pueblo, “si ellos supiesen”.
Seguí pensando en cosas como estas, no tenía otra cosa más importante en la que pensar, no tenía cuentas con nadie, es más, poca gente sabía de mí, porque realmente, lo de mi familia era un secreto a voces.
Avanzando, vi mi gran laberinto a mi derecha, “¡ah! me encanta”, un día de estos tendría que pedir a mi mayordomo que contratara a los jardineros del pueblo para podarlo, porque hacía bastante tiempo que lo tenía abandonado. Estas banalidades son las que rondan mi cabeza muy de vez en cuando. Suspiré. Menos mal que me quedaban los libros, el arte y mis animales, qué sería de mí sin ellos.
Una ráfaga de viento me sacudió por completo trayendo consigo un olor peculiar que no venía de muy lejos, me resultó curioso oler algo que no fuera lo usual por mi finca. Decidí saber de qué se trataba. Cabalgué
con el sigilo propio de un caballo porque no deseaba bajarme de él, no porque sintiera miedo, nada de eso.
Vi una figura moviéndose por los rosales, “¡Oh dios, un ladrón! La comida viene a mí ¡magnifico!”, sonreí ampliamente ante aquella perspectiva. Aquel ser debió saber de mi situación ya que el caballo no paraba de hacer ruidos. Esperé para ver quién era realmente…
Todavía no había tomado nada desde que me desperté aquella noche, pero en ese momento ni me importó, siempre podría ir al pueblo que estaba a pocos kilómetros de mis tierras, no me cansaba de ir allí, siempre había uno que otro al cual hincarle el diente sin tener que preocuparme de él, ni de su familia, ni de lo moral o éticamente correcto. No importaba en absoluto que desaparecieran, es más hacía un favor al pueblo, “si ellos supiesen”.
Seguí pensando en cosas como estas, no tenía otra cosa más importante en la que pensar, no tenía cuentas con nadie, es más, poca gente sabía de mí, porque realmente, lo de mi familia era un secreto a voces.
Avanzando, vi mi gran laberinto a mi derecha, “¡ah! me encanta”, un día de estos tendría que pedir a mi mayordomo que contratara a los jardineros del pueblo para podarlo, porque hacía bastante tiempo que lo tenía abandonado. Estas banalidades son las que rondan mi cabeza muy de vez en cuando. Suspiré. Menos mal que me quedaban los libros, el arte y mis animales, qué sería de mí sin ellos.
Una ráfaga de viento me sacudió por completo trayendo consigo un olor peculiar que no venía de muy lejos, me resultó curioso oler algo que no fuera lo usual por mi finca. Decidí saber de qué se trataba. Cabalgué
con el sigilo propio de un caballo porque no deseaba bajarme de él, no porque sintiera miedo, nada de eso.
Vi una figura moviéndose por los rosales, “¡Oh dios, un ladrón! La comida viene a mí ¡magnifico!”, sonreí ampliamente ante aquella perspectiva. Aquel ser debió saber de mi situación ya que el caballo no paraba de hacer ruidos. Esperé para ver quién era realmente…
Kory Bouguereau- Vampiro - Clase Alta
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Fecha de inscripción : 24/04/2010
Edad : 138
Localización : Castillo Lancaster (Inglaterra)
Re: Cabalgando por Lancaster [Libre]
Bajo el amparo de las sombras y las tinieblas mis pasos se hicieron mas lentos, poco a poco recupere la serenidad y la calma, en un lugar como este era prácticamente imposible que fuese encontrado y si así era, lejos de toda civilización tenia grandes ventajas para defenderme de unos simples y desagradables bribones.
Empecé a pasear entre los árboles, poco a poco me fui dando cuenta que a pesar de estar algo descuidados en su tiempo estos habían formado algún tipo de formación, estaban agrupados de tal forma que era imposible que la madre naturaleza hubiese sido tan caprichosa para ello. Si uno se fijaba bien veía esquinas y pasajes entre ellos, bueno lo que fuese donde me había metido no era el mayor de mis problemas, al fin y al cabo no era mas que madera, si tenia que salir de allí siempre podría hacer un agujero.
Mi cuerpo se agazapo al escuchar un sonido justo frente a mi, demasiado pesado como para ser pasos humanos y su melodía de cuatro patas estaba perfectamente acompasada como para que dos personas pudiesen andar así a la vez, además mis perseguidores eran 3, claro que siempre podría pasar que hubiesen decido separarse para buscarme, no obstante ese ruido no era el de ninguno de ellos. Poco a poco frente a mis ojos y aun oculto por la oscuridad de la noche la figura de un caballo empezó a tomar forma frente a mi, un magnifico ejemplar negro, de ancha cruz y poderosas patas, un animal sobre el que reposaba una persona.
Genial, y ¿ahora que? ¿Acaso me estaban esperando aquí?. Deseche la idea de inmediato, era de el todo imposible que supieran que tenia pensado hacer y aun sabiéndolo era improbable que adivinasen mi dirección al huir, recordé que me encontraba en una finca, posiblemente de algún noble o de algún burgués con muy altos recursos económicos además al ver al caballo se apreciaba lo bien cuidado que estaba, posiblemente acaba de hacer acto de presencia uno de los habitantes de este lugar. La luna baño por unos segundos el rostro de quien montaba al caballo, unos ojos esmeralda me escrutaron, una piel blanquecina se dejo entrever, un rostro suave y delicado se mostró ante mi, sin perder de vista a la mujer di unos pasos hacia ella mientras agachaba la cabeza y me disponía a hablar y presentar mis disculpas por encontrare en sus terrenos, y que remedio, esta vez me tocaba agachar el rabo si no quería mas problemas.
- Lo siento si os e asustado my lady, me e perdido al salir de el pueble y tras un deambular sin sentido por los oscuros camino e acabado metiéndome aquí, mis mas sinceras disculpas si estos terrenos os pertenecen - avance unos pasos mas hacia ella, escuche un leve relincho de el caballo, como todos los animales se sentía inquieto en mi presencia, que se le podía hacer, ya me había acostumbrado a ello.
Empecé a pasear entre los árboles, poco a poco me fui dando cuenta que a pesar de estar algo descuidados en su tiempo estos habían formado algún tipo de formación, estaban agrupados de tal forma que era imposible que la madre naturaleza hubiese sido tan caprichosa para ello. Si uno se fijaba bien veía esquinas y pasajes entre ellos, bueno lo que fuese donde me había metido no era el mayor de mis problemas, al fin y al cabo no era mas que madera, si tenia que salir de allí siempre podría hacer un agujero.
Mi cuerpo se agazapo al escuchar un sonido justo frente a mi, demasiado pesado como para ser pasos humanos y su melodía de cuatro patas estaba perfectamente acompasada como para que dos personas pudiesen andar así a la vez, además mis perseguidores eran 3, claro que siempre podría pasar que hubiesen decido separarse para buscarme, no obstante ese ruido no era el de ninguno de ellos. Poco a poco frente a mis ojos y aun oculto por la oscuridad de la noche la figura de un caballo empezó a tomar forma frente a mi, un magnifico ejemplar negro, de ancha cruz y poderosas patas, un animal sobre el que reposaba una persona.
Genial, y ¿ahora que? ¿Acaso me estaban esperando aquí?. Deseche la idea de inmediato, era de el todo imposible que supieran que tenia pensado hacer y aun sabiéndolo era improbable que adivinasen mi dirección al huir, recordé que me encontraba en una finca, posiblemente de algún noble o de algún burgués con muy altos recursos económicos además al ver al caballo se apreciaba lo bien cuidado que estaba, posiblemente acaba de hacer acto de presencia uno de los habitantes de este lugar. La luna baño por unos segundos el rostro de quien montaba al caballo, unos ojos esmeralda me escrutaron, una piel blanquecina se dejo entrever, un rostro suave y delicado se mostró ante mi, sin perder de vista a la mujer di unos pasos hacia ella mientras agachaba la cabeza y me disponía a hablar y presentar mis disculpas por encontrare en sus terrenos, y que remedio, esta vez me tocaba agachar el rabo si no quería mas problemas.
- Lo siento si os e asustado my lady, me e perdido al salir de el pueble y tras un deambular sin sentido por los oscuros camino e acabado metiéndome aquí, mis mas sinceras disculpas si estos terrenos os pertenecen - avance unos pasos mas hacia ella, escuche un leve relincho de el caballo, como todos los animales se sentía inquieto en mi presencia, que se le podía hacer, ya me había acostumbrado a ello.
Alexander Candvel- Licántropo- Clase Media
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Fecha de inscripción : 12/05/2010
Edad : 36
Localización : Paris
Re: Cabalgando por Lancaster [Libre]
Su figura avanzó hasta que pude ver en su totalidad de quién se trataba. Su apariencia a simple vista me hacía pensar que era un hombre corpulento, aunque quizá tenía menos edad, pero si era así no lo aparentaba.
Mis ojos le recorrieron de abajo a arriba en milésimas de segundo, me fijé en que sus ropas estaban algo ajadas y rasgadas. Debo admitir que me divirtió mirarlo, pero mi rostro no reflejaba lo mismo. Tenía unos brazos musculosos que acababan en unas manos grandes, seguro que tenían la potencia de cortar un madero en solo hachazo; tenía un cuello ancho, pero en consonancia con el resto de su anatomía. Mis ojos se clavaron pues en su rostro, el cual se volvió sereno por unos momentos. ¿Qué decir de su rostro?, ¿de dónde había salido semejante ser con esos ojos de un azul singular, esa boca, ese…ese todo? Realmente me sorprendió gratamente, así que deseché la idea de alimentarme de él, ¡qué desperdicio habría sido!, además sé que no me lo perdonaría.
En un intento decidí introducirme en su mente, por la suma curiosidad que me embargaba, nada, no pude.
Una masculina voz interrumpió mi frustración
- Lo siento si os he asustado my lady, me he perdido al salir de el pueblo y tras un deambular sin sentido por los oscuros caminos he acabado metiéndome aquí, mis mas sinceras disculpas si estos terrenos os pertenecen.- mi caballo en ese momento se puso algo nervioso, y menos mal que lo hizo porque yo me había quedado ensimismada.
-¡Oh! No se preocupe ni por una, ni por otra cosa.- sonreí, de nuevo me salía esa sonrisa perversa, tenía que auto controlarme. Así que se había perdido, no me extraña.-Y bien… ¿podría ayudarle en algo?- volví a fijarme en sus ropas y en la leve humedad que recorría su frente – ¿Sois por casualidad un fugitivo?-me entusiasmaría la idea de que así fuera, ese riesgo hacía mucho que no lo sentía.
Sonreí débilmente porque me empezaron a pasar cosas por la cabeza que estaban fuera de lugar, busqué algún pretexto para que me acompañara aquel forastero – Si no le importa, me ofrezco a darle ropas limpias, algo de comer…y si es menester puede bañarse.- Esperé con todas mis fuerzas que mis palabras no fuesen mal interpretadas, puesto que lo decía con toda la buena intención.
Mis ojos le recorrieron de abajo a arriba en milésimas de segundo, me fijé en que sus ropas estaban algo ajadas y rasgadas. Debo admitir que me divirtió mirarlo, pero mi rostro no reflejaba lo mismo. Tenía unos brazos musculosos que acababan en unas manos grandes, seguro que tenían la potencia de cortar un madero en solo hachazo; tenía un cuello ancho, pero en consonancia con el resto de su anatomía. Mis ojos se clavaron pues en su rostro, el cual se volvió sereno por unos momentos. ¿Qué decir de su rostro?, ¿de dónde había salido semejante ser con esos ojos de un azul singular, esa boca, ese…ese todo? Realmente me sorprendió gratamente, así que deseché la idea de alimentarme de él, ¡qué desperdicio habría sido!, además sé que no me lo perdonaría.
En un intento decidí introducirme en su mente, por la suma curiosidad que me embargaba, nada, no pude.
Una masculina voz interrumpió mi frustración
- Lo siento si os he asustado my lady, me he perdido al salir de el pueblo y tras un deambular sin sentido por los oscuros caminos he acabado metiéndome aquí, mis mas sinceras disculpas si estos terrenos os pertenecen.- mi caballo en ese momento se puso algo nervioso, y menos mal que lo hizo porque yo me había quedado ensimismada.
-¡Oh! No se preocupe ni por una, ni por otra cosa.- sonreí, de nuevo me salía esa sonrisa perversa, tenía que auto controlarme. Así que se había perdido, no me extraña.-Y bien… ¿podría ayudarle en algo?- volví a fijarme en sus ropas y en la leve humedad que recorría su frente – ¿Sois por casualidad un fugitivo?-me entusiasmaría la idea de que así fuera, ese riesgo hacía mucho que no lo sentía.
Sonreí débilmente porque me empezaron a pasar cosas por la cabeza que estaban fuera de lugar, busqué algún pretexto para que me acompañara aquel forastero – Si no le importa, me ofrezco a darle ropas limpias, algo de comer…y si es menester puede bañarse.- Esperé con todas mis fuerzas que mis palabras no fuesen mal interpretadas, puesto que lo decía con toda la buena intención.
Kory Bouguereau- Vampiro - Clase Alta
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Fecha de inscripción : 24/04/2010
Edad : 138
Localización : Castillo Lancaster (Inglaterra)
Re: Cabalgando por Lancaster [Libre]
Cuando estuve lo suficiente cerca de ella sentí un escalofrío recorrer mi cuerpo, era ese instinto primigenio y animal, el aviso de que algo peligroso estaba cerca, en pocas ocasiones lo había sentido así y jamás con tanta fuerza, al observar sus ojos vi en ellos un hambre infinita, un hambre ancestral… pero enseguida aquellos ojos volvieron a ser los de una mujer, unos ojos esmeralda que me miraban con normalidad y con un brillo que no pude discernir.
-!Oh no se preocupe ni por una ni por otra cosa! - Observe como su gesto se torcía en una extraña sonrisa, los dientes marfileños brillaron a la luna ante mis asombrados ojos, su vos melosa atontaba mis ya exhaustos sentidos - ¿Y bien… podría ayudarle en algo? ¿sois un fugitivo? - su sonrisa perdió aquel brillo indefinido para convertirse en una sonrisa normal, poco a poco la tensión que sentía en su presencia fue desapareciendo mientras me aproximaba hasta pegarme al negro corcel - Si no le importa me ofrezco a darle ropas limpias, algo de comer… y si es menester puede bañarse-.
Ahora estaba suficiente cerca de el corcel como para acariciarlo, mire a los ojos de el mismo, directamente, una mirada seria que revelaba la verdadera esencia de mi ser pero a la vez le mostraba que no tenia intenciones de causar ningún daño, ni a el ni a su dueña, las miradas se cruzaron apenas unos segundos, después alce la mano y acaricie el suave cuello de el animal, notaba como la sangre circulaba fuertemente bajo el poderoso cuello negruzco.
- Eso es… tranquilo amigo… todo esta bien- Mis palabras sonarían como el arrullar de el viento, suaves y tranquilizadores como jamás antes las había visto, despacio alce la mirada hasta la mujer, ahora podía observarla como nunca antes… tenia el pelo negro recogido, sus ojos color esmeralda mostraban una extraña y exótica belleza, unos ojos infinitos en los que podías dejarte perder hasta los albores de el tiempo, su rostro mostraba una inmaculada y blanquecina belleza inusual, incluso en medio de esta agitada noche me era difícil no percatarme que un halo misterioso envolvía a esta mujer, algo que hacia que en su presencia mi corazón perdiese su acostumbrado y calmado ritmo por una traqueteo agitado.
- Vera my lady - Pensé en lo que ella me había preguntado y en su ofrecimiento, ¿hasta donde podría contarle de mi situación? ¿debía de aceptar su ofrecimiento?. Como recordándome la situación en la que me encontraba el viento aúllo a mi espalda, volví la vista rápidamente como esperando ver salir a los bribones de allí, pero nada, solo había sido el caprichoso viento, pero eso me recordó mi exacta situación, no tenia mucho donde elegir, vagar y tener que acabar con esos remiendos de persona o aceptar tan generoso ofrecimiento… eso era lo que me daba mala espina, desconfiado por naturaleza el echo de que alguien me ofreciese eso me daba mas miedo que cualquier amenaza pero… - Si no os causa mucho alboroto el hacerlo, me gustaría poder acompañaros, y no diría que no a ese buen baño mi señora - Agarre su mano que se me antojo extrañamente fría y la acerque hasta mis labios para besarla con suavidad en una señal de agradecimiento, un gesto atípico en mi pero ahora no tenia mas opción que seguir las reglas, no obstante solo por esta vez ,esperaba… - en cuanto a sus preguntas… digamos que solo escapo de… de… un aciago “malentendido” - Me quede allí observándola, esperando que ella decidiese decir por donde debíamos de ir mientras me preguntaba si me mandaría montar al corcel o simplemente me limitaría a acompañarla a pie.
-!Oh no se preocupe ni por una ni por otra cosa! - Observe como su gesto se torcía en una extraña sonrisa, los dientes marfileños brillaron a la luna ante mis asombrados ojos, su vos melosa atontaba mis ya exhaustos sentidos - ¿Y bien… podría ayudarle en algo? ¿sois un fugitivo? - su sonrisa perdió aquel brillo indefinido para convertirse en una sonrisa normal, poco a poco la tensión que sentía en su presencia fue desapareciendo mientras me aproximaba hasta pegarme al negro corcel - Si no le importa me ofrezco a darle ropas limpias, algo de comer… y si es menester puede bañarse-.
Ahora estaba suficiente cerca de el corcel como para acariciarlo, mire a los ojos de el mismo, directamente, una mirada seria que revelaba la verdadera esencia de mi ser pero a la vez le mostraba que no tenia intenciones de causar ningún daño, ni a el ni a su dueña, las miradas se cruzaron apenas unos segundos, después alce la mano y acaricie el suave cuello de el animal, notaba como la sangre circulaba fuertemente bajo el poderoso cuello negruzco.
- Eso es… tranquilo amigo… todo esta bien- Mis palabras sonarían como el arrullar de el viento, suaves y tranquilizadores como jamás antes las había visto, despacio alce la mirada hasta la mujer, ahora podía observarla como nunca antes… tenia el pelo negro recogido, sus ojos color esmeralda mostraban una extraña y exótica belleza, unos ojos infinitos en los que podías dejarte perder hasta los albores de el tiempo, su rostro mostraba una inmaculada y blanquecina belleza inusual, incluso en medio de esta agitada noche me era difícil no percatarme que un halo misterioso envolvía a esta mujer, algo que hacia que en su presencia mi corazón perdiese su acostumbrado y calmado ritmo por una traqueteo agitado.
- Vera my lady - Pensé en lo que ella me había preguntado y en su ofrecimiento, ¿hasta donde podría contarle de mi situación? ¿debía de aceptar su ofrecimiento?. Como recordándome la situación en la que me encontraba el viento aúllo a mi espalda, volví la vista rápidamente como esperando ver salir a los bribones de allí, pero nada, solo había sido el caprichoso viento, pero eso me recordó mi exacta situación, no tenia mucho donde elegir, vagar y tener que acabar con esos remiendos de persona o aceptar tan generoso ofrecimiento… eso era lo que me daba mala espina, desconfiado por naturaleza el echo de que alguien me ofreciese eso me daba mas miedo que cualquier amenaza pero… - Si no os causa mucho alboroto el hacerlo, me gustaría poder acompañaros, y no diría que no a ese buen baño mi señora - Agarre su mano que se me antojo extrañamente fría y la acerque hasta mis labios para besarla con suavidad en una señal de agradecimiento, un gesto atípico en mi pero ahora no tenia mas opción que seguir las reglas, no obstante solo por esta vez ,esperaba… - en cuanto a sus preguntas… digamos que solo escapo de… de… un aciago “malentendido” - Me quede allí observándola, esperando que ella decidiese decir por donde debíamos de ir mientras me preguntaba si me mandaría montar al corcel o simplemente me limitaría a acompañarla a pie.
Alexander Candvel- Licántropo- Clase Media
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Re: Cabalgando por Lancaster [Libre]
El estado de animo de aquel individuo iba cambiando por momentos, no me explicaba por qué realmente, solo esperaba que no me temiera, y que mi naturaleza no reflejase mi verdadero ser. Se acercó decidido hacia mi caballo y juraría que tuvieron una comunicación mística o algo por el estilo, pero no podía precisar con exactitud lo que paso. Qué misteriosos era ese hombre, ¿realmente era un humano? porque obviamente no era un vampiro, lo habría sabido.
Mientras acariciaba al caballo sus ojos se clavaron en mí, produciéndome una sensación extraña por todo mi cuerpo ¿cómo era posible? Noté claramente el latir acelerado de su corazón, y eso no hizo más que ponerme en tensión, “auto control” me repetía una y otra vez mentalmente.
-Vera my lady- empezó a decir, mientras se tomaba unos segundos para pensar, en uno de estos segundos miró para atrás, haciéndome levantar la mirada de su persona, para ver qué era aquello que le turbaba, volviendo en sí dijo-Si no os causa mucho alboroto el hacerlo, me gustaría poder acompañaros, y no diría que no a ese buen baño mi señora-Sí, su respuesta me encantó, sonreí tímidamente. Cuando sin esperármelo agarró mi mano y la besó. Me sorprendió ese gesto por alguien que no fuera de mi especie, fue tan cercano. Su mano estaba calida, muy apacible realmente en comparación con lo que debió notar él. Si estuviese viva, me habría puesto colorada sin duda. Me miraba desde abajo, creando en mí un sentimiento de ternura, parecía un perrito abandonado…- en cuanto a sus preguntas… digamos que solo escapo de… de…un aciago “malentendido”-asi que…sí, un fugitivo, qué reto era aquel hombre.
Nos quedamos unos segundos en silencio, me di cuenta que tenía que responder o hacer algo. Me pensé lo de que fuera a pie, realmente lo hice, pero lo pensé mejor, y lo propio era que subiera detrás de mí, algo que una humana en mi caso no debía hacer de ningún modo, ya que era muy peligroso. Agarré fuertemente la mano con la que tenía sujeta la mía y en un segundo estuvo detrás. Espero que no notase lo extraño de esa acción.
- bien, debería agarrarse a mí.- acto seguido cabalgamos veloces hacía mi castillo, en el trayecto mi mente cavilaba multitud de cosas, todas ellas al final desechadas por imprudencia. Me sentía extraña hacía tantos años que no tenía tan cerca a un corazón latiente, y remarcando que no era para alimentarme, o eso es lo que pensé.
Llegamos a las puertas del castillo, de ellas salió mi mayordomo con asombró, pensó que en qué demonios
estaba pensando trayendo alguien al castillo para alimentarme, una cosa insólita en mi. –No, nada de eso.-dije mientras me bajaba del caballo e incitaba a bajar al extranjero –Es nuestro invitado, y lo trataremos como tal. Roger, preparé el baño y déle algo de ropa al caballero. Después preparé algo para tomar, y sí, también para mí…usted ya sabe.- mi viejo mayordomo hizo un ademán con la mano para que aquel hombre entrase.
Mientras acariciaba al caballo sus ojos se clavaron en mí, produciéndome una sensación extraña por todo mi cuerpo ¿cómo era posible? Noté claramente el latir acelerado de su corazón, y eso no hizo más que ponerme en tensión, “auto control” me repetía una y otra vez mentalmente.
-Vera my lady- empezó a decir, mientras se tomaba unos segundos para pensar, en uno de estos segundos miró para atrás, haciéndome levantar la mirada de su persona, para ver qué era aquello que le turbaba, volviendo en sí dijo-Si no os causa mucho alboroto el hacerlo, me gustaría poder acompañaros, y no diría que no a ese buen baño mi señora-Sí, su respuesta me encantó, sonreí tímidamente. Cuando sin esperármelo agarró mi mano y la besó. Me sorprendió ese gesto por alguien que no fuera de mi especie, fue tan cercano. Su mano estaba calida, muy apacible realmente en comparación con lo que debió notar él. Si estuviese viva, me habría puesto colorada sin duda. Me miraba desde abajo, creando en mí un sentimiento de ternura, parecía un perrito abandonado…- en cuanto a sus preguntas… digamos que solo escapo de… de…un aciago “malentendido”-asi que…sí, un fugitivo, qué reto era aquel hombre.
Nos quedamos unos segundos en silencio, me di cuenta que tenía que responder o hacer algo. Me pensé lo de que fuera a pie, realmente lo hice, pero lo pensé mejor, y lo propio era que subiera detrás de mí, algo que una humana en mi caso no debía hacer de ningún modo, ya que era muy peligroso. Agarré fuertemente la mano con la que tenía sujeta la mía y en un segundo estuvo detrás. Espero que no notase lo extraño de esa acción.
- bien, debería agarrarse a mí.- acto seguido cabalgamos veloces hacía mi castillo, en el trayecto mi mente cavilaba multitud de cosas, todas ellas al final desechadas por imprudencia. Me sentía extraña hacía tantos años que no tenía tan cerca a un corazón latiente, y remarcando que no era para alimentarme, o eso es lo que pensé.
Llegamos a las puertas del castillo, de ellas salió mi mayordomo con asombró, pensó que en qué demonios
estaba pensando trayendo alguien al castillo para alimentarme, una cosa insólita en mi. –No, nada de eso.-dije mientras me bajaba del caballo e incitaba a bajar al extranjero –Es nuestro invitado, y lo trataremos como tal. Roger, preparé el baño y déle algo de ropa al caballero. Después preparé algo para tomar, y sí, también para mí…usted ya sabe.- mi viejo mayordomo hizo un ademán con la mano para que aquel hombre entrase.
Kory Bouguereau- Vampiro - Clase Alta
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Re: Cabalgando por Lancaster [Libre]
Me sorprendió la reacción de la dama, tras unos segundos en los que solo el viento de la noche corretear a su libre albedrío y los sonidos de los animales que agazapados en las sombras salían a cazar, era audible, el silencio pareció durar siglos, hasta que finalmente en unos segundos me encontraba encima de la bestia, detrás de ella, mi cara adquirió un tono de sorpresa mientras mi cerebro trataba de asimilar como era posible que tal una mujer con un aspecto tan frágil pudiese levantar a una persona como yo, de nuevo la voz de la mujer me saco de mis cavilaciones.
-Bien, debería agarrase a mi - eso era algo fácil de decir, mis manos tantearon el aire buscando el asidero mas… mas…. Seguro, jamás había viajado a caballo con una dama como jinete y el echo de no conocerla sumado a mi total desconocimiento de ellas hacia que no estuviese completamente seguro de donde agarrarme, finalmente me agarre a su cintura, con sumo cuidado rodee su cintura y me agarre a ambos lados de la cadera, mi cuerpo tieso a su espalda mostraba la tensión a la que estaba siendo sometido en estés momentos, por unos segundos me pensé el echo de bajarme de el caballo y enfrentarme a los delincuentes, era una batalla mas fácil que la que ahora mismo sostenía conmigo mismo. Pero ya no había vuelta atrás, el replicar de el caballo contra el suelo indicaba que la carrera hacia casa de la mujer ya había sido iniciada, solo tenia la esperanza de que ella no captase mi turbación por la situación. Durante todo el trayecto ambos permanecimos en silencio, cada uno cavilando en sus propias cosas, las de ella desconocidas como el firmamento para mi, las mías… todavía estaba pensando el extraño suceso de mi subida al caballo.
Finalmente llegamos a su casa… ¿casa? Lo que tenia antes mis ojos era toda una mansión, duplicaba o triplicaba como mínimo el tamaño de mi mansión, una casa perfectamente cuidada que nada tenia que ver con las olvidadas arboledas que habíamos dejado atrás, cuando el caballo se detuvo yo aun me encontraba absorto en la contemplación de el castillo, escuche como ella se dirigía a alguien frente a nosotros de manera que desvíe mi vista hacia ese punto.
-No nada de eso. - comento ella mientras con una elegancia propia de la costumbre bajaba de el caballo, un gesto por su parte me indico que debería hacer lo propio, de forma menos delicada y elegante salte de el animal con un ruido sordo y apagado. - Es nuestro invitado lo trataremos como tal. Roger prepare el baño y deje algo de ropa al caballero. Después prepare algo para tomar, y si, para mi también… usted ya sabe.- La mujer acabo de hablar con el mayordomo, esta vez su voz sonaba autoritaria y firme aun así no pude dejar de apreciar lo delicada y tentadora que sonaba, moví la cabeza tratando de apartar esos pensamientos de mi cabeza y seguí al mayordomo que me hacia gestos para que entrase.
Antes de ser conducido por el mayordomo me volví hacia mi rescatadora para agradecerle el trato recibido, mi gesto había recuperado su habitual seriedad, mi tono de voz pausado y ahora mas tranquilo no dejarían entrever la realidad que había en mi interior, llevaba un siglo portando esta mascara, era fácil ya sacarla a relucir.
- Muchas gracias mi lady, estoy agradecido por el trato dado, ¿como podría compensarla por tanta generosidad? Y mas en estos tiempos revueltos y oscuros - Por unos instantes su aparente bondad había conseguido que bajase mi guardia, pero no había gente así en el mundo, seguramente esperaba sacar algún beneficio de esto, si era dinero con gusto pagaría tan buen trato, pero… ¿dinero? A la vista estaba que eso ni le hacia ninguna falta.
-Bien, debería agarrase a mi - eso era algo fácil de decir, mis manos tantearon el aire buscando el asidero mas… mas…. Seguro, jamás había viajado a caballo con una dama como jinete y el echo de no conocerla sumado a mi total desconocimiento de ellas hacia que no estuviese completamente seguro de donde agarrarme, finalmente me agarre a su cintura, con sumo cuidado rodee su cintura y me agarre a ambos lados de la cadera, mi cuerpo tieso a su espalda mostraba la tensión a la que estaba siendo sometido en estés momentos, por unos segundos me pensé el echo de bajarme de el caballo y enfrentarme a los delincuentes, era una batalla mas fácil que la que ahora mismo sostenía conmigo mismo. Pero ya no había vuelta atrás, el replicar de el caballo contra el suelo indicaba que la carrera hacia casa de la mujer ya había sido iniciada, solo tenia la esperanza de que ella no captase mi turbación por la situación. Durante todo el trayecto ambos permanecimos en silencio, cada uno cavilando en sus propias cosas, las de ella desconocidas como el firmamento para mi, las mías… todavía estaba pensando el extraño suceso de mi subida al caballo.
Finalmente llegamos a su casa… ¿casa? Lo que tenia antes mis ojos era toda una mansión, duplicaba o triplicaba como mínimo el tamaño de mi mansión, una casa perfectamente cuidada que nada tenia que ver con las olvidadas arboledas que habíamos dejado atrás, cuando el caballo se detuvo yo aun me encontraba absorto en la contemplación de el castillo, escuche como ella se dirigía a alguien frente a nosotros de manera que desvíe mi vista hacia ese punto.
-No nada de eso. - comento ella mientras con una elegancia propia de la costumbre bajaba de el caballo, un gesto por su parte me indico que debería hacer lo propio, de forma menos delicada y elegante salte de el animal con un ruido sordo y apagado. - Es nuestro invitado lo trataremos como tal. Roger prepare el baño y deje algo de ropa al caballero. Después prepare algo para tomar, y si, para mi también… usted ya sabe.- La mujer acabo de hablar con el mayordomo, esta vez su voz sonaba autoritaria y firme aun así no pude dejar de apreciar lo delicada y tentadora que sonaba, moví la cabeza tratando de apartar esos pensamientos de mi cabeza y seguí al mayordomo que me hacia gestos para que entrase.
Antes de ser conducido por el mayordomo me volví hacia mi rescatadora para agradecerle el trato recibido, mi gesto había recuperado su habitual seriedad, mi tono de voz pausado y ahora mas tranquilo no dejarían entrever la realidad que había en mi interior, llevaba un siglo portando esta mascara, era fácil ya sacarla a relucir.
- Muchas gracias mi lady, estoy agradecido por el trato dado, ¿como podría compensarla por tanta generosidad? Y mas en estos tiempos revueltos y oscuros - Por unos instantes su aparente bondad había conseguido que bajase mi guardia, pero no había gente así en el mundo, seguramente esperaba sacar algún beneficio de esto, si era dinero con gusto pagaría tan buen trato, pero… ¿dinero? A la vista estaba que eso ni le hacia ninguna falta.
Alexander Candvel- Licántropo- Clase Media
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Re: Cabalgando por Lancaster [Libre]
Cuando yo esperaba que él subiese las escaleras y entrara, se dignó a agradecerme el gesto -… ¿como podría compensarla por tanta generosidad? Y más en estos tiempos revueltos y oscuros- yo medité por unos segundos, realmente no pensé en una recompensa en ningún momento, ya que no lo hacía por eso, no quería su dinero, ni deseaba obligarle a hacer nada que él no quisiese. Mis ojos se fijaron en las piedras del suelo, me fijé en todos sus detalles a pesar de que no había mucha iluminación, levanté rápidamente la cabeza clavando mis ojos en los suyos
– Sabe qué, con que me digáis vuestro nombre me daré por satisfecha.-hice una pequeña pausa moviendo ligeramente la mano para explicarme mejor- …es lo menos que puedo pedir a alguien que va a entrar en estos muros.-me daba igual que se inventará su nombre, simplemente quería poder dirigirme hacia él con más comodidad, para que no me resultase tan anónimo todo esto. Yo no me escondí en una nombre falso, quizá en identidad sí, pero en el nombre no, por lo menos no con él. Flexioné un poco las rodillas, como habría deseado llevar un sombrero para hacer la gran reverencia que veo hacer a los caballeros- Kory Bouguereau, para lo que gustéis.-le miré con total sinceridad, intentando volver a introducirme en su mente. Suspiré mirando hacia otro lado con resignación.
Mi mayordomo tomó un candelabro y le guió por los oscuros pasillos de la nave central, me imaginé básicamente lo que se encontraría al llegar al recibidor, una mesa asiática en el medio de toda la sala, y delante de ella las grandes escaleras de mármol que llevan a las habitaciones principales, en los muros de piedra grandes vidrieras de colores, donde la luna acariciaría su rostro. Al llegar, los pasillos estarán repletos de los cuadros de mi abuelo, y de otros artistas como algunos de Moreau, que personalmente me encanta mirarlos. Varias puertas de roble están cerradas a izquierda y derecha, el ambiente del pasillo es fresco, nada que ver con el interior de las habitaciones, ya que en cada una de ellas hay bonitas chimeneas. Mi mayordomo abriría una puerta a su derecha, ahí se encuentra el baño de invitados, un baño que mandé decorar yo misma, sus azulejos son violetas, el marco del espejo es dorado, básicamente todo lo que se encuentra en el baño es barroco, la bañera tiene cuatro patas, la ventana deja entrar cierta luz, y obviamente tiene una chimenea donde calentar el agua, mi mayordomo haría lo propio rellenando la bañera, y se marcharía con amabilidad. Acto seguido cogería algunos ropajes de mi fallecido hermano, que seguramente le quedarían bien, y los pondría doblados en la puerta del baño.
Me encontraba en las escaleras con alguno de mis gatos esperando a Roger para que me comentara lo que había pasado.
– Sabe qué, con que me digáis vuestro nombre me daré por satisfecha.-hice una pequeña pausa moviendo ligeramente la mano para explicarme mejor- …es lo menos que puedo pedir a alguien que va a entrar en estos muros.-me daba igual que se inventará su nombre, simplemente quería poder dirigirme hacia él con más comodidad, para que no me resultase tan anónimo todo esto. Yo no me escondí en una nombre falso, quizá en identidad sí, pero en el nombre no, por lo menos no con él. Flexioné un poco las rodillas, como habría deseado llevar un sombrero para hacer la gran reverencia que veo hacer a los caballeros- Kory Bouguereau, para lo que gustéis.-le miré con total sinceridad, intentando volver a introducirme en su mente. Suspiré mirando hacia otro lado con resignación.
Mi mayordomo tomó un candelabro y le guió por los oscuros pasillos de la nave central, me imaginé básicamente lo que se encontraría al llegar al recibidor, una mesa asiática en el medio de toda la sala, y delante de ella las grandes escaleras de mármol que llevan a las habitaciones principales, en los muros de piedra grandes vidrieras de colores, donde la luna acariciaría su rostro. Al llegar, los pasillos estarán repletos de los cuadros de mi abuelo, y de otros artistas como algunos de Moreau, que personalmente me encanta mirarlos. Varias puertas de roble están cerradas a izquierda y derecha, el ambiente del pasillo es fresco, nada que ver con el interior de las habitaciones, ya que en cada una de ellas hay bonitas chimeneas. Mi mayordomo abriría una puerta a su derecha, ahí se encuentra el baño de invitados, un baño que mandé decorar yo misma, sus azulejos son violetas, el marco del espejo es dorado, básicamente todo lo que se encuentra en el baño es barroco, la bañera tiene cuatro patas, la ventana deja entrar cierta luz, y obviamente tiene una chimenea donde calentar el agua, mi mayordomo haría lo propio rellenando la bañera, y se marcharía con amabilidad. Acto seguido cogería algunos ropajes de mi fallecido hermano, que seguramente le quedarían bien, y los pondría doblados en la puerta del baño.
Me encontraba en las escaleras con alguno de mis gatos esperando a Roger para que me comentara lo que había pasado.
Kory Bouguereau- Vampiro - Clase Alta
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Re: Cabalgando por Lancaster [Libre]
Sabe que, con que me digáis vuestro nombre me daré por satisfecha - Esas palabras salieron de su boca, apenas si se las pensó, salieron de forma sencilla y natural como si no se tratase de nada especial pero… me sentí descolocada por unos instantes, mi mente había divagado en muchas cosas que me podía pedir, desde dinero, tierras, hasta que me convirtiera en un criado… pero ¿mi nombre? Eso era suficiente pago para ella, me negaba a creerlo, en todos estos años había aprendido que nadie era tan generoso por nada siempre había algún tipo de interés, algo con lo que lucrarse y este caso no podía ser distinto… ¿Qué estaba pasando? ¿Qué podía querer? ¿Cuáles eran las verdaderas intenciones de esta hipnótica dama? - Es lo menos que puedo pedir a alguien que va a entrar a estos muros - Continuo hablando a modo de aclaración de sus palabras, aclaración que no era menester ya que yo mismo me había ofrecido a darle lo que pidiera y mi nombre no seria la excepción, observe como flexionaba las rodillas de forma cortes mientra se presentaba - Kory Bouguereau para lo que gustéis - su nombre resonó en mis oídos, un nombre que hacia justicia a la hermosa dama que tenia ante mis ojos.
- Alexander… Alexander Candvel a sus pies mi señora - Antes de darme cuenta estaba pronunciado mi nombre, maldije por lo bajo el haberlo echo, estábamos en mi tierra natal y a pesar de los años que habían pasado podría quedar algún retal de la historia acaecida años atrás, quizás la leyenda de el demonio llamando Alexander siguiese viva… quizás el joven que había provocado una brutal masacre en un pequeño pueblo fuese todavía recordado. Me encontré deseando que eso no fuese así, por unos segundos la oscuridad pareció absorber todo el calor de mi cuerpo, deseaba con toda mi alma que esas viejas leyendas no hubiesen llegado hasta aquí, que esta joven no conociese nada de aquello, por serrano que pareciera y aunque me negase a mi mismo tal echo… deseaba permanecer aquí un poco mas, conocer un poco mas a esta extraña y fantasmal dama, ¿Por qué me había ayudado? ¿Qué ganaba ella? ¿Por qué no podía apartar la mirada de ella? Muchos porqués se agolpan en mi cerebro taladrándolo.
Di gracias al ver que el mayordomo me hacia un gesto para que lo acompañase y me sacase de tan comprometido silencio, no obstante antes de irme eche una ultima mirada a la dueña de el castillo, a la dama que me había salvado y por primera vez note algo que no sabia discernir… una turbación se aferro a mis entrañas haciendo que toda mis fuerzas me abandonaran, sus ojos… tenia unos ojos que parecían escrutar el alma de las personas y desnudarla poco a poco… unos ojos en los podría perderme.
Camine en silencio y con la cabeza gacha detrás de el mayordomo, me sentía inusualmente irritado por la atracción que la dama despertaba en mi, una parte de mi ser odiaba que una completa desconocida pudiese causar tal efecto en mi, nunca antes me había sentido así con una dama y eso me desconcertaba a la par que me causaba autentico pánico, prácticamente no preste atención a la fina decoración de el lugar, camine sumido en mis pensamientos hasta que mayordomo entro en una puerta y me indico que lo siguiese, una vez dentro empezó a caldear el agua para el baño mientras yo esperaba que estuviese listo, cuando finalmente esto sucedió el hombre se giro hacia mi y con una leve inclinación me indico que ya estaba listo, lo observe unos instantes, era un hombre de avanzada edad con el pelo canoso, su rostro era frío e impenetrable, sus modales eran simplemente exquisitos señal de toda una vida consagrada a la servidumbre, era un hombre que había nacido para esto, mientras yo lo escrutaba el hombre hizo lo mismo, su vista reparo en mis destrozadas ropas, cortes de toda índole se extendían por ellas.
-Esta herido my lord? - Di unos pasos hacia mi tratando de escrutar heridas bajo mis desgarradas ropas, en algunos puntos se podían apreciar pequeñas manchas de sangre, sin embargo las heridas que yacían tras ellas ya habían empezado a cicatrizar, di unos pasos hacia atrás mientras negaba primero con la cabeza y después de viva voz - No.. Estoy bien, no e llegado a herirme, muchas gracias por su atención, pero puede retirarse - El tono de mi voz seria firme y serio, un tono que no admite replicas, el hombre hizo una reverencia y para mi alivio salio de el cuarto, después de unos segundos me quite las destrozadas ropas y me hundí en el agua caliente, suspire de ledicia cuando el agua entro por cada uno de mis poros, mis músculos se relajaron y mis ojos se cerraron mientras me dejaba unos instantes para pensar en todo lo acontecido y en la dama a la que el azar había cruzado en mi camino
- Alexander… Alexander Candvel a sus pies mi señora - Antes de darme cuenta estaba pronunciado mi nombre, maldije por lo bajo el haberlo echo, estábamos en mi tierra natal y a pesar de los años que habían pasado podría quedar algún retal de la historia acaecida años atrás, quizás la leyenda de el demonio llamando Alexander siguiese viva… quizás el joven que había provocado una brutal masacre en un pequeño pueblo fuese todavía recordado. Me encontré deseando que eso no fuese así, por unos segundos la oscuridad pareció absorber todo el calor de mi cuerpo, deseaba con toda mi alma que esas viejas leyendas no hubiesen llegado hasta aquí, que esta joven no conociese nada de aquello, por serrano que pareciera y aunque me negase a mi mismo tal echo… deseaba permanecer aquí un poco mas, conocer un poco mas a esta extraña y fantasmal dama, ¿Por qué me había ayudado? ¿Qué ganaba ella? ¿Por qué no podía apartar la mirada de ella? Muchos porqués se agolpan en mi cerebro taladrándolo.
Di gracias al ver que el mayordomo me hacia un gesto para que lo acompañase y me sacase de tan comprometido silencio, no obstante antes de irme eche una ultima mirada a la dueña de el castillo, a la dama que me había salvado y por primera vez note algo que no sabia discernir… una turbación se aferro a mis entrañas haciendo que toda mis fuerzas me abandonaran, sus ojos… tenia unos ojos que parecían escrutar el alma de las personas y desnudarla poco a poco… unos ojos en los podría perderme.
Camine en silencio y con la cabeza gacha detrás de el mayordomo, me sentía inusualmente irritado por la atracción que la dama despertaba en mi, una parte de mi ser odiaba que una completa desconocida pudiese causar tal efecto en mi, nunca antes me había sentido así con una dama y eso me desconcertaba a la par que me causaba autentico pánico, prácticamente no preste atención a la fina decoración de el lugar, camine sumido en mis pensamientos hasta que mayordomo entro en una puerta y me indico que lo siguiese, una vez dentro empezó a caldear el agua para el baño mientras yo esperaba que estuviese listo, cuando finalmente esto sucedió el hombre se giro hacia mi y con una leve inclinación me indico que ya estaba listo, lo observe unos instantes, era un hombre de avanzada edad con el pelo canoso, su rostro era frío e impenetrable, sus modales eran simplemente exquisitos señal de toda una vida consagrada a la servidumbre, era un hombre que había nacido para esto, mientras yo lo escrutaba el hombre hizo lo mismo, su vista reparo en mis destrozadas ropas, cortes de toda índole se extendían por ellas.
-Esta herido my lord? - Di unos pasos hacia mi tratando de escrutar heridas bajo mis desgarradas ropas, en algunos puntos se podían apreciar pequeñas manchas de sangre, sin embargo las heridas que yacían tras ellas ya habían empezado a cicatrizar, di unos pasos hacia atrás mientras negaba primero con la cabeza y después de viva voz - No.. Estoy bien, no e llegado a herirme, muchas gracias por su atención, pero puede retirarse - El tono de mi voz seria firme y serio, un tono que no admite replicas, el hombre hizo una reverencia y para mi alivio salio de el cuarto, después de unos segundos me quite las destrozadas ropas y me hundí en el agua caliente, suspire de ledicia cuando el agua entro por cada uno de mis poros, mis músculos se relajaron y mis ojos se cerraron mientras me dejaba unos instantes para pensar en todo lo acontecido y en la dama a la que el azar había cruzado en mi camino
Alexander Candvel- Licántropo- Clase Media
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Re: Cabalgando por Lancaster [Libre]
Decidí sentarme en el sillón que tenía en la entrada para esperar a Roger, aunque realmente no estaba cansada, para mí estar de pie, sentada o tumbada no tenian mucha diferencia. No me moví en ningún momento del sillón, sólo mi gato Poe se acurrucó en mis piernas, que seguramente daba algo de vida y dinamismo a la escena. Me quedé a oscuras hasta que oí como el mayordomo bajaba las escaleras iluminando la sala levemente. Hice un leve sonido, para que supiese donde estaba. –Usted dirá…-dije mientras acariciaba lentamente al gato, levanté la mirada para que él comenzase.- Se está bañando en estos momentos el señor.-dijo lentamente, algo que me puso nerviosa -…ya, ya me lo imagino Roger. Quiero que me diga si ha acontecido algo fuera de lo normal.- mascullé claramente, mi mayordomo estaba algo confuso- madame, simplemente me preocupé por cierta herida que creí ver, pero el señor lo desmintió. -explicó-entiendo- dije pensativa, Roger al verme sumida en mis usuales pensamientos, me interrumpió respetuosamente –será mejor que me vaya a preparar la cena.- y con un gesto educado se marchó de la sala.
Por mi mente cruzaron rápidamente muchas imágenes hasta que elegí revivir el momento en el que registré en mi memoria la anatomía de Alexander. Cierto, cómo no me dí cuenta de esos rasguños en sus tiernas carnes, bueno… fue una suerte para ambos que así fuera, puesto que de haberlo visto en ese momento posiblemente él no estaría aquí ahora, para mi infortunio, o quién sabe. Esperé que las ropas taparan esas pequeñas heridas, porque me podría resultar complicado mantener la compostura.
Olí lo que estaba preparando Roger, era un estofado, un plato que me encantaba cuando y podía, ya sabe… Me entristeció la idea de no poder probarlo. Cierto es que en mi primer día de conversión intenté comer lo de siempre, por el hambre que me estaba consumiendo, pero todo lo que comí me sintió fatal. Yo misma aprendí a alimentarme de sangre humana ya que nadie me enseñó por desgracia, lo llevaría innato imaginé.
Despejé mis pensamientos ya que no me favorecían en ninguno de los sentidos. Dejé el gato en el sillón durmiendo, y encendí el candelabro que había en la mesa para que Alexander pudiera ver donde estaba.
Yo subí a mi vestidor para ponerme algo más apropiado, decidí ponerme un vestido largo de color granate, el cual me dibujaba un elegante escote, me miré en el espejo dubitativa, ¿se fijaría?...bueno, es igual. Me maquillé un poco para camuflar lo máximo mi naturaleza, me quedé quieta mirando mi reflejo ¿qué estaba haciendo? Y sobre todo ¿a quién pretendía engañar? .El maquillaje no tapa mi estúpido rostro marmóreo, estuve a punto de romper el espejo, pero me contuve quedándome quieta en medio de la habitación, al salir volví a mi estado emocional de siempre, respirando crucé rápidamente los pasillos hasta llegar al comedor donde estaba Roger preparando la mesa con la vajilla de plata, aún no había bajado el invitado. Tras pensarlo decidí sentarme en mi sitio de siempre, y al otro extremo se sentaría el invitado. Una vez sentada me quedé mirando fijamente la ventana apoyando mi cabeza en la mano, suspiré.
Por mi mente cruzaron rápidamente muchas imágenes hasta que elegí revivir el momento en el que registré en mi memoria la anatomía de Alexander. Cierto, cómo no me dí cuenta de esos rasguños en sus tiernas carnes, bueno… fue una suerte para ambos que así fuera, puesto que de haberlo visto en ese momento posiblemente él no estaría aquí ahora, para mi infortunio, o quién sabe. Esperé que las ropas taparan esas pequeñas heridas, porque me podría resultar complicado mantener la compostura.
Olí lo que estaba preparando Roger, era un estofado, un plato que me encantaba cuando y podía, ya sabe… Me entristeció la idea de no poder probarlo. Cierto es que en mi primer día de conversión intenté comer lo de siempre, por el hambre que me estaba consumiendo, pero todo lo que comí me sintió fatal. Yo misma aprendí a alimentarme de sangre humana ya que nadie me enseñó por desgracia, lo llevaría innato imaginé.
Despejé mis pensamientos ya que no me favorecían en ninguno de los sentidos. Dejé el gato en el sillón durmiendo, y encendí el candelabro que había en la mesa para que Alexander pudiera ver donde estaba.
Yo subí a mi vestidor para ponerme algo más apropiado, decidí ponerme un vestido largo de color granate, el cual me dibujaba un elegante escote, me miré en el espejo dubitativa, ¿se fijaría?...bueno, es igual. Me maquillé un poco para camuflar lo máximo mi naturaleza, me quedé quieta mirando mi reflejo ¿qué estaba haciendo? Y sobre todo ¿a quién pretendía engañar? .El maquillaje no tapa mi estúpido rostro marmóreo, estuve a punto de romper el espejo, pero me contuve quedándome quieta en medio de la habitación, al salir volví a mi estado emocional de siempre, respirando crucé rápidamente los pasillos hasta llegar al comedor donde estaba Roger preparando la mesa con la vajilla de plata, aún no había bajado el invitado. Tras pensarlo decidí sentarme en mi sitio de siempre, y al otro extremo se sentaría el invitado. Una vez sentada me quedé mirando fijamente la ventana apoyando mi cabeza en la mano, suspiré.
Kory Bouguereau- Vampiro - Clase Alta
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Re: Cabalgando por Lancaster [Libre]
El caprichoso reloj avanzo mientras me encontraba inmerso en las calidas y relajantes aguas, mientras divagaba perdido en el mar de mis pensamientos no fui consciente de el tiempo que transcurrió hasta que finalmente abrí los parpados, mi cansancio prácticamente había desaparecido dejando en mi una sensación de paz y de relajación, me incorpore y el agua resbalo por mi cuerpo formando miles de ondas en el, hasta hace unos segundos, apacible agua, lentamente mi mano sujeto una toalla y empecé a secarme la parte superior de mi cuerpo con los pies aun siendo regados por el agua.
Había aprovechado estos instantes en la bañera no solo para calmarme y relajarme, mi mente había repasado todo lo acontecido en esta noche, como lo que tenia que haber sido un negocio que me proveería de grandes beneficios, se había convertido en una alocada huida por unas tierras desconocidas y como había llegado a mi la dama blanca, montada en su corcel negro bien podría haber sido la muerte, bella y encantadora a los ojos, mortal para todo ser vivo, pero para mi suerte no era mas que una mujer normal o casi normal, su castillo daba a entender que cuando menos poseía unos amplios recursos económicos. Había recuperado mi estado normal pero… ¿podría enfrentarme de nuevo a esos ojos esmeralda?
Chasquee la lengua mientras salía de el agua y empezaba a secarme las piernas y la parte inferior de mi cuerpo, ya no había rastro de heridas, solo pequeñas marcas donde antes estaban estas, esperaba que el mayordomo no se hubiese ido de la lengua y contado lo sucedido a su señora, vana esperanza a mi parecer, su trabajo era contarle todo lo que hubiese ocurrido, todavía dándole vueltas a ese tema abrí la puerta y agarre la ropa que el mayordomo había depositado allí, cuando me puse esas vestimentas no pude dejar de escapar una irónica risa, desde luego eran ropas mas elegantes de las que yo estaba acostumbrado a usar, moví el cuerpo incomodo y tratando de que las ropas se ajustaran a mi cuerpo antes de salir mientras me preguntaba de quien serian esas ropas, de el mayordomo no, eso con seguridad, jamás había visto un mayordomo portar ropas como aquellas ¿Su marido? ¿su padre? Inconscientemente me encontré deseando que fuese de este ultimo, suspire enfadado conmigo mismo mientras hacia acopio de todas mis fuerzas para salir e ir al encuentro de la dama blanca.
Cuando salí a la oscuridad y empecé a recorrer el camino de vuelta la luz de un candelabro me indico el camino, perdido en medio de la noche como un fuego fauto me indicaba los pasos que había de seguir para enfrentarme de nuevo a esos ojos, recorrí el camino sin prisa, lentamente, el deseo de posponer ese encuentro pero a la vez las ganas de volver a verla hacían que una sensación de intranquilidad recorriese mi cuerpo, finalmente acabe llegando al lugar de mis temores, atravesé la puerta y allí estaban de nuevo esos ojos, allí estaba mi salvadora y por alguna extraña razón algo que temía mas que a los bandidos, allí estaba ella…
Se había cambiado de ropa, ahora sus curvas se marcaban mas y un generoso escote era apreciable a mis nerviosos ojos, por unos segundos el aliento me abandono mientras caminaba al otro lado de mesa mirando hacia ella, anhelando encontrar sus ojos pero a la vez temeroso de hacerlo, temeroso de que pudiera ver la turbación que en estés momentos hacia presa en mis entrañas, no pude pronunciar nada hasta haberme sentado, tras recuperar levemente la compostura me prepare para agradecerle nuevamente todo lo echo por mi.
- Mi señora, estoy en deuda con usted, su generosidad me ha salvado la vida y si eso no fuese suficiente aun hay sitio en su corazón para proporcionarme un digno baño y mitigar el hambre que me acucia, my lady… desde hoy me pongo a sus pies - Esperaba que mi voz sonase seria y mi rostro no fuese mas que la habitual mascara de piedra que durante este ultimo siglo me había acompañado, a lo lejos el olor de la comida llego a mi, esto seria lo peor de toda la noche, aunque no me sentaba mal la comida cocinada su sabor me desagradaba en exceso, prefería la carne cruda o en mi hogar y para disimular muy poco echa y sin ningún tipo de condimento, pero no tenia mas elección que comer un poco de lo que me seria puesto.
Había aprovechado estos instantes en la bañera no solo para calmarme y relajarme, mi mente había repasado todo lo acontecido en esta noche, como lo que tenia que haber sido un negocio que me proveería de grandes beneficios, se había convertido en una alocada huida por unas tierras desconocidas y como había llegado a mi la dama blanca, montada en su corcel negro bien podría haber sido la muerte, bella y encantadora a los ojos, mortal para todo ser vivo, pero para mi suerte no era mas que una mujer normal o casi normal, su castillo daba a entender que cuando menos poseía unos amplios recursos económicos. Había recuperado mi estado normal pero… ¿podría enfrentarme de nuevo a esos ojos esmeralda?
Chasquee la lengua mientras salía de el agua y empezaba a secarme las piernas y la parte inferior de mi cuerpo, ya no había rastro de heridas, solo pequeñas marcas donde antes estaban estas, esperaba que el mayordomo no se hubiese ido de la lengua y contado lo sucedido a su señora, vana esperanza a mi parecer, su trabajo era contarle todo lo que hubiese ocurrido, todavía dándole vueltas a ese tema abrí la puerta y agarre la ropa que el mayordomo había depositado allí, cuando me puse esas vestimentas no pude dejar de escapar una irónica risa, desde luego eran ropas mas elegantes de las que yo estaba acostumbrado a usar, moví el cuerpo incomodo y tratando de que las ropas se ajustaran a mi cuerpo antes de salir mientras me preguntaba de quien serian esas ropas, de el mayordomo no, eso con seguridad, jamás había visto un mayordomo portar ropas como aquellas ¿Su marido? ¿su padre? Inconscientemente me encontré deseando que fuese de este ultimo, suspire enfadado conmigo mismo mientras hacia acopio de todas mis fuerzas para salir e ir al encuentro de la dama blanca.
Cuando salí a la oscuridad y empecé a recorrer el camino de vuelta la luz de un candelabro me indico el camino, perdido en medio de la noche como un fuego fauto me indicaba los pasos que había de seguir para enfrentarme de nuevo a esos ojos, recorrí el camino sin prisa, lentamente, el deseo de posponer ese encuentro pero a la vez las ganas de volver a verla hacían que una sensación de intranquilidad recorriese mi cuerpo, finalmente acabe llegando al lugar de mis temores, atravesé la puerta y allí estaban de nuevo esos ojos, allí estaba mi salvadora y por alguna extraña razón algo que temía mas que a los bandidos, allí estaba ella…
Se había cambiado de ropa, ahora sus curvas se marcaban mas y un generoso escote era apreciable a mis nerviosos ojos, por unos segundos el aliento me abandono mientras caminaba al otro lado de mesa mirando hacia ella, anhelando encontrar sus ojos pero a la vez temeroso de hacerlo, temeroso de que pudiera ver la turbación que en estés momentos hacia presa en mis entrañas, no pude pronunciar nada hasta haberme sentado, tras recuperar levemente la compostura me prepare para agradecerle nuevamente todo lo echo por mi.
- Mi señora, estoy en deuda con usted, su generosidad me ha salvado la vida y si eso no fuese suficiente aun hay sitio en su corazón para proporcionarme un digno baño y mitigar el hambre que me acucia, my lady… desde hoy me pongo a sus pies - Esperaba que mi voz sonase seria y mi rostro no fuese mas que la habitual mascara de piedra que durante este ultimo siglo me había acompañado, a lo lejos el olor de la comida llego a mi, esto seria lo peor de toda la noche, aunque no me sentaba mal la comida cocinada su sabor me desagradaba en exceso, prefería la carne cruda o en mi hogar y para disimular muy poco echa y sin ningún tipo de condimento, pero no tenia mas elección que comer un poco de lo que me seria puesto.
Alexander Candvel- Licántropo- Clase Media
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Re: Cabalgando por Lancaster [Libre]
Oí como unos pasos se acercaban al salón principal lentamente, yo lo único que hice fue cruzar las manos, puesto que no sabía donde ponerlas, en un vistazo rápido revisé el estado de la mesa, quería que todo fuese lo más perfecto posible, tomé aire antes de que la figura de Alexander tomara forma por el marco de la puerta. Me hice la distraída mirando un cuadro a mi izquierda, hasta que no pude más, y le miré fijamente, como si hiciese años que no lo veía, me llenó el espíritu de una manera inmensa, mis ojos se humedecieron emborronándose de sangre, al notar esto incliné rápidamente la cabeza para que él no pudiera verme, maldije esto en mi fuero interno. A penas duró unos segundos aquello. Cuando volví a girarme él ya estaba sentado, yo le sonreí levemente. Hasta que mi oído prestó atención, e instintivamente se agudizó. Noté su respiración algo alterada y su corazón acelerado, esperé que no fuera una cuestión de salud puesto que ya era costumbre en lo poco que lo había visto. Rompió mi intrusión volviendo a agradecerme lo que había hecho por él, aunque realmente exageraba. Me salió una pequeña risa nerviosa aunque rápidamente cesó. Mi corazón latiría por él, sino fuera que en mí ya no queda resto de él. -¿sabe? Creo que yo no he salvado vuestra vida, creo sinceramente que un hombre como lo sois vos, habría sabido arreglárselas satisfactoriamente por estos parajes.-Apoyé el codo en el brazo de la silla para tapar mi boca, que otra vez sonreía- Es más, posiblemente usted habría hecho lo mismo por mí o por alguna otra mujer.- Eso pensé, no me había dado a entender lo contrarío. Acaricié mis labios en un momento de reflexión en alto.- Y quien sabe, quizá seáis vos el que me habéis salvado la vida a mi.- volví a cruzar las manos y mientras mis ojos se detenían en sus ropas, tan conocidas para mi- No quiero que me debáis nada por el mero hecho de haberos ofrecido esta serie de cosas, no quiero algo a cambio, no quiero…algo que yo os pida, puesto que no saldría de vos. Creo que me entendéis. –Había dicho estas cosas sin pensar, por lo que cambié mi expresión a una amable sonrisa. Además no le quedaban de el todo mal esa ropa, le daba un toque noble, si es que las ropas cambian de algún modo a la persona en sí. Roger apareció con la fuente de estofado, no olía demasiado mal, olía a lo mismo que me olía toda la carne asada, señalé al mayordomo que echara primero al invitado, ya que imaginé que estaría hambriento, cuando Roger volvió a mi sitio, me miró confuso, cogió al principio un trozo de filete, pero yo rápidamente solté – Sí Roger, no se preocupe, con un par de verduras estará bien, no tengo mucha hambre.-mentí. Pobre hombre por su menté pasaron multitud de cosas, qué haría con tanta comida, qué haría yo con lo que había en el plato, quizá tirarlo en la alfombra cuando el señor no mirase, preocupado se marchó de la sala. Yo me reí débilmente mientras cogía el tenedor, una práctica que creí haber perdido, pero vaya, parece que seguía sabiéndolo. Lo principal era aparentar que yo hacia esto todos los días, como algo normal, algo con poca importancia, pero me esforcé bastante debo reconocer por mantener el protocolo. Para ganar tiempo interrumpí mis batalla campal en el plato para preguntar al invitado - ¿queréis algo de beber, vino, algo por el estilo, quizá agua? No será ninguna molestia.- Le miré interrogativamente, ¡ay dios! Esto me sobrepasaba, era absurdo. Pensé en pedir a Roger una copa de sangre diluida en agua, para que aparentase ser vino, pero imaginarme tal mezcla me parecía sacrilegio.
Volviendo a las verduras de mi plato partí el desdichado pimiento en trozos diminutos con un esmero de escultor, mientras hacía que comía volví a interrumpir – Espero que este de vuestro gusto, my lord.
Volviendo a las verduras de mi plato partí el desdichado pimiento en trozos diminutos con un esmero de escultor, mientras hacía que comía volví a interrumpir – Espero que este de vuestro gusto, my lord.
Kory Bouguereau- Vampiro - Clase Alta
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Localización : Castillo Lancaster (Inglaterra)
Re: Cabalgando por Lancaster [Libre]
Mientras ella tomaba la palabra me dedique a escuchar y observarla, sus gestos, sus palabras, si eso pareciese posible, podría decir que ella estaba nerviosa, algo que indudablemente no podía ser, con su posición, con sus encantos, seguramente estaría acostumbrada a tratar con cientos de hombres, estaría acostumbrada a jugar con ellos, estaría acostumbrada a quitárselos de encima, pero sus sonrisas… Mientras me decía que yo me habría podido deshacer de mis asaltantes mi mente no dejaba de pensar en que tenia razón, podría haberlos matado fácilmente pero entonces no abría llegado hasta aquí… no pude mas que encogerme de hombros ante lo que había dicho mientras ella proseguía hablando.
La escuche mientras trataba de decirme que no debía seguir disculpándome, y que no quería nada a cambio de su hospitalidad y… mis mejillas se sonrojaron levemente cuando acabo la frase, no sabia debido a que pero de repente me había sentido algo nervioso, trate de ocultarlo agachando la cabeza y mirando la vajillas que estaba puesta, para mi suerte el olor a comida inundo el aire y el mayordomo llego con la misma, carne estofada, suspire, esta vez me tocaría comer algo bien cocinado, pero no podía dejarlo todo en el plato, no seria de recibo por la amabilidad recibida.
Cuando el mayordomo me sirvió no pude mas que responderle con un escueto gracias mientras removía la comida y me preparaba para pasar rápidamente el mal trago, pinché un trozo de carne y me lo metí en la boca, tuve que hacer un esfuerzo monumental para que mi rostro no se torciera en una desagradable mueca de asco, después de morderlo repetidamente acabe por tragarlo… decididamente la carne cruda estaba infinitamente mas rica que esto, por muy bien cocinado que estuviese. Durante unos minutos me dedique a hacer la misma jugada una y otra vez, trozo a trozo, cacho a cacho el plato se fue vaciando, la voz de Kory me interrumpió, algo que para mi fue un alivio, fue como si sonase la campana que anunciaba el fin de mi tortura.
- Gracias my lady, un poco de agua no estaría mal - Eso era lo que necesitaba en esto instantes, un poco de agua para poder sacarme el nudo que tenia en la garganta, cuando tuve el agua a mi alcance bebí ávidamente de la misma hasta notar como toda la carne acababa de deslizarse por mi garganta, un suspiro de alivio salio de mis labios. - Si, señorita Bouguereau, la comida mas rica que mi paladar a probado en mucho tiempo. - Y en parte era cierto, hacia años que no comía este tipo de carne, echa y cocinada, deje el tenedor sobre la mesa y la mire directamente.
- Dígame my lady, ¿vive usted sola con el criado en este castillo? - En cuanto acabe la frase me di cuenta de mi impertinencia, esperaba saber si había algún señor de el castillo pero había sido demasiado zafio y bruto. - No.. No.. - *!Aghh! Malditas palabras no os trabéis ahora…* - Digo, no era mi intención ser descortés. - De nuevo desvíe la mirada de ella, no quería que observase mi turbación.
La escuche mientras trataba de decirme que no debía seguir disculpándome, y que no quería nada a cambio de su hospitalidad y… mis mejillas se sonrojaron levemente cuando acabo la frase, no sabia debido a que pero de repente me había sentido algo nervioso, trate de ocultarlo agachando la cabeza y mirando la vajillas que estaba puesta, para mi suerte el olor a comida inundo el aire y el mayordomo llego con la misma, carne estofada, suspire, esta vez me tocaría comer algo bien cocinado, pero no podía dejarlo todo en el plato, no seria de recibo por la amabilidad recibida.
Cuando el mayordomo me sirvió no pude mas que responderle con un escueto gracias mientras removía la comida y me preparaba para pasar rápidamente el mal trago, pinché un trozo de carne y me lo metí en la boca, tuve que hacer un esfuerzo monumental para que mi rostro no se torciera en una desagradable mueca de asco, después de morderlo repetidamente acabe por tragarlo… decididamente la carne cruda estaba infinitamente mas rica que esto, por muy bien cocinado que estuviese. Durante unos minutos me dedique a hacer la misma jugada una y otra vez, trozo a trozo, cacho a cacho el plato se fue vaciando, la voz de Kory me interrumpió, algo que para mi fue un alivio, fue como si sonase la campana que anunciaba el fin de mi tortura.
- Gracias my lady, un poco de agua no estaría mal - Eso era lo que necesitaba en esto instantes, un poco de agua para poder sacarme el nudo que tenia en la garganta, cuando tuve el agua a mi alcance bebí ávidamente de la misma hasta notar como toda la carne acababa de deslizarse por mi garganta, un suspiro de alivio salio de mis labios. - Si, señorita Bouguereau, la comida mas rica que mi paladar a probado en mucho tiempo. - Y en parte era cierto, hacia años que no comía este tipo de carne, echa y cocinada, deje el tenedor sobre la mesa y la mire directamente.
- Dígame my lady, ¿vive usted sola con el criado en este castillo? - En cuanto acabe la frase me di cuenta de mi impertinencia, esperaba saber si había algún señor de el castillo pero había sido demasiado zafio y bruto. - No.. No.. - *!Aghh! Malditas palabras no os trabéis ahora…* - Digo, no era mi intención ser descortés. - De nuevo desvíe la mirada de ella, no quería que observase mi turbación.
Alexander Candvel- Licántropo- Clase Media
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Re: Cabalgando por Lancaster [Libre]
Roger entró en ese momento con más comida, yo me quedé mirando a Alexander con una media sonrisa dado a su última pregunta.
Suspiré, y miré a Roger – Querido es suficiente con esto, no se moleste.- ¡qué escena más cómica! Roger me miró sorprendido, debió de haberse esforzado mucho, pero no vi a Alexander muy cómodo aunque realmente fingía muy bien, y para qué mentir yo tampoco estaba cómoda entre toda esa comida inservible para mi. Salió de la sala haciendo ruido, volví a mirar a Alexander, era posible que su pregunta en cuerpo de otra fémina fuera peligrosa de responder, y tal vez para mí también lo fuese debido a mi condición, mientras pensaba en un corto espacio de tiempo mi dedo recorría el borde de mi copa llena. Fijé la mirada en él.
– Es cierto, como habéis observado sólo estamos él y yo.
Miré a la ventana de mi derecha, en un segundo recordé a toda mi familia correteando por los jardines y la casa, un escena muy vivida que me asustó y entristeció. Seguramente cuando Roger muera me quedaré totalmente sola en esta casa, sin nadie que me hable, sin nadie que se interese por mí, totalmente muerta para el mundo. Apoyé la mano en mi frente, debí dejar esos asuntos para más tarde se me olvidaba a veces que no podía meditar de esa manera con un mortal delante de mi. Volví a la acostumbrada compostura que destilaba mi cuerpo.
– ...Pero estamos bien seguros entre estos muros, desde que tengo uso de razón ningún tipo de levantamiento se ha ocasionado. – Los interrogatorios era lo que mejor que se me daba hacer para protegerme, para quitar importancia al asunto.
– Y bien forastero, de dónde sois, tenéis cierto acento británico, ¿me equivoco?- dije mientras me quedé observándole con más detenimiento, no sabía que efecto podría causarle mi presencia y mi insistencia, ya que otros mortales quedaban rendidos a mi en el primer instante, a veces sin yo quererlo. Pero este joven aguantaba infinitamente mejor mis poderes de atracción, lo que hubiera dado porque eso no fuera así, aunque para mí era un reto. Inconscientemente me levanté de la mesa para averiguar más sobre él. Intenté ser lo más humana en mis movimientos.
Cuando estuve a 20 centímetros de su rostro intenté penetrar en sus ojos azules, no sé cuanto tiempo estuve así. Noté algo inhumano en su mirada, pero no supe discernirlo. Levanté lentamente mi mano para tocarle el rostro, pero esta se quedo a medio camino. Cerré los ojos y di un paso atrás.
Suspiré, y miré a Roger – Querido es suficiente con esto, no se moleste.- ¡qué escena más cómica! Roger me miró sorprendido, debió de haberse esforzado mucho, pero no vi a Alexander muy cómodo aunque realmente fingía muy bien, y para qué mentir yo tampoco estaba cómoda entre toda esa comida inservible para mi. Salió de la sala haciendo ruido, volví a mirar a Alexander, era posible que su pregunta en cuerpo de otra fémina fuera peligrosa de responder, y tal vez para mí también lo fuese debido a mi condición, mientras pensaba en un corto espacio de tiempo mi dedo recorría el borde de mi copa llena. Fijé la mirada en él.
– Es cierto, como habéis observado sólo estamos él y yo.
Miré a la ventana de mi derecha, en un segundo recordé a toda mi familia correteando por los jardines y la casa, un escena muy vivida que me asustó y entristeció. Seguramente cuando Roger muera me quedaré totalmente sola en esta casa, sin nadie que me hable, sin nadie que se interese por mí, totalmente muerta para el mundo. Apoyé la mano en mi frente, debí dejar esos asuntos para más tarde se me olvidaba a veces que no podía meditar de esa manera con un mortal delante de mi. Volví a la acostumbrada compostura que destilaba mi cuerpo.
– ...Pero estamos bien seguros entre estos muros, desde que tengo uso de razón ningún tipo de levantamiento se ha ocasionado. – Los interrogatorios era lo que mejor que se me daba hacer para protegerme, para quitar importancia al asunto.
– Y bien forastero, de dónde sois, tenéis cierto acento británico, ¿me equivoco?- dije mientras me quedé observándole con más detenimiento, no sabía que efecto podría causarle mi presencia y mi insistencia, ya que otros mortales quedaban rendidos a mi en el primer instante, a veces sin yo quererlo. Pero este joven aguantaba infinitamente mejor mis poderes de atracción, lo que hubiera dado porque eso no fuera así, aunque para mí era un reto. Inconscientemente me levanté de la mesa para averiguar más sobre él. Intenté ser lo más humana en mis movimientos.
Cuando estuve a 20 centímetros de su rostro intenté penetrar en sus ojos azules, no sé cuanto tiempo estuve así. Noté algo inhumano en su mirada, pero no supe discernirlo. Levanté lentamente mi mano para tocarle el rostro, pero esta se quedo a medio camino. Cerré los ojos y di un paso atrás.
Kory Bouguereau- Vampiro - Clase Alta
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Localización : Castillo Lancaster (Inglaterra)
Re: Cabalgando por Lancaster [Libre]
Gracias al cielo el sonido de los pasos de el mayordomo corto el tenso silencio, el hombre traía mas comida, sin embargo en la mensa aun abundaba la comida que yo y ella no habíamos ni tocado, parecía que ninguno de los dos teníamos hambre, en mi caso no era solamente falta de ella…
Kory despidió al mayordomo que observo la cantidad de comida que iba a ser desperdiciada, con un ruido como despedida el hombre desapareció de escena dejándonos nuevamente a mi y a lady Bouguereau solos, el sonido de la yema de su dedo al deslizarse por la copa era lo único audible en el comedor en ese momento, por fin tras unos segundos ella respondió.
- Es cierto, como habéis observado solo estamos yo y el - ¿alivio? Su algo así pudiese ser cierto pensaría que en el momento que esas palabras de sus labios mi corazón sintió alivio, ella clavo la mirada en una ventana y en el brillo de sus ojos se podía observar como se perdía en el mar de los recuerdos. - Pero estamos bien seguros entre estos muros, desde que tengo uso de razón ningún levantamiento se ha ocasionado. Y bien forastero de donde sois, tenéis cierto acento británico ¿me equivoco? - Sus ojos se clavaron de nuevo en mi, como un clavo a una madera, como el hacha en el cuello de el condenado, lentamente te levanto de la mesa y empezó a caminar hacia mi, un paso… dos… con cada pequeño paso de ella mi corazón latía nervioso y mis ojos la seguían expectante, incapaces de apartarse de la dama blanquecina. Sus pasos dejaron de resonar en el frío enlosado y sus ojos se clavaron en los míos, mientras nuestras miradas se cruzaban en una singular batalla algo despertó en mi, un sentido primigenio que me alertaba de que tuviese cuidado, el instinto de los depredadores cuando olfatean algo peligros… y sin embargo no podía hacerle caso, ¿Cómo podía haber peligroso en esta dama? Tal vez fuese el echo de lo que su presencia me causaba lo que despertaba este sentido, ante ella mis rodillas temblaban y mi corazón sollozaba.
Su mano empezó a acercarse a mi rostro poco, aguante la respiración y deje que esa mano se acercarse hasta que… se detuvo, la mano permaneció inmóvil unos segundo en el aire mientras su dueña cerraba los ojos y daba un paso atrás, esos ojos que parecían poderlo verlo todo fueron negados a mi vista y una sensación de angustia recorrió mi ser, ¿acaso esos ojos habían visto lo que yo era? ¿Había vislumbrado un retal de mi ser? El miedo a que eso fuera posible apuñalo mi estomago salvajemente, inconsciente y temeroso me levante de la silla y agarre la mano que se había detenido en el aire, con suavidad, tratando de mantener mis nervios bajo control y no hacerle daño.
- Mi señora… ¿acaso pasa algo? ¿la he molestado? - Mi gesto había sido tan precipitado que ahora me encontraba perdido sin saber que hacer, nunca en años había tenido una reacción como esta y ello me desorientaba, ¿debía soltarla y volver a sentarme? ¿ o debería acercarme a ella?.
Esta vez fueron mis ojos los que se cerraron mientras de mis labios escapa un pequeño suspiro, lentamente me deje que mi cuerpo siguiera el camino de mi mano hasta quedar frente a ella, mis ojos brillaron en la noche al volverse abrir y clavarse en ella. - Lo siento madame, mi cuerpo a reaccionado solo.- Mi dedo gordo acaricio el dorso de su fría mano, mientras continuaba escrutándola, sondeando esos atrayentes ojos. - pero solo quería volver a sentir su tacto… me disculpo por tal osadía.-
La mano perdió toda la fuerza con la que sostenía la de ella, y lentamente empezó a soltarla a pesar de que mi cuerpo, cerebro y corazón se negaban a hacerlo.
Kory despidió al mayordomo que observo la cantidad de comida que iba a ser desperdiciada, con un ruido como despedida el hombre desapareció de escena dejándonos nuevamente a mi y a lady Bouguereau solos, el sonido de la yema de su dedo al deslizarse por la copa era lo único audible en el comedor en ese momento, por fin tras unos segundos ella respondió.
- Es cierto, como habéis observado solo estamos yo y el - ¿alivio? Su algo así pudiese ser cierto pensaría que en el momento que esas palabras de sus labios mi corazón sintió alivio, ella clavo la mirada en una ventana y en el brillo de sus ojos se podía observar como se perdía en el mar de los recuerdos. - Pero estamos bien seguros entre estos muros, desde que tengo uso de razón ningún levantamiento se ha ocasionado. Y bien forastero de donde sois, tenéis cierto acento británico ¿me equivoco? - Sus ojos se clavaron de nuevo en mi, como un clavo a una madera, como el hacha en el cuello de el condenado, lentamente te levanto de la mesa y empezó a caminar hacia mi, un paso… dos… con cada pequeño paso de ella mi corazón latía nervioso y mis ojos la seguían expectante, incapaces de apartarse de la dama blanquecina. Sus pasos dejaron de resonar en el frío enlosado y sus ojos se clavaron en los míos, mientras nuestras miradas se cruzaban en una singular batalla algo despertó en mi, un sentido primigenio que me alertaba de que tuviese cuidado, el instinto de los depredadores cuando olfatean algo peligros… y sin embargo no podía hacerle caso, ¿Cómo podía haber peligroso en esta dama? Tal vez fuese el echo de lo que su presencia me causaba lo que despertaba este sentido, ante ella mis rodillas temblaban y mi corazón sollozaba.
Su mano empezó a acercarse a mi rostro poco, aguante la respiración y deje que esa mano se acercarse hasta que… se detuvo, la mano permaneció inmóvil unos segundo en el aire mientras su dueña cerraba los ojos y daba un paso atrás, esos ojos que parecían poderlo verlo todo fueron negados a mi vista y una sensación de angustia recorrió mi ser, ¿acaso esos ojos habían visto lo que yo era? ¿Había vislumbrado un retal de mi ser? El miedo a que eso fuera posible apuñalo mi estomago salvajemente, inconsciente y temeroso me levante de la silla y agarre la mano que se había detenido en el aire, con suavidad, tratando de mantener mis nervios bajo control y no hacerle daño.
- Mi señora… ¿acaso pasa algo? ¿la he molestado? - Mi gesto había sido tan precipitado que ahora me encontraba perdido sin saber que hacer, nunca en años había tenido una reacción como esta y ello me desorientaba, ¿debía soltarla y volver a sentarme? ¿ o debería acercarme a ella?.
Esta vez fueron mis ojos los que se cerraron mientras de mis labios escapa un pequeño suspiro, lentamente me deje que mi cuerpo siguiera el camino de mi mano hasta quedar frente a ella, mis ojos brillaron en la noche al volverse abrir y clavarse en ella. - Lo siento madame, mi cuerpo a reaccionado solo.- Mi dedo gordo acaricio el dorso de su fría mano, mientras continuaba escrutándola, sondeando esos atrayentes ojos. - pero solo quería volver a sentir su tacto… me disculpo por tal osadía.-
La mano perdió toda la fuerza con la que sostenía la de ella, y lentamente empezó a soltarla a pesar de que mi cuerpo, cerebro y corazón se negaban a hacerlo.
Alexander Candvel- Licántropo- Clase Media
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Re: Cabalgando por Lancaster [Libre]
Alexander agarró rápidamente mi mano, sorprendiéndome en mi propia frustración. -Mi señora… ¿acaso pasa algo? ¿la he molestado?- yo bajé la mirada para ver su mano junto a la mía, mi ceño se frunció al ver lo evidente, lo diferente que era aquel ser en comparación conmigo. Procuré evitar las emociones que delatarían mi ser, podría ser mi perdición y la suya.
No sentí realmente la fuerza que él estaba ejerciendo en mi extremidad, poco a poco tuve las fuerzas suficientes para levantar mi mirada y hacerle frente. Se aproximó más a mí, haciéndome percibir sus constantes y ya acostumbrados latidos para mí.
Incliné la cabeza, un gesto que comparto con los felinos
- Lo siento madame, mi cuerpo a reaccionado solo- pero si sentí como me acariciaba, haciéndome entre abrir la boca, intenté tomar aire, nunca me había sentido tan extraña, tan humana.
Me había acostumbrado a hacer con la gente lo que yo quería, ahora en cambio, sentí que me debilitaba moral y anatómicamente, debido también a la falta de sangre en mis venas. Podía aguantar estar en su presencia con ciertos metros de distancia, pero ahora sentía miedo.
Seguí mirándole aunque mis ojos reflejaban el temor que por dentro me recorría. -pero solo quería volver a sentir su tacto… me disculpo por tal osadía.
Su fuerte mano lentamente liberó a la mía, yo dejé que se separase de la suya. Mi mirada recorrió la habitación con tal de no encontrarse con la suya, ya me era imposible.
Le di la espalda situándome en la gran ventana volviendo a clavar la mirada en el horizonte, crucé los brazos delante mío. La luz de la luna debía dibujar mi silueta oscura. Así me era mucho mejor pensar, si eso fuera posible en ese momento, pero debía hacerlo, aunque realmente podría quedarme toda la noche en silencio.
Abrí la boca para hablar, pero después la cerré intentando encontrar lo que era más propio.
– Yo…yo, lamento mi comportamiento. En absoluto me ha molestado, reconozco que la que le ha molestado he sido yo.-hice una pequeña pausa- No debí hacer lo que hice. La osadía fue mía, se lo aseguro.
Recogiendo los pocos pedazos de valentía y de dignidad que me quedaban volví a girarme pero mirando al suelo. – Hubo un momento en el que pensé ofrecerte una habitación para que descansases, pero ahora no sé si es lo correcto, si es lo seguro. Podéis hacer lo que queráis, entenderé si os marcháis, no le obligo a nada.- levanté de nuevo la mirada recorriendo su cuerpo. –Siento algo dentro que me desconcierta y me angustia.-me acerqué a él, mis manos volvieron a vacilar en el aire, finalmente terminaron apoyándose en su robusto pecho
-¿Quién sois?- mi dilema era mucho más grande que todos los sentimientos inalcanzables que me perturbaban. Debía saberlo.
No sentí realmente la fuerza que él estaba ejerciendo en mi extremidad, poco a poco tuve las fuerzas suficientes para levantar mi mirada y hacerle frente. Se aproximó más a mí, haciéndome percibir sus constantes y ya acostumbrados latidos para mí.
Incliné la cabeza, un gesto que comparto con los felinos
- Lo siento madame, mi cuerpo a reaccionado solo- pero si sentí como me acariciaba, haciéndome entre abrir la boca, intenté tomar aire, nunca me había sentido tan extraña, tan humana.
Me había acostumbrado a hacer con la gente lo que yo quería, ahora en cambio, sentí que me debilitaba moral y anatómicamente, debido también a la falta de sangre en mis venas. Podía aguantar estar en su presencia con ciertos metros de distancia, pero ahora sentía miedo.
Seguí mirándole aunque mis ojos reflejaban el temor que por dentro me recorría. -pero solo quería volver a sentir su tacto… me disculpo por tal osadía.
Su fuerte mano lentamente liberó a la mía, yo dejé que se separase de la suya. Mi mirada recorrió la habitación con tal de no encontrarse con la suya, ya me era imposible.
Le di la espalda situándome en la gran ventana volviendo a clavar la mirada en el horizonte, crucé los brazos delante mío. La luz de la luna debía dibujar mi silueta oscura. Así me era mucho mejor pensar, si eso fuera posible en ese momento, pero debía hacerlo, aunque realmente podría quedarme toda la noche en silencio.
Abrí la boca para hablar, pero después la cerré intentando encontrar lo que era más propio.
– Yo…yo, lamento mi comportamiento. En absoluto me ha molestado, reconozco que la que le ha molestado he sido yo.-hice una pequeña pausa- No debí hacer lo que hice. La osadía fue mía, se lo aseguro.
Recogiendo los pocos pedazos de valentía y de dignidad que me quedaban volví a girarme pero mirando al suelo. – Hubo un momento en el que pensé ofrecerte una habitación para que descansases, pero ahora no sé si es lo correcto, si es lo seguro. Podéis hacer lo que queráis, entenderé si os marcháis, no le obligo a nada.- levanté de nuevo la mirada recorriendo su cuerpo. –Siento algo dentro que me desconcierta y me angustia.-me acerqué a él, mis manos volvieron a vacilar en el aire, finalmente terminaron apoyándose en su robusto pecho
-¿Quién sois?- mi dilema era mucho más grande que todos los sentimientos inalcanzables que me perturbaban. Debía saberlo.
Kory Bouguereau- Vampiro - Clase Alta
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Re: Cabalgando por Lancaster [Libre]
Después de apartar su mirada Kory se volteo y se encamino hacia la ventana, sus pasos resonaron en la fría piedra de el suelo mientras yo la observaba en silencio, mi mente a su vez se puso a divagar sobre lo que acababa de pasar, era peligroso… era peligroso que yo me acercara a alguien, peligroso para las personas a las que me acercaba, quien sabe cuando podría volver a surgir el monstruo que dormía en mi interior.
-Yo… yo lamento mi comportamiento. En absoluto me ha molestado, reconozco que la que ha molestado e sido yo.- La mujer callo unos instantes, seguramente tratando de pensar sus siguientes palabras, sin embargo yo solo podia pensar en lo que habia dicho, ¿Qué ella habia molestado?. Tenia todo el derecho de el mundo a hacerlo, despues de ayudar a un extraño, de darle de comer y cobijo… ¿como una persona asi podia existir en este tiempo?.
Estaba apunto de replicarle cuando su sombra ,prolongada sobre el suelo, se giro de la ventana hacia mi, al volver a ver esos ojos mi voz se quebro siendome imposible articular palabra… ¿de donde habia salido ella? ¿Por que poseia esa mirada?. No podia sino mas que pensar esta era una cruel broma de algun ser demoniaco… mi castigo por lo que era y lo que habia echo, si solo fuese un humano normal… tal vez…
-Hubo un momento que pense en darle una habitacion para que se descansase, pero ahora no se si es lo correcto, si es lo seguro. Podeis hacer lo que queráis, entendere si os marchais, no le obligo a nada. - Levanto los ojos de el suelo y tuve que apartar los mios, me era imposible enfrentarme a ellos, esos ojos mermaban mi voluntad de forma sorprendente y dolorosa… pero menos dolorosa que sus palabras, ¿quedarme? Con gusto lo hubiese echo si… Sus pasos resonaron mientras de nuevo se acercaba hacia mi, esta vez mis ojos la buscaron a ella, viendo como paso la acercaba mas a mi encuentro, un ligero temblor recorrio mi cuerpo, una mezcla de miedo y expectacion.. - Siento algo dentro que me desconcierta y me angustia - Sus manos se alzaron… mi respiraccion se entrecorto mientras se acercaban a mi pecho, su tacto era frio a pesar de la ropa, pero no importaba… sin poder apartar los ojos de los suyos escuche esa ultima pregunta… la mas temida. - ¿Quien sois? -.
Cerre los ojos mientras mi cabeza divaga en que que decirle, no podia mentirle, todo mi ser se negaba a ello, por alguna razon aquello que mejor se me daba me era imposible con ella pero… ¿que podia decirle? ¿Que era un demonio? ¿Qué dentro de mi vivia algo mas oscuro que la propia noche?.
Mis manos agarraron las de ella sujetándolas contra mi pecho, mis ojos se abrieron buscando los de ella, reuni las suficientes fuerzas como para contestarle aunque mi voz sonaria triste… una tristeza y una lamento eterno convertido en palabras. - Mi Lady… con gusto aceptaria ese ofrecimiento. Pero… no debo… no puedo… - Calle unos instantes, nunca habia pensadp que la verdad fuese algo tan doloroso… ¿ o lo doloroso eran esos insondables ojos que me miraban? - solo mi presencia aquí la pone en peligro… solo el tenerme cerca puede resultar un error fatal para usted… ¿Quién soi?… soy una persona maldita mi lady… solo desgracias y dolor puedo traerle… y jamás querria que eso pasara-.
Mis manos recorrieron sus brazos hasta encontrase en su nuca, nuestras miradas se encontraron, en mitad de la noche mis ojos revelarian una sinceridad abrumadora, pero aun no habia acabado mi, el calvario de mis palabras aun tendria que continuar por unos instantes mas… tebia que apurar o de lo contrio no seria capaz de decirlo, pero sus ojos… su frio pero agradable tacto… - Mi lady… o mejor, Kory… jamás querria hacerlo daño, no podria perdonarme ponerla en peligro y mi presencia aquí… la pone en peligro, no quiero que nada le suceda, no soportaria la carga de eso…-.
-Yo… yo lamento mi comportamiento. En absoluto me ha molestado, reconozco que la que ha molestado e sido yo.- La mujer callo unos instantes, seguramente tratando de pensar sus siguientes palabras, sin embargo yo solo podia pensar en lo que habia dicho, ¿Qué ella habia molestado?. Tenia todo el derecho de el mundo a hacerlo, despues de ayudar a un extraño, de darle de comer y cobijo… ¿como una persona asi podia existir en este tiempo?.
Estaba apunto de replicarle cuando su sombra ,prolongada sobre el suelo, se giro de la ventana hacia mi, al volver a ver esos ojos mi voz se quebro siendome imposible articular palabra… ¿de donde habia salido ella? ¿Por que poseia esa mirada?. No podia sino mas que pensar esta era una cruel broma de algun ser demoniaco… mi castigo por lo que era y lo que habia echo, si solo fuese un humano normal… tal vez…
-Hubo un momento que pense en darle una habitacion para que se descansase, pero ahora no se si es lo correcto, si es lo seguro. Podeis hacer lo que queráis, entendere si os marchais, no le obligo a nada. - Levanto los ojos de el suelo y tuve que apartar los mios, me era imposible enfrentarme a ellos, esos ojos mermaban mi voluntad de forma sorprendente y dolorosa… pero menos dolorosa que sus palabras, ¿quedarme? Con gusto lo hubiese echo si… Sus pasos resonaron mientras de nuevo se acercaba hacia mi, esta vez mis ojos la buscaron a ella, viendo como paso la acercaba mas a mi encuentro, un ligero temblor recorrio mi cuerpo, una mezcla de miedo y expectacion.. - Siento algo dentro que me desconcierta y me angustia - Sus manos se alzaron… mi respiraccion se entrecorto mientras se acercaban a mi pecho, su tacto era frio a pesar de la ropa, pero no importaba… sin poder apartar los ojos de los suyos escuche esa ultima pregunta… la mas temida. - ¿Quien sois? -.
Cerre los ojos mientras mi cabeza divaga en que que decirle, no podia mentirle, todo mi ser se negaba a ello, por alguna razon aquello que mejor se me daba me era imposible con ella pero… ¿que podia decirle? ¿Que era un demonio? ¿Qué dentro de mi vivia algo mas oscuro que la propia noche?.
Mis manos agarraron las de ella sujetándolas contra mi pecho, mis ojos se abrieron buscando los de ella, reuni las suficientes fuerzas como para contestarle aunque mi voz sonaria triste… una tristeza y una lamento eterno convertido en palabras. - Mi Lady… con gusto aceptaria ese ofrecimiento. Pero… no debo… no puedo… - Calle unos instantes, nunca habia pensadp que la verdad fuese algo tan doloroso… ¿ o lo doloroso eran esos insondables ojos que me miraban? - solo mi presencia aquí la pone en peligro… solo el tenerme cerca puede resultar un error fatal para usted… ¿Quién soi?… soy una persona maldita mi lady… solo desgracias y dolor puedo traerle… y jamás querria que eso pasara-.
Mis manos recorrieron sus brazos hasta encontrase en su nuca, nuestras miradas se encontraron, en mitad de la noche mis ojos revelarian una sinceridad abrumadora, pero aun no habia acabado mi, el calvario de mis palabras aun tendria que continuar por unos instantes mas… tebia que apurar o de lo contrio no seria capaz de decirlo, pero sus ojos… su frio pero agradable tacto… - Mi lady… o mejor, Kory… jamás querria hacerlo daño, no podria perdonarme ponerla en peligro y mi presencia aquí… la pone en peligro, no quiero que nada le suceda, no soportaria la carga de eso…-.
Alexander Candvel- Licántropo- Clase Media
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Re: Cabalgando por Lancaster [Libre]
Me estaba volviendo literalmente loca, perdiendo el juicio por cada segundo que pasaba, mis manos empezaron a temblar, temiendo lo que iba a responder, aunque… ¡qué peor!, qué puede haber peor en este mundo. Él agarró mis manos, sentí pánico, ese pánico que hacia mucho tiempo que no sentía, pero por qué. Sus palabras quebraron el silencio, y como me esperaba no quiso, o no pudo aceptar el quedarse, sinceramente era lo más sensato, aunque, en fin, siempre me quedaba esa temeraria esperanza.
Aguantarle la mirada me costaba, no pude mantener la compostura que en toda la noche había aparentado, la actuación se volvió una farsa. Sus ojos rebosaban tristeza, los míos…a saber. Prosiguió diciendo - Solo mi presencia aquí la pone en peligro… solo el tenerme cerca puede resultar un error fatal para usted… ¿Quién soy?… soy una persona maldita mi lady… solo desgracias y dolor puedo traerle… y jamás querría que eso pasara- En ese momento sentí algo que se rompía dentro mío. El tiempo se paró, mis ojos vidriosos se quedaron fijos. No pude entender lo que quiso decir con eso, por mi cabeza rondaron sus palabras una y otra vez. Me habría encantado apartarme de él para pensar, necesitaba pensar, buscarle una lógica a todo esto, pero no pude moverme. Sus manos me tomaron de la nuca dejándome sin sentido. Sus ojos brillaron
- …jamás querría hacerle daño, no podría perdonarme ponerla en peligro y mi presencia aquí… la pone en peligro, no quiero que nada le suceda, no soportaría la carga de eso…
Un clavo ardiendo sentí en mi paralizado corazón, un dolor intenso. Cómo es posible…que alguien como él me dijera eso a mí, ¡a mí! Nunca me he considerado un ser maldito, pero de serlo ese término encajaría más conmigo. Mi desconcierto iba en aumento, el que corría peligro era él y lo bueno es que me había controlado todas estas horas a la “perfección”.
¡Qué demonios! Acaso era un mortal atormentado, asesino en serie, o algo por el estilo, enfermizo en concreto, quizá fuera así, pero yo no…no pensaba que... Me negaba a ello. Decidí disipar mi pánico, porque consideré la idea de que la victima no era yo en todo esto, sino él. Habría deseado ser humana, para correr semejantes riesgos con él, pero no era mi caso, me estaba saturando el momento. Agaché la cabeza y dejé caer mis manos de su pecho, di unos pasos hacia atrás, necesitaba aire entre nosotros. Sinceramente quería aclarar este mal entendido.
En una bocanada de pensamientos, me vino a la cabeza que quizá se sentiría mal por el aparente rechazo que había mostrado al separarme de él, y realmente no quise que pensase eso, miré su mano inerte y quise tomarla entre mis manos, él no podía hacerme daño, él se preocupaba demasiado, por este reflejo frágil que veía. Me acerqué a él, tomé su mano con las dos manos y me la acerqué hasta los labios, en ningún momento levanté la mirada. Pude pensar que todo aquello que dijo era un pretexto para no quedarse conmigo, pero no lo hice, puesto que admitía la derrota de ante mano. Entrelacé una de mis manos con la suya, y me dirigí con él de la mano al balcón, sí, lo mejor en estos momentos era espacio. Cuando llegué le solté la mano, y me agarré de la baranda de mármol. Otra vez tenía que pensar que responderle, no quería que mis palabras sonaran despectivas, ni que me pensase que me reía de él, ni que le tomaba por un loco.
Observe su bello rostro, el hambre iba en aumento, llegaría un punto en el que tendría que abandonarle y alejarme de él. –Sinceramente pensáis que corro peligro cerca vuestra, pensáis que estáis maldito…¡acaso sabéis lo que eso significa! No quiero dudar de sus palabras…quizá seáis muy temido entre los humanos, pero aquí no es así. Desde que está conmigo no ha pasado nada que haya que lamentar. –Levanté mi mano para verla.- No soy tan frágil como creéis, pero reconozco que vuestras palabras me han afectado. –Di unos pasos hasta queda frente suyo. – Alexander, no temáis, ¿cómo podéis pensar que solo traéis desgracias y dolor? Si lo único que habéis traído a este castillo es vida. –Sonreí, pero mi voz terminó quebrándose en la siguiente frase.- Al final siempre término quedándome sola, todo lo que viene a mí desaparece. Sí, quizá sea yo la que esté maldita. Sí, todo esto es un error, un maldito error.- Mi agotamiento se hizo patente, para que luchar más contra esto, era imposible. Si tanto peligro corría por qué no se marchaba, por qué no me dejaba sola, el rechazo me consumía. Quería llorar de la rabia, pero eso solo habría empeorado más las cosas. Cubrí mi rostro con las manos.
Aguantarle la mirada me costaba, no pude mantener la compostura que en toda la noche había aparentado, la actuación se volvió una farsa. Sus ojos rebosaban tristeza, los míos…a saber. Prosiguió diciendo - Solo mi presencia aquí la pone en peligro… solo el tenerme cerca puede resultar un error fatal para usted… ¿Quién soy?… soy una persona maldita mi lady… solo desgracias y dolor puedo traerle… y jamás querría que eso pasara- En ese momento sentí algo que se rompía dentro mío. El tiempo se paró, mis ojos vidriosos se quedaron fijos. No pude entender lo que quiso decir con eso, por mi cabeza rondaron sus palabras una y otra vez. Me habría encantado apartarme de él para pensar, necesitaba pensar, buscarle una lógica a todo esto, pero no pude moverme. Sus manos me tomaron de la nuca dejándome sin sentido. Sus ojos brillaron
- …jamás querría hacerle daño, no podría perdonarme ponerla en peligro y mi presencia aquí… la pone en peligro, no quiero que nada le suceda, no soportaría la carga de eso…
Un clavo ardiendo sentí en mi paralizado corazón, un dolor intenso. Cómo es posible…que alguien como él me dijera eso a mí, ¡a mí! Nunca me he considerado un ser maldito, pero de serlo ese término encajaría más conmigo. Mi desconcierto iba en aumento, el que corría peligro era él y lo bueno es que me había controlado todas estas horas a la “perfección”.
¡Qué demonios! Acaso era un mortal atormentado, asesino en serie, o algo por el estilo, enfermizo en concreto, quizá fuera así, pero yo no…no pensaba que... Me negaba a ello. Decidí disipar mi pánico, porque consideré la idea de que la victima no era yo en todo esto, sino él. Habría deseado ser humana, para correr semejantes riesgos con él, pero no era mi caso, me estaba saturando el momento. Agaché la cabeza y dejé caer mis manos de su pecho, di unos pasos hacia atrás, necesitaba aire entre nosotros. Sinceramente quería aclarar este mal entendido.
En una bocanada de pensamientos, me vino a la cabeza que quizá se sentiría mal por el aparente rechazo que había mostrado al separarme de él, y realmente no quise que pensase eso, miré su mano inerte y quise tomarla entre mis manos, él no podía hacerme daño, él se preocupaba demasiado, por este reflejo frágil que veía. Me acerqué a él, tomé su mano con las dos manos y me la acerqué hasta los labios, en ningún momento levanté la mirada. Pude pensar que todo aquello que dijo era un pretexto para no quedarse conmigo, pero no lo hice, puesto que admitía la derrota de ante mano. Entrelacé una de mis manos con la suya, y me dirigí con él de la mano al balcón, sí, lo mejor en estos momentos era espacio. Cuando llegué le solté la mano, y me agarré de la baranda de mármol. Otra vez tenía que pensar que responderle, no quería que mis palabras sonaran despectivas, ni que me pensase que me reía de él, ni que le tomaba por un loco.
Observe su bello rostro, el hambre iba en aumento, llegaría un punto en el que tendría que abandonarle y alejarme de él. –Sinceramente pensáis que corro peligro cerca vuestra, pensáis que estáis maldito…¡acaso sabéis lo que eso significa! No quiero dudar de sus palabras…quizá seáis muy temido entre los humanos, pero aquí no es así. Desde que está conmigo no ha pasado nada que haya que lamentar. –Levanté mi mano para verla.- No soy tan frágil como creéis, pero reconozco que vuestras palabras me han afectado. –Di unos pasos hasta queda frente suyo. – Alexander, no temáis, ¿cómo podéis pensar que solo traéis desgracias y dolor? Si lo único que habéis traído a este castillo es vida. –Sonreí, pero mi voz terminó quebrándose en la siguiente frase.- Al final siempre término quedándome sola, todo lo que viene a mí desaparece. Sí, quizá sea yo la que esté maldita. Sí, todo esto es un error, un maldito error.- Mi agotamiento se hizo patente, para que luchar más contra esto, era imposible. Si tanto peligro corría por qué no se marchaba, por qué no me dejaba sola, el rechazo me consumía. Quería llorar de la rabia, pero eso solo habría empeorado más las cosas. Cubrí mi rostro con las manos.
Kory Bouguereau- Vampiro - Clase Alta
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Re: Cabalgando por Lancaster [Libre]
Durante unos segundos ella se quedo parada, reflexiva sumida en un mar de pensamientos insondables para mi, una marejada de los mismo me atormentaba, ¿Por qué tenia que ser así? ¿acaso esta maldición nunca me dejaría vivir?^Parecía mentira que 100 años después todavía no conociese la respuesta.
Entonces sus heladas manos agarraron las mías, lentamente en lo que a mi corazón le pareció una anhelante eternidad, mis manos ascendieron hasta sus labios, su frío tacto hizo que el bello de mi nuca se erizara, mis ojos se clavaron en los de ella buscando miles de respuestas pero en ellos solo había la mas absoluta nada y mi mas ferviente deseo… ¿Qué me estaba pasando?
-Sinceramente pensáis que corro peligro cerca vuestra, pensáis que estáis maldito ¡Acaso sabéis lo que eso significa! No quiero dudar de sus palabras, quizás sea muy temido entre los humanos pero aquí no lo es. Desde que esta conmigo no ha pasado nada que haya que lamentar. - Su mano se alzo quedando a la altura de su rostro -No soy tan frágil como creéis, pero reconozco que vuestras palabras me han afectado- El sonido de sus pasos resonó en la habitación, hasta que finalmente quedo enfrente mío -Alexander no temáis, ¿Cómo podéis pensar que solo traéis desgracias y dolor? Si lo único que habéis traído a este castillo es vida - Sus palabras se clavaron en mi pecho como si de alfileres se tratase, si al menos supiese lo que yo era… no hablaría así. - Al final siempre termino quedándome sola, todo lo que viene a mi desaparece. Si quizás sea yo la que esta maldita. Si, todo es un error , un maldito error.- Sus frías manos se apartaron de mi pecho y se abalanzaron sobre su propio rostro.
Un tenso silencio se adueño de la escena, mi cerebro no cejaba de procesar lo que ella me había dicho, ¿acaso ocultaba algo? ¿tan mal la podría haber tratado la vida?. Camine hasta sujetar sus manos y apartarlas de rostro, despacio hasta que sus ojos quedaron al descubierto, tome aire mientras trataba de amagar una sonrisa.
- Siento despertar este dolor en vos, pero créame… por muy maldita que piense que esta, hay cosas que no llegaría a comprender, ¿dice que todo lo que viene a usted desaparece?. No se creería lo que estos ojos han visto desaparecer, lo que estas manos han tocado y se ha convertido en polvo… no se creería lo que este corazón ha llegado a sufrir martirizado por un mundo finito… Kory… no se tome a la ligera sus palabras, la noche encierra muchos secretos.
Baje sus manos hasta la altura de el abdomen mientras mi mirada se perdía en la oscuridad, la melancolía y la tristeza hizo mella de mi semblante mientras trataba de continuar hablando, de decirle que si yo permanecía cerca de ella… podría llegar a ser fatal, pero que decirle? ¿Cuándo me enfurezco un demonio con forma de lobo ocupa mi cuerpo? ?tengo 121 años de vida?. Con suerte me tomaría por loco, a lo peor me creería…
- Mi señora… lo que sus ojos ven no es la realidad, no se por que me tomo la molestia de avisarla, tal vez… usted a traído algo que no sentía desde hace tiempo, la alegría de ver una buena persona… y el hacer que mi corazón lata de nuevo… y créame, no me gustaría ver destruido todo eso… ha dicho temido entre los hombres, pero… ¿que le hace creer que lo soy? - Algo en interior ardía, mi mente pedía clama pero mi sangre se aceleraba como otras veces, su olor, el olor a su sangre….
Entonces sus heladas manos agarraron las mías, lentamente en lo que a mi corazón le pareció una anhelante eternidad, mis manos ascendieron hasta sus labios, su frío tacto hizo que el bello de mi nuca se erizara, mis ojos se clavaron en los de ella buscando miles de respuestas pero en ellos solo había la mas absoluta nada y mi mas ferviente deseo… ¿Qué me estaba pasando?
-Sinceramente pensáis que corro peligro cerca vuestra, pensáis que estáis maldito ¡Acaso sabéis lo que eso significa! No quiero dudar de sus palabras, quizás sea muy temido entre los humanos pero aquí no lo es. Desde que esta conmigo no ha pasado nada que haya que lamentar. - Su mano se alzo quedando a la altura de su rostro -No soy tan frágil como creéis, pero reconozco que vuestras palabras me han afectado- El sonido de sus pasos resonó en la habitación, hasta que finalmente quedo enfrente mío -Alexander no temáis, ¿Cómo podéis pensar que solo traéis desgracias y dolor? Si lo único que habéis traído a este castillo es vida - Sus palabras se clavaron en mi pecho como si de alfileres se tratase, si al menos supiese lo que yo era… no hablaría así. - Al final siempre termino quedándome sola, todo lo que viene a mi desaparece. Si quizás sea yo la que esta maldita. Si, todo es un error , un maldito error.- Sus frías manos se apartaron de mi pecho y se abalanzaron sobre su propio rostro.
Un tenso silencio se adueño de la escena, mi cerebro no cejaba de procesar lo que ella me había dicho, ¿acaso ocultaba algo? ¿tan mal la podría haber tratado la vida?. Camine hasta sujetar sus manos y apartarlas de rostro, despacio hasta que sus ojos quedaron al descubierto, tome aire mientras trataba de amagar una sonrisa.
- Siento despertar este dolor en vos, pero créame… por muy maldita que piense que esta, hay cosas que no llegaría a comprender, ¿dice que todo lo que viene a usted desaparece?. No se creería lo que estos ojos han visto desaparecer, lo que estas manos han tocado y se ha convertido en polvo… no se creería lo que este corazón ha llegado a sufrir martirizado por un mundo finito… Kory… no se tome a la ligera sus palabras, la noche encierra muchos secretos.
Baje sus manos hasta la altura de el abdomen mientras mi mirada se perdía en la oscuridad, la melancolía y la tristeza hizo mella de mi semblante mientras trataba de continuar hablando, de decirle que si yo permanecía cerca de ella… podría llegar a ser fatal, pero que decirle? ¿Cuándo me enfurezco un demonio con forma de lobo ocupa mi cuerpo? ?tengo 121 años de vida?. Con suerte me tomaría por loco, a lo peor me creería…
- Mi señora… lo que sus ojos ven no es la realidad, no se por que me tomo la molestia de avisarla, tal vez… usted a traído algo que no sentía desde hace tiempo, la alegría de ver una buena persona… y el hacer que mi corazón lata de nuevo… y créame, no me gustaría ver destruido todo eso… ha dicho temido entre los hombres, pero… ¿que le hace creer que lo soy? - Algo en interior ardía, mi mente pedía clama pero mi sangre se aceleraba como otras veces, su olor, el olor a su sangre….
Alexander Candvel- Licántropo- Clase Media
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Re: Cabalgando por Lancaster [Libre]
Me apartó las manos del rostro, como le odié en esos momentos, no quería que me tocase, no quería que me mirase, no quería nada. Le miré seria mientras el comenzaba a hablar, aunque realmente ya no hacia falta.
-Siento despertar este dolor en vos, pero créame… por muy maldita que piense que esta, hay cosas que no llegaría a comprender, - “claro” pensé irónica- ¿dice que todo lo que viene a usted desaparece? No se creería lo que estos ojos han visto desaparecer, lo que estas manos han tocado y se ha convertido en polvo… no se creería lo que este corazón ha llegado a sufrir martirizado por un mundo finito… Kory… no se tome a la ligera sus palabras, la noche encierra muchos secretos.
Creí arder, creí consumirme ahí mismo, deseé correr, deseé olvidarme de todo aquello. Bajó mis manos, y en ese momento me separé de él, podría perder el control, acabar con todo.
-Mi señora… lo que sus ojos ven no es la realidad, no se por que me tomo la molestia de avisarla, tal vez… usted a traído algo que no sentía desde hace tiempo, la alegría de ver una buena persona… y el hacer que mi corazón lata de nuevo… y créame, no me gustaría ver destruido todo eso… ha dicho temido entre los hombres, pero… ¿que le hace creer que lo soy?- ya está no había nada que hacer, no podría soportarlo por mucho más tiempo. Sin mirarle en ningún momento decidí hablar.
- ¡No puedo imaginarme qué es lo que sois! y creo ya sinceramente que no quiero saberlo. Siento como si me torturasen. Puede que comprenda mucho más de lo que piensa. ¿Cree que estos ojos no han visto horribles catástrofes?- clavé mis ojos en los suyos con furia- No sé lo que estás queriendo decirme, ¡no lo sé ni por asomo!, y esta situación me está superando. –Aparte mis ojos de los suyos- Puede que no sepa lo que sois, pero tampoco usted sabe lo que ve. Hay cosas que es mejor no saber, lo digo por experiencia.
¿Qué quiere que le de las gracias por avisarme?-me reí, pero era un lamento más que otra cosa- Siéntese bien, gracias por hacerme ver la realidad.- mi sarcasmo se escapó de mi boca, mi corazón se comprimía, ya nada importaba- No soy tan buena como se cree, y como veo no soy la única. – El dolor me arañaba los resto de mi alma- No se preocupe por mi no tiene porqué ver destruido nada, haremos como si esto no hubiese pasado. – Le miré por última vez- En fin, será fácil, nada de esto hubiera sido posible. – me quedé parada unos momentos, necesitaba alimentarme lo antes posible. Salí corriendo de esa tensión, corrí lo máximo que pude, escapar, olvidar, superar.
Mi objetivo era el pueblo, pobre aquel que se topara conmigo en esta noche. El castillo quedó atrás, allí podía estar, lo más posible es que no volviera hasta la noche siguiente.
Crucé una de las calles hasta llegar a un callejón, la imagen de Alexander aparecía en cabezas ajenas, quería hacerlas desaparecer, quizá eran los hombres que le perseguían al empezar la noche.
Un trueno se hizo ver en el cielo atravesándolo, miré a aquellos hombres, pero realmente la oscuridad se cernía sobre ellos. La pena era tan grande que no me dejaba respirar, me abalancé sobre uno de ellos partiéndole las piernas para que no pudiera escapar, gritó como un cerdo, así que lo aplasté contra el muro, de tal manera que no muriese en el acto, necesitaba su sangre. En un segundo me hallaba delante de otro, eché su cabeza hacía atrás y le desgarré el cuello, en ese momento empezó a llover con fuerza.
Las lágrimas caían de mi rostro. Después de esto todo estaría bien, todo volvería a ser como antes, pensaba, ilusa de mí. Seguí bebiendo de ellos, no sé lo que verían, no sé qué imagen estaba dando. ¿Y qué me importaba? Los cabellos caían mojados por la lluvia sobre mis hombros.
-Siento despertar este dolor en vos, pero créame… por muy maldita que piense que esta, hay cosas que no llegaría a comprender, - “claro” pensé irónica- ¿dice que todo lo que viene a usted desaparece? No se creería lo que estos ojos han visto desaparecer, lo que estas manos han tocado y se ha convertido en polvo… no se creería lo que este corazón ha llegado a sufrir martirizado por un mundo finito… Kory… no se tome a la ligera sus palabras, la noche encierra muchos secretos.
Creí arder, creí consumirme ahí mismo, deseé correr, deseé olvidarme de todo aquello. Bajó mis manos, y en ese momento me separé de él, podría perder el control, acabar con todo.
-Mi señora… lo que sus ojos ven no es la realidad, no se por que me tomo la molestia de avisarla, tal vez… usted a traído algo que no sentía desde hace tiempo, la alegría de ver una buena persona… y el hacer que mi corazón lata de nuevo… y créame, no me gustaría ver destruido todo eso… ha dicho temido entre los hombres, pero… ¿que le hace creer que lo soy?- ya está no había nada que hacer, no podría soportarlo por mucho más tiempo. Sin mirarle en ningún momento decidí hablar.
- ¡No puedo imaginarme qué es lo que sois! y creo ya sinceramente que no quiero saberlo. Siento como si me torturasen. Puede que comprenda mucho más de lo que piensa. ¿Cree que estos ojos no han visto horribles catástrofes?- clavé mis ojos en los suyos con furia- No sé lo que estás queriendo decirme, ¡no lo sé ni por asomo!, y esta situación me está superando. –Aparte mis ojos de los suyos- Puede que no sepa lo que sois, pero tampoco usted sabe lo que ve. Hay cosas que es mejor no saber, lo digo por experiencia.
¿Qué quiere que le de las gracias por avisarme?-me reí, pero era un lamento más que otra cosa- Siéntese bien, gracias por hacerme ver la realidad.- mi sarcasmo se escapó de mi boca, mi corazón se comprimía, ya nada importaba- No soy tan buena como se cree, y como veo no soy la única. – El dolor me arañaba los resto de mi alma- No se preocupe por mi no tiene porqué ver destruido nada, haremos como si esto no hubiese pasado. – Le miré por última vez- En fin, será fácil, nada de esto hubiera sido posible. – me quedé parada unos momentos, necesitaba alimentarme lo antes posible. Salí corriendo de esa tensión, corrí lo máximo que pude, escapar, olvidar, superar.
Mi objetivo era el pueblo, pobre aquel que se topara conmigo en esta noche. El castillo quedó atrás, allí podía estar, lo más posible es que no volviera hasta la noche siguiente.
Crucé una de las calles hasta llegar a un callejón, la imagen de Alexander aparecía en cabezas ajenas, quería hacerlas desaparecer, quizá eran los hombres que le perseguían al empezar la noche.
Un trueno se hizo ver en el cielo atravesándolo, miré a aquellos hombres, pero realmente la oscuridad se cernía sobre ellos. La pena era tan grande que no me dejaba respirar, me abalancé sobre uno de ellos partiéndole las piernas para que no pudiera escapar, gritó como un cerdo, así que lo aplasté contra el muro, de tal manera que no muriese en el acto, necesitaba su sangre. En un segundo me hallaba delante de otro, eché su cabeza hacía atrás y le desgarré el cuello, en ese momento empezó a llover con fuerza.
Las lágrimas caían de mi rostro. Después de esto todo estaría bien, todo volvería a ser como antes, pensaba, ilusa de mí. Seguí bebiendo de ellos, no sé lo que verían, no sé qué imagen estaba dando. ¿Y qué me importaba? Los cabellos caían mojados por la lluvia sobre mis hombros.
Kory Bouguereau- Vampiro - Clase Alta
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