Come out, come out, wherever you are

Era tarde, pero no tanto como para que mi Señor despertara. Hoy se cumplía otro año desde que nos habíamos conocido, y quería agradecerle llevándole una buena señorita, alguna joven que pudiera satisfacer su extraña sed de sangre. En el escote de mi vestido, llevaba oculto un pequeño frasco un líquido somnífero, esa sería mi arma para esta noche. Ahora, sólo quedaba buscar a una muchacha joven, y qué mejor lugar que en el mercado.
Me paseé entre la poca gente que iba quedando, pero ninguna muchacha era de mi agrado. Ninguna era digna de ser el alimento de él. Suspiré y seguí mi búsqueda, algo cansada porque ese día había sido un poco difícil.

-Daría mi alma por encontrar lo que busco... -murmuré, hasta que a lo lejos logré visualizar una chica, bonita, de unos 16 años, era perfecta. Una sonrisa se dibujó en mis labios antes de dar el primer paso hacia ella.

Pasear por las oscuras calles de Londres se había convertido en un divertido hobby que no dejaba ni para los fines de semana.
Siempre se podía encontrar gente entretenida y otras muchas personas que ya conocía.
Pero la escasez de tratos me ponía nervioso. La gente perdía ya las viejas costumbres de invocar diablos por que éstas caían en el olvido y a los demonios nos tocaba hacer un poco de trabajo de campo para poder conseguir corromper a cualquier criatura.

-Daría mi alma por encontrar lo que busco...- me paré en seco al escuchar aquello y me llevé una gran ilusión. Por favor que estuviera hablando en serio

-Eso yo puedo solucionarlo- le dije a la mujer que había soltado el comentario- ¿Qué precio tiene su alma?

-¿Disculpe? -le pregunté a aquel que se me acercó, parecía ilusionado y no pude evitar sonreír un poco divertida. Aunque también estaba apurada, si la muchacha se iba, era capaz de matar al que tenía al fente de pura rabia. Aunque pensándolo bien... Aquel sujeto era muy guapo y mi Señor no hacía distinción, un hombre o una mujer.

-Mi alma, Míster, tiene un valor muy alto y ya está reservada -le dije, era en serio, puesto que mi Señor era el dueño de mi alma y mi futuro, estaba segura de que me haría inmortal algún día, cuando yo esté lista- Además, no le vendo mis pertenencias ni atributos a desconocidos, lamentablemente...

-Mi alma, Míster, tiene un valor muy alto y ya está reservada- ningún precio es demasiado alto para mí- Además, no le vendo mis pertenencias ni atributos a desconocidos, lamentablemente...

-Pues entonces dejadme que me presente. Mi nombre es Mefistófeles, Mefisto si lo preferís… a su servicio mi bella dama- me presenté con una exagerada reverencia- y para que las presentaciones acaben ¿Cuál es su nombre, señorita?- Parecía que su interés había crecido hacia mi persona, pero me daba que no era por el motivo que yo pensaba. Esperé a que de sus labios surgiera el nombre por el acabaría llamándola a partir de ahora.

Solté una pequeña risa cuando se presentó, esa reverencia hacia mí, tan exagerada. Me pregunté si, con aquel nombre y esos gestos, no estaba siendo irónico o sarcástico.

-¿Mefistófeles? Bien, yo soy Lady Christina Gray -hice una leve reverencia mientras me fijaba que la chica se marchaba... ¡No! Fruncí levemente el ceño, pero aún tenía al tipo delante mío... Guapo, de aspecto saludable y porte elegante... Perfecto. No pude evitar sonreír tras este pensamiento, complacida.

-Valla nombre el vuestro, si no le molesta que lo diga -comenté, mirándolo fijamente, manteniendo mi sonrisa tan ilusionada como la suya. Decidí continuar con aquello, ya podría hacer que me siguiera y luego, una copa, el somnífero y el coche que nos llevaría ante mi Señor.

-Bien, entonces, dado su nombre y sus palabras, me imagino que usted debe ser aquel demoio del cual he oído hablar... ¿Y desea comprar mi alma?

-¿Mefistófeles? Bien, yo soy Lady Christina Gray

-Encantado, señorita- contesté con una nueva reverencia exagerada.

-Valla nombre el vuestro, si no le molesta que lo diga- la forma en la que me miraba ya no me hacía tanta gracia… no sabría cómo explicar… me miraba como solo podía hacer un caníbal que le han puesto delante un buen plato de explorados americanos. En fin, si así al menos conseguía algo tendría que conformarme.

-El nombre es lo de menos, mi señora.

-Bien, entonces, dado su nombre y sus palabras, me imagino que usted debe ser aquel demonio del cual he oído hablar... ¿Y desea comprar mi alma?

-¿Habéis oído hablar de mi?- pregunté confundido. ¿A caso alguien había publicado información sobre mis servicios en algún sitio?- me siento alagado que una bella dama como vos me conozcáis…

Fruncí un poco el ceño. Sí, a veces mi Señor solía hablar de demonios, pero yo sólo bromeaba decidida a seguirle el juego... Aún así, ese sujeto parecía convencido de ser aquel demonio que mi Señor solía mencionar de vez en cuando. De a poco mi sonrisa se fue borrando y mis ojos le observaban fijamente, también, sentía que demasiados se nos quedaban mirando y eso no era bueno, al menos para mí. Un poco perturbada y confundida, volví a colocar mi semblante de cortés señorita, con una sonrisa cortés.

-Sí, su nombre lo he oído antes y también su condición... Pero este, me temo, que no es lugar para conversarlo, ¿no le parece? -Le pregunté, caminando hacia un sitio más apartado esperando a que me siguiera- Ahora, Míster, hablando en serio, ¿Realmente sois usted quien decís ser?

-Sí, su nombre lo he oído antes y también su condición... Pero este, me temo, que no es lugar para conversarlo, ¿no le parece?- dijo mientras caminaba hacia un lugar un poco más apartado y lejos de oídos curiosos. La seguí sin mediar palabra- Ahora, Míster, hablando en serio, ¿Realmente sois usted quien decís ser?- Así que había oído historias… pero en realidad no parecía creérselas del todo.

-Yo soy quien digo ser, el caso es ¿Vos creéis en lo que digo?- dije guiándole un ojo- por que por vos podría ser cualquier cosa que me pidierais- reí interiormente. Me encantaba jugar siempre que tenía tiempo y motivos.

-Yo creo, por supuesto -Le respondí, sin duda creía si mi Señor creía, además, si existían criaturas que bebían sangre, ¿por qué no demonios? Y si era real y verdad, por supuesto que debía ser cuidadosa, y no dejarme engañar.

Por supuesto, reí cuando me guiñó el ojo y por sus palabras, valla valla, así que un demonio. Esto era interesante, y por unos momentos, olvidé mis responsabilidades para con mi Señor. En verdad, este mundo estaba lleno de misterios.

-Qué interesante, Míster Mefistófeles, nunca creí encontrarme con un demonio... ¿Puedo aventurar que usted se encuentra en busca de un alma a la cual corromper? ¿O de algún trato? -Dije, sonriendo entusiasmada, ¡cuántas cosas tenía en mente!

-Qué interesante, Míster Mefistófeles, nunca creí encontrarme con un demonio... – pues esta es una gran oportunidad para ti… pensé maliciosamente. De una forma u otra pensaba sacar partido de esta bella mujer…-¿Puedo aventurar que usted se encuentra en busca de un alma a la cual corromper? ¿O de algún trato?

-Puede que sea su alma la que quiera corromper, querida Christina. Puede que deseé hacer negocios con vos… o tal vez cualquier cosa que pueda surgirnos. El día aún no ha acabado y podemos ponerle fin como toca…- dije mirándola maliciosamente. Hacía tanto que no me comportaba como tal que me recorría un suave cosquilleo por todos los nervios de mi piel que me reconfortaba- vos elegís… mi señora.

Reí suavemente con sus palabras, entusiasmada, con un brillo malicioso en los ojos.

-Lamentablemente mi alma ya está bastante corrompida, pero los negocios siempre son posibles y convenientes, ¿no cree? -Le susurré con la misma mirada maliciosa con al cual me miraba, si podría, le sacaría todo el provecho posible a la situación. Yo no era ingenua como cualquier humana, y no me dejaría engañar por un demonio. Si era posible y aguien debía salir mal parado, era seguro que yo no sería, pese a las intenciones de Mefistófeles.

-Me imagino que el verdadero interesado debe ser usted, Míster, así que lo escucho, ¿qué puede ofrecerme? No hago negocios con cualquiera... -Le dije con voz y mirada provocativa y a la vez altanera y arrogante, no podía evitarlo.

-Lamentablemente mi alma ya está bastante corrompida, pero los negocios siempre son posibles y convenientes, ¿no cree?- asentí, esto se estaba poniendo muy divertido… pero también demasiado fácil. Me gustan las cosas fáciles, aunque de normal te revienten en la cara. -Me imagino que el verdadero interesado debe ser usted, Míster, así que lo escucho, ¿qué puede ofrecerme? No hago negocios con cualquiera...

-Pero yo no soy cualquiera… querida- dije sin poder evitar acercarme un poco más a ella- Pues nadie podría ofrecerte lo que yo estoy dispuesto a darte… Cualquier cosa que me pidas será tuyo, lo más inverosímil podrías tener si es lo que deseas…