Noche oscura en París

Después de dar un tranquilo paseo por las silenciosas calles de París, llegué a la Place du Parvis. Tanto tiempo esperando este momento, tanto tiempo esperando entrar en Notre Dame. Cual fue mi sorpresa traicionera que me gustó más en mi imaginación. Si la volverían a construir me haría arquitecta canviaría cada pilar y su blanca fachada. Colorearía sus puertas y sus torreones. Ciertamente es bonita pero no lo bastante para mí.

Decidí dar una vuelta por la vieja Paris, un olor familiar, me hizo ponerme alerta.
Una licantropa se acercaba, vaya, esta noche tendria sangre canina para lac cena, algo que muy contadas ocasiones se me presentaba.
Lastima, esta parecia ser una hembra... demasiado bella.

De repente me di cuenta de que no estaba sola, había alguien allí. Otro ser de la oscuridad como los que trataban con mi madre. Sentí un escalofrío, así que decidí dirigirme a un callejón oscuro. Me apetecía jugar un poco, nada es demasiado peligroso para mí. Me escondí y puede ver quien me persiguía, un vampiro de raza negra, alto, delgado. ¿ Qué quedría? ¿ Comer o jugar?

*la vi que se trataba de esconder, en un movimiento rapido, me situe detras de ella, susurrandole al oido*
- ¿Que hace una cachorrita como tu, solita a estas horas?

¡ Ahhhhhh !- Grité sorprendida, se encontraba detrás de mí. Subí al tejado de una oscura y arcaica casa. Corrí y él me perseguía. El aire frío golpeaba mi nuca y hacía volar mis dorados rizos, me molestaba. Él era rápido estaba cerca. Conseguí saltar a otro tejado, separados por un callejón solitario le hice frente, me sentía segura para hacerlo. Nuestras desafiantes miradas se cruzaron, además había en su mirada un poco de curiosidad. Aunque me preguntaba si exactamente era curiosidad u otra cosa. No sabía como hablarle pero me decidí a hacerlo.
¿ Qué quieres ?- Pregunté secamente.
No me gusta parecer arisca pero no era el momento para simpatias. Y la luna llevaba bastante tiempo escondida en las nubes. " ¿ Cuando se dicidiría a salir ?"

¿Que quiero? Eso es algo facil de contestar... quiero tu sangre.
La sangre de una loba, es un manjar delicioso, y esta noche, me voy a dar un banquete contigo.

*acerque mi nariz a su cuello, olfateando su yugular*

Rápidamente se colocó cerca de mí, demasiado cerca. Me iva a morder pero apareció la luna. Mi adorada luna, mi gran salvación. Tan definidamente redonda. Mi brazo le apartó con un movimiento brusco, demoledor. Adoro esos momentos de gloria, siempre suelo ganar todo tipo de duelo gracias a mi dulce luna. Todo su cuerpo se golpeó contra el pavimento de una de las silenciosas calles. Pude divisar en el cielo que se acercaban nubes, las que taparian a mi amada luna. Así que sin pensarmelo demasiado cogí el primer objeto tosco que pudiera lanzarle, una teja. Se la lancé a la cabeza, y aunque os parezca ironico, sonaba un poco a hueca. Corrí ocultandome en las sombras de las altas casas. Cuando las nubes taparon mi preciosa luna, decidí entrar en la catedral. Era extraño pero parecía que el vampiro había desaparecido. No podía andar muy lejos. Me senté en un banco, y contemple la magnifica catedral. Mientras pensaba que cambiar o que dejar en caso que la volvieran a construir. Que idea tan infantil, "¿ Por qué la iban a construir dos veces?". Así me entretenía esperando la luna y pasaba la noche. Me ocurre todas las noches oscuras, sin luna.

*Volvio a escaparse una vez mas, me gustaban las cosas dificiles, pero esta vez, se estaba retrasando demasiado y mi sed, aumentaba demasiado.
no tarde mucho en alcanzarla de nuevo y eta vez, la tome del cuello, clavando los dedos en su cuello*

- Bien cachorrita, ya me estoy cansando, si eso es lo mejor que sabes hacer... rezale al dios canino que mas te guste.

*eche la cabeza hacia atras, mostrandole mis colmillos*


- Algo que decir antes del banquete?

No me equivocaba estaba cerca, y otra vez demasiado cerca. Y yo demasiado cerca de la muerte por succión de sangre. Pero volví a tener suerte, otro momento de gloria gracias a mi adorada luna. Como podeís imaginar la luna volvió a aparecer. Él me susurraba algo y ni siquiera se dió cuenta.

-Bien cachorrita, ya me estoy cansando, si eso es lo mejor que sabes hacer... rezale al dios canino que mas te guste.
Después descubrió sus colmillos y dijo:
-¿Algo que decir antes del banquete?
-No creo que sea el tuyo.
Mi puño se abalanzó contra su boca y acabó casi insconciente en el suelo.
-Puede que ahora canvies de opinión sobre que cenar.
Salí de la catedral, el aire cada vez era más frío. Así que decidí retirarme y volver al hotel. Estaba amaneciendo, había sido una noche muy larga pero tengo que confesar que me lo había pasado bien. A pesar de todo, el final de esta anécdota había sido de mi agrado. Bueno no estoy exactamente segura de si es el final o continuará.

OFF: Cerrado