Dentro de un abismo [Clairy Lestrange]

No habían pasado más que unos 20 minutos desde que aquella jovencita estaba en su "habitación", la cual no era muy grande; tenia los muebles justos y una que otra vela iluminando la densa oscuridad. Clairy estaba inconciente sobre una suave cama de sabanas blancas; Armand permanecía sentado a su lado, a la orilla de cama, mientras esperaba por el despertar de la chica.
Cuando vió ella despertaba, poso su mano sobre su cabeza, acariciandole el cabello.

- Al final despierta - musito con cierto grado de ternura.

Armand la miró y al escuchar el tono de su voz no pudo evitar soltar una pequeña risa, fria, pero no burlona. Intentó buscar contacto con los ojos de Clairy y hasta no coincidir, no dijo nada.

- Se habia desvanecido, querida ¿no lo recuerdas? - mitad verdad y mitad mentira, como habia hecho desde el momento en que fijo su mirada en ella- No se preocupe... está en mi hogar. ¿Deseas dar un recorrido? Yo os invito - dijo mediante un ligero susurro- Pero debo advertir que no solo yo estoy aquí...

No se aparto de su lado, esperaba por su respuesta ó quizás cuestionamientos al respecto.

Aquel Théâtre des Vampires siempre había llamado mi atención pero nunca antes me había atrevido a ir, pero ya que estaba en Paris...
Ademas no sabía si había algo de verdad en los comentarios de la gente al asistir a semejantes obras, quería ver con mis propios ojos lo que se hacía allí, y salir de dudas.
Al fin y al cabo no había nada que temer, o eso pensé. Tampoco esperaba encontrarme con algo que me asombrase, ese idealismo ya la había perdido.

Salí del carruaje con un negro vestido de terciopelo que lograba abrigarme del invierno parisino. Los comensales comenzaron a entrar en aquel pequeño recinto, algo sobrecogedor, y pude sentir con una fuerza abismal la presencia de vampiros rodeándome, eso me provocó intranquilidad, pero no debía de ser así, ya había conocido a otros vampiros, ¿por qué éstos tendrían que ser antipáticos?
De todos modos no pensaba entablar una conversación, si pasaba desapercibida casi que mejor.

-Siéntese en el palco izquierdo.- me señaló un hombre con capucha, era humano aunque mostraba un aspecto esmirriado, espeluznante. Subí aquellas escaleras y me senté donde me dijo. Quizá no debí haber ido, quizá debí quedarme al margen. Me quedé en silencio observando a todos, atenta a cualquier movimiento extraño.

Un par de toquidos se hicieron sonar en la vieja puerta de madera y ésta se abrió mediante un chillido. Un hombre sumamente pálido, mediana estatura y cabello negro entraba a la habitación; no se inmutó al ver a Clairy, simplemente sonrió burlonamente.

- Estamos haciendo los preparativos del teatro. Supongo querrás supervisarlo.
Armand le miró sin expresarse y simplemente agregó.
- Gracias, Santiago.

Enseguida aquel nuevo presente abandonó el lugar, no sin antes mofarse más de la asustada niña.
- Entonces podrás pensar en lo que te he dicho, mi estimada. No intentes nada ó me enojaré.- su tono fué infantil al decir lo último. Rodeo a Clairy y no sin antes hacer un intercambió de miradas, Armand salió por la puerta de su despacho.

Continuó caminando por los estrechos pasillos que solo se hacían iluminar por una cuantas antorchas que existían en el paso. Doblaba en la esquina consiguiente; izquierda, derecha... parecía un laberinto. Laberinto que Armand y otros, por supuesto, habian aprendido ya hacía mucho tiempo.
Sólo faltaban esas inmensas y toscas escaleras por las cuales subir.

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Voila.
Tras un breve recorrido por las instalaciones, había llegado a una camara que simulaba un pequeño, pero acogedor teatro. El vampiro optó entrar por la misma ladera de acceso por donde llegaria la audiencia; todo eso en menos de una hora. Observaba desde lo lejos la cortina roja del escenario. Solo se paseaban un par de mujeres, las cuales no formaban parte del espectaculo inicial.
Dando un recorrido rápido al teatro -en busca de alguna falla- pudo visualizar a una elegante mujer, acomodada en uno de los asientos. Armand no pudo evitar emitir un suspiro de molestía y pensar "estúpidos, no saben hacer nada bien". Por supuesto, no habia sido nada discreto en ocultar su molestia y evidentemente todos lo sabian: las damas del escenario volteaban hacia donde el se encontraba, pero desviaron la mirada casi al instante.

Y así fué como el anfitrion debió acercarse a la invitada y mediante una reverencia de cortesía, dijo:
- Debe disculparme, mademoiselle, pero la función de ésta noche aún está en sus últimos retoques. Lamento mucho que la ineptitud de algunos le esté haciendo pasar tan desagradable tiempo de espera -tomó la mano derecha de la vampireza, besándole la misma- Mí nombre es Armand y seré su anfitrión de ésta noche.

- Oh, cherié, prometo no decepcionarla. -dijo del modo más amable posible.

Mantuvo una fija mirada en su invitada, sin intención de perder detalle alguno sobre ella. Cada gesto y cada palabra que articulara, eran de suma importancia para medir las acciones propias, aunque claro, algo así no le era del todo fácil llevar a cabo. A decir verdad, era un acto hipócrita ya que solo mostraba esa atención y trato coordial con aquellos que eran especialmente invitados al teatro. Cualquier otro extraño que cruzara por su camino podría percatarse del desapego y carencia de presencia que mostraba con toda naturalidad aquel viejo vampiro.

Así pues decidió, tras un breve minuto de reflexión, dirigir su mirada al "peón" que lo cuestionaba. Claramente aquel vistazo por encima del hombro no podía dejar más en claro la incomodidad que sentía Armand. De un modo tranquilo respondió.

- Yo me encargaré -y discretamente agregó en voz baja: - Advierte a los otros que no puede haber un error más ésta noche. -clavó una penetrante mirada en su oyente. El otro respondió únicamente asientiendo y tan rápido como había aparecido, se marchó.

Volvió rápidamente su atención hacía la elegante dama de pálida piel, a quien claro, pretendía hacer sentir lo más cómoda posible.

- Deseo reiterarle es un placer nos acompañe en ésta noche de teatro -sus manos suavemente unidas, pasarón elegantemente tras su espalda baja mientras Armand proseguía- Debo proponerle, mademoiselle Bouguereau, acompañarle en un informal recorrido por éstas instalaciones, a modo de entretener su espera -nuevamente inclinó su cabeza de forma coordial, aguardando por su respuesta.

Alcé el rostro con una dulce sonrisa cuando Armand dio por finalizada el pequeño coloquio que sostenía con algún tipo de empleado del teatro, tampoco presté demasiada atención, no iba conmigo la cosa.

- Deseo reiterarle es un placer nos acompañe en ésta noche de teatro – Le miré agradecida, aunque no supe por qué razón mostraba tanta simpatía por mi presencia. - Debo proponerle, mademoiselle Bouguereau, acompañarle en un informal recorrido por éstas instalaciones, a modo de entretener su espera – Entreabrí los labios sorprendida. Igualmente incliné la cabeza como una muestra de aprobación. – Con mucho gusto acepto vuestra invitación.
Me levanté del asiento elegantemente, apartando los ojos del vampiro, “no debes mostrarte incómoda…” pensaba mientras sonreía con gran esfuerzo pues no quería que pareciese forzada, me acomodé la falda del vestido como mejor pude. – Puede ser enriquecedor.- ¿Sí? ¿Qué iba a decir si no? Dejé que él diese el primer paso, yo no conocía aquel lugar por lo tanto le seguiría.
- ¿Desde cuándo está abierto este teatro? Sin duda tiene mucho éxito.- Comenté mirando al público con cierta supremacía, quizá por la posición privilegiada en la que me hallaba.