Perdida... [Libre]

- ¡Caitlyn, por Dios! ¡Deja de tararear esa estúpida nana!
Miroa Miss Carrigan con una expresión indefinida.
- Resuena en mi cabeza, y tengo que cantarla.
- Me pone los pelos de punta, ¡es escalofriante!
- A mí me gusta, Miss Carrigan.
- A mí también me da miedo- murmura otra de las niñas del orfanato. ¿Cómo se llamaba? ¿Anne?
- Bueno, niñas, callad- dice Miss Carrigan, cargándome con todas las barras de pan que mis brazos pueden abarcar, y dándole otras tantas a Anne.

Es día de mercado, y hoy nos han pedido que ayudemos a Miss Carrigan a comprar el pan. Las tres no podemos llevar pan para todos los niños, pero este pan no es para nosotros, nuestra comida no la compran así. Es para las cuidadoras.
Camino distraída, tarareando mi nana... No sé dónde la he escuchado, la conozco desde siempre. Una música que todo el mundo considera siniestra. Tal vez porque la canto yo, tal vez porque lo es. Todo lo que tiene que ver conmigo parece asustar a la gente... Provoco miedo en las personas que me rodean, aunque las más fuertes no me temen si no me miran a los ojos. ¿Cómo dijo esa mujer? "Un miedo irracional, sólo es una niña... ¡Pero aun así la temo!"
Las cuidadoras dicen que no es irracional, que es porque empujé a aquella institutriz del otro orfanato por las escaleras y la maté. Pero no creo que me teman por eso... Me temen sólo cuando estoy cerca de ellas.
- ¿Miss Carrigan? ¿Anne? ¿Dónde estáis?- pregunto, al advertir que las he perdido de vista, entre la multitud que me rodea... Cuando clavo la vista en alguien aprieta el paso, por lo que a mi alrededor tengo algo de espacio para moverme, pero aun así hay mucha gente y no veo a mi cuidadora...

Un hombre clava la vista en mí. Miro hacia arriba, doblando el cuello, para mirarlo a los ojos cuando se queda delante de mí.
-¿Os habéis perdido? – pregunta.
- Sí, señor- respondo con la educación que nos hacen tener con las visitas del orfanato. "No se habla con desconocidos. Pueden ser malos. Pero yo soy mala, ¿no? ¿Pasa algo si alguien malo habla con otros malos?"
– No temáis, Caitlyn.- sonríe... ¿Sabe mi nombre?A lo mejor es un monstruo. O un mago. O un sabio. ¿Y mi padre? ¿Tengo padre? No, ¿verdad? Tenía mami, que murió, pero no tengo padre. En el orfanato hay más niños sin padre, así que tiene que poder haberlos. ¿Cómo sabe mi nombre entonces? ¿Quiere adoptarme? ¿Se lo he dicho yo? ¿O tal vez Miss Carrigan?
¿Por qué hago tantas preguntas? No es normal que la gente me hable. A lo mejor es por eso.
-¡Usted! ¿Os sucede algo? ¡No habléis con ella!- Miro hacia la voz. No, Miss Carrigan no le ha dicho mi nombre, no parece conocerlo. Se acerca sosteniendo a Anne de la mano, mientras pienso sus palabras.
¿Le sucede algo a la gente que se acerca a hablar conmigo? ... ¿Hay gente que se acerca a hablar conmigo? Sí, él. Pero los demás huyen. ¿Le sucede algo?
-A mi no me sucede nada.- Se gira despacio... Asi que no le sucede nada. – Quizá os sucede algo a usted.-
¿A Miss Carrigan? No, ella siempre estaba así. Me temía, se preocupaba por los que se acercaban a mí y me regañaba. El hombre me mira–Marchaos.- Murmura.
- Señor, no sé quién es usted para ordenarme que me marche, pero no puedo dejar con un desconocido a una de mis pupilas.
"No puedo permitirme dejarla así, si alguien sabe que la deje con ese hombre voluntariamente... ¡Seguro que Anne diría algo si luego sale en las noticias que alguien ha matado a Caitlyn!" piensa Miss Carrigan, mientras aprieta la mano de Anne aunque yo no puedo saberlo.

La miro, ladeando la cabeza y clavando mis ojos en su rostro ¿No puede dejarme con él? No, seguro que ella le diría algo si me pasara algo malo. Llevo tanto tiempo evitando a esa cuidadora que no recuerdo su nombre, pero sé que me ayudó. Seguro que se quejaría si perdieran a un huérfano, aunque fuera yo.
Miss Carrigan comienza a mover los pies, nerviosa. Mi mirada la incomoda. Me teme. Aparto la vista, volviéndola al hombre.
- Señor, ¿cómo sabe mi nombre?

–Estoy seguro de que podría cuidar a estas niñas mejor que usted.
Miss Carrigan está enfadada y ha apretado el brazo de Anne... Siempre presume de llevar muchos años cuidando huérfanos y de llevarse bien con ellos, supongo que se ha ofendido. La verdad es que suele tratar bien a las niñas... Pero yo no soy como las demás, o eso dicen... Bueno, las demás no hicieron que una de sus cuidadoras se despertara gritando todas las noches y se volviera loca, ¿tanto miedo doy?
Espera, ¿este hombre cuida niñas? ¿Mejor que Miss Carrigan? ¿Trabaja en un orfanato?
–Déjenos ¿quiere?- ella tira del brazo de Anne para alejarse.
–Vuelve con el grupo cuando hayas acabado de hablar con…-- dice al darse la vuelta.
-Angelo.- termina su frase el hombre... ¿Angelo? ¿De ángel? ¿Como los ángeles de la guarda, o los que hablaban con María y José? ¿Los que salen en ese libro de la biblia que hay en el orfanato? Viste como los curas que hablan sobre esos ángeles.
– Ya me has oído.- se va con Anne pero no deja de controlarme con la vista.
-¿Cómo sé vuestro nombre? Yo sé muchas cosas, pequeña Caitlyn.- Se agacha un poco.
- Y no… no soy ni un monstruo, ni ningún mago.- mueve las manos como si hiciera un truco.-¿Te gustaría que lo fuera?
- Hay magos por la calle, hacen desaparecer cosas. Miss Smithson deice que sólo mueven las manos rápido, y que hacen desaparecer el dinero de la gente.
–Tu padre…es el padre de todos nosotros, nos vigila desde las alturas, velando siempre por nosotros. - pero yo no soy como Jesús, hijo del Señor... Así que no tengo papi. Ese no cuenta, nadie lo ve-dime, Caitlyn ¿qué te perturba?
¿Perturbar? ¿Qué es eso? Veamos, "turbarse" es lo que le pasa al agua cuando está movida... ¿Estar perturbado es que una persona esté inquieta? Puede que sea eso...
- Ahora mismo no me perturba nada, señor. Miss Carrigan me tiene miedo, pero eso siempre pasa, y con todo el mundo. Me temen cuando me acerco, o cuando les miro... Y no sabemos por qué.

-Y no sabemos por qué.-
Repite. Alza la mano para posarla en mi
cabeza, pero no llega a tocarme. Me tiende la mano y, cuando toco sus dedos, comienzo a recordar.
Imágenes y escenas de mi vida, con esa musiquilla de fondo. De pronto un portazo, oscuridad... ¡No! ¡Estaba otra vez encerrada! Quise gritar mientras recordaba la presión en el pecho, el miedo, las patadas en la puerta y la imposibilidad de salir. Apenas podía respirar, de puro pánico. Cogí aire, dispuesta a gritas, cuando la imagen cambió. Ella, la mujer que me había encerrado, cayendo de nuevo por las escaleras. No pude evitar sonreir al advertir que ya no estaba en el cuarto de las escobas. La caída de esa mujer era una escena más alegre.
Él aparta la mano de mí.
-¿Qué hay dentro de ti?- susurra- ¿Empujaste por las escaleras a esa mujer?- pregunta - No hagas preguntas, solo respóndeme, con la verdad.
Él también lo ha visto entonces. Lo miro y entrecierro los ojos. Preguntas de nuevo. preguntas que no me interesan, aburridas y sin sentido. ¿No lo ha visto como yo? Claro que la tiré, si lo ha visto debería saberlo. Y yo ya respondí a esa pregunta. Y me la volvieron a repetir... Aunque solía ir acompañada por un "por qué". Preguntas, preguntas y más preguntas. Respondí con silencio, como suelo hacer cuando no me interesa responder.
Comienzo a tararear la melodía que vuelve a resonar en mi cabeza.
Si lo ha visto, sabe la verdad, y no necesita mis respuestas.

Dejo de cantar la canción. Intento seguir, pero no puedo... ¿Es esto lo que sienten los niños cuando les ordeno hacer cosas? A veces puedo hacer que me obedezcan aunque no quieran. Una vez les grité "parad" cuando me pegaban, y se quedaron quietos.
Me agarra con fuerza del brazo. Me hace daño, pero estoy acostumbrada, y sé que protestar no funciona. Clavo mis ojos en su nuca mientras tira de mí, pero no me suelta... Él no me teme.
La única persona que no me teme, y hace las mismas preguntas que mis cuidadoras.
Espera, no eran las mismas. Ellas me preguntaban el por qué. Ninguna dudó de que lo hiciera. Él lo ha visto y aun así ha preguntado...
- Sé que ya lo sabe, pero sí la tiré- digo mientras me arrastra ante Miss. Carrigan.
–Perdonad. Es necesario que me lleve a esta niña unas horas.
-¿Por qué cree que le dejaré hacer tal cosa?- pregunta. ¿Cómo que por qué? Ese hombre puede obligarme a dejar de cantar, seguro que ella no puede elegir.
-Me dejará, porque confía en mí…y no se hable más. La tendrá de vuelta, no se preocupe.- Le da la espalda y nos alejamos de allí- Te has portado muy mal Caitlyn, pero todo en esta vida tiene solución menos la muerte. Créeme.- No todo tiene solución. El miedo tampoco la tiene. La muerte de esa mujer no tiene solución, pero mi miedo tampoco. Ni el de la gente que me mira. De pronto, dejamos de estar en el mismo sitio...- ¿No te gustaría tener una familia? ¿Qué todo cambiase?-
Pregunta, aunque no lo veo.
- Quiero una mami. Pero las mujeres que vienen al orfanato me temen... Siempre he querido una mami. La mía murió, ¿sabe?
– Aunque no quieras, yo haré que así sea.-
¿Me daría una mami? ¿O una familia? Yo sólo quiero una mami...
Miro a mi alrededor. Estamos solos... ¿En el campo? No hay edificios, ni altas paredes a mi alrededor. Sonrío. Es mejor que la ciudad, no
Me lleva por un camino que lleva a un
riachuelo... ¿Un riachuelo? Lo miro, pensativa.
– Arrodíllate Caitlyn.- Aprieta mi hombro hasta que me quedo arrodillada. ¿Vamos a rezar, como cuando nos llevan a la capilla?– Muy bien. Dime ¿Te arrepientes de algo?
- No quiero acercarme más al riachuelo- comento, antes de responder-. No sé nadar, una vez mis compañeros me tiraron a uno- lo miro, pensativa, considerando su pregunta. ¿Arrepentirme? ¿Se refiere a lo de la mujer? ¿O a otra cosa? Tampoco me habían preguntado nunca eso. Es una pregunta interesante, ¿me arrepiento de algo?- Un niño me dijo una vez que seguro que mi mami murió por mi culpa. No sé si es verdad, pero si la maté me arrepiento. Yo quiero a mi mami. Y una de las cuidadoras, la que me sacó del agua cuando mis compañeros me tiraron, es buena conmigo, pero yo le hago daño, como todo el mundo se asusta cuando está cerca de mí. Pero estoy intentando evitarla, de verdad. Aunque entonces sólo vea a las cuidadoras malas. Pero no quiero que ella se vuelva loca como la mujer del otro orfanato, la que tenía pesadillas por mi culpa. Aunque no lo hago a posta, pero no quiero que le pase. Sin embargo, la mujer a la que empujé me encerró, ¿no lo entiende? Tenía que tirarla. Ese cuarto era muy pequeño, y oscuro. Pequeñísimo, las paredes estaban muy cerca. Y no podía salir. Estuve mucho tiempo ahí dentro. Mucho...- murmuro, recordando las horas que pasé en el cuarto de las escobas... ¿Cuánto fue? ¿Toda la noche?- Y nadie me abrió, aunque gritaba y golpeaba la puerta.

-Tan mal estuvo lo que te hicieron, como lo que tú hiciste después -si estuvo igual de mal, ¿no estamos en paz? Ella hace algo malo, yo hago algo malo. Todo el mundo lo hace así. Además, si no respondes cuando te hacen algo malo, te hacen más cosas malas- ¿Qué crees que pensará tu mamá allá donde esté? ¿No lo has pensado nunca?
Es cierto. Mi mami, ¿qué pensaría ella? A lo mejor quería una hija buena, no una "asesina", como me llamó una cuidadora. Pero ella está muerta, no puede protegerme de la gente que me hace daño. Pero, ¿y si no me quiere por haber matado a esa mujer? ¿Y si está triste por eso? No quiero que esté triste. Debo proteger a mi mami... ¿Y si por ese asesinato ninguna mujer quiere ser mi mami? ¿Es que nadie lo entiende? ¡Tenía que tirarla! Ella me había encerrado. Pero claro, ellos no se sienten como yo cuando los encierran. Por eso no entienden. Entonces, ¿tengo que ser buena para conseguir una mami? Cuando era buena no conseguía nada. Sólo miedo, gritos y palizas. Ahora al menos no me pegan. Miro al hombre, que se ha arrodillado.
- Está en tu mano cambiar, yo te guiaré.- Mete una mano en el riachuelo... ¿Cambiar? ¿Por qué este hombre quiere que cambie? –Tengo que purificar tu espíritu.- ¿Eso qué es? ¿Hará que la gente deje de temerme? No, claro que no. Me temen desde que nací. Cuando sólo era un bebé me tenían miedo. Entonces, ¿hará que yo deje de hacer cosas malas? ¿Que cambie, como él ha dicho? Pero, entonces, mis compañeros volverán a pegarme. Han dejado de hacerlo desde que sé cómo hacerles sentir más miedo, y desde que descubrí que podía darles órdenes y que me obedecieran. Y las cuidadoras no me han vuelto a encerrar desde que maté a la otra. Si vuelvo a ser buena, se atreverán a pegarme y a encerrarme.
- No quiero volver a estar encerrada- murmuro.
Suelta mi hombro para cojer algo de agua.
–Esto no te dolerá…a menos que pongas de tu parte.- el agua cae sobre mi cabeza. –Éste es el principio de un nuevo día para ti. Tu renacer.- cierro los ojos... ¿Nacer de nuevo? ¿Morirá mi mami otra vez, entonces? No, claro que no, no se puede morir dos veces. Abro los ojos, pensativa. ¿Qué ha pasado? Si recuerdo a esa mujer que me encerró, no la odio. Ni a mis compañeros. Parpadeo, sorprendida. Me siento bien, no sabía que odiar me hiciera daño. Pero, ¿voy a cambiar por eso?- ¿Tienes miedo? Caitlyn.
- No, señor, no tengo miedo, pero no le entiendo. ¿Quién es usted, y por qué quiere que cambie? Si cambio me volverán a pegar y, aún peor, a encerrar. No quiero que mi mami esté triste o deje de quererme, aunque esté muerta, pero no quiero estar encerrada.
Aunque haya perdonado a esa mujer, ya que no recuerdo el odio que sentía, ¿cómo voy a permitir que me vuelvan a hacer lo mismo? Volvería a odiar, seguro, y a lo mejor volvería a matar a quien me encerrara. Y, entonces, mi mami estaría más triste.

–Caitlyn ¿Qué decisión tomas?-Continúo mirando a mi mami, sin prestar demasiada atención a sus palabras, ¿de qué decisión habla?–Como dije, has visto a tu madre.-Mi mano roza la superficie del agua, que al ondularse deforma la imagen- Ella te estará esperando… pero lo que me pregunto es, si tú estarías dispuesta a esperarla a ella. O si por el contrario deseas encontrarte hoy mismo entre sus brazos.- ¡Encontrarme con ella hoy! Mis ojos brillan. Estar con mi mami...
Mientras él habla, mi mano se hunde en el agua. "No está ahí..." No puedo tocarla. Entrecierro los ojos, moviendo la mano, intentando agarrar algo que no está bajo las aguas. Sólo una imagen, que se hace más borrosa cuanto más trato de tocarla. Saco la mano del agua, al menos así podré verla bien. Pero mis ojos siguen entrecerrados, y mi ceño fruncido.
–Recapacita sobre ello.
¿Por qué un extraño me ofrece lo que más quiero? ¿Por qué?
Mi vista sigue clavada en el agua. Mi mami está muerta. Puedo verla reflejada en el río, pero no está ahí. Los muertos no están. No vuelven. "Está muerta..."
¿Por qué un extraño quiere que esté con ella? Es algo imposible. Miente. Tiene que mentir. Una vez un mago hizo aparecer una moneda de detrás de mi oreja. Pero no pude cogerla ni usarla. Él ha hecho aparecer la imagen de mi madre... ¿Por qué iba a creer que quiere reunirme con ella?
Ha sido amable, ¿no? Quería ayudarme... Pero...

"- ¿No quieren jugar contigo, Caitlyn?
- Me temen.
- ¿Quieres que juegue yo contigo?
Mis ojos se iluminaron. No sabía distinguir las mentiras. Nunca he sabido. Y la seguí hacia el interior del orfanato...
- Quiero jugar fuera. No me gusta estar en una habitación.
- ¡No puedo más! ¡Vas a volverme loca!- retrocedí, ella me miraba con odio y terror- ¡Claro que no quieren jugar contigo, Caitlyn! Tú... ¡No eres normal!
Me cogió en brazos. Intenté zafarme de sus manos, de sus garras. Sobretodo cuando vi la puerta que abrió.
- ¡No!
Me arrojó dentro del cuarto de las escobas y la puerta se cerró detrás de mí."

Ella también fue amable. Ella también "quería" ayudarme... Levanto la vista. Si la sigo mirando me caeré al río. Y no se nadar. Ya estuve a punto de ahogarme una vez.
Me pongo de pie y miro una última vez al río.
"Adios, mami. No puedo confiar en este hombre. No puedo confiar en nadie. ¿Es cierto que me estás esperando? Ojalá sea así"
Me doy la vuelta, mirando al hombre.
"Quiero estar con ella..."
"Pero no puedo confiar en nadie"
- No está ahí. No te conozco. Dicen que no se debe hablar con desconocidos, ¿por qué iba a confiar en ti? Tampoco confío en mis compañeros. La gente miente.

-No te falta razón. La gente miente, Caitlyn. Y puede que creas que yo lo estoy haciendo contigo… Cierto que tu madre no está ahí, pero podría estarlo, como también podría vivir en tu corazón.- dice, señalándolo- porque en todo ser viviente habita el amor de su madre, lo creas o no. Tome
este aspecto para no atemorizaros, pero considero importante mostrarte
quien soy de verdad. Necesito ganarme tu confianza.
¿De qué habla? Observo cómo agacha la cabeza y cierra los ojos. De pronto empieza a brillar, creciendo, hasta que su brillo hace que tenga que cubrir mis ojos. Es tan... blanco.
¿Qué es?

– Caitlyn.- su voz ha cambiado... – Cierra tus ojos, porque estás ante el Arcángel Gabriel, quien te tiende su mano.- extiende su brazo y cierra mis ojos... ¿El Arcángel Gabriel? ¿Es un ángel? ¿El que aparece en la Biblia?– Merécete esa segunda oportunidad, pues auguro que aún hay luz en tu interior. A partir de hoy, cada día, será un reto, una lucha continua contra tus
demonios. Y escúchame bien, no dejes que ganen, porque la pérdida puede ser atroz…
¿Mis demonios? ¿Los de mis pesadillas? ¿O las cosas malas que hago? El hombre que lee la Biblia los domingos y habla de ángeles, Jesús, Dios y María dijo una vez que los demonios eran el mal... ¿Qué podría perder si soy mala? ¿Qué tengo?
Pero los ángeles son el bien, ¿no? Y él no es humano. Dice la verdad. Cuando habla brillando siento que dice la verdad...
¿Qué perdería si fuera mala? ¿Importa realmente? Si será atroz, debo evitarlo... Y puedo intentarlo.