Otra casualidad.
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Cántico de Sangre :: ITALIA, INGLATERRA Y FRANCIA :: CALLES Y PLAZAS :: VENECIA: Plaza de San Marcos
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Otra casualidad.
Inspiré. El olor a sangre parecía estar por doquier a pesar de la caída del sol en el horizonte. Anhelaba sentir el sabor oxidado que deleitaba mi lengua cada vez que clavaba los colmillos en algún suculento cuello humano. Sinceramente, no había pasado mucho desde la última vez que había probado sangre, pero mi sed de ésta era prácticamente insaciable. Las calles, tal como antes había mencionado, estaban abarrotadas de gente que paseaba a la luz de las farolas. Debía haberse celebrado algo puesto que no era común ver tantos humanos paseando a esas horas. De vez en cuando esbozaba encantadoras sonrisas a los transeúntes, que, de haber sabido mi condición no me las habrían devuelto. Acababa de llegar a Venecia puesto que mi anterior residencia me aburría; tenía la eternidad por delante, ¿Por qué no aprovecharla?
Me había puesto un elegante vestido de color verde suave que delineaba mi figura y contrastaba sensual y elegantemente con mi pelo oscuro y mi piel pálida. Finalmente llegué a la plaza de San Marcos, que, si normalmente estaba abarrotada, esa noche incrementaba su aforo; no sería sospechoso si casualmente desaparecía alguien, así que comencé a observar al detalle a todo aquel que me rodeaba, y si bien me interesaba alguna persona, bastaría con una discreta sonrisa y una cautivadora mirada y… La cena estaba servida.
Me había puesto un elegante vestido de color verde suave que delineaba mi figura y contrastaba sensual y elegantemente con mi pelo oscuro y mi piel pálida. Finalmente llegué a la plaza de San Marcos, que, si normalmente estaba abarrotada, esa noche incrementaba su aforo; no sería sospechoso si casualmente desaparecía alguien, así que comencé a observar al detalle a todo aquel que me rodeaba, y si bien me interesaba alguna persona, bastaría con una discreta sonrisa y una cautivadora mirada y… La cena estaba servida.
Katya Petrova- Vampiro - Clase Alta
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Fecha de inscripción : 25/11/2010
Edad : 537
Re: Otra casualidad.
La noche cae, la brisa comienza a soplar, los animales se refugian, los depredadores salen y yo llego a mi destino tras unos días de viaje sin fin, Venecia. Sin apartar la mirada del suelo avanzo por las calles con una mano en el bolsillo y con la otra sujetando mi bolsa al hombro con mis escasas pertenencias. No había ni un alma en aquellas calles escasamente iluminadas, pero se escuchaban gritos de festejo al fondo, estarían todos en alguna celebración. Recorrí la calle con el mismo poco entusiasmo hasta que esta se abrió en una enorme plaza. Todo el mundo estaba allí, vestido para la ocasión, danzando y disfrutando de la ocasión, despreocupados. Hora de trabajar. Me comencé a mezclar entre la gente, dejando que aquella mas de gente me tragase y me diera acceso a todas aquellas cosas de valor que me permitirían vivir por un tiempo. En cada roce, cada choque casual y en cada descuido la gente perdía algo. De momento solo llevaba un colgante al cuello y un reloj en el bolsillo, pero aun quedaba mucha noche y aunque aspecto y vestimenta no coincidían con la ocasión la gente no se percataba.
Amsterdam- Licántropo - Clase Baja
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Fecha de inscripción : 30/11/2010
Edad : 246
Re: Otra casualidad.
Mi mirada azul se divertía con las danzas que se celebraban en el centro de la plaza. La gente reía y hablaba, la música sonaba y la noche parecía ser prometedora. Los vestidos elegantes y las innumerables joyas de aquellos que me rodeaban hacían muestra de la clase social de sus dueños, al igual que de la mía. Después de 316 años, algo tendría que haber forjado. Comencé a juguetear con uno de los rizos oscuros que caían de mi delicado recogido por mis hombros en perfectos y largos tirabuzones, mientras sentía como palpitaban decenas de corazones a mí alrededor portadores de deliciosa sangre. De repente capté un olor extraño y una ligera rozadura; rápida, discreta, como una brisa suave. Con unos reflejos sobrehumanos agarré la muñeca de alguien que pretendía robarme el monedero y me volteé para descubrir a un joven de clase baja. A pesar de los harapos que llevaba puestos se notaban sus rasgos atractivos. Para su sorpresa, no grité ni le acusé, sino que mis labios carmesí se curvaron en una divertida sonrisa.
- Deberíais tener más cuidado, no todos somos tan ingenuos como los dueños de las otras joyas que portáis y que deduzco que no son de vuestra pertenencia. – Mi sonrisa se pronunció, mientras clavaba mi mirada en la suya. Había algo extraño en él.
- Deberíais tener más cuidado, no todos somos tan ingenuos como los dueños de las otras joyas que portáis y que deduzco que no son de vuestra pertenencia. – Mi sonrisa se pronunció, mientras clavaba mi mirada en la suya. Había algo extraño en él.
Katya Petrova- Vampiro - Clase Alta
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Fecha de inscripción : 25/11/2010
Edad : 537
Re: Otra casualidad.
De vez en cuando se podía escuchar algún grito ahogado por la música y el alboroto de alguien que efectivamente se había dado cuenta que le faltaba algo que no le hacía falta, que podría volver a comprar, y sin embargo a mi me ayudaba mucho, con eso podía comer. De manera rutinaria cogía las cosas y seguía mezclándome como si nada. De repente una mano sujeto mi muñeca que sujetaba un monedero y me gire bruscamente a ver a quien le iba a soltar un puñetazo pero mis ojos se amargaron cuando vi que una mujer se había dado cuenta de que me había apropiado de su monedero. Le abría arrancado esa sonrisa pero en fin, no tenía tiempo que ver si quería que me reconociese mi cara durante más tiempo. Arranque mi mano de la suya de un tirón y le lance el monedero al pecho despreciándolo.
-Quedateló, no lo necesito.
Antes de que el monedero golpeara contra ella yo ya me había girado y volvía a lo mío esta vez un poco menos sutil abriéndome paso entre la gente a golpes dejando un claro rastro entre la chica y yo hasta que el camino volvía a cerrarse y yo después continuase a lo mío. No siempre era el robo perfecto y no siempre salíamos ambos ilesos. A tenido suerte la chica.
-Quedateló, no lo necesito.
Antes de que el monedero golpeara contra ella yo ya me había girado y volvía a lo mío esta vez un poco menos sutil abriéndome paso entre la gente a golpes dejando un claro rastro entre la chica y yo hasta que el camino volvía a cerrarse y yo después continuase a lo mío. No siempre era el robo perfecto y no siempre salíamos ambos ilesos. A tenido suerte la chica.
Amsterdam- Licántropo - Clase Baja
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Fecha de inscripción : 30/11/2010
Edad : 246
Re: Otra casualidad.
Malhumorado y agresivo. Eran dos cualidades que, a primera vista, parecían describir muy bien al chico. Se soltó de mi mano bruscamente y me lanzó el monedero con fuerza, pero lo conseguí atrapar sin problemas antes de que lograra rozarme. Rodé los ojos ante su respuesta y me encogí de hombros; no era mi problema. Guardé mi monedero, me giré hacia el centro de la plaza y tuve intención de proseguir mi búsqueda de alguna presa que llamara mi atención, pero ese extraño olor parecía ser más fuerte y me guiaba hacia donde ese joven había desaparecido. No tenía la menor idea de que podía tratarse, pero me incomodaba y no me dejaba centrarme en mi verdadero objetivo, así que esquivando con relativa facilidad la muchedumbre deslizándome con mi vestido verde comencé a seguirlo hasta que lo alcancé. Ahora que lo tenía frente a mi el olor se incrementaba por momentos y la extraña sensación con el. Estaba de espaldas pero podría haber jurado que sentía mi presencia también; y al igual que a mi, no le agradaba. De mis labios rojizos prácticamente se escapó un susurro que mi mente aseguraba solo él haberlo oído.
- Licántropo. – Musité. Nunca me había encontrado con ninguno a lo largo de mi larga existencia. Mis ojos comenzaron a oscurecerse; no entendía ninguna de esas extrañas sensaciones pero había oído que nuestras razas no eran precisamente mejores amigas.
- Licántropo. – Musité. Nunca me había encontrado con ninguno a lo largo de mi larga existencia. Mis ojos comenzaron a oscurecerse; no entendía ninguna de esas extrañas sensaciones pero había oído que nuestras razas no eran precisamente mejores amigas.
Katya Petrova- Vampiro - Clase Alta
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Fecha de inscripción : 25/11/2010
Edad : 537
Re: Otra casualidad.
Repelía a la gente de mi camino bruscamente enfurecido no sé porque, la chica me había pillado y punto, pero eso me reconcomía por dentro. Cada vez aceleraba mas mi paso y apretaba mas los dientes. Coque de frente con un hombre tirándolo al suelo, en la caída llevándome otro reloj pero sin pararme a socorrerlo y menos a disimular, pero sin que se diese cuenta. Ande unos metros más seguido por una presencia que no reconocía por mi exaltado humor del momento cuando me arte y corte a la figura en medio de algo que decía que no escuche. Me encare contra la persona y la fijarme que era de nuevo, la chica la cual con las prisas no había podido memorizar nada de ella, di unos pasos atrás sorprendido durante un segundo y volví a lanzarme como una fiera. En estas ocasiones habría sacado un puñal o algo pero me había pillado sin nada a mano.
-¡QUE COÑO QUIERES, YA TE E DADO TU DINERO, DEJAME SI NO QUIERES ACABAR MAL!
Con tanto ruido mi tono no se escuchaba tanto y se suavizaba pero mi expresión lo decía todo. Termine lo que tenía que decir y la aparte de un empujón sin escuchar lo que tenía que decir y volví a intentar escapar de aquella señorita que me estaba llevando al límite, y no le gustaría verme desesperado.
-¡QUE COÑO QUIERES, YA TE E DADO TU DINERO, DEJAME SI NO QUIERES ACABAR MAL!
Con tanto ruido mi tono no se escuchaba tanto y se suavizaba pero mi expresión lo decía todo. Termine lo que tenía que decir y la aparte de un empujón sin escuchar lo que tenía que decir y volví a intentar escapar de aquella señorita que me estaba llevando al límite, y no le gustaría verme desesperado.
Amsterdam- Licántropo - Clase Baja
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Fecha de inscripción : 30/11/2010
Edad : 246
Re: Otra casualidad.
Definitivamente que los vampiros y los hombres lobo se llevaran mal era completamente comprensible, o tal vez se trataba de éste, que era más insufrible que cualquier otro; no tenía con que comparar. Escuché lo que dijo y esbocé una sonrisa divertida.
- Ya me gustaría ver quien acaba mal de verdad. - La disputa había hecho que mis instintos se ampliaran y cuando pasó por mi lado chocó contra mí con fuerza, pero ni siquiera me moví del sitio y devolví su golpe. Comencé a caminar en dirección contraria a la suya dispuesta a encontrar de una vez por todas una presa que saciara mi sed, ya que mi anterior encuentro había terminado con mi paciencia. Observé a mi lado a un hombre joven, de unos diecinueve años tal vez, y le esbocé una sonrisa coqueta mientras jugueteaba con mis mechones de pelo carbón. Mi mirada cautivante provocó que me siguiera sin tener que decirle nada hasta un callejón alejado de la muchedumbre, donde, en la oscuridad, clavé mis colmillos en su cuello pálido y suave succionando la sangre que corría por sus venas. Cerré los ojos, saboreando el placentero sabor de ésta.
- Ya me gustaría ver quien acaba mal de verdad. - La disputa había hecho que mis instintos se ampliaran y cuando pasó por mi lado chocó contra mí con fuerza, pero ni siquiera me moví del sitio y devolví su golpe. Comencé a caminar en dirección contraria a la suya dispuesta a encontrar de una vez por todas una presa que saciara mi sed, ya que mi anterior encuentro había terminado con mi paciencia. Observé a mi lado a un hombre joven, de unos diecinueve años tal vez, y le esbocé una sonrisa coqueta mientras jugueteaba con mis mechones de pelo carbón. Mi mirada cautivante provocó que me siguiera sin tener que decirle nada hasta un callejón alejado de la muchedumbre, donde, en la oscuridad, clavé mis colmillos en su cuello pálido y suave succionando la sangre que corría por sus venas. Cerré los ojos, saboreando el placentero sabor de ésta.
Katya Petrova- Vampiro - Clase Alta
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Fecha de inscripción : 25/11/2010
Edad : 537
Re: Otra casualidad.
Como de costumbre, tenían algo que replicarme pero o ya no estaba o simplemente como si no lo estuviese. Ahora la imagen de la chica verdosa inundaba mi cabeza tiñéndola de rabia y si no me desahogaba reventaría. Esta inmunidad con la que contaban las mujeres no me parecía justa.
Tenía que largarme de aquel lugar, tanta gente me agobiaba y para los primeros momentos en esta ciudad no estaba mal el botín. En ese instante un brazo asomo entre la multitud y me agarro de la cacheta acompañado de esa coletilla tan irritante.
-Alto, policía.
Por instinto agarre el brazo y la tire contra mí al suelo, el cual iba atado a un hombre vestido de uniforme y dos más que salieron detrás de él. Lancé mi bolsa contra ambos y me esfume de la escena comenzando una persecución policiaca apartando a la gente como si fuesen ramas en la jungla y detrás como perritos falderos esos indeseados. Giraba, saltaba, esquivaba, media vuelta, agacharme, cambio repentino, lo que fuese para escapar. Finalmente me aleje de la plaza y me arrastre por los lúgubres y abandonados callejones. Recorrí uno de los callejones donde había una adorable parejita, ¡Apartad que voy! Pero antes de abrirme paso reconocí esta vez por segunda vez a la damisela.
-¿Tu?
Me congele un segundo, sin apartarla de su acompañante contra los muros para pasar yo, hasta que los policías no se detuvieron y me placaron contra los dos enamorados tirándome al suelo intentando esposarme.
-¡Suéltame hijo de puta!
Entre los tres policías me levantaron mientras me retorcía para librarme y uno me sujetaba con los brazos. Una de mis piernas bolo dando una patada en la cara, haciendo volar al agente contra el suelo. Continuaba revolviéndome como una lagartija hasta que conseguí hacer pie y comencé a chocarme contra las paredes golpeando al segundo hasta que me soltó de agotamiento y cayó también al suelo. Creyendo que había acabado la pelea, el último de los hombres se descargo contra mí con su porra arrodillándome en el suelo. Como pude me levante contra el tirándonos ambos al suelo y tras sucesivos cabezazos mutuos su cabeza tan ensangrentada como la mía cayó inconsciente.
-Gilipollas.
Con un suspiro limpie mi frente de sangre y me coloque mi gorro caído tras tanto ajetreo y comencé a registrar a los policías llevándome sus placas y el poco dinero que llevaban encima y dispuesto a irme volví a ver a la chica.
-¿Aun estas aquí?
Tenía que largarme de aquel lugar, tanta gente me agobiaba y para los primeros momentos en esta ciudad no estaba mal el botín. En ese instante un brazo asomo entre la multitud y me agarro de la cacheta acompañado de esa coletilla tan irritante.
-Alto, policía.
Por instinto agarre el brazo y la tire contra mí al suelo, el cual iba atado a un hombre vestido de uniforme y dos más que salieron detrás de él. Lancé mi bolsa contra ambos y me esfume de la escena comenzando una persecución policiaca apartando a la gente como si fuesen ramas en la jungla y detrás como perritos falderos esos indeseados. Giraba, saltaba, esquivaba, media vuelta, agacharme, cambio repentino, lo que fuese para escapar. Finalmente me aleje de la plaza y me arrastre por los lúgubres y abandonados callejones. Recorrí uno de los callejones donde había una adorable parejita, ¡Apartad que voy! Pero antes de abrirme paso reconocí esta vez por segunda vez a la damisela.
-¿Tu?
Me congele un segundo, sin apartarla de su acompañante contra los muros para pasar yo, hasta que los policías no se detuvieron y me placaron contra los dos enamorados tirándome al suelo intentando esposarme.
-¡Suéltame hijo de puta!
Entre los tres policías me levantaron mientras me retorcía para librarme y uno me sujetaba con los brazos. Una de mis piernas bolo dando una patada en la cara, haciendo volar al agente contra el suelo. Continuaba revolviéndome como una lagartija hasta que conseguí hacer pie y comencé a chocarme contra las paredes golpeando al segundo hasta que me soltó de agotamiento y cayó también al suelo. Creyendo que había acabado la pelea, el último de los hombres se descargo contra mí con su porra arrodillándome en el suelo. Como pude me levante contra el tirándonos ambos al suelo y tras sucesivos cabezazos mutuos su cabeza tan ensangrentada como la mía cayó inconsciente.
-Gilipollas.
Con un suspiro limpie mi frente de sangre y me coloque mi gorro caído tras tanto ajetreo y comencé a registrar a los policías llevándome sus placas y el poco dinero que llevaban encima y dispuesto a irme volví a ver a la chica.
-¿Aun estas aquí?
Amsterdam- Licántropo - Clase Baja
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Fecha de inscripción : 30/11/2010
Edad : 246
Re: Otra casualidad.
Suspiré de placer. El hombre era joven y su sangre fresca y deliciosa. Mis labios carmesí recorrían su cuello procurando no dejar escapar ni una sola gota de sangre. Mis colmillos aun clavados en su piel pálida succionaban todo lo que podían y más. Aun tenía los ojos cerrados y la noche era balanceada por una brisa cálida que hacía el momento más interesante aún. De repente escuché una voces que, a griteríos, se acercaban al lugar en el que nos encontrábamos yo, y ahora el joven cadáver que sujetaba entre mis brazos. Pude observar de entre la oscuridad los cabellos oscuros del hombre que me había encontrado antes robando entre la muchedumbre de la plaza, cercanamente seguido por unos cuantos policías que en poco tiempo le alcanzarían; mas que nada por que no había salida posible.
Cuando llegaron a nuestra posición continuó la masacre. Intentaron apresarle en varias ocasiones pero el licántropo logró escapar de todas. Entre puños, patadas y demás ataques físicos los policías cayeron al suelo inconscientes mientras en píe quedaba él, con un profundo corte en la frente del que emanaba abundante cantidad de sangre que no me pasó desapercibida. Mi mirada azulada se clavó en esta y relamí los labios, prácticamente sin escuchar la pregunta que me había formulado. Dejé caer al suelo muerto al chico que aun sostenía y me centré en la conversación, pero sin dejar de lado el hecho de que la sangre aun seguía brotando de la herida.
- Y sin intenciones de marcharme – Respondí laconicamente observando el banquete que se alzaba frente a mí. Los tres policías, inconscientes, eran jóvenes y tardarían en despertar por lo que podría saciarme bien esa noche. La mirada del licántropo era molesta y desafiante, pero mis ojos azules, ahora oscurecidos, no se quedaban atrás. Sentí como el viento mecía los mechones negros de mi pelo y me acomodé el vestido. ¿Cómo podía ser tan desagradable?
Cuando llegaron a nuestra posición continuó la masacre. Intentaron apresarle en varias ocasiones pero el licántropo logró escapar de todas. Entre puños, patadas y demás ataques físicos los policías cayeron al suelo inconscientes mientras en píe quedaba él, con un profundo corte en la frente del que emanaba abundante cantidad de sangre que no me pasó desapercibida. Mi mirada azulada se clavó en esta y relamí los labios, prácticamente sin escuchar la pregunta que me había formulado. Dejé caer al suelo muerto al chico que aun sostenía y me centré en la conversación, pero sin dejar de lado el hecho de que la sangre aun seguía brotando de la herida.
- Y sin intenciones de marcharme – Respondí laconicamente observando el banquete que se alzaba frente a mí. Los tres policías, inconscientes, eran jóvenes y tardarían en despertar por lo que podría saciarme bien esa noche. La mirada del licántropo era molesta y desafiante, pero mis ojos azules, ahora oscurecidos, no se quedaban atrás. Sentí como el viento mecía los mechones negros de mi pelo y me acomodé el vestido. ¿Cómo podía ser tan desagradable?
Katya Petrova- Vampiro - Clase Alta
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