Cabalgando bajo la luna (Libre)

Un paseo a caballo no era gratificante si no era nocturno, cuando la luna llena brillaba en el cielo y hacía resplandecer la nieve blanca. Además, por la noche podía permitirse cabalgar a horcajadas, presionando sus muslos alrededor de los costados del caballo, y no la incómoda forma de a lo amazona que las señoritas debían emplear. La gruesa capa negra que caía sobre sus hombros la guarecía del frío plácidamente, con la capucha dando sombra a su rostro, pero con los cabellos sueltos que ondeaban con los suaves soplos de la brisa. El caballo trotaba despacio, lo suficiente para dejarla apreciar la belleza de los árboles en su época más tétrica, como siluetas fantasmales, con las ramas desnudas, proyectando sus largas sombras sobre el suelo en el que quedaban marcados los cascos del animal.

La noche era mística y dulce, el cielo despejado dejaba que la luna diera luz al camino sin rumbo por el que guiaba al animal, precedido por el crujido de la nieve bajo sus poderosas patas. Ni siquiera era de verdad una marquesa, sólo la hija de una mujer con suerte. Había sido un cambio brusco. A los seis años mendigaba en las calles de aquella pequeña aldea transilvana, y sólo un año después ya vestía seda y comía caliente todos los días. Sí, desde luego había tenido suerte. Incluso cuando el marqués la había convertido había tenido mucha suerte. Al menos ahora sabía que morir iba a costarle mucho menos.

La luz de la luna le provocaba vitalidad y deseos de que la noche se alargara. Siempre se le hacía más llevadera la noche que el día. Pero eso era mucho antes de que la abrazaran, incluso cuando fue una niña. La noche era, probablemente, lo que más amaba de la vida. Su madre solía decir que la noche era su elemento...

Alzó ligeramente la vista cuando el sonido extraño y lejano de una melodía alcanzó a sus oídos. Era un violín. Podría reconocerlo en cualquier parte. Tanto su hermanastra como ella tuvieron que dedicar su educación a un instrumento cuando llegaron a la casa del marqués, y Emeraude eligió el violín.

Buscaba con la mirada a su alrededor, pero le era imposible encontrar al autor de la bella melodía que cada vez se escuchaba a más alta frecuencia. En la nocturnidad invernal de un bosque como aquel, resultaba extraño que se dejaran escuchar aquellas notas. En otra época podría haber sentido miedo, pero ahora sólo se dejaba guiar por la curiosidad.

La melodía se detuvo con brusquedad, como si algo hubiera fallado. Emeraude miró a ambos lados, hacia los árboles, hacia el frente, e incluso ridículamente hacia el suelo. La invisibilidad del autor de la sonata acrecentaba su curiosidad. Alzó el rostro y entreabrió los labios suavemente para lanzar una pregunta al viento.

-¿Hay alguien ahí?

Sabía que era una pregunta estúpida. Si hubiera alguien que no quisiera dejarse ver probablemente seguiría oculto.

Aquel bosque blanco resaltaba en laoscuridad de la noche, en su in densidad parecía desolado, pero el ruido de losanimales nocturnos le daba vida. Ella más blanca que el bosque lo atravesabacomo un alma en pena, solo llevaba un fino camisón blanco, hace mucho tiempo nosentía ni el frío ni el calor. Caminaba sin rumbo fijo, estaba hambrienta, haceaños que no se alimentaba, su sarcófago le había servido de cama y refugio pormucho tiempo.
Sabia que en ese bosque no encontraríauna presa digna, aun no quería embriagarse de sangre, solo ver las estrellas quehabía olvidado, sentir la brisa invernal en el cuerpo, y la nieve crujiendo ensus pies descalzos, se sentía sola, pero eso no era nuevo, lo había sentidomucho antes de que el la abandonara, y mucho antes de conocerlo. La soledad erasu hermana mayor, la guiaba por todos los senderos de su eternidad.
De repente se estremeció, había captado la presencia de dos seres en dospuntos diferentes del bosque, estaba asombrada no eran lobos, ni siquiera humanos. Todasu piel se erizo al pensarlo, eran seres nocturnos como ella, emocionada apuroel paso, mientras reprimía una lagrima de sangre en sus ojos, quería observarlos al menos delejos.
Se preguntaba si ellos sentirían supresencia, como lo hacia ella, y eso la hizo dudar, nunca había conocido a otroque no sea su creador.
Se quedo inmóvil en la noche,tratando de escuchar, y sin saber que hacer.

El sonido de la música y su autor quedó en segundo plano cuando percibió un extraño ahora. Con el ceño fruncido hizo girar al caballo, buscando a su alrededor. Eran los mismos olores que había aprendido a apreciar en la casa del marqués, el mismo olor que ella misma desprendía allí por donde pasaba. Olía a vampiro. Pero no era uno solo, había más. ¿Podría sentirse segura entre ellos? No lo sabía. No había conocido a más seres nocturnos que a los de su familia, y no estaba seguro de que todos la llegaran a aceptar.

Precavida, se volvió buscando cualquier presencia oculta en la noche. ¿Quién estaba allí? ¿La buscaba a ella? Esperaba al menos que de ser así no fuera con malas intenciones.

Bajó del caballo con un salto ágil y se quitó la capucha. Bajo aquel árbol la luz de la luna dejaba demasiado a la imaginación, y quizá permaneciera oculta y segura. Repitió de nuevo la anterior pregunta en voz alta, y esperaba que, al menos, aquella vez sí obtuviera una respuesta.

Se retiró hacia atrás, hasta chocar contra el tronco del árbol, por la sorpresa que había suponido que aquella mujer se presentara delante de ella sin previo aviso. Había sido una impresión que le había asaltado al corazón, el cual latía poderosamente contra su pecho. ¿De dónde había salido esa mujer, y en plena noche? Era ella quien emanaba aquel aroma.

Había alguien más internado en el bosque. ¿Pero dónde? ¿Sería amigo o enemigo? ¿Iría con ella... o contra ellas? Todo resultaba confuso. Ahora que tenía a un miembro de su misma especie frente a ella no sabía exáctamente cómo tenía que actuar.

-¿Fuisteis vos quien tocó aquella melodía? -preguntó con un susurro, ladeando un poco la cabeza y frunciendo el ceño.

La mujer retrocedió asustada, enseguida Morella se sintió avergonzada, no debía causar una buena impresión con aquel camisón viejo y el cuerpo demacrado por no alimentarse durante tanto tiempo.
_ ¿Fuiste tu? ¿Quien toco aquella melodía?_ Pregunto la mujer que tenia delante.

Esas fueron sus únicas palabras, Morella agudizo el oído y se percato de que el violín aun sonaba en la lejanía del bosque, dándole a este un tinte mágico y misterioso.

_Perdón si te asuste_ Dijo Morella sin contestar a la pregunta.

Su vos sonaba áspera y a Morella le pareció raro escucharse, hacia tiempo que no hablaba con nadie.

_Creo que no soy muy buena entablando conversaciones, sentí tu presencia y me dio curiosidad.

_ ¿Como te llamas?_ Le pregunto en un tono maleducado y sin quitar la mirada de sus ojos.

Su voz sonaba extraña, como si hubiera pasado años sin emplearla. Quizá fuera como el marqués y tuviera más años de los que pudiera aparentar. Así que ella había sentido su presencia también. Bueno, al menos podía esperar que no fuera a hacerle daño. Avanzó un par de pasos, más segura de sí.

No le gustó nada la forma en cómo le había preguntado su nombre, así que hizo un moín de disgusto con la nariz, alzó la barbilla con cierta altivez y fijó sus pupilas en las de la mujer intensamente.

-Soy mademoiselle Emeraude Van den Heede, marquesa de Lunatiquevillette -le respondió con cierta arrogancia-. ¿Y quién se supone que eres tú?

_Mi nombre es Morella _ respondió abriendo grande los ojos, la sorprendió el repentino cambio de humor de la mujer_ Pero no tengo tanto titulo como vos_ le dijo con tono sarcástico.
“Así que no viene con el del violín”, pensó para si , y eso la hacia sentir intimidada ya que había otro desconocido rondando cerca, nunca había creído que hayan tantos como ella.

_Mi titulo lo he perdido y también la mitad de mis riquezas, pero conservo mi casa, si algún día te place conocerla, esta cerca de aquí_ Le dijo para cambiar un poco el ambiente de la conversación.

Le sorprendió la desenvoltura con la que Morella hablaba con ella, y eso que acababan de conocerse. Se sintió un poco culpable cuando habló de haber perdido su título. Realmente, Emeraude no era ninguna marquesa. Era la hijastra de un marqués. Su infancia se había basado en la mendicidad, pero eso no podía mencionarlo. El marqués la había enviado para presentarse como una noble, y así lo haría.

-¿Vuestra casa? -Alzó una ceja, inquisitiva. Era sorprendente la confianza que parecñia estar depositando en ella, con apenas un minuto atrás que habían llegado a conocerse-. ¿Ni siquiera sentís cierta... desconfianza hacia mí?

Morella dejo escapar una dramática risa, pero en seguida se contuvo estaba siendo demasiado irritante.


_Desconfiar ¿De que? ¿Qué podrías hacerme? Te soy superior en edad, no podrías enfrenarte conmigo ni soñando, además noto en tu aura que eres una persona exquisita y amable, auque no deberia fiarme de eso. Le dijo tratando de no parecer arrogante_ Y con respecto a mifortuna, no te sientas mal. Nunca el dinero y el titulo me han hecho feliz en algúnmodo.

Sonrió con cierta dulzura al escucharla hablar sobre su aura. Ciertamente ella jamás tendría deseos de atacar a nadie sin ninguna razón, ni por ambición o otra ridícula opción. Sólo lo hacía con los humanos, y por pura necesidad alimenticia. Aquella era la única pega por la que se había resistido en un principio a ser abrazada. Le encantaría no tener que deshacerse de vidas inocentes sólo para mantenerse con vida.

-Es un gran detalle por vuestra parte oíros hablar así, Morella. Porque supongo que no cabe duda de que ambas sabemos lo que somos, y no creo que debiera existir motivo para enemistarnos. Me agradaría conoceros mejor, siempre y cuando me lo permitierais, por supuesto.

Morella abriógrande los ojos, y en su cara se dibujo una sonrisa sincera. Tuvo quecontenerse para no derramar una lágrima, se sentía muy emocionada, era laprimera vez que hablaba con otro de su especie que no fuera “el”, y resulto ser una vampira encantadora y amable que le estaba pidiendo conocerse más.
_Estaría encantada_ le dijo sorprendida.
Miro hacia uncostado, el animal que había allí era realmente hermoso, su pelaje blanco se confundía con la nieve, poseía una contextura magnifica y en su silla de montar había incrustacionesen oro y plata, que le daban un toque divino.
_ ¿Es tu caballo?_pregunto sin dejar de mirarlo _Es una criatura hermosa y parece veloz.
Recordó la última vez que había cabalgado, era una jovencita de unos quince años, todavíael sol cubría sus días. Su caballo se llamaba “Fuego”, su pelaje era oscuropero en el sol adquiría un tono rojizo. Fuego era un presente de su abuelo y ella le daba todo el cariño que el anciano no le dejaba darle a el, no por que no la quisiera, si no por que era frío y poco demostrativo. Esa tarde que fue la ultima, cabalgo como nunca, diez vueltas le dio a las hectáreas del la mansión.
Fue unacabalgata de despedida, al otro día partiría hacia Inglaterra en un viaje de estudios. El corazón le daba un vuelco, por primera vez en su vida dejaría los muros de aquella casa, estaba emocionada pero también sentía miedo…

_ ¿Podríamosmontar, mientras hablamos un poco de nosotras?_ Le dijo acariciando al animal suavemente_ Claro si no te molesta, es que no cabalgo hace años y la verdad, me encantaría hacerlo.

Una sonrisa dulce se dibujó en sus labios al sentir que Morella se emocionaba. Le parecía encantadora. No tenía nada que ver con lo que habían sido el marqués y su hijo para ella. Creía claramente que podrían llegar a convertirse en amigas, y le encantaría, puesto que se sentía demasiado sola desde que había salido de la aldea.

Observó satisfecha la admiración que poseía por su caballo. En Lunatiquevillete había tenido otro, un caballo salvaje y magnífico, pero había tenido que dejarlo atrás. Este lo había conseguido en París, y aunque no era tan maravilloso como el antiguo también le agradaba. Si hubiera un animal en el mundo que fascinara a Emeraude ese era sin duda el caballo.

-Verdaderamente es bello. Y puedo asegurarte que corre como el viento.

Se acercó también a él y acarició cariñosamente su fuerte cuello.

-Estaré encantada de poder cabalgar contigo, Morella, y de poder conocerte mejor. Puedes llevarlo tú, si es tu deseo. Yo me dejaré guiar.

-Estaré encantada de poder cabalgar contigo, Morella, y de poder conocerte mejor. Puedes llevarlo tú, si es tu deseo. Yo me dejaré guiar.


Morella se lleno de emoción al escuchar aquellas palabras.

-Muchas gracias _ contesto sonriente.

Tomo la correa del caballo y lo monto ágilmente, el animal no se resistió en ningún momento si no que la acepto y esta quedo totalmente sorprendida.

Sube _ dijo tendiéndole la mano a Emeraude.

La mujer obedeció rápidamente y se agarro fuerte a la cintura de Morella. Esta dio un suave golpecito con el pie al animal, que enseguidacomenzó a galopar velozmente por elbosque.

El viento golpeaba con fuerza en el rostro de Morella, habíaolvidado aquella sensación que la llenaba de felicidad, era como si al cabalgar se olvidara de todo y lo único importante era aquel momento especial, que parecía eterno en su imaginación.

Me encanta tu caballo ¿Cómo se llama?- Pregunto saliendo del trance en el que se había sumergido.

Le alegró ver a Morella tan contenta. No sabía por qué le había parecido una amenaza en un principio, de pronto le resultaba muy agradable. Le encantaría entablar una buena amistad con uno de los suyos, fuera de su familia, de aquellos que la habían convertido y con los que se había criado. Alguien allí a donde tendría que ir no le gustaba quedarse sola. Tenía un miedo terrible a la soledad y al olvido, mucho más que a la propia muerte.

Tomó la mano que Morella le tendía y se subió al caballo con un movimiento ágil, detrás de ella, a horcajadas sobre el lomo del animal. Rodeó la cintura de la mujer y echó un vistazo a su alrededor antes de que empezaran a cabalgar.

-Se llama Pluie -le respondió a sus espaldas-. Y puedes montarlo siempre que quieras.

-Se llama Pluie -le respondió a sus espaldas-. Y puedes montarlo siempre que quieras.
Contesto Emeraude sonriéndole.

_Es un lindo nombre_ le respondió Morella_ Debo admitir que soy un poco ignorante en algunos asuntos, no tenia idea que podíamos cabalgar sin problemas un animal como este, siempre me hice a la idea de que me rechazarían por mi condición de vampiro.

Al decir esto Morella sintió vergüenza, La razón por la que creía eso era por que su creador se lo decía cada vez que ella se atrevía a pedirleun caballo de regalo.

_¿Debes pensar que soy una tonta por creer eso?

Se preguntó por qué pensaría algo así. Era cierto que en un principio los animales podían mostrarse un poco reacios a la compañía de un vampiro, pero cuando se acostumbraban a ellos, como en el caso de Pluie, que llevaba ya suficiente tiempo con ella como para admitir las presencias de ese tipo de seres.

-No te preocupes, Pluie ya está acostumbrado a las personas como yo. Se crió en las caballerizas de mi padrastro. Él fue quien me convirtió.

Sintió cierta ternura por Morella cuando le hizo aquella pregunta.

-No, no lo creo. Si no has estado acostumbrada a estas situaciones es normal que tengas muchas dudas. Yo las tuve. Al principio me sentía muy confusa, desorientada. Pero por suerte el marqués fue un buen maestro.

Morella sonrío, pensaba que Emeraude era muy agradable, no le había importado su comentario y hasta trato de que no se sintiera mal. Pero ella no podía dejar en pensar que había sido engañada durante tantos años y no sabía cuantas cosas mas le faltaban por descubrir.


_Vos no lo entendéis, pero tengo razónen sentirme avergonzada por no saber ciertas cosas, llevo más de cien años siendo vampira. Eso estaría bien para una recién convertida pero no para mi_ Le contesto Morella lamentándose._ Así que tu padrastro te ha convertido, eso si es extraño, entonces ¿Tu madre también es una vampira?

Se hizo cargo de la situación cuando Morella le habló acerca de los años que llevaba convertida. Suponía que se había mantenido bastante alejada de la vida social, y por ello se encontraba en esa situación.

No pudo evitar reír vivazmente cuando la escuchó preguntarle si su madre había sido también una vampiresa. Habría resultado divertido, ver a su joven madre en su situación.

-Mi madre murió pocos años después de casarse con el marqués. A ella le ocultó siempre qué clase de persona era en realidad. Supongo que se casó con ella porque necesitaba un tipo de... proyecto. No sé si me entiendes. Nunca mencionó nada a mi madre sobre su naturaleza como vampiro, pero a mí me llevó instruyendo durante muchos años antes de abrazarme. En un principio tenía que haberlo hecho su hijo, pero parecía más interesado en ser él quien fuera mi creador. Estoy aquí porque me ha enviado a difundir su nombre y aumentar su clan.

Morella escuchaba atentamente lo que su compañera de cabalgata le contaba, y quedo realmente sorprendida cuando esta le menciono que su creador la había enviado a aumentar su clan.

-Aumentar su clan_ Exclamo abriendo grande los ojos_ ¿Y estas a favor de esa empresa? Cuéntame como es que te dejaste abrazar, ¿Lo decidiste enseguida o te tomo tiempo pensarlo? ¿Y que te llevo a aceptarlo alfinal?

Todo esto lo preguntaba deprisa, Morella estaba muy intrigada por conocer más sobre la transformación de su compañera.

Suspiró al escuchar las preguntas de Morella. Era normal sentir curiosidad. No era la primera vez que las escuchaba. Suspiró al pensar cómo realmente se había dejado abrazar...

-Bueno, no estoy muy de acuerdo con lo que el marqués quiere, pero le debo lo que me ha dado. Una casa, una familia... esta vida. Yo... siempre temí mucho a la muerte, ¿sabes? Y por eso me dejé abrazar. La inmortalidad es como un sueño para mí, pero ahora me siento de verdad... muerta. No sé si me comprendes, cuando convirtieron a mi hermanastra ella no se sentía así. Lo pensé mucho tiempo, la verdad, pero Donatien, el hijo del marqués, fue quien tuvo buenos motivos convincentes para hacerlo. No sé si me entiendes. Me hizo ciertos... favores.

Aunque no había sido su verdadero hermano le sonaba extraño pensar que entre Donatien y ella hubiera habido algo pasional... Sobre todo si en la misma cama, con ellos, había reposado su hermanastra también. Por no mentar que Emeraude también se había visto obligada a reposar en la cama del marqués.

Morella escucho con atención las confidencias de Emeraude yle sorprendió cuando esta menciono su miedo a la muerte. Quizás en su interiorella también había aceptado ser abrazada por temor a la muerte, había perdido asus padres cuando era una niña victimas de una cruel enfermedad y ella nunca sehabía curado de ese gran dolor hasta el día que lo conoció a el….

_Entiendo lo que dices_ Comento fríamente_ Yo también temí ala muerte durante mucho tiempo cuando perdí a mis padres, pero no fue eso loque me llevo a dar el paso. Acepte ser abrazada por amor y por mi miedo a la soledad, gran error fue este, ahora me encuentro mas sola que nunca.

Se sintió un poco apenada al conocer los motivos de Morella. Ella también había amado una vez, pero ese amante había tenido que irse. Pertenecían a mundos demasiado diferentes, y por mucho que se habían esforzado por estar juntos ella había tenido que irse. Dejar atrás todo, sólo por complacer a su creador.

-Al menos tú tuviste esa opción. Poder amar a la persona que te convirtió. Yo, en cambio, fui un mero proyecto. Se casó con mi madre para poseerme a mí. Resultaba un poco contrariado que ocupara su lugar años más tarde. No digo que no me guste esta vida, pero a veces preferiría seguier ignorante a este mundo, perdida y mendigando en las calles de Transilvania. En la ignorancia se es siempre más feliz.

Meneó la cabeza. No le gustaba pensar en esas cosas.

-De todos modos ya no estás tan sola. Y supongo que yo tampoco.

Que Morella le brindara su amistad era mucho más de lo que podría haber pedido.