Un caso en Londres - Libre.
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Un caso en Londres - Libre.
La luna brillaba en lo alto del cielo londinense. El satélite estaba completo, la luna del cazador. Una luna grande y brillante cuya luz bastaba a los depredadores para cazar a sus presas. “¿Pero aquí, quien es el cazador y quien la presa?”. Pensó Ezequiel mientras corría por los callejones.
La noche había comenzado siendo él el depredador, estaba seguro de ello… pero ahora no estaba del todo seguro.
Su presa se había escondido en un laberinto de piedra y él había sido tan estúpido de caer en la trampa. La ventaja ahora la tenía la presa, convertida en depredador. Y el depredador, ahora presa, tendría que pensar un buen plan nivelar las desventaja.
En el cinto, tapado con una larga capa echa girones, Ezequiel llevaba enfundada una espada, unos pocos cuchillos arrojadizos, pólvora suficiente y dos pistolas cargadas y listas para usarse. Al hombro también llevaba colgado un fusil.
Si los tres disparos que llevaba preparados fallaban, tendría que vérselas con la criatura cuerpo a cuerpo. No le desagradaba la idea, tampoco le atraía. Los metarmorfos eran seres rápidos, violentos y con mucha fuerza… sus balas eran de plata, al igual que su espada. Tenía los medios suficientes para acabar con el oscuro. Aún así, Ezequiel se sentía turbado. Matar a algo con apariencia humana nunca era fácil, pero necesario.
Un crujido a su derecha y una de las pistolas voló del cinto y un disparo rasgó la noche. La bala chocó contra la pared. Ezequiel maldijo y lanzó la pistola, ya no le servía… recargarla ahora podría significar su muerte.
Desenfundó la segunda pistola y despacio se acercó a la esquina donde el disparo de su otra pistola había errado el objetivo. Estaban jugando con él e iba perdiendo.
Una mano apareció por la esquina, le arrebató el arma y al caer de espaldas por el susto, el fusil descargó su único disparo. “Malditos trastos”, volvió a maldecir Ezequiel. Desenvainó su espada y se enfrentó al ser que había salido de las sombras.
Tendría que tener la apariencia de un hombre… pero ahora se parecía más a una vela derretida que a otra cosa. El cazador le había importunado en su metamorfosis, era el momento idóneo para asestarle el golpe final.
Ezequiel esgrimó la espada con arte, haciendo de los movimientos de su espada un baile mortal para todo aquel que quisiera ver su afilado filo demasiado cerca. El ser era rápido, esquivaba las estocadas con la misma maestría que Ezequiel esgrimía su espada.
En una finta, un cuchillo salió volando en dirección a la cabeza del metamorfo. El oscuro trasladó el peso de su cuerpo a la derecha, esquivando el proyectil. Ezequiel aprovechó para escribir un largo corte con su espada de derecha a izquierda. Cortó carne, se escuchó un gemido de dolor y no se lo pensó dos veces. Hundió la espada en el corazón negro de esa temible criatura que cayó al suelo muerta. El trabajo estaba casi acabado.
Hacía una semana que Ezequiel se había trasladado a Londres. En Ámsterdam, en una taberna, le informaron de los sucesos en Londres: Familias enteras asesinadas por el padre de familia, según testigos, y que luego parecían actuar con doble personalidad pues afirmaban no haber sido ellos los causantes de la catástrofe familiar. “Era extraño, sí, pero no para que se tratase de uno de nuestros casos”. Ezequiel había seguido decenas de pistas falsas y se olía que esta podía llegar a ser una más. Lo extraño venía a continuación. Uno de los testigos, afirmó a ver a uno de los asesinos, a la misma hora en que la familia murió a sus manos. ¡Estaba en la otra punta de Londres! Pero los vecinos afirmaron haberlo visto a la misma hora entrando en casa con un fusil. Ezequiel aceptó el trabajo y se puso en camino a Londres lo más rápido que pudo.
Investigó durante una semana. En su estancia en Londres, dos familias más murieron a manos del ser… pérdidas dolorosas pero que ayudaban a Ezequiel a conocer la técnica del asesino.
El cazador, descubrió que el oscuro estaba asesinando a familias que pertenecían a un famoso club de campo. Todas las familias tenían que estar felizmente casados y con dos hijos menores: niño y niña.
Eso ayudo a Ezequiel a prever el siguiente objetivo. Se resguardó en el sótano de la casa de las futuras víctimas y esperó a que el padre se marchara de casa para luego volver casi al instante… en ese momento Ezequiel saldría y dispararía una bala de plata al metamorfo.
Aguardó y aguardó. Llegó a pensar que se había equivocado de casa y que por su estupidez otra familia moriría. Pero se escuchó un grito de pánico, Ezequiel subió las escaleras con rapidez y el panorama del piso de arriba le sorprendió: Vio al padre empuñando un arma de fuego, eso se lo esperaba. Pero a su lado, un doble del hijo, que lloraba en los brazos de su madre, apuntaba a la cabeza de la niña.
Ezequiel desenfundó con rapidez sus dos pistolas. Los metamorfos, sorprendidos en mitad del trabajo, huyeron con rapidez de la casa. Ezequiel los siguió hasta el laberinto de edificios y así cayó en la estúpida trampa.
El cadáver del padre yacía delante del cazador. Ahora faltaba el doble del hijo. No le quedaban balas y los cuchillos eran escasos.
“Será tu última caza Ezequiel”. Él mismo se contestó que no.
La noche había comenzado siendo él el depredador, estaba seguro de ello… pero ahora no estaba del todo seguro.
Su presa se había escondido en un laberinto de piedra y él había sido tan estúpido de caer en la trampa. La ventaja ahora la tenía la presa, convertida en depredador. Y el depredador, ahora presa, tendría que pensar un buen plan nivelar las desventaja.
En el cinto, tapado con una larga capa echa girones, Ezequiel llevaba enfundada una espada, unos pocos cuchillos arrojadizos, pólvora suficiente y dos pistolas cargadas y listas para usarse. Al hombro también llevaba colgado un fusil.
Si los tres disparos que llevaba preparados fallaban, tendría que vérselas con la criatura cuerpo a cuerpo. No le desagradaba la idea, tampoco le atraía. Los metarmorfos eran seres rápidos, violentos y con mucha fuerza… sus balas eran de plata, al igual que su espada. Tenía los medios suficientes para acabar con el oscuro. Aún así, Ezequiel se sentía turbado. Matar a algo con apariencia humana nunca era fácil, pero necesario.
Un crujido a su derecha y una de las pistolas voló del cinto y un disparo rasgó la noche. La bala chocó contra la pared. Ezequiel maldijo y lanzó la pistola, ya no le servía… recargarla ahora podría significar su muerte.
Desenfundó la segunda pistola y despacio se acercó a la esquina donde el disparo de su otra pistola había errado el objetivo. Estaban jugando con él e iba perdiendo.
Una mano apareció por la esquina, le arrebató el arma y al caer de espaldas por el susto, el fusil descargó su único disparo. “Malditos trastos”, volvió a maldecir Ezequiel. Desenvainó su espada y se enfrentó al ser que había salido de las sombras.
Tendría que tener la apariencia de un hombre… pero ahora se parecía más a una vela derretida que a otra cosa. El cazador le había importunado en su metamorfosis, era el momento idóneo para asestarle el golpe final.
Ezequiel esgrimó la espada con arte, haciendo de los movimientos de su espada un baile mortal para todo aquel que quisiera ver su afilado filo demasiado cerca. El ser era rápido, esquivaba las estocadas con la misma maestría que Ezequiel esgrimía su espada.
En una finta, un cuchillo salió volando en dirección a la cabeza del metamorfo. El oscuro trasladó el peso de su cuerpo a la derecha, esquivando el proyectil. Ezequiel aprovechó para escribir un largo corte con su espada de derecha a izquierda. Cortó carne, se escuchó un gemido de dolor y no se lo pensó dos veces. Hundió la espada en el corazón negro de esa temible criatura que cayó al suelo muerta. El trabajo estaba casi acabado.
Hacía una semana que Ezequiel se había trasladado a Londres. En Ámsterdam, en una taberna, le informaron de los sucesos en Londres: Familias enteras asesinadas por el padre de familia, según testigos, y que luego parecían actuar con doble personalidad pues afirmaban no haber sido ellos los causantes de la catástrofe familiar. “Era extraño, sí, pero no para que se tratase de uno de nuestros casos”. Ezequiel había seguido decenas de pistas falsas y se olía que esta podía llegar a ser una más. Lo extraño venía a continuación. Uno de los testigos, afirmó a ver a uno de los asesinos, a la misma hora en que la familia murió a sus manos. ¡Estaba en la otra punta de Londres! Pero los vecinos afirmaron haberlo visto a la misma hora entrando en casa con un fusil. Ezequiel aceptó el trabajo y se puso en camino a Londres lo más rápido que pudo.
Investigó durante una semana. En su estancia en Londres, dos familias más murieron a manos del ser… pérdidas dolorosas pero que ayudaban a Ezequiel a conocer la técnica del asesino.
El cazador, descubrió que el oscuro estaba asesinando a familias que pertenecían a un famoso club de campo. Todas las familias tenían que estar felizmente casados y con dos hijos menores: niño y niña.
Eso ayudo a Ezequiel a prever el siguiente objetivo. Se resguardó en el sótano de la casa de las futuras víctimas y esperó a que el padre se marchara de casa para luego volver casi al instante… en ese momento Ezequiel saldría y dispararía una bala de plata al metamorfo.
Aguardó y aguardó. Llegó a pensar que se había equivocado de casa y que por su estupidez otra familia moriría. Pero se escuchó un grito de pánico, Ezequiel subió las escaleras con rapidez y el panorama del piso de arriba le sorprendió: Vio al padre empuñando un arma de fuego, eso se lo esperaba. Pero a su lado, un doble del hijo, que lloraba en los brazos de su madre, apuntaba a la cabeza de la niña.
Ezequiel desenfundó con rapidez sus dos pistolas. Los metamorfos, sorprendidos en mitad del trabajo, huyeron con rapidez de la casa. Ezequiel los siguió hasta el laberinto de edificios y así cayó en la estúpida trampa.
El cadáver del padre yacía delante del cazador. Ahora faltaba el doble del hijo. No le quedaban balas y los cuchillos eran escasos.
“Será tu última caza Ezequiel”. Él mismo se contestó que no.
Ezequiel Lawrence- Cazador
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Fecha de inscripción : 01/02/2011
Edad : 34
Re: Un caso en Londres - Libre.
Investigación en Londres.
Por fin encontraba un caso en la ciudad londinense. Un caso que oía hablar cuando salía a despejarme de casa. Varios padres de familia estaban asesinando a sus mujeres e hijos. Me resultaba extraño, ¿por qué había tantos casos de asesinatos del mismo calibre? Mefistófeles no quiso decirme nada, no me ayudó con mis sospechas. ¿Qué ocurría en Londres? ¿Quién mataba en realidad a aquellas familias? Las negativas del demonio hicieron que mis ideas se consolidaran: en verdad, había alguien en las calles londinenses, haciéndose pasar por los padres de familia y matando a todos sus seres queridos. Sopesaba la idea de que cuando la policía les interrogase no quisieran reconocer el crimen. ¿Por qué? Porque ellos no eran los asesinos. Metamorfo. Esa es la palabra que llegó a mi mente. Salí a las calles, investigué de “cerca” las casas de los asesinatos. Algún trozo de piel que hacía que corroborase mis pensamientos. En efecto, el ser sobrenatural que se hallaba en Londres era un metamorfo. Pero aquel ser tenía exquisitez por las familias de cuatro integrantes: el padre, la madre, un hijo y una hija. Le seguí la pista.
Una noche me escondí tras los muros de una casa en los que observé que el padre tenía que salir por negocios. Y por la puerta, pocos minutos después, se le veía entrar de nuevo. Sus ojos brillaban en la noche. Pero mi sorpresa fue que había otro más, otro metamorfo con la imagen del hijo. Aquello me descolocó, ¿sabrían que les perseguía? Tenía la pistola en la mano para cuando salieran. Por fin les vi salir, gritos, pero ningún disparo. Me propuse a disparar cuando salieron por la puerta, pero para mi sorpresa otro hombre más salió de la casa, muy bien equipado según pude ver. Fruncí el ceño levemente y bufé del fastidio. Podría haberlos matado de un disparo limpio. Corrí en su dirección, un… ¿laberinto? Katrina, eres demasiado lista para caer en su trampa. Rodeé el laberinto, investigando otra entrada… pero no había. Disparos. ¿Aquel hombre les había matado? Por si acaso… Al no encontrar entrada salté el muro con un impulso en la propia pared. Me quedé en lo alto y observé el panorama. Aquel hombre había matado a uno, “bravo”. Mierda, el metamorfo había hecho una trampa. Pretendía atraerle a él con un estruendo, pero cuando fuera en su busca no estaría… ¡Estaría arriba! Y el hombre sería tan estúpido de morir por un fallo. Salté al suelo tras estudiar con rapidez el laberinto y corrí por entre las pasarelas. El estruendo. Bien. Corrí hacia allí. Me encontré con el hombre frente a frente. Se le quedó cara de póker. Me apuntó con el arma. ¡Joder! ¿Qué pasa, que cree que soy yo? Con rapidez disparé el arma cuando el metamorfo se había puesto a saltar sobre el hombre. Cayó muerto encima de él. Bien, una buena caza. Me acerqué y le quité al bicho pestilente de encima. Por si las moscas, disparé de nuevo en su cabeza. Ya finiquitado. Me quedé de pie, mirando al hombre que seguía en el suelo tirado. Le tendí la mano para que la cogiera y poder levantarse.
-Eres muy descuidado, deberías estudiar la situación antes de actuar. Aficionado- dije finalmente guardando el arma en la gabardina.
Off: Espero que no te importe que me meta yo, pensé que necesitarías ayuda xD
Por fin encontraba un caso en la ciudad londinense. Un caso que oía hablar cuando salía a despejarme de casa. Varios padres de familia estaban asesinando a sus mujeres e hijos. Me resultaba extraño, ¿por qué había tantos casos de asesinatos del mismo calibre? Mefistófeles no quiso decirme nada, no me ayudó con mis sospechas. ¿Qué ocurría en Londres? ¿Quién mataba en realidad a aquellas familias? Las negativas del demonio hicieron que mis ideas se consolidaran: en verdad, había alguien en las calles londinenses, haciéndose pasar por los padres de familia y matando a todos sus seres queridos. Sopesaba la idea de que cuando la policía les interrogase no quisieran reconocer el crimen. ¿Por qué? Porque ellos no eran los asesinos. Metamorfo. Esa es la palabra que llegó a mi mente. Salí a las calles, investigué de “cerca” las casas de los asesinatos. Algún trozo de piel que hacía que corroborase mis pensamientos. En efecto, el ser sobrenatural que se hallaba en Londres era un metamorfo. Pero aquel ser tenía exquisitez por las familias de cuatro integrantes: el padre, la madre, un hijo y una hija. Le seguí la pista.
Una noche me escondí tras los muros de una casa en los que observé que el padre tenía que salir por negocios. Y por la puerta, pocos minutos después, se le veía entrar de nuevo. Sus ojos brillaban en la noche. Pero mi sorpresa fue que había otro más, otro metamorfo con la imagen del hijo. Aquello me descolocó, ¿sabrían que les perseguía? Tenía la pistola en la mano para cuando salieran. Por fin les vi salir, gritos, pero ningún disparo. Me propuse a disparar cuando salieron por la puerta, pero para mi sorpresa otro hombre más salió de la casa, muy bien equipado según pude ver. Fruncí el ceño levemente y bufé del fastidio. Podría haberlos matado de un disparo limpio. Corrí en su dirección, un… ¿laberinto? Katrina, eres demasiado lista para caer en su trampa. Rodeé el laberinto, investigando otra entrada… pero no había. Disparos. ¿Aquel hombre les había matado? Por si acaso… Al no encontrar entrada salté el muro con un impulso en la propia pared. Me quedé en lo alto y observé el panorama. Aquel hombre había matado a uno, “bravo”. Mierda, el metamorfo había hecho una trampa. Pretendía atraerle a él con un estruendo, pero cuando fuera en su busca no estaría… ¡Estaría arriba! Y el hombre sería tan estúpido de morir por un fallo. Salté al suelo tras estudiar con rapidez el laberinto y corrí por entre las pasarelas. El estruendo. Bien. Corrí hacia allí. Me encontré con el hombre frente a frente. Se le quedó cara de póker. Me apuntó con el arma. ¡Joder! ¿Qué pasa, que cree que soy yo? Con rapidez disparé el arma cuando el metamorfo se había puesto a saltar sobre el hombre. Cayó muerto encima de él. Bien, una buena caza. Me acerqué y le quité al bicho pestilente de encima. Por si las moscas, disparé de nuevo en su cabeza. Ya finiquitado. Me quedé de pie, mirando al hombre que seguía en el suelo tirado. Le tendí la mano para que la cogiera y poder levantarse.
-Eres muy descuidado, deberías estudiar la situación antes de actuar. Aficionado- dije finalmente guardando el arma en la gabardina.
Off: Espero que no te importe que me meta yo, pensé que necesitarías ayuda xD
Katrina Volkova- Cazador
- Mensajes : 419
Fecha de inscripción : 19/09/2010
Edad : 32
Localización : El mundo
Re: Un caso en Londres - Libre.
Ezequiel aguardaba junto al cuerpo del metamorfo sin vida. Por experiencia, imaginaba que aún le quedaba tiempo de sobra para recomponerse. El segundo metamorfo tenía ventaja, podía estar oculto en cualquier lado observando a su víctima y esperando a que este bajase la guardia para atacar por sorpresa.
El humano tenía problemas…
Analizó su arsenal: Una espada y 4 cuchillos… y una pistola. Recuperó el arma que el metamorfo le había arrebatado. Su valor aumento al tener el comodín de un arma de fuego.
Un estruendo a su derecha, a no más de 3 metros de distancia. El sonido rebotaba por las paredes del laberinto y era difícil encontrar el origen. Aún así, Ezequiel sabía exactamente dónde ir.
Con la pistola por delante, dobló una esquina con la intención de disparar al maldito niño.
Pero no fue el chiquillo lo que se encontró, sino una mujer joven que iba armada con otra pistola. ¿El metamorfo ya habría cambiado de piel? Tiempo había pasado de sobra y los metamorfos podían cambiar muy rápido de apariencia… pero no de ropa. Aquel detalle detuvo a Ezequiel, que retiró el dedo del gatillo. Pero la mujer no retiró el arma, solo levantó la pistola y disparó al aire. Sobre Ezequiel calló un peso muerto que le tumbó de un solo golpe.
Se trataba del niño que yacía quieto sobre él con los ojos fijos en la nada y la boca abierta por la sorpresa.
Escalofriante ver a un niño muerto de esa manera pero el cazador no sintió nada, esa cosa merecía morir.
-Eres muy descuidado, deberías estudiar la situación antes de actuar. Aficionado- la mujer parecía muy segura de sí misma con esos aires de experta en la materia.
“Cometes pequeños errores y te tachan de aficionado, abrase visto” pensó Ezequiel dolido.
-Pero sigo vivo, cometa los errores que cometa aún no ha habido nada que haya podido conmigo. Ezequiel Lawrence. A tu servicio- se presentó el cazador esperando a que su salvadora también se presentara.
El humano tenía problemas…
Analizó su arsenal: Una espada y 4 cuchillos… y una pistola. Recuperó el arma que el metamorfo le había arrebatado. Su valor aumento al tener el comodín de un arma de fuego.
Un estruendo a su derecha, a no más de 3 metros de distancia. El sonido rebotaba por las paredes del laberinto y era difícil encontrar el origen. Aún así, Ezequiel sabía exactamente dónde ir.
Con la pistola por delante, dobló una esquina con la intención de disparar al maldito niño.
Pero no fue el chiquillo lo que se encontró, sino una mujer joven que iba armada con otra pistola. ¿El metamorfo ya habría cambiado de piel? Tiempo había pasado de sobra y los metamorfos podían cambiar muy rápido de apariencia… pero no de ropa. Aquel detalle detuvo a Ezequiel, que retiró el dedo del gatillo. Pero la mujer no retiró el arma, solo levantó la pistola y disparó al aire. Sobre Ezequiel calló un peso muerto que le tumbó de un solo golpe.
Se trataba del niño que yacía quieto sobre él con los ojos fijos en la nada y la boca abierta por la sorpresa.
Escalofriante ver a un niño muerto de esa manera pero el cazador no sintió nada, esa cosa merecía morir.
-Eres muy descuidado, deberías estudiar la situación antes de actuar. Aficionado- la mujer parecía muy segura de sí misma con esos aires de experta en la materia.
“Cometes pequeños errores y te tachan de aficionado, abrase visto” pensó Ezequiel dolido.
-Pero sigo vivo, cometa los errores que cometa aún no ha habido nada que haya podido conmigo. Ezequiel Lawrence. A tu servicio- se presentó el cazador esperando a que su salvadora también se presentara.
off: ¿puedes darme el codigo de tu color?
Ezequiel Lawrence- Cazador
- Mensajes : 11
Fecha de inscripción : 01/02/2011
Edad : 34
Re: Un caso en Londres - Libre.
-Pero sigo vivo, cometa los errores que cometa aún no ha habido nada que haya podido conmigo. Ezequiel Lawrence. A tu servicio- fanfarrón.
Si nada ha podido con él aquella noche había sido gracias a mí, pero sabía perfectamente cómo eran los tipos como él. Aún cometiendo errores tenían la divina suerte de seguir con vida. Qué proeza. Yo, sin embargo, tenía que poner mucha atención y estudiar bien mis pasos antes de actuar. Envidiaba a las personas como él. Pero era una situación en la que no podía hacer nada.
-Katrina Volkova, señor mío- dije con gesto cansado. Le tendí la mano para que la cogiera y tirar de él para levantarse. Y así lo hizo- ¿Siempre estás tan seguro de mantener la vida aún cometiendo fallos tan esenciales? Estoy por jurar que llevas años cazando a seres como él y aún así no planificas bien tus tácticas. ¿Vas improvisando por la marcha? En un principio creí que me dispararías, pero parecías listo y sabía que te darías cuenta. Eso quería creer, no me hubiese gustado acabar con una bala en el pecho- dije arqueando una ceja y riendo finalmente. Aquel hombre era cazador, no había intentado ocultármelo como hizo en un principio Vincent. No parecía querer escondérmelo, ni quería que así lo hiciera- Ezequiel, ¿no? ¿Eres de por aquí? ¿Sabes que fastidiaste el único respiro que tenía en mucho tiempo?
Off: claro, "mediumvioletred", y el tuyo?Si nada ha podido con él aquella noche había sido gracias a mí, pero sabía perfectamente cómo eran los tipos como él. Aún cometiendo errores tenían la divina suerte de seguir con vida. Qué proeza. Yo, sin embargo, tenía que poner mucha atención y estudiar bien mis pasos antes de actuar. Envidiaba a las personas como él. Pero era una situación en la que no podía hacer nada.
-Katrina Volkova, señor mío- dije con gesto cansado. Le tendí la mano para que la cogiera y tirar de él para levantarse. Y así lo hizo- ¿Siempre estás tan seguro de mantener la vida aún cometiendo fallos tan esenciales? Estoy por jurar que llevas años cazando a seres como él y aún así no planificas bien tus tácticas. ¿Vas improvisando por la marcha? En un principio creí que me dispararías, pero parecías listo y sabía que te darías cuenta. Eso quería creer, no me hubiese gustado acabar con una bala en el pecho- dije arqueando una ceja y riendo finalmente. Aquel hombre era cazador, no había intentado ocultármelo como hizo en un principio Vincent. No parecía querer escondérmelo, ni quería que así lo hiciera- Ezequiel, ¿no? ¿Eres de por aquí? ¿Sabes que fastidiaste el único respiro que tenía en mucho tiempo?
Katrina Volkova- Cazador
- Mensajes : 419
Fecha de inscripción : 19/09/2010
Edad : 32
Localización : El mundo
Re: Un caso en Londres - Libre.
-Katrina Volkova, señor mío- se presentó la salvadora y el cazador, aceptando toda ayuda en ese momento, cogió la mano que le tendían para levantarse. El cuerpo del niño metamorfo rodó hasta liberar a Ezequiel y cayó al suelo con un golpe sordo -¿Siempre estás tan seguro de mantener la vida aún cometiendo fallos tan esenciales? Estoy por jurar que llevas años cazando a seres como él y aún así no planificas bien tus tácticas. ¿Vas improvisando por la marcha? En un principio creí que me dispararías, pero parecías listo y sabía que te darías cuenta. Eso quería creer, no me hubiese gustado acabar con una bala en el pecho
-En esta vida no todos somos adivinos ¿Cómo iba a saber que un segundo cazador aparecería? Si hubieras aparecido un poco más tarde, te hubiera disparado seguro- argumentó el cazador pues con un poco más de tiempo, cabía la posibilidad de que el metamorfo le hubiera dado tiempo a cambiar de piel.
- Ezequiel, ¿no? ¿Eres de por aquí? ¿Sabes que fastidiaste el único respiro que tenía en mucho tiempo?
Ezequiel cruzó los hombros a la altura del pecho, a la defensiva. Cazar era una obligación con tal de limpiar el mundo de infectas criaturas, no un pasatiempo divertido. Ezequiel llegó a la conclusión de que no sería correcto discutir con la persona que le había salvado la vida, así que solo resoplo y fue a recoger su fusil descargado y su segunda pistola.
Con el fusil colgado al hombro, y las demás armas cubiertas con la capa que tapaba su cuerpo, Ezequiel miró por última a la cazadora.
-Te dejo entonces con tu querido respiro, ya sabrás que hacer con ellos ¿verdad? La experta y perfecta Katrina- y Ezequiel comenzó a caminar buscando la salida de aquel laberinto de callejones y edificios que, de una forma un tanto estúpida, había sido arrastrado.
Presa cazada, sin pistas que seguir y en un país totalmente diferente al suyo. Ezequiel estaba deseando salir de Londres de para buscar un nuevo caso y acabar con otro maldito oscuro.
“Un respiro… já, y luego el aficionado era yo” pensó Ezequiel antes de encontrar la salida del laberinto.
-En esta vida no todos somos adivinos ¿Cómo iba a saber que un segundo cazador aparecería? Si hubieras aparecido un poco más tarde, te hubiera disparado seguro- argumentó el cazador pues con un poco más de tiempo, cabía la posibilidad de que el metamorfo le hubiera dado tiempo a cambiar de piel.
- Ezequiel, ¿no? ¿Eres de por aquí? ¿Sabes que fastidiaste el único respiro que tenía en mucho tiempo?
Ezequiel cruzó los hombros a la altura del pecho, a la defensiva. Cazar era una obligación con tal de limpiar el mundo de infectas criaturas, no un pasatiempo divertido. Ezequiel llegó a la conclusión de que no sería correcto discutir con la persona que le había salvado la vida, así que solo resoplo y fue a recoger su fusil descargado y su segunda pistola.
Con el fusil colgado al hombro, y las demás armas cubiertas con la capa que tapaba su cuerpo, Ezequiel miró por última a la cazadora.
-Te dejo entonces con tu querido respiro, ya sabrás que hacer con ellos ¿verdad? La experta y perfecta Katrina- y Ezequiel comenzó a caminar buscando la salida de aquel laberinto de callejones y edificios que, de una forma un tanto estúpida, había sido arrastrado.
Presa cazada, sin pistas que seguir y en un país totalmente diferente al suyo. Ezequiel estaba deseando salir de Londres de para buscar un nuevo caso y acabar con otro maldito oscuro.
“Un respiro… já, y luego el aficionado era yo” pensó Ezequiel antes de encontrar la salida del laberinto.
off: #54799E
Ezequiel Lawrence- Cazador
- Mensajes : 11
Fecha de inscripción : 01/02/2011
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Re: Un caso en Londres - Libre.
-En esta vida no todos somos adivinos ¿Cómo iba a saber que un segundo cazador aparecería? Si hubieras aparecido un poco más tarde, te hubiera disparado seguro- una seca carcajada salió de mis labios.
Si me paraba a pensar unos instantes, yo habría hecho lo mismo. Pero había algo que me incomodaba levemente. ¿Habría esperado y pensado en las posibilidades? ¿Habría meditado si era un metamorfo o si, por el contrario, era humano? Había cambiado mucho de ahora a hace cinco o seis años. Ahora, después de todo lo que me había pasado, desconfiaba de todo el mundo, fuera humano o ser sobrenatural. ¿Y cómo no desconfiar de un ser sobrenatural? Mi vida estaba rodeada de esos seres, sobre todo demonios y estaba rezando a dios para conseguir mi salvación. Inútil, ¿verdad? ¿Qué iba a importar yo? Merecía el Infierno, el castigo por todos mis crímenes, cosa que no me divertía mucho.
-Te dejo entonces con tu querido respiro, ya sabrás que hacer con ellos ¿verdad? La experta y perfecta Katrina- enarqué una ceja.
Así que… ¿ahora se va? ¿Pero qué demonios se ha creído? ¡Me estaba dejando con el muerto!, literalmente. No podía permitirlo, ¿qué aires de grandeza se daba aquel cazador? Ni que fuera el cazador perfecto y experto en todos los aspectos. Saqué mi revólver, una joya que aún no se comercializaba en el mundo. Haber conocido a Samuel Colt me había traído muchas ventajas en mi trabajo. Aún tenía ciertos fallos e imperfecciones que intentaba arreglar, pero a mí, me iba como la seda. No era como esas primitivas pistolas que tardaban siglos en cargarse. Sin andarme con rodeos le apunté, amartilleé el revólver provocando ese sonido que helaba la sangre. Éste se paró en seco, se dio la vuelta.
-¿Dónde te crees que vas, amigo? Claro que sé qué hacer con ellos, ¿pero qué coño te has pensado? ¿Qué voy a hacer tu trabajo sucio? La llevas clara, no sabes con quién estás tratando… Y ahora, vas a quemar los cadáveres. Te lo advierto, soy de gatillo fácil- fruncí el ceño.
¡A mí no me mangoneaba ni Mefistófeles! ¿Pero qué se creían los hombres? ¿Los superiores en la faz de la Tierra? Sí… que se metieran conmigo, podríamos descubrir dónde acabarían. Como buena cazadora me guardé el revólver de nuevo. Al fin y al cabo era uno de los míos, no merecía morir. ¿O sí? Yo era una cazadora y muy en el interior sabía que debía morir. Bueno, debería dejarlo por ahora.
-¿De dónde eres? ¿Llevas mucho tiempo en el negocio?- por llamarlo de alguna manera…
Si me paraba a pensar unos instantes, yo habría hecho lo mismo. Pero había algo que me incomodaba levemente. ¿Habría esperado y pensado en las posibilidades? ¿Habría meditado si era un metamorfo o si, por el contrario, era humano? Había cambiado mucho de ahora a hace cinco o seis años. Ahora, después de todo lo que me había pasado, desconfiaba de todo el mundo, fuera humano o ser sobrenatural. ¿Y cómo no desconfiar de un ser sobrenatural? Mi vida estaba rodeada de esos seres, sobre todo demonios y estaba rezando a dios para conseguir mi salvación. Inútil, ¿verdad? ¿Qué iba a importar yo? Merecía el Infierno, el castigo por todos mis crímenes, cosa que no me divertía mucho.
-Te dejo entonces con tu querido respiro, ya sabrás que hacer con ellos ¿verdad? La experta y perfecta Katrina- enarqué una ceja.
Así que… ¿ahora se va? ¿Pero qué demonios se ha creído? ¡Me estaba dejando con el muerto!, literalmente. No podía permitirlo, ¿qué aires de grandeza se daba aquel cazador? Ni que fuera el cazador perfecto y experto en todos los aspectos. Saqué mi revólver, una joya que aún no se comercializaba en el mundo. Haber conocido a Samuel Colt me había traído muchas ventajas en mi trabajo. Aún tenía ciertos fallos e imperfecciones que intentaba arreglar, pero a mí, me iba como la seda. No era como esas primitivas pistolas que tardaban siglos en cargarse. Sin andarme con rodeos le apunté, amartilleé el revólver provocando ese sonido que helaba la sangre. Éste se paró en seco, se dio la vuelta.
-¿Dónde te crees que vas, amigo? Claro que sé qué hacer con ellos, ¿pero qué coño te has pensado? ¿Qué voy a hacer tu trabajo sucio? La llevas clara, no sabes con quién estás tratando… Y ahora, vas a quemar los cadáveres. Te lo advierto, soy de gatillo fácil- fruncí el ceño.
¡A mí no me mangoneaba ni Mefistófeles! ¿Pero qué se creían los hombres? ¿Los superiores en la faz de la Tierra? Sí… que se metieran conmigo, podríamos descubrir dónde acabarían. Como buena cazadora me guardé el revólver de nuevo. Al fin y al cabo era uno de los míos, no merecía morir. ¿O sí? Yo era una cazadora y muy en el interior sabía que debía morir. Bueno, debería dejarlo por ahora.
-¿De dónde eres? ¿Llevas mucho tiempo en el negocio?- por llamarlo de alguna manera…
Katrina Volkova- Cazador
- Mensajes : 419
Fecha de inscripción : 19/09/2010
Edad : 32
Localización : El mundo
Re: Un caso en Londres - Libre.
Todo en la noche parecía irle mal, excepto haber conservado su vida para una nueva caza, todo lo demás le había ido de perros. Y Katrina no se lo estaba poniendo mucho mejor.
El “click” que escuchó a su espalda, al amartillar un arma de fuego, le heló sangre y se detuvo en seco.
¿En serio la cazadora estaba dispuesta a dispararle? Ezequiel se dio la vuelta y se dispuso al cañón del arma con los brazos abiertos.
Que disparara, si ese era su deseo, tal vez le hiciese un favor.
-¿Dónde te crees que vas, amigo? Claro que sé qué hacer con ellos, ¿pero qué coño te has pensado? ¿Qué voy a hacer tu trabajo sucio? La llevas clara, no sabes con quién estás tratando… Y ahora, vas a quemar los cadáveres. Te lo advierto, soy de gatillo fácil
-Perdona, parecías entusiasmada por hacer algo por la patria. Yo solo te estaba dejando hacer- ¿A caso Ezequiel quería que Katrina apretara el gatillo de aquella extraña arma? Con su sentido del humor así lo parecía.
Para decepción de Ezequiel, Katrina bajó el arma y la guardó. El cazador bajó los brazos y los dejó pegados al suelo mientras veía como pasaba una de las muchas ocasiones de morir.
Como imaginaba que la cazadora no se movería hasta que el trabajo no estuviera acabado, Ezequiel apiló los cadáveres y del petate, que llevaba escondido bajo la capa, sacó aceite y los roció enteros. A continuación, con una cerilla, los prendió fuego para que no quedaran pruebas de lo que eran realmente. Si encontraban la escena del crimen solo verían dos cadáveres normales y corrientes totalmente calcinados.
-¿De dónde eres? ¿Llevas mucho tiempo en el negocio?- le preguntó Katrina a Ezequiel.
-¿Primero me apuntas con un arma y ahora te interesa mi vida?- preguntó perplejo, desviando la mirada de los cuerpos que ardían. Aún con su pregunta, Ezequiel contestó- Nací en Nueva Orleans. Ahora evito ese lugar lo mejor que puedo…- el semblante del cazador se torno oscuro, mostrando su verdadero interior por escasos minutos pues al instante recobró su radiante compostura, ocultando al verdadero hombre dañado que era en realidad-… Llevo 10 años matando seres como estos y tengo unas cuantas cicatrices que lo demuestran. Ahora estarás más sorprendida ¿verdad? Si que llevo años sobreviviendo a mis propios fallos- y devolvió la mirada a Katrina- ¿Y tú? Eres muy joven ¿Cuánto tiempo llevas cazando?.
El “click” que escuchó a su espalda, al amartillar un arma de fuego, le heló sangre y se detuvo en seco.
¿En serio la cazadora estaba dispuesta a dispararle? Ezequiel se dio la vuelta y se dispuso al cañón del arma con los brazos abiertos.
Que disparara, si ese era su deseo, tal vez le hiciese un favor.
-¿Dónde te crees que vas, amigo? Claro que sé qué hacer con ellos, ¿pero qué coño te has pensado? ¿Qué voy a hacer tu trabajo sucio? La llevas clara, no sabes con quién estás tratando… Y ahora, vas a quemar los cadáveres. Te lo advierto, soy de gatillo fácil
-Perdona, parecías entusiasmada por hacer algo por la patria. Yo solo te estaba dejando hacer- ¿A caso Ezequiel quería que Katrina apretara el gatillo de aquella extraña arma? Con su sentido del humor así lo parecía.
Para decepción de Ezequiel, Katrina bajó el arma y la guardó. El cazador bajó los brazos y los dejó pegados al suelo mientras veía como pasaba una de las muchas ocasiones de morir.
Como imaginaba que la cazadora no se movería hasta que el trabajo no estuviera acabado, Ezequiel apiló los cadáveres y del petate, que llevaba escondido bajo la capa, sacó aceite y los roció enteros. A continuación, con una cerilla, los prendió fuego para que no quedaran pruebas de lo que eran realmente. Si encontraban la escena del crimen solo verían dos cadáveres normales y corrientes totalmente calcinados.
-¿De dónde eres? ¿Llevas mucho tiempo en el negocio?- le preguntó Katrina a Ezequiel.
-¿Primero me apuntas con un arma y ahora te interesa mi vida?- preguntó perplejo, desviando la mirada de los cuerpos que ardían. Aún con su pregunta, Ezequiel contestó- Nací en Nueva Orleans. Ahora evito ese lugar lo mejor que puedo…- el semblante del cazador se torno oscuro, mostrando su verdadero interior por escasos minutos pues al instante recobró su radiante compostura, ocultando al verdadero hombre dañado que era en realidad-… Llevo 10 años matando seres como estos y tengo unas cuantas cicatrices que lo demuestran. Ahora estarás más sorprendida ¿verdad? Si que llevo años sobreviviendo a mis propios fallos- y devolvió la mirada a Katrina- ¿Y tú? Eres muy joven ¿Cuánto tiempo llevas cazando?.
Ezequiel Lawrence- Cazador
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