Esperando la madrugada junto a Catalina

El aire soplaba en dirección contraria a donde ibamos nosotros. Podía sentir el calor tenue que me llegaba desde el cielo. Mis instintos me decían que debía apurar el paso. No tardaría mucho en que el astro rey apareciera por entre las montañas, alumbrando todo a su paso. La adrenalina que sentía era muy fuerte. Podia jurar que la palparía si pudiese. Ser un vampiro traía cosas buenas, como el hecho de correr un poco más. Pero el juego que Catalina y yo habiamos iniciado no podía ayudarnos en mucho. Correr como dos humanos, como dos mortales. Eso era disfrutar gloriosamente de la vida, de lo que ya nunca habriamos de serlo.

Entonces llegamos a la enorme entrada de aquel lugar que habia abandonado hacia ya años. Donde no quise refugiarme en mis noches de alegria. Donde me aleje. Después de tanto tiempo, la casa seguía en pie. Sin apice de caerse en pedazos.

Estabamos ahí frente a mi casa d campo, ese lugar dond hace mucho fue mi guarida en la depresión qe me causo la ausencia d Zenobia. Dondé dormi ese sueño profundo del cual no tenía ganas de levantarme. Cuando mi dolor me cegaba y me quemaba como si mi corazón estuviera ahí dentro de mi, latiendo una y otra vez, y al mismo tiempo muriendo.

Nunca antes habia llevado a alguien mas. Y aquí estaba esta casi mañana con Catalina a mi costado, podría sentir la impasiencia que sentía porqe esas puertas fueran abiertas. Porque yo también sentía lo mismo, la sed d resguardarme junto a ella era mas fuerte q la sed q sentía arder en mis entrañas, me acerq a la puerta para abrirla y girarme para sonreirle y besarla dulcemente mientras con voz ronca, llena de jubilo le decía:

-Bienvenue aimée mia-

El día lentamente iba llegando, en el cielo la luna se había ido ya mientras que las ultimas estrellas estaban desapareciendo a mi vista, sentía una terrible melancolía al sentir la calida brisa que anunciaba la llegada del astro sol, el astro del que debería huir por el resto de mi existencia, volví la mirada atrás buscando encontrarme con la de Avicus, habíamos corrido a la velocidad que solo los seres como nosotros podemos alcanzar, sentía una extraña sensación recorrer mi cuerpo, como una presa que debía buscar refugio antes de que el cazador la alcanzara, por entre las montañas lentamente podían verse los primeros rayos, mientras algunas aves comenzaban a entonar sus hermosas melodías. Revivir al menos unos instantes nos había inyectado energía y vitalidad, era como si de momento olvidásemos lo que somos y rememorar lo que fuimos, bajo nuestros pies las ramas y hojas secas de los árboles crujían a nuestro paso.

Llegamos a una hermosa y melancólica casa de campo, sus enormes puertas se erguían frente a nosotros, era como si se hubiese quedado congelada en el tiempo, me detuve en seco asombrada por aquel recinto, era como si me llamase si me invitara a entrar, fijé{e la vista en ella y un aura como la de los seres animados hizo su aparición, era oscura pero no me daba miedo, tenia ese color azul que hablaba de la melancolía de sus paredes y el rojo del dolor y la rabia que alguna vez había llenado su interior, era como si tuviese vida propia, lentamente llevé mi mano derecha a la gran puerta de madera como si quisiera sentirla. Volteé nuevamente hacia Avicus y descubrí en el una expresión de melancolía, su aura tenia destellos pequeñas partículas de color azul que indicaba una gran inspiración, un amarillo vivo y vibrante que simbolizaba gran sabiduría adquirida através de los tiempos, el violeta que indicaba fuerza espiritual y un rojo muy tenue, el rojo era el color de la pasión y de la vida, estar en ese lugar parecía revivir momentos dolorosos para el, suspiré y di unos pasos hasta quedar frente a el. Me sentía halagada pues era como si me dejara entrar en un lugar que era casi sagrado para el.

Caminamos hasta la puerta la cual abrió, sentía la ansiedad por resguardarnos de la luz del astro rey, me sentía atraída a ese lugar y apasionada con la emoción que Avicus despertaba en mi. Una vez que la abrió se giró y acercándose rápidamente a mi con unas sonrisa en sus labios hizo derretir el hielo que había cubierto mi alma, me beso tiernamente para luego con una infantil y tierna sonrisa me daba la bienvenida en italiano. -I ringraziamenti, il posto sono bei ma è esso che siamo insieme, io deve dare grazie al destino per trovare a me nel relativo senso- respondí en un casi perfecto italiano el tono de mi voz era casi un susurro que solo el podría escuchar cálido y sensual, Selena mi mentora me había mencionado en mas de una ocasión que la voz y sus notas eran mi mayor arma, podía embelesar, atraer, y apasionar. Pero era la voz de Avicus la que me seducía mientras en mi vientre nacía un nuevo sentimiento, clavé la mirada en sus ojos y tomé su mano para que me guiara adentro.

Una vez dentro ni siquiera me fijé en los detalles, pues me acerqué a el y rodeando su cuello con ambos brazos, parada de puntillas como una niña pretendiendo alcanzar una golosina, junté mis labios con los suyos muy lentamente, disfrutando del tacto de su fría piel, cerré los ojos y lo bese tiernamente, de forma inocente y tímida…

Sonreí al escucharle. Podia notar el momento tan intimo que estabamos viviendo. Resultaba bastante raro he incomprensible como estaba ahí, junto a Catalina, esperando que el día anunciara su llegada, una llegada que para toda la eternidad sería nuestra maldición. Cerre la puerta y al escucharle, mi piel vibro, pidiendo a gritos atención, pidiendo a gritos algo que solo con ella, con Catalina podía sentir.

Me resultaba extraño estar ahí, junto a una dama como ella, junto a una mujer con la cual podía pensar como un humano.
Si la hubiera conocido cuando aún era un humano, era posible que ella nisiquiera se hubiera fijado en mí, pero lo mas seguro era que si me hubiera dado al menos una señal que sentía la misma atracción que yo hacia ella, la habría hecho mi esposa y la habria llenado de amor, de riquezas, de todo lo que ella pidiera.

Pero la conocí ahora, siendo un inmortal, y eso le daba un toque de sensualidad. No abría necesidad de formalidades, al menos no por ahora. Donde estabamos solo nosotros dos. Iba a hablar, cuando sentí su cercanía. Note como se ponía de puntitas y sus brazos se enredaban en mi cuello para darme un beso, un beso lleno de ternura, de pasión, de emosión... de vida.

Mis brazos reaccionarón así como mi cuerpo, tome su cintura entre mis brazos y la aprete suavemente mientras la besaba con algo mas de pasión. Sus besos me estaban embriagando completamente, cegandome. Mi cuerpo estaba vibrando, lentamente di cortos besos a los labios de Catalina, besando sus mejillas, y pude notar, o tal véz fue producto de mi imaginación, pero sentí el calor en mis labios, su piel parecía viva. Sonreí y segui dando cortos besos al rostro perfecto de esa mujer que se estaba convirtiendo en alguien que jamás podría olvidar.

Sonreía entre los besos de Avicus a los cuales correspondía con la misma ternura y timidez de una adolescente, mientras afuera los rayos del sol llenaban de vida el campo, las aves entonaban sus canciones y el roció de la noche se evaporaba lentamente, apenas por algunas ventanas se veían unos casi insignificantes rayos de sol, el día había llegado y yo había amanecido en los brazos de un hombre que me hacia sentir viva no solo por fuera si no también por dentro. En un impulso sentía como si mi frío y muerto corazón latiese de nuevo, imaginé como se sentiría su cálida respiración en mi. Sus brazos se aferraban a mi cintura apretándome ligeramente. Me detuve de pronto, me estaba dejando llevar y ni siquiera sabia quien era el, mas pareciera que fuéramos viejos conocidos, fijé la mirada en sus facciones, memorizándolas para guardarlas en mis recuerdos, me acompañaría por el resto de mi existencia.

-Scusa- me disculpé aun sin soltar mis brazos de su hermoso cuello, me sentía embelesada por su presencia, como una abeja por la miel -Pero usted me ha regresado a la vida, quizás mi corazón no late ni irriga sangre a mis órganos, pero mi alma ha despertado del doloroso letargo en que se había sumergido.- expresé con sinceridad viéndolo a los ojos, de pronto sentía como mi vos se tornaba un poco mas ronca y suave, matizada por un sentimiento de éxtasis que solamente el me había hecho sentir, era algo superior a mis fuerzas y a mi entendimiento. -Debéis pensar que soy una atrevida.- comenté bajando apenada la mirada, de haber podido ruborizarme sin dudarlo estaría ya roja como un tomate. solté su cuello lentamente, me rehusaba a hacerlo ya que me sentía segura, viva y con fuerzas renovadas sin embargo no sabia lo que pasaría ese día...

Al escucharle decir aquellas palabras, no pude evitar emocionarme. No lo hacia tan seguido. Pero me resultaba algo fascinante, que déspues de tanto tiempo, por fin pudiera compartir un tiempo a solas con alguein que en verdad valiera el sacrificio de mis horas, de mis días, de mi vida entera.
Observe un haz de luz que se filtraba por entre una ventana. Pequeñas motas de particulas o pelusas, se mezclaban con la claridad que no habia notado hasta entonces. Observe la estancía, algo oscura para ser de mañana. Supuse que el sol ya estaba colocandose sobre aquella mansión a la que tanto anhelaba su guarida.

Debéis pensar que soy una atrevida

Le mire a los ojos sorprendido por lo que decia y note como me soltaba del cuello para bajar la mirada.

-Catalina, no debes avergonzarte, somos ya personas mayores- dije sin inmutarme y rodando los ojos con ironía -Jamás me pasaría por la mente que una persona como tú, después de nuestas charlas, pensaría en ella como una atrevida. Eres una de las pocas personas que he conocido en mi vida que valen en verdad la pena...

Me acerque a ella, tal vez el atrevido era yo, y no me importaba. Le tome de la cintura y con un beso algo atrevido, intente dejarle en claro que lo ultimo que pensaba era si se comportaba com una atrevida o no, solo me importaba el momento, las palabras dichas, los actos cometidos, la pasión, y el tiempo que para nosotros era y siempre sería eterno

Sonreí al escuchar lo que me decía y me sorprendí cuando sus manos comenzarón a tocarme con delicadeza... Fue como una invitación, una muda invitación a ser parte de ella, borraria con todas mis fuerzas el dolor que quiza ella guardaba, el dolor que yo tenía desde hacia ya mucho. No queria pensar en el pasado, eso ya habia quedado ahí, tampoco queria pensar en el futuro, eso ya vendria despues. A mi, y a ella solo nos interesaba el presente, ese presente donde solo nos encontrabamos los dos. Como dos almas vivas y latientes. LLenas de amor, llenas de emosiones. Emosiones que hacia ya mucho no sentía.

Su piel, suave, dura, mortecina, parecia cobrar vida con mis caricias. LO mismo ocurria con mi piel al ser recorrida por sus manos finas y pequeñas.

Sus besos, tiernos, cargados de pasión, me enredaban la mente y no me permitian pensar con cláridad. No estabamos jugando a nada, nos estabamos entregando como si fuese la primera vez, como dos adolecentes. Escondiendonos de aquel sol ardiente que afuera proyecyaba todo a su paso.

Sonreí de nuevo mientras mis labios se deslizaban sutilmente por su cuello. Bese su mandibbula, su mejilla su nariz, sus ojos y sus labios, aceptando esa invitación. La tome de la cintura y con suavidad la alce en vilo. Y sin decir palabra alguna la lleve a la parte de arriba de aquel lugar llamado hogar. Abrí con suavidad la puerta de mi habitación y mire fijamente a Catalina. La bese, cortamente y espere que ella dijiese algo. No queria ser alguien impetuoso, ni grosero, era un caballero y esperaria a su invitación muda.

Observe su reacción, estaba encantada, parecía viva, plena. Al igual que yo me sentía.

-Gracias- murmure observando como me daba la vuelta y caminaba hacia aquella enorme cama.

-¿Me acompañáis?.-

Suspire y no pude evitar sonreir anchamente. Me acerque a ella, colocandome a lado de ella y mirandola a los ojos. Tome su mano entre las mías y la lleve a mis labios para besarla tiernamente y sin apartar la mirada de sus divinos ojos le dije:

-He esperado un momento así desde que me convertí en lo que ahora soy, divina Catalina. Me has hecho vivir, palpitar y poder sentir de nuevo- volví a besar su mano con suavidad.

Mi señor, puedo asegurarte que de la misma forma, por un par de horas gracias a un afortunado y maravilloso encuentro, os puedo asegurar que la lejana vida ha vuelto a mi gracias a vos.-

Venid...

Me sentí halagado por lo que dijo y como hipnotizado me acomode a su costado y sentí como ella recostaba su rostro en mi pecho y comenzaba a acariciar mi cabello. Me deje llevar por aquel momento que valia mas que mil litros de sangre, más que la vida misma. Nuestras manos entrelazadas me hicierón sentir más unida a ella. Y entonces comenzó a cantar.

Abrí los ojos embelezado por aquella voz tan fina y hermosa. Catalina era una mujer excepsional, una mujer que valia la pena recordar por toda la eternidad. Su suave vóz logro convomer mi espiritú, mi alma, si es que aún tenía después de tanto tiempo asesinando. Cerre los ojos, recordando los tiempos en donde fuí un sanguinario cualquiera, recordando la época donde lo material era mi fuente de vida. Recordé también las noches que pase en Constantinopla. Con aquellos seres a los que ame con toda mi fuerza, recorde a Mael, a Marius, a Zenobia... ¡Hay mi Zenobia! Que será de tí amada mía...

Me quede quieto, escuchando, sintiendo como mi corazón cobraba vida, de una forma mágica, ancestral... divina.

Entoncés ella se detuvo, sentí mi cuerpo hormiguearse, como cuando algo le ha encantado tanto que no cabe de emosión, de sentimiento. Abrí los ojos y observe como ella jugaba aún con mis cabellos, quieta, esperando, sentí su adoración, su ternura, su amor tal véz por este pobre hombre que habia perdido las esperanzas hacia ya mucho. Suspire largamente y sin decir palabra alguna, me levante un poco y roce sus labios, un roce suave, dulce, duradero. Con mi mano libre acaricie su rostro y le sonreí con dulzura.

-Catalina- murmure sobre sus labios y la bese con intensidad., transmitiendo las ganas que tenía de quedarme ahí con ella toda una eternidad si era posible. Suavemente y sin perder la cordura acaricie su mejilla, bajando lentamente por su cuello, su hombro, sintiendo la piel suave y fina, su piel, fría y dura, en esos omomentos me parecía cálida, normal... baje a sus brazos, acariciando cada rincon del mismo, hasta llegar a su cintura; me coloque con cuidado sobre ella y la alce para desprender su corse, le despoje de él y observe los ojos de aquella mujer que me tenía acorralado.

De nuevo acaricie su cintura y baje a sus caderas acariciando de nuevo cada rincón...

El tiempo al fin se habia detenido o eso era lo que yo quería pensar, todo era casi mágico, tenia los ojos cerrados mientras reposaba la cabeza en el pecho de Avicus, sonreí ligeramente cuando el se incorporó un poco rosando mis labios con delicadeza, sus labios para mi eran tibios y confortable, llenos de dulzura y cariño, un sentimiento que creía enterrado ya.

Abrí los ojos clavando mis oscuras orbes en su mirada, parecía hechizada por su presencia, intrigada y apasionada como nunca antes desde que soy lo que tanto maldije alguna vez, mordí suavemente su labio inferior cuando murmuro mi nombre sobre los labios arañando ligeramente su pecho sobre la ropa sin dejar de verle a los ojos. Sus manos lentamente bajaron con delicadeza y ternura por mi mejilla hasta mi cuello, recorriendo mi hombro con esa textura del marfil que solemos tener, fría y pálida nuestra piel, llegó a mi cintura y con un lento movimiento se colocó sobre mi levantándome ligeramente para desamarrar las cintillas de corsé despojándome de el, mi pecho quedó al descubierto mostrando mis erguidos y endurecidos senos, los cuales tenían una tez pálida y mortecina. Sonreí tiernamente con una gran carga de erotismo y sensualidad que despertaba en mi como una llama creciendo, sus manos recorrían la curvatura de mi cintura mientras yo mentía mi diestra por la camisa acariciando su abdomen pasando apenas la punta de las uñas por el arañando ligeramente. Me acerqué a su rostro y sin decir palabra alguna besé sus labios tierna y apasionadamente…

El silencio se hizo dueño del momento, observe sus pechos, erguidos y erectos. Su piel brillaba bajo aquella luz tenue que entraba del sol. Catalina era hermosa, una diosa. Ella habria podido ser mi Diosa cuando hubo un tiempo en el cual fuí yo el Dios.
Sonreí con ternura mientras notaba como ella me besaba tiernamente. Mis manos no se detuvieron y seguí acariciando sus caderas, que todavia sostenian aquella falda vaporosa. Y de nuevo, con suavidad, la despoje de esa prenda que ya nos estorbaba. Sentí sus uñas acariciar mi cuerpo, me retorcí, era un roce casi mágico. LLeno de sensaciones inmensas. Catalina me enloquecía en un dulce placer.

Me erguí y rapidamente me deshice de mi camisa. Le mire desde aquella posición. Se veía tan divina, tan coqueta, tan sensual. Si mi corazón latiese aún, en esos momentos tendría el pulso acelerado y loco.

Me agache para tomar con cuidado uno de esos pezones que estaban erguidos he inchados de placer. Lo metí suavemente en mi boca, acariciandolo con la lengua y jalando despacio.