En Busca de respuestas (libre)

Estaba lejos de casa, nuevamente...

Era lo primero que acudía a su mente en esos momentos, no era raro para él encontrarse en esa situación y mientras hojeaba distraídamente un grueso volumen de unos extraños poemas celtas del siglo pasado que narraban una historia, una triste y macabra historia acerca de una madre muerta que, días después de estarlo, salía a cazar niños a un bosque cercano. Podía ser una referencia a los no muertos. Se concentró en su lectura sin siquiera fijarse si quedaban otros ávidos lectores cerca, el lugar cerraba temprano y, no quería ser el último en salir.

Dejó ese libro y tomando otro, leyó con atención.

"La noche había venido a Faraad desde el desierto trayendo consigo a los últimos rezagados de las caravanas. En una taberna, cerca de la puerta septentrional, un buen número de mercaderes procedentes de tierras lejanas, sucios y cansados, estaban refrescándose con los famosos vinos de Yoros. Entre el tintineo de las copas de vino, se oía la voz de un narrador de cuentos que les distraía de su fatiga".

-Interesante - Dijo en voz baja y musitó un trozo de la narración - Porque allí, en cavernas escondidas, se agazapaba un pueblo salvaje y semibestial, conocido como los Ghorii. Semejantes a vampiros y chacales, eran devoradores de carroña y también antropófagos, subsistiendo preferentemente de los cuerpos de los viajeros y bebiendo su sangre en lugar de agua o vino. Eran temidos por todos aquellos que tenían ocasión de viajar entre Yoros y Tasuun.. .

Se detuvo y miró alrededor, un leve estremecimiento recorrió su espina dorsal, estaba solo, leyendo una historia fantástica que hablaba de monstruos, detuvo su lectura y se pasó una mano por los ojos sintiéndose cansado, de pronto se sobresaltó y sus ojos observaron con espanto que, alguien lo observaba, parpadeó y se llevó la mano al cinto.

- ¿Quién eres tú? - Exclamó.

Era hermosa la biblioteca donde estaba, aunque juraba que estaba solo. Eran tan solo unas cuantas horas de haber llegado allí y se conocía casi cada rincón. Las calles estaban algo desoladas para su excéntrico gusto. Quiera divertirse un rato.

Caminó por los pasillos de la biblioteca detallando todo lo que sus ojos de permitían y sus sentidos también. Escuchó una respiración a lo lejos, tomando un libro en manos se acercó al chico que estaba cerca de cabellos largos.

- ¿Quién eres tú? - Exclamó.

Esbozó una pequeña sonrisa y lo miró algo apenado según él.

- Lo siento caballero, no era mi intención asustarlo ni mucho menos – se excuso – No pensaba que había alguien más en la biblioteca

- Lo siento caballero, no era mi intención asustarlo ni mucho menos – se excuso – No pensaba que había alguien más en la biblioteca.

Al oírlo se sintió ligeramente avergonzado, había sonado algo brusco, casi más de lo que era habitualmente, y es que no estaba muy acostumbrado a tratar con las personas cuando se encontraba sin "misiones", esto quería decir que cuando no debía averiguar algo o seguir a una criatura sospechosa.

- Perdóneme...Este lugar puede ser tétrico después de una hora - replicó.

Bajó la mirada, el hombre enfrente de él estaba ricamente vestido, parecía un noble y, tenía un brillo extraño en la mirada. Dorian ordenó los libros y, tomando uno lo dejó en el estante en el que lo había encontrado, sus pasos resonaron en el piso y desde su ubicación, volvió a observar al hombre.

Se acercó con cautela.

- Creo que no queda nadie más - observó y le tendió la mano - Mi nombre es Dorian, mucho gusto.

Se encontraba tranquilamente sentada mientras leía, aparentemente, con detenimiento el libro que yacía descansando sobre la mesa frente a ella. A un lado, se encontraba un cuaderno dónde ella escribía hábilmente, sin errores y sin ver.

No era como si lo necesitara. Pero ser la pequeña y prodigiosa ahijada de una familia de tanto prestigio exigía una avanzada enseñanza y muchos deberes.
No tenía problema con eso tampoco. Pero era más probable que así llegase a encontrarse con algo interesante.

Por lo que sabía, aquellos dos sujetos de algunos estantes más allá de donde ella estaba, finalmente se habían dado cuenta de la presencia del otro. Y aún no ocurría nada entretenedor. Siguió escribiendo. Se preguntó qué sucedería si decidía darse a conocer ella también. Sonrió. Podría ser divertido... podría.

(¿interrumpo algo? :3)

Le sonrió al chico tendiéndole la mano también en cierto gesto de amabilidad y gentileza para con él. Dejó en una mesa cercana a ellos el libro que había tomado en manos solo para disimular de momento si pequeña estadía en la biblioteca.

- Un placer, Dorian – sonrió con simpatía.

No estaban solo, eso se le hacia un hecho pero quería que quien estuviera se diera a conocer por si mismo. Le señaló una mesa con silla talladas perfectamente a mano, agradeció tal gusto en una biblioteca con perfecto ambiente tranquilo para ella.

- Y dígame señor Dorian – lo miró con intensidad - ¿A que se dedica en esta vida?

(Off: No interrumpes ^^)

Mientras observaba con mirada desconfiada y plácida sonrisa al atractivo sujeto, sintió un ruido provenir de un espacio más alejado, al observar de reojo distinguió una interesante figura femenina, su sonrisa se ensanchó al igual que su expresión de ingenuidad, no quería que nadie supiera que era un cazador, al menos no aún.

- Y dígame señor Dorian – lo miró con intensidad - n]]¿A que se dedica en esta vida?[/b].

Alzó levemente una ceja y, por hacer algo tomó el libro de poemas celtas. Mentir se le daba de forma sumamente fácil, miró el volumen y dejándolo otra vez sobre la mesa observó a su interlocutor.

- Mis padres me dejaron un próspero negocio de telas...Pero mi sueño es ser escritor - Lo miró a los ojos - ¿Y cual es vuestro nombre?.

Una buen indicio en alguien interesante era la cautela, y ese chico de allí la había demostrado. Lo sabía por sus gestos. Definitivamente ocultaba algo. Quizá era un prófugo o simplemente una persona bien precavida y paranoíca; o bien, ninguna de las dos cosas. Sería cosa de verificarlo..

Cerró el libro que estaba leyendo y guardó el cuaderno dentro dentro de una mediana y práctica bolsita de tela. Sabía que el simple sonido del roce de las páginas sería suficiente para captar su atención. Con suma delicadesa, se levantó de su asiento y se dirigió a un estante cercano a los dos hombres que conversaban.

− Buenas noches, caballeros. − les sonrió encantadoramente, con la gentileza y la educación que sólo le podía pertenecer a una niña. Luego, devolvió el libro al lugar que le correspondía.

- Mis padres me dejaron un próspero negocio de telas...Pero mi sueño es ser escritor - Lo miró a los ojos - ¿Y cual es vuestro nombre?.


Siguió sonriendo con afinidad al ojiazul mirando con interés con un tanto de disimulo. Iba a responder la pregunta con otra pregunta hasta que una chica de hermosa piel palida y grandes como llamativos ojos se les acercó, así que ella era quien estaba allí también.

“Hermosa mirada” pensó para él.

− Buenas noches, caballeros. − les sonrió encantadoramente, con la gentileza y la educación que sólo le podía pertenecer a una niña. Luego, devolvió el libro al lugar que le correspondía.

Observó a la chica con particularidad y se levantó de la mesa con una pequeña inclinación, dijo:

- Buenas noches mi lady – miró a los ojos a la muchacha – Si gusta en sentarse y acompañarnos en esta hermosa noche – sugirió.

Abrió paso y sacó una de las sillas para que se sentará.

− Buenas noches, caballeros. −

Se inclinó con cortesía y buena educación ante la muchacha, por lo visto no sólo él optaba por quedarse hasta tarde allí, y con lo peligrosas que podían ser las calles afuera dedujo que, los tres estaban allí por razones importantes, se quedó observando cómo el, que parecía un poco mayor que ellos invitaba a la jovencita a sentarse.

Pensó que era extraño que el desconocido aún no se presentara, tuvo un mal presentimiento y recordó que hasta las personas más inocentes podrían ocultar un monstruo dentro de ellas, se ruzó de brazos y preguntó con ingenuidad.

- ¿Y que hacéis vosotros en un lugar como este a estas horas? -.

- Buenas noches mi lady – miró a los ojos a la muchacha – Si gusta en sentarse y acompañarnos en esta hermosa noche – sugirió.
Abrió paso y sacó una de las sillas para que se sentará.

Correspondió la mirada y el lindo gesto. − Sería un placer. −Aceptó, mientras tomaba asiento y les sonreía a ambos hombres. Sabía que cada uno de los dos guardaba secretos interesantes. Quería comprobar qué tan interesantes podrían resultar ser quienes los resguardaban.

- ¿Y que hacéis vosotros en un lugar como este a estas horas? -.

Parpadeó inocentemente. −Me imagino que lo mismo que hacía usted, buen hombre, ya que estamos en una biblioteca. ¿Qué más se podría hacer aqui? − preguntó, nuevamente con inocencia. − La noche es muy bonita y yo disfruto más de la lectura en un horario donde llegue a haber poca gente. −

Parpadeó inocentemente. −Me imagino que lo mismo que hacía usted, buen hombre, ya que estamos en una biblioteca. ¿Qué más se podría hacer aqui? − preguntó, nuevamente con inocencia. − La noche es muy bonita y yo disfruto más de la lectura en un horario donde llegue a haber poca gente. −

Dorian entrecerró los ojos ante esta respuesta, por lo visto los tres ocultaban algo, y ninguno parecía demasiado dispuesto a decir nada que pudiera despertar sospechas, él era cauto y desconfiado por naturaleza, no creía en la bondad de las personas y menos en las buenas intenciones, la mirada inocente de la jovencita contrastaba con la mirada intensa de su otro interlocutor.

- Si, la noche es tan tranquila...Sólo los más arriesgados salen a disfrutar la oscuridad sabiendo que pueden aparecer criaturas extrañas - sonrió - ¿No habeis oído las leyendas?.

Sonrió divertido, mantenía sus brazos pegados a sus costados dispuesto a saltar ante el más mínimo movimiento.

- Si, la noche es tan tranquila...Sólo los más arriesgados salen a disfrutar la oscuridad sabiendo que pueden aparecer criaturas extrañas - sonrió - ¿No habeis oído las leyendas?.

Sonrió divertido, mantenía sus brazos pegados a sus costados dispuesto a saltar ante el más mínimo movimiento.

Una lenta e indescifrable sonrisa comenzó a curvarse en sus finitos labios rojizos, al mismo tiempo en que se estiraba perezosamente, como un gatito, acentúando su mirada felina. −Todos escuchamos historias, giovani Dorian. Algunas absurdas y otras muy interesantes. Están por todas partes. Hay una gran diversidad de ellas que varía constantemente, dependiendo de cada región. − Explicó. − ¿A qué clase de leyendas se refiere usted? −

Era obvio que trataba de descubrir lo que cada quién ocultaba. Movería la conversación tanteando temas que, al final, podrían orillar a alguien a desvelar algo interesante, esperando por el cualquier error que se presente. Y al mismo tiempo, estando al pendiente de las reacciones de ambos y determinar a tiempo el peligro. Huir de la escena y confirmar sus sospechas. Notó la disfrazada tensión que estaba detrás de su apariencia ingenúa y curiosa. Estaba preparado para el más pequeño de los indicios. Le pareció lindo.

Escuchaba con atención a los dos chicos mientras el se había hundido en sus oscuros pensamientos. Los tres ocultaban cosas aunque era un hecho para su persona que la chica que tenia a un lado no era una simple humana o en todo caso mortal.

- En lugares como este hay muchas historias, es cierto mi lady – sonrió con cierta particularidad – Aunque siempre hay que tener confianza en vuestro buen sentido común y dar fé que algunas cosas pueden que no sean ciertas pero siempre hay que dejad el derecho a la duda.

Miró al chico, la tensión entre los tres era palpable bastante para estar en una biblioteca.

El ambiente se sentía cada vez más pesado. Tensión, intriga, sospecha, la expectativa... comenzaban lentamente a apropiarse del aire. Ella agitó lmano distraídamente a la nada para comprobar lo espeso que era, sin perder su inmensa tranquilidad. La inquietud disimulada de Dorian y el silencio del otro hombre abstraído por sus propios pensamientos le pareció una situación graciosa. Cada uno sospechaba de los demás y lo demostraba de diferente manera. Era entretenido analizarlos. Para todos era evidente que ninguno de los presentes era alguien común y corriente. Secretos tan pesados como los que ocultaban requería experiencia fuera de lo normal por parte de quienes los resguardaban. Hasta donde ella sabía, los dos eran humanos. O al menos, seres vivientes. No tenía dudas sobre la especie del muchacho que se hacía llamar Dorian, pero sí del otro. Emanaba cierta escencia sobrehumana dificíl de ignorar pese a que todas su caracteristícas encajaban en las de un humano.

- En lugares como este hay muchas historias, es cierto mi lady – sonrió con cierta particularidad – Aunque siempre hay que tener confianza en vuestro buen sentido común y dar fé que algunas cosas pueden que no sean ciertas pero siempre hay que dejad el derecho a la duda.- Miró al chico, la tensión entre los tres era palpable bastante para estar en una biblioteca.


Sabía que detrás de esas palabras, él era tan perfectamente consciente acerca de lo sobrenatural como ella.

− Ciertamente, siempre hay que permanecer abiertos a todas las posiblidades, tanto las existentes como las inexistententes.− Alzó su penetrante e indescifrable mirada hacia él. −Especialmente a lo inesperado. − Observó con mucho más detenimiento sus rasgos. Era demasiado bello, como un vampiro, y desprendía la oscura tentación caracteristíca de uno, pero en definitiva no lo era. También era bastante fino para ser un perro. Lo más seguro es que sea alguien que sepa dominar las artes oscuras− Es un alivio tenerlo de vuelta a la conversación, Signore...... Huhm, ¿Con quién tengo el placer?− lo miró con interés.

Y es que lo que más le llamaba la atención de ése sujeto era la incofundible mancha del pecado verdadero, fielmente impregnada en él.

Los oía, y mientras más escuchaba más se cerraba en si mismo. Cada palabra y gesto eran como una señal de peligro u advertencia para él, esa pequeña jovencita, demasiado pálida, demasiado inteligente y calmada para ser humana, y ese hombre aparecido de la nada, emanaba algo oscuro, sentía la piel erizada como la de un gato y, también un deseo extraño por acercarse a él.

- Es verdad, vos aún no nos habéis dicho cómo os llamáis, aún...¿Acaso algo o alguien os prohíbe revelar vuestro nombre? - Preguntó con tranquilidad.

Tenía una daga en el cinto, también un pequeño frasco con agua bendits, el espacio en el que estaban era grande y, lo separaba un larga mesa y sillas, de sus dos interlocutores. No era dado a huir, pero si era lo bastante inteligente como para no dárselas de héroe y menos con dos seres que, estaba seguro, no eran de este mundo. Se apartó un mechón del rostro y se cruzó de brazos aparentemente tranquilo.

Le sonrió a ambos, se levantó de la silla acomodándola con tranquilidad tal cual como estaba.

- No os puedo dar a conocer mi nombre… Ahora – le sonrió a ambos.

Irguió la espalda esperando alguna reacción de ambos. Sabia que la chica era un vampiro ya que no le sentía ni la mínima esencia de vida ni signos vitales pero el chico si era humano. Lo miró con intensidad, el chico tenia algo oscuro dentro pero muy enterrado y quería dejar esa esencia oscura dejar correr.

- Aunque fue un gusto haber charlado con vosotros – los miró a ambos mientras esperaba alguna reacción.

Tal como esperaba, el hombre seguía sin decir quién era, eso aumentaba la sensación de peligro que sentía sobre su cabeza y no era simple paranoia, apenas el hombre atractivo terminó de hablar no aguantó más y, tomando la silla en la que se apoyaba se la lanzó por la cabeza mientras corría hacia la puerta.

Aquella niña no era humana, y le importaba bien poco lo que le ocurriera,lo que más llamaba su atención era el hecho de habérselos topado en una biblioteca, como si buscasen algo igual que él.

Salió a las tétricas calles completamente sin aliento.

El sepulcral silencio parecía tan eterno como ella misma lo era, sino fuera porque sólo habían sido unos pocos segundos los que transcurrieron.

Se ajustó con delicadeza las cintas de sus muñequeras, con toda la tranquilidad del mundo, como si un hombre no hubiera saltado sobre ellos, pasándolos de largo y huyendo de la escena con tal rápidez como si su vida dependiera de ello. En realidad, no estaba muy lejos de la realidad. Le pareció una reacción muy graciosa y adorable. Se le escapó una pequeña y agraciada risita, como el sonido de un par de cascábeles de plata resonando con morbosidad entre las paredes de un bolsillo de terciopelo. Sus enormes ojos azules, repletos de misterio e inocencia infantil, se asomaron entre la sedocidad de su espeso y negro cabello.

– Me parece que terminamos asustando al desafortunado giovani Dorian. El muy descortés nos ha dejado, solos y abandonados a nuestra suerte. – dijo en un tono risueño y confidenciaencial, bien consciente de que nadie más los estaba escuchando.

Off: Pobre cazador, a la primera le tocó un demonio y un vampiro xDDD