El protocolo frances (LIBRE)

por **Samantha Becquer** Dom Abr 17, 2011 1:57 pm

Las ligeras notas del cuarteto de cuerda bañaban la estancia de aquel salón.
Aquella noche de verano estaba siendo especialmente calurosa y los abanicos de las damas parecían un enjambre de mariposas ansiosas. Aun el baile no había sido abierto ya que la anfitriona no había llegado aun.
En una esquina del salón, sentada, aburrida y acalorada se encontraba la joven Samantha, aquel corsé tan ajustado no la dejaba respirar, los zapatos le hacían daño en los pies y sus cabellos sueltos levemente recogidos por unas peinetas no hacían más que contribuir al bochorno que sentía. Ciertamente deseaba salir de allí, pero eso no sería políticamente correcto…

Recordó su fiesta de presentación en sociedad, había sido hacia algunos meses con el gélido invierno de acompañante. Rechazo todas y cada una de las invitaciones que tuvo y a pesar de ello tenía constancia de que su padre ya negociaba su dote con algún que otro pretendiente.
Pero aquella noche no se trataba de su fiesta, esta era para la segunda hija de la familia Lemoine, la perfecta y pedante Aurore Lemoine. Solo pensar en su nombre llenaba a la joven de un profundo resentimiento al recordar como aquella mojigata había conseguido estropear la invitación de Alaric Lemoine, su hermano mayor, el único pretendiente por el que sentía simpatía.

Los músicos se detuvieron y se oyó una voz masculina en la sala presentando a la joven protagonista de aquella velada, la señorita Aurore Lemoine entro en el salón con un vestido verde oscuro, a juego con sus ojos, haciendo alarde de su delicadeza y fragilidad.
Su padre la esperaba en el centro del salón, dijo unas palabras presentando a su hija y alabándola, Samantha sentiua que se le revolvían las tripas y para colmo tuvo que pararse soportando aquellos incómodos tacones. Cuando Monsieur Lemoine termino la música volvió a envolver el ambiente y él inicio el baile con su hija.

por Luc Pherebon Vie Dic 23, 2011 4:10 am

Ahogo la risa que le provocaba aquella chica, no había leído sus pensamientos pero bastaba con lo que sentía. Su irritabilidad le hacía gracia quién sabe porque, quizá fuera el hecho de que ella sintiera lo mismo respecto a tanto protocolo.

-Lindo vestido el que trae la rubia Lemoine, ¿no le parece señorita? -Dijo con tono educado, esforzándose por no soltar una risita. Suficiente se había pasado con omitir el ''señorita'' y llamarle rubia en vez.

Y ahí estaba ella misma, con un vestido escarlata y el cabello sujeto que dejaba caer parte de sus bucles castaños. Oh, como detestaba traer tanta tela encima. Vaya que a veces detestaba su apellido, si por ella fuera andaría lo más lejos de aquellas reuniones que jamás había terminado de dijerir, pero tenía que permanecer metida en ello, primero por su familia, luego por su difunto esposo, y para variar, ahora por mantener un apellido ''Que no olvides que un apellido te puede dar de comer ¿Aunque no lo necesites? No seas cínica.'' pensó para si haciéndo un ligero mohín mientras veía a la rubia y su padre bailar.

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