Una dulce velada.
2 participantes
Cántico de Sangre :: ITALIA, INGLATERRA Y FRANCIA :: RESIDENCIAS :: FRANCIA :: PARÍS: Maison Lefevre
Página 1 de 1.
Una dulce velada.
Había acertado ir aquella noche a París. Había conocido a un extraordinario y atrevido vampiro que sería difícil de olvidar. ¿Cómo olvidar aquellos cabellos dorados y esos ojos grises que brillaban de un color violáceo sobrenatural? Tenía razón, me apetecía pasear y charlar con aquel vampiro, compartir secretos, opiniones o gustos, saber todo lo que pudiera acerca de él. Acepté su proposición de ir a ver París, así su mano delicadamente y sonriendo le insté a caminar. Las nubes empezaron a tapar la luna, de nuevo parecía que el cielo quería llorar de tristeza. ¿Nosotros no te damos alegría? ¿O el altísimo quiere fastidiarnos la noche? No lo conseguiría si se trataba de eso. La lluvia era hermosa y daba al lugar un toque melancólico. Andar bajo la lluvia me parecía una experiencia fascinante y llena de vida. Lestat y yo caminábamos en silencio, le miraba de vez en cuando desviando la mirada después un tanto avergonzada. Podría reírme como una chiquilla enamorada, pero no lo hice, simplemente me mantuve en silencio, caminando por las oscuras calles de París. Mis pasos nos llevaron a los preciosos Campos de Marte, con una torre Eiffel aún por terminar. ¿Qué loco había puesto aquel amasijo de hierros en aquel lugar? No llegaba a ser de mi gusto, eran cuatro palos puestos porque sí. ¡Qué más da! Ahora eso no me importaba, solo quería estar al lado de Lestat. Observé el arreglo que deberían hacer más adelante, había hierba y algunas flores, pero sacar partido a aquel lugar daría muy buena imagen de lo que era París. De pronto el cielo se iluminó en un rayo largo y perfecto que había perfilado el cielo nocturno y más adelante un pequeño trueno inundó el lugar. Habría tormenta.
-Qué bonitos espectáculos nos da la naturaleza- dije con una sonrisa- Espero que no os dé miedo mojaros- dije con una risita.
Seguía caminando con lentitud, cogida de la mano de Lestat. A ojos mortales podríamos parecer una pareja feliz enfrentándose al peligro de la noche. ¿Pero qué sabían ellos?: Nada. Y debía seguir así. Miré a Lestat vivazmente y me abracé a él. Robé un beso de sus hermosos labios, de esos labios que podían enloquecer a cualquiera. Me separé, no muy pronto, sin dejar de disfrutar de su beso.
-Habladme un poco más de vos, Lestat… Quiero saberlo todo, podéis llamarme curiosa, pero vos me llamáis la atención.
-Qué bonitos espectáculos nos da la naturaleza- dije con una sonrisa- Espero que no os dé miedo mojaros- dije con una risita.
Seguía caminando con lentitud, cogida de la mano de Lestat. A ojos mortales podríamos parecer una pareja feliz enfrentándose al peligro de la noche. ¿Pero qué sabían ellos?: Nada. Y debía seguir así. Miré a Lestat vivazmente y me abracé a él. Robé un beso de sus hermosos labios, de esos labios que podían enloquecer a cualquiera. Me separé, no muy pronto, sin dejar de disfrutar de su beso.
-Habladme un poco más de vos, Lestat… Quiero saberlo todo, podéis llamarme curiosa, pero vos me llamáis la atención.
Re: Una dulce velada.
Nos alejamos de aquel cementerio que desprendía un hedor a muerte terrible.
Mientras paseábamos la luna se escondía detrás de unos nubarrones que amenazaban tormenta.
¿Por qué tenía que ponerse a llover en estos momentos? Aunque sabía que una minucia como esa no nos iba a detener.
A lo tonto habíamos llegado a los campos de Marte. No parecía que Katherine nos hubiera llevado allí a propósito, pero estaba encantado con su orientación.
A unos cientos de metros de distancia la esperada Torre Eiffel se elevaba hacia el cielo esperando a que terminaran de construirla.
La gente podría decir que parecía más un enorme andamio que a una obra de arte, pero eso se debía a que no eran capaces de ver la hermosura que existía entre los hierros que formaban aquella estructura. La torre Eiffel era una obra de arte que no se podía comparar con una escultura o un cuadro. Aquel amasijo de hierros era una obra de arte para el mundo de la arquitectura moderna.
-Qué bonitos espectáculos nos da la naturaleza- dijo Katherine cuando el cielo se iluminó momentáneamente por un relámpago- Espero que no os dé miedo mojaros.
-Mientras que no me encoja…- dije sonriente mirando el vedado cielo esperando que de un momento a otro una gota de lluvia aterrizara en mi cara.
Seguimos caminando cogidos de la mano, y en un momento determinado del paseo Katherine me abrazó y me robó un dulce beso de mis labios que no tardo en deshacerse.
-Habladme un poco más de vos, Lestat… Quiero saberlo todo, podéis llamarme curiosa, pero vos me llamáis la atención.- sus palabras me alagaron pero tenía que reconocer que mi físico y mi forma de ser provocaban el mismo efecto en muchas personas.
-De acuerdo chérie curiosa ¿Qué os podría contar? Huí a Paris en cuento pude, dejando mi vida de pobre noble para lanzarme a los brazos de las musas del teatro. No actuaba para ricos, ni mucho menos para la realeza pero cuando me subía al escenario me aplicaba al papel lo mejor que pudiera. Y cuando salía de él, mi nueva vida me esperaba y no podía peor más de lo que tenía. Una casa, un amigo, mujeres… todo arrebatado por un vampiro caprichoso que quiso dejar su semilla del mal antes de lanzarse a la hoguera para desaparecer del mundo- las últimas palabras estaban tintadas con leve toque de rencor. Jamás conocí de verdad a Magnus, no tuve la oportunidad- esa es la decadente vida de Lestat de Lioncourt: de tener nada a poseerlo todo y de poseerlo todo a convertirse en el mal de las noches. Y créame si le digo, que mi nuevo papel del mal lo bordo con descaro- no pude terminar de hablar sin enseñar una picarona sonrisa.
Mientras paseábamos la luna se escondía detrás de unos nubarrones que amenazaban tormenta.
¿Por qué tenía que ponerse a llover en estos momentos? Aunque sabía que una minucia como esa no nos iba a detener.
A lo tonto habíamos llegado a los campos de Marte. No parecía que Katherine nos hubiera llevado allí a propósito, pero estaba encantado con su orientación.
A unos cientos de metros de distancia la esperada Torre Eiffel se elevaba hacia el cielo esperando a que terminaran de construirla.
La gente podría decir que parecía más un enorme andamio que a una obra de arte, pero eso se debía a que no eran capaces de ver la hermosura que existía entre los hierros que formaban aquella estructura. La torre Eiffel era una obra de arte que no se podía comparar con una escultura o un cuadro. Aquel amasijo de hierros era una obra de arte para el mundo de la arquitectura moderna.
-Qué bonitos espectáculos nos da la naturaleza- dijo Katherine cuando el cielo se iluminó momentáneamente por un relámpago- Espero que no os dé miedo mojaros.
-Mientras que no me encoja…- dije sonriente mirando el vedado cielo esperando que de un momento a otro una gota de lluvia aterrizara en mi cara.
Seguimos caminando cogidos de la mano, y en un momento determinado del paseo Katherine me abrazó y me robó un dulce beso de mis labios que no tardo en deshacerse.
-Habladme un poco más de vos, Lestat… Quiero saberlo todo, podéis llamarme curiosa, pero vos me llamáis la atención.- sus palabras me alagaron pero tenía que reconocer que mi físico y mi forma de ser provocaban el mismo efecto en muchas personas.
-De acuerdo chérie curiosa ¿Qué os podría contar? Huí a Paris en cuento pude, dejando mi vida de pobre noble para lanzarme a los brazos de las musas del teatro. No actuaba para ricos, ni mucho menos para la realeza pero cuando me subía al escenario me aplicaba al papel lo mejor que pudiera. Y cuando salía de él, mi nueva vida me esperaba y no podía peor más de lo que tenía. Una casa, un amigo, mujeres… todo arrebatado por un vampiro caprichoso que quiso dejar su semilla del mal antes de lanzarse a la hoguera para desaparecer del mundo- las últimas palabras estaban tintadas con leve toque de rencor. Jamás conocí de verdad a Magnus, no tuve la oportunidad- esa es la decadente vida de Lestat de Lioncourt: de tener nada a poseerlo todo y de poseerlo todo a convertirse en el mal de las noches. Y créame si le digo, que mi nuevo papel del mal lo bordo con descaro- no pude terminar de hablar sin enseñar una picarona sonrisa.
Lestat de Lioncourt- Vampiro - Clase Alta
- Mensajes : 83
Fecha de inscripción : 29/05/2010
Edad : 54
Re: Una dulce velada.
Pobre muchacho, tenía todo lo que quería, ser actor era lo que más le gustaba, además de tener mujeres y a un amigo. ¿Qué más podía pedir?: Que un vampiro le convirtiese en contra de su voluntad. Y así ocurrió, el pobre Lestat se convirtió en un hijo de la noche.
-Esa es la decadente vida de Lestat de Lioncourt: de tener nada a poseerlo todo y de poseerlo todo a convertirse en el mal de las noches. Y créame si le digo, que mi nuevo papel del mal lo bordo con descaro- me mostró una sonrisa picarona, no pude evitar reír.
-No creo que tenga nada de decadente vuestra vida Lestat. Ahora también lo tenéis todo, ¿qué más queréis? Sois un príncipe malcriado, al que tienen que dar todos los lujos y caprichos del mundo, ¿me equivoco?- reí de nuevo- Bueno, así fui yo hace mucho, quizás algún día cambiéis.
Seguimos caminando en silencio, no sabía qué decir o hacer, estaba totalmente en blanco. ¿Necesitaba ayuda justamente a mis 600 años? Por favor Katherine, tendrás algo que contar sin importancia.
-Tras mi conversión yo también perdí todo lo que tenía, os comprendo muy bien Lestat, perdí el poder ser actriz, perdí a mi compañero en la mortalidad y perdí mis ganas de vivir un día más. Pero todo acaba yéndose como el polvo que lleva la brisa. Así que no tengo más remedio que almacenar mis recuerdos, cada uno de ellos son diferentes, ya sean de comportamiento o de época. Una vez caí en la locura, otra me enterré en un cementerio, otra fui una chiquilla avariciosa con ansias de poder… Pero siempre acabamos por ser nosotros mismos, algún día…
¿Pero qué sartas de tonterías son esas, Katherine? ¿No se te ocurre nada más interesante? Que idiota llegas a ser a veces… Seguí caminando sin hacer mucho caso a mi mente, mirando al suelo, que estaba comenzando a empaparse por la lluvia. El suelo no era el único que estaba mojándose, nosotros también. Pronto noté el pelo chorreando agua y mi vestido iba por el mismo camino. Bueno, no me importaba mientras estuviera al lado de Lestat. La noche no era silenciosa, los truenos se hacían presentes, y los rayos eran como un sol que sí podíamos observar.
-Qué bonita noche- dije suspirando.
-Esa es la decadente vida de Lestat de Lioncourt: de tener nada a poseerlo todo y de poseerlo todo a convertirse en el mal de las noches. Y créame si le digo, que mi nuevo papel del mal lo bordo con descaro- me mostró una sonrisa picarona, no pude evitar reír.
-No creo que tenga nada de decadente vuestra vida Lestat. Ahora también lo tenéis todo, ¿qué más queréis? Sois un príncipe malcriado, al que tienen que dar todos los lujos y caprichos del mundo, ¿me equivoco?- reí de nuevo- Bueno, así fui yo hace mucho, quizás algún día cambiéis.
Seguimos caminando en silencio, no sabía qué decir o hacer, estaba totalmente en blanco. ¿Necesitaba ayuda justamente a mis 600 años? Por favor Katherine, tendrás algo que contar sin importancia.
-Tras mi conversión yo también perdí todo lo que tenía, os comprendo muy bien Lestat, perdí el poder ser actriz, perdí a mi compañero en la mortalidad y perdí mis ganas de vivir un día más. Pero todo acaba yéndose como el polvo que lleva la brisa. Así que no tengo más remedio que almacenar mis recuerdos, cada uno de ellos son diferentes, ya sean de comportamiento o de época. Una vez caí en la locura, otra me enterré en un cementerio, otra fui una chiquilla avariciosa con ansias de poder… Pero siempre acabamos por ser nosotros mismos, algún día…
¿Pero qué sartas de tonterías son esas, Katherine? ¿No se te ocurre nada más interesante? Que idiota llegas a ser a veces… Seguí caminando sin hacer mucho caso a mi mente, mirando al suelo, que estaba comenzando a empaparse por la lluvia. El suelo no era el único que estaba mojándose, nosotros también. Pronto noté el pelo chorreando agua y mi vestido iba por el mismo camino. Bueno, no me importaba mientras estuviera al lado de Lestat. La noche no era silenciosa, los truenos se hacían presentes, y los rayos eran como un sol que sí podíamos observar.
-Qué bonita noche- dije suspirando.
Re: Una dulce velada.
-No creo que tenga nada de decadente vuestra vida Lestat. Ahora también lo tenéis todo, ¿qué más queréis? Sois un príncipe malcriado, al que tienen que dar todos los lujos y caprichos del mundo, ¿me equivoco?- no me molesto en absoluto el apelativo que utilizó para describirme, es más me iba que ni pintado: “Lestat, El Príncipe Malcriado”- Bueno, así fui yo hace mucho, quizás algún día cambiéis.
-¿Cambiar? Cuando tenga miles de años y haya almacenado casi todo el saber de la tierra o pierda completamente la cordura. Mientras tanto, seguiré siendo igual de alocado y malcriado.
-Tras mi conversión yo también perdí todo lo que tenía, os comprendo muy bien Lestat, perdí el poder ser actriz, perdí a mi compañero en la mortalidad y perdí mis ganas de vivir un día más. Pero todo acaba yéndose como el polvo que lleva la brisa. Así que no tengo más remedio que almacenar mis recuerdos, cada uno de ellos son diferentes, ya sean de comportamiento o de época. Una vez caí en la locura, otra me enterré en un cementerio, otra fui una chiquilla avariciosa con ansias de poder… Pero siempre acabamos por ser nosotros mismos, algún día…
-Has vivido muchísimos años más que yo, los años te han permitido cambiar la forma de mirar a las cosas y pensarlas de formas diferentes.
Si te sirve de consuelo yo también me enterré. Bajo las ardientes arenas de desierto del Cairo en un pequeño jardín de una casa abandonada. Pero me encontraron al poco tiempo- el vampiro que busqué durante mis viajes, dejándole mensajes por todas las ciudades que pasaba me encontró al fin. Justo cuando más le necesitaba.
Tenía la camisa pegada al cuerpo por culpa del agua y los pantalones los sentía pesado por la humedad que habían absorbido.
Katherine tenía problemas similares, pero su situación era un regalo a la vista para cualquier hombre que la tuviera a la vista. Era muy hermosa y sus movimientos eran sensuales.
-Qué bonita noche- suspiro Katherine. Aproveché para quitarme la chaqueta y pasársela por encima de los hombros para taparla un poco.
-Todas las noches tienen algo que las hacen hermosas. Hoy has sido tú quien ha vestido a la noche con sus mejores galas. Tu sola presencia ha permitido que el cielo nocturno se ilumine para nosotros.
-¿Cambiar? Cuando tenga miles de años y haya almacenado casi todo el saber de la tierra o pierda completamente la cordura. Mientras tanto, seguiré siendo igual de alocado y malcriado.
-Tras mi conversión yo también perdí todo lo que tenía, os comprendo muy bien Lestat, perdí el poder ser actriz, perdí a mi compañero en la mortalidad y perdí mis ganas de vivir un día más. Pero todo acaba yéndose como el polvo que lleva la brisa. Así que no tengo más remedio que almacenar mis recuerdos, cada uno de ellos son diferentes, ya sean de comportamiento o de época. Una vez caí en la locura, otra me enterré en un cementerio, otra fui una chiquilla avariciosa con ansias de poder… Pero siempre acabamos por ser nosotros mismos, algún día…
-Has vivido muchísimos años más que yo, los años te han permitido cambiar la forma de mirar a las cosas y pensarlas de formas diferentes.
Si te sirve de consuelo yo también me enterré. Bajo las ardientes arenas de desierto del Cairo en un pequeño jardín de una casa abandonada. Pero me encontraron al poco tiempo- el vampiro que busqué durante mis viajes, dejándole mensajes por todas las ciudades que pasaba me encontró al fin. Justo cuando más le necesitaba.
Tenía la camisa pegada al cuerpo por culpa del agua y los pantalones los sentía pesado por la humedad que habían absorbido.
Katherine tenía problemas similares, pero su situación era un regalo a la vista para cualquier hombre que la tuviera a la vista. Era muy hermosa y sus movimientos eran sensuales.
-Qué bonita noche- suspiro Katherine. Aproveché para quitarme la chaqueta y pasársela por encima de los hombros para taparla un poco.
-Todas las noches tienen algo que las hacen hermosas. Hoy has sido tú quien ha vestido a la noche con sus mejores galas. Tu sola presencia ha permitido que el cielo nocturno se ilumine para nosotros.
Lestat de Lioncourt- Vampiro - Clase Alta
- Mensajes : 83
Fecha de inscripción : 29/05/2010
Edad : 54
Re: Una dulce velada.
-Todas las noches tienen algo que las hacen hermosas. Hoy has sido tú quien ha vestido a la noche con sus mejores galas. Tu sola presencia ha permitido que el cielo nocturno se ilumine para nosotros.
Me sonrojé al escuchar aquellas palabras que provenían de los labios de Lestat. ¡¿Pero cómo alguien podía llegar a ser tan romántico?! Era conmovedor, maravilloso, precioso.
-Eres muy amable Lestat, has hecho que me sonroje…- dije con una risita- Está lloviendo a cántaros. Creo que es oportuno que nos cobijemos. ¿Te apetecería pasar lo que queda de la noche y la próxima mañana en mi casa? Por el tiempo, claro…- me puse nerviosa y terminé con una pequeña risa.
Así la mano de Lestat delicadamente. Pretendía guiarle hasta mon petite maison, aunque sería más exacto llamarla mansión. Caminé por las calles no muy deprisa pero tampoco despacio, ya estábamos totalmente mojados así que… ¿qué más daba? En aquella oscura noche solo se escuchaban las gotas de agua caer en la fría piedra y nuestros pasos en el suelo. Encantador… ¿verdad? Bueno, para un grupo limitado de personas sí. Pronto pude divisar la casa, a lo lejos se veía una tenue luz que traspasaba por las ventanas. Sería el ama de llaves, Margaret. ¿Aún despierta a esas horas? Estaría preocupada por mí, como de costumbre. Pero qué mujer más encantadora era.
-Bueno… allí está. Encantadora- dije con una risa.
Tras pasar por la puerta pude ver que Margaret venía corriendo hacia ella. La pobre puso los brazos en las caderas y puso gesto de enfado. Sonreí agachando la cabeza. Pero pronto pude ver cómo cambiaba su rostro en un sentimiento de alivio.
-Me teníais preocupada Madame. Creí que os había sucedido algo malo, no sabría qué hacer si algo así ocurriese- cambió su vista de mí a Lestat.- Bonnes nuits Monsieur.
“Vaya… ¿Será él por lo que ha tardado tanto en volver? Al parecer no iba solo a dejar flores en las tumbas de sus padres… Hombre, el chico es hermoso, ¡pero cómo tiene la cabeza esta niña! ¿Será su nuevo novio? No, no. Si me dijo que tiene a un hombre en Grecia. ¡Mon Dieu!”
No pude evitar carcajear al leer los pensamientos de Margaret, pero qué graciosa era.
-No te preocupes Margaret, ya ves que estoy sana y salva. No me ha ocurrido nada malo. En verdad siempre me conmueve que te preocupes así por mí- y más aún porque no podía sucederme nada malo.
-Sabéis que siempre me preocupo por vos Madame- nos sonrió afablemente- ¡Pero qué veo! Os habéis empapado con la lluvia. Ahora mismo llamo a las sirvientas para que preparen el baño.
-No te preocupes Margaret, ve a dormir, sé que te caes del sueño- dije con una risita- Nos las arreglaremos nosotros.- Observé una de las pequeñas sonrisas de Margaret.
-Está bien Madame… Tened muy buenas noches. Me retiro- subió a su habitación aún dando vueltas a su cabeza.
-Así es Margaret- dije con una risa a Lestat.- Somos como una pequeña familia. Yo les cuido a ellos y ellos me cuidan a mí.
Así de nuevo su mano y le guié hasta mi habitación. Sentía el vestido pegado a mi cuerpo y no era una sensación agradable. Me metí en el baño y preparé la bañera de agua tibia. Eché unas sales de aroma a vainilla, mis preferidas. Salí y sonreí a Lestat.
-He preparado el baño, cuando quieras puedes entrar…
Me sonrojé al escuchar aquellas palabras que provenían de los labios de Lestat. ¡¿Pero cómo alguien podía llegar a ser tan romántico?! Era conmovedor, maravilloso, precioso.
-Eres muy amable Lestat, has hecho que me sonroje…- dije con una risita- Está lloviendo a cántaros. Creo que es oportuno que nos cobijemos. ¿Te apetecería pasar lo que queda de la noche y la próxima mañana en mi casa? Por el tiempo, claro…- me puse nerviosa y terminé con una pequeña risa.
Así la mano de Lestat delicadamente. Pretendía guiarle hasta mon petite maison, aunque sería más exacto llamarla mansión. Caminé por las calles no muy deprisa pero tampoco despacio, ya estábamos totalmente mojados así que… ¿qué más daba? En aquella oscura noche solo se escuchaban las gotas de agua caer en la fría piedra y nuestros pasos en el suelo. Encantador… ¿verdad? Bueno, para un grupo limitado de personas sí. Pronto pude divisar la casa, a lo lejos se veía una tenue luz que traspasaba por las ventanas. Sería el ama de llaves, Margaret. ¿Aún despierta a esas horas? Estaría preocupada por mí, como de costumbre. Pero qué mujer más encantadora era.
-Bueno… allí está. Encantadora- dije con una risa.
Tras pasar por la puerta pude ver que Margaret venía corriendo hacia ella. La pobre puso los brazos en las caderas y puso gesto de enfado. Sonreí agachando la cabeza. Pero pronto pude ver cómo cambiaba su rostro en un sentimiento de alivio.
-Me teníais preocupada Madame. Creí que os había sucedido algo malo, no sabría qué hacer si algo así ocurriese- cambió su vista de mí a Lestat.- Bonnes nuits Monsieur.
“Vaya… ¿Será él por lo que ha tardado tanto en volver? Al parecer no iba solo a dejar flores en las tumbas de sus padres… Hombre, el chico es hermoso, ¡pero cómo tiene la cabeza esta niña! ¿Será su nuevo novio? No, no. Si me dijo que tiene a un hombre en Grecia. ¡Mon Dieu!”
No pude evitar carcajear al leer los pensamientos de Margaret, pero qué graciosa era.
-No te preocupes Margaret, ya ves que estoy sana y salva. No me ha ocurrido nada malo. En verdad siempre me conmueve que te preocupes así por mí- y más aún porque no podía sucederme nada malo.
-Sabéis que siempre me preocupo por vos Madame- nos sonrió afablemente- ¡Pero qué veo! Os habéis empapado con la lluvia. Ahora mismo llamo a las sirvientas para que preparen el baño.
-No te preocupes Margaret, ve a dormir, sé que te caes del sueño- dije con una risita- Nos las arreglaremos nosotros.- Observé una de las pequeñas sonrisas de Margaret.
-Está bien Madame… Tened muy buenas noches. Me retiro- subió a su habitación aún dando vueltas a su cabeza.
-Así es Margaret- dije con una risa a Lestat.- Somos como una pequeña familia. Yo les cuido a ellos y ellos me cuidan a mí.
Así de nuevo su mano y le guié hasta mi habitación. Sentía el vestido pegado a mi cuerpo y no era una sensación agradable. Me metí en el baño y preparé la bañera de agua tibia. Eché unas sales de aroma a vainilla, mis preferidas. Salí y sonreí a Lestat.
-He preparado el baño, cuando quieras puedes entrar…
Re: Una dulce velada.
Y allí me llevo en un santiamén. Era una gran mansión al estilo francés. Mansiones como esa podías verlas en Nueva Orleans pero no llegaban a ser exactamente iguales.
Katherine me invitó a pasar y nada más cruzar el umbral de la puerta una mujer, al parecer su sirvienta, nos asaltó.
No me hizo falta poderes para poder ver el gran vínculo que existía entre las dos mujeres.
La sirvienta tenía un gran amor maternal hacia Katherine y eso a ella la amedrentaba haciendo crecer un tierno amor hacia la sirvienta.
Cuando la sirvienta se fue, Katherine asió mi mano y me guió hasta la habitación, que supuse, sería la de Katherine. No me dio tiempo a investigar un poco las pertenencias personales de Katherine pues en cuanto se marcho volvió enseguida para decirme que el baño estaba preparado para mí.
-¿A caso no vas a meterte conmigo?- le pregunté juguetonamente. Pero salí del cuarto sin esperar la respuesta de Katherine pues estaba claro que era “NO”.
Cerré la puerta tras de mí y me quité toda la ropa mojada. Fue un descanso quitarse toda esa tela que se había pegado a la piel por culpa de la humedad y quedarse completamente desnudo para poder sentir la cálida agua de la bañera.
A mis fosas nasales llegaba el aroma de la canela. Cuando me tumbé en la bañera me hundí al instante y quedé sumergido unos cuantos segundos. Cuando salí a la superficie me eché toda la mata de pelo hacia atrás con las manos y me quedé tumbado un buen rato.
De vez en cuando me echaba algo de agua a la cara cuando sentía que ésta se secaba.
Mis ganas de más Katherine fueron en aumento y cuando no pude soportar más su ausencia salí de la bañera y me sequé con una toalla que me habían preparado.
La ropa estaba totalmente mojada y no estaba dispuesto a volver a soportar aquella húmeda tela.
Me enrollé la toalla a la cintura para tapar todo lo que pudiese de cintura para abajo y salí del cuarto de baño para volver a entrar en el cuarto de Katherine.
-Un baño esplendido Katherine, no me había dado cuenta cuanto necesitaba quitarme toda esa ropa mojada. Me he quedado con ganas de más pero prefería gozar de tu compañía que estar ahí solo en la bañera.
Katherine me invitó a pasar y nada más cruzar el umbral de la puerta una mujer, al parecer su sirvienta, nos asaltó.
No me hizo falta poderes para poder ver el gran vínculo que existía entre las dos mujeres.
La sirvienta tenía un gran amor maternal hacia Katherine y eso a ella la amedrentaba haciendo crecer un tierno amor hacia la sirvienta.
Cuando la sirvienta se fue, Katherine asió mi mano y me guió hasta la habitación, que supuse, sería la de Katherine. No me dio tiempo a investigar un poco las pertenencias personales de Katherine pues en cuanto se marcho volvió enseguida para decirme que el baño estaba preparado para mí.
-¿A caso no vas a meterte conmigo?- le pregunté juguetonamente. Pero salí del cuarto sin esperar la respuesta de Katherine pues estaba claro que era “NO”.
Cerré la puerta tras de mí y me quité toda la ropa mojada. Fue un descanso quitarse toda esa tela que se había pegado a la piel por culpa de la humedad y quedarse completamente desnudo para poder sentir la cálida agua de la bañera.
A mis fosas nasales llegaba el aroma de la canela. Cuando me tumbé en la bañera me hundí al instante y quedé sumergido unos cuantos segundos. Cuando salí a la superficie me eché toda la mata de pelo hacia atrás con las manos y me quedé tumbado un buen rato.
De vez en cuando me echaba algo de agua a la cara cuando sentía que ésta se secaba.
Mis ganas de más Katherine fueron en aumento y cuando no pude soportar más su ausencia salí de la bañera y me sequé con una toalla que me habían preparado.
La ropa estaba totalmente mojada y no estaba dispuesto a volver a soportar aquella húmeda tela.
Me enrollé la toalla a la cintura para tapar todo lo que pudiese de cintura para abajo y salí del cuarto de baño para volver a entrar en el cuarto de Katherine.
-Un baño esplendido Katherine, no me había dado cuenta cuanto necesitaba quitarme toda esa ropa mojada. Me he quedado con ganas de más pero prefería gozar de tu compañía que estar ahí solo en la bañera.
Lestat de Lioncourt- Vampiro - Clase Alta
- Mensajes : 83
Fecha de inscripción : 29/05/2010
Edad : 54
Cántico de Sangre :: ITALIA, INGLATERRA Y FRANCIA :: RESIDENCIAS :: FRANCIA :: PARÍS: Maison Lefevre
Página 1 de 1.
Permisos de este foro:
No puedes responder a temas en este foro.
Jue Ene 29, 2015 12:29 am por Lirio azul
» Casting para Claudia
Jue Ene 29, 2015 12:29 am por Lirio azul
» Théâtre des Vampires
Miér Ago 27, 2014 6:07 pm por Tristán Evans
» Luccia Venturi
Miér Jul 30, 2014 6:29 pm por Tristán Evans
» Buenas tardes
Miér Nov 27, 2013 1:51 am por Luccia Venturi
» Los antiguos
Miér Jun 12, 2013 11:54 pm por erick roal
» Dudas
Vie Mayo 31, 2013 10:13 am por Armand
» Lydia Deetz
Mar Mayo 28, 2013 1:48 am por Capt. leon
» Juego de la Verdad.
Jue Abr 11, 2013 5:37 pm por Sayra Luk Richter