Noche Apacible.... [LIBRE]

En mis estancia en París había recibido unas pistas sobre el posible paradero de los protagonistas de mi búsqueda, así que no dudé un instante en hacer una fugaz visita a Florencia, según dicen, otra ciudad del amor...

Llegué a Florencia en mi carruaje, bajé frente a una taberna en la que se suponía que me iban a dar las señas de aquellos señores. Me arreglé la falda celeste de no muy marcados pliegues, que hacía juego con el corsé de color algo más oscuro en el que iba enfundada. Mi criado me dió un abanico grande y elegante el cual abro tapando un poco las facciones de mi cara, dejando a la vista solamente mis celestes ojos, y mi pelirojo cabello recogido en un sencillo moño que dejaba caer algunos rizos.

Entré en la taberna y comencé a abrirme paso delicadamente entre la gente, hasta llegar a una camarera a la cual pregunté por el dueño. Me contestó que no se encontraba y me decidí sentarme a esperarlo pacientemente, mientras me abanicaba sin mostrar en totalidad mi rostro.

Mi buena amiga Cecilia había hablado de mi a una familia muy adinerada de Florencia los cuales harían una fiesta por todo lo alto a causa del matrimonio de su primogénito y en vista que pedían bailarinas de ballet para dar un toque elegante a la fiesta de baile acepté encantada, me apetecía salir un ratillo de bella Nápoles y Florencia era una ciudad encantadora y atrayente.

El baile comenzaría en unos pocos días y yo decidí ir antes para relajarme y conocer la ciudad, había hecho que la familia me pagara la habitación del hotel más los honorarios de mi trabajo, me había acomodado en la habitación y puesto todo en orden para que por las mañanas no molestasen. Al rato bajé en busca de un relajante paseo y me puse a ello. Mis piernas me habían llevado hasta una taberna en el centro de la ciudad, no sabía qué haría allí pero algo en ella me llamaba la atención, decidí entrar.

Fui directo a una alejada mesa y me despojé de mi pesado abrigo de lana y piel, mientras mi cabeza viajaba muy lejos de aquel lugar un hombre en otra mesa llamó mi atención. -Venid, venid donde quiera que estéis…- susurró para él mismo ya que no había nadie compartiendo mesa con él, esas palabras hicieron que se me erizase levemente los bellos de la nuca y no entendía por qué, parecía un simple hombre bebiendo una taza de chocolate caliente, el aroma llegaba hasta mis narices. Podía parecer maleducada pero por alguna extraña razón no podía apartar la mirada de él, era un hombre atractivo, tez blanca, más bien pálida, pelo rubio y liso que le llegaba a los hombros, un ángel salido del lienzo de algún perdido artista, pensé y me ruboricé levemente pero seguía con la mirada fija en él.

La intensidad con la que lo miraba me empezaba a molestar, quería bajar la mirada pero mis ojos estaban prendados de él, me devolvió la mirada y apartó una silla, -acércate…-le oí susurrar de nuevo, aquello me sorprendió levemente, ¿como sabía que lo oía?, algo en él me era familiar pero no entendía qué podía ser.

Me levanté elegantemente de mi silla, tomé mi abrigo y me dirigí hacia su mesa, en ningún momento bajé la mirada o la aparté de sus ojos azules intensos, me senté y sonreí levemente. ¿Qué demonios hacía?, no estaba segura, mi cerebro no parecía pensar ya y mi cuerpo actuaba solo.
-Buenas noches- me aventuré a decir con un ligero ademan de cabeza -oí tu susurro y supuse que la invitación era para mi...-o al menos eso me pareció a mi, baje la mirada ligeramente, me parecía un acto de mala educación mantenerla tanto tiempo fija en él.

Contemplaba mi alrededor mirando a la gente que parecían estar inmersos en una amena fiesta. Algo a mi alrededor llamó mi atención, sentí dos presencias en la estancia, dos presencias vampíricas, quizá se trataba de los hombres que buscaba

Cerré mi abanico en un gesto delicado y lo posé suavemente sobre mi regazo, sin llegar a soltarlo. Entonces me concentré en buscar de donde provenían esas esencias...No tardé mucho en localizarlas, pues no se encontraban tan distantes a mi, y el bullicio de la gente me permitía verlos intermitentemente. El chico estaba enteramente a mi visión, la chica no lograba verla bien. Mis oidos escucharon al hombre susurrar, pareciendo llamar a la chica que lo miraba fijamente. Decidí esperar a contemplar lo que pasaba mientras los observaba algo disimuladamente, quizá fueran ellos los encargados de darme la información.

Volví a abrir el abanico y comencé a agitarlo agraciadamente, produciendo algo de aire que hacía ondear ligeramente mis rizos. Cruzo una pierna sobre la otra y poso mi mano debidamente sobre la rodilla, mientras con la otra mano sigo abanicandome.

La chica se acercó a él, como suponía que haría. Entonces me centré en su conversación, intentado averiguar si eran ellos a los que buscaba en aquel lugar.

En mi mente escuché una voz, sin duda alguna era la de aquel caballero vampírico que había frente a mi. Sus palabras me hicieron pensar que quizá fuera él el hombre que me había hecho citar en aquella taberna, y fuera así o no, quería averiguarlo.

Pero sin embargo, cuando iba a levantarme para caminar hacia ellos, ambos se levantan y son guiados hasta un apartado reservado, tapado por unas rojizas cortinas que vitaba que mi mirada pudiera seguirlos. Dudé durante un breve rato si unirme a su reunión o retirarme, pues si se habían ido allí sería porque querían estar tranquilos y a solas...Aunque pensándolo bien, el caballero me invitó también a que me uniera, asi que finalmente decidí ir.

Me levanté, cerrando el abanico antes y caminé gracilmente entre la gente hasta llegar al lugar donde se encontraban, aparté la cortina y entré, encontrándomelos sentados en lo que parecía un cómodo sofá - siento interrumpirles - digo educadamente con una sonrisa en mis rosados labios - ¿es usted el caballero que me citó en esta taberna? - pregunto al señor mientras agarro suavemente el abanico por ambos extremos

-Es una pena tener que deciros que no, yo no la he citado esta noche en esta humilde taberna. De haber sido yo, os hubiera invitado a un hermoso restaurante. Pero por favor, sentaros y acompañarnos. Ya que no encontráis a vuestro anfitrión, aceptar mi invitación y sentaros. Mi nombre es Marius y esta preciosidad que tengo a mi izquierda es Lorette.Encantado de conoceros Annabelle

Escuché sus palabras atentamente, no pude evitar algo de desilusión cuando me dijo que él no era quién me había citado, aunque por otra parte me alagaba su proposición y pensaba aceptarla, sería descortés por mi parte no hacerlo, aunque no lo hacía solamente por eso, me apetecía compartir unos momentos con dos vampiros

- El placer de conoceros es mío - digo haciendo una pequeña reverencia - como ya bien ha dicho Marius, mi nombre es Annabelle - digo mirando esta vez a Lorette y le dedico una sonrisa- Agradezco su invitación, y pues si no molesto, me quedaré un rato

Me siento en el sofá, dejando un momento el abanico sobre la mesa para colocar mi vestido y que no se arrugara, seguidamente vuelvo a cogerlo, abriendolo y moviendolo levemente produciendo algo de aire.

-Una vez presentados los tres ¿qué tal si pregunto el motivo de nuestra visita a Florencia? Yo estoy aquí debido a que un asunto personal me trajo de nuevo a Italia y no pude marcharme sin antes ver algunas de las ciudades de este hermoso país - dijo Marius para sacar conversación.

La siguiente en contar los argumentos por los cuales se encuentra en la ciudad fue Lorette, que no era por otra cosa que por bailar. Al parecer era bailarina, algo que siempre me había gustado pues yo tomaba el bailar como un don que no todo el mundo sabía expresar, aunque por suerte yo era una de las personas que sabía expresarlo, pero seguro que la bella dama Lorette lo haría mucho mejor que yo, más aún si se dedicaba a ello.

Me dispuse a hablar y volví a cerrar mi abanico - bueno, yo como ya os habréis percatado, había sido citada aquí por alguien, creí que el dueño de la taberna, aunque me siento algo confusa hacia quien fué...- admito apartando un rizo que había caído sobre mi mejilla

Notaba como Marius y Lorette intercambiaban muchas miradas, quizá me hubiera perdido algo en el corto plazo de tiempo que llevaban en el reservado antes de entrar yo...De todas formas, no sentía curiosidad por saberlo, seguía sintiéndome algo decepcionada por no haber encontrado aún lo que buscaba allí, en Florencia. Algo importante debería llenar mi mente para que esa sensación desapareciera de mis adentros.

-¿Aceptáis la invitación de alguien a quien ni si quiera habéis visto? Lo que andéis buscando debe ser algo muy importante para vos - me pregunto el atravtivo caballero

Asiento - es una de las pocas pistas que han llegado a mi, y no deseo perder la oportunidad de estar más cerca del fiinal de mi búsqueda - comento mirando alternativamente a ambos - y no busco otra cosa que algunas respuestas, respuestas que solo pueden ser dadas por ciertos vampiros

-No puedo más, desde que te vi detecto una esencia que me es demasiado familiar pero que no consigo recordar ¿quién eres? ¿Por qué no puedo sacar nada en claro de tu mente? ¿Por qué me atormentas con más dudas?- dijo este volviéndose a dirigir a mi, a mi me sorprendieron sus palabras y abrí los ojos tanto como pude a causa de la sorpresa, no me esperaba que dijera algo así y sinceramente me sobresalté un poco.

-No sé qué quiere decir con eso, Marius, es la primera vez que os veo desde que tengo memoria, y para seros sincera no sé como llegué a formar parte de esta nueva naturaleza, no conozco a mi ¿creador? y dudo llegar a hacerlo ya - dije con tanta calma y sinceridad que yo misma me sorprendí en mis adentros, hacía tiempo que quería gritar, llorar de rabia por lo perdida que me sentía pero la calma que me llegaba de ese hombre hacía mi estado más sereno, estaría llena de dudas si, pero de algo estaba completamente segura y era de que Marius podría ayudarme a encontrar a ese cobarde, estaba segura que lo haría, directa o indirectamente.

-Os deseo toda la suerte del mundo Annabelle. Y si necesitáis ayuda estaría encantado de poder ayudaros - dice con lo que parecía total sinceridad, y como no tenía aún motivos para dudar de su palabra, le agradecí su ofrecimiento con una sonrisa y una leve inclinación de mi cabeza.

Seguidamente volvió a mirar a Lorette, le notaba intrigado con la chica...En pocos segundos no tardó en preguntarle, confirmando así mi pensamiento sobre su intriga. Parecía que esto se ponía muy interesante, quizá sus historias estuvieran ligadas y ellos lo desconocen. Por suerte o por desgracia, con los vampiros suele pasar esto, dos personas totalmente desconocidas entre sí, pero que en realidad tienen mucho que ver. Normalmente con el tiempo todas estas historias salen a la superficie, pero sin embargo a otros vampiros que no corren la misma suerte y vagan intentando recordar el por qué esa familiaridad con cierta gente, una verdadera pena.

Me dispuse a escuchar lo que Lorette tenía que decir, ahora era yo la que estaba verdaderamente intriga por la respuesta de la atractiva muchacha. Cuando la escuché me quedé algo perpleja, quizá su historia se pareciera a la mía, pero ella parecía sentirse rendida ya, algo que yo jamás haría...Quería respuestas y las conseguiría aunque no me gustasen, quizá una vez las encontrara sentiría paz, o sed de venganza, fuera lo que fuera quería saberlas.

-¿Pero no recuerda nada, Lorette? ¿Ni como sucedió? ¿Solo despertó y de repente ya eras una vampira? Deseo conocer su historia con el fin de sacar mis propias conclusiones y calmar este mar de dudas de mi interior- preguntó curioso e intrigado a la vez, en mi vida me había encontrado con alguien que quisiera tanto saber la historia de mi inmortalidad, ni siquiera yo misma puedo recordarlo del todo.

-Solo recuerdo que la cabeza me daba vueltas una noche que iba hacia una casilla de correos, caí inconsciente y desperté no sé cuanto tiempo después a causa de la terrible sed y a mi lado encontré una simple carta con indicaciones banales y nada más- respondí yo con desdén en mis palabras, nada llegaba a mi cabeza, ni una imagen, ningún movimiento, nada, todo era frustración. Miré serena a aquel hombre interesado en mi historia hasta que recordé de nuevo que no estábamos solos y que la bella Annabelle seguía intrigada nuestra conversación, le di una sonrisa y volví mi rostro de nuevo hacia Marius, su rostro tranquilo y perfecto me daba la sensación de estar tratando con una divinidad más que con un simple vampiro.