Pasteles, té y chocolate... [Libre]

¡París y su dulce aroma!. Había oído tanto hablar de esta grandiosa ciudad, sus fiestas, sus modas, la música, el arte, la lujuria, todo ello lo encarnaba París, ¡la ciudad del pecado! decía el cura a mi madre cuando confesaba que había aprendido sus dotes de música en esta grandiosa ciudad, ¡la ciudad de los sueños! repetía ella... ¡la ciudad de los sueños!. Desde pequeña soñaba con danzar para la más grande compañía en esta ciudad, ser reconocida y aclamada por las exquisitas bailarinas parisienses, tal vez y me disponga a ello cuando menos lo piense, pero ahora no era el momento.

Había estado deambulando por las luminosas calles de París,me había puesto un vestido nuevo,el cual me encantaba, de color azul pastel con un corsé que se ceñía perfectamente a mi figura y de detalles en blancos, pero el aire otoñal me obligó a llevar un acolchado abrigo de lana color blanco; vestida como una perfecta señorita italiana había recogido mi larga melena en un moño, como si fuera a representar una preciosa danza clásica en las frías calles parisienses. Estaba muy contenta y deseaba pasear esa noche como una señorita solitaria en busca de buena compañía. Di un rodeo en el centro de la ciudad, mirando cada tienda y cada casa, era increíble lo lleno de vida que podía estar aquella ciudad, sinceramente deslumbrante. mis pasos me llevaron hasta una cafetería de muy exquisito gusto, paré frente al escaparate y me dediqué a observar los pasteles y los chocolates, ¡cuanto amaba esos sabores en mi mortalidad!, la mayoría de las veces se me estaba prohibido pero yo siempre ansiaba llenarme de sabores y olores, y aún echo de menos hacerlo, aun que soy sincera, el dulce carmesí del cual me alimento puede saber cinco veces mejor que cualquier golosina.

Me decidí a entrar, una camarera me guió hasta una mesa que estaba situada justo alado del gran ventanal por donde podía ver a la gente pasar y observar golosa tras los cristales, pedí un té asiático muy de moda en aquel lugar, sólo quería sentir su temperatura caliente y la fragancia a rosas y azúcar que proporcionaba, estaba realmente encantada con todos los aromas de aquel lugar, pasteles, té y chocolate ¡ah! como desearía poder probarlo todo. Al menos en aquel lugar nadie sabía que yo era una vampira, o eso creía yo.

El té y los pasteles estaban en mi mesa ya, sonreí como una tonta y cogí la taza para sentir el calor que ésta transmitía, que divertida me sentía, el aroma del té de rosas era exquisito y dulce, los pastelitos de sabores llenaban de colores la mesa, cogí uno y palpé delicadamente su suave textura, ¡ah, si pudiera hartarme de ellos!, estaba en mi mundo particular imitando a los humanos y divirtiéndome sola con pasteles y té, me embriagaba de sus aromas y reía gloriosa en mis adentros, pero los aromas que más me agradaban en aquel lugar era el de los inocentes humanos, sus fragancias golpeaban mis fosas nasales y bajaban hasta arder en mi garganta, me divertiría un poco más y saldría a mi caza nocturna.

Imitando a las personas que se encontraban en aquel lugar, haciendo como si disfrutara de un delicioso té y unos dulces pastelitos; pero algo llamó mi atención, más bien alguien. Giré mi cabeza para encontrarlo, cual fue mi sorpresa, un hombre acompañado de una bonita joven me estaba observando desde su lejana mesa, le sonreí delicadamente y no aparté mi mirada de la suya, otro vampiro fingiendo ser humano, pensé y volví a reír.

La joven de la otra mesa devolvio mi mirada y se río.

Esperame aquí- Dije a la muchacha que me acompañaba.

Me levante y me dirigí a la otra mesa , me gustaba relacionarme con los de mi especie de vez en cuando y cuando estaba por Paris parecian estar en todas partes.

-Buenas noches mademoiselle, se que puede resultarle extraño pero la he visto y no he podido evitar acercarme a saludarla -Dije con una sonrisa y haciendo una pequeña reverencia - Mi nombre es Leonardo Rousseau y me preguntaba si podía compartir la mesa con usted un momento - Me presente y pedí permiso para hacerla compañia

-Buenas noches mademoiselle, se que puede resultarle extraño pero la he visto y no he podido evitar acercarme a saludarla. Mi nombre es Leonardo Rousseau y me preguntaba si podía compartir la mesa con usted un momento - dijo el hombre tras haberse acercado a mi mesa.
- Encantada Leonardo, mi nombre es Lorette Gheraldini y será un placer compartir con vos la mesa - dije sonriendo y haciendo un ademan con la mano indicando que tomara asiento. La noche se hacía interesante y quería que fuera divertida.

Mi miraba se centraba en sus profundos ojos azules, cada vez que conocía a un vampiro nuevo mi curiosidad transcendía limites y aquel joven poseía un halo de misterio en su mirada que me provocaba intriga.

Me sente en frente de ella y senti que no apartaba la mirada de mis ojos, respondi al contacto sin apartarlos y aproveche para intentar desentrañas a aquella pequeña vampiresa. Ciertamente su rostro y su aspecto se me antojaban infantiles pero si algo esta claro es que un vampiro nunca lo es, seguramente fue convertida muy joven.

-Encantado señorita Gheraldini - Conteste - Me gustaría poder conocerla un poco más-Digo interesado en ella - De dónde es? - Pregunto ya que como yo podía estar de paso en París.

A pesar de estar atento de la charla no descuido a mi pequeña victima observandola de reojo de vez en cuando

- ¡Oh!, llamarme Lorette, por favor, la formalidad no está presente esta noche - dije con una sonrisa divertida,- soy de Nápoles, Italia y he venido a pasar unos días en París...- en busca de un desconocido, pensé, eso no tenía por que saberlo, no me interesaba sacar temas desagradables para mi. -Y vos señor, ¿de donde sois? giré despacio la mirada observando a la joven de la cual él estaba muy atento,-¿por qué no la invitáis con nosotros?- pregunté curiosa, parecía una chica algo desconcertada y sutilmente perdida, lo notaba en su mirada asustadiza; pero tenía un aroma agradable.

Volví a posar mis ojos en los suyos, realmente me parecía de mirada misteriosa, pero encantadora a la vez, admito mi debilidad en fijarme en las miradas largo y tendido, como si pudiera comunicarme de esa forma, y ciertamente el contacto visual podía transmitir más que cualquier sonido que saliera de los labios. Sonreí al caballero que me miraba cauteloso.

-¡Oh!, llamarme Lorette, por favor, la formalidad no está presente esta noche - Me dijo con una sonrisa divertida a la que yo conteste con una más persuasiva- soy de Nápoles, Italia y he venido a pasar unos días en París...Y vos señor, ¿de donde sois? -Se dió cuenta de la presencia de la joven que me acompañaba aquella noche-¿por qué no la invitáis con nosotros?- Me pregunto y yo no vi inconveniente alguno, de hecho pensaba compartirla si surgia la oportunidad.

-Primero quería conoceros y calmar mi curiosidad-Conteste con una sonrisa y me levante.
Volví a mi mesa y le dije a la inocente jovencita que aquella muchacha de la mesa de enfrente era una amiga mia y que nos invitaba a sentarnos con ella. Vino conmigo y ambos nos sentamos con Lorette

-Ella es Lorette -Le digo a la joven - Lorette, ella es Camila, vino con su familia de paso y se ha perdido - Sonrio a Lorette de una forma que intentaba explicar mi complicidad para posteriores acontecimientos con ella.

-Ella es Lorette, Lorette, ella es Camila, vino con su familia de paso y se ha perdido - dijo Leonardo presentándonos a las dos, una sonrisa suya delató su propósito, y no era precisamente uno muy bueno. Mi rostro se ensombreció ligeramente al mirar a la joven, la cual aún parecía algo desconcertada, un pequeño escalofrío erizó los bellos de mi nuca.
-Enchanté cherí- dije sonriendo difícilmente para la joven y con un ademán indicándola que tomara asiento, ella obedeció sutilmente y me devolvió la sonrisa, pero yo seguía algo desconcertada por lo que pretendía con ella Leonardo. Mis ojos se volvieron a clavar en los suyos con la finalidad de que entendiera mi pregunta, y con rostro serio me dirigí a él en pensamiento, "¿no os parece eso una barbaridad?, ¿acaso la chiquilla es culpable de algo que desconozco?, sé que no es de mi incumbencia, pero esa idea no es del todo mi agrado, querido Leonardo"

-Camila, deseas beber algo más o comer algo, pide lo que quieras cherí que complaceré los gustos de una señorita tan bella como tú con mil ganas- dije dirigiéndome a la joven con una sonrisa, esperando a que Leonardo recibiera mi mensaje y me contestara con su más pura sinceridad, no había conocido a otro vampiro antes, no a uno que se alimentase de gente inocente, eso yo no lo haría jamás, va en contra de mi moral, si es que una vampiresa puede llegar a tenerla claro.
-Mercí madame, cogeré uno de los pastelitos- dijo la joven alargando su mano para llegar a ellos, yo le sonreí y acerqué la bandeja a ella, era obvio que yo no me los comería.

Lorette había entendido mi sonrisa y eso provoco que su rostro se ensonbreciera. Me miro a los ojos y pude persivir la desaprobación, se sentia horrorizada por aquel hecho. Puse los ojos en blanco " para una vez que vengo a París y me encuentro con uno de los mios resulta que tiene "distintos habitos" " pense apoyando completamente mi espalda en el respaldar del asiento. Seguramente aquella joven vampira se estaba preguntando como podía ser capaz de matar a alguien "inocente", una muchacha con mucha vida, que injusto soy etc etc....no era la primera que encontraba vampiros que pensaban de la misma forma y desde luego estaba seguro de que no sería la ultima que conocería. No interveni de momento.

-Enchanté cherí- dijo sonriendo a la joven y con un ademán indicándola que tomara asiento, ella obedeció sutilmente-Camila, deseas beber algo más o comer algo, pide lo que quieras cherí que complaceré los gustos de una señorita tan bella como tú con mil ganas

-Mercí madame, cogeré uno de los pastelitos- dijo la joven alargando su mano para llegar a ellos

-Continuando con nuestra conversación anterior Lorette -Digo para poder camuflar el tema y que me prestase atención- Creo que discrepamos en puntos fundamelntales poco reconciliables- La camarera vió que nos cambiamos de mesa y trajo nuestras bebidas a la que ahora nos encontrabamos. Comence a remover mi té con una cucharilla mientras hablaba- Para mi la muerte no le llega a quien se lo merece, atribuirse la capacidad de juzgar a quien merece y quien no merece morir no cree usted que es una pretención demasiado elevada?-Pregunto con una sonrisa- Ni el mismisimo Dios es capaz de hacer semejante cosa-Me río con un tono claramente irónico, yo no creía en Dios, solo era uno de los tantos que los mortales inventaban para no sentirse solos en un mundo salvaje que ni si quiera les pertenecia, pero era él que estaba de moda en aquella época-La inoscencia es algo que una persona no puede definir...quién sabe con certeza lo que se esconde en nuestras almas? cada uno tiene su infierno personal colmado de pecados, La Muerte no tiene otra opción que ser objetiva y aleatoria-Noté como Camila abria los ojos de par en par...quiza me consideraba algo blasfemo. Me acerque-Tu qué opinas Camila?

-Opino que Dios sabe por qué hace las cosas...-Contestó comiendo otro pastelito y claramente intentando salir del tema

-La inoscencia es algo que una persona no puede definir...quién sabe con certeza lo que se esconde en nuestras almas? cada uno tiene su infierno personal colmado de pecados, La Muerte no tiene otra opción que ser objetiva y aleatoria. ¿Tu qué opinas Camila?- Camila abrió los ojos de par en par, no podía creer las palabras de Leonardo, se me escapó una risilla.
-Opino que Dios sabe por qué hace las cosas...- dijo esta cogiendo otro pastelito intentando salir del tema, yo volví a sonreír, era claro, los humanos basaban su vida en la creencia de un ser supremo y todo poderos, yo personalmente siempre había detestado los paralelismos teológicos y creer en ello solo denotaba debilidad.


- Querido, siempre ha sido el ser humano el que juzga las acciones, poniendo como escusa el nombre de Dios, para no sentir una culpabilidad suprema, el hombre es quien crea y quien destruye- dije con una sonrisa irónica, sabía que discreparíamos en todo pero no estaba dispuesta a consentir su acto -cuando un ladrón roba, es la justicia la que lo encarcela, cuando un asesino mata, es el pueblo quien lo condena a la horca, decidme pues ¿cree que la vida de un inocente es la misma que la de un delincuente?- la sonrisa no cesó en mi rostro la velada se ponía interesante, Leonardo me devolvió la sonrisa y miró a Camila quien estaba escandalizada por nuestras palabras y nos tachaba de blasfemos y ateos, no pude evitar reír levemente.
-¡Oh Cherí!, espero no estemos escandalizándola con nuestra plática, pero es que mi buen amigo Leonardo olvida la decencia en estos temas y se deja llevar como Sócrates con su doctrina de la percepción de lo bueno y lo malo...- dije alargando la mano y posandola en la de Leonardo, dando pequeños golpecitos cariñosos. Volví a mi postura anterior y la risa volvió a delatarme, Camila se limitó a sonreir y asentir y beber un sorbo de su chocolate caliente, yo miré de nuevo a Leonardo esperando su respuesta.

- Querido, siempre ha sido el ser humano el que juzga las acciones, poniendo como escusa el nombre de Dios, para no sentir una culpabilidad suprema, el hombre es quien crea y quien destruye- Sonrio con ironía -cuando un ladrón roba, es la justicia la que lo encarcela, cuando un asesino mata, es el pueblo quien lo condena a la horca, decidme pues ¿cree que la vida de un inocente es la misma que la de un delincuente?- Camila estaba algo desconcertada, pero era normal.
-¡Oh Cherí!, espero no estemos escandalizándola con nuestra plática, pero es que mi buen amigo Leonardo olvida la decencia en estos temas y se deja llevar como Sócrates con su doctrina de la percepción de lo bueno y lo malo...- Le dijo a Camila para intentar que se sosegara.

Me reí entre dientes y "tome" de mi té-Me temo que volvemos a discrapar...nunca he dicho que el hombre no imparta justicia...pero esta no es ni mucho menos "justa", hoy y siempre el inocente o la victima siempre es aquel que puede permitirselo, no necesariamente quien verdaderamente lo es- Mire la hora en mi reloj de bolsillo, aun no era demasiado tarde - Y contestanto a su pregunta la respuesta es sí, ambas vidas son igual de validas y no somos quienes deben decidir eso aunque nos empeñemos en ello. Intenta decirme que matar a un inocente es asesinato mientras que hacerlo con un delincuente es impartir justicia? mucho me temo que es matar en ambos casos, no le parece? su visión me resulta de lo más hipócrita en tal caso -Conteste y tomé otro sorbo, la verdad es que la converación estaba tornando en algo interesante , pero ya había tenido muchas charlas similares a lo lago de mis cuatrocientos años y nadie fue capaz de hacerme cambiar mi forma de ver las cosas, no porque yo fuese un testarudo, sino porque nadie me daba argumentos suficientemente validos para mi. No rechazaba lo que era, lo disfrutaba-De todas formas...volviendo a lo anterior como ya le he dicho La Muerte no se detiene a hacer un juicio antes de llevarse a alguien, simplemente lo hace, ya sea porque estas en el lugar y en el momento menos apropiado o porque tu cuerpo sea más débil y no puedas soportar una enfermedad.

"Hipócrita", retumbó en mi esa palabra, ¿debía sentirme ofendida en tal caso?, reí.
-De todas formas...volviendo a lo anterior como ya le he dicho La Muerte no se detiene a hacer un juicio antes de llevarse a alguien, simplemente lo hace, ya sea porque estas en el lugar y en el momento menos apropiado o porque tu cuerpo sea más débil y no puedas soportar una enfermedad.- Volvió a decir Leonardo, su agudeza me sorprendía, levanté una ceja y cogí mi té entre las manos sabía que aquel hombre podía sorprenderme infinitamente, buena o malamente.

-No es la muerte quien juzga, es el asesino que va de la mano con ella- aparté mi mirada y la dirigí hacia la ventana, observando lo que acontecía tras esos cristales. -Podemos decidir tantas cosas y tomar distintos caminos a lo largo de nuestra vida, guiándonos por unas normas generales impuestas y creadas por otros, tomándolas como válidas y basando en ella nuestras decisiones.- volví mi mirada lentamente hacia Leonardo y luego hacia Camila quien empezaba a incomodarse aún más en la conversación. - Y efectivamente, la muerte no juzga antes de llevarse a alguien, somos nosotros mismos que otorgamos el permiso, quienes le facilitamos el trabajo, pero no somos la muerte, solo actuamos de mensajeros, por tanto cherí, somos capaces de juzgar. Está en nuestra naturaleza. Volví la mirada a Leonardo, quien me miraba pensativo, mi rostro se había tornado serio y mi mente solo recordaba la imagen de las muertes que he causado. Sonreí levemente, ¡el color del cielo guardado en sus ojos!, pensé, sabía que no le haría cambiar de opinión, y no era del todo mi intención, solo deseaba no implicar a aquella joven asustada en ello, por el hecho de saber de quién se trataba.

-No es la muerte quien juzga, es el asesino que va de la mano con ella- Aparto su mirada y la dirigio al cristal -Podemos decidir tantas cosas y tomar distintos caminos a lo largo de nuestra vida, guiándonos por unas normas generales impuestas y creadas por otros, tomándolas como válidas y basando en ella nuestras decisiones.- Volvio su mirada nuevamente para vernos- Y efectivamente, la muerte no juzga antes de llevarse a alguien, somos nosotros mismos que otorgamos el permiso, quienes le facilitamos el trabajo, pero no somos la muerte, solo actuamos de mensajeros, por tanto cherí, somos capaces de juzgar. Está en nuestra naturaleza

-Sí, juzgar esta en nosotros pero hay muchas formas de juzgar-Sonrio con cierta picardia- No solo basandonos en los errores o pecados cometidos-No sabía si entendería a que me refería pero desde luego era complicado hablar con Camila delante- Pero dejemos de hablar de estos temas tan polémicos y que no llevan a ningún sitio -Dije por fin al ver que Camila se incomodaba e impacientaba por nuestra conversación.

"Tome" más té y mire a Camila, sentía el miedo en ella y eso la hacia más apetecible aun, no veia el momento en el que su calida sangre saciara la sed que tenía en aquellos momentos. Deje de pensar en ello de momento y mire a Lorette, me hubiese gustado tener más cosas en común con ella sentía que podría aprender de ella.

- Cuentanos Lorette...qué te trae por París?-Pregunte para cambiar de tema a algo más trivial y superficial

- Cuentanos Lorette...qué te trae por París?- dijo Leonardo dando a entender su cambio de tema, era evidente que lo hacía por Camila, estaba muy asustada y solo deseaba salir de aquel lugar.
-He venido buscando a un viejo conocido, nada importante a decir verdad, ¿vosotros sois de aquí?- pregunté curiosa, mi mirada se fijó en Leonardo, cuando divisé sus ojos pensé "déjala marchar", sabía que lo entendería aun que no estaba segura de que lo hiciera.

Me entraba una pena profunda pensar que una vida tan joven acabara así, ella me recordaba a Cecilia, mi querida y añorada Cecilia, nunca dejaría que le ocurriera nada mientras yo pudiera evitarlo, por tanto con Camila me sucedía igual, no dejaría a Leonardo calmar su sed con ella. Aun que podría meterme en problemas por eso, no importaba, soy fiel a mi misma y eso me valía para enfrentarme a cualquiera. Podría intentar que cambiara de opinión solo esa noche, aun que también podía ganarme un desprecio eterno.

-Bueno...yo soy de Francia, vivo en Marsella y estabamos visitando a unos amigos de mis padres este fin de semana, el señor Rousseau se ha ofrecido amablemente a llevarme después a casa- sonreí a Camila, pero estaba claro que el señor Rousseau no la llevaría a casa.
-Y así será cherí, aun que si el señor Rousseau no cumple con su palabra, lo haré yo, pero usted tranquila que llega a casa esta noche- dije guiñándole un ojo y soltando una risita por lo bajo, volví mi mirada a Leonardo y me llevé el té a la boca para así tapar la sonrisa ligeramente malvada que se halló en mi rostro. Si no puedes contra el enemigo únetelo.

-Gracias madame, es usted un encanto ¿lo sabe?- volvió a decir Camila llevándose otro pastelito a la boca, yo sonreí amablemente.
- Bueno señor Rousseau, ¿no cree que va siendo hora de acompañar a la joven hasta su humilde morada?- dije entrelazando las manos y apoyando mi mentón en ellas, empezaba a divertirme las discusiones con vampiros, aun que nunca me había enfrentado a uno y no quería hacerlo, pero si esa noche se presentara tal oportunidad no lo dudaría.

-La verdad es que no, la noche es muy joven y París muy hermosa. No le parece señorita? podríamos dar un ultimo paseo por la ciudad..
Camila convencida por las artes seductoras de Leonardo asintió tontamente. Yo no sabía que hacer para que no hiciera daño a esa criatura, tal vez me tratara de entrometida o mal educada, pero no me importaba, había cogido simpatía a la ingenua muchacha y el hecho de que su vida acabe tan dramáticamente me entristecía. ¿Por qué tenía que ser tan sentimental?, aveces desearía ser menos inocente, dejarme llevar por la maldad, la picardía y la adrenalina, pero no, ese no era mi caso y de momento no podía cambiarlo.

-Paseemos pues, si ese es vuestro deseo- dije con una pícara sonrisa, esperaba que aquel hombre se rindiera tarde o temprano, al fin y al cabo mi insistencia podía perdurar toda la noche.

-Paseemos pues, si ese es vuestro deseo- Sonrio
Devolvi esa sonrisa con una torcida, ya me imaginaba que iba a decir algo así, era de esperar, de todas formas a mi no me importaba hacerlo delante de ella.

-Bien, pues vamos señoritas -Dije y nos levantamos de la mesa-Esta noche invito yo ..-Dije y paque la cuenta antes de salir.
La noche se había hecho considerablemente más fria que antes y mi cuerpo se estaba enfriando, pronto necesitaría de Camila. Ofrecí mi brazo a la joven que aquella noche me acompañaba, ella acepto cogiendolo y ambos caminamos junto a Lorette. Camila me había dicho que su familia se ospedaba en una residencia cerca al museo del Louvre, yo había estado antes allí así que escogi el camino más largo para llegar. Mientras ella empezo una conversación insulsa para distraer el timpo

-Querida Lorette , esta usted con su familia en París?

-Querida Lorette , esta usted con su familia en París? preguntó Camila curiosa y sonriente.

-No cherí, soy bailarina de ballet, estoy aquí por motivos profesionales- respondí a su pregunta con la más sincera sonrisa, aun que la realidad fuera que estaba en París buscando a alguien que no conozco.

-¡Oh!, eso es realmente fantástico, me encanta el ballet aun que no soy asidua a ello.- dijo ella con una sonrisa, yo solo me limité a sonreír amablemente. Mi mirada pronto se tornó en Leonardo, tarde o temprano acabaría realizando su cometido y la idea me asustaba a decir verdad. No tenía la remota idea de como sacar de allí a Camilia sin que Leonardo intentase acabar con ella.

Las jovenes muchachas mantenían una conversación que desde luego para mi, carecia de interes, el ballet era un bomito arte pero en mi mente otros asuntos se ocupaban, como la forma de deshacerme de Lorette. Apesar de su empeño en "salvar" a Camila ´no había tenido oportunidad de conocerla mejor, quiza su historia o su forma de ver el mundo me sorprendieran, aunque de momento no habíamos empezado con buen pie a decir verdad.Resultaba algo molesta y ciertamente me incomodaba pero aun así no quería terminar aquello con una riña entre nosotros , y desde luego no estaba dispuesto a ceder y dejar ir a Camila, así que tenía que pensar una manera en la que poner fin a aquello de una forma pacífica, algo que ahora se me antojaba como poco probable pero no imposible.

-Así que es bailarina de ballet, esta en alguna compañia?-Pregunte por hacer notar que estaba pendiente de la conversación, cosa que no era cierta, solamente disimulaba

-Así que es bailarina de ballet, esta en alguna compañia?-negué con la cabeza y le dediqué una sonrisa.

-Bailo por mi cuenta, no necesito compañía para proporcionarme clientes. Sé cuando necesitan de mi.- Dije guiñando un ojo a Camilla quien sonrió divertida y se asió a mi brazo. Acaricié sus suaves dedos y ella me miró algo sorprendida, mi mirada se posó en la suya quedándonos absorta de todo lo que ocurría a nuestro alrededor.

-¿Y no se siente sola señorita?- preguntó con pena y yo sonreí levemente.

-La soledad es tan larga que ya me estoy acostumbrado a ella- dije con palabras pesadas, no me agradaba ese tema, pues era verdad lo sola que me sentía.
Apresuré el paso con Camila, con la escusa de ver algo en la calle, cuando estuvimos algo alejadas de Leonardo hice algunos comentarios graciosos y ella rió divertida, yo imité su risa y dimos unas cuantas vueltas en nuestro mismo lugar, intentaba hacer pensar al vampiro que no ocurría nada, simplemente diversión por parte de dos mujeres.
-Escúchame bien y no pongas ninguna cara de sorpresa. Tu vida corre peligro alado de aquel hombre e incluso alado de la mía, no puedo deciros el por qué pero os comento que si seguís con nosotros acabaréis muerta- susurré a Camila, sus ojos se abrieron de par en par pero la sonrisa no cesó de sus labios, la respiración comenzó a acelerarse y yo intenté calmarla, diciendo que si Leonardo lo notaba la mataría allí mismo.
Sus ojos me suplicaron respuestas,respuestas que me daban pena confesar.
-Somos parte de la noche, unos diablos de oscuridad- dije pesadamente, no me agradaba la idea de confesarle nuestra naturaleza.

Dimos un rodeo más en esa misma manzana, Leonardo había alcanzado nuestros pasos y Camila se sentía cada vez más incómoda, pero se asía muy fuerte a mis brazos. Llegamos a un lugar muy luminoso, a lo lejos se veían varias personas y entre ellas unos cuantos policías.

-No puede ser!- exclamó la chiquilla y Leonardo la miró confuso. -Son mis padres!- dijo señalando a las personas. Nos dedicó una sonrisa encantadora y unos brincos de alegría, fue corriendo hasta las personas que se encontraban bajo la luz de la farola. Sonreí levemente y me así al brazo de Leonardo, a quien denotaba su enfado.

-Otro día será, mon cherí- sonreí divertida pronunciando las palabras y apoyé mi cabeza en su brazo y noté su arisca mirada.

Todo pasa algo deprisa, sabía que Lorette estaba tramando algo, lo que no preveni fue su ultimo movimento , Camila corrió hacia unos policias y a gente que había por el parque, evidentemente no eran sus padres porque yo los había visto y nunca olvido una cara, pero me pondría en evidencia si intentaba algo..."Tushé" pense y una media sonrisa aparecio en mi rostro. Estaba molesto conmigo mismo, había cometido un error, fui demasiado lento pero...no volvería a pasar, aprendo de mis errores. De pronto algo me saco de mis cavilaciones, Lorette se cogio de mi brazo y apoyo su cabeza en el, enarque una ceja sorprendido y la mire con cara de extrañeza y porque no...de molestia.

-Otro día será, mon cherí-Dijo con un tono de dirvesión en ella

-Esto te divierte? no puedo comprender el por qué-Desvie mi mirada al frente -Quiza hayas conseguido preservar la vida de esa joven pero hay muchas personas como ella por ahí y otros tantos como nosotros buscando saciar esa sed que tu conoces tan bien...-Hablaba en tono completamente neutro, sin rabia, sin burla y sin ningun tipo de sentimiento-No has ganado nada, quiza satisfacción personal...pero cuando te des la vuelta veras que hay un rastro de muerte tras de ti y contra eso no puedes hacer demasiado-Mientras caminamos nos alejamos de la gente y nos adentramos en una calle oscura de París-Sin embargo...tienes mucho que perder..-Dije y con un sutil movimiento la arrastre hasta un callejón vacio y la aprisione contra la pared cogiendo sus muñecas con mis manos -Lorette tienes algo que aprender...y es que cada acción tiene una reacción-Con una mano aparto el cabello se su cuello y paso suavemente mis dedos por él-Tengo esa desgarradora sensación en la garganta, cómo has podido ser tan desconsiderada de privarme de mi alivio?-Susurre en su oido y después deslice la punta de mi nariz por su cuello sintiendo su aroma -Sangre de vampiro ummm...

-Esto te divierte? no puedo comprender el por qué. Quizá hayas conseguido preservar la vida de esa joven pero hay muchas personas como ella por ahí y otros tantos como nosotros buscando saciar esa sed que tu conoces tan bien... No has ganado nada, quiza satisfacción personal...pero cuando te des la vuelta veras que hay un rastro de muerte tras de ti y contra eso no puedes hacer demasiado- Enarqué una ceja mientras lo miraba, él tenía razón, pero me alegraba que Camila no haya perecido en sus brazos. Caminamos alejándolos de la gente, nos adentramos en una calle oscura de París-Sin embargo...tienes mucho que perder..-Dijo y con un sutil movimiento me arrastró hasta un callejón vacio y me aprisionó contra la pared cogiendo mis muñecas con sus manos -Lorette tienes algo que aprender...y es que cada acción tiene una reacción-Con una mano apartó mis cabellos de mi cuello y pasó suavemente sus dedos por él-Tengo esa desgarradora sensación en la garganta, cómo has podido ser tan desconsiderada de privarme de mi alivio?-Susurró en mi oido y después deslizó la punta de su nariz por mi cuello, me sonrojé y entreabrí ligeramente la boca, no intenté escapar pero tampoco me hacía gracia ser yo quien sacie su sed -Sangre de vampiro ummm... - susurró de nuevo, aparté la mirada y giré el rostro quedando a centímetros del suyo.

-Yo no poseo esa calidez a la que estás acostumbrado querido Leonardo- dije tragando saliva y mirándolo con cierto temor, nunca pasó por mi mente la idea de beber sangre de otro vampiro, eso para mi era totalmente nuevo y por qué no decirlo, me resultaba ligeramente agradable la idea, aun que sentía temor, veía la vacilación en los ojos de Leonardo y me provocaba cierto temor.