Alma Dupont

Descripción Física
Sus rizos color trigo, descienden rebeldes hasta su pecho. Sus ojos, semejantes a los de un gato, son del color de la esmeralda. Su cutis es perfecto. Sus piernas, eternas. De complexión delgada sin llegar a parecer esmirriada. De cuello fino y piel tersa, como una muñeca de porcelana. Mide 1,80m.

Descripción Psicológica
Bajo su rostro angelical, se esconde el mismísimo diablo. Un lobo con piel de cordero. Una preciosa planta carnívora. Una rosa turgente, repleta de espinas. Un arma de doble filo, fría hasta la médula. Sabe guardar con minucioso cuidado, las apariencias. Ser una perfecta dama en sociedad y una auténtica zorra despiadada, cuando alguien se cruza en su camino, de forma indebida. La sensiblería de novela romántica, no va con ella. Prefiere un buen polvo, a un magistral recital de amor. Temeraria, persuasiva, imprevisible, cauta, salvaje, letal. Una sádica capaz de devorar el mismísimo corazón de un rey, para coronarse reina. Su silencio es veneno. Capaz de maquinar mientras te sonríe. Si te besa en la mejilla, estas muerto. En resumidas cuentas, una absoluta y perfecta hija de puta.

Orientación sexual
Heterosexual

Historia
De origen franco-inglesa, pasó la mayor parte de su vida en Francia. Su padre, un pintor de categoría y de reconocido prestigio entre la alta sociedad, cuidó de ella durante su niñez. A los dieciséis años, se casó con un hombre muy rico y muy viejo. Este hombre, murió al cabo de unos meses, de un ataque al corazón. Así que, Alma heredó todo su patrimonio y se mudó a Londres. Allí volvió a casarse. Esta vez, a los dieciocho años. Su marido era joven, apuesto y muy pero que muy rico. Murió al cabo de unos meses por causas desconocidas. Los médicos diagnosticaron fallo de corazón ¿Qué otra cosa podía ser?
Viuda de nuevo y doblemente rica, llegó a casarse por tercera y última vez con Robert Anderson. Un joven igual de apuesto e igual de rico que el resto de los hombres que habían pasado por su vida. Vivían a las afueras. En una gran mansión que durante años, había sido residencia de los Anderson. Las cosas parecían ir bien para Alma y para Robert. Hasta que, un terrible dos de Diciembre, su marido tropezó "por accidente", cayéndose por las escaleras, rompiéndose las piernas, la columna, la cabeza... muerto. Después del funeral, hundida en lágrimas de cocodrilo, reunió a su abogado. Aquella tarde llegó a embolsarse más de diez millones de libras.

Otros datos
Adora el Jazz y tiene una colección de zapatos inmaculada. Cuando está melancólica, nada como una buena botella de Bourbon para aplacar la desdicha. Odia el francés, porque su padre la obligaba a aprenderlo. No soporta a los aristócratas que se comportan como caballeros por el día y como auténticos seres inmundos por la noche.

Temores
Su mayor temor, es ella misma. Si llegase a toparse con alguien semejante,
no sabría como tratarlo.

Casa
La vieja mansión de los Anderson, a las afueras del frío Londres.