Olor a tinta y recuerdos (Libre)

Decidí echar un vistazo a la biblioteca. Desde que me he mudado a Londres, no he pisado ninguna. Me paseé a lo largo de las estanterías, dejando caer el dedo por cada uno de los tomos colocados en ellas, en busca de algo entretenido. Fue entonces cuando di con el arma del delito: "Crimen y castigo". Que dulzura y satisfacción sentí, cuando encontré aquel título.

Su trama me fascinaba. Cómo elaborar de manera magistral toda una teoría para justificar el crimen.

Me acomodé en una de las mesas y abrí el libro por la página uno. Era un placer perderse en la lectura de aquellas palabras, obviando el mundo real durante unas horas. Normalmente leo en casa. Pero siempre me gustó el olor que se respira en una biblioteca. La calma suspendida en el aire, mientras un puñado de mentes acumulan información en su cerebro. "El silencio inteligente" Así le llamaba yo.
Recuerdo la primera vez que cogí un libro entre mis manos. Como olvidarlo. Terminó en la cabeza de mi institutriz por obligarme a tocar el violín. Aquella tarde sufrí la friolera de seis latigazos. Una pena. Por dos latigazos más, le hubiese tirado el violín a la cabeza.