Atardecer en la biblioteca [Libre]
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Atardecer en la biblioteca [Libre]
El sol se iba escondiendo, lento y perezoso, tras los tejados que poblaban las calles de Londres. Temperance tenía una visión privilegiada de ellos sentada en el rincón más apartado de la biblioteca de la ciudad, junto a la ventana, sola en una de las largas mesas de roble. Era casi última hora de la tarde, y los escasos rayos del sol que se colaban entre las nubes grises por las cristaleras de la biblioteca se proyectaban sobre sus libros con una mística luz anaranjada. Llevaba todo el día allí encerrada, sin ni siquiera una pequeña pausa para descansar o comer. Permanecía inmersa en sus libros que en otra época habían sido prohibidos, y que deboraba con fascinación sin ni siquiera levantar sus ojos azules de ellos.
Temperance poseía un amor inimaginable por los libros. Los trataba con cuidado, no permitía que se doblaran las hojas ni escribir sobre ellos. Pasaba las páginas de los más antiguos con sumo cuidado, mientras leía y releía sobre esos temas recónditos y oscuros en los que ya nadie creía, pero que ella sabía sobradamente existentes. Mientras leía hábidamente, hacía anotaciones sobre sus cuadernos en blanco rasgando su curvada letra con una larga y magnífica pluma de halcón.
Probablemente fuera mejor estudiar ese tipo de temas en casa, donde nadie pudiera descubrir su admiración y deboción por todo lo sobrenatural y la tratara de loca. Pero la paz de la biblioteca le agradaba, y a veces el contacto humano le hacía saber que había algo más que el estudio exhaustivo al que se había dedicado durante toda su vida. Acariciaba maravillada los grabados del pesado volumen que se encontraba estudiando en aquel momento, un amplio libro del siglo XVII encuadernado en Venecia que trataba sobre el demonio, y de los cuales sólo existían escasos y rarísimos ejemplares, ya que la mayor parte habían sido quemados por la Inquisición, así como su autor.
En su boca se dibujó una media sonrisa al pensar que si no hubiera nacido en Londres ni en esa época, probablemente su cuerpo ya habría sido abrasado por las llamas hacía mucho tiempo...
Temperance poseía un amor inimaginable por los libros. Los trataba con cuidado, no permitía que se doblaran las hojas ni escribir sobre ellos. Pasaba las páginas de los más antiguos con sumo cuidado, mientras leía y releía sobre esos temas recónditos y oscuros en los que ya nadie creía, pero que ella sabía sobradamente existentes. Mientras leía hábidamente, hacía anotaciones sobre sus cuadernos en blanco rasgando su curvada letra con una larga y magnífica pluma de halcón.
Probablemente fuera mejor estudiar ese tipo de temas en casa, donde nadie pudiera descubrir su admiración y deboción por todo lo sobrenatural y la tratara de loca. Pero la paz de la biblioteca le agradaba, y a veces el contacto humano le hacía saber que había algo más que el estudio exhaustivo al que se había dedicado durante toda su vida. Acariciaba maravillada los grabados del pesado volumen que se encontraba estudiando en aquel momento, un amplio libro del siglo XVII encuadernado en Venecia que trataba sobre el demonio, y de los cuales sólo existían escasos y rarísimos ejemplares, ya que la mayor parte habían sido quemados por la Inquisición, así como su autor.
En su boca se dibujó una media sonrisa al pensar que si no hubiera nacido en Londres ni en esa época, probablemente su cuerpo ya habría sido abrasado por las llamas hacía mucho tiempo...
Temperance Kiddo- Talamasca
- Mensajes : 43
Fecha de inscripción : 21/09/2010
Edad : 37
Localización : Allá donde la oscuridad me lleve
Re: Atardecer en la biblioteca [Libre]
La hoja de la pesada guadaña silbó en el aire amputando todo lo que se topara a su paso.
Con el mango del arma, tallado dándole forma de unaenorme columna vertebral, para las estocadas del grupo de forajidos quelanzaban contra mí.
Supe desde un primer momento que la noche iba a estar teñida de rojo, lo supe desde que acepte el trabajo aquella misma mañana.
Mi viaje me había llevado a cruzar el canal de la Manchaen barco hasta llegar a Gran Bretaña.
Tanto tiempo viajando por el viejo mundo y aún no mehabía atrevido a cruzar el canal para visitar esa gran isla y conocer un poco mejor la sociedad inglesa.
Para mi decepción, poco se diferenciaba esta estirada sociedad con las demás.
Seguía habiendo un enorme escalón entre clases sociales y los típicos barrios bajos por los que yo me paseaba.
La larga chaqueta de cuero marrón ondeando a cada paso que daba, el zurrón de piel desgastado con algo de ropa y unas pocas provisiones echada sobre mi hombro, y la temible guadaña de hueso descansando en mi espalda.
El cielo estaba cubierto por unos nubarrones grises quede vez en cuando dejaban caer alguna gota que lo único que hacía era embarrar las calles y ensuciar mis botas desgastadas.
La gente se habría a mi paso sin osar entrometerse en mi camino. Bueno, mejor dicho casi toda la gente.
Al doblar la esquina de una de las calles principales metiéndome en un callejón estrecho un grupo de hombres vestidos de azul marino con extraños cascos y cubiertos con una media capa.
Eran tres y el del medio levantó una mano enguantada y me pidió alto.
-Alto, Scotland Yard- dijo con el típico acento inglés.Enarqué una ceja, extrañado. Mi primera reacción fue coger el mango de la guadaña que sobresalía por mi hombro derecho
- ¿Acaso osas alzar tu arma en contra de ley de Londres?-dijo el hombre colocado a mi derecha. Mi posición se relajo un poco pero no solté el mango de mi arma.
-Muchacho ¿a caso no sabes que estás en Londres? Por decreto ley está prohibido portar armas blancas en la capital- dijo el que estaba colocado a mi izquierda.
-Podríamos desarmarte y llevarte con nosotros. Pasarías una buena temporada en Scotland Yard- volvió a hablar el hombre de el medio. “Inténtalo si quieres, me gustaría ver como fracasas”- Pero podemos dejártelo pasar si nos haces un pequeño favor.
Y por eso me veo en esta situación, segando vidas de un grupo de bandidos haciendo el trabajo sucio de la “ley” de este país.
La lucha había comenzado en plena calle, en una gran avenida rodeada de lujosas mansiones. El lugar olía a sangre derramada y en las aceras,desparramados, yacían los cuerpos sin vida de las primeras víctimas que me había cobrado.
La guadaña de hueso que portaba descansaba sobre mi hombro. Del principio de la columna vertebral que era el mango, había una gran calavera con la mandíbula completamente abierta de la que salía la enorme hoja curvada que goteaba sangre formando un gran charco a mis pies.
La adrenalina del combate me recorría y la bestia que había en mi interior exigía ser liberada.
Quedaban dos enemigos más y aunque mi mente racional sabía que era peligroso transformarse en una vía pública, no pude aguantarme.Me deshice de la guadaña y tiré a un lado mi chaqueta. De mi boca escapó un fuerte grito que se transformó en un desgarrador rugido.
La perspectiva de mi mirada había cambiado. Veía a los bandidos desde una altura considerable y de mi boca solo salían gruñidos.
Me había convertido en el licántropo de negro pelaje que poblaba los barrios bajos de las ciudades de todo el mundo.
Mis fauces se cerraron entorno al cuerpo de uno de losbandidos, rompiendo huesos sin esfuerzo y mis garras descuartizaron al último que había quedado en estado de shock.
Aullé a la luna como solo un lobo puede hacer. Aullé a una hermosa luna, rodeado de sangre y muerte
Con el mango del arma, tallado dándole forma de unaenorme columna vertebral, para las estocadas del grupo de forajidos quelanzaban contra mí.
Supe desde un primer momento que la noche iba a estar teñida de rojo, lo supe desde que acepte el trabajo aquella misma mañana.
Mi viaje me había llevado a cruzar el canal de la Manchaen barco hasta llegar a Gran Bretaña.
Tanto tiempo viajando por el viejo mundo y aún no mehabía atrevido a cruzar el canal para visitar esa gran isla y conocer un poco mejor la sociedad inglesa.
Para mi decepción, poco se diferenciaba esta estirada sociedad con las demás.
Seguía habiendo un enorme escalón entre clases sociales y los típicos barrios bajos por los que yo me paseaba.
La larga chaqueta de cuero marrón ondeando a cada paso que daba, el zurrón de piel desgastado con algo de ropa y unas pocas provisiones echada sobre mi hombro, y la temible guadaña de hueso descansando en mi espalda.
El cielo estaba cubierto por unos nubarrones grises quede vez en cuando dejaban caer alguna gota que lo único que hacía era embarrar las calles y ensuciar mis botas desgastadas.
La gente se habría a mi paso sin osar entrometerse en mi camino. Bueno, mejor dicho casi toda la gente.
Al doblar la esquina de una de las calles principales metiéndome en un callejón estrecho un grupo de hombres vestidos de azul marino con extraños cascos y cubiertos con una media capa.
Eran tres y el del medio levantó una mano enguantada y me pidió alto.
-Alto, Scotland Yard- dijo con el típico acento inglés.Enarqué una ceja, extrañado. Mi primera reacción fue coger el mango de la guadaña que sobresalía por mi hombro derecho
- ¿Acaso osas alzar tu arma en contra de ley de Londres?-dijo el hombre colocado a mi derecha. Mi posición se relajo un poco pero no solté el mango de mi arma.
-Muchacho ¿a caso no sabes que estás en Londres? Por decreto ley está prohibido portar armas blancas en la capital- dijo el que estaba colocado a mi izquierda.
-Podríamos desarmarte y llevarte con nosotros. Pasarías una buena temporada en Scotland Yard- volvió a hablar el hombre de el medio. “Inténtalo si quieres, me gustaría ver como fracasas”- Pero podemos dejártelo pasar si nos haces un pequeño favor.
Y por eso me veo en esta situación, segando vidas de un grupo de bandidos haciendo el trabajo sucio de la “ley” de este país.
La lucha había comenzado en plena calle, en una gran avenida rodeada de lujosas mansiones. El lugar olía a sangre derramada y en las aceras,desparramados, yacían los cuerpos sin vida de las primeras víctimas que me había cobrado.
La guadaña de hueso que portaba descansaba sobre mi hombro. Del principio de la columna vertebral que era el mango, había una gran calavera con la mandíbula completamente abierta de la que salía la enorme hoja curvada que goteaba sangre formando un gran charco a mis pies.
La adrenalina del combate me recorría y la bestia que había en mi interior exigía ser liberada.
Quedaban dos enemigos más y aunque mi mente racional sabía que era peligroso transformarse en una vía pública, no pude aguantarme.Me deshice de la guadaña y tiré a un lado mi chaqueta. De mi boca escapó un fuerte grito que se transformó en un desgarrador rugido.
La perspectiva de mi mirada había cambiado. Veía a los bandidos desde una altura considerable y de mi boca solo salían gruñidos.
Me había convertido en el licántropo de negro pelaje que poblaba los barrios bajos de las ciudades de todo el mundo.
Mis fauces se cerraron entorno al cuerpo de uno de losbandidos, rompiendo huesos sin esfuerzo y mis garras descuartizaron al último que había quedado en estado de shock.
Aullé a la luna como solo un lobo puede hacer. Aullé a una hermosa luna, rodeado de sangre y muerte
Raziel- Licántropo - Clase Baja
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Fecha de inscripción : 11/07/2010
Edad : 1515
Re: Atardecer en la biblioteca [Libre]
Anochecía, e iba siendo hora de abandonar la biblioteca. Cuando el responsable se acercó a la mesa a advertir a Temperance que iba siendo hora de cerrar ella lanzó un suspiro. Todo el mundo ya se había ido, sólo quedaba ella. Le molestaba no haber poseído más tiempo para continuar con su estudio, pero si eran las normas, aunque le disgustara cumplirlas, tenía que atacarlas.
Recogió sus libros y sus documentos guardándolos en el zurrón, se levantó de su asiento y salió de la sala con pesar en sus movimientos. Se hallaba poniéndose el abrigo en la puerta cuando un extravagante revuelo llamó su atención desde el exterior. Un revuelo extraño para esas calles de Londres. Se preguntaba qué podía estar pasando, y picada por la curiosidad salió rápidamente a la nocturnidad fría de la calle, observando rápidamente a su alrededor.
Se quedó complemtante helada cuando ante sus ojos se presentó la imponente imagen de un enorme lobo negro que aullaba poderosamente. Había pasado demasiados años estudiando sobre el tema para poder diferenciar a un lobo convencional de ese otro tipo de "lobo". Sin duda alguna se trataba de un magnífico ejemplar de licántropo.
Por sus conocimientos debería saber que lo más recomendable tendría que ser echar a correr y desaparecer cuanto antes, pero sus ansias de conocimiento se lo impidieron. Temperance sólo había visto a un ser sobrenatural en su vida, y había sido un licántropo, cuando aún estaba en el internado, cuando se integró en la sociedad de la Talamasca. No era el mismo, desde luego, pero podía apreciar sus parecido con éste.
No era sólo el conocimiento lo que la obligó a quedarse allí, admirando la figura de aquel ser feroz aullando a la luna, sino también la adrenalina del peligro que tanto la apasionaba. Ahora que volvía a tener a un magnífico ejemplar como aquel ante sus ojos no podía dejar escapar la oportunidad de observarlo y sentirse atraída por su presencia.
Recogió sus libros y sus documentos guardándolos en el zurrón, se levantó de su asiento y salió de la sala con pesar en sus movimientos. Se hallaba poniéndose el abrigo en la puerta cuando un extravagante revuelo llamó su atención desde el exterior. Un revuelo extraño para esas calles de Londres. Se preguntaba qué podía estar pasando, y picada por la curiosidad salió rápidamente a la nocturnidad fría de la calle, observando rápidamente a su alrededor.
Se quedó complemtante helada cuando ante sus ojos se presentó la imponente imagen de un enorme lobo negro que aullaba poderosamente. Había pasado demasiados años estudiando sobre el tema para poder diferenciar a un lobo convencional de ese otro tipo de "lobo". Sin duda alguna se trataba de un magnífico ejemplar de licántropo.
Por sus conocimientos debería saber que lo más recomendable tendría que ser echar a correr y desaparecer cuanto antes, pero sus ansias de conocimiento se lo impidieron. Temperance sólo había visto a un ser sobrenatural en su vida, y había sido un licántropo, cuando aún estaba en el internado, cuando se integró en la sociedad de la Talamasca. No era el mismo, desde luego, pero podía apreciar sus parecido con éste.
No era sólo el conocimiento lo que la obligó a quedarse allí, admirando la figura de aquel ser feroz aullando a la luna, sino también la adrenalina del peligro que tanto la apasionaba. Ahora que volvía a tener a un magnífico ejemplar como aquel ante sus ojos no podía dejar escapar la oportunidad de observarlo y sentirse atraída por su presencia.
Temperance Kiddo- Talamasca
- Mensajes : 43
Fecha de inscripción : 21/09/2010
Edad : 37
Localización : Allá donde la oscuridad me lleve
Re: Atardecer en la biblioteca [Libre]
El trabajo estaba terminado. Ya no le debía nada a la leyde los mortales y además había acabado con un grupo de bandidos escurridizosque no vieron llegar el momento de su caída hasta esta noche de luna llena.Pero la mejor recompensa era el éxtasis que recorría mi cuerpo al haber matado aaquellos hombres con mis propias garras y colmillos. Éxtasis por sentir susangre en mi boca.
Aquellas sensaciones tendrían que darme miedo, inclusorepugnarme… pero lo quisiera o no en mi interior residía una feroz bestia quese revolvía de gozo cuando daba caza a una presa.
Era humano, si, y también tenía una parte animal que nopensaba rechazar.
Había sido descuidado al comportarme de aquella forma tansalvaje en un sitio público como aquel.
Si alguien me viese tendría el escepticismo a mi favor. Ala gente de hoy en día le es más fácil sacar conclusiones racionales que pensarde forma fantasiosa y que se la tome porloca.
Se ve que la muchacha que me observa al otro lado de lacalle quería cerciorarse de que yo era real.
No la detecté hasta que la bestia de mi interior secalmo. Los aullidos cesaron y la respiración agitada también.
Gruñendo de forma amenazadora me acerqué peligrosamente ala curiosa muchacha que tendría que haber decidido salir corriendo desde unprimer momento.
Aquellas sensaciones tendrían que darme miedo, inclusorepugnarme… pero lo quisiera o no en mi interior residía una feroz bestia quese revolvía de gozo cuando daba caza a una presa.
Era humano, si, y también tenía una parte animal que nopensaba rechazar.
Había sido descuidado al comportarme de aquella forma tansalvaje en un sitio público como aquel.
Si alguien me viese tendría el escepticismo a mi favor. Ala gente de hoy en día le es más fácil sacar conclusiones racionales que pensarde forma fantasiosa y que se la tome porloca.
Se ve que la muchacha que me observa al otro lado de lacalle quería cerciorarse de que yo era real.
No la detecté hasta que la bestia de mi interior secalmo. Los aullidos cesaron y la respiración agitada también.
Gruñendo de forma amenazadora me acerqué peligrosamente ala curiosa muchacha que tendría que haber decidido salir corriendo desde unprimer momento.
Raziel- Licántropo - Clase Baja
- Mensajes : 83
Fecha de inscripción : 11/07/2010
Edad : 1515
Re: Atardecer en la biblioteca [Libre]
Su corazón comenzó a latir a toda velocidad cuando vio que el animal la descubría. Su espalda pegada a la pared la había dejado paralizada, y el miedo que había empezado a apoderarse de su cuerpo. Se maldijo por no poder reaccionar y echar a correr cuando la vestia comenzó a caminar hacia ella acompañado de un gruñido terrorífico. Su curiosidad había sucumbido al miedo, y a la poca lógica.
-No quiero molestarte -empezó ella, con la voz temblándole.
Se sentía un poco ridícula hablando con un lobo, pero de todos modos seguía siendo un humano, ¿no?
-Yo... me iré. No le contaré nada a nadie de lo que he visto. Por favor, déjame marchar, te aseguro que guardaré tu secreto.
No sabía hasta qué punto un licántropo tenía piedad por una posible víctima, nadie había sobrevivido lo suficiente para haberiguarlo, y eso la hacía tener todavía más miedo. Esperaba que su corazón humano le diera cuartel y la oportunidad de marchar.
-No quiero molestarte -empezó ella, con la voz temblándole.
Se sentía un poco ridícula hablando con un lobo, pero de todos modos seguía siendo un humano, ¿no?
-Yo... me iré. No le contaré nada a nadie de lo que he visto. Por favor, déjame marchar, te aseguro que guardaré tu secreto.
No sabía hasta qué punto un licántropo tenía piedad por una posible víctima, nadie había sobrevivido lo suficiente para haberiguarlo, y eso la hacía tener todavía más miedo. Esperaba que su corazón humano le diera cuartel y la oportunidad de marchar.
Temperance Kiddo- Talamasca
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