Perdóname Padre porque he pecado

por **Mefistófeles** Vie Oct 08, 2010 12:58 pm

-Aléjate de mí, ¡Monstruo!- gritó a pleno pulmón. Su voz grave resonaba por toda la iglesia junto al eco de sus pasos que recorrían la nave central hasta el altar.

-Padre… sus palabras me ofenden ¿Es así como trata a un pecador que busca el perdón de Dios?- dije con voz inocente.

-Aléjate de mí, te digo- sus pasos se volvieron más rápidos y sus manos se movían agitadamente haciendo el signo de la cruz- No eres humano, veo tus ojos. Tu mera presencia es un insulto a este lugar sagrado, demonio

En un parpadeo mis ojos se volvieron totalmente blancos y avancé por la nave central de la iglesia tocando con ambas manos los respaldos de los bancos de madera que se abrían a ambos lados de la nave.

-Al final voy a acabar pensando que no soy bien recibido aquí.

-Y no lo eres. ¡Esta es la casa del Señor!- el cura había llegado al altar y me miraba desde allí con pánico en sus ojos.

-Pues parece que el jefe no está hoy en casa- cuando lo tuve al alcance lo cogí del cuello y lo levanté como si de una pluma se tratara- ¡Perdóneme padre porque he pecado!- grite para hacerme oír por encima del escándalo que estaba montando el cura- ¡He mentido, robado, asesinado y muchísimas cosas más! ¿Y sabe que es lo más curioso de todo?...- acerqué al hombre a mí para poder susurrarle al oído- … que no me arrepiento de nada- sin mucho esfuerzo partí el cuello del cura y su cuerpo dejó de moverse. Sus manos que estaban intentando a base de golpes deshacerse de mi apretón, caían a ambos lados del cuerpo, inertes. Las piernas, que no dejaban de patalear en el aire, yacían de la misma forma que los brazos.
Tiré el cuerpo muerto sobre el altar de la iglesia y sentándome en uno de los bancos de la primera fila prendí fuego al cadáver y observé la escena con una sonrisa maliciosa pintada en mi rostro.

-Nos veremos en el infierno.

por **Katrina Volkova** Vie Oct 08, 2010 7:47 pm

Aclaré mi garganta.

-Sí, lo entendí perfectamente, ahora mismo voy para allá.

Encaminé la marcha para ir...
¡Pero hombre! ¿Dónde están mis modales? Explicaré lo ocurrido.
El padre Saúl me había pedido que me dirigiese a la iglesia de la capital. Quería que le trajese un material muy importante y confidencial. ¿Y quién decía que yo no iba a leer eso antes que nadie? Dependía de su contenido que se lo entregase o no. Ya se me conoce, no me fiaba ni de la Iglesia. Pues bien, me dirigía hacia la Iglesia de Moscú, tardaría uno o dos días y llegaría, por seguro.
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Fecha: 24 de Diciembre de 1801
Estado: En una misión de encargo.
Vestimenta: Por una vez: de gala. Un vestido púrpura con corsé y hasta los tobillos, que realzaba mi figura, con unos zapatos (pequñas botas) negros hasta media pierna con cintas negras entrelazadas. Por supuesto, mi gabardina negra lo acompañaba encima de él.
Peinado: Un medio recogido de cabello dejando mi flequillo totalmente recto en mi frente. El resto del pelo estaba compuesto por rizos y tirabuzones.
Armas: Una daga de plata y los dos revólveres.
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Llegué a Moscú, bajé del carruaje. Me había dejado justo delante de la Iglesia. Al menos, no tendría que esforzarme para encontrar la Iglesia, aunque conocía el camino como la palma de mi mano. Aquella fue la ciudad donde me crié hasta que mataron a mis padres. Me traía gratos recuerdos pero a la vez me traía los más desoladores y lúgubres de toda mi vida. ¿Estaba diciendo yo eso? ¿Con todo lo que había visto? Bueno... yo también tenía mi corazoncito.
Frente a las puertas de la Casa de Dios escuché lamentos, órdenes y súplicas. O eso me parecía. Entré minuciosamente en la Iglesia, escondiéndome en la cabina de confesión, con muchísimo cuidado y entre las pequeñas rejillas que poseía la madera miré la situación.

-Al final voy a acabar pensando que no soy bien recibido aquí.

-Y no lo eres. ¡Esta es la casa del Señor!

¿Qué narices ocurría? ¿Cómo un sacerdote echaba a un morador de la tierra de la propia casa del perdón? Esto no me cuadraba nada, el padre Dimitri estaba muy exaltado.

-Pues parece que el jefe no está hoy en casa- levantó al padre del suelo- ¡Perdóneme padre porque he pecado! ¡He mentido, robado, asesinado y muchísimas cosas más! ¿Y sabe que es lo más curioso de todo?... que no me arrepiento de nada.

Pretendía salir de allí para que aquel hombre bajase al suelo de inmediato al padre Dimitri, pero lo que ví fue algo que me dejó atónita. Aquel hombre acababa de partir el cuello al sacerdote. ¿Pero cómo se atrevía a hacer algo así? ¿Qué demonios se le había pasado por la cabeza?
Tiró el cuerpo al suelo y a continuación le prendió fuego. Tapé mi boca con una mano, conocía al padre Dimitri desde que era una niña y aquello me había dejado sin palabras y con un leve dolor en el pecho. Comencé a respirar más deprisa, intentando reprimir las lágrimas, y lo conseguí. Tanto tiempo viendo cosas así me habían vuelto bastante fría.

-Nos veremos en el infierno.- Oí que decía. Fruncí el ceño y salí de allí haciendo ruido al cerrar la pequeña puerta.

-Seguro que sí, pues tú irás al Infierno, el padre Dimitri tendrá que probar su fe antes que eso.- Dije mientras caminaba hasta poder llegar a la alfombra central, la que te llevaba hasta el altar, parándome justo en el medio.

Off: Espero no te importe Smile

por **Mefistófeles** Vie Oct 08, 2010 10:59 pm

-Seguro que sí, pues tú irás al Infierno, el padreDimitri tendrá que probar su fe antes que eso.- dijo una voz femenina a mis espaldas.
Antes de girar medio cuerpo sobre el banco para mirar ala intrusa, a mis ojos retornaron las pupilas marrones.

-¿Irme al infierno? ¿Estás de broma? Pero si acabo desalir de allí- dije irónicamente, con una de mis sonrisas maliciosas.
Me levanté del banco y del bolsillo interior de la chaqueta de mi traje saqué una pitillera de metal. Me llevé a la boca uno de los cigarrillos que contenía la pitillera y me acerqué al altar donde los restos del cura aún seguían ardiendo.

-Debo suponer que conocías al mártir- dije inclinándome un poco sobre las llamas para que el cigarro prendiera. Aspiré el humo del tabaco cuando el cigarrillo se encendió. El Tabaco, fue una manía que cogí alpoco tiempo de salir del infierno y maldita sea, tenía que reconocer que me agradaba fumarme unos cuantos cigarros al día- Tendría que daros mi más sentido pésame- quité el cigarrillo de mi boca y solté todo el humo que contenían mis pulmones- Parecía un buen hombre, pero ya sabéis lo que se dice “Los buenos siempre nos dejan antes”- llevándome de nuevo el cigarrillo a la boca, bajé los peldaños que llevaban hasta el altar y fui acercándome a la mujer que había irrumpido en la iglesia y me había pillado con “las manos en la masa” Abrí denuevo la pitillera que aún no me la había guardado y la alcé para ofrecérsela a la mujer- ¿Quiere uno? Invito yo, son una delicia- al ver su rostro frío y suponiendo que no iba a contestar, cerré la pitillera y la volví a guardar en el bolsillo interior de mi traje- Mejor, más me quedaran para mí- después de soltar otra bocanada de humo, el cigarrillo volvió a aparecer en mis dedos y con la otra mano libre acaricié mi perilla- Habéis aparecido en un momento… un tanto inoportuno, el padre Dimitri y yo teníamos asuntos que resolver y por fin se han solucionado. Contentos todos ¿no?- dije mostrando una sonrisa exagerada en la que se veían todos los dientes.

Off: Nooo me importa, es más ¿un demonio y un cazador? va a ser un rol muy interesante XP

por **Katrina Volkova** Dom Oct 10, 2010 12:46 pm

-¿Irme al infierno? ¿Estás de broma? Pero si acabo desalir de allí- dijo irónicamente.

Arqueé una ceja. ¿Estaba vacilándome? ¿A mí? ¿A una cazadora? ¿Y después de haber matado a una persona que me había ayudado en tiempos difíciles? No sabía lo que hacía. Puede que fuese humano, pero me lo iba a... Espera un momento. ¿Era humano? Acababa de ver cómo había agarrado al padre Dimitri del cuello y lo había subido, rompiendo después su cuello. Y ambos sabíamos que el padre Dimitri no estaba muy en forma.
1. O era un hombre con una fuerza bastante desarrollada, lo cual puede ser bastante posible.
2. O no era humano.
Lo descubriría, como me llavo Katrina Volkova. Observé que metía una mano al bolsillo, me puse nerviosa, si quería atacar estaría preparada. Ningún hombre sabe qué puede llevar una dama bajo sus faldas. Pero acabó por sacarse lo que parecía una pitillera de metal y de él sacó un cigarrillo. Se lo metió en la boca y... ¡lo encendió con el cuerpo, aún, ardiendo del padre Dimitri! No pude evitar taparme la boca con la mano, acababa de darme una arcada de asco, pero no hacia el padre Dimitri, sino hacia él. ¿Cómo podía hacer algo así?

-Debo suponer que conocías al mártir.

"Por tu desgracia sí" Pensé. Estaba que echaba humo, no podía permitir que hiciera eso al pobre padre.

-Tendría que daros mi más sentido pésame. Parecía un buen hombre, pero ya sabéis lo que se dice “Los buenos siempre nos dejan antes”.- Hijo de...

-Y los "malos" siempre acaban bajo tierra- dije en contestación.

Aquel hombre acabó bajando las escaleras del altar acercándose a mí por cada paso. Ni me inmuté, no iba a moverme de mi sitio. Si me tocaba, se atendría a las consecuencias. Al estar frente a mi, sacó la pitillera de nuevo y me la alzó.

-¿Quiere uno? Invito yo, son una delicia- le miré a los ojos y luego desvié la mirada hacia los cigarrillos y volví a mirarle. Sin detonar cambio de expresión alguno. Captó el mensaje y se guardó la pitillera.- Mejor, más me quedaran para mí.

Me crucé de brazos y le observé. Se había apoyado en uno de los bancos mientras seguía mirándome. Volvía a dar caladas al cigarrillo mientras que con la otra mano acariciaba su perilla.

-Habéis aparecido en un momento… un tanto inoportuno, el padre Dimitri y yo teníamos asuntos que resolver y por fin se han solucionado. Contentos todos ¿no?- ¿Por qué no fiarme de su palabra? Los curas siempre acababan metiéndose en líos, líos que no sacaban a la luz.

-Supongo que sí. Pero acabáis de matar a la "única" familia que me quedaba- dije con semblante serio. Dimitri fue el que me ayudó a convertirme en lo que ahora era.- Dejádme preguntaros, antes de acabar con vuestro sufrimiento terrenal, ¿cuál fue el motivo por el que acabáis de matar al padre Dimitri?- dije preguntándole con curiosidad.

por **Mefistófeles** Dom Oct 10, 2010 5:37 pm

-Supongo que sí. Pero acabáis de matar a la "única" familia que me quedaba- “Ya empezamos con tonterías” pensé, reflejando el pensamiento en las facciones de mi cara.

-Lo siento pero las quejas, los sollozos y las lágrimas me dan un poco de grima. Así que si no os importa me marcho- ya comenzaba a cansarme de aquel lugar que olía a cirio y a carne chamuscada. Y si encima tenía que aguantar los sollozos de uno de estos bichos vomitaría. Me pasé junto a ella dispuesto a irme pero tuve que detenerme al escuchar su siguiente pregunta

- Dejadme preguntaros, antes de acabar con vuestro sufrimiento terrenal, ¿cuál fue el motivo por el que acabáis de matar al padre Dimitri?- ¿no había lágrimas, ni voces quebradas de dolor? Todo lo contrario, una amenaza de muerte y una pregunta hecha con una voz firme y sin temblores.

La miré de reojo con más curiosidad y me fijé en su atractivo: Un bonito pelo cobrizo, unos ojos de color azul y un buen cuerpo con curvas bien definidas.

Del bolsillo de los pantalones saqué un sobre que estaba cerrado y sellado por el Vaticano. Una carta que en manos de los cazadores podría suponer un peligro para mí y los pocos de los míos que habíamos conseguido escapar del infierno. Supondría ponerlos de sobre aviso y no me apetecía comenzar a cuidar mis pasos.

-El padre Dimitri estaba metiendo las narices en asuntos que no le concernían…- me acerqué a uno de los pedestales llenos de velas encendidas y coloqué el sobre encima de una de las velas, viendo como poco a poco comenzaba a prender una de las esquinas del papel-… estaba jugando con fuego y esta noche ha acabado quemándose.

por **Katrina Volkova** Dom Oct 10, 2010 6:11 pm

-El padre Dimitri estaba metiendo las narices en asuntos que no le concernían…- dio unos pasos, llegando a un pedestal lleno de velas encendidas. Acercó el sobre que acababa de sacar de su bolsillo a una de las velas encendidas, cuando vi que tenía el sello del Vaticano- …estaba jugando con fuego y esta noche ha acabado quemándose.- No pude evitar torcer la sonrisa, sabía qué comentarios sacar y en qué momentos.

Aún así, debía hacerme con la carta. Solo una carta con el sello del Vaticano debía ser de tan importancia como para que aquel hombre hubiese matado al padre Dimitri. Me acerqué a él, mirándole sensualmente.

-¿No me digas? ¿En asuntos que no le concernían? Pobre Dimitri, con razón a acabado así- dije con cierto tono sarcástico.

Al estar frente a él, apoyé un brazo en el pedestal sin dejar de mirarle. Miré de reojo la carta que sostenía, la cual había sido expuesta al fuego en una de sus esquinas. Me acerqué todo lo que pude a aquel hombre, acercando mi rostro al suyo. Cogiendo el brazo con el que sostenía la carta se lo bajé muy despacio.

-¿Y qué asunto podría ser ese? ¿Amenazan a tu familia o algo así?- dije poniendo una mano en su pecho y bajando la mirada débilmente. La volví a subir para mirarle a los ojos- Si me han enviado aquí es por algo, querido.

Le cogí la carta de la mano y salí corriendo hacia el altar mientras la abría. Leí todo lo rápido que pude, no era larga.

El Vaticano, Roma 1801.

Hemos recibido preocupantes avisos de que en una de las puertas del Infierno han podido escapar numerosos demonios. Muchos de ellos están causando el pánico en distintos lugares del mundo. Pedimos y rogamos que avisen a todos aquellos que puedan encargarse de esta catástrofe.

Pío VII.

Me paré en seco. Eso no era verdad, los demonios solo eran mitos. ¿Acaso existen de verdad? No. Debe haber sido un bromista. Alguien que quiere hacernos creer que esto es cierto. Me quedé mirando al papel absorta. Si era cierto, aquel hombre... ¡No!

por **Mefistófeles** Dom Oct 10, 2010 6:37 pm

Suspiré irritado viendo como el bicho corría hacia al altar con la carta en la mano.
Me entraron ganas de prenderle fuego y divertirme un poco viendo como su cuerpo ardía mientras ella corría hacia el altar.
Pero deseche aquello al sacar algunas conclusiones: Su último comentario me había dado a entender que la habían mandado a ella a recoger la carta del cura, por lo que podía tratarse de una simple mensajera o tal vez una más dese grupo de entrometidos que su único deseo en la vida era morir descuartizado por alguna criatura que les sobrepasara durante una cacería… patético.

De una forma u otra, aquella mensajera o cazadora iba a morir sufriendo una dulce tortura. Mientras me acercaba a su lejana figura, recortada por la hoguera que seguía consumiendo al bueno de Dimitri, mi mente se entretenía imaginando formas de tortura: Tal vez descuartizaría su cuerpo parte por parte para luego volver a unirlas como si de un puzle se tratara, o hervir su cuerpo en agua o mejor aún, hacerla explotar una y otra vez, renovando su cuerpo después de cada estallido de sangre y vísceras.

Cuando calculé que ya había terminado de leer la carta, quemé el papel con mi poder piroquinético.
Dándole una última calada al cigarrillo, lo tire al suelo para después chafarlo con el pie.

-Has sido una niña muy traviesa… – mis ojos se volvieron completamente blancos mientras hablaba. Quería que mi aspecto fuera el más amenazante que pudiera crear-… baja ahora mismo de ahí arriba para que papi pueda castigarte.- la última frase salió de mi boca con una voz totalmente diferente a la del recipiente. Salió con un tono de ultratumba que podría congelar la sangre del hombre más valiente del mundo. Aquella voz era forzada, quería que se diera cuenta de que se había metido con quien no debía… y que como no jugara bien sus cartas, su futuro se veía igual de negro que el del padre Dimitri.

por **Katrina Volkova** Dom Oct 10, 2010 6:55 pm

La carta se quemó en mis manos haciendo que la soltara al instante. Pero cómo...

-Has sido una niña muy traviesa… baja ahora mismo de ahí arriba para que papi pueda castigarte.- Su voz se volvió terrorífica, como si hablase un muerto, me quedé petrificada pero me armé de valor y me di la vuelta.

Teníais que haber visto mi cara. Mis ojos se abrieron como platos y mi pulso comenzó a acelerarse. Aquel ser no era humano, y tenía la respuesta de lo que era justo delante de mis narices. Era un demonio. Sus ojos estaban completamente blancos y me miraban desafiantes. "Joder... que hago" pensé con nerviosismo. Me puse tras la mesa que había en el altar.

-Reconsidéralo, no te he hecho nada, soy demasiado inocente para hacer daño a alguien- dije con voz afectada. Mientras estaba tras la mesa pude levantarme la falda del vestido y sacar uno de mis revólveres.- Al menos, aún.

Con un ágil movimiento apunté con el revólver al demonio y disparé con gran precisión, acabando las balas en el cuerpo que usaba. Tras aquello cogí la copa que había en la mesa y salí corriendo hacia una de las pilas del agua bendita. La llené. Para poder salir de allí debía pasar delante de aquel demonio. Me quedé tras una columna pensando con rapidez. Aquel demonio, lo sabía por sus ojos, no era de los débiles, quizás el agua bendita no le afectase por fuera de su piel. Cogí una daga que llevata y la mojé en el agua bendita. Salí de detrás de la columna y me dirigí hacia él con paso decidido.

-Tócame y atente a las consecuencias- dije con semblante serio.

No paraba de andar deprisa hacia él y a unos metros le tiré el agua a la cara. Como esperaba no le hizo efecto. Al seguir andando acabé justo enfrente suyo y le apuñalé en el pecho y estómago. Ahora sí que le dolía. Aquello me daría tiempo a escapar. Corrí hasta llegar a la salida, no me era nada fácil correr con aquellas vestimentas y zapatos, pero no podía hacer nada. Corrí por las calles buscando algún lugar para refugiarme, una casa abandonada, perfecto. Entré dándo una patada a la puerta y cerrándola después. Me escondí en un viejo armario casi derruido. Quería esperar un tiempo antes de salir.
La adrenalina se me había subido en unos instantes. Me quedé meditando todo lo sucedido. Había estado al lado de la muerte y más aún si me volvía a encontrar a ese ser, estaría cabreado. Medité el exorcismo para poder enviar a un demonio al Infierno, lo recordaba, estaría lista por si había algún problema, aunque antes que nada dibujé con ceniza un símbolo atrapa demonios y lo escondí bajo una alfombra roida.

por **Mefistófeles** Dom Oct 10, 2010 7:26 pm

De la piel acuchillada brotaba humo. El Agua bendita quemaba mi interior como si ácido se tratase. MI cara se había convertido en una máscara de dolor e ira. Apretaba mucho los dientes para soportar el dolor de aquel ácido que me quemaba y gruía como una bestia aguantando el dolor. El gruñido pasó a ser una fuerte carcajada desequilibrada, como si de un loco proviniera. El agua bendita se había disuelto ya y el escozor había desaparecido completamente.

-Pienso arrancarte la piel a tiras…- dije mientras salía de la iglesia y seguía el rastro de terror que había dejado la cazador a su paso.
El miedo me llevo hasta una casa abandonada que tenía toda la pinta de tratarse de una trampa para mi persona. Tendría que ir con cuidado entonces.

-Pequeñaaajaaaaa- canturreé- Papi está un poco preocupadillo ¿Por qué no sales y le das un fuerte abrazo? Tal vez así te perdone.

La fachada de la casa te podría decir, si hablara, que no me quejara de su estado exterior sin haber visto antes su interior. Aquello era una granja de ratas que correteaban a sus anchas por las habitaciones. Aunque a ellas las soportaba mejor que a los humanos… no sabían hablar.
Giré a la derecha en el salón sin subir por las escaleras al primer piso. Entre en un pasillo lateral lleno de puertas cerradas. Tal vez mi bichito estaría escondido en una de esas habitaciones.
Con mis poderes telequinéticos, mandé una ráfaga de poder que hizo saltar la pintura de las paredes y abrir todas las puertas con un fuerte golpe a su paso.
Escuche un pequeño gemido debido al susto de los portazos que me indico el lugar donde se encontraba ella.
Mis ojos volvieron a adquirir sus pupilas marrones, aparentando ser ojos normales.
Quedándome en el marco de la puerta, la vi a ella al otro lado de la habitación, apoyada contra la pared del fondo mirándome sin pestañear.

-Ahí estas ¿Papi estaba preocupado, sabes?- dije con tono de preocupación y tristeza- Vamos, dale un fuerte abrazo a tu papuchi- estuve a punto de dar un paso para entrar en la habitación pero entonces vi la esquina de la alfombra, que estaba colocada junto a la entrada, doblada, como si alguien la hubiera levantado. Fruncí el ceño y reculé el pie hasta volver a mi posición inicial. Aparté la mirada del la alfombra y volví a posarla sobre la cazadora- No sabía que los cazadores tuvieran tanta sangre fría como para acabar con la vida de un inocente por salvar la suya- abrí un poco la chaqueta para enseñar los agujeros de bala- Ahora yo soy lo único que mantiene con vida este cuerpo… estarás orgullo, ¿verdad? Pequeña cazadora.

por **Katrina Volkova** Dom Oct 10, 2010 7:35 pm

-No sabía que los cazadores tuvieran tanta sangre fría como para acabar con la vida de un inocente por salvar la suya.

-¿Cómo?- dije sin comprender. Se abrió la chaqueta enseñándome los agujeros que habían dejado las balas.

-Ahora yo soy lo único que mantiene con vida este cuerpo… estarás orgullosa, ¿verdad? Pequeña cazadora.

No hablaba en serio, yo no quería matar a aquel hombre, sino al demonio. Solo era una broma de mal gusto, seguro.
Apreté los dientes con fuerza, aquel indeseable no pisaba la alfombra, y por su anterior movimiento creía que me había descubierto. ¿Qué podía hacer entonces? Pronunciar el exorcismo solo haría que cabrearle y que me matase. ¿Algo de conversación?

-Aquel hombre ha pasado a la historia, no podía hacer otra cosa- dije fríamente- Aún no te he preguntado, antes de acabar contigo, ¿cuál es tu nombre?

por **Mefistófeles** Dom Oct 10, 2010 8:01 pm

-Aquel hombre ha pasado a la historia, no podía hacer otra cosa

-Ah, tu frialdad congela hasta mi ardiente corazón- dije teatralmente colocando ambas manos sobre aquel órgano que no dejaría de latir hasta que yo abandonara aquel cuerpo.

- Aún no te he preguntado, antes de acabar contigo, ¿cuál es tu nombre?

-¿Y porque quiere saber la víctima el nombre de su verdugo? Sería más normal que preguntaras como vas a morir, si te dolerá, que porque hago esto, si no tengo otra cosa mejor que hacer que estar aquí torturándote… ¿ves? Para eso último sí que tengo respuesta: ¡No! No tengo nada mejor que hacer, tengo demasiado tiempo libre- dije gesticulando cada palabra con las manos- Pero claro…- me agaché para coger la punta doblada de la alfombra y levantarla arrojándola a un lado de la habitación. Bajo el lugar donde estaba la alfombra, había un símbolo pintado en negro con la forma de un pentaculo-… con esta cosa delante poco voy a poder matarte. A no ser claro está que decidas borrar este dibujito…- me quedé mirándola con una sonrisa amistosa esperando una respuesta-… eso es un no ¿verdad? Pues bueno, lo mejor es que me vaya y que deje este tema por olvidad… tampoco ha sido tan malo todo eso que me has hecho- me giré hacia un lado dispuesto a irme. Desaparecí de su ángulo visual para luego asomar rápidamente la cabeza por el marco de la puerta- ¡Te lo has creído! ¿Cómo iba a marcharme dejando a una hermosa joven tan sola en una casa abandonada? Ni si quiera el infierno me querría si cometiera tal osadía.

Me quité la chaqueta que llevaba puesta y la tiré sobre el suelo sucio, me senté sobre ella y apoyé la espalda contra la pared. Saqué un cigarrillo de la pitillera y lo encendí con un fósforo.

-Mi nombre es Mefistófeles. Grábatelo bien en la cabeza cazadora porque esta noche puede que te hayas librado de mi, pero en los días venideros temblaras con cada paso que oigas a tus espaldas pues pienso perseguirte hasta que mueras…- mi semblante se volvía más siniestro y oscuro con cada palabra, pero de repente volvió a recobrar su aspecto amigable y cariñoso-… mientras tanto puedes llamarme Mefisto- solté una bocanada de humo. Cogí otro cigarrillo de la pitillera y se lo lancé a la cazadora junto a un fósforo- me enfadaré aún más si lo rechazas. Ahora dime ¿cuál es el nombre de mi enemiga?

por **Katrina Volkova** Dom Oct 10, 2010 8:27 pm

Escuché todo lo que tenía que decir mientras me cruzaba de brazos. ¿Preguntarme cómo iba a matarme, si iba a dolerme? Prefiero no hacerme esas preguntas, siendo cazadora no debes pensar en la muerte. Si un día tienes que morir, simplemente mueres. ¿La tortura? Antes de que me tocase acabaría con él o conmigo.

-Pero claro…- se agachó para levantar la alfombra, tirándola a un lado-… con esta cosa delante poco voy a poder matarte. A no ser claro está que decidas borrar este dibujito…- sonreí orgullosa y cínicamente, que se lo había creído-… eso es un no ¿verdad? Pues bueno, lo mejor es que me vaya y que deje este tema por olvidado… tampoco ha sido tan malo todo eso que me has hecho- arqueé una ceja. Salió de la habitación, pero al poco rato asomó la cabeza- ¡Te lo has creído! ¿Cómo iba a marcharme dejando a una hermosa joven tan sola en una casa abandonada? Ni si quiera el infierno me querría si cometiera tal osadía.

Negué con la cabeza soltando una risa de rendición, ¿pero cómo podia ser así? Era un demonio y estaba cachondeándose de su situación. Nunca te acostarás sin saber una cosa más, o en mi caso, sin ver un payaso más. Volvió a sacar un cigarrillo y a encenderlo, mientras se sentaba encima de su chaqueta. No se iría, no.

-Mi nombre es Mefistófeles.- ¿¡Mefistófeles!? Aquello debía de ser una broma.- Grábatelo bien en la cabeza cazadora porque esta noche puede que te hayas librado de mi, pero en los días venideros temblaras con cada paso que oigas a tus espaldas pues pienso perseguirte hasta que mueras…- su semblante se volvía serio y siniestro- mientras tanto puedes llamarme Mefisto- reí con ganas.

-¡Pero qué gracioso llegas a ser! ¿Tú matarme a mí? No antes de que toques el suelo, querido mío- dije arqueando una ceja. La situación me ponía cada vez más tensa.

Mefistófeles, si era el demonio que yo creía, seguía fumando. Me había cansado de estar de pie y aplastando mi vestido por detrás, me senté en el suelo con las piernas estiradas hacia delante. Subí la cabeza mirando al techo y cogí aire. Mefistófeles me lanzó un cigarrillo junto a un fósforo, los cogí y los miré sin entender.

-Me enfadaré aún más si lo rechazas.- Reí, no tenía remedio, pero en verdad necesitaba algo con lo que entretenerme- Ahora dime ¿cuál es el nombre de mi enemiga?- sonreí.

Encendí el fósforo en el suelo de madera y me llevé el cigarrillo a la boca. Una vez encendido le di una bocanada. No pude evitar toser varias veces, casi me ahogaba. Joder, había visto mil veces a las demás personas fumar esta mierda y me sabía la táctica, pero no la práctica.

-Por poco no te hace falta matarme, un simple cigarro casi acaba conmigo- arqueé una ceja mirando al suelo, qué patético. Le di otra calada, pero esta vez si le cogí el truco- Me llamo Katrina Volkova, pero qué más te dará a tí, sólo eres un demonio que ansía venganza. Y mírate, estás atrapado como un niño. No puedes hacerme nada- dí otra calada y solté todo el humo- He sido más inteligente que tú, aunque estoy acostumbrada a ello. Mi trabajo es pensar, actuar o morir. Yo hago las dos primeras- dije encogiéndome de hombros- Dime, ¿vas a estar ahí sentado toda la vida? Seguro que tienes ganas de despellejarme, torturarme, experimentar con tu mente, matarme... Pero no puedes- dije con una risa ganadora.- Te devolveré al Infierno, lo sabes ¿verdad?

por **Mefistófeles** Dom Oct 10, 2010 8:54 pm

-Jajajajaja. Chiquilla ¿No te das cuenta que la que está atrapada eres tú? Mira a tú alrededor, estas rodeada por cuatro paredes, sin ventanas y tu única salida está custodiada por el peor enemigo que te hayas podido crear. Lo siento mucho Katrina pero me parece que no tenemos la misma idea sobre la palabra “Inteligencia”, no deberías utilizarla tanto al tun-tun, podrías quedar como una estúpida. Como por ejemplo ahora ¿Cuánto crees que puede durar un cuerpo humano sin beber y comer? ¿Dos días, tal vez 4? Yo puedo estar aquí todo el tiempo del mundo, no moriré de inanición… no como tu- volví a llevarme el cigarro a la boca y a aspirar el condenado humo- ¿Sigues pensando que soy el estúpido?- reí débilmente expulsando el humo de mis pulmones- Pero no te preocupes mi pequeña Katrina, porque esta noche no morirás. No, nada de eso… Tengo algo mucho mejor para ti, algo mucho mejor que morir en este lúgubre lugar sobre este sucio suelo.

Si. Sin quererlo había encontrado a alguien que me ayudara en mis días de aburrimiento. Alguien con quien tener entretenido el cuerpo y la mente. Esta noche Katrina no moriría, tampoco mañana, ni siquiera dentro de una semana… Pero juro que sus días estarán contados a partir de esta noche.

-Deberías darme las gracias, querida. Si mañana vas a vivir para contarlo es porque yo así lo deseo, porque sé que vales mucho más para morir de hambre aquí.- apoyé la cabeza sobre la pared y perdí mi mirada en el techo, viendo como los anillos de humo subían y se esparcían en el aire- Dime Katrina ¿Qué sabes del infierno?

por **Katrina Volkova** Dom Oct 10, 2010 9:01 pm

Escuché cada palabra que salía de su boca. Me estaba cabreando por segundo que pasaba y lo peor era que él tenía razón. Di la última calada al cigarrillo y lo apagué en el suelo. Me restregué la cara con las manos. ¿Qué narices podía hacer ahora?

-Deberías darme las gracias, querida. Si mañana vas a vivir para contarlo es porque yo así lo deseo, porque sé que vales mucho más para morir de hambre aquí. Dime Katrina ¿Qué sabes del infierno?- suspiré.

-¿Qué sé del Infierno? Que es un lugar que hasta los demonios detestan, que te torturan toda la eternidad y que cuando muera acabaré ahí- dije encogiéndome de hombros.- ¿Por qué me lo preguntas?

por **Mefistófeles** Dom Oct 10, 2010 9:05 pm

- ¿Por qué me lo preguntas?

Me encogí de hombros e igual que ella apagué el cigarro en el suelo.

-Para saber si tenías las ideas claras. Y aunque te encaminas muy bien… sigues estando muy lejos de poder describirlo con palabras. Es algo imposible de describir incluso para los que hemos estado ya allí. Pero no te preocupes que tu sí que lo vas a poder ver con tus propios ojos, yo voy a encargarme de ello ¿A qué te quedas más tranquila?- dije con una sonrisa cínica.

por **Katrina Volkova** Dom Oct 10, 2010 9:10 pm

-Pero no te preocupes que tu sí que lo vas a poder ver con tus propios ojos, yo voy a encargarme de ello ¿A qué te quedas más tranquila?

-Sí, por supuesto- dije mostrando tranquilidad abatida.- Dime, Mefistófeles, ¿qué hay en el Infierno? Quiero decir, que... que sientes o que te ocurre... Ya que te vas a encargar de que vaya, al menos sé un caballero y dime dónde vas a llevarme. ¿No crees?- suspiré.

Me entraban ganas de llorar, pero no le iba a dar el gusto. Quería salir de allí, pero aquel demonio no me lo iba a poner fácil, al menos, no quería aburrirme y conversar era una manera para remediarlo. Miré a todos los lados de la habitación.

-En vaya trampa para ratas me he metido- dije en voz baja.

por **Mefistófeles** Dom Oct 10, 2010 9:19 pm

-Sí, por supuesto. Dime, Mefistófeles, ¿qué hay en el Infierno? Quiero decir, que... que sientes o que te ocurre... Ya que te vas a encargar de que vaya, al menos sé un caballero y dime dónde vas a llevarme. ¿No crees?

-De acuerdo, seré un buen demonio- dije sonriendo y mirándola- Durante cientos y cientos de años solo sufrirás y agonizaras. Cada día te subirán al potro de torturas, te cortarán, te acuchillarán, te quitaran la piel a tiras, tus dientes serán arrancados y ya no podrás ver pues te habrán sacado los ojos… cuando hayan terminado contigo, por la noche, tu cuerpo se reconstruirá como si nada hubiera ocurrida para así poder torturarte de otra manera al día siguiente- solo imaginarlo me producía cierta gracia- Podrán estar torturándote eternamente hasta que cedas…- puse los ojos blancos y sonreí maliciosamente- hasta que tú te conviertas en uno de los míos ¿Te agrada la idea, cazadora?

por **Katrina Volkova** Dom Oct 10, 2010 9:26 pm

Me estaban dando escalofríos al pensar lo que me estaba diciendo. Aquello debía de ser horrible, pero con todo lo que había hecho acabaría allí seguro… Aunque había quitado mucho mal del mundo, ¿eso no me daría puntos? Buah, ya no sabía qué pensar.

-Podrán estar torturándote eternamente hasta que cedas… hasta que tú te conviertas en uno de los míos ¿Te agrada la idea, cazadora?

-Sinceramente, prefiero ser torturada eternamente que convertirme en un demonio, además, si consiguen hacerte ceder qué pasaría, ¿te dejarían salir del Infierno o algo parecido? ¿O te quedarías allí viendo torturar a las demás personas?- dije con cierta ironía.- Una pregunta, yo siempre he oído que los demonios tenéis los ojos negros, ¿es cierto? Es que como tú los tienes... blancos...

por **Mefistófeles** Dom Oct 10, 2010 9:36 pm

-Sinceramente, prefiero ser torturada eternamente que convertirme en un demonio, además, si consiguen hacerte ceder qué pasaría, ¿te dejarían salir del Infierno o algo parecido? ¿O te quedarías allí viendo torturar a las demás personas?

-Eso es algo que te dejaré como incógnita… si te lo contara todo no dejaría nada para la imaginación ¿no crees?

-Una pregunta, yo siempre he oído que los demonios tenéis los ojos negros, ¿es cierto? Es que como tú los tienes... blancos...

-Y no te han mentido. Los demonios tienen los ojos de color negro como el ónice, pero sus superiores se distinguen por tener los ojos blancos, como los míos. Qué casualidad ¿Verdad?- dije sonriendo y haciendo que las pupilas volvieran a aparecer. Me levanté del suelo y cogí la chaqueta que estaba sucia por el polvo que había cogido del suelo- Y aquí lo dejamos por hoy, Katrina Volkova. Recuerda: Te has ganado un enemigo que pocas personas desearían tener, ni si quiera querrían conocer su existencia. La próxima vez que veas mi silueta será desde el interior de la puerta del infierno mientras caes estrepitosamente hacia el vacio- me despedí con la mano y desaparecí del lugar como si nunca hubiera pisado aquel sucio suelo.

por **Katrina Volkova** Dom Oct 10, 2010 10:40 pm

-Adios...- dije tras su partida.

Off: Voy a abrir un post en calles y plazas Smile

te espero

por **Katherine Lefevre** Lun Oct 11, 2010 4:05 pm

OFF: Cerrado

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Perdóname Padre porque he pecado

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