Redención [Willhem/Libre]

La noche transcurría con calma, mas sin embargo pese a ser primavera la temperatura era un poco fría para la época del año, en las ciudades apenas y se escuchaban los trotes de algunos caballos cuyos cascos se estrellaban violentamente contra el empedrado. Los serenos pasaban lentamente vigilando las calles con sus lamparas, mientras algunas personas noctambulaban, mujeres hermosas dedicadas a la vida publica, mientras hombres y caballeros escondidos en las sombras conseguían sus favores con algo de dinero, o por la fuerza.

En la catedral apenas se distinguían unas cuantas luces provenientes de los candelabros y las velas encendidas hasta pasada la media noche, las enormes puertas de madera labrada se encontraban ya cerradas, sin embargo por la sacristía una puerta siempre estaría abierta para un ser que buscase la paz. Una esplendido carruaje aparco a las afueras de la catedral, el cochero de inmediato bajó para ayudar a su señora a bajar, el hombre vestía un costoso uniforme, abrió la puerta de la cual una hermosa y extravagante mujer bajó. Sus ropas eran en color azul y negro, guantes de encaje y una curiosa bolsa de satìn eran sus complementos, su cabeza y rostros yacían cubiertos por una mantilla en color negro, haciendo la primera impresión casi fantasmagórica. Con pasos firmes y sigilosos como los de un felino, la voluptuosa mujer se encamino hasta la sacristía, de inmediato y con apenas un golpe en la puerta salió el sacristán, quien se encargo de dejar pasar a la joven, en cuyas manos llevaba una biblia y un hermoso rosario.

Lentamente ante la soledad de la catedral, la joven avanzó por la nave principal, era extraño pues por un segundo había recordado el día en el que uniría su vida a Dios para siempre, una catedral en un país del nuevo continente, los pasillos llenos de narsizos, rosas blancas y rosas además del olor a incienso proveniente del sahumerio, de haber podido llorar la joven lo abría hecho. A unos metros frente al altar, se encontraban los reclinatorios, hincando en uno de ellos, lentamente descubrió su rostro, el cual mostraba a una joven de mediana edad, cuyas facciones eran notoriamente extranjeras, sus ojos oscuros casi negros como la misma noche, su pálida piel cubierta por un fino polvo que le daba el color de la canela. Sus impulsos por evitar mostrar lo que era en realidad la habían llevado a maquillarse aún hasta el corazón.

Su mirada se fijó en el cristo cuyas heridas sangrantes le recordaban las heridas mismas del alma, redención, era la única palabra que se repetía a si misma, después de aquel encuentro con un demonio, su vida había vuelto a ser un caos, miles de emociones y sensaciones había logrado escapar del candado que ella misma se había impuesto. Luchaba día con día conteniendo su naturaleza inmortal, controlado la sed de sangre y tratando de fingir la mayor humanidad posible, rescatando lo poco de ella misma que quedaba en su interior. Si podía ser inmortal, un monstruo como todos la llamaban, sin embargo su alma mortal seguiría ahí, intacta hasta sus últimos días.

Sus labios cubiertos por un color carmesí, se abrieron entonando en un perfecto latñin una oración:

-Salve, Regina, mater misericordiae;
vita dulcendo et spes nostra, salve.
Ad te clamamus, exules, filii Evae.
Ad te suspiramus,
gementes et flentes
in hac lacrimarum valle.
Eia ergo advocata nostra,
illos tuos misericordes oculos
ad nos converte.
Et Iesum,
benedictus fructus ventris tui,
nobis post hoc exsilium ostende.
O clemens, O pía,
o dulcis Virgo María.-

Cerró los ojos y sus pensamientos se enfocaron en pedir perdón a Dios por su flaqueza de espíritu, por haberse dejado tentar por aquel demonio, que aun a su pesar le había enseñado un poco sobre una vida nueva y "plena". La joven tras varios minutos después de leer un poco su libro santo, se persigno y avanzó nuevamente por el pasillo principal, no sin antes encender una veladora a aquella virgen que reinaba en su patria. Una virgen morena al igual que ella, a quien traía siempre consigo en forma de una hermosa medalla de plata pura, cuyo revez dejaba mostrar un hermoso cristo tallado a mano por grandes artesanos.

Lentamente salió del santo recinto, como si no quisiera salir de ahí viéndolo como el refugio que un alma atormentada necesitaba. Sin embargo no fui directamente a su coche, desvió su camino hasta el atrio, sentándose en una banca se recargo, con los ojos cerrados deseaba llevarse consigo un poco de aquella paz para serenar su alma, y calmar a la vampira que llevaba dentro...

Si Ailín mandaba, había que obedecer si no querías buscarte un buen castigo. En mi caso siempre encontraba cualquier escusa con tal de desviarme un “poco” de los objetivos.
Esta vez, me había acercado a la ciudad sin permiso, poniendo como escusa que uno de los humanos que perseguía para darle caza se había escondido es aquellos bosques de piedra y cemento.
Nada más poner un pie allí, me di cuenta que yo no encajaba para nada. Los hombres iban vestidos con delicados trajes mientras mi cuerpo iba cubierto por una roída coraza de cuero negro con botas, grebas y guanteletes del mismo material y color. El símbolo de la manada, dibujado en el pecho, estaba algo borrado y no podía distinguirse con mucha facilidad.
Me sentía como un extraño en un mundo extraño, ahora me arrepentía de no haber traído a Dom ni a ninguno de los chicos, su presencia me hubiera ayudado a moverme con más desenvoltura.
Mirando a todos lados, caminé por el centro del camino, ignorando un carro tirado por caballos que se acercaba peligrosamente a mí. Cuando lo detecté, salté a un lado del camino, pasándome el carro casi rozando.
-Mira por donde vas saltimbanqui- escuché la queja del conductor que se perdía con la distancia.
Observando a las personas que se me quedaban mirando extrañados, los imite a la hora de caminar por las aceras.
Bajo la atenta mirada de los transeúntes, paseaba por la ciudad contemplando las grandes estructuras de piedra. Hacía mucho tiempo que no caminaba por una gran ciudad, la manada se limitaba a asentarse en bosques donde hubiera cerca una pequeña aldea o poblados medianos.
Quedé boquiabierto al contemplar la gran iglesia que se alzaba ante mí. A parte de pequeñas iglesias, pocas veces tenía la oportunidad de ver edificios como estos.
Con un pequeño empujón, abrí una de las puertas de madera que daban al interior del edificio. A pesar de las múltiples velas que habían encendidas, el lugar estaba invadido por la oscuridad. Mis sentidos se agudizaron hasta el límite.
Si Ailín me pillaba en estos momentos estaba totalmente perdido.

Cuando decían que las iglesias eran las casas de un dios que no me apetecía conocer, me daba valor entrar. Luego supe que solo era una mentira piadosa, allí dentro solo había oscuridad y estaba impregnado de olor a cirio.
Solo eran cuatro piedras una encima de la otra.
Un escalofrío me recorrió la columna vertebral. No estaba solo en aquel lugar.
-Me cago en… no me digas que el dicho era cierto- estuve a punto de preguntar si era dios el que estaba allí, pero me ahorre la impertinencia.
Me escondí tras las columnas, para después arrastrarme por el suelo para evitar que mi sombra se dibujara en la pared por culpa de las velas.
Cambié mi posición varias veces hasta quedar escondido en una esquina, acurrucado para confundirme con la oscuridad.
-Quien va- grité cuando el silencio pudo conmigo. No soportaba sentirme perdido y en estos momentos no estaba en mi medio. Quería ver árboles y el cielo estrellado, no baldosas ni un cielo de piedra.

Aquella presencia comenzó a moverse, pero yo continué en el mismo lugar, quiero como una estatua. Escuché el golpear de unas garras contra el mármol del suelo. Por el sonido se tenía que tratar de un animal pequeño que andaba a cuatro patas. El olor y el sonido del olfateo me hicieron deducir la presencia de un perro. Pero había algo más, una persona pues su figura se veía recortada por algunas velas que tenía a su espalda.
-Buenas noches. Mi nombre es Catalina, ¿Este perro es vuestro?- Era la voz de una mujer, y se acababa de presentar. No parecía para nada peligrosa y el perro me olfateaba curioso.
Me levanté de mi escondite y lo alcé en brazos, acercándome a la silueta de la mujer pero sin llegar a colocarme demasiado cerca. Dejé al perro en el suelo y me quedé quieto.
-No, el perro no es mío, para nada. Ya tengo suficiente conmigo…- lo último lo susurré muy bajito para que no se escuchara- ¿tu-Vos lo has, quiero decir, habéis encontrado aquí?- viviendo más de doscientos años en el bosque con una jauría de lobos no hacía que mis dotes de caballero fueran muy buenas, tenía que pensar bien las palabras para no molestar- Mi nombre es Willhelm, encantado s-señorita- he hice una exagerada reverencia que no sabía si venia a cuento o lo había echo bien.

El perro comenzó a ladrar como endemoniado... igual que muchos de los animales del exterior de la catedral... se escuchaban a metros... en el momento en que intentaban socializar ambos seres nocturnos dentro de la catedral... entró una pequeña niña de unos ocho o nueve años de edad... sucia y desarrapada... mas no era solo eso... en su cuerpo tenia señales clarísimas de golpes... cortaduras y lo peor...quemaduras expuestas que mostraban los músculos debajo de su piel... -!AYUDA POR FAVOR AYUDENME!...- entró gritando.

Mientras tanto yo a unos 200 metros del lugar estaba rabiando... -¡MIERDA!... maldita mocosa infeliz... de igual forma morirás... no importa cuanto huyas te encontraré y devoraré no solo tu cuerpo si no también tu alma...- rechinaba los dientes de rabia... en ese instante todos los animales al rededor comenzaron a hacer un gran alboroto... por mas que quisiera no podía acercarme más a la construcción... sentía ganas de vomitar del solo hecho de estar cerca... el perro que estaba adentro ahora con los tres personajes empezó a ladrar y gruñir como endemoniado... la mocosa mugrosa cayó de rodillas unos metros después de pasar la puerta... la presencia maligna no solo podía sentirla el can de cuatro patas... si no los dos entes que estaban dentro de la catedral.

-Así es, al parecer el Sacristán dejó alguna puerta abierta y el entró para buscar abrigo y alimento. Pensé que seria vuestro por la actitud que tomó ante vuestra presencia- Acaricié al animal que me seguía olfateando curioso -Un placer conoceros Sr. Willhem. Creo que le agradáis al pequeño. Al parecer ambos estáis perdidos- comentó la mujer.

-Puede, pero a diferencia de él yo tengo un lugar al que volver- Solo tendría que buscar de nuevo el bosque para volver a localizar la manada. Siempre tendría a mi familia esperándome y junto a ellos estaba Angelica. La puerta de la catedral se abrió de golpe y una niña corrió en su interior hasta caer desplomada en el suelo. El perro, antes calmado, parecía excitado y cabreado. Sus ladridos se sumaban al eco que la catedral producía y una extraña sensación me recorrió. Era como si el puro miedo hubiera llegado a aquel lugar, que un extraño mal estuviera cerca del edificio.

-!AYUDA POR FAVOR AYUDENME!..- gritaba la niña. Corrí hasta ella y me lancé al suelo de rodillas deslizándome hasta quedar justo a su vera. La tomé en brazos y pude ver las magulladuras en su cuerpo, la sangre, las quemaduras. ¿Qué clase de ser hacía eso? Sí, vale, yo comía humanos pero solo aquellos que eran dignos de ser presas: Hombres maduros capaces de defenderse con uñas y dientes y que se atrevieran a plantarnos cara y aún así les dábamos una muerte rápida para que no sufrieran. Aquello que le habían echo a la niña era una atrocidad que debía ser pagada- M-me duele, me d-duele t-todo el cuerp-po…- gemía la niña con los ojos vidrioso.

-Shhh calla, no hables… Aquí estás segura. Dime como te llamas pequeña- le pregunté para conseguir que su cabeza siguiera activa y no se durmiera.

-Catti-brie…- contestó en un susurro.

-Es un nombre precioso, Catti-brie- ella sonrió y bajo toda la mugre y la sangre podía ver una niña inocente y llena de ternura que no merecía nada de esto- ¿Quién te ha hecho esto?- ella solo señaló el exterior. Asentí y sin mirar a la mujer que acababa de conocer dije- Quédese con la niña y procure que no se duerma, intente limpiar las heridas con un poco de agua- me levanté dejando a la niña cómoda en el suelo y fui directo a la puerta. La abrí de un empujón y bajé las escaleras del recinto hasta llegar a la plaza. En su centro solo había una mujer que parecía mirar con odio el edificio.
No pregunté ni hablé, solo me quedé mirando aquel ser que desprendía maldad por todos sus poros.

Un tipo bastante atractivo salió como alma que lleva el Diablo del templo… catedral o lo que fuera… a estas alturas no me importaba… lo detestaba y me daba asco… algún día padre y yo nos encargaríamos de destruir todo esto hasta que no quede roca sobre roca… me volteaba a ver bastante mal encarado… que pena no me importaba… no decía una sola palabra pero se quedó de frente ahí como una estatua… arqueé mi ceja derecha como siempre incrédula… ¿piensa asustarme… pedirme dinero.. asaltarme o que?... era un Licano… mis hombres favoritos… al percatarme de ello habría mordido mi labio inferior pero me contuve… estaba demasiado cabreada como para ponerle atención como hombre… -¿Disculpe, molestó?...- que pregunta mas idiota… pero debía hacerme la loca.

Cual fue mi sorpresa cuando una mujer con faldas largas y pesadas corría hasta nosotros… diablos esta gente si que hace ejercicio corren muy rápido y hacen cosas que… claro lo hacen por que no son viles mortales… sonreí ante la inocencia de los dos… pues la mujer muy altanera… eso si era preciosa… un trió se me vino a la mente… tenia unas facciones muy poco comunes en Europa… percibí el olor a incienso barato y cera… tapé mi boca y nariz juro que si no lo hacia vomitaría con ese nauseabundo olor… -¿Interrumpí algo entre usted y su novia?... señor disculpe no soy una fisgona… la vida privada de cada uno no me concierne… además una pareja tan joven como ustedes bueno esta claro que buscan el lugar mas apartado y oscuro para…- guardé silencio ante las miradas de odio de ambos… ¿una vampira y un Licano?... vaya nochecita… -¿Pero una catedral?... en fin ese no es asunto mío… solo vine a buscar algo que se me perdió… en un momento me voy.- los vi a los ojos… un aura negra emanaba de mi… no se si podían verlo.. el ambiente era pesado y un frio inusual para ser primavera helaba la sangre.

-¿Disculpe, molestó? ¿Interrumpí algo entre usted y su novia?... señor disculpe no soy una fisgona… la vida privada de cada uno no me concierne… además una pareja tan joven como ustedes bueno esta claro que buscan el lugar mas apartado y oscuro para ¿Pero una catedral?... en fin ese no es asunto mío… solo vine a buscar algo que se me perdió… en un momento me voy- esa seguridad en si misma era escalofriante. Pese que le había pedido a Catalina que se quedara con la niña, ella me había ignorado por completo.

-Tienes toda la razón, nada de esta Catedral es asunto tuyo. Así, que si no te importa date la vuelta y lárgate por donde has venido- dudaba que pudiese amenazar a aquella criatura, aún así lo hice y conseguí que mi cuerpo no temblara ni un ápice.
No dejaría que nadie entrase en la catedral e hiriese a la niña. ¿Dónde estaba Dom cuando se le necesitaba? Con la enorme figura del gigante a mi lado me hubiera sentido mucho más confiado y tranquilo.

Di un suspiro… se veían amenazantes pero no es nada que no hubiera visto antes… la vampira se quedó callada… su olor me causaba nauseas pero era particularmente reconocible… y el bueno… se le veía con ganas de matarme… ja inocente… “-Tienes toda la razón, nada de esta Catedral es asunto tuyo. Así, que si no te importa date la vuelta y lárgate por donde has venido-“… me llevó a decir… uyyyy que miedo… mira como estoy temblando… claro que no podía expresarlo con palabras… -Me iré… en cuanto haya encontrado lo que se me ha perdido…- ¿Qué más podía decirles?... maldita mocosa tarde o temprano iba a encontrarla y juro que su muerte seria dolorosa y lenta… sin hablar de la tortura que su asquerosa alma iba a sufrir… la metería en aceite hirviendo por milenios enteros.

-“¿Por qué no te quedaste con la mocosa mi querida chupa sangre?... el al parecer no tiene idea de lo que soy pero tu obviamente te percataste de ello mucho antes… ¿temes que el olor a sangre te hubiera cegado?... ja ja ja ja… me das lastima… huyes de lo que eres… que pena por ti.”-… bendita telepatía… estas palabras solo ella las había podido escuchar… volteé mis ojos al joven… -Hacen una linda pareja… que lastima… estoy buscando a mi nueva mascota… es pequeñita… se ve inofensiva pero pega unas mordidas casi como las de los leones.- mi ironía era muy sutil no iba a descararme tan fácil.

-Me iré… en cuanto haya encontrado lo que se me ha perdido…- ¿Tal vez había perdido su dignidad? Era lo que menos podía perderse al cometer acto tan atroz. Atacar a una niña… patético-Hacen una linda pareja… que lastima… estoy buscando a mi nueva mascota… es pequeñita… se ve inofensiva pero pega unas mordidas casi como las de los leones.

-Que pena que no haya conseguido arrancarte un brazo…- susurré lo suficientemente fuerte para que lograra escucharme- Ya te he dicho que aquí no se te ha perdido nada, busca a tu mascota en otra parte, o mejor aún, renuncia a tu búsqueda. Desde aquí puedo ver que no te manejas muy bien a la hora de tratar con los demás- tenía que confiar en que la niña estaría bien y que podría manejar la situación sin problemas. Debía repetirme aquello varias veces para creérmelo, la cosa se veía difícil y no tenía las de ganar. Espero que las de perder tampoco- ¡Vamos! Solo tienes que largarte por el mismo camino que por donde has venido ¿lo recordaras verdad? ¿o es que no solo pierdes a tus mascotas, también la memoria?- tenía que conseguir que centrara toda su atención en mi, así podría evitar que Catalina o alguien más resultara herido.

“-¿Como puedes?-“… la mirada atónita de la chupa sangre me hizo reir –“Ja ja ja ja ja ja… puedo hacer aún más pequeña murciélago.“-… esto de la telepatía me gustaba y mucho… mira que la osadía es mucha por parte de la vampira me amenaza e insulta a MI… pobre ingenua “-Cállate blasfema, ser indigno de estar siquiera cerca de un recinto sagrado-“… de haber tenido oportunidad me habrían visto bostezar… amenazas vacías como esas me las hacían tooodos los días… en fin pobrecita… pero mira que el que me sorprendía era el Licano… su naturaleza era más salvaje y protectora que la de los vampiros y lo demostraba con cada segundo que pasaba… “-Que pena que no haya conseguido arrancarte un brazo… Ya te he dicho que aquí no se te ha perdido nada, busca a tu mascota en otra parte, o mejor aún, renuncia a tu búsqueda. Desde aquí puedo ver que no te manejas muy bien a la hora de tratar con los demás. ¡Vamos! Solo tienes que largarte por el mismo camino que por donde has venido ¿lo recordaras verdad? ¿o es que no solo pierdes a tus mascotas, también la memoria?-"… mi mirada se tornó furica… voltee a verlo a los ojos… un aura negra emanaba de mi ser… -No tienes idea de con quien te metes sarnoso… denme de una buena vez a la mocosa y terminemos con esta farsa antes de que salgan heridos.- amenacé… mi voz era cavernosa e irónicamente melódica… un frio intenso reinó en el lugar.

-Y tu chupa sangre… será mejor que no te hagas la fuerte conmigo… por que acabar con un vampiro es mil veces más fácil que hacerlo con un Licano…- ni siquiera la volteé a ver… me parecía un ser insignificante… pero algo en ella llamaba mi atención… ¿Qué hacia ella en una iglesia?... eso era digno de sorprender.

-No tienes idea de con quien te metes sarnoso… denme de una buena vez a la mocosa y terminemos con esta farsa antes de que salgan heridos

-Está claro, no te acuerdas por donde has venido. No te preocupes, no tengas vergüenza que yo te enseño el camino. Solo tienes que darte la vuelta y seguir todo, todo, todo recto. Si te chocas contra una pared solo tienes que esquivarla ¿de acuerdo? Tal vez tenga que volver a repetírtelo, así nos quedaremos todos más tranquilos.

-Y tu chupa sangre… será mejor que no te hagas la fuerte conmigo… por que acabar con un vampiro es mil veces más fácil que hacerlo con un Licano…

Enarqué una ceja pero dejé pasar el comentario. Ya preguntaría más tarde cuando estuviésemos a salvo.

-Te lo volveré a repetir: “Date la vuelta y sigue todo, todo, todo recto”- lo repetí muy despacio y alargando mucho las sílabas- Y recuerda lo de las paredes, no vaya a ser que este todo el rato chocándote contra una misma pared sin avanzar.