Información revelada ^[Katrina]^

Había pasado poco más de 15 años desde el ataque a la casa Volkov. Durante años, sus esperanzas de encontrar su antiguo compañero de artes mágicas eran pocas. Devir era un gran maestro en la magia, como Masoj. Y supo ocultarse de mi atenta mirada durante mucho tiempo. Y así hubiera seguido si no hubiera sido por ese niño bocazas ¿Quién iba a decir que alguien podría ser tan estúpido? Un miembro de la propia familia Volkov me dio el paradero de la casa, el número de miembros de la familia y la hora en la que todos estarían en el interior del hogar.
Estúpido Devir, tu peor error fue intentar cumplir el sueño de Masoj.
Pero pese a sus errores Devir se estará riendo de mí desde la tumba. Aún muerto, consiguió el propósito que se marcó en vida: Alejarme del Necronomicón.
Pero eso iba a cambiar esta noche.
Durante todo este tiempo, me dediqué a consultar a los muertos en un intento de conseguir las añoradas respuestas a mis preguntas, pero ni siquiera los espíritus conocían el paradero del grimorio. Ahora tocaba hacerle las preguntas al infierno.
La habitación se encontraba en semioscuridad. Unas cuantas velas colocadas estratégicamente eran la única iluminación del lugar.
Las paredes eran de piedra, al igual que el suelo y estaban pintadas con decenas de símbolos que parecían brillar levemente a la luz de las velas. Toda seguridad era poca a la hora de tratar con demonios.
Desde el principio había rechazado la idea de comunicarme con uno de esos seres pues eran demasiado astutos e inteligentes, pero la desesperación podía conmigo.
Me coloqué delante de uno de los símbolos dibujado en el suelo y repetido en el techo de la habitación. Cerré los ojos, buscando un estado de meditación y alcé la mano, apunto de comenzar con la salmodia.
-Dinnen douward ma brechen tol- un viento helado recorrió la habitación sin ventanas e hizo titilar las pequeñas llamas de las velas- ¡Dinnen douward ma brechen tol!- repetí alzando la voz. Un humo negro como la noche comenzó a aparecer dentro del círculo, la trampa para demonios. Volví a cerrar el ojo que tenía abierto y me dispuse a terminar la invocación- Abec, abec ¡Abec di’na’BREG DOUWARD!- la salmodia termino con un fuerte estrépito que hizo ondear la túnica del hechicero.
Delante de mí, flotaba un cúmulo de humo negro uniforme que parecía moverse a voluntad.

-Qué demonios es este disparate. No consigo moverme- se escuchó una voz potente y sobrenatural.

-Ni lo harás hasta que yo te libere- sentencié impasible. En esta habitación protegida con mi propia magia estaría seguro.

-Tú, mortal, como osas jugar con el infierno, ese plano te viene grande- se regodeó el demonio.

-Ningún plano me viene grande estúpida nube de humo. Virgilio el Nigromante va y viene de donde le da la gana.

-Vaya, vaya, vaya… así que el mismísimo Virgilio en persona. Eres muy famoso en el infierno ¿lo sabías?- por eso no me gustaba tratar con éstas criaturas. La nube de humo ya comenzaba a tramar algo- Todos los de ahí abajo se mueren por echarte el guante, serías una gran adquisición para nosotros ¿no te interesa hacer un trato?

-No te preocupes demonio, un trato vamos a hacer esta noche. Pero mi alma no estará en juego… sino tu libertad- dije con una media sonrisa.

-Parece que lo tienes todo muy bien planeado ¿verdad? Te veo muy seguro… ¿pero tengo alguna opción? Vamos pregunta- era desconcertante estar hablando con un cúmulo de humo que no dejaba de moverse dentro de la trampa para demonios. Pensar que una nube pudiera ser tan peligrosa…

-Quiero el Necronomicon ¿dónde está? Vosotros los sabéis ¡Sé que lo sabéis!- el sudor comenzó a bañar mi frente y las manos me temblaban de forma descontrolada.

-Tú y tu cruzada del grimorio… pobre Devir, su familia pagó el pato ¿No sientes remordimientos por lo que hiciste?

-Era un destino que se merecían… y no cambies de tema estúpida nube. Dime lo que quiero saber.

-De acuerdo, de acuerdo… te diré lo que nosotros sabemos. Los demonios no conocemos el paradero exacto del Necronomicon, pero corre el rumor de hay alguien que si que lo sabe con exactitud…

-¡Habla, maldita sea!- no lo podía creer, su sueño estaba a punto de cumplirse. Su preciado grimorio lo tenía alguien y lo recuperaría.
El demonio pareció reírse en silencio antes de continuar hablando.

-Solo la descendencia de los Volkov conoce el paradero del grimorio…- Virgilio abrió mucho los ojos y apretó los dientes con fuerza.

-Deja de tomarme el pelo saco de inmundicia. Los hijos y nietos de Devir están todos muertos, yo me cobré sus vidas.

-¿Estás seguro? La descendencia de Devir tubo cuatro hijos más. Si tan claro tienes tus recuerdos, tal vez deberías dedicarte a contar los cadáveres- y con una carcajada final, la mota de humo estalló en un fogonazo que me dejó ciego durante unos segundos.
¿Cuatro nietos? ¿Cómo era posible? En la casa solo habían 7 cadáveres: Devir y su vieja esposa, su hijo y su mujer, y sus tres nietos… pero ahora había sido revelado un cuarto. La familia Volkov aún vivía y el Necronomicon me aguardaba junto al superviviente. Debía hacerme con el paradero del descendiente de la familia de traidores.

Ahora que el último de los Volkov había salido de nuevo a la luz, era mi oportunidad de cumplir mi propósito más deseado, el propósito que Devir me arrebató hacía ya tantos años.
Me deshice de los símbolos que había dibujado para protegerme del demonio y esta vez dibujé un solo círculo en medio de la habitación. En su interior dibujé unos cuantos símbolos más y me alejé un poco del círculo de invocación.
Cerré los ojos y susurré unas palabras inaudibles.
Esta vez no apareció ningún humo negro. Se trataba de una silueta plateada traslúcida.
No tenía ni ojos ni boca ni ninguna de las otras facciones humanas pero sabía que el espíritu podía verme, olerme y escucharme. También podía hablarme si así lo deseaba.
-Ya vuelves a molestarme. Ni si quiera muerto consigo librarme de ti- dijo insolente el espíritu.

-No te atrevas a hablarme de esa forma Masoj- le advertí.

-Y si no qué ¿vas a matarme?- y rió a causa de su propia broma.

-Utilizaré tu esencia para resucitar algún cuerpo putrefacto y así aumentar mi número de sirvientes muertos- El espíritu cayó al momento- Así me gusta- me paseé por la periferia del círculo sin mirar al espíritu- Hoy estoy bastante contento ¿sabes lo que me ha dicho un pajarito? Que la familia Volkov no está destruida del todo.

-Esa información es falsa, tu acabaste con tod…

-Deja de mentir Masoj. Sé que el demonio no me ha engañado- le advertí.

-¿Te has atrevido a entrar en contacto con uno de esos seres? Tu ambición no tiene límite. Encima te creerás todo lo que te ha dicho…

-Sabes que es cierto Masoj porque tu conoces al Volkov desaparecido…- la silueta bajó la cabeza y comenzó temblar- Vamos Masoj, sabes que no puedes desobedecerme. Yo te he invocado y estás obligado a obedecerme hasta que te devuelva de nuevo a tu plano… No lo hagamos más largo, dime un nombre y un paradero.- Masoj pareció oponerse durante unos segundos, pero no pudo aguantarlo.

-Katrina Volkova… y en estos momentos se encuentra en Alemania- una sonrisa triunfante apareció en mis labios. Así que el descendiente perdido era una mujer y por un golpe del destino se encontraba aquí mismo, en Alemania… Tenía que dar con ella.
Deshice la invocación y fui directo a la puerta que conducía a las escaleras que subían hasta la casa. Esta misma noche saldría en busca de aquella mujer llamada Katrina.

Fui directo al armario ropero del que saqué un abrigo de color negro con botones plateados. Luego me dirigí directo al joyero del que saqué dos pares de anillos, uno para cada mano. Cada anillo estaba hechizado para concederme algunos atributos que me ayudaran a sacarle ventaja a mi enemigo en ocasión de pelea.
La casa estaba silenciosa, como siempre. Jamás venían visitas ni tampoco disfrutaba de la compañía de los vivos. La traición de Devir y Masoj me enseñó que los vivos solo pueden acarrearte problemas y malas compañías. Millones de personas en el mundo y sentir que todas sobran…
Salí de la casa con paso enérgico y decidido. Me acercaría al centro de Munich y desde allí utilizaría un hechizo de rastreo, conociendo el nombre de mi objetivo tardaría solo unos momentos en encontrar su rastro.
La caminata duró más o menos unas horas. Durante el recorrido me entretenía pasando la mirada de una mujer a otra que surgía en mi camino. ¿Serás tú o tú? ¿Cuál de todas estas mujeres será la descendiente del traidor? ¿Qué mujer correrá su misma suerte?
Cuando supuse que ya había llegado al lugar idóneo en el que comenzar mi búsqueda, cerré los ojos y comencé a concentrarme en el nombre de Katrina Volkova, sólo tenía que encontrar su esencia.
Pero mi estado de concentración se rompió cuando alguien se atrevió a chocar contra mí.
-Mira por donde andas, estúpido- osó recriminarme.

-No te atrevas a hablarme de esa manera, insecto- dije furioso- Eres tú la que no mira por donde anda, inútil.

-Insecto tu madre. Tú sí que eres inútil, tan inútil que no previste el golpe, al menos yo lo acepto. Guten tag ungeschickt.

-Además te atreves a reprocharme- dije cuando la mujer solo había dado unos pocos pasos dispuesta a irse sin pedirme si quiera perdón- Hoy en día a las personas no parecen darles una educación básica a la hora de tratar con otras personas ¿No sabes pedir perdón?- me mofé acercándome a ella- Eres tú la que se ha chocado contra mí y la que ha osado insultarme y reprocharme sin motivo alguno- Por cosas como estas prefería a los muertos que a los vivos. Sin darme cuenta me había alejado de mi propósito principal. Aunque pareciera mentira, me había olvidado por completo de Katrina Volkova y mi único objetivo ahora era castigar a la pelirroja atrevida- Además ¿qué clase de ropa es esa para una mujer? Llevas botas masculinas y una capa ajada… ¿ni si quiera tienes clase?- dije tomando su capa y soltándola como si el simple tacto de la prenda me disgustara- Al menos serás tan amable de proporcionarme el nombre de la persona a la que dirijo. No me gusta recriminar a nadie que no tiene nombre.

Su puño entró en contacto con mi nariz y se pudo escuchar claramente el crujido del hueso roto. Me tapé la nariz malherida con las dos manos y le dí la espalda. La sangre brotaba a mares de la nariz, la sentía tibia sobre el labio superior. Uno de mis anillos brilló con una suave luz azulada y la nariz sanó al instante.
El dolor había desaparecido pero la sangre seguía manchando mi cara y mi abrigo, pese a todo estaba sonriendo.
-Bien, espero que tú también tengas modales y no pegues a una mujer- Tranquila… un hechicero no utiliza sus puños-Has hecho una montaña de un grano de arena, se ve que eres orgulloso, pero yo lo soy más- Podría borrarle la memoria y divertirme con su confusión-Y lo siento, no doy mi nombre a tipos como tú, sería un honor que no te llega ni a la suela de los zapatos- O invocar a uno de mis zombis para ver como la devora poco a poco- En cuanto mi ropa, no es de tu incumbencia, así que, date la vuelta, sigue caminando, olvida mi cara y vas que ardes- la cara se me iluminó al instante. ¡Arder! Qué gran idea ¿por qué no se me había ocurrido a mí antes? Con lo que me gusta el fuego. Es mi forma de matar preferida.

-No voy a ser yo el que arda- chasqueé los dedos y su mugrienta capa comenzó a arder desde la parte inferior de forma descontrolada. No pude contener la risa mientras veía a la pobre mujer desabrocharse la prenda incendiada todo lo rápido que le era posible.

¡Que pena! Se había quitado la capa antes de que el fuego pudiera lamer su carne con sus llamas, Tendría que volver a probarlo entonces. Dispuesto a repetir el hechizo, sólo me detuve al escuchar sus palabras.
-¿Quién coño eres tú? ¿Un puto aliado de Mefistófeles? Si es así ya puedes ir marchándote, no tienes nada que hacer aquí y menos conmigo

-¿Mefistófeles? ¿Quién coño es ese? Bueno da igual, arderás ahora mismo…- susurré levemente alzando la mano dispuesto a lanzar el hechizo

-Y dale un recado de mi parte: "Katrina Volkova está en tu búsqueda, te encontrará y te matará. Ansiosa busca la posible destrucción de un demonio y lo conseguirá, que recuerde al maldito alquimista... Ella también encontrará el exorcismo que te envíe al abismo aunque tenga que recurrir a la magia negra. Venganza." – abrí mucho los ojos y bajé la mano que estaba a punto de chasquear los dedos.
¡Había dicho Katrina Volkova! De pronto recordé de nuevo el propósito que me había propuesto nada más salir de casa, encontrar a Katrina Volkova y esta mujer podía ser ella o al menos conocerla -Ahora mismo, Katrina está buscando un posible grimorio que tenga la respuesta. Ah, y no te desquites con una humana como yo, no valgo nada, solo soy un saco de maldad y pecados. Y si estás buscando que te dé información sobre ella, la llevas clara, puede que viva en el pecado, pero nunca traiciono a una amiga. Lidya Dougherty, ese es mi nombre. ¿Vos, demonio?- ¿Y qué coño me importa tu nombre? Quería cogerla de los brazos y agitarla con fuerza hasta que me diera información sobre esa ramera. Pero sabía que esa no era la mejor forma de actuar.
Cerré los ojos y respire con fuerza para tranquilizarme. No me gustaba esperar y menos andarme con rodeos pero ahora lo necesitaba.

-Muchas veces se han referido a mí como demonio y siempre se equivocan. Soy humano después de todo y is padres, también humanos, me bautizaron con el nombre de Dimitry Petrov. Si no me crees te doy la oportunidad de recitar un exorcismo. Adelante, no pienso moverme- dije dando un par de pasos hacia atrás para darle más seguridad.

-Yo no sé ningún exorcismo, es Katrina quien los sabe. Siento haberte llamado demonio, pero eso quiere decir que eres otra cosa. Nadie normal sabe hacer fuego así como así... ¿Eres un hechicero? ¿Qué clase de hechicero eres?

-¿Alguien que conoce la existencia de otros seres no se conoce ningún exorcismo? Suele pasar…- volví a susurrar levemente- No me des tantos honores Lidya, solo soy un simple brujo que tiene cierto dominio en artes mágicos. No soy digno de ostentar el título de hechicero- dije encorvándome un poco en una reverencia, como si nombrar a los de mi especie fuera ya un honor digno de alabanza- Pero si fuera un hechicero seguro que sería uno de los buenos- no podía permitir dar más datos verídicos sobre mí. Había sido suficiente imprudente al dar mi verdadero nombre como para encima hinchar el pecho de orgullo al decir que soy hechicero. Si esta mujer era amiga de Katrina Volkova, pudiera ser que conociera la historia de su familia y aunque Devir, Masoj y yo solo nos conocíamos por nuestro mote, no quería decir que fuera imposible descubrir nuestros verdaderos nombres. Yo mismo lo había conseguido con Devir- Siento mucho el incidente del fuego, peco de arrogante y orgulloso y tu puñetazo no me ha ayudado a calmarme. Juro que no soy así de susceptible- después de disculparme, estuve dispuesto a comenzar el interrogatorio- Has comentado antes a la hija de Ivan ¿se encuentra bien? Mi padre trabajaba con él en el cuartel y yo a veces acompañaba a mi padre para aprender el oficio… Mi familia era muy pobre y necesitábamos un sueldo más- me expliqué- Cuando me enteré de la muerte de la familia… fue una tragedia. Pobre Katrina, ojala se encuentre bien.

-Umm... ajá, sí, está bien, perfectamente. ¿La conoces? No suele dejar vivo a ningún brujo, según ella, uno fue quien acabó con su familia. Pero hay que reconocer que está un poco loca, no sé qué creerme y qué no.¿Les conociste alguna vez? Katrina no suele hablarme de su familia. Quizás le haría ilusión volver a ver a un viejo amigo, podría llevarte donde está- ¿No suele dejar a los brujos con vida? ¿Pero en qué clase de persona se había convertido la pequeña Volkova? Cabía la posibilidad de que pudiera haber seguido los pasos de su abuelo… lo dudaba. La forma de expresarlo esta mujer era como si Katrina pusiese todo su empeño en acabar con todos los brujos que salieran en su camino.
De todas formas tenía que andarme con mucho cuidado, estaba metiéndome en arenas movedizas y al menor paso en falso podría hundirme irremediablemente.

-Nunca tuve el placer de conocer a la familia de Iván… me da la impresión de que pocos conocían de verdad a aquel hombre. Era muy reservado cuando se trataba de asuntos personales y más aún cuando eran familiares. Sería una tontería que me presentaras a Katrina, solo serviría para confundirla aún más al intentar recordar a alguien que jamás a existido en su vida. Sabiendo que se encuentra bien me doy por satisfecho- Mis intenciones no eran meterme en la boca del lobo. Siempre cabía la posibilidad de que todo se tratara de una trampa. La forma de sacar la información resultaba demasiado fácil y todo indicaba que había gato encerrado. No, sonsacaría la información de otra forma diferente, de una forma que solo pudiera asegurarme de que fuera verídica. Pero para eso necesitaba llevármela a otro lugar- ¿Y tú? ¿De qué conoces a los Volkov?

-Bueno, ¿os apetece caminar un rato? Dime, ¿cómo acabaste siendo brujo? ¿Ser policía no te gustaba?

-Cuando conoces el mundo de la magia todo lo demás te parece insignificante- y lo es ¿Qué hay más increíble que poder moldear el medio a tu placer? La mujer estaba haciendo demasiadas preguntas y si no le eran contestadas corría el peligro de que la tapadera se fuera al garete- Descubrí la magia al poco de fallecer la familia Volkov. No quiero ser grosero pero cuando el señor Volkov murió, quedó una plaza que fue ocupada por mi padre y yo ocupé la suya- una parte de la historia era cierta. Uno de los amigos del hijo de Devir ocupó su puesto en el cuerpo de policía- Ya con mi puesto, mi padre me acompaño de vigilancia unas cuantas noches. En una de ellas, cerca de una de las manzanas donde patrullábamos, una tienda estalló y el fue pronto se hizo con todo el edificio. Nosotros éramos los más cercanos al lugar de los hechos y nos acercamos lo más pronto posible. Allí, disfrutando del incendio, un hombre de lo más sospechoso leía un libro de bolsillo… estaba nervioso por algo. Cuando mi padre le preguntó, el sospechoso gritó y salió corriendo. Ambos le perseguimos hasta el final de la calle, que estaba cortada por un muro de ladrillo. Pero el extraño hombre no se detuvo. Siguió corriendo decidido hacia el muro y cuando creíamos que se iba a estampar, éste se disolvió dentro del muro. ¡Lo había traspasado! Era algo imposible. Mi padre siguió al hombre saltando el muro, yo me quedé atrás, algo había llamado mi atención. Allí, tirado en el suelo estaba el libro que el hombre leía con nerviosismo. Así conocí el mundo de la magia y aquel fue el primer libro que estudié- satisfecho conmigo mismo sonreí, una de las pocas veces que lo hacía, y esperé impaciente la reacción de la mujer- ¿A dónde me llevas?- pregunté cuando me di cuenta que la calle ya no estaba tan transitada como antes

Todo ese torrente de golpes y el cambio en la personalidad de la mujer me cogió por sorpresa. No había previsto nada de eso.
Me enfadé conmigo mismo por no haber sido más previsor y no haber preparado ningún hechizo de protección, ahora el dolor del pecho y la espalda a causa de los golpes serían suficiente escarmiento para la próxima vez.
Pronto comencé a oler a quemado. Mi propia ropa ardía presa de un fuego mágico. Así que ella también tenía sus truquitos.
Alimenté el fuego con mi propia energía y una llamara se alzó contra mi.
Mi cuerpo estaba completamente en llamas y el fuego parecía descontrolado. Repito, parecía.
Mientras que la joven se alejaba tapándose los ojos y parte de la cara para protegerse del abrasador calor, yo me levantaba envuelto en llamas.
Tomé las solapas de mi abrigo y lo sacudí con fuerza. En esa acción, todo el fuego desapareció, dejando un rastro de humo que salía de mí. Pero mi abrigo no estaba quemado, ni mi piel tampoco. Era como si las llamas no hubieran llegado a tocar mi piel en ningún momento. Sonreí satisfecho a una anonadada Lidya.

-Bonito truco ¿te ha gustado? Yo también quiero devolvértela con uno de lo mismo- y lancé una copia de su hechizo. La sonrisa desapareció de mi boca cuando mi hechizo quedó completamente absorbido por un escudo invisible. Chasqué la lengua, pero no estaba todo perdido. El escudo no tenía suficiente energía y comenzaba a temblar. Otro golpe y caería para no volver a levantarse- Eres buena, tengo que reconocerlo. Me has engañado completamente desde el principio y esa magia… no está del todo mal… pero te faltan siglos hasta llegar a mi altura- y valiéndome del elemento aire, lancé un hechizo que creó un golpe de aire que hizo caer el escudo y derribó a la mujer haciéndola volar unos cuantos metros.

-Precioso, me encantan los trucos de magia, ¿pero por qué no lo dejas a un lado y luchas como un humano?

Sus golpes eran sucesivos y precisos, daba miedo el arte que tenía esta mujer con los cuchillos. Maldecía mi suerte, ojala su dominio de las artes físicas fueran tan mediocres como las mágicas.
Su último golpe me dejó sin respiración. Mi anillo volvió a resplandecer y mis heridas sanaron. Había utilizado su poder en dos ocasiones, aún le quedaban 5 usos más antes de que me tocara renovar su energía y era algo que no podía hacer con enemigo presente. Tendría que cuidarme de sus ataques. Levanté uno de mis hechizos preferidos: “escudo de dragón” el hechizo copiaba las escamas de esos reptiles: duras como el acero y soportaban muy bien la magia. Tenía mana suficiente para aguantar muchos de sus golpes antes de que cayera.

-Lo siento Lidya, haría lo que me pides pero dejé de ser humano hace mucho tiempo- yo me consideraba superior a ellos- Podría matarte ahora mismo… pero te necesito viva, por ahora- Invoqué a uno de mis sirvientes, un putrefacto zombi que apareció después de un estallido. Este inmovilizó a mi presa con fuerza, apretando sus muñecas para que cayeran sus cuchillos- Bien, bien, bien… tu y yo vamos a tener una dulce charla. Quiero saber el paradero de Katrina Volkova y tú me lo vas a decir.

Que penosos podían llegar a ser los zombis en algunos casos. Sí, era difícil matarlos pero cuando se les discapacitaba solo era un pellejo de carne que se arrastraban en un intento vano de seguir obedeciendo las órdenes de su amo.
Lydia me atacó con renovada furia. Era como si sus golpes estuvieran infundidos por un poderoso fuego que ardía en su interior avivado por un odio que no llegaba a comprender.
Si se analizaba el caso desde fuera, había sido ella la primera en atacar y este cambio en su forma de actuar cuando vio al zombi… No tenía pruebas pero me jugaba lo que fuera a que ella tampoco era quien decía ser.
Sus golpes estallaban contra el hechizo de piel de dragón. Unos simples golpes no acabarían con él por lo que aún estaba a salvo.
Ella esgrimaba su espada intentando alcanzarme, yo me entretenía esquivando los golpes para así mantener más tiempo el hechizo de protección y tenerlo para cuando lo necesitara de verdad.
Cada vez que fintaba para esquivar su hoja, intentaba formular algún hechizo sencillo para ganar un poco de tiempo. Pero no me daban cuartel y el maldito zombi seguía gimiendo en el suelo.
Entonces recordé el otro anillo que tenía en la mano opuesta, su efecto podría salvarme la vida en el caso que cayera el escudo pero no me servía para ningún ataque.

-Pareces disgustada- me burlé, tenía que perder la concentración- ¿A caso has recordado algo de tu pasado, Katrina?- al ver su reacción, sus ojos chispear de ira y el aumento de fuerza en sus golpes, supe que había dado en el clavo- La última de los Volkov, quien iba a decírmelo. Tu hermanito me engañó, no me contó nada sobre ti… pero ahora que te tengo delante quiero decirte una cosa muy importante- Cogí la hoja de su espada con la mano desnuda, protegido por el hechizo- Disfruté mucho matando a toda tu familia- Saqué del bolsillo unos polvos que soplé hacia los ojos de Katrina. Eso la dejaría ciego durante un rato y yo podría ganar tiempo para preparar mis hechizos.

Off:cerrado