La pequeña Persephone
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Cántico de Sangre :: ITALIA, INGLATERRA Y FRANCIA :: RESIDENCIAS :: INGLATERRA :: LONDRES: Hell's Mansion
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La pequeña Persephone
La pequeña Persephone crecía a un nivel espantoso, al menos eso me parecía a mí. Aún recordaba los tiempos de recién nacida cuando lo único que hacía era llorar, comer y hacer sus necesidades.
Ahora ya tenía tres años y además de andar y corretear por ahí, ya había comenzado a hablar y se desenvolvía mucho mejor que cualquier otro niño. Ya me replicaba y me contestaba… esa es mi niña, la sangre de demonio la hacía más fuerte e inteligente.
A los dos años, ya pude ver por su pelo cobrizo y su piel paliducha, que se parecía demasiado a la madre… en una parte me desagradaba tener que ver la imagen de Katrina correteando por mi casa, por otra parte me sentía tranquilo al ver que se iba a hacer una mujer muy hermosa.
El físico era de la madre sí, pero sus ojos eran los de papa.
Ruby y Lilith estaban encantadas con la niña, y Lilith se alegraba de los grandes progresos que hacía.
“Será una gran luchadora” decía siempre que pasaba un rato con la niña.
Para no traumatizar a la pequeña, las dos demonios solían alejarse de la casa para cometer sus fechorías y cumplir sus sádicos y sexuales deseos.
Mi pequeña Persephone vivía alejada de toda esa maldad, por ahora.
-Papa, papa ¿dónde están tía Rubi y tía Lilith?- preguntó la pequeñaja estirándome de la manga de mi camisa. Sus estirones derramaron parte del contenido de mi vaso. Me quejé y me limpié como pude las manchas. Cada vez se volvía más pesada, como la madre.
-Ya te he dicho que no la llames tía Lilith. Es abuelita Lilith- la corregí
-Pero es que cada vez que lo hago se enfada mucho y me riñe- contestó Persephone agachando la cabeza
-Lo sé- contuve la risa imaginándome la escena. La niña llamándola abuelita y ella volviéndose roja de ira- De todas formas no están, se han ido como todas las mañanas. Ya tienes que saber a que horas suelen partir.
-Pero es que me aburro- se quejó la niña. Después, puso ojitos y morritos. Ya me la veía venir- Papi, déjame jugar fuera. Hace un buen día y la casa se me va a venir encima si no salgo a tomar un poco el sol- Solo tenía tres años y ya me venía con exigencias.
-No pongas esa cara, sabes que a mi no me afecta- dije llevándome el vaso a la boca.
La niña me volvió a coger de la manga y volvió a zarandearla con fuerza, tirando ya todo lo que quedaba del vaso.
-Por favor- dijo agitando con más fuerza.
-De acuerdo, de acuerdo. Pero no te alejes demasiado de la casa y no hables con desconocidos.- y más feliz que unas pascuas, saliendo corriendo hacia la salida.
Siempre conseguía lo que se proponia. En eso se parecía al padre
Ahora ya tenía tres años y además de andar y corretear por ahí, ya había comenzado a hablar y se desenvolvía mucho mejor que cualquier otro niño. Ya me replicaba y me contestaba… esa es mi niña, la sangre de demonio la hacía más fuerte e inteligente.
A los dos años, ya pude ver por su pelo cobrizo y su piel paliducha, que se parecía demasiado a la madre… en una parte me desagradaba tener que ver la imagen de Katrina correteando por mi casa, por otra parte me sentía tranquilo al ver que se iba a hacer una mujer muy hermosa.
El físico era de la madre sí, pero sus ojos eran los de papa.
Ruby y Lilith estaban encantadas con la niña, y Lilith se alegraba de los grandes progresos que hacía.
“Será una gran luchadora” decía siempre que pasaba un rato con la niña.
Para no traumatizar a la pequeña, las dos demonios solían alejarse de la casa para cometer sus fechorías y cumplir sus sádicos y sexuales deseos.
Mi pequeña Persephone vivía alejada de toda esa maldad, por ahora.
-Papa, papa ¿dónde están tía Rubi y tía Lilith?- preguntó la pequeñaja estirándome de la manga de mi camisa. Sus estirones derramaron parte del contenido de mi vaso. Me quejé y me limpié como pude las manchas. Cada vez se volvía más pesada, como la madre.
-Ya te he dicho que no la llames tía Lilith. Es abuelita Lilith- la corregí
-Pero es que cada vez que lo hago se enfada mucho y me riñe- contestó Persephone agachando la cabeza
-Lo sé- contuve la risa imaginándome la escena. La niña llamándola abuelita y ella volviéndose roja de ira- De todas formas no están, se han ido como todas las mañanas. Ya tienes que saber a que horas suelen partir.
-Pero es que me aburro- se quejó la niña. Después, puso ojitos y morritos. Ya me la veía venir- Papi, déjame jugar fuera. Hace un buen día y la casa se me va a venir encima si no salgo a tomar un poco el sol- Solo tenía tres años y ya me venía con exigencias.
-No pongas esa cara, sabes que a mi no me afecta- dije llevándome el vaso a la boca.
La niña me volvió a coger de la manga y volvió a zarandearla con fuerza, tirando ya todo lo que quedaba del vaso.
-Por favor- dijo agitando con más fuerza.
-De acuerdo, de acuerdo. Pero no te alejes demasiado de la casa y no hables con desconocidos.- y más feliz que unas pascuas, saliendo corriendo hacia la salida.
Siempre conseguía lo que se proponia. En eso se parecía al padre
Mefistófeles- Demonio
- Mensajes : 537
Fecha de inscripción : 03/10/2010
Re: La pequeña Persephone
Hacía ya tres años que me entrenaba para vencer al nigromante. Me encontré con él unas tres veces, en las que salí mal parada. Por lo que, al encontrar la carta de mi abuelo, y el Necronomicón, pude aprender a hacer hechizos protectores tipo: “No puedes acercarte a mi lugar de descanso, o simplemente, no puedes percibir dónde me encuentro”. Eso me trajo gran ventaja para con Virgilio. Tras los entrenamientos, bastante duros, pues la magia no era cosa de tontería, pensaba en mi niña, mi Persephone. ¿Qué habría hecho con ella Mefistófeles? Nada bueno… Esperaba que mi niña fuera normal y no estuviera traumatizada gracias a su padre y “su familia”. Me cansé de esconderme, el mayor temor que tenía era ir a ver a mi niña y que Mefistófeles y su gente me lo impidieran, incluso, llegando a la muerte. Pero eso se acabó, yo necesitaba ver a mi hija.
Partí hacia Londres, una semana entera duró el viaje. Mientras tanto, investigaba, ¿dónde vivía el desgraciado? No lo recordaba, pero acabaría encontrándolo, seguro. Londres era grande, sí, pero podía recordar a la perfección cómo era la casa. Mi vestimenta era especial, ropa de hombre pero con finos rasgos de mujer. Muy sencillo. Llevaba una camisa de encaje blanca bajo un tipo de corsé. Los pantalones eran ceñidos de un color negro y llevaba botas hasta las rodillas. También tenía puesto una capa de un tono azul oscuro que me llegaba más o menos, hasta las rodillas. Mi pelo estaba recogido en una trenza, sujeta con un lazo negro. Mi búsqueda comenzó. Vagabundeé por las calles de Londres, buscando aquella grandiosa casa. La calle me sonaba, debía de estar cerca. De repente, una niña se chocó conmigo, cayendo al suelo a continuación. Se puso a llorar. Me agaché para ayudarla. Llevaba el típico vestido de niña afortunada (Parte de delante,Parte de detrás), con calcetines y zapatitos de charol. Me pareció una niña encantadora. Su rodilla estaba sangrando por la caída, así que, cogí un pañuelo y se la limpié, no era grave, y yo sabía de heridas y cortes.
-Tranquila pequeña, ¿A que no ha sido para tanto?- negó con la cabeza aún con lágrimas en los ojos.- ¿Estás sola? ¿Dónde está tu mamá?
-Mi mamá murió al darme a luz- dijo titubeante. Ahora me fijé más en la niña. Su pelo era como el mío, de un color rojizo. Sus ojos, ya cambiaban, eran marrones… ¿Podría ser?...
-Lo siento cielo. ¿Cómo te llamas? ¿Quieres que te acompañe a casa?
-¡Sí, eres muy amable! Me llamo Persephone, ¿tú cómo te llamas?- ¡zas! De lleno en toda la cara. Solo había una persona que podría llamar así a su hija: Mefistófeles. Me llenó de ira las mentiras que le diría Mefistófeles a mi niña, era inaceptable.
Aquella era mi niña, mi hija. Me emocioné, casi se me caían las lágrimas. No pude evitar abrazarla, me daba igual que después preguntara, necesitaba sentirla junto a mí. Tanto tiempo sin ver a mi hija… aquello acabaría con venganza.
-Me llamo Lydia, y sí, voy a acompañarte a tu casa.- se rió y asintió con la cabeza. ¿Por qué la mentía? No quería que Mefistófeles supiera que había visto a nuestra hija.
Le di la mano para que me guiara por la calle, hasta llegar a su casa. Cuando paró y dijo que estaba allí miré hacia la casa. En efecto, aquella mansión ya la había visto anteriormente. Era la de Mefistófeles. Maldito desgraciado. Oí su voz, llamando a la niña… Mal asunto. Me agaché y me quité el crucifijo que colgaba de mi cuello.
-Persephone, nos volveremos a ver, lo prometo. Hasta entonces, ¿querrías llevar esto por mí?- la niña no pareció comprender, pero, al fin y al cabo, era una niña.
-Sí, es muy bonito, muchas gracias- dijo mientras se lo ponía. Una niña bien educada, al menos, le daba un punto a favor de Mefistófeles. La niña se puso contenta con aquel regalo.- ¡Papá! ¡Mira que colgante más bonito!- no, maldita sea. Me levanté y me di la vuelta.
Giré una vez más la cabeza para ver a mi hija, y pude divisar a Mefistófeles, cuánto desearía matarle, pero no era la mejor ocasión. Aquel colgante no podría quitárselo aunque quisiera, la protegía de todo mal, le daba las gracias a Erzsebeth de corazón.
_______________________________________________________
Me refugié en un hotel toda la mañana, necesitaba salir a la noche. Mis costumbres habían cambiado desde que conocí a Mefistófeles, y más aún, cuando me quitó a mi niña. Llegada la noche, salí. Busqué en Londres un fumadero de opio, necesitaba pensar de otra manera “¿buscar el dragón rojo?”, pudiera ser. Quería aclararme.
No me costó encontrar uno, pasé, pidiendo una pipa y tumbándome en una especie de sofá. Comencé a fumar, a pensar en mi hija, a como vencer al nigromante y cómo hacerle pagar a Mefistófeles todo el daño que me había causado.
Partí hacia Londres, una semana entera duró el viaje. Mientras tanto, investigaba, ¿dónde vivía el desgraciado? No lo recordaba, pero acabaría encontrándolo, seguro. Londres era grande, sí, pero podía recordar a la perfección cómo era la casa. Mi vestimenta era especial, ropa de hombre pero con finos rasgos de mujer. Muy sencillo. Llevaba una camisa de encaje blanca bajo un tipo de corsé. Los pantalones eran ceñidos de un color negro y llevaba botas hasta las rodillas. También tenía puesto una capa de un tono azul oscuro que me llegaba más o menos, hasta las rodillas. Mi pelo estaba recogido en una trenza, sujeta con un lazo negro. Mi búsqueda comenzó. Vagabundeé por las calles de Londres, buscando aquella grandiosa casa. La calle me sonaba, debía de estar cerca. De repente, una niña se chocó conmigo, cayendo al suelo a continuación. Se puso a llorar. Me agaché para ayudarla. Llevaba el típico vestido de niña afortunada (Parte de delante,Parte de detrás), con calcetines y zapatitos de charol. Me pareció una niña encantadora. Su rodilla estaba sangrando por la caída, así que, cogí un pañuelo y se la limpié, no era grave, y yo sabía de heridas y cortes.
-Tranquila pequeña, ¿A que no ha sido para tanto?- negó con la cabeza aún con lágrimas en los ojos.- ¿Estás sola? ¿Dónde está tu mamá?
-Mi mamá murió al darme a luz- dijo titubeante. Ahora me fijé más en la niña. Su pelo era como el mío, de un color rojizo. Sus ojos, ya cambiaban, eran marrones… ¿Podría ser?...
-Lo siento cielo. ¿Cómo te llamas? ¿Quieres que te acompañe a casa?
-¡Sí, eres muy amable! Me llamo Persephone, ¿tú cómo te llamas?- ¡zas! De lleno en toda la cara. Solo había una persona que podría llamar así a su hija: Mefistófeles. Me llenó de ira las mentiras que le diría Mefistófeles a mi niña, era inaceptable.
Aquella era mi niña, mi hija. Me emocioné, casi se me caían las lágrimas. No pude evitar abrazarla, me daba igual que después preguntara, necesitaba sentirla junto a mí. Tanto tiempo sin ver a mi hija… aquello acabaría con venganza.
-Me llamo Lydia, y sí, voy a acompañarte a tu casa.- se rió y asintió con la cabeza. ¿Por qué la mentía? No quería que Mefistófeles supiera que había visto a nuestra hija.
Le di la mano para que me guiara por la calle, hasta llegar a su casa. Cuando paró y dijo que estaba allí miré hacia la casa. En efecto, aquella mansión ya la había visto anteriormente. Era la de Mefistófeles. Maldito desgraciado. Oí su voz, llamando a la niña… Mal asunto. Me agaché y me quité el crucifijo que colgaba de mi cuello.
-Persephone, nos volveremos a ver, lo prometo. Hasta entonces, ¿querrías llevar esto por mí?- la niña no pareció comprender, pero, al fin y al cabo, era una niña.
-Sí, es muy bonito, muchas gracias- dijo mientras se lo ponía. Una niña bien educada, al menos, le daba un punto a favor de Mefistófeles. La niña se puso contenta con aquel regalo.- ¡Papá! ¡Mira que colgante más bonito!- no, maldita sea. Me levanté y me di la vuelta.
Giré una vez más la cabeza para ver a mi hija, y pude divisar a Mefistófeles, cuánto desearía matarle, pero no era la mejor ocasión. Aquel colgante no podría quitárselo aunque quisiera, la protegía de todo mal, le daba las gracias a Erzsebeth de corazón.
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Me refugié en un hotel toda la mañana, necesitaba salir a la noche. Mis costumbres habían cambiado desde que conocí a Mefistófeles, y más aún, cuando me quitó a mi niña. Llegada la noche, salí. Busqué en Londres un fumadero de opio, necesitaba pensar de otra manera “¿buscar el dragón rojo?”, pudiera ser. Quería aclararme.
No me costó encontrar uno, pasé, pidiendo una pipa y tumbándome en una especie de sofá. Comencé a fumar, a pensar en mi hija, a como vencer al nigromante y cómo hacerle pagar a Mefistófeles todo el daño que me había causado.
Katrina Volkova- Cazador
- Mensajes : 419
Fecha de inscripción : 19/09/2010
Edad : 32
Localización : El mundo
Re: La pequeña Persephone
Persephone tardaba demasiado en volver y comenzaba a preocuparme por su seguridad. Esta niña siempre acababa saliéndose con la suya y me preocupaba que se hubiera alejado demasiado.
Salí a la entrada y la vi acercarse corriendo, parecía feliz por algo.
-¡Papá! ¡Mira que colgante más bonito!- dijo señalando un crucifijo que colgaba de su cuello.
Cuando lo cogí, el colgante pareció aumentar de peso en mi mano y no conseguí si quiera moverlo.
-¿Quién te ha dado esto?- le pregunté a mi hija. Ella alzó la mano y señaló hacia el caminito que daba a la casa. Me dio el tiempo justo para ver desaparecer unos mechones de pelo rojizo.- Katrina… Persephone, entra en casa y métete en tu cuarto. No salgas hasta que Ruby y Lilith lleguen- Persephone sabía que me había desobedecido y se merecía el castigo, así que sin protestar subió hasta su cuarto.
No informe a Lilith de lo sucedido. La madre de Persephone era un problema solo mío y pensaba resolverlo a mi manera.
Espera asta la noche para no dejar sola a mi hija y salí de casa buscando la presencia de Katrina.
Un fumadero clandestino de Opio fue mi destino y entre sin llamar.
Cuando el portero quise detenerme, el dueño del local lo detuvo al reconocerme.
Allí, al final de la habitación, tumbada en un sofá y pipa en mano, estaba Katrina con los ojos cerrados.
Habían pasado 3 años desde la última vez que la había visto y el paso del tiempo solo la había mejorado. Estaba muy guapa- Eres como un grano en el culo ¿lo sabías?- le dije cuando estuve delante de ella. Me quité los guantes y al ver que no abría los ojos, sacudí su mejilla con uno de ellos- Despierta de una vez ¿vas en busca del dragón rojo?
Salí a la entrada y la vi acercarse corriendo, parecía feliz por algo.
-¡Papá! ¡Mira que colgante más bonito!- dijo señalando un crucifijo que colgaba de su cuello.
Cuando lo cogí, el colgante pareció aumentar de peso en mi mano y no conseguí si quiera moverlo.
-¿Quién te ha dado esto?- le pregunté a mi hija. Ella alzó la mano y señaló hacia el caminito que daba a la casa. Me dio el tiempo justo para ver desaparecer unos mechones de pelo rojizo.- Katrina… Persephone, entra en casa y métete en tu cuarto. No salgas hasta que Ruby y Lilith lleguen- Persephone sabía que me había desobedecido y se merecía el castigo, así que sin protestar subió hasta su cuarto.
No informe a Lilith de lo sucedido. La madre de Persephone era un problema solo mío y pensaba resolverlo a mi manera.
Espera asta la noche para no dejar sola a mi hija y salí de casa buscando la presencia de Katrina.
Un fumadero clandestino de Opio fue mi destino y entre sin llamar.
Cuando el portero quise detenerme, el dueño del local lo detuvo al reconocerme.
Allí, al final de la habitación, tumbada en un sofá y pipa en mano, estaba Katrina con los ojos cerrados.
Habían pasado 3 años desde la última vez que la había visto y el paso del tiempo solo la había mejorado. Estaba muy guapa- Eres como un grano en el culo ¿lo sabías?- le dije cuando estuve delante de ella. Me quité los guantes y al ver que no abría los ojos, sacudí su mejilla con uno de ellos- Despierta de una vez ¿vas en busca del dragón rojo?
Mefistófeles- Demonio
- Mensajes : 537
Fecha de inscripción : 03/10/2010
Re: La pequeña Persephone
Mis pensamientos se entrecruzaban unos con otros, me hacían ver cosas que ocurrirían en el futuro… sí, pudiera ser, si jugaba bien o mal mis papeletas. Veía a Persephone correr hacia mí y abrazarme llamándome mamá… Veía mi próxima muerte al enfrentarme con el nigromante… veía… a Mefistófeles haciéndome la vida imposible… me veía… ¿¡cómo demonio!? No, aquello debía de ser un error. Entonces, un golpe en la cara hizo que abriera los ojos, estaba un poco ida en mi mente.
-Despierta de una vez ¿vas en busca del dragón rojo?
Miré hacia el individuo que había osado golpearme. Tenía la ligera sensación de que me fastidiarían la noche, y justo, ahí estaba el problema. Era Mefistófeles, me habría levantado y le habría golpeado, insultado e incluso devuelto al Infierno, pero no lo hice. Seguí tumbada. Por la osadía de golpearme, alcé la mano y cerrando el puño poco a poco, hice que se inclinase en modo de saludo.
-Los modales no deben faltar…- dije en un tono de voz suave y tranquila. Cuando cerré completamente el puño cayó de rodillas al suelo ante mí. Le miré- ¿No tienes nada mejor que hacer que molestar mi momento de tranquilidad? Al final, pensaré que realmente estás enamorado de mí y no puedes dejarme ni un momento… Qué pesadilla.- Mi mano volvió a la normalidad, la dejé caer al lado de uno de mis costados, Mefistófeles ya podría moverse.
Di una calada más a la pipa y cerré los ojos. Quería seguir viendo aquello que me desconcertó en gran parte. ¿Yo como demonio? Que les lleven mil diablos, nadie podría con Katrina Volkova. ¿Y si llegaba el día de mi muerte? El Infierno no era agradable, ya lo había probado en mis propias carnes… ¿Soportaría el tormento eternamente? Lo dudaba a horrores. ¿No podría ir al Cielo? Que Dios me ayude…
-Despierta de una vez ¿vas en busca del dragón rojo?
Miré hacia el individuo que había osado golpearme. Tenía la ligera sensación de que me fastidiarían la noche, y justo, ahí estaba el problema. Era Mefistófeles, me habría levantado y le habría golpeado, insultado e incluso devuelto al Infierno, pero no lo hice. Seguí tumbada. Por la osadía de golpearme, alcé la mano y cerrando el puño poco a poco, hice que se inclinase en modo de saludo.
-Los modales no deben faltar…- dije en un tono de voz suave y tranquila. Cuando cerré completamente el puño cayó de rodillas al suelo ante mí. Le miré- ¿No tienes nada mejor que hacer que molestar mi momento de tranquilidad? Al final, pensaré que realmente estás enamorado de mí y no puedes dejarme ni un momento… Qué pesadilla.- Mi mano volvió a la normalidad, la dejé caer al lado de uno de mis costados, Mefistófeles ya podría moverse.
Di una calada más a la pipa y cerré los ojos. Quería seguir viendo aquello que me desconcertó en gran parte. ¿Yo como demonio? Que les lleven mil diablos, nadie podría con Katrina Volkova. ¿Y si llegaba el día de mi muerte? El Infierno no era agradable, ya lo había probado en mis propias carnes… ¿Soportaría el tormento eternamente? Lo dudaba a horrores. ¿No podría ir al Cielo? Que Dios me ayude…
Katrina Volkova- Cazador
- Mensajes : 419
Fecha de inscripción : 19/09/2010
Edad : 32
Localización : El mundo
Re: La pequeña Persephone
Poderes nuevos, que excitante. Sentía la presión en mi espalda y me dejé llevar. Que mona era la humanita, con tal de sentir que me tenía a su merced y que si seguía con vida era porque ella así lo deseaba… la convertían en una persona muy tierna e inocente.
La presión de mi espalda se esfumo y pudo por fin levantarme sin hacer ningún esfuerzo.
-Pues claro que te quiero, cariño. Eres la madre de mi pequeña hija… aunque para ella solo estás muerta- di la vuelta al sillón donde estaba tumbada y fui a sentarme a la otra parte de este- 3 años han pasado desde la última vez que nos vimos. Lo recuerdo como si fuera ayer. Tú, tumbada en el sofá, abierta de piernas delante de mí… que pena que no fuera para divertirnos. No, tú estabas dando a luz a la pequeña perla. Luego yo me marché de allí. ¿Sabes? Estos años me he estado preguntando que fue lo que sentiste cuando viste que tu mundo volvía a desmoronarse, cuando te diste cuenta que te había vuelto a engañar- aquello habitación olía a rayos, pensar que esta mala costumbre Katrina la había heredado de mi- Te has portado muy bien desde que nació Persephone. Has estado ausente, no te has acercado a Londres, no has dado problemas… ¿Por qué ahora Katrina? Te hice un favor, tu misma lo dijiste y te reconcomía por dentro. Sabes como eres, no estás echa para ser madre… ¿Ahora vuelves y quieres intentarlo? ¿Se te ha despertado el instinto maternal? Tu nunca has tenido de eso.
La presión de mi espalda se esfumo y pudo por fin levantarme sin hacer ningún esfuerzo.
-Pues claro que te quiero, cariño. Eres la madre de mi pequeña hija… aunque para ella solo estás muerta- di la vuelta al sillón donde estaba tumbada y fui a sentarme a la otra parte de este- 3 años han pasado desde la última vez que nos vimos. Lo recuerdo como si fuera ayer. Tú, tumbada en el sofá, abierta de piernas delante de mí… que pena que no fuera para divertirnos. No, tú estabas dando a luz a la pequeña perla. Luego yo me marché de allí. ¿Sabes? Estos años me he estado preguntando que fue lo que sentiste cuando viste que tu mundo volvía a desmoronarse, cuando te diste cuenta que te había vuelto a engañar- aquello habitación olía a rayos, pensar que esta mala costumbre Katrina la había heredado de mi- Te has portado muy bien desde que nació Persephone. Has estado ausente, no te has acercado a Londres, no has dado problemas… ¿Por qué ahora Katrina? Te hice un favor, tu misma lo dijiste y te reconcomía por dentro. Sabes como eres, no estás echa para ser madre… ¿Ahora vuelves y quieres intentarlo? ¿Se te ha despertado el instinto maternal? Tu nunca has tenido de eso.
Mefistófeles- Demonio
- Mensajes : 537
Fecha de inscripción : 03/10/2010
Re: La pequeña Persephone
-Pues claro que te quiero, cariño. Eres la madre de mi pequeña hija… aunque para ella solo estás muerta- sí, era cierto, pero, ¿acaso pretendía hacerme daño? No lo conseguiría, me había acostumbrado a mi vida, ya no me afectaba nada. Le escuché como el pequeño aletear de las avispas, tampoco le hice caso. Mi cara representaba la indiferencia en todos los sentidos- Te has portado muy bien desde que nació Persephone. Has estado ausente, no te has acercado a Londres, no has dado problemas… ¿Por qué ahora Katrina? Te hice un favor, tú misma lo dijiste y te reconcomía por dentro. Sabes cómo eres, no estás hecha para ser madre… ¿Ahora vuelves y quieres intentarlo? ¿Se te ha despertado el instinto maternal? Tú nunca has tenido de eso.
-Tú nunca sabrás quién soy, nunca podrás saber lo que siento. He venido porque ya era hora de enfrentarme a lo que temía en el pasado, es hora de ver a mi niña. Y si intentas evitarlo, te mataré. Pero por eso no te preocupes, aunque me dejes, acabaré matándote igual, tú tranquilo, que no te quite el sueño.- dije simplemente. Tan sencillo como dejarme y olvidarme de él todo lo que me queda de vida. Si no aceptaba, iba a arrepentirse.- Te la arrebataré, Mefistófeles, igual que tú me hiciste antaño. Una niña no puede estar con alguien como tú, vete a saber qué cosas le enseñas. Conociéndote, te habrá visto hacer guarradas con tus criadas o con alguno de tu calaña. Eso no es educación para una niña.- ¿Y mi vida era la educación para una niña? No. Pero si la tenía en mis brazos no iba a inmiscuirme más en el mundo sobrenatural.- Ah… por cierto, fuera de mi sofá- le empujé con los brazos y las piernas hasta que cayó al suelo, movimientos bastantes ágiles que había entrenado a conciencia. Me tumbé en el medio del sofá y me “espatarré” para que no pudiera sentarse. Di una calada más de la pipa.- Me das pena, demonio.- solté el humo.
-Tú nunca sabrás quién soy, nunca podrás saber lo que siento. He venido porque ya era hora de enfrentarme a lo que temía en el pasado, es hora de ver a mi niña. Y si intentas evitarlo, te mataré. Pero por eso no te preocupes, aunque me dejes, acabaré matándote igual, tú tranquilo, que no te quite el sueño.- dije simplemente. Tan sencillo como dejarme y olvidarme de él todo lo que me queda de vida. Si no aceptaba, iba a arrepentirse.- Te la arrebataré, Mefistófeles, igual que tú me hiciste antaño. Una niña no puede estar con alguien como tú, vete a saber qué cosas le enseñas. Conociéndote, te habrá visto hacer guarradas con tus criadas o con alguno de tu calaña. Eso no es educación para una niña.- ¿Y mi vida era la educación para una niña? No. Pero si la tenía en mis brazos no iba a inmiscuirme más en el mundo sobrenatural.- Ah… por cierto, fuera de mi sofá- le empujé con los brazos y las piernas hasta que cayó al suelo, movimientos bastantes ágiles que había entrenado a conciencia. Me tumbé en el medio del sofá y me “espatarré” para que no pudiera sentarse. Di una calada más de la pipa.- Me das pena, demonio.- solté el humo.
Katrina Volkova- Cazador
- Mensajes : 419
Fecha de inscripción : 19/09/2010
Edad : 32
Localización : El mundo
Re: La pequeña Persephone
-Tú nunca sabrás quién soy, nunca podrás saber lo que siento. He venido porque ya era hora de enfrentarme a lo que temía en el pasado, es hora de ver a mi niña. Y si intentas evitarlo, te mataré. Pero por eso no te preocupes, aunque me dejes, acabaré matándote igual, tú tranquilo, que no te quite el sueño.
-¿Matarme, tú a mi? Tranquila, las estupideces no me quitan el sueño… tampoco me ponen muy nervioso las mujeres engreídas.
-Te la arrebataré, Mefistófeles, igual que tú me hiciste antaño. Una niña no puede estar con alguien como tú, vete a saber qué cosas le enseñas. Conociéndote, te habrá visto hacer guarradas con tus criadas o con alguno de tu calaña. Eso no es educación para una niña. Ah… por cierto, fuera de mi sofá- me levanté del suelo después de caer, y me arreglé el traje mientras la miraba con odio.
-Dime tu misma que educación le he dado, hoy la has conocido ¿Te ha parecido que era el engendro que tu creías que sería? Es más inteligente que cualquier humana mediocre como tú… no intentes soñar con educar a un ser superior a ti… y menos con tus conocimientos destructivos. Por que solo sabes destruir Katrina, solo sabes matar y hacer daño. Mírate, fumando como una enganchada a esa pipa ¿Tu hija sería feliz viendo a su madre, resucitada, tras una niebla de humo y vomitando por los efectos del opio? Sí, eres mejor que yo, ya lo veo- terminé con un sarcasmo- Solo sabes hacer daño, la primera vez que la ves y lo primero haces es hacer sangrar a Persephone… es la primera vez en su vida que ve su propia sangre y ha sido su “perfecta” madre la causante de todo. La niña es feliz con nosotros, supéralo de una vez.
-¿Matarme, tú a mi? Tranquila, las estupideces no me quitan el sueño… tampoco me ponen muy nervioso las mujeres engreídas.
-Te la arrebataré, Mefistófeles, igual que tú me hiciste antaño. Una niña no puede estar con alguien como tú, vete a saber qué cosas le enseñas. Conociéndote, te habrá visto hacer guarradas con tus criadas o con alguno de tu calaña. Eso no es educación para una niña. Ah… por cierto, fuera de mi sofá- me levanté del suelo después de caer, y me arreglé el traje mientras la miraba con odio.
-Dime tu misma que educación le he dado, hoy la has conocido ¿Te ha parecido que era el engendro que tu creías que sería? Es más inteligente que cualquier humana mediocre como tú… no intentes soñar con educar a un ser superior a ti… y menos con tus conocimientos destructivos. Por que solo sabes destruir Katrina, solo sabes matar y hacer daño. Mírate, fumando como una enganchada a esa pipa ¿Tu hija sería feliz viendo a su madre, resucitada, tras una niebla de humo y vomitando por los efectos del opio? Sí, eres mejor que yo, ya lo veo- terminé con un sarcasmo- Solo sabes hacer daño, la primera vez que la ves y lo primero haces es hacer sangrar a Persephone… es la primera vez en su vida que ve su propia sangre y ha sido su “perfecta” madre la causante de todo. La niña es feliz con nosotros, supéralo de una vez.
Mefistófeles- Demonio
- Mensajes : 537
Fecha de inscripción : 03/10/2010
Re: La pequeña Persephone
-Dime tu misma que educación le he dado, hoy la has conocido ¿Te ha parecido que era el engendro que tu creías que sería? Es más inteligente que cualquier humana mediocre como tú… no intentes soñar con educar a un ser superior a ti… y menos con tus conocimientos destructivos. Porque solo sabes destruir Katrina, solo sabes matar y hacer daño. Mírate, fumando como una enganchada a esa pipa ¿Tu hija sería feliz viendo a su madre, resucitada, tras una niebla de humo y vomitando por los efectos del opio? Sí, eres mejor que yo, ya lo veo.- Sus palabras estaban siendo completamente sarcásticas, me hacía reír, tanto, que no pude evitarlo.-Solo sabes hacer daño, la primera vez que la ves y lo primero haces es hacer sangrar a Persephone… es la primera vez en su vida que ve su propia sangre y ha sido su “perfecta” madre la causante de todo. La niña es feliz con nosotros, supéralo de una vez.
-¿Te estás oyendo? ¿Tanto miedo tienes a que te la quite? Qué patético. Si solo sé hacer daño, ¿cómo es que aún no te he dado una paliza? Supéralo tú también, mi amor, ya no sabes ni con quien hablas.- flexioné una rodilla y subí la otra pierna apoyándola en la ya flexionada- Si tu hija te viera como en verdad eres, creo que se iría con cualquier persona del mundo. Eres repulsivo, sádico y morboso… a la niña no le gustaría nada ver a su padre torturando a personas inocentes, ni follando como un puto poseso con alguna otra demonio. ¿A que eso no lo haces delante de ella? Entonces, ¿por qué piensas que yo haría lo mismo? Qué triste…- dejé la pipa a un lado, necesitaba despejarme ya, y más cuando debía pensar bien mis palabras antes de contestar. Me levanté del sofá y me dirigí hacia la puerta, pagando antes al dueño del local.
Salí a la calle, caminando decidida. No pensaba si el demonio estaría siguiéndome o no, tampoco me quitaba el sueño. Encontré una fuente de agua, me acerqué a ella y metí la cara en el agua. Unos segundos… y la saqué. Me sequé la cara con un pañuelo y me senté en el bordillo de la fuente. Si Mefistófeles no me dejaba verla, me colaría en su habitación. Aunque… ¿qué pensaría la niña si quisiera arrebatársela de los brazos de su padre? No, esa no era buena idea. Entraría en su casa a la fuerza… sí, claro… ¿y si había algún demonio más de la jerarquía de Mefistófeles? Estaría perdida. A menos que… la niña estuviera presente. Torcí la sonrisa. Miré a mí alrededor, Mefistófeles no estaba allí. Habría vuelto a su casa, mucho mejor.
Me dirigí a la casa de Mefistófeles, no tardé mucho una vez ya conocía la ruta. Ya, frente la casa, me colé silenciosa entre sus jardines. Había una habitación ligeramente iluminada. ¿Sería aquella la de Persephone? Lo más seguro, los demonios no se irían a “dormir” tan temprano. Opté por escalar hasta llegar a la ventana. Una vez arriba, me asomé un poco. Sí, ahí estaba Persephone con la luz de tres velas mirando un libro. Que encantadora. Di golpecitos suaves para que se alertara. Tras verme, me devolvió una sonrisa de oreja a oreja. Se levantó y abrió la ventana.
-Hola Lydia, ¿qué haces aquí? Puedes pasar…- dijo tendiéndome la mano. Sonreí y entré dentro con sumo cuidado.
-Tengo un regalo para ti- dije sacando un pequeño libro de cuentos y leyendas que me leían mis padres cuando tenía su edad.
-¡Oh, muchas gracias!- tapé su boca con un dedo.
-Shh… que nos van a oír. No deben enterarse de que he estado aquí, ¿me guardarás el secreto?
-Claro que sí. Pero, ¿por qué?
-Digamos que tú papá y yo no nos llevamos muy bien…
-¿A no? ¿Por qué?- si tú supieras cariño mío…
De pronto, un ruido. Varias personas subían las escaleras con rapidez. Cogí a Persephone en brazos, pero no me dio tiempo a salir de allí, no sería lo correcto. Y allí, abrieron la puerta. Sin duda, estaba Mefistófeles. Junto a él, una niña, o eso parecía.
-Hola papá, tía Lilith.- la niña y yo nos miramos, ella parecía apenada- al final no hemos podido cumplir el trato… nos han descubierto. ¡Pero no pasa nada! ¿A qué no?- me miraba con una sonrisa encantadora.
Yo, sin embargo, dirigía mi mirada hacia los dos demonios. Lilith… aquella sería un grave problema, el primer demonio de todos.
-No, no pasa nada cariño. Íbamos a leer un cuento juntas, ¿verdad?- Asintió con mucha ilusión- No queremos que papi y la tía se enfaden, ¿a qué no?- esta vez miré a los dos demonios con una media sonrisa.- Por lo que, tú y yo, vamos a leer el cuento juntitas.
-Papá y la tía pueden quedarse también ¿no?- no tenía otra opción que aceptar a su proposición.
Me senté en la cama con ella en mis brazos. Le conté dos leyendas que había escritas en el libro, parecía muy interesada. Sin llegar a la mitad de la tercera, ésta cerró los ojos. Le besé en la frente, aún manteniéndola en mis brazos. Tenía ganas de llorar por no haberla tenido en mis brazos cuando era tan solo un bebé. Era una niña encantadora. Entonces, Lilith y Mefistófeles parecieron alertarse. Según se durmió la niña.
-Nt, nt, nt- dije negando con la cabeza- No queremos que Persephone se despierte, ¿verdad? Hoy pasaré la noche junto a ella, siento si no estáis conformes.- la tumbé en la cama y yo me puse a su lado, agarrándola de la cintura y juntándola hacia mí.
-¿Te estás oyendo? ¿Tanto miedo tienes a que te la quite? Qué patético. Si solo sé hacer daño, ¿cómo es que aún no te he dado una paliza? Supéralo tú también, mi amor, ya no sabes ni con quien hablas.- flexioné una rodilla y subí la otra pierna apoyándola en la ya flexionada- Si tu hija te viera como en verdad eres, creo que se iría con cualquier persona del mundo. Eres repulsivo, sádico y morboso… a la niña no le gustaría nada ver a su padre torturando a personas inocentes, ni follando como un puto poseso con alguna otra demonio. ¿A que eso no lo haces delante de ella? Entonces, ¿por qué piensas que yo haría lo mismo? Qué triste…- dejé la pipa a un lado, necesitaba despejarme ya, y más cuando debía pensar bien mis palabras antes de contestar. Me levanté del sofá y me dirigí hacia la puerta, pagando antes al dueño del local.
Salí a la calle, caminando decidida. No pensaba si el demonio estaría siguiéndome o no, tampoco me quitaba el sueño. Encontré una fuente de agua, me acerqué a ella y metí la cara en el agua. Unos segundos… y la saqué. Me sequé la cara con un pañuelo y me senté en el bordillo de la fuente. Si Mefistófeles no me dejaba verla, me colaría en su habitación. Aunque… ¿qué pensaría la niña si quisiera arrebatársela de los brazos de su padre? No, esa no era buena idea. Entraría en su casa a la fuerza… sí, claro… ¿y si había algún demonio más de la jerarquía de Mefistófeles? Estaría perdida. A menos que… la niña estuviera presente. Torcí la sonrisa. Miré a mí alrededor, Mefistófeles no estaba allí. Habría vuelto a su casa, mucho mejor.
Me dirigí a la casa de Mefistófeles, no tardé mucho una vez ya conocía la ruta. Ya, frente la casa, me colé silenciosa entre sus jardines. Había una habitación ligeramente iluminada. ¿Sería aquella la de Persephone? Lo más seguro, los demonios no se irían a “dormir” tan temprano. Opté por escalar hasta llegar a la ventana. Una vez arriba, me asomé un poco. Sí, ahí estaba Persephone con la luz de tres velas mirando un libro. Que encantadora. Di golpecitos suaves para que se alertara. Tras verme, me devolvió una sonrisa de oreja a oreja. Se levantó y abrió la ventana.
-Hola Lydia, ¿qué haces aquí? Puedes pasar…- dijo tendiéndome la mano. Sonreí y entré dentro con sumo cuidado.
-Tengo un regalo para ti- dije sacando un pequeño libro de cuentos y leyendas que me leían mis padres cuando tenía su edad.
-¡Oh, muchas gracias!- tapé su boca con un dedo.
-Shh… que nos van a oír. No deben enterarse de que he estado aquí, ¿me guardarás el secreto?
-Claro que sí. Pero, ¿por qué?
-Digamos que tú papá y yo no nos llevamos muy bien…
-¿A no? ¿Por qué?- si tú supieras cariño mío…
De pronto, un ruido. Varias personas subían las escaleras con rapidez. Cogí a Persephone en brazos, pero no me dio tiempo a salir de allí, no sería lo correcto. Y allí, abrieron la puerta. Sin duda, estaba Mefistófeles. Junto a él, una niña, o eso parecía.
-Hola papá, tía Lilith.- la niña y yo nos miramos, ella parecía apenada- al final no hemos podido cumplir el trato… nos han descubierto. ¡Pero no pasa nada! ¿A qué no?- me miraba con una sonrisa encantadora.
Yo, sin embargo, dirigía mi mirada hacia los dos demonios. Lilith… aquella sería un grave problema, el primer demonio de todos.
-No, no pasa nada cariño. Íbamos a leer un cuento juntas, ¿verdad?- Asintió con mucha ilusión- No queremos que papi y la tía se enfaden, ¿a qué no?- esta vez miré a los dos demonios con una media sonrisa.- Por lo que, tú y yo, vamos a leer el cuento juntitas.
-Papá y la tía pueden quedarse también ¿no?- no tenía otra opción que aceptar a su proposición.
Me senté en la cama con ella en mis brazos. Le conté dos leyendas que había escritas en el libro, parecía muy interesada. Sin llegar a la mitad de la tercera, ésta cerró los ojos. Le besé en la frente, aún manteniéndola en mis brazos. Tenía ganas de llorar por no haberla tenido en mis brazos cuando era tan solo un bebé. Era una niña encantadora. Entonces, Lilith y Mefistófeles parecieron alertarse. Según se durmió la niña.
-Nt, nt, nt- dije negando con la cabeza- No queremos que Persephone se despierte, ¿verdad? Hoy pasaré la noche junto a ella, siento si no estáis conformes.- la tumbé en la cama y yo me puse a su lado, agarrándola de la cintura y juntándola hacia mí.
Katrina Volkova- Cazador
- Mensajes : 419
Fecha de inscripción : 19/09/2010
Edad : 32
Localización : El mundo
Re: La pequeña Persephone
Volví a casa después de ver como Katrina abandonaba el local de opio. No solo había cambiado físicamente en estos tres años, se había vuelto más testaruda que antes.
Abrí la puerta de casa y me complació ver allí a Lilith.
-Madre, dije con una reverencia. Debo confesaron algo…- comencé, dispuesto a contarle todo sobre Katrina
-Ya lo sé todo, Mefistófeles. Se que la madre de Persephone ha comenzado a mover ficha. Era un hecho que tenía que suceder…
-Siento no haberla matado…
-No digas estupideces, hijo. Muerta no nos sirve de nada, la necesitamos viva… y ahora más que nunca- aquello me confundió.
-¿La necesitamos? ¿Para qué?- necesita respuestas.
-Los ángeles han comenzado a descender Mefistófeles, ya se cuentan por dos y ambos parecen residir en Europa… aunque van donde les apetece. Ya no podemos actuar libremente como antes y Persephone no está seguro con nosotros. Es demasiado pequeña para que la podamos utilizar.
-¿Qué quiere decir Madre?- no se a donde se dirigía toda la trama.
-Katrina está deseosa de recuperar a su hija ¿no?... pues la tendrá.
-¿Qué? No hablaras en serio. Perderemos a Persephone.
-No me hables en ese tono Mephisto. No soy estúpida y se lo que me hago. Vamos a la habitación de Persephone, tengo que hablar con la madre de la niña.
-Un momento…- pero no me dejó hablar. Subimos las escaleras hasta llegar a la puerta de la habitación de mi hija. Y cuando la abrimos, allí encontré a Katrina. ¡Como se atreve! Quise saltar sobre ella y arrebatarla a la niña de sus brazos. Lilith me detuvo.
Cuando Katrina terminó con toda esa tontería no pareció en disposición de querer alejarse de la pequeña.
Madre no tenía esa idea.
-Acompáñanos Katrina- le pidió amistosamente. Katrina ni se movió- He dicho que nos acompañes- la habitación pareció vibrar levemente y esta vez Katrina si que se movió.
Nos acompañó a ambos hasta el salón. ¿Qué tenía planeado Lilith? Odiaba ser un peón en su juego.
Pidió a Katrina que se sentara y ella lo hizo a su lado.
-Conozco tus intenciones, cazadora, y tus deseos de llevarte a la niña- Katrina iba a hablar, pero Madre la corto- Sabes que será un trabajo difícil. No somos la clase de familia que tu piensas, a la niña la hemos educado en los cánones de esta sociedad sin llegar a introducirla en el mundo demoniaco, aunque sabe que ella ni nosotros somos humanos. Es una niña privilegiada más de este barrio y nos ama con todo su corazón, arrancarla de nuestros brazos solo la causara dolor Katrina… y lo sabes. La niña no creerá simples palabras dichas por una mujer que confiese ser su madre muerta. Solo conseguirás traumatizarla- Madre hablaba y yo seguía sin conseguir descifrar cual serían sus intenciones ¿Qué tenia pensado? Ahora me sentía como Katrina- Te propongo un trato cazadora, tengo entendido que eres una gran negociadora. La guerra la estamos perdiendo, los ángeles han tomado cartas en el asunto y han decidido bajar a la tierra. La niña está en peligro con nosotros, pero más aún si la alejas de nuestra protección.
En frente de la casa, tenemos un edificio de nuestra propiedad, está completamente vació. Lo tenemos como fortaleza, sus muros están pintados con infinidad de símbolos que detendrán a los ángeles, son todos invisibles claro esta, sino llamaríamos la atención de los ciudadanos. Te doy la oportunidad de tener a tu hija, os dejaremos convivir a las dos en esa casa. Persephone estará alejada de nosotros pero no lo suficiente para que se traumatice por abandonar su familia y podamos seguir protegiéndola.
Te cedemos esa casa, cazadora, para que cumplas tu sueño de ser madre. Hemos pasado tres años criando a Persephone, su futuro es participar en la guerra que se avecina y eso te desagrada. Pero aún faltan años para que eso suceda y Persephone podrá elegir que bando tomar. Puedo sentir el asco que sientes hacia nosotros, es mutuo querida, pero ambas sabemos que lo que propongo es lo mejor para Persephone. Puede que al cabo del tiempo le confieses que eres su madre, tal vez se enfade, tal vez llores de alegría o de tristeza y que entonces decidas llevártela más lejos. Entonces te diré una cosa Katrina… ¿tu sola podrás protegerla de los poderosos ángeles? Necesitas nuestra ayuda para mantener viva a Persephone.
Abrí la puerta de casa y me complació ver allí a Lilith.
-Madre, dije con una reverencia. Debo confesaron algo…- comencé, dispuesto a contarle todo sobre Katrina
-Ya lo sé todo, Mefistófeles. Se que la madre de Persephone ha comenzado a mover ficha. Era un hecho que tenía que suceder…
-Siento no haberla matado…
-No digas estupideces, hijo. Muerta no nos sirve de nada, la necesitamos viva… y ahora más que nunca- aquello me confundió.
-¿La necesitamos? ¿Para qué?- necesita respuestas.
-Los ángeles han comenzado a descender Mefistófeles, ya se cuentan por dos y ambos parecen residir en Europa… aunque van donde les apetece. Ya no podemos actuar libremente como antes y Persephone no está seguro con nosotros. Es demasiado pequeña para que la podamos utilizar.
-¿Qué quiere decir Madre?- no se a donde se dirigía toda la trama.
-Katrina está deseosa de recuperar a su hija ¿no?... pues la tendrá.
-¿Qué? No hablaras en serio. Perderemos a Persephone.
-No me hables en ese tono Mephisto. No soy estúpida y se lo que me hago. Vamos a la habitación de Persephone, tengo que hablar con la madre de la niña.
-Un momento…- pero no me dejó hablar. Subimos las escaleras hasta llegar a la puerta de la habitación de mi hija. Y cuando la abrimos, allí encontré a Katrina. ¡Como se atreve! Quise saltar sobre ella y arrebatarla a la niña de sus brazos. Lilith me detuvo.
Cuando Katrina terminó con toda esa tontería no pareció en disposición de querer alejarse de la pequeña.
Madre no tenía esa idea.
-Acompáñanos Katrina- le pidió amistosamente. Katrina ni se movió- He dicho que nos acompañes- la habitación pareció vibrar levemente y esta vez Katrina si que se movió.
Nos acompañó a ambos hasta el salón. ¿Qué tenía planeado Lilith? Odiaba ser un peón en su juego.
Pidió a Katrina que se sentara y ella lo hizo a su lado.
-Conozco tus intenciones, cazadora, y tus deseos de llevarte a la niña- Katrina iba a hablar, pero Madre la corto- Sabes que será un trabajo difícil. No somos la clase de familia que tu piensas, a la niña la hemos educado en los cánones de esta sociedad sin llegar a introducirla en el mundo demoniaco, aunque sabe que ella ni nosotros somos humanos. Es una niña privilegiada más de este barrio y nos ama con todo su corazón, arrancarla de nuestros brazos solo la causara dolor Katrina… y lo sabes. La niña no creerá simples palabras dichas por una mujer que confiese ser su madre muerta. Solo conseguirás traumatizarla- Madre hablaba y yo seguía sin conseguir descifrar cual serían sus intenciones ¿Qué tenia pensado? Ahora me sentía como Katrina- Te propongo un trato cazadora, tengo entendido que eres una gran negociadora. La guerra la estamos perdiendo, los ángeles han tomado cartas en el asunto y han decidido bajar a la tierra. La niña está en peligro con nosotros, pero más aún si la alejas de nuestra protección.
En frente de la casa, tenemos un edificio de nuestra propiedad, está completamente vació. Lo tenemos como fortaleza, sus muros están pintados con infinidad de símbolos que detendrán a los ángeles, son todos invisibles claro esta, sino llamaríamos la atención de los ciudadanos. Te doy la oportunidad de tener a tu hija, os dejaremos convivir a las dos en esa casa. Persephone estará alejada de nosotros pero no lo suficiente para que se traumatice por abandonar su familia y podamos seguir protegiéndola.
Te cedemos esa casa, cazadora, para que cumplas tu sueño de ser madre. Hemos pasado tres años criando a Persephone, su futuro es participar en la guerra que se avecina y eso te desagrada. Pero aún faltan años para que eso suceda y Persephone podrá elegir que bando tomar. Puedo sentir el asco que sientes hacia nosotros, es mutuo querida, pero ambas sabemos que lo que propongo es lo mejor para Persephone. Puede que al cabo del tiempo le confieses que eres su madre, tal vez se enfade, tal vez llores de alegría o de tristeza y que entonces decidas llevártela más lejos. Entonces te diré una cosa Katrina… ¿tu sola podrás protegerla de los poderosos ángeles? Necesitas nuestra ayuda para mantener viva a Persephone.
Mefistófeles- Demonio
- Mensajes : 537
Fecha de inscripción : 03/10/2010
Re: La pequeña Persephone
-Acompáñanos Katrina- pidió Lilith “con amabilidad”. De eso nada, no me movería de al lado de mi hija. Ni pensarlo.- He dicho que nos acompañes- la habitación se movió como si fuera un temblor el causante. La miré fulminante.
¿Qué quería esa zorra del Infierno? Miedo me daba. Si me separaba de mi hija sería un blanco fácil y probablemente quisieran matarme, pero escaparía. Lo que me preocupaba era que seguramente, se llevaran a la niña a otro lugar donde no pudiera encontrarla. Pero me levanté y seguí a los dos demonios. Llegamos al salón principal, ésta, me pidió que me sentara. No me hizo ni pizca de gracia que ella se sentara a mi lado. Apestaba a demonio, a torturas, sangre, vísceras y gritos de agonía. Espantoso.
-Conozco tus intenciones, cazadora, y tus deseos de llevarte a la niña- Me propuse a decir algo. Estaba en lo cierto, e iba a llevarme a mi niña, costase lo que costase. Pero Lilith me cortó, tajante, siguió hablando- Sabes que será un trabajo difícil. No somos la clase de familia que tú piensas, a la niña la hemos educado en los cánones de esta sociedad sin llegar a introducirla en el mundo demoniaco, aunque sabe que ella ni nosotros somos humanos. Es una niña privilegiada más de este barrio y nos ama con todo su corazón, arrancarla de nuestros brazos solo la causara dolor Katrina… y lo sabes. La niña no creerá simples palabras dichas por una mujer que confiese ser su madre muerta. Solo conseguirás traumatizarla- Sería puta la muy… Pero lo que más rabia me daba era que tenía toda la razón del mundo. Ellos habían criado a mi niña, la habían educado. Si ahora pretendiera arrebatársela de los brazos de los demonios, me odiaría, seguro que ocurriría eso. También cabía la posibilidad de que me tomara como loca, por acudir a ella tan de repente… Me sorprendió que no la instruyeran en el mundo demoniaco, era extraño, más aún, siendo su padre Mefistófeles, ya me le conocía yo bien. - Te propongo un trato cazadora, tengo entendido que eres una gran negociadora.- Fruncí el ceño, los sarcasmos que se los guardara para el Infierno, y que a mí no me viniera con tanta tontería. ¿Qué se había creído? Mefistófeles fue el que me engañó, yo no buscaba el sufrimiento. También era más joven… ingenua y estúpida.- La guerra la estamos perdiendo, los ángeles han tomado cartas en el asunto y han decidido bajar a la tierra.
-Que quieres que te diga, eso es un punto a mi favor. Por mí pueden degollaros a todos y no dejar ni un resto de la escoria que sois.- Ira, odio, ganas de matarme… lo presentía, pero no lo pude evitar, me lo había puesto en bandeja.
-La niña está en peligro con nosotros, pero más aún si la alejas de nuestra protección.- Mierda… Persephone… Si los ángeles supieran dónde estaba y lo que era… la matarían, seguramente. Eso no me hacía ni pizca de gracia.- En frente de la casa, tenemos un edificio de nuestra propiedad, está completamente vacío. Lo tenemos como fortaleza, sus muros están pintados con infinidad de símbolos que detendrán a los ángeles, son todos invisibles claro está, sino llamaríamos la atención de los ciudadanos.- ¿A dónde quería llegar a parar informándome de todo aquello? ¿Qué esperaba que hiciera yo?- Te doy la oportunidad de tener a tu hija, os dejaremos convivir a las dos en esa casa. Persephone estará alejada de nosotros pero no lo suficiente para que se traumatice por abandonar su familia y podamos seguir protegiéndola. Te cedemos esa casa, cazadora, para que cumplas tu sueño de ser madre. Hemos pasado tres años criando a Persephone, su futuro es participar en la guerra que se avecina y eso te desagrada. Pero aún faltan años para que eso suceda y Persephone podrá elegir qué bando tomar.
-Tú misma lo has dicho. Persephone podrá elegir qué bando tomar. ¿Qué te hace pensar que escogería el vuestro? No sois más que seres asquerosos que adoran el sufrimiento, la tortura y la masacre… ¿Crees que YO enseñaría a mi hija tales barbaridades? Infame…
- Puedo sentir el asco que sientes hacia nosotros,- ¿no me digas? No me había dado cuenta…- es mutuo querida, pero ambas sabemos que lo que propongo es lo mejor para Persephone. Puede que al cabo del tiempo le confieses que eres su madre, tal vez se enfade, tal vez llores de alegría o de tristeza y que entonces decidas llevártela más lejos. Entonces te diré una cosa Katrina… ¿tú sola podrás protegerla de los poderosos ángeles? Necesitas nuestra ayuda para mantener viva a Persephone.- Reflexioné. Les miré a ambos. Solo me importaba la seguridad de Persephone.
-No hago tratos con demonios, Lilith- la mirada de Mefistófeles pareció cambiar para soltar un típico comentario, ya me lo veía venir: “¿ah, no?, ¿y entonces qué fue lo nuestro?”- No ahora- dirigí la mirada a Mefistófeles llena de odio, parecía que había dado en el clavo.- Lo único que me importa es Persephone. ¿Qué te hace pensar que con vosotros está segura? Vosotros sois una basura si os comparáis con los ángeles. Os pueden dar mil patadas en vuestro culo demoniaco antes de que caigáis al suelo. No obstante, si yo me llevo a Persephone, no podrán encontrarla. Su aroma no será putrefacto como lo es el vuestro. Y mi poder mantendrá alejados a los ángeles. He aprendido unos cuantos truquitos estos años. Además de los símbolos que detienen a los ángeles. Amiga mía… yo también sé hacerlos.- Me levanté y miré a ambos con gesto de asco- Me entran arcadas con solo veros. Ojalá volviera al Infierno para daros vuestro merecido, grandes hijos de puta- ya está, había explotado. Todo lo que me habían hecho había salido de mi boca en múltiples insultos y dolencias.- Ni Lucifer os quiere, sois inferiores a él. Seguramente os ve como simples demonios corruptos y destructivos. ¿Queréis saber algo? Lucifer fue un arcángel, un ser puro. ¿Creéis que os aceptará cuando llegue el apocalipsis? Me dais pena, no sabéis ni a lo que os enfrentáis- Reflexionad… tenía razón y lo sabían, pero no querían aceptarlo… siempre pasaba lo mismo… infelices.- Si me permitís… vuelvo con Mi Hija.- Qué fácil sería matarme... lo deseaban, que lo intentasen, no iban a llegar a ninguna parte. Me moví pero…
¿Qué quería esa zorra del Infierno? Miedo me daba. Si me separaba de mi hija sería un blanco fácil y probablemente quisieran matarme, pero escaparía. Lo que me preocupaba era que seguramente, se llevaran a la niña a otro lugar donde no pudiera encontrarla. Pero me levanté y seguí a los dos demonios. Llegamos al salón principal, ésta, me pidió que me sentara. No me hizo ni pizca de gracia que ella se sentara a mi lado. Apestaba a demonio, a torturas, sangre, vísceras y gritos de agonía. Espantoso.
-Conozco tus intenciones, cazadora, y tus deseos de llevarte a la niña- Me propuse a decir algo. Estaba en lo cierto, e iba a llevarme a mi niña, costase lo que costase. Pero Lilith me cortó, tajante, siguió hablando- Sabes que será un trabajo difícil. No somos la clase de familia que tú piensas, a la niña la hemos educado en los cánones de esta sociedad sin llegar a introducirla en el mundo demoniaco, aunque sabe que ella ni nosotros somos humanos. Es una niña privilegiada más de este barrio y nos ama con todo su corazón, arrancarla de nuestros brazos solo la causara dolor Katrina… y lo sabes. La niña no creerá simples palabras dichas por una mujer que confiese ser su madre muerta. Solo conseguirás traumatizarla- Sería puta la muy… Pero lo que más rabia me daba era que tenía toda la razón del mundo. Ellos habían criado a mi niña, la habían educado. Si ahora pretendiera arrebatársela de los brazos de los demonios, me odiaría, seguro que ocurriría eso. También cabía la posibilidad de que me tomara como loca, por acudir a ella tan de repente… Me sorprendió que no la instruyeran en el mundo demoniaco, era extraño, más aún, siendo su padre Mefistófeles, ya me le conocía yo bien. - Te propongo un trato cazadora, tengo entendido que eres una gran negociadora.- Fruncí el ceño, los sarcasmos que se los guardara para el Infierno, y que a mí no me viniera con tanta tontería. ¿Qué se había creído? Mefistófeles fue el que me engañó, yo no buscaba el sufrimiento. También era más joven… ingenua y estúpida.- La guerra la estamos perdiendo, los ángeles han tomado cartas en el asunto y han decidido bajar a la tierra.
-Que quieres que te diga, eso es un punto a mi favor. Por mí pueden degollaros a todos y no dejar ni un resto de la escoria que sois.- Ira, odio, ganas de matarme… lo presentía, pero no lo pude evitar, me lo había puesto en bandeja.
-La niña está en peligro con nosotros, pero más aún si la alejas de nuestra protección.- Mierda… Persephone… Si los ángeles supieran dónde estaba y lo que era… la matarían, seguramente. Eso no me hacía ni pizca de gracia.- En frente de la casa, tenemos un edificio de nuestra propiedad, está completamente vacío. Lo tenemos como fortaleza, sus muros están pintados con infinidad de símbolos que detendrán a los ángeles, son todos invisibles claro está, sino llamaríamos la atención de los ciudadanos.- ¿A dónde quería llegar a parar informándome de todo aquello? ¿Qué esperaba que hiciera yo?- Te doy la oportunidad de tener a tu hija, os dejaremos convivir a las dos en esa casa. Persephone estará alejada de nosotros pero no lo suficiente para que se traumatice por abandonar su familia y podamos seguir protegiéndola. Te cedemos esa casa, cazadora, para que cumplas tu sueño de ser madre. Hemos pasado tres años criando a Persephone, su futuro es participar en la guerra que se avecina y eso te desagrada. Pero aún faltan años para que eso suceda y Persephone podrá elegir qué bando tomar.
-Tú misma lo has dicho. Persephone podrá elegir qué bando tomar. ¿Qué te hace pensar que escogería el vuestro? No sois más que seres asquerosos que adoran el sufrimiento, la tortura y la masacre… ¿Crees que YO enseñaría a mi hija tales barbaridades? Infame…
- Puedo sentir el asco que sientes hacia nosotros,- ¿no me digas? No me había dado cuenta…- es mutuo querida, pero ambas sabemos que lo que propongo es lo mejor para Persephone. Puede que al cabo del tiempo le confieses que eres su madre, tal vez se enfade, tal vez llores de alegría o de tristeza y que entonces decidas llevártela más lejos. Entonces te diré una cosa Katrina… ¿tú sola podrás protegerla de los poderosos ángeles? Necesitas nuestra ayuda para mantener viva a Persephone.- Reflexioné. Les miré a ambos. Solo me importaba la seguridad de Persephone.
-No hago tratos con demonios, Lilith- la mirada de Mefistófeles pareció cambiar para soltar un típico comentario, ya me lo veía venir: “¿ah, no?, ¿y entonces qué fue lo nuestro?”- No ahora- dirigí la mirada a Mefistófeles llena de odio, parecía que había dado en el clavo.- Lo único que me importa es Persephone. ¿Qué te hace pensar que con vosotros está segura? Vosotros sois una basura si os comparáis con los ángeles. Os pueden dar mil patadas en vuestro culo demoniaco antes de que caigáis al suelo. No obstante, si yo me llevo a Persephone, no podrán encontrarla. Su aroma no será putrefacto como lo es el vuestro. Y mi poder mantendrá alejados a los ángeles. He aprendido unos cuantos truquitos estos años. Además de los símbolos que detienen a los ángeles. Amiga mía… yo también sé hacerlos.- Me levanté y miré a ambos con gesto de asco- Me entran arcadas con solo veros. Ojalá volviera al Infierno para daros vuestro merecido, grandes hijos de puta- ya está, había explotado. Todo lo que me habían hecho había salido de mi boca en múltiples insultos y dolencias.- Ni Lucifer os quiere, sois inferiores a él. Seguramente os ve como simples demonios corruptos y destructivos. ¿Queréis saber algo? Lucifer fue un arcángel, un ser puro. ¿Creéis que os aceptará cuando llegue el apocalipsis? Me dais pena, no sabéis ni a lo que os enfrentáis- Reflexionad… tenía razón y lo sabían, pero no querían aceptarlo… siempre pasaba lo mismo… infelices.- Si me permitís… vuelvo con Mi Hija.- Qué fácil sería matarme... lo deseaban, que lo intentasen, no iban a llegar a ninguna parte. Me moví pero…
Katrina Volkova- Cazador
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Re: La pequeña Persephone
Me quedé pasmado cuando Katrina comenzó a soltar toda esa sarta de estupideces, más impresionado me quedé al ver que Lilith no movía un dedo para callarla ni mostrarle cual era su sitio. Madre solo sonreía y ladeaba la cabeza inocentemente.
Me adelante para decir algo pero escuché unos pasitos que bajaban la escalera.
-Eres mala- se escuchó la vocecita de la pequeña Persephone- ¿No te ibas a casa con esa hija tuya? Pues vete- la niña parecía estar a punto de llorar. El ruido que estábamos haciendo la habría despertado y bajaría para ver que pasaba- No mereces estar en esta casa, has insultado a papa y a la abuelita Lilith- se escuchó un gruñido a mi lado y tuve que aguantar la risa. Cogí a Persephone en brazos para que se calmara- Creí que eras diferente Lydia…. Pero veo que eres los demás, nos odias por ser diferentes a ti. No somos como las personas que andan por la calle, tan tranquilos y por eso nos odiáis y nos insultáis pero somos una familia y nos queremos. No nos hace falta gente como tú- Esa era mi hija, por una vez agradecía que hubiera heredado el carácter de su madre.
-Shh cariño, cuantas veces te he dicho que hay que tratar a la gente con respeto… aunque no lo merezcan- le dije a la niña mientras la mantenía en brazos- Y también te he enseñado a escuchar antes de hablar porque ¿a que Lydia no estaba diciendo nada enserio?- mire a Katrina con seriedad. Persephone también se giro para mirarla, con los ojos llenos de lágrimas- ¿A que Lydia solo estaba bromeando?… Estaba ensayando con papa y la abue…- otro gruñido-… tía Lilith como tenía que comportarse si los hombre malos venían a por ti. Ella nos va ayudar a protegerte ¿Sabes?
-¿De verdad?- su voz se había cargado de ilusión y se frotaba los ojos para secarse las lágrimas
-De verdad. Es una simple humana, de esas personas que andan tranquilos por las calles, es verdad… pero su olor te ayudara a camuflarte- Persephone ya estaba calmada y ahora se frotaba los ojos para evitar que se le cerrasen por el sueño. La bajé de mis brazos y la mantuve a mi lado, cogida de la mano- Crees que por haber estudiado algunos libros de magia te crees la experta en la materia. Esto te viene grande Katrina y sin nosotros no durarás ni un mes… la propia Persephone lo sabe. ¿Nos ayudarás a cuidar a mi hija o vas a seguir haciéndote la dura y aparentando ser galgo que no eres?- Persephone, medio dormida medio queriendo estar atenta en la conversación, esperaba una respuesta de Katrina.
Me adelante para decir algo pero escuché unos pasitos que bajaban la escalera.
-Eres mala- se escuchó la vocecita de la pequeña Persephone- ¿No te ibas a casa con esa hija tuya? Pues vete- la niña parecía estar a punto de llorar. El ruido que estábamos haciendo la habría despertado y bajaría para ver que pasaba- No mereces estar en esta casa, has insultado a papa y a la abuelita Lilith- se escuchó un gruñido a mi lado y tuve que aguantar la risa. Cogí a Persephone en brazos para que se calmara- Creí que eras diferente Lydia…. Pero veo que eres los demás, nos odias por ser diferentes a ti. No somos como las personas que andan por la calle, tan tranquilos y por eso nos odiáis y nos insultáis pero somos una familia y nos queremos. No nos hace falta gente como tú- Esa era mi hija, por una vez agradecía que hubiera heredado el carácter de su madre.
-Shh cariño, cuantas veces te he dicho que hay que tratar a la gente con respeto… aunque no lo merezcan- le dije a la niña mientras la mantenía en brazos- Y también te he enseñado a escuchar antes de hablar porque ¿a que Lydia no estaba diciendo nada enserio?- mire a Katrina con seriedad. Persephone también se giro para mirarla, con los ojos llenos de lágrimas- ¿A que Lydia solo estaba bromeando?… Estaba ensayando con papa y la abue…- otro gruñido-… tía Lilith como tenía que comportarse si los hombre malos venían a por ti. Ella nos va ayudar a protegerte ¿Sabes?
-¿De verdad?- su voz se había cargado de ilusión y se frotaba los ojos para secarse las lágrimas
-De verdad. Es una simple humana, de esas personas que andan tranquilos por las calles, es verdad… pero su olor te ayudara a camuflarte- Persephone ya estaba calmada y ahora se frotaba los ojos para evitar que se le cerrasen por el sueño. La bajé de mis brazos y la mantuve a mi lado, cogida de la mano- Crees que por haber estudiado algunos libros de magia te crees la experta en la materia. Esto te viene grande Katrina y sin nosotros no durarás ni un mes… la propia Persephone lo sabe. ¿Nos ayudarás a cuidar a mi hija o vas a seguir haciéndote la dura y aparentando ser galgo que no eres?- Persephone, medio dormida medio queriendo estar atenta en la conversación, esperaba una respuesta de Katrina.
Mefistófeles- Demonio
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Fecha de inscripción : 03/10/2010
Re: La pequeña Persephone
-Eres mala- me giré al instante. Allí de pie estaba Persephone, ¿lo habría escuchado todo? Maldita sea…- ¿No te ibas a casa con esa hija tuya? Pues vete- Pero… ¿¡qué demonios estaba pasando!? Por favor, no. No quería ver aquella mirada triste y su rostro congestionado, a punto de llorar. Y mucho menos irme de su lado… La niña habría creído que tenía una hija, por lo que no había escuchado toda la conversación.- No mereces estar en esta casa, has insultado a papa y a la abuelita Lilith- tragué saliva. ¿Cómo una niña de tres años podía pensar de aquella manera? Me sorprendía. Mefistófeles la cogió en brazos.- Creí que eras diferente Lydia…. Pero veo que eres como los demás, nos odias por ser diferentes a ti. No somos como las personas que andan por la calle, tan tranquilos y por eso nos odiáis y nos insultáis pero somos una familia y nos queremos. No nos hace falta gente como tú- Ahora fue a mí a quien le entró ganas de llorar. No quería separarme de ella. Si supiera quiénes eran en verdad su padre y Lilith, me comprendería…
-Shh cariño, cuantas veces te he dicho que hay que tratar a la gente con respeto… aunque no lo merezcan- hijo de puta. ¿Siempre tenía que dejarme por los suelos?- Y también te he enseñado a escuchar antes de hablar porque ¿a qué Lydia no estaba diciendo nada enserio?- Mefistófeles me miró seriamente. Persephone me miró con los ojos llorosos. ¿Qué podía hacer ahora?- ¿A qué Lydia solo estaba bromeando?… Estaba ensayando con papá y la abue… tía Lilith como tenía que comportarse si los hombres malos venían a por ti. Ella nos va ayudar a protegerte ¿Sabes?
-¿De verdad?- su voz cambió a una más ilusionada.
-De verdad. Es una simple humana, de esas personas que andan tranquilos por las calles, es verdad… pero su olor te ayudara a camuflarte. Crees que por haber estudiado algunos libros de magia te crees la experta en la materia. Esto te viene grande Katrina y sin nosotros no durarás ni un mes… la propia Persephone lo sabe. ¿Nos ayudarás a cuidar a mi hija o vas a seguir haciéndote la dura y aparentando ser algo que no eres?- Le odiaba, mi mirada estaba cargada de furia, aunque lo suficientemente tenue para que la niña no lo captara.
Jaque… y mate. Miré a Lilith que seguía con la misma pose y rostro de antes, como si no le importasen ninguna de mis palabras, sabiendo lo que iba a ocurrir. Malditos demonios, chantajeadores, manipuladores…
Aunque me diera asco acercarme a Mefistófeles, tuve que hacerlo, pues Persephone estaba a su lado, cogida de la mano. Me agaché frente a ella y le sonreí con ternura.
-Todo era un ensayo cielo, no tienes que preocuparte de nada. Los ángeles no se atreverán a tocarte, te lo prometo- toqué su nariz con un dedo cariñosamente- y si se acercan, ya se encargarán tu padre y Lilith.- qué asco, odiaba ser amable con los demonios, pero todo era por Persephone, no quería hacerla daño. Ésta me abrazó tras terminar, le correspondí al abrazo como si fuera la última vez que la sintiera.
-Muchas gracias Lydia. Siento haberte dicho todas esas palabras antes… escuché y actué… suele pasarme cuando me meto en conversaciones de adultos- rio dulcemente. Acaricié su mejilla con mis dedos… La adoraba.
-No te preocupes cariño… Y ahora debes volver a la cama, que te caes del sueño, ¿de acuerdo? Ven aquí- la cogí en brazos.
-Hasta mañana papá y tía Lilith…- no les miré, estaba embobada con la niña.
Subí hasta su cuarto, quedándome tumbada junto a ella, esperando a que se durmiese. Y tras hacerlo, seguí mirándola. Era una niña hermosa… las lágrimas comenzaron a caer por mis mejillas sin poder remediarlo. ¿Cómo podía haber sido capaz de robármela? Aquel acto era cruel… ¿y por qué no me lo esperé? Sí, te lo esperabas… pero hasta el demonio puede mostrar su mejor sonrisa y realizar el engaño. Maldito sea.
Me levanté, arropando a la niña. Salí y bajé las escaleras para llegar donde estaban los dos demonios. Al entrar, mostré una de mis mejores sonrisas, daba miedo, seguro. No pude reprimirme más. Al acercarme a Mefistófeles le solté un puñetazo en toda la cara. Y seguidamente me senté en un sillón.
-¿Estás bien cariño? No vayas a mostrarte débil delante de Lilith… eso sería patético.
-Shh cariño, cuantas veces te he dicho que hay que tratar a la gente con respeto… aunque no lo merezcan- hijo de puta. ¿Siempre tenía que dejarme por los suelos?- Y también te he enseñado a escuchar antes de hablar porque ¿a qué Lydia no estaba diciendo nada enserio?- Mefistófeles me miró seriamente. Persephone me miró con los ojos llorosos. ¿Qué podía hacer ahora?- ¿A qué Lydia solo estaba bromeando?… Estaba ensayando con papá y la abue… tía Lilith como tenía que comportarse si los hombres malos venían a por ti. Ella nos va ayudar a protegerte ¿Sabes?
-¿De verdad?- su voz cambió a una más ilusionada.
-De verdad. Es una simple humana, de esas personas que andan tranquilos por las calles, es verdad… pero su olor te ayudara a camuflarte. Crees que por haber estudiado algunos libros de magia te crees la experta en la materia. Esto te viene grande Katrina y sin nosotros no durarás ni un mes… la propia Persephone lo sabe. ¿Nos ayudarás a cuidar a mi hija o vas a seguir haciéndote la dura y aparentando ser algo que no eres?- Le odiaba, mi mirada estaba cargada de furia, aunque lo suficientemente tenue para que la niña no lo captara.
Jaque… y mate. Miré a Lilith que seguía con la misma pose y rostro de antes, como si no le importasen ninguna de mis palabras, sabiendo lo que iba a ocurrir. Malditos demonios, chantajeadores, manipuladores…
Aunque me diera asco acercarme a Mefistófeles, tuve que hacerlo, pues Persephone estaba a su lado, cogida de la mano. Me agaché frente a ella y le sonreí con ternura.
-Todo era un ensayo cielo, no tienes que preocuparte de nada. Los ángeles no se atreverán a tocarte, te lo prometo- toqué su nariz con un dedo cariñosamente- y si se acercan, ya se encargarán tu padre y Lilith.- qué asco, odiaba ser amable con los demonios, pero todo era por Persephone, no quería hacerla daño. Ésta me abrazó tras terminar, le correspondí al abrazo como si fuera la última vez que la sintiera.
-Muchas gracias Lydia. Siento haberte dicho todas esas palabras antes… escuché y actué… suele pasarme cuando me meto en conversaciones de adultos- rio dulcemente. Acaricié su mejilla con mis dedos… La adoraba.
-No te preocupes cariño… Y ahora debes volver a la cama, que te caes del sueño, ¿de acuerdo? Ven aquí- la cogí en brazos.
-Hasta mañana papá y tía Lilith…- no les miré, estaba embobada con la niña.
Subí hasta su cuarto, quedándome tumbada junto a ella, esperando a que se durmiese. Y tras hacerlo, seguí mirándola. Era una niña hermosa… las lágrimas comenzaron a caer por mis mejillas sin poder remediarlo. ¿Cómo podía haber sido capaz de robármela? Aquel acto era cruel… ¿y por qué no me lo esperé? Sí, te lo esperabas… pero hasta el demonio puede mostrar su mejor sonrisa y realizar el engaño. Maldito sea.
Me levanté, arropando a la niña. Salí y bajé las escaleras para llegar donde estaban los dos demonios. Al entrar, mostré una de mis mejores sonrisas, daba miedo, seguro. No pude reprimirme más. Al acercarme a Mefistófeles le solté un puñetazo en toda la cara. Y seguidamente me senté en un sillón.
-¿Estás bien cariño? No vayas a mostrarte débil delante de Lilith… eso sería patético.
Katrina Volkova- Cazador
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Fecha de inscripción : 19/09/2010
Edad : 32
Localización : El mundo
Re: La pequeña Persephone
Katrina acabó aceptando la propuesta que Lilith le ofreció. No tenía otra alternativa si quería estar con la niña.
La vimos partir junto a su hija y pareció que ambos nos relajamos cuando la humana se alejó.
-¿Crees que es prudente dejarla sola con la niña?- pregunte serio, no me gustaba demasiado el plan de Madre.
-No dudes de mi Mefistófeles, no te atrevas… sé lo que me hago- Lilith se levantó y pareció danzar por la sala, siempre pareciendo tan inocente como debían ser cuerpos- La niña se irá de nuestro lado, no lo dudes… Katrina acabará contándole todo lo sucedido, dudara y vendrá a preguntarnos, no podremos negar la historia.
-Entonces la perderemos para siempre- me quejé.
-Puede, pero nosotros también tendremos nuestra versión de la historia… ¿A quien crees que creerá Mephisto? ¿A una desconocida que acaba de aparecer en su vida o a la familia que la ha criado desde que nació? No te preocupes hijo mío, ahora déjalo todo en manos del destino- ¿Tenía yo otra opción?
Pasó un largo rato hasta que Katrina regresó junto a nosotros. Pareció que la actuación de antes la molestó un poquillo ya que su puño se estampó contra mi cara con tal fuerza que hizo tambalearme
-¿Estás bien cariño? No vayas a mostrarte débil delante de Lilith… eso sería patético.
-Patético sería si me rebajara al nivel de una cucaracha como tú- escupí junto a sus pies y miré a Lilith, que me observaba complacida. Luego me acerqué a Katrina, la cogí de ambas mejillas con una mano y la apreté para provocarle morritos- Deberías tratar con respeto a las personas que te han dado la oportunidad de pasar tiempo con la niña- y la solté empujando con fuerza su cabeza contra el respaldo del sillón.
Lilith se acercó al sillón de Katrina, y se sentó en el respaldo de antes
-¿Te ha gustado tenerla entre tus brazos? ¿Te gusta su aroma, el sonido de su voz, el color de sus ojos? Si osas contarle más de lo que deberías, la perderás para siempre… si hace falta la seguiremos criando en el infierno para que no la tengas- en un principio creí haberme perdido, pero luego lo comprendí todo. Lilith estaba retando a la cazadora, inconscientemente la estaba obligando a que le contara toda la historia a la niña pues eso era lo que quería. No escuché nada más de la conversación pues subía las escaleras, dirigiéndome a la habitación para ver a mi hija dormir tranquila… y allí estaba descansando placidamente. Apoyado en el marco de la puerta, la miré complacido al haber creado de mi propia carne un ser como ella… hermosa y pronto muy poderosa.
La vimos partir junto a su hija y pareció que ambos nos relajamos cuando la humana se alejó.
-¿Crees que es prudente dejarla sola con la niña?- pregunte serio, no me gustaba demasiado el plan de Madre.
-No dudes de mi Mefistófeles, no te atrevas… sé lo que me hago- Lilith se levantó y pareció danzar por la sala, siempre pareciendo tan inocente como debían ser cuerpos- La niña se irá de nuestro lado, no lo dudes… Katrina acabará contándole todo lo sucedido, dudara y vendrá a preguntarnos, no podremos negar la historia.
-Entonces la perderemos para siempre- me quejé.
-Puede, pero nosotros también tendremos nuestra versión de la historia… ¿A quien crees que creerá Mephisto? ¿A una desconocida que acaba de aparecer en su vida o a la familia que la ha criado desde que nació? No te preocupes hijo mío, ahora déjalo todo en manos del destino- ¿Tenía yo otra opción?
Pasó un largo rato hasta que Katrina regresó junto a nosotros. Pareció que la actuación de antes la molestó un poquillo ya que su puño se estampó contra mi cara con tal fuerza que hizo tambalearme
-¿Estás bien cariño? No vayas a mostrarte débil delante de Lilith… eso sería patético.
-Patético sería si me rebajara al nivel de una cucaracha como tú- escupí junto a sus pies y miré a Lilith, que me observaba complacida. Luego me acerqué a Katrina, la cogí de ambas mejillas con una mano y la apreté para provocarle morritos- Deberías tratar con respeto a las personas que te han dado la oportunidad de pasar tiempo con la niña- y la solté empujando con fuerza su cabeza contra el respaldo del sillón.
Lilith se acercó al sillón de Katrina, y se sentó en el respaldo de antes
-¿Te ha gustado tenerla entre tus brazos? ¿Te gusta su aroma, el sonido de su voz, el color de sus ojos? Si osas contarle más de lo que deberías, la perderás para siempre… si hace falta la seguiremos criando en el infierno para que no la tengas- en un principio creí haberme perdido, pero luego lo comprendí todo. Lilith estaba retando a la cazadora, inconscientemente la estaba obligando a que le contara toda la historia a la niña pues eso era lo que quería. No escuché nada más de la conversación pues subía las escaleras, dirigiéndome a la habitación para ver a mi hija dormir tranquila… y allí estaba descansando placidamente. Apoyado en el marco de la puerta, la miré complacido al haber creado de mi propia carne un ser como ella… hermosa y pronto muy poderosa.
Mefistófeles- Demonio
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Fecha de inscripción : 03/10/2010
Re: La pequeña Persephone
-Patético sería si me rebajara al nivel de una cucaracha como tú- el desgraciado escupió junto a mis pies, qué asco que daba y qué pocos modales. Se acercó a mí y apretó entre sus manos mi cara, haciendo parecer “morritos”- Deberías tratar con respeto a las personas que te han dado la oportunidad de pasar tiempo con la niña- me soltó con desagrado y fuertemente hacia el respaldo del sillón.
-Yo no tengo que tratarte con respeto, cariño, a ti te encanta el desagrado y todo lo demás, ¿qué tienes que perder?- dije impasible, sin que sus palabras me afectasen. En el tono de voz se notaba esa indiferencia- Las cucarachas sobreviven a mil catástrofes, tú sin embargo, no lo conseguirás. Gracias por el piropo, por cierto.- torcí la sonrisa y le desvié la mirada, subí las piernas en el posa brazos del sillón.
-¿Te ha gustado tenerla entre tus brazos? ¿Te gusta su aroma, el sonido de su voz, el color de sus ojos? Si osas contarle más de lo que deberías, la perderás para siempre… si hace falta la seguiremos criando en el infierno para que no la tengas- arqueé una ceja. ¿Estaba retándome? Zorra del infierno, siempre tenían que joder la marrana. Malditos demonios.
Mefistófeles se fue de la habitación, ¡ya era hora! Era un incordio y un pelmazo, además de la repulsión que le tenía. Deseaba su muerte. Lilith y yo nos quedamos solas. La miré de reojo, me miraba fijamente. ¿Tenía monos en la cara o qué?
-Si no fueras tan testaruda llegarías a ser un buen demonio. Tan solo tendrías que sufrir un tiempo antes de llegar a convertirte… ¿Pero qué es tiempo cuando puedes vivir eternamente junto a tu hija? Incluso llegarías a comprender a Mefistófeles, seríais una familia feliz. ¿No te gustaría?- sus palabras eran amables, pero mi rostro contenía una mueca de desagrado.
-Por encima de mi cadáver. En todo caso que me convirtiese en demonio, alejaría a Persephone de vuestro alcance.
-¿Estás segura? Ya no me refiero a mí, que está claro que con un dedo puedo destruirte, pero Mefistófeles te lo impediría. No dudarías ni dos segundos en una lucha contra él, es una causa perdida, ¿por qué no lo olvidas?
Estaba harta de que subestimaran mis poderes y saberes. Ya no lo soportaba más. ¿Querían probarme? Iban a conseguirlo si seguían así. Pero no debía sulfurarme. Mantuve el rostro sereno y la posición. La miré como ella me miraba a mí.
-No sé lo que planeáis Mefistófeles y tú, pero como hagáis daño a mi hija, os juro que os mandaré de dónde habéis venido… O mucho mejor, conseguiré aniquilaros.- Una risa típica de una niña.
-La niña no sufrirá ningún daño, eso te lo aseguro. Pero por favor, no nos insultes. Somos más inteligentes que tú, nunca podrías alcanzarnos- la mato, juro que la mato. Apreté la mandíbula y desvié la mirada.- Alistair te echa de menos, ¿sabes? Añora tus gritos de agonía… Incluso Mefistófeles echa de menos verte en el potro de torturas. Fueron buenos tiempos, ¿no quieres recordarlos? Podría refrescarte la memoria- ¿intentaba meterme miedo? Solo sabía una cosa, aquellas palabras hicieron que me recorriera un escalofrío. Recordé mi estancia en el infierno, a Alistair y Mefistófeles torturándome… hijos de puta. Me levanté del sillón y me dirigí a la salida de la habitación.
-Intenta mandarme al infierno de nuevo, puta de Lucifer. No creo que esta vez me esperen con los brazos abiertos, más aún cuando acabe con tu existencia.- me caí al suelo, gritando y retorciéndome del dolor. Lilith me tapó la boca.
-Mantén el silencio querida, no queremos que la niña se despierte, ¿verdad?- y otra vez aquel dolor que recorría todo mi cuerpo. Mantuvo mi boca tapada, y sujetó mi cuerpo.- ¿Ya recuerdas el dolor, Katrina? ¿Te gusta? Yo disfruto mucho, aún más si escuchase tus gritos, pero no quiero que Persephone se moleste en bajar a ver qué ocurre, eso nos quitaría la diversión.- Con suma facilidad me levantó, me tapó la boca con un pañuelo atado tras la nuca y me empujó hacia la pared. Una especie de fuerza invisible me impedía el movimiento. Ésta se acercó a mí con una daga en la mano. Rompió el corsé con su filo y pasó la punta de la daga desde mi pecho hasta mi ombligo. Tras hacerlo rajó la camisa. Me quitó aquellas prendas, dejando mi cuerpo desnudo de cintura para arriba. Fruncí el ceño, quería matarla, torturarla y que sintiera sus propias torturas… De mi garganta salió un grito ahogado por el pañuelo, había hecho un corte en el vientre y con sus dedos “jugaba” en él.- ¿No te gusta? Recuerdo que Altair disfrutaba mucho contigo, que gritabas mucho con sus juegos. Ahora bien, no sé el criterio de Mefistófeles. ¿Puedes decírmelo, mi amor?- se giró mirando hacia la puerta. No jodas que el maldito llevaba ahí todo el rato. Odiaba a los demonios…- ¿No quieres rememorar los viejos tiempos?- le lanzó la daga.
Katrina, piensa, debes escapar, deshacerte de esa especie de fuerza que impide que te muevas. Piensa… ¿un hechizo? ¡¿cuál?! Estaba en blanco. ¡No! ¡No lo estaba! ál?! Estaba en blanco. ¡No! ¡No lo estaba! Ya lo recordaba… Aunque tenía el pañuelo en la boca podía pronunciar en voz baja aquel hechizo. Una vez terminado… Solo vi a una Lilith mirándome con una sonrisa triunfante.
-Tus truquitos no funcionan conmigo, no tienes el poder necesario, ¿ya te crees lo que dije antes? Ya era hora… Vamos Mefisto, desquítate.- ya… pánico, eso era lo que reflejaba mi cara.
-Yo no tengo que tratarte con respeto, cariño, a ti te encanta el desagrado y todo lo demás, ¿qué tienes que perder?- dije impasible, sin que sus palabras me afectasen. En el tono de voz se notaba esa indiferencia- Las cucarachas sobreviven a mil catástrofes, tú sin embargo, no lo conseguirás. Gracias por el piropo, por cierto.- torcí la sonrisa y le desvié la mirada, subí las piernas en el posa brazos del sillón.
-¿Te ha gustado tenerla entre tus brazos? ¿Te gusta su aroma, el sonido de su voz, el color de sus ojos? Si osas contarle más de lo que deberías, la perderás para siempre… si hace falta la seguiremos criando en el infierno para que no la tengas- arqueé una ceja. ¿Estaba retándome? Zorra del infierno, siempre tenían que joder la marrana. Malditos demonios.
Mefistófeles se fue de la habitación, ¡ya era hora! Era un incordio y un pelmazo, además de la repulsión que le tenía. Deseaba su muerte. Lilith y yo nos quedamos solas. La miré de reojo, me miraba fijamente. ¿Tenía monos en la cara o qué?
-Si no fueras tan testaruda llegarías a ser un buen demonio. Tan solo tendrías que sufrir un tiempo antes de llegar a convertirte… ¿Pero qué es tiempo cuando puedes vivir eternamente junto a tu hija? Incluso llegarías a comprender a Mefistófeles, seríais una familia feliz. ¿No te gustaría?- sus palabras eran amables, pero mi rostro contenía una mueca de desagrado.
-Por encima de mi cadáver. En todo caso que me convirtiese en demonio, alejaría a Persephone de vuestro alcance.
-¿Estás segura? Ya no me refiero a mí, que está claro que con un dedo puedo destruirte, pero Mefistófeles te lo impediría. No dudarías ni dos segundos en una lucha contra él, es una causa perdida, ¿por qué no lo olvidas?
Estaba harta de que subestimaran mis poderes y saberes. Ya no lo soportaba más. ¿Querían probarme? Iban a conseguirlo si seguían así. Pero no debía sulfurarme. Mantuve el rostro sereno y la posición. La miré como ella me miraba a mí.
-No sé lo que planeáis Mefistófeles y tú, pero como hagáis daño a mi hija, os juro que os mandaré de dónde habéis venido… O mucho mejor, conseguiré aniquilaros.- Una risa típica de una niña.
-La niña no sufrirá ningún daño, eso te lo aseguro. Pero por favor, no nos insultes. Somos más inteligentes que tú, nunca podrías alcanzarnos- la mato, juro que la mato. Apreté la mandíbula y desvié la mirada.- Alistair te echa de menos, ¿sabes? Añora tus gritos de agonía… Incluso Mefistófeles echa de menos verte en el potro de torturas. Fueron buenos tiempos, ¿no quieres recordarlos? Podría refrescarte la memoria- ¿intentaba meterme miedo? Solo sabía una cosa, aquellas palabras hicieron que me recorriera un escalofrío. Recordé mi estancia en el infierno, a Alistair y Mefistófeles torturándome… hijos de puta. Me levanté del sillón y me dirigí a la salida de la habitación.
-Intenta mandarme al infierno de nuevo, puta de Lucifer. No creo que esta vez me esperen con los brazos abiertos, más aún cuando acabe con tu existencia.- me caí al suelo, gritando y retorciéndome del dolor. Lilith me tapó la boca.
-Mantén el silencio querida, no queremos que la niña se despierte, ¿verdad?- y otra vez aquel dolor que recorría todo mi cuerpo. Mantuvo mi boca tapada, y sujetó mi cuerpo.- ¿Ya recuerdas el dolor, Katrina? ¿Te gusta? Yo disfruto mucho, aún más si escuchase tus gritos, pero no quiero que Persephone se moleste en bajar a ver qué ocurre, eso nos quitaría la diversión.- Con suma facilidad me levantó, me tapó la boca con un pañuelo atado tras la nuca y me empujó hacia la pared. Una especie de fuerza invisible me impedía el movimiento. Ésta se acercó a mí con una daga en la mano. Rompió el corsé con su filo y pasó la punta de la daga desde mi pecho hasta mi ombligo. Tras hacerlo rajó la camisa. Me quitó aquellas prendas, dejando mi cuerpo desnudo de cintura para arriba. Fruncí el ceño, quería matarla, torturarla y que sintiera sus propias torturas… De mi garganta salió un grito ahogado por el pañuelo, había hecho un corte en el vientre y con sus dedos “jugaba” en él.- ¿No te gusta? Recuerdo que Altair disfrutaba mucho contigo, que gritabas mucho con sus juegos. Ahora bien, no sé el criterio de Mefistófeles. ¿Puedes decírmelo, mi amor?- se giró mirando hacia la puerta. No jodas que el maldito llevaba ahí todo el rato. Odiaba a los demonios…- ¿No quieres rememorar los viejos tiempos?- le lanzó la daga.
Katrina, piensa, debes escapar, deshacerte de esa especie de fuerza que impide que te muevas. Piensa… ¿un hechizo? ¡¿cuál?! Estaba en blanco. ¡No! ¡No lo estaba! ál?! Estaba en blanco. ¡No! ¡No lo estaba! Ya lo recordaba… Aunque tenía el pañuelo en la boca podía pronunciar en voz baja aquel hechizo. Una vez terminado… Solo vi a una Lilith mirándome con una sonrisa triunfante.
-Tus truquitos no funcionan conmigo, no tienes el poder necesario, ¿ya te crees lo que dije antes? Ya era hora… Vamos Mefisto, desquítate.- ya… pánico, eso era lo que reflejaba mi cara.
Katrina Volkova- Cazador
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Fecha de inscripción : 19/09/2010
Edad : 32
Localización : El mundo
Re: La pequeña Persephone
Escuché ruidos en la planta baja y quise ir a investigar.
Cerré la puerta de la habitación de Persephone y bajé al piso de abajo a tiempo para ver como Lilith arrancaba la camisa de Katrina y la dejaba semidesnuda.
Cuanto tiempo sin admirar los pechos de la cazadora, parecían mas grandes y turgentes que antes. Una belleza para la vista. Me apoyé en el marco de la puerta y esperé a ver el arte de Lilith.
-Recuerdo que Altair disfrutaba mucho contigo, que gritabas mucho con sus juegos. Ahora bien, no sé el criterio de Mefistófeles. ¿Puedes decírmelo, mi amor? ¿No quieres rememorar los viejos tiempos?- cogí el cuchillo que me lanzaba al vuelo, luego cerré la puerta del salón y pasé el pestillo.
Mientras me acercaba a la inmovilizada Katrina, la hoja de acero describía trazos en el aire cuando jugaba con ella.
-Hace ya tantos años que no juego con Katrina, que me siento un principiante. No sé ni por donde empezar.- pasaba la daga por su piel, buscando un punto donde cortar. Tracé un corte bajo su ombligo, luego lamí la sangre y me acerqué a Lilith, besándola con luenga y manchando sus labios con la sangre. Se me quedó en la boca un sabor metálico desagradable, aún así me relamí los restos que tenía esparcidos por los labios y mentón. Lilith se acercó de nuevo a la inmovilizada y le arrancó los pantalones junto a la ropa interior.
-Ya se porqué la elegiste como la madre de tu hija- pasó su mano junto al sexo de Katrina, subiendo por los cortes de su vientre hasta quedarse donde la longitud de su mano le permitía- Debe ser todo un placer tenerla en la cama.
Me coloqué junto a Madre y Katrina, y como ella, también acaricié el cuerpo de la inmovilizada.
-Sí, hace tiempo que no nos divertimos juntos… tendríamos que volver a pasar un buen rato ¿no crees Katrina?- Mi mano iba y venía por su sexo. Me entraron ganas de volver a acostarme con esa humana… habían pasado ya tres años desde que no tocaba su piel y me entraban tentaciones.
Cerré la puerta de la habitación de Persephone y bajé al piso de abajo a tiempo para ver como Lilith arrancaba la camisa de Katrina y la dejaba semidesnuda.
Cuanto tiempo sin admirar los pechos de la cazadora, parecían mas grandes y turgentes que antes. Una belleza para la vista. Me apoyé en el marco de la puerta y esperé a ver el arte de Lilith.
-Recuerdo que Altair disfrutaba mucho contigo, que gritabas mucho con sus juegos. Ahora bien, no sé el criterio de Mefistófeles. ¿Puedes decírmelo, mi amor? ¿No quieres rememorar los viejos tiempos?- cogí el cuchillo que me lanzaba al vuelo, luego cerré la puerta del salón y pasé el pestillo.
Mientras me acercaba a la inmovilizada Katrina, la hoja de acero describía trazos en el aire cuando jugaba con ella.
-Hace ya tantos años que no juego con Katrina, que me siento un principiante. No sé ni por donde empezar.- pasaba la daga por su piel, buscando un punto donde cortar. Tracé un corte bajo su ombligo, luego lamí la sangre y me acerqué a Lilith, besándola con luenga y manchando sus labios con la sangre. Se me quedó en la boca un sabor metálico desagradable, aún así me relamí los restos que tenía esparcidos por los labios y mentón. Lilith se acercó de nuevo a la inmovilizada y le arrancó los pantalones junto a la ropa interior.
-Ya se porqué la elegiste como la madre de tu hija- pasó su mano junto al sexo de Katrina, subiendo por los cortes de su vientre hasta quedarse donde la longitud de su mano le permitía- Debe ser todo un placer tenerla en la cama.
Me coloqué junto a Madre y Katrina, y como ella, también acaricié el cuerpo de la inmovilizada.
-Sí, hace tiempo que no nos divertimos juntos… tendríamos que volver a pasar un buen rato ¿no crees Katrina?- Mi mano iba y venía por su sexo. Me entraron ganas de volver a acostarme con esa humana… habían pasado ya tres años desde que no tocaba su piel y me entraban tentaciones.
Mefistófeles- Demonio
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Re: La pequeña Persephone
-Hace ya tantos años que no juego con Katrina, que me siento un principiante. No sé ni por dónde empezar.- pasó la daga por mi cuerpo, “basta, basta…”. Hizo un corte bajo mi ombligo, lamiendo la sangre a continuación “¿por qué? ¿Qué he hecho para merecer esto?...”. Observé la escena que estaban teniendo los dos engendros del diablo, besándose, “qué repugnante”. Entonces, Lilith se acercó a mí, “¿no habrá leído mi mente? No, es imposible.” Tragué saliva. La muy asquerosa me quitó la demás ropa que me quedaba. El peso de la propia cabeza hizo que la echara hacia delante, cerré los ojos, quería llorar, pero no de pena, sino de rabia, me sentía impotente.
-Ya sé porqué la elegiste como la madre de tu hija- “No me toques, ¡no me toques!” pensé furiosa cuando pasó la mano desde mi sexo hacia arriba.- Debe ser todo un placer tenerla en la cama.- Ahora Mefistófeles también estaba tocando.
-Sí, hace tiempo que no nos divertimos juntos… tendríamos que volver a pasar un buen rato ¿no crees Katrina?- "Ni en tus sueños pedazo de imbécil". Quería quitármelo de encima, me asqueaban “sus caricias”. Aún teniendo el pañuelo en la boca podía mediar palabra.
-Os voy a cortar las manos… ¡Soltadme de una puta vez!- hice fuerza para ver si podía escaparme de aquella tortura. Era imposible, cada vez que estaba cerca de poder adelantar una pierna o brazo, volvía a su sitio de nuevo. Era desesperante.- ¿Queréis qué a Persephone no le ocurra nada? Entonces me necesitáis. Si no paráis acabaré muerta y los ángeles la encontrarán. Hay que ser muy estúpido para seguir con vuestro juego. Sí… hay que ser muy estúpido, solo que vosotros lo sobrepasáis. Soltadme o lo pagaréis muy caro.
-Ya sé porqué la elegiste como la madre de tu hija- “No me toques, ¡no me toques!” pensé furiosa cuando pasó la mano desde mi sexo hacia arriba.- Debe ser todo un placer tenerla en la cama.- Ahora Mefistófeles también estaba tocando.
-Sí, hace tiempo que no nos divertimos juntos… tendríamos que volver a pasar un buen rato ¿no crees Katrina?- "Ni en tus sueños pedazo de imbécil". Quería quitármelo de encima, me asqueaban “sus caricias”. Aún teniendo el pañuelo en la boca podía mediar palabra.
-Os voy a cortar las manos… ¡Soltadme de una puta vez!- hice fuerza para ver si podía escaparme de aquella tortura. Era imposible, cada vez que estaba cerca de poder adelantar una pierna o brazo, volvía a su sitio de nuevo. Era desesperante.- ¿Queréis qué a Persephone no le ocurra nada? Entonces me necesitáis. Si no paráis acabaré muerta y los ángeles la encontrarán. Hay que ser muy estúpido para seguir con vuestro juego. Sí… hay que ser muy estúpido, solo que vosotros lo sobrepasáis. Soltadme o lo pagaréis muy caro.
Katrina Volkova- Cazador
- Mensajes : 419
Fecha de inscripción : 19/09/2010
Edad : 32
Localización : El mundo
Re: La pequeña Persephone
-Os voy a cortar las manos… ¡Soltadme de una puta vez! ¿Queréis qué a Persephone no le ocurra nada? Entonces me necesitáis. Si no paráis acabaré muerta y los ángeles la encontrarán. Hay que ser muy estúpido para seguir con vuestro juego. Sí… hay que ser muy estúpido, solo que vosotros lo sobrepasáis. Soltadme o lo pagaréis muy caro
-Tus amenazas no sirven de nada aquí, humana ¿Y quien a dicho que queramos matarte? Solo nos estamos divirtiendo un poco los tres juntos ¿Tu no te diviertes Katrina?
Madre cogió ahora la daga y colocó el filo en el cuello de la cazadora.
-Recuerda cual es tu sitio. Eres solo un despojo humano. Si te hemos elegido a ti para cuides de la niña, es para darte la oportunidad de estar con ella… en el mundo hay cientos como tú, cientos y cientos de humanas que harían cualquier cosa por ayudarnos a cambio de algún deseo. Si mueres, buscaremos a otra, no lo olvides- Madre describió un arco en el aire con el cuchillo y la punta cayó a toda velocidad hacia la cabeza de Katrina, pero en último momento cambió su trayectoria para clavarse contra la pared, a escasos centímetros de la cabeza de la cazadora. La fuerza invisible que la retenía desapareció y la mujer se desplomó contra el suelo. Su ropa, que estaba amontonada a un lado, comenzó a arder con fuerza.
-Arriba, en el primer piso, la habitación donde residiste hace ya tiempo, tiene un armario con un montón de ropa que seguro te vendrá. Puedes dormir en esa habitación o si lo prefieres, con la niña. Mañana nos levantaremos pronto para enseñarte tu nueva casa. Buenas noches- y junto a Madre, salí del salón dejando a Katrina tirada en el suelo.
-Es rebelde… la quiero en mis filas- me quedé parado en medio del pasillo y vi alejarse a Lilith hasta que desapareció. Jamás podría ir un paso por delante de ella. No era capaz de anticiparme a sus planes.
-Tus amenazas no sirven de nada aquí, humana ¿Y quien a dicho que queramos matarte? Solo nos estamos divirtiendo un poco los tres juntos ¿Tu no te diviertes Katrina?
Madre cogió ahora la daga y colocó el filo en el cuello de la cazadora.
-Recuerda cual es tu sitio. Eres solo un despojo humano. Si te hemos elegido a ti para cuides de la niña, es para darte la oportunidad de estar con ella… en el mundo hay cientos como tú, cientos y cientos de humanas que harían cualquier cosa por ayudarnos a cambio de algún deseo. Si mueres, buscaremos a otra, no lo olvides- Madre describió un arco en el aire con el cuchillo y la punta cayó a toda velocidad hacia la cabeza de Katrina, pero en último momento cambió su trayectoria para clavarse contra la pared, a escasos centímetros de la cabeza de la cazadora. La fuerza invisible que la retenía desapareció y la mujer se desplomó contra el suelo. Su ropa, que estaba amontonada a un lado, comenzó a arder con fuerza.
-Arriba, en el primer piso, la habitación donde residiste hace ya tiempo, tiene un armario con un montón de ropa que seguro te vendrá. Puedes dormir en esa habitación o si lo prefieres, con la niña. Mañana nos levantaremos pronto para enseñarte tu nueva casa. Buenas noches- y junto a Madre, salí del salón dejando a Katrina tirada en el suelo.
-Es rebelde… la quiero en mis filas- me quedé parado en medio del pasillo y vi alejarse a Lilith hasta que desapareció. Jamás podría ir un paso por delante de ella. No era capaz de anticiparme a sus planes.
Mefistófeles- Demonio
- Mensajes : 537
Fecha de inscripción : 03/10/2010
Re: La pequeña Persephone
Vaya... ¡cómo me insultas Katrina! Vamos a tener que charlar tú y yo a solas... me parece a mí... (Me devolvieron el internet *lloro de alegría*) por fin nació la niña, tendréis que contarme cómo va todo, me habré perdido bastante... Cuando queráis abrir un tema avisadme !
Lilith Mater Inferorum- Demonio
- Mensajes : 60
Fecha de inscripción : 19/10/2010
Re: La pequeña Persephone
Off: Hombre Lilith, creí que ya te habías muerto xDD. Me alegro de que vuelvas. (Te explicaré todo lo sucedido por MP) Y puedes contestar a este post cuando quieras ^^
-Tus amenazas no sirven de nada aquí, humana ¿Y quién ha dicho que queramos matarte? Solo nos estamos divirtiendo un poco los tres juntos ¿Tú no te diviertes Katrina?
¿Y este cabrón de qué iba? ¿A caso me veía feliz y saltando de alegría? Lilith cogió la daga, colocó el filo en mi cuello. Me puse tensa y me callé.
-Recuerda cuál es tu sitio. Eres solo un despojo humano. Si te hemos elegido a ti para cuides de la niña, es para darte la oportunidad de estar con ella… en el mundo hay cientos como tú, cientos y cientos de humanas que harían cualquier cosa por ayudarnos a cambio de algún deseo. Si mueres, buscaremos a otra, no lo olvides- Maldita zorra… Vi el cuchillo viniendo hacia mí, hacia mi rostro. Cerré los ojos con fuerza, pero los abrí al escuchar el sonido que hacía un cuchillo al clavarse en algún lugar. Estaba justo al lado de mi cabeza. Tragué saliva. De pronto me caí al suelo, la fuerza había desaparecido. Pretendí coger mi ropa cuando vi que comenzaba a arder sin control.
-Arriba, en el primer piso, la habitación donde residiste hace ya tiempo, tiene un armario con un montón de ropa que seguro te vendrá. Puedes dormir en esa habitación o si lo prefieres, con la niña. Mañana nos levantaremos pronto para enseñarte tu nueva casa. Buenas noches.
-¿Pero tú de qué coño vas? No gano para ropa, ¿sabes? No soy una vaga consumidora de almas y ladrón como lo eres tú.- Grité antes de que saliera de la habitación.
Me levanté y observé las heridas que tenía en el vientre. Daba gracias a Dios que no hubieran hecho el corte donde tenía el tatuaje para evitar que los demonios entrasen en mi cuerpo, si lo hubieran realizado, quizás, hubiese quedado inservible… no estaba segura. La producida por Lilith aún sangraba un poco, la de Mefistófeles había sido un corte bastante fino y limpio. Me dirigí a la puerta y me asomé, no quería que nadie me viese desnuda, bastante vergonzoso había sido ya como para pasar otro mal rato. ¡Si hombre! Corrí escaleras arriba y me introduje en la habitación donde ya había dormido una vez. Abrí el armario. En efecto, estaba lleno de ropa. ¡Pero yo adoraba mi otra ropa, era mucho más cómoda! Maldito sea… Me puse la ropa interior junto con un vestido (sin corsé, no quería asfixiarme por la noche). Y entonces salí, quería ir junto a Persephone. Me tumbé junto a ella y me quedé dormida mirando su dulce rostro…
-Tus amenazas no sirven de nada aquí, humana ¿Y quién ha dicho que queramos matarte? Solo nos estamos divirtiendo un poco los tres juntos ¿Tú no te diviertes Katrina?
¿Y este cabrón de qué iba? ¿A caso me veía feliz y saltando de alegría? Lilith cogió la daga, colocó el filo en mi cuello. Me puse tensa y me callé.
-Recuerda cuál es tu sitio. Eres solo un despojo humano. Si te hemos elegido a ti para cuides de la niña, es para darte la oportunidad de estar con ella… en el mundo hay cientos como tú, cientos y cientos de humanas que harían cualquier cosa por ayudarnos a cambio de algún deseo. Si mueres, buscaremos a otra, no lo olvides- Maldita zorra… Vi el cuchillo viniendo hacia mí, hacia mi rostro. Cerré los ojos con fuerza, pero los abrí al escuchar el sonido que hacía un cuchillo al clavarse en algún lugar. Estaba justo al lado de mi cabeza. Tragué saliva. De pronto me caí al suelo, la fuerza había desaparecido. Pretendí coger mi ropa cuando vi que comenzaba a arder sin control.
-Arriba, en el primer piso, la habitación donde residiste hace ya tiempo, tiene un armario con un montón de ropa que seguro te vendrá. Puedes dormir en esa habitación o si lo prefieres, con la niña. Mañana nos levantaremos pronto para enseñarte tu nueva casa. Buenas noches.
-¿Pero tú de qué coño vas? No gano para ropa, ¿sabes? No soy una vaga consumidora de almas y ladrón como lo eres tú.- Grité antes de que saliera de la habitación.
Me levanté y observé las heridas que tenía en el vientre. Daba gracias a Dios que no hubieran hecho el corte donde tenía el tatuaje para evitar que los demonios entrasen en mi cuerpo, si lo hubieran realizado, quizás, hubiese quedado inservible… no estaba segura. La producida por Lilith aún sangraba un poco, la de Mefistófeles había sido un corte bastante fino y limpio. Me dirigí a la puerta y me asomé, no quería que nadie me viese desnuda, bastante vergonzoso había sido ya como para pasar otro mal rato. ¡Si hombre! Corrí escaleras arriba y me introduje en la habitación donde ya había dormido una vez. Abrí el armario. En efecto, estaba lleno de ropa. ¡Pero yo adoraba mi otra ropa, era mucho más cómoda! Maldito sea… Me puse la ropa interior junto con un vestido (sin corsé, no quería asfixiarme por la noche). Y entonces salí, quería ir junto a Persephone. Me tumbé junto a ella y me quedé dormida mirando su dulce rostro…
Katrina Volkova- Cazador
- Mensajes : 419
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