La pequeña Persephone (Parte 2) [Lilith y Katrina]
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La pequeña Persephone (Parte 2) [Lilith y Katrina]
La noche pasó rápida, gracias al infierno (XD). Katrina, como supuse que haría, después de cambiarse fue directa a la habitación de la niña para poder dormir con su hija.
Lilith desapareció durante la noche, ignoraba donde estaría. Supe de ella cuando a primera hora de la mañana apareció por la puerta de casa con el vestido lleno de sangre. No presté mucha atención a aquel detalle, era lo que hacía la costumbre. Reapareció a los minutos con un nuevo vestido reluciente y con su cara de inocencia habitual.
-Siguen durmiendo- le facilité antes de que preguntara- La casa tiene que estar arreglada ya, podrá ser habitable para la madre y la hija.
Esperamos en el salón de siempre a que las dos mujercitas se dignasen a levantarse y a bajar para hacer acto de presencia. Había mucho que hacer y los días no eran eternos. Teníamos que ponernos en marcha ya.
A las horas, cuando el sol ya hacía rato que había salido, Katrina y Persephone bajaban por las escaleras cogidas de la mano. Parecían descansadas y Katrina parecía radiante. Pero no era capaz de engañarnos, en su interior seguía muriéndose de asco por estar de nuevo en aquella casa del infierno.
No hubiera echo falta pero los sirvientes insistieron en pasar toda la noche vigilándola, así que la cazadora estaría molesta por aquella intrusión a su intimidad.
-Buenos días- las saludé. Persephone corrió hacia mi y saltó a mis brazos. La cogí y la levanté como si no pesara nada- ¿Qué tal ha dormido mi princesita?
Lilith desapareció durante la noche, ignoraba donde estaría. Supe de ella cuando a primera hora de la mañana apareció por la puerta de casa con el vestido lleno de sangre. No presté mucha atención a aquel detalle, era lo que hacía la costumbre. Reapareció a los minutos con un nuevo vestido reluciente y con su cara de inocencia habitual.
-Siguen durmiendo- le facilité antes de que preguntara- La casa tiene que estar arreglada ya, podrá ser habitable para la madre y la hija.
Esperamos en el salón de siempre a que las dos mujercitas se dignasen a levantarse y a bajar para hacer acto de presencia. Había mucho que hacer y los días no eran eternos. Teníamos que ponernos en marcha ya.
A las horas, cuando el sol ya hacía rato que había salido, Katrina y Persephone bajaban por las escaleras cogidas de la mano. Parecían descansadas y Katrina parecía radiante. Pero no era capaz de engañarnos, en su interior seguía muriéndose de asco por estar de nuevo en aquella casa del infierno.
No hubiera echo falta pero los sirvientes insistieron en pasar toda la noche vigilándola, así que la cazadora estaría molesta por aquella intrusión a su intimidad.
-Buenos días- las saludé. Persephone corrió hacia mi y saltó a mis brazos. La cogí y la levanté como si no pesara nada- ¿Qué tal ha dormido mi princesita?
Mefistófeles- Demonio
- Mensajes : 537
Fecha de inscripción : 03/10/2010
Re: La pequeña Persephone (Parte 2) [Lilith y Katrina]
La noche era joven… ¿Esperaban que me quedase en casa como una niña modosita? Qué inocentes. Mis noches eran… cómo llamarlas… la diversión del Infierno. Aquella noche deambulé por las calles. Un alma demacrada, eso buscaba. Y lo encontré, bastante suerte tuve. Aquel hombre fue perfecto para mis jueguecitos. Sus gritos y su sangre fueron la diversión de aquella noche. Cuánto echaba de menos aquello, el Infierno implantaba la justicia de una manera más escarmentada. Antiguamente, el mundo era mucho mejor. Las torturas estaban en la orden del día y se disfrutaba mucho de su realización. Ahora se redimían más. Perdedores. Lo que se merecían era la ira eterna de la Madre del Infierno.
Entonces, cuando el sol iba a iluminar las calles, volví a la mansión. Mi vestido, como la mayoría de las noches, estaba cubierto de sangre. Aquello mostraría cómo había jugado aquella noche, una diversión sin límites. Mefistófeles ya parecía acostumbrado, no se inmutaba de mi aspecto o preguntaba. Mejor. Odiaba las preguntas. Caminé a mis aposentos a cambiar mi vestido y a lavar mi cuerpo. No sería muy adecuado que la niña me viese de aquella manera… No de momento. Bajé haciendo presencia ante Mefisto.
-Siguen durmiendo. La casa tiene que estar arreglada ya, podrá ser habitable para la madre y la hija.
Comprendía. Recordé lo que sucedió la noche anterior. Habíamos dado la oportunidad a Katrina de cuidar a su hija. Demasiado benevolente fui, pero nos hacía falta, debía admitirlo. Aunque recordaba a la perfección qué divertido fue hacerla sentir impotente. Si no hubiese sido porque la necesitábamos, aquella noche no me habría hecho falta salir a buscar diversión. Una pena… una muchacha testaruda, cabezota. Sería muy buen demonio, valdría la pena después. Pero sus principios, su moralidad… ¡payasa! Había que ver lo estúpidos que llegaban a ser los humanos.
Ambos demonios esperamos a que las bellas durmiente hicieran su aparición. Me entretuve haciendo planes en mi retorcida mente para Katrina y Persephone. Tan interna estaba que no me di cuenta que ya estaban allí. Observé la cara de Katrina, me complacía el asco y la repulsión que sentía hacia nosotros. Perfecto, estaba haciendo bien mi cometido. Los sirvientes la vigilaron toda la noche, eso la habría hecho sentir mucho más dolida y cabreada.
-Buenos días- la niña corrió hacia Mefistófeles, cogiéndola éste con suma facilidad.- ¿Qué tal ha dormido mi princesita?
-Espero que hayáis descansado, tenemos muchas cosas que hacer hoy. Persephone, a partir de hoy vivirás con Katrina en la casa de enfrente, ¿de acuerdo?- la idea me parecía repulsiva, pero era lo que habíamos quedado.- Y Katrina se encargará de cuidarte durante la noche sin hacer ningún numerito, ¿verdad preciosa?- provocar, eso era lo que pretendía, y con la cazadora era sumamente fácil. La debilidad de los humanos resultaba inimaginable, infinita…
Entonces, cuando el sol iba a iluminar las calles, volví a la mansión. Mi vestido, como la mayoría de las noches, estaba cubierto de sangre. Aquello mostraría cómo había jugado aquella noche, una diversión sin límites. Mefistófeles ya parecía acostumbrado, no se inmutaba de mi aspecto o preguntaba. Mejor. Odiaba las preguntas. Caminé a mis aposentos a cambiar mi vestido y a lavar mi cuerpo. No sería muy adecuado que la niña me viese de aquella manera… No de momento. Bajé haciendo presencia ante Mefisto.
-Siguen durmiendo. La casa tiene que estar arreglada ya, podrá ser habitable para la madre y la hija.
Comprendía. Recordé lo que sucedió la noche anterior. Habíamos dado la oportunidad a Katrina de cuidar a su hija. Demasiado benevolente fui, pero nos hacía falta, debía admitirlo. Aunque recordaba a la perfección qué divertido fue hacerla sentir impotente. Si no hubiese sido porque la necesitábamos, aquella noche no me habría hecho falta salir a buscar diversión. Una pena… una muchacha testaruda, cabezota. Sería muy buen demonio, valdría la pena después. Pero sus principios, su moralidad… ¡payasa! Había que ver lo estúpidos que llegaban a ser los humanos.
Ambos demonios esperamos a que las bellas durmiente hicieran su aparición. Me entretuve haciendo planes en mi retorcida mente para Katrina y Persephone. Tan interna estaba que no me di cuenta que ya estaban allí. Observé la cara de Katrina, me complacía el asco y la repulsión que sentía hacia nosotros. Perfecto, estaba haciendo bien mi cometido. Los sirvientes la vigilaron toda la noche, eso la habría hecho sentir mucho más dolida y cabreada.
-Buenos días- la niña corrió hacia Mefistófeles, cogiéndola éste con suma facilidad.- ¿Qué tal ha dormido mi princesita?
-Espero que hayáis descansado, tenemos muchas cosas que hacer hoy. Persephone, a partir de hoy vivirás con Katrina en la casa de enfrente, ¿de acuerdo?- la idea me parecía repulsiva, pero era lo que habíamos quedado.- Y Katrina se encargará de cuidarte durante la noche sin hacer ningún numerito, ¿verdad preciosa?- provocar, eso era lo que pretendía, y con la cazadora era sumamente fácil. La debilidad de los humanos resultaba inimaginable, infinita…
Lilith Mater Inferorum- Demonio
- Mensajes : 60
Fecha de inscripción : 19/10/2010
Re: La pequeña Persephone (Parte 2) [Lilith y Katrina]
Me desperté cuando la luz del alba pasaba por la ventana. Persephone seguía durmiendo. Me quedé observándola, acariciando su cabello entre mis dedos. Era una niña hermosísima, ¿cómo pude aguantar tanto tiempo sin poder verla? Había sido una tortura. Pero había hecho lo correcto, pues si hubiese aparecido antes, se la habrían llevado a un lugar donde no pudiera encontrarles. Sin embargo, ahora no podían, la niña era más mayor y tendrían que soportar infinidad de preguntas.
Por fin, la pequeña abrió los ojos. Fui yo a quien miró primero. Parecía sorprendida pero aún así me devolvió una sonrisa típica de un recién levantado.
-¿Qué haces aquí Lydia?- preguntó restregándose los ojos con las manos.
-Ayer, cuando te dormiste, vine a tu habitación y me quedé junto a ti durmiendo… Espero que no te haya importado- negó la cabeza.
-No, para nada… ¿Qué hora es?- una pregunta retórica pues miró la hora en el reloj de su habitación- Las 7 y media… ya es hora de levantarse.
Me sorprendía lo inteligente que era la niña, ¿cómo, a su edad, podía saberse las horas? Si no recordaba mal, yo hasta que no tuve 5 años no me las aprendí. Estaba claro que era mucho más inteligente que un niño de su edad. Persephone se levantó y estiró.
-Voy a llamar a papá para que me ayude a vestirme, no sé qué ponerme…- se dirigía hacia la puerta.
-Espera, Persephone. Si quieres puedo ayudarte yo- sonreí ilusionada.
-Pero tú tendrás que vestirte…
-No te preocupes, iremos a mi habitación las dos- la niña asintió.- Veamos qué hay en tu armario…- debía reconocer que había ropa muy bonita, había un vestido que me encantó, fui a cogerlo cuando Persephone habló.
-Ese vestido era de Lilith, me lo dio cuando dejó de gustarle, ¿a qué es bonito?- No, aquel no. Mi mano se había apartado como si tuviera la peste. Fui a coger otro, al ver que no dijo nada opté por ponerle aquel vestido. Era precioso- Ese vestido me lo regaló papá por mi cumpleaños, fue hace cuatro meses- Me quedé pensando, era cierto… Hacía cuatro meses que Persephone tenía tres años. Me emocioné pero no se lo dejé ver. Al menos, el demonio no tenía mal gusto.
Cogí de la mano a Persephone y la llevé hasta mi habitación, allí ayudé a vestirla. Le quité la ropa de cama y comencé a ponerle el vestido. Tras vestirla al completo. Me puse detrás de ella y la peiné.
-¿Por qué no te cae bien mi padre? No me contestaste ayer… Es muy simpático y bueno- apreté la mandíbula, sí tú supieras hija mía…
-Digamos que son cuestiones morales o religiosas. El cree en algo que yo odio y viceversa…- algo tenía que decirle ¿no?
-Ah… deberíais dejar a un lado vuestras diferencias y encontrar vuestras semejanzas… Seguro que tenéis muchas.- No respondí. Me levanté y la sonreí.
-Ya estás lista cielo. Ahora tengo que vestirme yo, ¿vale?- Asintió.
Me quité el vestido, quedándome con la ropa interior y una pequeña camisa que tenía bajo el vestido. Aquella camisa dejaba ver parte de mi vientre, la niña se levantó al instante, acercándose a mí. Me levantó un poco más la camisa. Observó…
-¿Cómo te has hecho estas heridas? Y este símbolo…- pasó un dedo por el pentagrama que tenía tatuado- Es muy bonito, lo he visto muchas veces… Yo también quiero uno- dijo con una risita- Pero, las heridas… ¿te duelen?
-Ya no me duelen tanto… Fue un percance, me choqué con una pared que tenía clavos sueltos…- lo primero que se me ocurrió.
-Deberías tener más cuidado, puede ser peligroso… Yo no quiero que te pase nada malo…- Me emocioné, tuve que darme la vuelta pues se me escaparon un par de lágrimas.- ¿Te ocurre algo?
-No, nada. No te preocupes…- fui hacia el armario para ver qué me ponía.
Solo vestidos, solo vestidos. ¡Maldita sea! Cogí el primero que me llamó la atención, uno de un tono azul marino. Me puse el corsé sin apretármelo demasiado, las heridas, seguían doliéndome, solo que no quería preocupar a Persephone. Después me puse el vestido y peiné mi cabello. Las dos estábamos listas. Tocaba bajar y encontrarse con los dos demonios.
-Buenos días- dijo Mefistófeles al entrar. Persephone salió corriendo de mi lado y saltó a abrazar a su padre- ¿Qué tal ha dormido mi princesita?
-Muy bien. Lydia durmió conmigo y me ha ayudado a vestirme, ¿a que es buena?
-Espero que hayáis descansado, tenemos muchas cosas que hacer hoy. Persephone, a partir de hoy vivirás con Lydia en la casa de enfrente, ¿de acuerdo? Y Lydia se encargará de cuidarte durante la noche sin hacer ningún numerito, ¿verdad preciosa?- (Lilith: Cambio lo de Katrina, la niña cree que me llamo Lydia ) maldita zorra inmunda. Me daban ganas de gritarle un montón de barbaridades, pero la niña estaba delante.
-Verdad- dije recalcando la palabra.
-¡Qué bien! Va a protegerme ¿a que si? Papá, ¿podríais curar a Lydia? Tiene heridas en la tripita. ¡Ah! Y tiene un dibujo muy bonito, una estrella de cinco puntas, yo también quiero uno… ¿Me dejas papi?
Por fin, la pequeña abrió los ojos. Fui yo a quien miró primero. Parecía sorprendida pero aún así me devolvió una sonrisa típica de un recién levantado.
-¿Qué haces aquí Lydia?- preguntó restregándose los ojos con las manos.
-Ayer, cuando te dormiste, vine a tu habitación y me quedé junto a ti durmiendo… Espero que no te haya importado- negó la cabeza.
-No, para nada… ¿Qué hora es?- una pregunta retórica pues miró la hora en el reloj de su habitación- Las 7 y media… ya es hora de levantarse.
Me sorprendía lo inteligente que era la niña, ¿cómo, a su edad, podía saberse las horas? Si no recordaba mal, yo hasta que no tuve 5 años no me las aprendí. Estaba claro que era mucho más inteligente que un niño de su edad. Persephone se levantó y estiró.
-Voy a llamar a papá para que me ayude a vestirme, no sé qué ponerme…- se dirigía hacia la puerta.
-Espera, Persephone. Si quieres puedo ayudarte yo- sonreí ilusionada.
-Pero tú tendrás que vestirte…
-No te preocupes, iremos a mi habitación las dos- la niña asintió.- Veamos qué hay en tu armario…- debía reconocer que había ropa muy bonita, había un vestido que me encantó, fui a cogerlo cuando Persephone habló.
-Ese vestido era de Lilith, me lo dio cuando dejó de gustarle, ¿a qué es bonito?- No, aquel no. Mi mano se había apartado como si tuviera la peste. Fui a coger otro, al ver que no dijo nada opté por ponerle aquel vestido. Era precioso- Ese vestido me lo regaló papá por mi cumpleaños, fue hace cuatro meses- Me quedé pensando, era cierto… Hacía cuatro meses que Persephone tenía tres años. Me emocioné pero no se lo dejé ver. Al menos, el demonio no tenía mal gusto.
Cogí de la mano a Persephone y la llevé hasta mi habitación, allí ayudé a vestirla. Le quité la ropa de cama y comencé a ponerle el vestido. Tras vestirla al completo. Me puse detrás de ella y la peiné.
-¿Por qué no te cae bien mi padre? No me contestaste ayer… Es muy simpático y bueno- apreté la mandíbula, sí tú supieras hija mía…
-Digamos que son cuestiones morales o religiosas. El cree en algo que yo odio y viceversa…- algo tenía que decirle ¿no?
-Ah… deberíais dejar a un lado vuestras diferencias y encontrar vuestras semejanzas… Seguro que tenéis muchas.- No respondí. Me levanté y la sonreí.
-Ya estás lista cielo. Ahora tengo que vestirme yo, ¿vale?- Asintió.
Me quité el vestido, quedándome con la ropa interior y una pequeña camisa que tenía bajo el vestido. Aquella camisa dejaba ver parte de mi vientre, la niña se levantó al instante, acercándose a mí. Me levantó un poco más la camisa. Observó…
-¿Cómo te has hecho estas heridas? Y este símbolo…- pasó un dedo por el pentagrama que tenía tatuado- Es muy bonito, lo he visto muchas veces… Yo también quiero uno- dijo con una risita- Pero, las heridas… ¿te duelen?
-Ya no me duelen tanto… Fue un percance, me choqué con una pared que tenía clavos sueltos…- lo primero que se me ocurrió.
-Deberías tener más cuidado, puede ser peligroso… Yo no quiero que te pase nada malo…- Me emocioné, tuve que darme la vuelta pues se me escaparon un par de lágrimas.- ¿Te ocurre algo?
-No, nada. No te preocupes…- fui hacia el armario para ver qué me ponía.
Solo vestidos, solo vestidos. ¡Maldita sea! Cogí el primero que me llamó la atención, uno de un tono azul marino. Me puse el corsé sin apretármelo demasiado, las heridas, seguían doliéndome, solo que no quería preocupar a Persephone. Después me puse el vestido y peiné mi cabello. Las dos estábamos listas. Tocaba bajar y encontrarse con los dos demonios.
-Buenos días- dijo Mefistófeles al entrar. Persephone salió corriendo de mi lado y saltó a abrazar a su padre- ¿Qué tal ha dormido mi princesita?
-Muy bien. Lydia durmió conmigo y me ha ayudado a vestirme, ¿a que es buena?
-Espero que hayáis descansado, tenemos muchas cosas que hacer hoy. Persephone, a partir de hoy vivirás con Lydia en la casa de enfrente, ¿de acuerdo? Y Lydia se encargará de cuidarte durante la noche sin hacer ningún numerito, ¿verdad preciosa?- (Lilith: Cambio lo de Katrina, la niña cree que me llamo Lydia ) maldita zorra inmunda. Me daban ganas de gritarle un montón de barbaridades, pero la niña estaba delante.
-Verdad- dije recalcando la palabra.
-¡Qué bien! Va a protegerme ¿a que si? Papá, ¿podríais curar a Lydia? Tiene heridas en la tripita. ¡Ah! Y tiene un dibujo muy bonito, una estrella de cinco puntas, yo también quiero uno… ¿Me dejas papi?
Katrina Volkova- Cazador
- Mensajes : 419
Fecha de inscripción : 19/09/2010
Edad : 32
Localización : El mundo
Re: La pequeña Persephone (Parte 2) [Lilith y Katrina]
-¡Qué bien! Va a protegerme ¿a que si? Papá, ¿podrías curar a Lydia? Tiene Heridas en la tripita.- dijo Persephone. Miré a Katrina y evité sonreír cínicamente. Aunque quisiera, Katrina me mataría si osaba tocarla. No se porque aquello me excitaba y me atraía más de la cuenta.
-Cuando tengamos más tiempo cariño, ahora tenemos muchas cosas que hacer,- y la besé en la mejilla. Mi trato paternal descolocaría a Katrina, aun más si supiese que no me molestaba hacerle carantoñas a la niña.
-¡Ah! Y tiene un dibujo bonito, una estrella de cinco puntas, yo también quiere uno… ¿Me dejas papi?- enarqué una ceja y miré de reojo a Lilith. Que graciosa llegaba a ser la niña.
-Emmm… cuando seas mayor. Y no rechistes- advertí cuando vi que estaba a punto de volver al ataque. Lo que me faltaba, con tres años y ya me pedía un tatuaje en forma de un pentágono ¿qué sería lo siguiente? ¿Pendientes en diferentes partes del cuerpo?- Vamos, os enseñaremos la casa donde viviréis.
Salimos de casa buscando la calle. Al otro lado de la carretera, se alzaba solitaria una casa de tres pisos que desde el exterior parecía totalmente abandonada.
Sus fachadas estaban llenadas de centenares de símbolos que se superponían unos sobre otros. Aquellos símbolos eran totalmente invisibles al ojo humano, lo que nos ayudaba a no llamar la atención.
-Adelante- y entramos en la casa.
El interior era totalmente diferente al exterior. Mientras que la casa por fuera parecía abandonada, el interior estaba equipada con todo lujo de detalles. Un hermoso lugar donde vivir.
Mi niña tenía que alojarse en un lugar bonito, no es algún lugar mugriento que soldría frecuentar Katrina de forma seguida, seguro.
Aquel era un lugar perfecto, bonito y seguro.
-Bienvenidas a casa.
-Cuando tengamos más tiempo cariño, ahora tenemos muchas cosas que hacer,- y la besé en la mejilla. Mi trato paternal descolocaría a Katrina, aun más si supiese que no me molestaba hacerle carantoñas a la niña.
-¡Ah! Y tiene un dibujo bonito, una estrella de cinco puntas, yo también quiere uno… ¿Me dejas papi?- enarqué una ceja y miré de reojo a Lilith. Que graciosa llegaba a ser la niña.
-Emmm… cuando seas mayor. Y no rechistes- advertí cuando vi que estaba a punto de volver al ataque. Lo que me faltaba, con tres años y ya me pedía un tatuaje en forma de un pentágono ¿qué sería lo siguiente? ¿Pendientes en diferentes partes del cuerpo?- Vamos, os enseñaremos la casa donde viviréis.
Salimos de casa buscando la calle. Al otro lado de la carretera, se alzaba solitaria una casa de tres pisos que desde el exterior parecía totalmente abandonada.
Sus fachadas estaban llenadas de centenares de símbolos que se superponían unos sobre otros. Aquellos símbolos eran totalmente invisibles al ojo humano, lo que nos ayudaba a no llamar la atención.
-Adelante- y entramos en la casa.
El interior era totalmente diferente al exterior. Mientras que la casa por fuera parecía abandonada, el interior estaba equipada con todo lujo de detalles. Un hermoso lugar donde vivir.
Mi niña tenía que alojarse en un lugar bonito, no es algún lugar mugriento que soldría frecuentar Katrina de forma seguida, seguro.
Aquel era un lugar perfecto, bonito y seguro.
-Bienvenidas a casa.
Mefistófeles- Demonio
- Mensajes : 537
Fecha de inscripción : 03/10/2010
Re: La pequeña Persephone (Parte 2) [Lilith y Katrina]
-¡Ah! Y tiene un dibujo bonito, una estrella de cinco puntas, yo también quiere uno… ¿Me dejas papi?- Mefisto enarcó una ceja, me miró de reojo. Yo poseía una media sonrisa en mi rostro.
-Emmm… cuando seas mayor. Y no rechistes- Y ni eso. Si se le pegaban los hobbies de la madre íbamos muy, pero que muy mal. No me gustaría otra Katrina en la casa. Persephone debería ser como nosotros, cuantos menos aspectos adquiera de la cazadora, mucho mejor. Aunque no me importaría que adquiriera su físico y sus dotes de combate- Vamos, os enseñaremos la casa donde viviréis.
Nuestros pies pisaron las piedras de la calzada. Frente nosotros se encontraba aquella casa donde vivirían Katrina y Persephone. Su aspecto era desolador, parecía una casa abandonada y encantada. Quizás la cazadora se encontrase con algún fantasma, tendría diversión al menos. La fachada del edificio estaba llena de símbolos contra ángeles, no eran visibles para los humanos, pero muy efectivos con los que no hacían más que jodernos la existencia.
-Adelante- Mefistófeles indicó el paso al interior.
La casa, aunque por fuera fuese una ruina, por dentro era todo lo contrario. Numerosos lujos invadían cada esquina de una habitación. Demasiado para la cazadora, debía decir, aunque perfecto para Persephone. ¿En qué repugnantes lugares habría estado Katrina? Aquel lujo no era lo que se merecía, ella estaba mucho mejor sentada en una esquina de la calle lloviendo a cantaros. Sí, aquello era mucho más de su estilo.
-Bienvenidas a casa.
Me llevé los brazos a mi pecho – cruzándome de brazos – y observando cada rincón de la habitación donde nos encontrábamos.
-No conviertas la casa en un arsenal patas arriba, Lydia. No puedes arrebatarnos nada que ya tengamos- Advertí, refiriéndome a Persephone.- Mefisto vendrá ocasionalmente, sus días estarán en compañía de Persephone, si decides estar tú también, no encuentro objeción.- Me acerqué a ella y susurré en su oído- Pero no podrás arrebatárnosla.
-Emmm… cuando seas mayor. Y no rechistes- Y ni eso. Si se le pegaban los hobbies de la madre íbamos muy, pero que muy mal. No me gustaría otra Katrina en la casa. Persephone debería ser como nosotros, cuantos menos aspectos adquiera de la cazadora, mucho mejor. Aunque no me importaría que adquiriera su físico y sus dotes de combate- Vamos, os enseñaremos la casa donde viviréis.
Nuestros pies pisaron las piedras de la calzada. Frente nosotros se encontraba aquella casa donde vivirían Katrina y Persephone. Su aspecto era desolador, parecía una casa abandonada y encantada. Quizás la cazadora se encontrase con algún fantasma, tendría diversión al menos. La fachada del edificio estaba llena de símbolos contra ángeles, no eran visibles para los humanos, pero muy efectivos con los que no hacían más que jodernos la existencia.
-Adelante- Mefistófeles indicó el paso al interior.
La casa, aunque por fuera fuese una ruina, por dentro era todo lo contrario. Numerosos lujos invadían cada esquina de una habitación. Demasiado para la cazadora, debía decir, aunque perfecto para Persephone. ¿En qué repugnantes lugares habría estado Katrina? Aquel lujo no era lo que se merecía, ella estaba mucho mejor sentada en una esquina de la calle lloviendo a cantaros. Sí, aquello era mucho más de su estilo.
-Bienvenidas a casa.
Me llevé los brazos a mi pecho – cruzándome de brazos – y observando cada rincón de la habitación donde nos encontrábamos.
-No conviertas la casa en un arsenal patas arriba, Lydia. No puedes arrebatarnos nada que ya tengamos- Advertí, refiriéndome a Persephone.- Mefisto vendrá ocasionalmente, sus días estarán en compañía de Persephone, si decides estar tú también, no encuentro objeción.- Me acerqué a ella y susurré en su oído- Pero no podrás arrebatárnosla.
Lilith Mater Inferorum- Demonio
- Mensajes : 60
Fecha de inscripción : 19/10/2010
Re: La pequeña Persephone (Parte 2) [Lilith y Katrina]
La niña tenía unas ocurrencias que ni yo me las esperaba. Pero me alegraba que quisiera “cosas mías”, cuanto más se pareciese a mí, mejor. Aunque deseaba que fuera más fuerte, más poderosa mentalmente. Yo, a la hora de la verdad, era débil. Podría comprobarlo perfectamente con el demonio, ¿cuántas jugarretas me había preparado? ¿En cuántas había caído? En todas. Ese era el problema. Persephone no debía dejarse engañar por nadie, y de momento, iba muy bien.
Salimos a la calle, cruzando una carretera donde estaba la casa. Allí viviríamos a partir de hoy Persephone y yo. De fuera parecía muy pobre, muy derruida. ¿Allí mandarían a Persephone? A mí lo comprendía, el odio y las ganas de que me pase lo peor les llevarían a hacerlo. Pero me sorprendía que Mefistófeles quisiera que su hija viviese en una casa así. Pero todo cambió cuando entramos. Era una casa lujosa, muy lujosa, muy parecida a la mansión de Mefistófeles. Yo no llegaba a acostumbrarme a aquel lujo, solía pasar mis días en sitios más cutres. Bueno, al menos, iba a vivir bien, una vez en mi vida.
-Bienvenidas a casa.- dijo Mefistófeles al entrar.
-No conviertas la casa en un arsenal patas arriba, Lydia. No puedes arrebatarnos nada que ya tengamos- Sabía por dónde iba. La miré fulminante con la mirada… odiaba a aquella demonio tanto como a Mefistófeles- Mefisto vendrá ocasionalmente, sus días estarán en compañía de Persephone, si decides estar tú también, no encuentro objeción.-se acercó a mí y susurró en mi oído…- Pero no podrás arrebatárnosla.
-Eso está aún por ver- dije en el mismo tono que ella.
Si ella era una cabrona conmigo, ¿por qué yo no iba a serlo? Ya había visto lo que la maldita podía hacer, pero no iba a rendirme tan fácilmente. Persephone sería una niña buena, una buena persona, no arrebataría las almas de inocentes con mentiras, como hacía su padre. Eso me haría fracasar. No podría ver cómo mi niña se convertía en una demonio sin escrúpulos y con el alma demacrada. Mientras yo viviese, eso no sucedería.
-¿Podéis mostrarnos la casa? ¿Dónde se supone que están los símbolos contra ángeles?
Salimos a la calle, cruzando una carretera donde estaba la casa. Allí viviríamos a partir de hoy Persephone y yo. De fuera parecía muy pobre, muy derruida. ¿Allí mandarían a Persephone? A mí lo comprendía, el odio y las ganas de que me pase lo peor les llevarían a hacerlo. Pero me sorprendía que Mefistófeles quisiera que su hija viviese en una casa así. Pero todo cambió cuando entramos. Era una casa lujosa, muy lujosa, muy parecida a la mansión de Mefistófeles. Yo no llegaba a acostumbrarme a aquel lujo, solía pasar mis días en sitios más cutres. Bueno, al menos, iba a vivir bien, una vez en mi vida.
-Bienvenidas a casa.- dijo Mefistófeles al entrar.
-No conviertas la casa en un arsenal patas arriba, Lydia. No puedes arrebatarnos nada que ya tengamos- Sabía por dónde iba. La miré fulminante con la mirada… odiaba a aquella demonio tanto como a Mefistófeles- Mefisto vendrá ocasionalmente, sus días estarán en compañía de Persephone, si decides estar tú también, no encuentro objeción.-se acercó a mí y susurró en mi oído…- Pero no podrás arrebatárnosla.
-Eso está aún por ver- dije en el mismo tono que ella.
Si ella era una cabrona conmigo, ¿por qué yo no iba a serlo? Ya había visto lo que la maldita podía hacer, pero no iba a rendirme tan fácilmente. Persephone sería una niña buena, una buena persona, no arrebataría las almas de inocentes con mentiras, como hacía su padre. Eso me haría fracasar. No podría ver cómo mi niña se convertía en una demonio sin escrúpulos y con el alma demacrada. Mientras yo viviese, eso no sucedería.
-¿Podéis mostrarnos la casa? ¿Dónde se supone que están los símbolos contra ángeles?
Katrina Volkova- Cazador
- Mensajes : 419
Fecha de inscripción : 19/09/2010
Edad : 32
Localización : El mundo
Re: La pequeña Persephone (Parte 2) [Lilith y Katrina]
-¿Podéis mostrarnos la casa? ¿Dónde se supone que están los símbolos contra ángeles?- preguntó Katrina. Claro, ella no podía verlos por lo que habría que perder el tiempo explicándoselo todo.
-¿No los has visto Lydia? Están pintados por toda la fachada. Casi no se pueden ver los ladrillos de la pared- dijo Persephone sin parar de moverse, queriendo decir que quería bajar de mis brazos para corretear por la casa
-Recuerda princesita. Lydia es una de esas personas corrientes que andan tan tranquilos por las calles, no es capaz de ver los dibujos- expliqué a la niña y a la vez a la madre.
- Vamos Lydia, yo te enseñaré la casa.- corrió hacia su madre y la cogió de la mano para estirarla al lugar donde a ella le diera la gana.
Me imaginaba el lugar de destino. Había mandado acomodar una de las habitaciones del tercer piso como salón de juegos para Persephone, donde podría guardar todos sus juguetes y demás objetos de ocio.
En el segundo piso estaban solo las habitaciones y un cuarto de baño. Los demás servivios de la casa (cocina, comedor, más baños, biblioteca, etc...) se encontraba en el piso que ahora nos encontrábamos.
Persephone y Katrina subieron las escaleras y me quedé solo con Lilith.
-Espero que todo salga como lo hemos planeado, madre.[/color]
-¿No los has visto Lydia? Están pintados por toda la fachada. Casi no se pueden ver los ladrillos de la pared- dijo Persephone sin parar de moverse, queriendo decir que quería bajar de mis brazos para corretear por la casa
-Recuerda princesita. Lydia es una de esas personas corrientes que andan tan tranquilos por las calles, no es capaz de ver los dibujos- expliqué a la niña y a la vez a la madre.
- Vamos Lydia, yo te enseñaré la casa.- corrió hacia su madre y la cogió de la mano para estirarla al lugar donde a ella le diera la gana.
Me imaginaba el lugar de destino. Había mandado acomodar una de las habitaciones del tercer piso como salón de juegos para Persephone, donde podría guardar todos sus juguetes y demás objetos de ocio.
En el segundo piso estaban solo las habitaciones y un cuarto de baño. Los demás servivios de la casa (cocina, comedor, más baños, biblioteca, etc...) se encontraba en el piso que ahora nos encontrábamos.
Persephone y Katrina subieron las escaleras y me quedé solo con Lilith.
-Espero que todo salga como lo hemos planeado, madre.[/color]
Mefistófeles- Demonio
- Mensajes : 537
Fecha de inscripción : 03/10/2010
Re: La pequeña Persephone (Parte 2) [Lilith y Katrina]
-¿No los has visto Lydia? Están pintados por toda la fachada. Casi no se pueden ver los ladrillos de la pared- La niña quería bajarse de los brazos de su padre, por lo que Mefisto la bajó al instante.
-Recuerda princesita. Lydia es una de esas personas corrientes que andan tan tranquilos por las calles, no es capaz de ver los dibujos- Reiría sin poder parar, pero tan solo mostré una sonrisa a Mefistófeles, miré a Katrina, me miraba con una mueca de asco por mi gesto. Le mostré una sonrisa encantadora. Me encantaba joder a la cazadora, era un pasatiempo muy divertido, sobre todo, porque se daba por aludida.
-Vamos Lydia, yo te enseñaré la casa.- Persephone cogió la mano de Katrina y la estiró, la llevaría a su habitación de juegos. Era una niña al fin y al cabo.
-Espero que todo salga como lo hemos planeado, madre.
-No te preocupes, tengo a la cazadora en la palma de la mano. No creo que se atreva a hacer alguna barbaridad, más aún, porque su vida le sería arrebatada. La llevaría al infierno y volvería a disfrutar de la estancia junto nosotros. El miedo de ir al infierno es muy grande, querido mío. ¿Crees que una simple humana que ya ha residido allí se atrevería a fastidiar mis planes? No lo creo… Débil, esa es la palabra que la describe a la perfección.- Me acerqué a Mefistófeles- No te preocupes por Persephone, está en buenas manos, aunque temo que la cazadora le inculque su bondad y sentimentalismos… Eso es lo único que me quita el sueño… Tendrás que encargarte de estar mucho tiempo con Persephone, enséñala cosas del Infierno, ya es hora de que sepa todo sobre nosotros. Su madre intentará evitarlo, pero eso será lo divertido. No podrá hacer nada. Debe tenerte miedo Mefistófeles, si se pasa de la raya, castígala. Ya sabes cómo.- Sonreí cínicamente- Algún día aprenderá, es humana.
Salté a su cuerpo, rodeando mis piernas en su cintura. Le besé apasionadamente, jugando con su lengua. Aquella noche deberíamos hacer algo, una semana sin tocarnos resultaba una tortura. Ahora necesitaba a un demonio que supiera llevar las riendas y no chillase como una niña cuando le causase dolor.
-Además… Los dos sabemos que la cazadora está enamorada de ti, eso es un punto a tu favor. Se mostrará rebelde y asqueada, pero nada podrá eliminar sus sentimientos hacia ti, el demonio que la condenó al Infierno. Es un poco masoca ¿no? Eso me gusta…
-Recuerda princesita. Lydia es una de esas personas corrientes que andan tan tranquilos por las calles, no es capaz de ver los dibujos- Reiría sin poder parar, pero tan solo mostré una sonrisa a Mefistófeles, miré a Katrina, me miraba con una mueca de asco por mi gesto. Le mostré una sonrisa encantadora. Me encantaba joder a la cazadora, era un pasatiempo muy divertido, sobre todo, porque se daba por aludida.
-Vamos Lydia, yo te enseñaré la casa.- Persephone cogió la mano de Katrina y la estiró, la llevaría a su habitación de juegos. Era una niña al fin y al cabo.
-Espero que todo salga como lo hemos planeado, madre.
-No te preocupes, tengo a la cazadora en la palma de la mano. No creo que se atreva a hacer alguna barbaridad, más aún, porque su vida le sería arrebatada. La llevaría al infierno y volvería a disfrutar de la estancia junto nosotros. El miedo de ir al infierno es muy grande, querido mío. ¿Crees que una simple humana que ya ha residido allí se atrevería a fastidiar mis planes? No lo creo… Débil, esa es la palabra que la describe a la perfección.- Me acerqué a Mefistófeles- No te preocupes por Persephone, está en buenas manos, aunque temo que la cazadora le inculque su bondad y sentimentalismos… Eso es lo único que me quita el sueño… Tendrás que encargarte de estar mucho tiempo con Persephone, enséñala cosas del Infierno, ya es hora de que sepa todo sobre nosotros. Su madre intentará evitarlo, pero eso será lo divertido. No podrá hacer nada. Debe tenerte miedo Mefistófeles, si se pasa de la raya, castígala. Ya sabes cómo.- Sonreí cínicamente- Algún día aprenderá, es humana.
Salté a su cuerpo, rodeando mis piernas en su cintura. Le besé apasionadamente, jugando con su lengua. Aquella noche deberíamos hacer algo, una semana sin tocarnos resultaba una tortura. Ahora necesitaba a un demonio que supiera llevar las riendas y no chillase como una niña cuando le causase dolor.
-Además… Los dos sabemos que la cazadora está enamorada de ti, eso es un punto a tu favor. Se mostrará rebelde y asqueada, pero nada podrá eliminar sus sentimientos hacia ti, el demonio que la condenó al Infierno. Es un poco masoca ¿no? Eso me gusta…
Lilith Mater Inferorum- Demonio
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Fecha de inscripción : 19/10/2010
Re: La pequeña Persephone (Parte 2) [Lilith y Katrina]
-¿No los has visto Lydia? Están pintados por toda la fachada. Casi no se pueden ver los ladrillos de la pared- Mefistófeles bajó a Persephone al suelo.
-Recuerda princesita. Lydia es una de esas personas corrientes que andan tan tranquilos por las calles, no es capaz de ver los dibujos- ¿De qué coño iba ese gilipollas? ¿Qué se había creído al llamarme “corriente”? Le miré con odio. Después miré a Lilith, estaba a punto de reírse mirando a Mefistófeles. La miré con sumo asco. De pronto, me miró. Me puso una sonrisa fanfarrona y “dulce”, ¡Dios! ¡Qué ganas tenía de matarlos a ambos!
-Vamos Lydia, yo te enseñaré la casa.- Persephone me cogió de la mano, estirándola saliendo fuera de la habitación.
-Espero que todo salga como lo hemos planeado, madre.- escuché como un sonido lejos.
-Sube, Persephone. Juguemos a un juego. Para que conozca mejor la casa, yo tendré que buscarte, así me acordaré de las habitaciones.- dije en voz baja. La niña asintió entusiasmada- Cuento hasta cien, corre.- Persephone subió corriendo las escaleras.
-No te preocupes, tengo a la cazadora en la palma de la mano. No creo que se atreva a hacer alguna barbaridad, más aún, porque su vida le sería arrebatada. La llevaría al infierno y volvería a disfrutar de la estancia junto nosotros. El miedo de ir al infierno es muy grande, querido mío. ¿Crees que una simple humana que ya ha residido allí se atrevería a fastidiar mis planes? No lo creo… Débil, esa es la palabra que la describe a la perfección.- Escuché perfectamente. La rabia llenaba mi ser en aquellos momentos, la iba a matar, lo juraba. ¿Cómo se atrevía a llamarme débil? No lo soportaba, no iba a permitirlo. Tampoco iban a llevarme al infierno, no podrían, no antes de que yo les mande a ellos.
“Lydia” escuché a lo lejos. Sí, ya debía ir a buscarla. Subí las escaleras, ahora la conversación estaba muy lejos de mi alcance, no escuchaba nada claro. Maldita sea… Busqué por las habitaciones a Persephone sin éxito. Hasta que encontré una habitación de un color rosa y llena de juguetes y muñecos. Allí encontré a Persephone con una sonrisa. Vino corriendo hacia mí y me abrazó. Qué mona que era, no podía creerme que Mefistófeles la hubiese criado así. Pero lo agradecí.
-¿Quieres jugar conmigo? Mira- me tendió una muñeca de porcelana. Aquellas muñecas me daban miedo, he de ser sincera. Pero debía reconocer que eran preciosas. Pero aquella tenía cierto parecido a la niña- Mi padre me la mandó hacer igual que yo, tiene mi pelo también. Me la regaló hace unas semanas. ¿Te gusta?
-Sí, claro que sí. Es muy bonita…- sus ojos eran de un color miel, su pelo… pertenecía a Persephone. Aquello era muy normal. Había visto a infinidad de personas que hacían muñecas iguales que sus futuras dueñas… Era escalofriante.
-¿Sabes? Siempre quise tener una mamá, veía a muchas niñas con sus mamás y yo estaba sola, con papá… ¿Puedes ser tú mi mamá? Te portas muy bien conmigo, y me cuidas… ¿Quieres serlo? Papá y tú podríais estar juntos, ¿recuerdas lo de dejar a un lado las diferencias y unir vuestras semejanzas? Podrías intentarlo…
-Recuerda princesita. Lydia es una de esas personas corrientes que andan tan tranquilos por las calles, no es capaz de ver los dibujos- ¿De qué coño iba ese gilipollas? ¿Qué se había creído al llamarme “corriente”? Le miré con odio. Después miré a Lilith, estaba a punto de reírse mirando a Mefistófeles. La miré con sumo asco. De pronto, me miró. Me puso una sonrisa fanfarrona y “dulce”, ¡Dios! ¡Qué ganas tenía de matarlos a ambos!
-Vamos Lydia, yo te enseñaré la casa.- Persephone me cogió de la mano, estirándola saliendo fuera de la habitación.
-Espero que todo salga como lo hemos planeado, madre.- escuché como un sonido lejos.
-Sube, Persephone. Juguemos a un juego. Para que conozca mejor la casa, yo tendré que buscarte, así me acordaré de las habitaciones.- dije en voz baja. La niña asintió entusiasmada- Cuento hasta cien, corre.- Persephone subió corriendo las escaleras.
-No te preocupes, tengo a la cazadora en la palma de la mano. No creo que se atreva a hacer alguna barbaridad, más aún, porque su vida le sería arrebatada. La llevaría al infierno y volvería a disfrutar de la estancia junto nosotros. El miedo de ir al infierno es muy grande, querido mío. ¿Crees que una simple humana que ya ha residido allí se atrevería a fastidiar mis planes? No lo creo… Débil, esa es la palabra que la describe a la perfección.- Escuché perfectamente. La rabia llenaba mi ser en aquellos momentos, la iba a matar, lo juraba. ¿Cómo se atrevía a llamarme débil? No lo soportaba, no iba a permitirlo. Tampoco iban a llevarme al infierno, no podrían, no antes de que yo les mande a ellos.
“Lydia” escuché a lo lejos. Sí, ya debía ir a buscarla. Subí las escaleras, ahora la conversación estaba muy lejos de mi alcance, no escuchaba nada claro. Maldita sea… Busqué por las habitaciones a Persephone sin éxito. Hasta que encontré una habitación de un color rosa y llena de juguetes y muñecos. Allí encontré a Persephone con una sonrisa. Vino corriendo hacia mí y me abrazó. Qué mona que era, no podía creerme que Mefistófeles la hubiese criado así. Pero lo agradecí.
-¿Quieres jugar conmigo? Mira- me tendió una muñeca de porcelana. Aquellas muñecas me daban miedo, he de ser sincera. Pero debía reconocer que eran preciosas. Pero aquella tenía cierto parecido a la niña- Mi padre me la mandó hacer igual que yo, tiene mi pelo también. Me la regaló hace unas semanas. ¿Te gusta?
-Sí, claro que sí. Es muy bonita…- sus ojos eran de un color miel, su pelo… pertenecía a Persephone. Aquello era muy normal. Había visto a infinidad de personas que hacían muñecas iguales que sus futuras dueñas… Era escalofriante.
-¿Sabes? Siempre quise tener una mamá, veía a muchas niñas con sus mamás y yo estaba sola, con papá… ¿Puedes ser tú mi mamá? Te portas muy bien conmigo, y me cuidas… ¿Quieres serlo? Papá y tú podríais estar juntos, ¿recuerdas lo de dejar a un lado las diferencias y unir vuestras semejanzas? Podrías intentarlo…
Katrina Volkova- Cazador
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Fecha de inscripción : 19/09/2010
Edad : 32
Localización : El mundo
Re: La pequeña Persephone (Parte 2) [Lilith y Katrina]
-No te preocupes, tengo a la cazadora en la palma de la mano. No creo que se atreva a hacer alguna barbaridad, más aún, porque su vida le sería arrebatada. La llevaría al infierno y volvería a disfrutar de la estancia junto nosotros. El miedo de ir al infierno es muy grande, querido mío. ¿Crees que una simple humana que ya ha residido allí se atrevería a fastidiar mis planes? No lo creo… Débil, esa es la palabra que la describe a la perfección. No te preocupes por Persephone, está en buenas manos, aunque temo que la cazadora le inculque su bondad y sentimentalismos… Eso es lo único que me quita el sueño… Tendrás que encargarte de estar mucho tiempo con Persephone, enséñala cosas del Infierno, ya es hora de que sepa todo sobre nosotros. Su madre intentará evitarlo, pero eso será lo divertido. No podrá hacer nada. Debe tenerte miedo Mefistófeles, si se pasa de la raya, castígala. Ya sabes cómo. Algún día aprenderá, es humana.- ¿Aprender? Katrina es incapaz de aprender nada que nosotros queramos enseñarle. Es una testaruda y arrogante... y me ponía.
Lailith saltó sobre mi y rodeó mi cintura con sus piernas. Abracé su cuerpo para que no cayera y correspondí el beso apasionado.
-Además… Los dos sabemos que la cazadora está enamorada de ti, eso es un punto a tu favor. Se mostrará rebelde y asqueada, pero nada podrá eliminar sus sentimientos hacia ti, el demonio que la condenó al Infierno. Es un poco masoca ¿no? Eso me gusta…
-Y a mi me excita aún más... tal vez una de estas noches no tendremos que jugar nosotros dos solos y añadamos un nuevo jugador- mis manos bajaron a su trasero y la sujetaron desde ahí- Katrina creerá que en realidad nos odia, nos tiene asco y que sería mejor que librara al mundo de nuestra plaga... pero se engaña así misma. Siente atracción hacia nosotros, nos desea y por eso le provocamos tanto miedo y odio. Teme ser una de los nuestros... pero tiempo al tiempo- ataqué su cuello con mordiscos y cuellos y escuché sus jadeos de placer- Tendríamos que reservarnos a esta noche... tenemos la casa para nosotros solos... pero...- mi mano se ocultó más tras su trasero, buscando la entrada de su sexo y pude acariciarlo con mis dedos, aunque con algo de dificultad- te estoy echando demasiado de menos.
Lailith saltó sobre mi y rodeó mi cintura con sus piernas. Abracé su cuerpo para que no cayera y correspondí el beso apasionado.
-Además… Los dos sabemos que la cazadora está enamorada de ti, eso es un punto a tu favor. Se mostrará rebelde y asqueada, pero nada podrá eliminar sus sentimientos hacia ti, el demonio que la condenó al Infierno. Es un poco masoca ¿no? Eso me gusta…
-Y a mi me excita aún más... tal vez una de estas noches no tendremos que jugar nosotros dos solos y añadamos un nuevo jugador- mis manos bajaron a su trasero y la sujetaron desde ahí- Katrina creerá que en realidad nos odia, nos tiene asco y que sería mejor que librara al mundo de nuestra plaga... pero se engaña así misma. Siente atracción hacia nosotros, nos desea y por eso le provocamos tanto miedo y odio. Teme ser una de los nuestros... pero tiempo al tiempo- ataqué su cuello con mordiscos y cuellos y escuché sus jadeos de placer- Tendríamos que reservarnos a esta noche... tenemos la casa para nosotros solos... pero...- mi mano se ocultó más tras su trasero, buscando la entrada de su sexo y pude acariciarlo con mis dedos, aunque con algo de dificultad- te estoy echando demasiado de menos.
Mefistófeles- Demonio
- Mensajes : 537
Fecha de inscripción : 03/10/2010
Re: La pequeña Persephone (Parte 2) [Lilith y Katrina]
-Y a mí me excita aún más... tal vez una de estas noches no tendremos que jugar nosotros dos solos y añadamos un nuevo jugador- Me quedé pensando en aquella propuesta de Mefistófeles. No, no sería mala idea. El imaginármelo… me hacía la boca agua. Una cazadora jugando con dos demonios. Y mucho más divertido si es en contra de su voluntad. Pero no, no debíamos jugar con fuego, al menos de momento. Ella solita caería, lo sabía.- Katrina creerá que en realidad nos odia, nos tiene asco y que sería mejor que librara al mundo de nuestra plaga... pero se engaña a sí misma. Siente atracción hacia nosotros, nos desea y por eso le provocamos tanto miedo y odio. Teme ser una de los nuestros... pero tiempo al tiempo- Comenzó a morder mi cuello, sí… ya tenía ganas de él. Todo lo dicho anteriormente era cierto. Nos odia, nos tiene asco, pero lo mejor era que le atraíamos. ¿O solo sería Mefistófeles? No… si un demonio le atraía, los demás también. Aunque Mefistófeles guardaba cierto encanto, no me extrañaba que se sintiera atraída por él.- Tendríamos que reservarnos a esta noche... tenemos la casa para nosotros solos... pero… te estoy echando demasiado de menos.- su mano llegó a mi sexo… Sí, no podía contenerse. Pero no, no debíamos en aquellos momentos.
-Después, en la habitación o en el sótano con el potro de torturas. Ahora debemos observar qué hace Katrina con la niña.- Me bajó al suelo, me encaminé hacia la habitación dónde se encontraba Persephone y Katrina.
La niña parecía muy feliz jugando con la cazadora. Las dos reían. En aquellos momentos, Katrina hacía cosquillas a Persephone, y esta se revolvía riendo sin parar. Sería una escena encantadora, pero a mí me revolvía el estómago.
-Bueno, ya conoces la casa, ¿verdad? Ya es tarde, son las nueve y Persephone tiene que dar sus clases matutinas.
-Joo… tía Lilith, déjame que hoy juegue con Lydia, por fis…
-No. No debes dejar tus clases, te lo prohíbo, debes ser más inteligente que los demás niños, ¿lo olvidaste?
-¡Papá, por favor!- ya estaba haciendo pucheros.
Miré a Mefistófeles con seriedad y este se puso de mi parte. La mirada de Katrina era fulminante, ¿no te ha gustado mi forma de jugar pequeña? Persephone no debía ser débil.
-Mefistófeles, ya te dije qué debías enseñarle a partir de hoy. Yo vuelvo a la mansión, quiero preparar algunas cosas- y le dediqué una mirada pícara.- Adiós muchachitas.
-Después, en la habitación o en el sótano con el potro de torturas. Ahora debemos observar qué hace Katrina con la niña.- Me bajó al suelo, me encaminé hacia la habitación dónde se encontraba Persephone y Katrina.
La niña parecía muy feliz jugando con la cazadora. Las dos reían. En aquellos momentos, Katrina hacía cosquillas a Persephone, y esta se revolvía riendo sin parar. Sería una escena encantadora, pero a mí me revolvía el estómago.
-Bueno, ya conoces la casa, ¿verdad? Ya es tarde, son las nueve y Persephone tiene que dar sus clases matutinas.
-Joo… tía Lilith, déjame que hoy juegue con Lydia, por fis…
-No. No debes dejar tus clases, te lo prohíbo, debes ser más inteligente que los demás niños, ¿lo olvidaste?
-¡Papá, por favor!- ya estaba haciendo pucheros.
Miré a Mefistófeles con seriedad y este se puso de mi parte. La mirada de Katrina era fulminante, ¿no te ha gustado mi forma de jugar pequeña? Persephone no debía ser débil.
-Mefistófeles, ya te dije qué debías enseñarle a partir de hoy. Yo vuelvo a la mansión, quiero preparar algunas cosas- y le dediqué una mirada pícara.- Adiós muchachitas.
Lilith Mater Inferorum- Demonio
- Mensajes : 60
Fecha de inscripción : 19/10/2010
Re: La pequeña Persephone (Parte 2) [Lilith y Katrina]
Off: controlaros un poquito… jaja.
Persephone y yo nos divertíamos, jugando con las muñecas. Pero me cansé de las muñecas. Me lancé hacia ella y comencé a hacerla cosquillas. Las dos reíamos sin parar. Ella por las cosquillas y yo por la situación.
-¡Para, para!- decía sin parar de reírse.
-¡Pero si en verdad te gustan las cosquillas!- paré unos segundos. Ella dejó de reír pero me miró divertida- ¿Verdad que sí?- pregunté a mi mano. Entonces volví a hacerla cosquillas.
-No, por favor, para- riéndose sin parar…
Entonces aguaron nuestra diversión. Lilith y Mefistófeles aparecieron, ya irían a molestarnos, como siempre hacían los malditos demonios. Joder, no podía disfrutar ni un rato a solas con mi hija, no… tenían que venir y joderme la vida.
-Bueno, ya conoces la casa, ¿verdad? Ya es tarde, son las nueve y Persephone tiene que dar sus clases matutinas.- ¿perdón? ¿Y esa de qué iba?
-Joo… tía Lilith, déjame que hoy juegue con Lydia, por fis…
-No. No debes dejar tus clases, te lo prohíbo, debes ser más inteligente que los demás niños, ¿lo olvidaste?- Es una maldita zorra que solo buscaba sus fines.
-¡Papá, por favor!- Mefistófeles, veamos lo hombre que eres y cómo dices que no a tu hija. Como esperaba, con una sola mirada de Lilith, éste se lo negó. Cobarde, luego decían de mí, pero aquel bicho no sabía decir que no al bicho mayor. Qué pena daba.
-Mefistófeles, ya te dije qué debías enseñarle a partir de hoy. Yo vuelvo a la mansión, quiero preparar algunas cosas- miró a Mefistófeles de una manera… Apreté los dientes, ¿sentía celos? No, no podía ser eso.- Adiós muchachitas.- Cuando Lilith salió me levanté y me acerqué a Mefistófeles.
-Enhorabuena genio, eres tan cobarde como decís que lo soy yo. ¡No ves que la niña no quiere hacer nada de eso!- le señalé a Persephone que estaba llorando en un rincón- Me das asco Mefistófeles, tu hija está llorando y tú como si nada.- todas las palabras fueron en voz baja para que Persephone no escuchase.- ¿Ahora te crees cuando digo que eres patético?
-Papá…- dijo Persephone acercándose a nosotros- Por fis, no hagas caso a la tía… quiero jugar con Lydia, por favor…- enarqué una ceja mirando a Mefistófeles. ¿Ahora te lo crees demonio?- La tía es mala conmigo, nunca me deja hacer lo que quiero… Lydia es buena, ella juega conmigo y me habla de muchas cosas… A partir de ahora va a ser mi mamá, se lo he pedido yo. ¿Vosotros os queréis? Los papás siempre se quieren… Yo quiero una familia normal papi… Quiero tener dos papás que me quieran- y las lágrimas volvieron a sus ojos, se sentó en el suelo y se puso a llorar a lágrima viva. Yo estaba a punto de acompañarla, sus palabras… eran demasiado fuertes para mí. Nunca tendría una familia normal, más por su padre… No era justo…
Persephone y yo nos divertíamos, jugando con las muñecas. Pero me cansé de las muñecas. Me lancé hacia ella y comencé a hacerla cosquillas. Las dos reíamos sin parar. Ella por las cosquillas y yo por la situación.
-¡Para, para!- decía sin parar de reírse.
-¡Pero si en verdad te gustan las cosquillas!- paré unos segundos. Ella dejó de reír pero me miró divertida- ¿Verdad que sí?- pregunté a mi mano. Entonces volví a hacerla cosquillas.
-No, por favor, para- riéndose sin parar…
Entonces aguaron nuestra diversión. Lilith y Mefistófeles aparecieron, ya irían a molestarnos, como siempre hacían los malditos demonios. Joder, no podía disfrutar ni un rato a solas con mi hija, no… tenían que venir y joderme la vida.
-Bueno, ya conoces la casa, ¿verdad? Ya es tarde, son las nueve y Persephone tiene que dar sus clases matutinas.- ¿perdón? ¿Y esa de qué iba?
-Joo… tía Lilith, déjame que hoy juegue con Lydia, por fis…
-No. No debes dejar tus clases, te lo prohíbo, debes ser más inteligente que los demás niños, ¿lo olvidaste?- Es una maldita zorra que solo buscaba sus fines.
-¡Papá, por favor!- Mefistófeles, veamos lo hombre que eres y cómo dices que no a tu hija. Como esperaba, con una sola mirada de Lilith, éste se lo negó. Cobarde, luego decían de mí, pero aquel bicho no sabía decir que no al bicho mayor. Qué pena daba.
-Mefistófeles, ya te dije qué debías enseñarle a partir de hoy. Yo vuelvo a la mansión, quiero preparar algunas cosas- miró a Mefistófeles de una manera… Apreté los dientes, ¿sentía celos? No, no podía ser eso.- Adiós muchachitas.- Cuando Lilith salió me levanté y me acerqué a Mefistófeles.
-Enhorabuena genio, eres tan cobarde como decís que lo soy yo. ¡No ves que la niña no quiere hacer nada de eso!- le señalé a Persephone que estaba llorando en un rincón- Me das asco Mefistófeles, tu hija está llorando y tú como si nada.- todas las palabras fueron en voz baja para que Persephone no escuchase.- ¿Ahora te crees cuando digo que eres patético?
-Papá…- dijo Persephone acercándose a nosotros- Por fis, no hagas caso a la tía… quiero jugar con Lydia, por favor…- enarqué una ceja mirando a Mefistófeles. ¿Ahora te lo crees demonio?- La tía es mala conmigo, nunca me deja hacer lo que quiero… Lydia es buena, ella juega conmigo y me habla de muchas cosas… A partir de ahora va a ser mi mamá, se lo he pedido yo. ¿Vosotros os queréis? Los papás siempre se quieren… Yo quiero una familia normal papi… Quiero tener dos papás que me quieran- y las lágrimas volvieron a sus ojos, se sentó en el suelo y se puso a llorar a lágrima viva. Yo estaba a punto de acompañarla, sus palabras… eran demasiado fuertes para mí. Nunca tendría una familia normal, más por su padre… No era justo…
Katrina Volkova- Cazador
- Mensajes : 419
Fecha de inscripción : 19/09/2010
Edad : 32
Localización : El mundo
Re: La pequeña Persephone (Parte 2) [Lilith y Katrina]
-Enhorabuena genio, eres tan cobarde como decís que lo soy yo. ¡No ves que la niña no quiere hacer nada de eso! Me das asco Mefistófeles, tu hija está llorando y tú como si nada. ¿Ahora te crees cuando digo que eres patético?- Sus palabras, fácil de ignorar. El problema que tenía ahora delante no tanto. Imaginaba que esto pudiera suceder y tenía que resolverlo lo antes posible.
-Papá… Por fis, no hagas caso a la tía… quiero jugar con Lydia, por favor… La tía es mala conmigo, nunca me deja hacer lo que quiero… Lydia es buena, ella juega conmigo y me habla de muchas cosas… A partir de ahora va a ser mi mamá, se lo he pedido yo. ¿Vosotros os queréis? Los papás siempre se quieren… Yo quiero una familia normal papi… Quiero tener dos papás que me quieran.
Cogí a la niña en brazos y me la llevé al salón de abajo, con la intención que el paseo hasta allí la calmara un poco.
-Tienes que comprender, Persephone...- comencé dejándola sentada en un sillón, limpiándole las lágrimas con un pañuelo-... que el amor entre dos personas no nace del día a la mañana, por mucho que alguien lo deseé. No debes ser avariciosa, hija mía. Tampoco desagradecida- todo aquello se lo estaba diciendo con tono dulce- La tía Lilith se preocupa por tu educación ¿por eso tiene que ser mala?- ella se encogió de hombros- Puede que con la tía Lilith no te diviertas tanto como conmigo o Lydia, pero respóndeme a unas preguntas- me gustaba solucionar los problemas de Persephone con preguntas, eso la ayudaban a pensar por si misma y a buscar respuestas coherentes- ¿Quién te enseño a leer Persephone?
-Tía Lilith- contestó agachando la mirada
-¿Y a escribir?
-Tía Lilith
-¿Y quién te tranquilizo cuando descubriste que no eras corriente, que podías hacer cosas que los demás niños no podían hacer?
-Tía Lilith.
-¿Sigues pensando que tía Lilith no te quiere?
-Lo siento...- y me abrazó con fuerza. Por el rabillo del ojo miré triunfante a la cazadora que no daba crédito a la situación.
-Mi vida, en la vida hay momentos de diversión y aburrimiento... debes saber convivir con ambos si quieres tener una vida plena- ella asintió mas animada y le guiñé un ojo- cuando terminemos podrás estar toda la tarde con tu nueva mama.- me alcé para dirigirme a una de las estanterías donde saqué un grueso libro.
-¿Qué vamos a dar hoy papa? ¿Matemáticas, filosofía?
-Historia hija mía, nuestra historia- y le mostré el titulo del libro: La Biblia
-Ese libro es muy gordo papa, perderemos días en leerlo- se quejó.
-No te preocupes cariño, solo voy a leerte unos trozos- ignoré la presencia de Katrina y me senté junto a mi hija, que se acurrucó a mi lado para poder ver mejor el libro.
Abrí por el lugar indicado, y le relate la historia de la creación de Lucifer y su futuro destierro, al igual que algunos relatos para que Persephone también conociera al personaje que representaba Dios. Luego cerré el libro y la miré. Habían pasado varias horas desde que había comenzado pero la niña no parecía aburrida, sino atenta.- Cariño has escuchado la historia sobre un personaje que tiene mucha relevancia en nuestro origen. Háblame de Lucifer, quiero que me des tu sincera opinión- la niña desvió la mirada, parecía que buscaba las palabras adecuadas para responder.
-Lucifer fue un ángel creado por Dios... el más hermoso y querido por su creador...- comenzó la niña- Su libre albedrío le llevó a su caída. Celoso de los humanos, al retener todo el amor de Dios, Lucifer quiso hacer entrar en razón a su padre pues no debía querer a criaturas tan imperfectas. Luego se reveló y fue expulsado del cielo, siendo encerrado en el infierno- parecía consternada- Me parece un castigo injusto, al igual que todos los castigos que Dios ha lanzado contra la humanidad. Si el señor les ha dado libre albedrío a sus hijos ¿por que los castiga de forma tan cruel solo por que hacen lo que quieren, tal y como dicta su naturaleza?- que mente tan brillante, me encantaba esa niña- Lucifer solo quería volver a ganarse el amor de un padre caprichoso y fue castigado por ello.
-Este libro, La Biblia ¿desde que perspectiva está escrita?- le pregunté.
-Desde la perspectiva de un ingenuo. En la historia nos incita a temer al señor del infierno porque se reveló contra su padre, pero no se dan cuenta que a quien de verdad hay que temer es a Dios. La desobediencia se paga cara y solo con servidumbre ganas su perdón. Dios se gana el respeto matando a cientos de personas... a Lucifer lo temen solo por existir- me había emocionado y todo con las palabras de mi hija, ni yo lo hubiera expresado mucho mejor.
-Y por eso los humanos también nos temen a nosotros, hija mía...- me miró sin comprender- Somos los hijos de Lucifer, antes de su encierro con su propia sangre creó al primer demonio del mundo... los demás nacimos a partir de ella- dejé el tema de Lilith para otro día, no hacia falta contarle todo enseguida- Desde el primer día supiste que eras diferente, ahora ya tienes el nombre de tu especial- besé su cabeza con cariño y me levanté- Reflexiona, cariño. Ya conoces cual es la perspectiva de los humanos para con los demonios ¿creerás su terror incondicional, creerás lo que dicen? ¿Te consideras un monstruo hija mía, me consideras un monstruo a mi?- Su respuesta estaba clara, para este momento habíamos actuado durante tantos años. Comportándonos con sutileza y buenos modales, ahora dándole a entender lo xenófobos que podían llegar a ser los humanos y la ira de Dios.
-Los monstruos no somos nosotros, son ellos y sus estúpidas creencias- sonreí satisfecho y la llené de besos.
-La lección de hoy se ha terminado cariño, ve a jugar con Lydia- ahora pareció aún más contenta que antes. En un día había conseguido las respuestas a sus preguntas y había ganado una madre. Radiaba felicidad.
Subió corriendo al tercer piso para ir a por las muñecas y yo me quedé solo con Katrina.
La miré con seriedad.
-Vamos Katrina, atrévete ahora a contarle que en realidad los demonios somos unos monstruos. Dile a tu propia hija que en realidad es un terrible engendro del infierno. Adelante, díselo y matarás a tu hija de tres años- las cartas estaban echadas sobre la mesa y nosotros habíamos ganado. Katrina ya no podía influir en Persephone haciéndola creer que los demonios eramos unos monstruos desalmados. Ahora Persephone conocía sus raíces y no toleraría que nadie despreciara sus orígenes- que os divirtáis las dos, estaré aquí abajo por si me necesitáis- y Katrina se marchó al tercer piso donde podía escuchar a mi hija remover todos los juguetes qu etenía
-Papá… Por fis, no hagas caso a la tía… quiero jugar con Lydia, por favor… La tía es mala conmigo, nunca me deja hacer lo que quiero… Lydia es buena, ella juega conmigo y me habla de muchas cosas… A partir de ahora va a ser mi mamá, se lo he pedido yo. ¿Vosotros os queréis? Los papás siempre se quieren… Yo quiero una familia normal papi… Quiero tener dos papás que me quieran.
Cogí a la niña en brazos y me la llevé al salón de abajo, con la intención que el paseo hasta allí la calmara un poco.
-Tienes que comprender, Persephone...- comencé dejándola sentada en un sillón, limpiándole las lágrimas con un pañuelo-... que el amor entre dos personas no nace del día a la mañana, por mucho que alguien lo deseé. No debes ser avariciosa, hija mía. Tampoco desagradecida- todo aquello se lo estaba diciendo con tono dulce- La tía Lilith se preocupa por tu educación ¿por eso tiene que ser mala?- ella se encogió de hombros- Puede que con la tía Lilith no te diviertas tanto como conmigo o Lydia, pero respóndeme a unas preguntas- me gustaba solucionar los problemas de Persephone con preguntas, eso la ayudaban a pensar por si misma y a buscar respuestas coherentes- ¿Quién te enseño a leer Persephone?
-Tía Lilith- contestó agachando la mirada
-¿Y a escribir?
-Tía Lilith
-¿Y quién te tranquilizo cuando descubriste que no eras corriente, que podías hacer cosas que los demás niños no podían hacer?
-Tía Lilith.
-¿Sigues pensando que tía Lilith no te quiere?
-Lo siento...- y me abrazó con fuerza. Por el rabillo del ojo miré triunfante a la cazadora que no daba crédito a la situación.
-Mi vida, en la vida hay momentos de diversión y aburrimiento... debes saber convivir con ambos si quieres tener una vida plena- ella asintió mas animada y le guiñé un ojo- cuando terminemos podrás estar toda la tarde con tu nueva mama.- me alcé para dirigirme a una de las estanterías donde saqué un grueso libro.
-¿Qué vamos a dar hoy papa? ¿Matemáticas, filosofía?
-Historia hija mía, nuestra historia- y le mostré el titulo del libro: La Biblia
-Ese libro es muy gordo papa, perderemos días en leerlo- se quejó.
-No te preocupes cariño, solo voy a leerte unos trozos- ignoré la presencia de Katrina y me senté junto a mi hija, que se acurrucó a mi lado para poder ver mejor el libro.
Abrí por el lugar indicado, y le relate la historia de la creación de Lucifer y su futuro destierro, al igual que algunos relatos para que Persephone también conociera al personaje que representaba Dios. Luego cerré el libro y la miré. Habían pasado varias horas desde que había comenzado pero la niña no parecía aburrida, sino atenta.- Cariño has escuchado la historia sobre un personaje que tiene mucha relevancia en nuestro origen. Háblame de Lucifer, quiero que me des tu sincera opinión- la niña desvió la mirada, parecía que buscaba las palabras adecuadas para responder.
-Lucifer fue un ángel creado por Dios... el más hermoso y querido por su creador...- comenzó la niña- Su libre albedrío le llevó a su caída. Celoso de los humanos, al retener todo el amor de Dios, Lucifer quiso hacer entrar en razón a su padre pues no debía querer a criaturas tan imperfectas. Luego se reveló y fue expulsado del cielo, siendo encerrado en el infierno- parecía consternada- Me parece un castigo injusto, al igual que todos los castigos que Dios ha lanzado contra la humanidad. Si el señor les ha dado libre albedrío a sus hijos ¿por que los castiga de forma tan cruel solo por que hacen lo que quieren, tal y como dicta su naturaleza?- que mente tan brillante, me encantaba esa niña- Lucifer solo quería volver a ganarse el amor de un padre caprichoso y fue castigado por ello.
-Este libro, La Biblia ¿desde que perspectiva está escrita?- le pregunté.
-Desde la perspectiva de un ingenuo. En la historia nos incita a temer al señor del infierno porque se reveló contra su padre, pero no se dan cuenta que a quien de verdad hay que temer es a Dios. La desobediencia se paga cara y solo con servidumbre ganas su perdón. Dios se gana el respeto matando a cientos de personas... a Lucifer lo temen solo por existir- me había emocionado y todo con las palabras de mi hija, ni yo lo hubiera expresado mucho mejor.
-Y por eso los humanos también nos temen a nosotros, hija mía...- me miró sin comprender- Somos los hijos de Lucifer, antes de su encierro con su propia sangre creó al primer demonio del mundo... los demás nacimos a partir de ella- dejé el tema de Lilith para otro día, no hacia falta contarle todo enseguida- Desde el primer día supiste que eras diferente, ahora ya tienes el nombre de tu especial- besé su cabeza con cariño y me levanté- Reflexiona, cariño. Ya conoces cual es la perspectiva de los humanos para con los demonios ¿creerás su terror incondicional, creerás lo que dicen? ¿Te consideras un monstruo hija mía, me consideras un monstruo a mi?- Su respuesta estaba clara, para este momento habíamos actuado durante tantos años. Comportándonos con sutileza y buenos modales, ahora dándole a entender lo xenófobos que podían llegar a ser los humanos y la ira de Dios.
-Los monstruos no somos nosotros, son ellos y sus estúpidas creencias- sonreí satisfecho y la llené de besos.
-La lección de hoy se ha terminado cariño, ve a jugar con Lydia- ahora pareció aún más contenta que antes. En un día había conseguido las respuestas a sus preguntas y había ganado una madre. Radiaba felicidad.
Subió corriendo al tercer piso para ir a por las muñecas y yo me quedé solo con Katrina.
La miré con seriedad.
-Vamos Katrina, atrévete ahora a contarle que en realidad los demonios somos unos monstruos. Dile a tu propia hija que en realidad es un terrible engendro del infierno. Adelante, díselo y matarás a tu hija de tres años- las cartas estaban echadas sobre la mesa y nosotros habíamos ganado. Katrina ya no podía influir en Persephone haciéndola creer que los demonios eramos unos monstruos desalmados. Ahora Persephone conocía sus raíces y no toleraría que nadie despreciara sus orígenes- que os divirtáis las dos, estaré aquí abajo por si me necesitáis- y Katrina se marchó al tercer piso donde podía escuchar a mi hija remover todos los juguetes qu etenía
Mefistófeles- Demonio
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Fecha de inscripción : 03/10/2010
Re: La pequeña Persephone (Parte 2) [Lilith y Katrina]
Mefistófeles cogió a la niña, saliendo de la habitación. ¿Acaso creía que iba a quedarme sin hacer nada? Já. Le seguí de cerca. Su caminata dejó paso al salón de la casa. Dejó a la niña en un sillón, le secó las lágrimas.
-Tienes que comprender, Persephone que el amor entre dos personas no nace del día a la mañana, por mucho que alguien lo deseé. No debes ser avariciosa, hija mía. Tampoco desagradecida- Al menos tenía razón en algo. Aunque Persephone lo hubiese pedido no creía la posibilidad de “ser la esposa del demonio”. Ni hablar, tarde o temprano le vomitaría en la cara, el asco que le tenía era infinito- La tía Lilith se preocupa por tu educación ¿por eso tiene que ser mala? Puede que con la tía Lilith no te diviertas tanto como conmigo o Lydia, pero respóndeme a unas preguntas. ¿Quién te enseño a leer Persephone? ¿Y a escribir? ¿Y quién te tranquilizo cuando descubriste que no eras corriente, que podías hacer cosas que los demás niños no podían hacer?- todas aquellas preguntas tenían las mismas respuestas “Lilith”. Me repugnaba la idea de que Lilith estuviera tanto tiempo con Persephone, pero no podía hacer nada, si no podía quitársela a su padre, a ella tampoco.- ¿Sigues pensando que tía Lilith no te quiere?
-Lo siento...- no lo sientas hija mía, ella es mala y tarde o temprano la conocerás, lo sé. Abrazó a su padre y éste me miró con una sonrisa triunfante. Mi mirada era severa con algo de sorpresa pero mi rostro no expresaba mis sentimientos por completo.
Al parecer iba a seguir con el plan de Lilith. Iba a hacer que la niña se aburriera durante un buen rato. Imbécil. Con las ganas que tenía de estar jugando con ella… Sacó de una estantería un libro bastante gordo. La vista me llegó a leer el nombre: La Biblia. ¿Estaba viendo bien? No podía creérmelo. ¿Qué narices iba a contarle sobra la Biblia?
Mefistófeles narró la historia del arcángel Lucifer y su destierro por Dios. Aquella historia ya la sabía de antemano. Después, Mefistófeles pidió a Persephone que le hablara sobre Lucifer, ésta lo pensó durante unos segundos y después contestó.
-Lucifer fue un ángel creado por Dios... el más hermoso y querido por su creador… Su libre albedrío le llevó a su caída. Celoso de los humanos, al retener todo el amor de Dios, Lucifer quiso hacer entrar en razón a su padre pues no debía querer a criaturas tan imperfectas. Luego se reveló y fue expulsado del cielo, siendo encerrado en el infierno- la escuché con atención. Si bien, debía admitir que fue un castigo injusto, pero no quitaba sus otros pecados.- Me parece un castigo injusto, al igual que todos los castigos que Dios ha lanzado contra la humanidad. Si el señor les ha dado libre albedrío a sus hijos ¿por qué los castiga de forma tan cruel solo por que hacen lo que quieren, tal y como dicta su naturaleza? Lucifer solo quería volver a ganarse el amor de un padre caprichoso y fue castigado por ello.- ¿Cómo podía ser tan inteligente aquella niña? No podía explicármelo.
-Este libro, La Biblia ¿desde qué perspectiva está escrita?- le pregunté.
-Desde la perspectiva de un ingenuo. En la historia nos incita a temer al señor del infierno porque se reveló contra su padre, pero no se dan cuenta que a quien de verdad hay que temer es a Dios. La desobediencia se paga cara y solo con servidumbre ganas su perdón. Dios se gana el respeto matando a cientos de personas... a Lucifer lo temen solo por existir- verdad, al menos, en parte.
-Y por eso los humanos también nos temen a nosotros, hija mía... Somos los hijos de Lucifer, antes de su encierro con su propia sangre creó al primer demonio del mundo... los demás nacimos a partir de ella. Desde el primer día supiste que eras diferente, ahora ya tienes el nombre de tu especial. Reflexiona, cariño. Ya conoces cual es la perspectiva de los humanos para con los demonios ¿creerás su terror incondicional, creerás lo que dicen? ¿Te consideras un monstruo hija mía, me consideras un monstruo a mi?
-Los monstruos no somos nosotros, son ellos y sus estúpidas creencias- Mefistófeles llenó de besos a la niña. Yo no pude consentir la verdad a medias. Carraspeé la garganta. Ambos dirigieron sus miradas hacia mí. Estaba sentada en el suelo, apoyada en la pared.
-Bien. Una historia preciosa Mefistófeles. Yo no niego la verdad ni la ignorancia de quien escribió la Biblia. Tampoco es un libro que me haya llamado mucho la atención pues las mentiras que contiene son mayores que las verdades. Es cierto que Dios desterró a Lucifer del paraíso, sentía envidia de los humanos pues su padre les amaba más que a los ángeles. El no quería consentirlo, quería ganarse el amor de Dios. Pero te saltaste algo importante. Quería provocar el caos hacia la raza humana, quería dar a entender a Dios que ellos eran superiores a los humanos y que debía amarles a ellos. Pero los humanos estaban hechos a la imagen de Dios y no consiguió ablandar su corazón. Le desterró del Paraíso mandándole al Infierno. ¿Castigo injusto? Pudiera ser. Dentro de lo que cabe iba a causar mal, ¿no? Un apocalipsis. Está mucho mejor encerrado. Persephone, yo no temo a los demonios, me enfrento a ellos, tu padre puede decírtelo. Yo he estado en el Infierno, he pasado terribles años entre agonía. No es un mundo bonito. Lucifer no ha llegado a matar a nadie, Dios sí, pero la diferencia entre los dos es que Lucifer le deja su trabajo a seres inferiores a él.- Miré a Mefistófeles con seriedad, aunque le molestase, sabía que tenía toda la razón del mundo- Tú no eres un monstruo, cielo. Ni siquiera tu padre o Lilith, los verdaderos monstruos son quienes les crearon a imagen de Lucifer. Pues Lucifer tiene una espina clavada en su corazón por culpa de su padre, y quien consiga quitársela desatará el terror en este mundo. Estoy de acuerdo con que la Biblia está escrita desde la perspectiva de un ingenuo, entonces pues, ¿cómo sabes con certeza que lo que en verdad sucedió fue lo que pone ahí? No hay que creerse con palabras exactas todo el contenido. Tu padre, sin duda, conocerá la historia, tan bien como yo, y por eso te lo confirma. El infierno te hace aprender mucho, cariño mío, no son los demonios a los que debes temer allí abajo, sino a tus propios monstruos, a tus miedos más profundos y sufrimientos… eso es mucho peor que ellos.
-La lección de hoy se ha terminado cariño, ve a jugar con Lydia- Dijo tajante tras mi discurso.
Persephone me había escuchado con atención, parecía un poco confusa por las dos opiniones, la suya infligida por su padre y la mía. Debía reflexionar ella sola, era lo mejor. Subió corriendo hacia la habitación donde tenía todos los juguetes, yo me quedé a solas con Mefistófeles.
-Vamos Katrina, atrévete ahora a contarle que en realidad los demonios somos unos monstruos. Dile a tu propia hija que en realidad es un terrible engendro del infierno. Adelante, díselo y matarás a tu hija de tres años.
-¿No me has escuchado Mefistófeles? ¿Tanta rabia sientes de que tenga razón? Trágate tus propias palabras si tanto asco sientes de que te haya silenciado. Tú como yo, sabemos qué hay ahí abajo. No es un lugar bonito para una niña como Persephone. ¿No te das cuenta de tu error? Estás demasiado ciego para comprender que Persephone no volvería a ser la misma tras bajar al Infierno. ¿Y tú sigues refugiándote tras la nube de humo que hay en tu cabeza? No lo comprendo.- Mis palabras estaba cargadas de molestia y mi mirada no era severa, no. Era una mirada apenada.- Ya me comunicarás tus pensamientos más tarde. Espero que no te llames a ti mismo “monstruo”, ya sabrás lo que pienso de ese término. Ahora eres tú quien elige, Mefistófeles…
-Que os divirtáis las dos, estaré aquí abajo por si me necesitáis- parecía un poco molesto, pero no quise invertir más tiempo en aquello. Él era quien debía reflexionar.
Me fui de la habitación y encontré a Persephone jugando con las muñecas. Las dos juntas jugamos a las casitas. Incluso a médicos, ella hacía de enfermera y yo de paciente. Una paciente que estaba muy enferma y ella tenía que averiguar qué era lo que me pasaba. El juego se trataba de dar pistas de lo que me ocurría, y si ella acertaba la enfermedad que tenía en la cabeza, trataba de curarme con lo que creía necesario. Me divertí mucho con ella. No recordaba cuando fue la última vez que jugué a aquellos juegos… Pero disfruté recordando los viejos tiempos. La niña se quejó de que tenía hambre, por lo que las dos bajamos las escaleras en busca de Mefistófeles.
-Persephone tiene hambre… ¿es su hora de comer?- Mefistófeles asintió, su expresión parecía distante y desconcertante.- ¿Quieres que te prepare yo la comida pequeña?
-¡Sí! Quiero… quiero… ¡quiero una sopa de verduras! Me apetece mucho.
-Pues manos a la obra, ¿me enseñas dónde está la cocina?- la niña me cogió de la mano al instante, antes de salir de la habitación dirigí la mirada a Mefistófeles, ¿qué demonios pensaba?
Persephone me ayudó a sacar todos los ingredientes y todo lo necesario para hacer la comida. Nos pusimos a hacerla las dos juntas, pero me sentí un poco ¿triste? Me agaché y miré a Persephone a los ojos.
-Tu padre parece triste, ¿por qué no vas a hablar con él y descubres qué le ocurre? Vamos cielo…- sonreí cariñosamente, la niña accedió contenta.
-En el fondo mi padre te cae bien…- dijo con una sonrisa ilusionada saliendo de la cocina. Mientras tanto yo seguí con aquella labor, haciendo la comida para la niña.
-Papá, ¿te ocurre algo?- “dije poniéndome frente a él”.
-Tienes que comprender, Persephone que el amor entre dos personas no nace del día a la mañana, por mucho que alguien lo deseé. No debes ser avariciosa, hija mía. Tampoco desagradecida- Al menos tenía razón en algo. Aunque Persephone lo hubiese pedido no creía la posibilidad de “ser la esposa del demonio”. Ni hablar, tarde o temprano le vomitaría en la cara, el asco que le tenía era infinito- La tía Lilith se preocupa por tu educación ¿por eso tiene que ser mala? Puede que con la tía Lilith no te diviertas tanto como conmigo o Lydia, pero respóndeme a unas preguntas. ¿Quién te enseño a leer Persephone? ¿Y a escribir? ¿Y quién te tranquilizo cuando descubriste que no eras corriente, que podías hacer cosas que los demás niños no podían hacer?- todas aquellas preguntas tenían las mismas respuestas “Lilith”. Me repugnaba la idea de que Lilith estuviera tanto tiempo con Persephone, pero no podía hacer nada, si no podía quitársela a su padre, a ella tampoco.- ¿Sigues pensando que tía Lilith no te quiere?
-Lo siento...- no lo sientas hija mía, ella es mala y tarde o temprano la conocerás, lo sé. Abrazó a su padre y éste me miró con una sonrisa triunfante. Mi mirada era severa con algo de sorpresa pero mi rostro no expresaba mis sentimientos por completo.
Al parecer iba a seguir con el plan de Lilith. Iba a hacer que la niña se aburriera durante un buen rato. Imbécil. Con las ganas que tenía de estar jugando con ella… Sacó de una estantería un libro bastante gordo. La vista me llegó a leer el nombre: La Biblia. ¿Estaba viendo bien? No podía creérmelo. ¿Qué narices iba a contarle sobra la Biblia?
Mefistófeles narró la historia del arcángel Lucifer y su destierro por Dios. Aquella historia ya la sabía de antemano. Después, Mefistófeles pidió a Persephone que le hablara sobre Lucifer, ésta lo pensó durante unos segundos y después contestó.
-Lucifer fue un ángel creado por Dios... el más hermoso y querido por su creador… Su libre albedrío le llevó a su caída. Celoso de los humanos, al retener todo el amor de Dios, Lucifer quiso hacer entrar en razón a su padre pues no debía querer a criaturas tan imperfectas. Luego se reveló y fue expulsado del cielo, siendo encerrado en el infierno- la escuché con atención. Si bien, debía admitir que fue un castigo injusto, pero no quitaba sus otros pecados.- Me parece un castigo injusto, al igual que todos los castigos que Dios ha lanzado contra la humanidad. Si el señor les ha dado libre albedrío a sus hijos ¿por qué los castiga de forma tan cruel solo por que hacen lo que quieren, tal y como dicta su naturaleza? Lucifer solo quería volver a ganarse el amor de un padre caprichoso y fue castigado por ello.- ¿Cómo podía ser tan inteligente aquella niña? No podía explicármelo.
-Este libro, La Biblia ¿desde qué perspectiva está escrita?- le pregunté.
-Desde la perspectiva de un ingenuo. En la historia nos incita a temer al señor del infierno porque se reveló contra su padre, pero no se dan cuenta que a quien de verdad hay que temer es a Dios. La desobediencia se paga cara y solo con servidumbre ganas su perdón. Dios se gana el respeto matando a cientos de personas... a Lucifer lo temen solo por existir- verdad, al menos, en parte.
-Y por eso los humanos también nos temen a nosotros, hija mía... Somos los hijos de Lucifer, antes de su encierro con su propia sangre creó al primer demonio del mundo... los demás nacimos a partir de ella. Desde el primer día supiste que eras diferente, ahora ya tienes el nombre de tu especial. Reflexiona, cariño. Ya conoces cual es la perspectiva de los humanos para con los demonios ¿creerás su terror incondicional, creerás lo que dicen? ¿Te consideras un monstruo hija mía, me consideras un monstruo a mi?
-Los monstruos no somos nosotros, son ellos y sus estúpidas creencias- Mefistófeles llenó de besos a la niña. Yo no pude consentir la verdad a medias. Carraspeé la garganta. Ambos dirigieron sus miradas hacia mí. Estaba sentada en el suelo, apoyada en la pared.
-Bien. Una historia preciosa Mefistófeles. Yo no niego la verdad ni la ignorancia de quien escribió la Biblia. Tampoco es un libro que me haya llamado mucho la atención pues las mentiras que contiene son mayores que las verdades. Es cierto que Dios desterró a Lucifer del paraíso, sentía envidia de los humanos pues su padre les amaba más que a los ángeles. El no quería consentirlo, quería ganarse el amor de Dios. Pero te saltaste algo importante. Quería provocar el caos hacia la raza humana, quería dar a entender a Dios que ellos eran superiores a los humanos y que debía amarles a ellos. Pero los humanos estaban hechos a la imagen de Dios y no consiguió ablandar su corazón. Le desterró del Paraíso mandándole al Infierno. ¿Castigo injusto? Pudiera ser. Dentro de lo que cabe iba a causar mal, ¿no? Un apocalipsis. Está mucho mejor encerrado. Persephone, yo no temo a los demonios, me enfrento a ellos, tu padre puede decírtelo. Yo he estado en el Infierno, he pasado terribles años entre agonía. No es un mundo bonito. Lucifer no ha llegado a matar a nadie, Dios sí, pero la diferencia entre los dos es que Lucifer le deja su trabajo a seres inferiores a él.- Miré a Mefistófeles con seriedad, aunque le molestase, sabía que tenía toda la razón del mundo- Tú no eres un monstruo, cielo. Ni siquiera tu padre o Lilith, los verdaderos monstruos son quienes les crearon a imagen de Lucifer. Pues Lucifer tiene una espina clavada en su corazón por culpa de su padre, y quien consiga quitársela desatará el terror en este mundo. Estoy de acuerdo con que la Biblia está escrita desde la perspectiva de un ingenuo, entonces pues, ¿cómo sabes con certeza que lo que en verdad sucedió fue lo que pone ahí? No hay que creerse con palabras exactas todo el contenido. Tu padre, sin duda, conocerá la historia, tan bien como yo, y por eso te lo confirma. El infierno te hace aprender mucho, cariño mío, no son los demonios a los que debes temer allí abajo, sino a tus propios monstruos, a tus miedos más profundos y sufrimientos… eso es mucho peor que ellos.
-La lección de hoy se ha terminado cariño, ve a jugar con Lydia- Dijo tajante tras mi discurso.
Persephone me había escuchado con atención, parecía un poco confusa por las dos opiniones, la suya infligida por su padre y la mía. Debía reflexionar ella sola, era lo mejor. Subió corriendo hacia la habitación donde tenía todos los juguetes, yo me quedé a solas con Mefistófeles.
-Vamos Katrina, atrévete ahora a contarle que en realidad los demonios somos unos monstruos. Dile a tu propia hija que en realidad es un terrible engendro del infierno. Adelante, díselo y matarás a tu hija de tres años.
-¿No me has escuchado Mefistófeles? ¿Tanta rabia sientes de que tenga razón? Trágate tus propias palabras si tanto asco sientes de que te haya silenciado. Tú como yo, sabemos qué hay ahí abajo. No es un lugar bonito para una niña como Persephone. ¿No te das cuenta de tu error? Estás demasiado ciego para comprender que Persephone no volvería a ser la misma tras bajar al Infierno. ¿Y tú sigues refugiándote tras la nube de humo que hay en tu cabeza? No lo comprendo.- Mis palabras estaba cargadas de molestia y mi mirada no era severa, no. Era una mirada apenada.- Ya me comunicarás tus pensamientos más tarde. Espero que no te llames a ti mismo “monstruo”, ya sabrás lo que pienso de ese término. Ahora eres tú quien elige, Mefistófeles…
-Que os divirtáis las dos, estaré aquí abajo por si me necesitáis- parecía un poco molesto, pero no quise invertir más tiempo en aquello. Él era quien debía reflexionar.
Me fui de la habitación y encontré a Persephone jugando con las muñecas. Las dos juntas jugamos a las casitas. Incluso a médicos, ella hacía de enfermera y yo de paciente. Una paciente que estaba muy enferma y ella tenía que averiguar qué era lo que me pasaba. El juego se trataba de dar pistas de lo que me ocurría, y si ella acertaba la enfermedad que tenía en la cabeza, trataba de curarme con lo que creía necesario. Me divertí mucho con ella. No recordaba cuando fue la última vez que jugué a aquellos juegos… Pero disfruté recordando los viejos tiempos. La niña se quejó de que tenía hambre, por lo que las dos bajamos las escaleras en busca de Mefistófeles.
-Persephone tiene hambre… ¿es su hora de comer?- Mefistófeles asintió, su expresión parecía distante y desconcertante.- ¿Quieres que te prepare yo la comida pequeña?
-¡Sí! Quiero… quiero… ¡quiero una sopa de verduras! Me apetece mucho.
-Pues manos a la obra, ¿me enseñas dónde está la cocina?- la niña me cogió de la mano al instante, antes de salir de la habitación dirigí la mirada a Mefistófeles, ¿qué demonios pensaba?
Persephone me ayudó a sacar todos los ingredientes y todo lo necesario para hacer la comida. Nos pusimos a hacerla las dos juntas, pero me sentí un poco ¿triste? Me agaché y miré a Persephone a los ojos.
-Tu padre parece triste, ¿por qué no vas a hablar con él y descubres qué le ocurre? Vamos cielo…- sonreí cariñosamente, la niña accedió contenta.
-En el fondo mi padre te cae bien…- dijo con una sonrisa ilusionada saliendo de la cocina. Mientras tanto yo seguí con aquella labor, haciendo la comida para la niña.
-Papá, ¿te ocurre algo?- “dije poniéndome frente a él”.
Katrina Volkova- Cazador
- Mensajes : 419
Fecha de inscripción : 19/09/2010
Edad : 32
Localización : El mundo
Re: La pequeña Persephone (Parte 2) [Lilith y Katrina]
La lección de poco había servido, solo había conseguido revelarle a Persephone su naturaleza demoníaca. Katrina había conseguido por si sola desacreditar mi historia y crear dudas en la cabeza de la niña. Aún así, tenía a mi favor que Persephone ya no vería igual a los humanos... los miraría por encima del hombro.
Cuando las chicas desaparecieron por la escalera, yo me serví un vaso de brandy que taste con mucho gusto. Me llevé la botella conmigo para rellenarla una y otra vez hasta que esta se vaciara.
No medí el tiempo pasado, solo volví a la realidad cuando escuché a Katrina preguntar si era la hora de cenar de la niña. Solo asentí.
Me veía inmerso en mis propios pensamientos y no era capaz de salir de ellos.
A Persephone no podía enseñarle el infierno, es demasiado pequeña y tampoco quería traumatizarla... y que cojones, yo tampoco quiero volver ahí abajo... lo que queremos es salir de ese maldito sitio.
-Papá, ¿te ocurre algo?- me desperté por completo cuando escuché la voz de Persephone.
-Nada cariño, solo pensaba- la cogí en brazos y la senté en mis piernas- ¿Te lo has pasado bien hoy cariño?- ella asintió con energía y yo sonreí sin querer- Me alegro princesa, seguro que con Lydia te lo pasaras muy bien- la besé en la mejilla, la dejé en el sofá y fui a la cocina donde Katrina estaba preparando la cena- ¿Seguro que a Persephone le gustará tu forma de cocinar? Recuerda que el opio no es un buen ingrediente para la cena de la niña- dije mientras cogía algunos de los tarros de especias que habían encima de la mesa. Luego me llevé dos dedos a los ojos y apreté el hueso de la nariz. Me había acabado toda la botella de brandy y me había afectado un poco- Si te sientes más cómoda dormiré esta noche en la mansión y volveré mañana por la mañana... temprano- me dí la vuelta para dejarla sola en la cocina y despedirme de mi hija hasta el día siguiente
Cuando las chicas desaparecieron por la escalera, yo me serví un vaso de brandy que taste con mucho gusto. Me llevé la botella conmigo para rellenarla una y otra vez hasta que esta se vaciara.
No medí el tiempo pasado, solo volví a la realidad cuando escuché a Katrina preguntar si era la hora de cenar de la niña. Solo asentí.
Me veía inmerso en mis propios pensamientos y no era capaz de salir de ellos.
A Persephone no podía enseñarle el infierno, es demasiado pequeña y tampoco quería traumatizarla... y que cojones, yo tampoco quiero volver ahí abajo... lo que queremos es salir de ese maldito sitio.
-Papá, ¿te ocurre algo?- me desperté por completo cuando escuché la voz de Persephone.
-Nada cariño, solo pensaba- la cogí en brazos y la senté en mis piernas- ¿Te lo has pasado bien hoy cariño?- ella asintió con energía y yo sonreí sin querer- Me alegro princesa, seguro que con Lydia te lo pasaras muy bien- la besé en la mejilla, la dejé en el sofá y fui a la cocina donde Katrina estaba preparando la cena- ¿Seguro que a Persephone le gustará tu forma de cocinar? Recuerda que el opio no es un buen ingrediente para la cena de la niña- dije mientras cogía algunos de los tarros de especias que habían encima de la mesa. Luego me llevé dos dedos a los ojos y apreté el hueso de la nariz. Me había acabado toda la botella de brandy y me había afectado un poco- Si te sientes más cómoda dormiré esta noche en la mansión y volveré mañana por la mañana... temprano- me dí la vuelta para dejarla sola en la cocina y despedirme de mi hija hasta el día siguiente
Mefistófeles- Demonio
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Fecha de inscripción : 03/10/2010
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