mi amada Nueva Orleans
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mi amada Nueva Orleans
Recuerdo del primer mensaje :
“Ah mi amada Nueva Orleans, pasear por tus calles es la delicia encarnada” me decía mientras paseaba en busca de alimento.
Las calles estaban vacías y el silencio se rompía cada vez que la punta de metal de mi bastón se precipitaba contra el suelo produciendo un corto sonido y hueco.
Nueva Orleans se había puesto de moda, lo que antes era una congregación de colonias europeas había pasado ser un centro neurálgico para todos los americanos. ¿Pero dónde estaba mi dulce sangre Criolla? Mi paladar pedía a gritos aquella deliciosa sangre, pero por el camino solo me encontraba a adinerados turistas o a mercantes americanos… un desperdició.
Silbando doblé la esquina tomando la ancha avenida que me conduciría a casa, pero antes debía alimentarme. Aquella noche había ido a ver una comedia en el teatro de Nueva Orleans. Los comediantes me habían alegrado la noche y mi cuerpo hervía en deseos de culminar la noche con un buen manjar.
Fue casi enfrente de la verja de mi casa donde encontré mi cena. Una pareja cogida del brazo paseaban tranquilos a la luz de la luna. El hombre, un anciano que le quedarían dos inviernos de vida, se sujetaba torpemente a la joven mujer que estaba ataviada de negro. Extraño color para los tiempos que corrían. Los colores vivos y claros eran la moda actual y me encantaba. Vestir con colores chillones era un placer para mí.
Si la mujer vestía de negro era porque estaba de luto ¿de luto teniendo a su anciano marido agarrado del brazo? La respuesta estaba en su mente.
La pobre mujer sí que estaba de luto por la muerte de su marido… de uno de sus múltiples maridos. Me encantaban las viudas negras, sus crímenes por dinero saciaban mi sed gratificándome.
Les seguí con cautela, iba en dirección contraria a mi casa pero que mas daba, quedaba mucho tiempo para el amanecer.
Seguí silbando mientras les seguía.
Al cabo de unos minutos, la mujer dejó reposar al anciano sobre una pared. El desdichado hombre se aferró a ella como si de la vida le fuera en ello… más bien para no acabar de bruces en el sucio suelo.
La mujer iba a pedir un carruaje… el momento había llegado.
Pasando de largo al hombre, la mujer y yo seguimos caminando, uno al lado del otro. Notaba su mirada pegada a mí y pensamientos lascivos surgían de su mente. Picarona.
En el momento en que la entrada a un callejón conectaba con la avenida, empujé a la viuda a su oscuridad a la velocidad de un parpadeo.
La tenía inmovilizada en un abrazo de piedra y ella seguía debatiéndose sin éxito.
-Oh chérie, pero que picarona que sois…- le dije en un susurro- habéis sido una niña muy mala todos estos años, y a las niñas malas hay que castigarlas. Sois hermosa… pero ahora entregaros a los brazos de la muerte- perforé su cuello con mis colmillos y di un largo trago. Cerré mi corazón para no ver las imágenes de su vida, no quería saber nada de ella, solo me importaba el presente. Como dos amantes, le daba mi beso de mortal que la debilitaba por momentos. Jugué con el momento de su muerte. ¿Cuánto tiempo pasó? ¿10, 15 minutos? Seguro que a ella le pareció una eternidad. Cuando acabamos el cuerpo sin vida de la viuda cayó al suelo como una muñeca de trapo.
-Descansa en paz chérie…- me arreglé las ropas y silbando salí del callejón retomando el constante golpeteo de mi alegre bastón contra el suelo.
“Ah mi amada Nueva Orleans, pasear por tus calles es la delicia encarnada” me decía mientras paseaba en busca de alimento.
Las calles estaban vacías y el silencio se rompía cada vez que la punta de metal de mi bastón se precipitaba contra el suelo produciendo un corto sonido y hueco.
Nueva Orleans se había puesto de moda, lo que antes era una congregación de colonias europeas había pasado ser un centro neurálgico para todos los americanos. ¿Pero dónde estaba mi dulce sangre Criolla? Mi paladar pedía a gritos aquella deliciosa sangre, pero por el camino solo me encontraba a adinerados turistas o a mercantes americanos… un desperdició.
Silbando doblé la esquina tomando la ancha avenida que me conduciría a casa, pero antes debía alimentarme. Aquella noche había ido a ver una comedia en el teatro de Nueva Orleans. Los comediantes me habían alegrado la noche y mi cuerpo hervía en deseos de culminar la noche con un buen manjar.
Fue casi enfrente de la verja de mi casa donde encontré mi cena. Una pareja cogida del brazo paseaban tranquilos a la luz de la luna. El hombre, un anciano que le quedarían dos inviernos de vida, se sujetaba torpemente a la joven mujer que estaba ataviada de negro. Extraño color para los tiempos que corrían. Los colores vivos y claros eran la moda actual y me encantaba. Vestir con colores chillones era un placer para mí.
Si la mujer vestía de negro era porque estaba de luto ¿de luto teniendo a su anciano marido agarrado del brazo? La respuesta estaba en su mente.
La pobre mujer sí que estaba de luto por la muerte de su marido… de uno de sus múltiples maridos. Me encantaban las viudas negras, sus crímenes por dinero saciaban mi sed gratificándome.
Les seguí con cautela, iba en dirección contraria a mi casa pero que mas daba, quedaba mucho tiempo para el amanecer.
Seguí silbando mientras les seguía.
Al cabo de unos minutos, la mujer dejó reposar al anciano sobre una pared. El desdichado hombre se aferró a ella como si de la vida le fuera en ello… más bien para no acabar de bruces en el sucio suelo.
La mujer iba a pedir un carruaje… el momento había llegado.
Pasando de largo al hombre, la mujer y yo seguimos caminando, uno al lado del otro. Notaba su mirada pegada a mí y pensamientos lascivos surgían de su mente. Picarona.
En el momento en que la entrada a un callejón conectaba con la avenida, empujé a la viuda a su oscuridad a la velocidad de un parpadeo.
La tenía inmovilizada en un abrazo de piedra y ella seguía debatiéndose sin éxito.
-Oh chérie, pero que picarona que sois…- le dije en un susurro- habéis sido una niña muy mala todos estos años, y a las niñas malas hay que castigarlas. Sois hermosa… pero ahora entregaros a los brazos de la muerte- perforé su cuello con mis colmillos y di un largo trago. Cerré mi corazón para no ver las imágenes de su vida, no quería saber nada de ella, solo me importaba el presente. Como dos amantes, le daba mi beso de mortal que la debilitaba por momentos. Jugué con el momento de su muerte. ¿Cuánto tiempo pasó? ¿10, 15 minutos? Seguro que a ella le pareció una eternidad. Cuando acabamos el cuerpo sin vida de la viuda cayó al suelo como una muñeca de trapo.
-Descansa en paz chérie…- me arreglé las ropas y silbando salí del callejón retomando el constante golpeteo de mi alegre bastón contra el suelo.
Lestat de Lioncourt- Vampiro - Clase Alta
- Mensajes : 83
Fecha de inscripción : 29/05/2010
Edad : 54
Re: mi amada Nueva Orleans
Caminamos por las calles de Nueva Orleáns, pero esta vez, no podíamos perder el tiempo aparentando ser algo que no eramos, el tiempo apremiaba, y yo lo sabía.
Y posiblemente en unos minutos notaría la presencia de la aurora, era un momento que cuando era mortal me gustaba mucho, pero ya no lo sentía igual.
-¿Te decides ya chérie?- Vale que era algo especialita para alimentarme, pero tampoco era para tanto, puse los ojos en blanco moviendo la cabeza hacia otro lado sonriendo.- aún tenemos que volver a casa y prepararte un lugar cómodo donde puedas pasar el día sin contratiempos. Cogeremos una de las habitaciones de invitados del piso de arriba y taparemos las ventanas con edredones para impedir que crucen los rayos del sol- ¿Así que me iba a quedar esta noche con Lestat? Era una buena noticia, no sabia si llegaría intacta al hotel, aúnque si no había otro remedio un par de quemaduras no me alarmaban demasiado. - así que no te hagas la refinada- “¿Estás intentando meterme prisa?” le pregunté mentalmente, en mi rostro se reflejaba una sonrisa de sorpresa, será posible “hombres” me dije.- no es el mejor momento para volverse tiquismiquis con la comida.
Incliné la cabeza educadamente. – Tus palabras son órdenes para mí. – En ese momento solté su mano y le di la espalda, intentaba escuchar algún desafortunado corazón latiente. Me había dejado claro que no había tiempo, y por sus palabras Lestat había supuesto que me tomaba mucho tiempo para estas cosas, pero no era así, yo podía ser muy rápida cuando quería.
Di unos pasos separándome de él, tenía que interiorizar el papel de verdugo que iba a ejercer en ese momento, había un vagabundo durmiendo en un banco, giré la cabeza para ver a Lestat, señalé el cuerpo del mortal con cierta ironía, para que Lestat se diera cuenta de que podía alimentarme de cualquiera, me senté en el banco mirando al pobre infeliz, dormido, así estaba mejor.
Sí, pensé en los apuestos jóvenes que me gustaban, eran mi debilidad. Suspiré mientras cogía su muñeca y apartaba su raído abrigo, era una imagen anti erótica total, pero qué le iba a hacer, debía conformarme, con mi vestido limpie la superficie donde iba a clavar mis colmillos, ¿qué menos? Aquel vagabundo apestaba a alcohol, mi añorado alcohol, entre otras cosas.
Me llevé su muñeca a la boca con desgana, no estuvo mal, el vagabundo se estaba despertando, con la mano que me quedaba libre tapé su boca en una milésima de segundo, procure transmitirle bellas imágenes, imágenes que él en su vida había podido ver, le estaba haciendo un favor.
Cuando estuvo al borde de la muerte me levanté dejándole como me lo había encontrado, cerré sus ojos dejando sobre ellos dos monedas. ¡Sí es que me daba tiempo hasta de tener ese gesto con él!
Creo que la hazaña duró un minuto, me puse a prueba yo misma. Me acerqué a Lestat en silencio, entrecerré los ojos para mirarle. Yo aún tenía sangre en mis labios, me incliné un poco para rozarlos suavemente con los de Lestat, como si de una caricia se tratara. Volví a mi posición y sonreí satisfecha. - ¿Nos vamos? – Le cogí de la mano y comenzamos a andar de regreso a su casa.
Y posiblemente en unos minutos notaría la presencia de la aurora, era un momento que cuando era mortal me gustaba mucho, pero ya no lo sentía igual.
-¿Te decides ya chérie?- Vale que era algo especialita para alimentarme, pero tampoco era para tanto, puse los ojos en blanco moviendo la cabeza hacia otro lado sonriendo.- aún tenemos que volver a casa y prepararte un lugar cómodo donde puedas pasar el día sin contratiempos. Cogeremos una de las habitaciones de invitados del piso de arriba y taparemos las ventanas con edredones para impedir que crucen los rayos del sol- ¿Así que me iba a quedar esta noche con Lestat? Era una buena noticia, no sabia si llegaría intacta al hotel, aúnque si no había otro remedio un par de quemaduras no me alarmaban demasiado. - así que no te hagas la refinada- “¿Estás intentando meterme prisa?” le pregunté mentalmente, en mi rostro se reflejaba una sonrisa de sorpresa, será posible “hombres” me dije.- no es el mejor momento para volverse tiquismiquis con la comida.
Incliné la cabeza educadamente. – Tus palabras son órdenes para mí. – En ese momento solté su mano y le di la espalda, intentaba escuchar algún desafortunado corazón latiente. Me había dejado claro que no había tiempo, y por sus palabras Lestat había supuesto que me tomaba mucho tiempo para estas cosas, pero no era así, yo podía ser muy rápida cuando quería.
Di unos pasos separándome de él, tenía que interiorizar el papel de verdugo que iba a ejercer en ese momento, había un vagabundo durmiendo en un banco, giré la cabeza para ver a Lestat, señalé el cuerpo del mortal con cierta ironía, para que Lestat se diera cuenta de que podía alimentarme de cualquiera, me senté en el banco mirando al pobre infeliz, dormido, así estaba mejor.
Sí, pensé en los apuestos jóvenes que me gustaban, eran mi debilidad. Suspiré mientras cogía su muñeca y apartaba su raído abrigo, era una imagen anti erótica total, pero qué le iba a hacer, debía conformarme, con mi vestido limpie la superficie donde iba a clavar mis colmillos, ¿qué menos? Aquel vagabundo apestaba a alcohol, mi añorado alcohol, entre otras cosas.
Me llevé su muñeca a la boca con desgana, no estuvo mal, el vagabundo se estaba despertando, con la mano que me quedaba libre tapé su boca en una milésima de segundo, procure transmitirle bellas imágenes, imágenes que él en su vida había podido ver, le estaba haciendo un favor.
Cuando estuvo al borde de la muerte me levanté dejándole como me lo había encontrado, cerré sus ojos dejando sobre ellos dos monedas. ¡Sí es que me daba tiempo hasta de tener ese gesto con él!
Creo que la hazaña duró un minuto, me puse a prueba yo misma. Me acerqué a Lestat en silencio, entrecerré los ojos para mirarle. Yo aún tenía sangre en mis labios, me incliné un poco para rozarlos suavemente con los de Lestat, como si de una caricia se tratara. Volví a mi posición y sonreí satisfecha. - ¿Nos vamos? – Le cogí de la mano y comenzamos a andar de regreso a su casa.
Off: I know xD, voy por rachas.
Kory Bouguereau- Vampiro - Clase Alta
- Mensajes : 493
Fecha de inscripción : 24/04/2010
Edad : 138
Localización : Castillo Lancaster (Inglaterra)
Re: mi amada Nueva Orleans
Al fin y al cabo, todos llegamos a ser muy especiales con la comida, pero no era el mejor momento.
Aguantando la risa al escuchar los comentarios sarcásticos de Kory guardé silencio mientras cazaba. Acabó por elegir a un mendigo que dormía en un banco a la intemperie.
Fue más rápida de lo que me pensaba. No jugó con su víctima ni retrasó el momento de la muerte para disfrutar de la sangre, sino que fue llegar y en un minuto el mendigo ya estaba seco.
En otra situación me hubiera quejado y bromeado de su acción tan rápida, pero ahora ese manjar expres nos había venido de perlas.
Acercándose a mí con los labios tintados con sangre, acarició los míos dejándome saborear la sangre del mendigo. Me quedé frustrado al no sentir sus labios más pegados a los míos y aún peor cuando ví que su rostro se alejaba del mío dispuesta a partir a la seguridad de mi casa.
- ¿Nos vamos?- preguntó cogiéndome de la mano y comenzando a andar. La retuve y la atraje a mí de un estirón. Su pecho chocó contra el mío y solo tuve que inclinar levemente el cuello para poder besar sus labios. Introduje mi lengua dentro de su boca y animé a jugar a su lengua con la mía.
-Ahora sí que podemos irnos- le dije cuando terminó el beso.
En unos minutos llegamos a la mansión. Nos quedaba el tiempo suficiente para preparar la habitación de Kory y la casa seguía igual de vacía que antes. Como suponía, a Louis y Claudia les había sorprendido el amanecer y ya no les daría tiempo volver al refugio.
Llegando a una de las habitaciones de invitados, tapé la única ventana del cuarto con el edredón de la cama, así los rayos del sol no entrarían. Con una toalla del baño, tapé la rendija de la puerta que quedaba entre la madera y el suelo.
La habitación había quedado completamente en penumbra, pero era capaz de reconocer la silueta de Kory delante de mí.
Cogiéndola en brazos, la llevé al lecho y la tumbé en la cama junto a mí.
Cogí su rostro entre mis manos y la bese con pasión durante minutos. No necesitaba coger aire y a ella tampoco la dejaba tomarlo.
Cuando sentí que perdía el control separé nuestros rostros y me quedé acariciando sus labios con mis dedos.
-Aquí tienes tu lecho mi reina, espero que sea de tu agrado.
Aguantando la risa al escuchar los comentarios sarcásticos de Kory guardé silencio mientras cazaba. Acabó por elegir a un mendigo que dormía en un banco a la intemperie.
Fue más rápida de lo que me pensaba. No jugó con su víctima ni retrasó el momento de la muerte para disfrutar de la sangre, sino que fue llegar y en un minuto el mendigo ya estaba seco.
En otra situación me hubiera quejado y bromeado de su acción tan rápida, pero ahora ese manjar expres nos había venido de perlas.
Acercándose a mí con los labios tintados con sangre, acarició los míos dejándome saborear la sangre del mendigo. Me quedé frustrado al no sentir sus labios más pegados a los míos y aún peor cuando ví que su rostro se alejaba del mío dispuesta a partir a la seguridad de mi casa.
- ¿Nos vamos?- preguntó cogiéndome de la mano y comenzando a andar. La retuve y la atraje a mí de un estirón. Su pecho chocó contra el mío y solo tuve que inclinar levemente el cuello para poder besar sus labios. Introduje mi lengua dentro de su boca y animé a jugar a su lengua con la mía.
-Ahora sí que podemos irnos- le dije cuando terminó el beso.
En unos minutos llegamos a la mansión. Nos quedaba el tiempo suficiente para preparar la habitación de Kory y la casa seguía igual de vacía que antes. Como suponía, a Louis y Claudia les había sorprendido el amanecer y ya no les daría tiempo volver al refugio.
Llegando a una de las habitaciones de invitados, tapé la única ventana del cuarto con el edredón de la cama, así los rayos del sol no entrarían. Con una toalla del baño, tapé la rendija de la puerta que quedaba entre la madera y el suelo.
La habitación había quedado completamente en penumbra, pero era capaz de reconocer la silueta de Kory delante de mí.
Cogiéndola en brazos, la llevé al lecho y la tumbé en la cama junto a mí.
Cogí su rostro entre mis manos y la bese con pasión durante minutos. No necesitaba coger aire y a ella tampoco la dejaba tomarlo.
Cuando sentí que perdía el control separé nuestros rostros y me quedé acariciando sus labios con mis dedos.
-Aquí tienes tu lecho mi reina, espero que sea de tu agrado.
Lestat de Lioncourt- Vampiro - Clase Alta
- Mensajes : 83
Fecha de inscripción : 29/05/2010
Edad : 54
Re: mi amada Nueva Orleans
Estaba convencida de que continuaríamos en silencio hasta su casa, pero no, sus pies no se movieron, mi brazo quedó en tensión, me giré para ver qué pasaba, me atrajo a él con decisión, y de nuevo nos sumergimos en un beso inolvidable que me dejó exhausta.
Él sabía lo que hacia, eso se notaba. La metamorfosis de las mariposas de mi estomago ya habían eclosionado. Qué poética soy, de verdad.
Estuve unos minutos caminando entre las nubes hasta que distinguí su casa, no parecía que hubiese alguien dentro. Entramos en ella, y solo se escuchaba el sonido de nuestros zapatos contra el suelo. Qué calidez de casa, mi castillo siempre ha sido muy frío, pero eso ya no me molestaba, te acabas acostumbrando, pero Roger de vez en cuando se quejaba.
Nos adentramos en una de las habitaciones, y Lestat hizo lo que dijo que iba a hacer, yo no sabía si ayudarle o quedarme donde estaba, aunque estaba claro que si uno lo hacia bien, no hacia falta que nadie estorbara. Así que no me moví.
En unos segundos la oscuridad se cernía sobre nosotros. Mis ojos se movieron lentamente por la habitación a la espera de que algo pasase. Me cogió cuando estaba desprevenida, noté que estaba en sus brazos, cuando quise darme cuenta ya estaba tendida en la cama, cerré mis ojos porque ya no me servían.
Sus labios hicieron acto de presencia, yo rodeé con fuerza su espalda, dios, estaba en éxtasis. Nuestras lenguas se unían con la misma sinfonía, bendita melodía. No pude coger aire, debía ser por los meritos de Lestat, yo sonreí mientras le besaba.
Ya no sabía dónde iba a parar toda nuestra desenfrenada pasión, hasta que paró haciéndome llenar los pulmones de aire. Abrí los ojos por si podía ver algo, no veía lo que yo quería, pero me daba igual, yo me lo imaginaba. Tenía el rostro de Lestat clavado en la memoria a fuego.
Me acarició los labios con sus gélidos dedos. Yo también debía controlarme, tenía que ponérselo fácil, estaba tentando ya mucho a mi suerte.
- Aquí tienes tu lecho mi reina, espero que sea de tu agrado.
- Así es, mon amour. – pasé mis manos por sus fuertes brazos, estuve a punto de ponerme encima suya, lo habría hecho, pero sabía que si lo hacia cometería una locura y perdería el escaso control que me quedaba.
Me encontraba bien, daba igual yo creo dónde estuvieramos. – No me lo habría imaginado de otra manera. – le susurré. Me di cuenta de que estaba totalmente vestida, con un movimiento rápido de pies me quité los tacones que cayeron al suelo al momento, me reí.
Pasé mi mano por su rostro, sí, era él, me acerqué de nuevo a su boca, maldita sea, Dios sabe que me costaba horrores el tener que medir mis fuerzas, la voluntad aún estaba ahí.
Le besé lentamente, ya estaba cansada, así que me separé y dejé caer mi cabeza en la almohada. Necesitaba estar cerca de él, sentirme segura, lo conseguí pegándome a su cuerpo.
– Que duermas bien mon prince. – Yo así lo haría.
Él sabía lo que hacia, eso se notaba. La metamorfosis de las mariposas de mi estomago ya habían eclosionado. Qué poética soy, de verdad.
Estuve unos minutos caminando entre las nubes hasta que distinguí su casa, no parecía que hubiese alguien dentro. Entramos en ella, y solo se escuchaba el sonido de nuestros zapatos contra el suelo. Qué calidez de casa, mi castillo siempre ha sido muy frío, pero eso ya no me molestaba, te acabas acostumbrando, pero Roger de vez en cuando se quejaba.
Nos adentramos en una de las habitaciones, y Lestat hizo lo que dijo que iba a hacer, yo no sabía si ayudarle o quedarme donde estaba, aunque estaba claro que si uno lo hacia bien, no hacia falta que nadie estorbara. Así que no me moví.
En unos segundos la oscuridad se cernía sobre nosotros. Mis ojos se movieron lentamente por la habitación a la espera de que algo pasase. Me cogió cuando estaba desprevenida, noté que estaba en sus brazos, cuando quise darme cuenta ya estaba tendida en la cama, cerré mis ojos porque ya no me servían.
Sus labios hicieron acto de presencia, yo rodeé con fuerza su espalda, dios, estaba en éxtasis. Nuestras lenguas se unían con la misma sinfonía, bendita melodía. No pude coger aire, debía ser por los meritos de Lestat, yo sonreí mientras le besaba.
Ya no sabía dónde iba a parar toda nuestra desenfrenada pasión, hasta que paró haciéndome llenar los pulmones de aire. Abrí los ojos por si podía ver algo, no veía lo que yo quería, pero me daba igual, yo me lo imaginaba. Tenía el rostro de Lestat clavado en la memoria a fuego.
Me acarició los labios con sus gélidos dedos. Yo también debía controlarme, tenía que ponérselo fácil, estaba tentando ya mucho a mi suerte.
- Aquí tienes tu lecho mi reina, espero que sea de tu agrado.
- Así es, mon amour. – pasé mis manos por sus fuertes brazos, estuve a punto de ponerme encima suya, lo habría hecho, pero sabía que si lo hacia cometería una locura y perdería el escaso control que me quedaba.
Me encontraba bien, daba igual yo creo dónde estuvieramos. – No me lo habría imaginado de otra manera. – le susurré. Me di cuenta de que estaba totalmente vestida, con un movimiento rápido de pies me quité los tacones que cayeron al suelo al momento, me reí.
Pasé mi mano por su rostro, sí, era él, me acerqué de nuevo a su boca, maldita sea, Dios sabe que me costaba horrores el tener que medir mis fuerzas, la voluntad aún estaba ahí.
Le besé lentamente, ya estaba cansada, así que me separé y dejé caer mi cabeza en la almohada. Necesitaba estar cerca de él, sentirme segura, lo conseguí pegándome a su cuerpo.
– Que duermas bien mon prince. – Yo así lo haría.
Kory Bouguereau- Vampiro - Clase Alta
- Mensajes : 493
Fecha de inscripción : 24/04/2010
Edad : 138
Localización : Castillo Lancaster (Inglaterra)
Re: mi amada Nueva Orleans
- Así es, mon amour. No me lo habría imaginado de otra manera.- sus palabras vinieron seguidas de un golpe seco producido por dos objetos que cayeron al suelo a cierta altura. Como Kory se acomodo mejor en la cama, supuse que aquellos objetos eran sus zapatos y me di cuenta que yo también los llevaba puestos, así que me los quité.
Kory estudió mi rostro en la oscuridad con sus manos, aquellas delicadas manos que parecían de porcelana, para después volver a besarme y perder otro tanto de cordura.
Hoy pasaría el día junto a Kory, no me imaginaba tener que separarme en estos momentos, y de seguro que ella tampoco consentiría eso. Así que ambos nos acomodamos el uno junto al otro y esperamos a que el sueño mortal viniera a nosotros como en cada amanecer.
– Que duermas bien mon prince.
-Que descanses ma princesse- al terminar aquella especie de despedida, sentí que el amanecer llegó con toda su fuerza y no pude aguantar por mucho más tiempo la conciencia. Mi último pensamiento fue para Kory, y el primero, a la noche siguiente, también sería para ella.
Cuando el sol volvió a ocultarse por el horizonte, abrí los ojos poco a poco. La oscuridad de la habitación seguía envolviéndonos y Kory dormía plácidamente a mi lado.
No pude resistir la tentación de darle un pequeño beso mientras dormía.
La casa seguía igual de vacía que ayer, supuse que Louis y Claudia aun no habrían despertado ya que aún era pronto.
Tendría que levantarme de la cama e ir a por algo de ropa para cambiarme, pero no me apetecía alejarme de Kory aún. Ya me cambiaría cuando ella se despertara.
Por ahora, la miraría en la oscuridad hasta ver sus hermosos ojos abrirse y volver a sonreírme con aquella majestuosa sonrisa.
Solo tenía que esperar un poco más.
Kory estudió mi rostro en la oscuridad con sus manos, aquellas delicadas manos que parecían de porcelana, para después volver a besarme y perder otro tanto de cordura.
Hoy pasaría el día junto a Kory, no me imaginaba tener que separarme en estos momentos, y de seguro que ella tampoco consentiría eso. Así que ambos nos acomodamos el uno junto al otro y esperamos a que el sueño mortal viniera a nosotros como en cada amanecer.
– Que duermas bien mon prince.
-Que descanses ma princesse- al terminar aquella especie de despedida, sentí que el amanecer llegó con toda su fuerza y no pude aguantar por mucho más tiempo la conciencia. Mi último pensamiento fue para Kory, y el primero, a la noche siguiente, también sería para ella.
Cuando el sol volvió a ocultarse por el horizonte, abrí los ojos poco a poco. La oscuridad de la habitación seguía envolviéndonos y Kory dormía plácidamente a mi lado.
No pude resistir la tentación de darle un pequeño beso mientras dormía.
La casa seguía igual de vacía que ayer, supuse que Louis y Claudia aun no habrían despertado ya que aún era pronto.
Tendría que levantarme de la cama e ir a por algo de ropa para cambiarme, pero no me apetecía alejarme de Kory aún. Ya me cambiaría cuando ella se despertara.
Por ahora, la miraría en la oscuridad hasta ver sus hermosos ojos abrirse y volver a sonreírme con aquella majestuosa sonrisa.
Solo tenía que esperar un poco más.
Lestat de Lioncourt- Vampiro - Clase Alta
- Mensajes : 83
Fecha de inscripción : 29/05/2010
Edad : 54
Re: mi amada Nueva Orleans
Dormí bastante bien, con nada podría compararlo, o eso pensaba. Me coloqué boca arriba abriendo lentamente los parpados, coloqué uno de mis brazos por detrás la de la cabeza, y con la que quedaba libre avancé por las sabanas hasta toparme con otra mano, era de la misma naturaleza que la mía, la cual agarré y giré la cabeza para maravillarme en mi estupor, pude ver la figura del vampiro que ayer había conocido, sonreí al instante, y supe que todo aquello era cierto.
Era temprano, y yo sabía que tenía concertada una cita, esa fue la razón por la que fui a Nueva Orleáns, pero me costaba tanto alejarme de Lestat.
Me acerqué lentamente a él hasta llegar a la comisura de sus labios. – Ma vie. – logré decir. Pasé mis dedos por su rubio cabello, mientras le daba un delicado beso sobre sus irresistibles labios, condenada ya para toda la eternidad, queriéndolo o no.
Al terminar apoyé la cabeza sobre mi mano, ésta se sostenía perfectamente en el colchón, así me puse a observar a Lestat, no lograba verle como deseaba, así que alargué el brazo para encender una lámpara que allí había, sí, mucho mejor. Volví a posicionarme sobre la mano.
Tomé aire al volver a verle, su pelo brillaba como centenares de estrellas en una lluvia celestial.
Él estaba despierto, no sabía desde hace cuánto, pero imaginé que cuanto más mayor te haces, tu cuerpo no te pide tanto descanso.
Supuse que mi vestido se había arrugado, vale que no me había movido en toda la noche, pero debí habérmelo quitado la noche anterior… Volví a lo que era más importante en ese momento, a Lestat, el ser que se había abierto paso en mí con una facilidad asombrosa. Sonreí débilmente al pensar eso, ¿cómo alguien como yo había permitido eso? Pasé mi mano por su camisa, era suave, quizá sobraba, pero no volvería a quitársela.
- Lestat…me encantaría quedarme contigo aquí y ahora,- “y hasta que el mundo acabara” pude haber añadido. - pero tengo que marcharme. - mis ojos reflejaron la angustia que sentí en ese momento. Habría sido más fácil dejarle una pequeña nota.
– He de irme a una galería que está a las afueras de Nueva Orleáns, como ya te comenté ayer, para comprar unos cuadros… posiblemente no tarde mucho. – Escondí mi rostro en el torso de Lestat. – Pasado mañana mi barco regresa a Inglaterra. – Procuré decir estas palabras con la mayor tranquilidad de la que era capaz.
– Espero que podamos vernos hasta entonces… solo si fuera posible. – Todas mis palabras tenían el matiz de “en el hipotético caso que no tuvieras nada mejor que hacer”, que no lo sabía, aunque ahora mismo la casa estuviera vacía, no tardaría en llenarse de sus queridos compañeros.
- Sabes que el día de ayer significó mucho para mí, y espero que no se quede en una anécdota.
Le miré a los ojos intentando descifrar algo en ellos. Pensé en que tendría que ir al hotel para cambiarme. Las despedidas nunca han sido de mi agrado, así que lo mejor era no alargar la situación. Me incorporé en el borde de la cama para ponerme los tacones.
Era temprano, y yo sabía que tenía concertada una cita, esa fue la razón por la que fui a Nueva Orleáns, pero me costaba tanto alejarme de Lestat.
Me acerqué lentamente a él hasta llegar a la comisura de sus labios. – Ma vie. – logré decir. Pasé mis dedos por su rubio cabello, mientras le daba un delicado beso sobre sus irresistibles labios, condenada ya para toda la eternidad, queriéndolo o no.
Al terminar apoyé la cabeza sobre mi mano, ésta se sostenía perfectamente en el colchón, así me puse a observar a Lestat, no lograba verle como deseaba, así que alargué el brazo para encender una lámpara que allí había, sí, mucho mejor. Volví a posicionarme sobre la mano.
Tomé aire al volver a verle, su pelo brillaba como centenares de estrellas en una lluvia celestial.
Él estaba despierto, no sabía desde hace cuánto, pero imaginé que cuanto más mayor te haces, tu cuerpo no te pide tanto descanso.
Supuse que mi vestido se había arrugado, vale que no me había movido en toda la noche, pero debí habérmelo quitado la noche anterior… Volví a lo que era más importante en ese momento, a Lestat, el ser que se había abierto paso en mí con una facilidad asombrosa. Sonreí débilmente al pensar eso, ¿cómo alguien como yo había permitido eso? Pasé mi mano por su camisa, era suave, quizá sobraba, pero no volvería a quitársela.
- Lestat…me encantaría quedarme contigo aquí y ahora,- “y hasta que el mundo acabara” pude haber añadido. - pero tengo que marcharme. - mis ojos reflejaron la angustia que sentí en ese momento. Habría sido más fácil dejarle una pequeña nota.
– He de irme a una galería que está a las afueras de Nueva Orleáns, como ya te comenté ayer, para comprar unos cuadros… posiblemente no tarde mucho. – Escondí mi rostro en el torso de Lestat. – Pasado mañana mi barco regresa a Inglaterra. – Procuré decir estas palabras con la mayor tranquilidad de la que era capaz.
– Espero que podamos vernos hasta entonces… solo si fuera posible. – Todas mis palabras tenían el matiz de “en el hipotético caso que no tuvieras nada mejor que hacer”, que no lo sabía, aunque ahora mismo la casa estuviera vacía, no tardaría en llenarse de sus queridos compañeros.
- Sabes que el día de ayer significó mucho para mí, y espero que no se quede en una anécdota.
Le miré a los ojos intentando descifrar algo en ellos. Pensé en que tendría que ir al hotel para cambiarme. Las despedidas nunca han sido de mi agrado, así que lo mejor era no alargar la situación. Me incorporé en el borde de la cama para ponerme los tacones.
Kory Bouguereau- Vampiro - Clase Alta
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Localización : Castillo Lancaster (Inglaterra)
Re: mi amada Nueva Orleans
Terminado de recopilar todo lo que me acababa de decir, la tomé de los hombros y volví a tumbarla sobre la cama.
-Si he escuchado bien, no te marchas hasta mañana y no tenemos que dejar esto con una vana despedida tan pronto.- dije acariciando su rostro- para mí el día de ayer fue mágico, y el tiempo contigo no tiene que acabar aún si tu no lo deseas. Puedo acompañarte a esa cita que tienes. Y Luego pasar el resto de noche y la noche del día siguiente juntos. No vas a deshacerte de mi tan fácilmente chérie, ya te lo dije ayer: me he enamorado de ti y a la larga te darás cuenta que puedo llegar a ser muy pesado- dije con una sonrisa.
Quería aprovechar todo el tiempo que tuviéramos antes de que su barco zarpara. Me hubiera encantado dejarlo todo solucionado aquí en Nueva Orleans y irme con ella a Inglaterra, pero no quería dejar a Claudia y Louis y tampoco podía dejar esta tierra que tanto amaba.
Besé su cuello repetidas veces en lugares diferentes, mis manos dibujaban círculos en su vientre y su cintura y mis labios acabaron buscando los suyos con desesperación.
Cuando pude recobrar el control, me quedé mirándola con una media sonrisa.
-Qué me dices cariño ¿me permitirás pasar contigo todo el tiempo que me sea posible?
-Si he escuchado bien, no te marchas hasta mañana y no tenemos que dejar esto con una vana despedida tan pronto.- dije acariciando su rostro- para mí el día de ayer fue mágico, y el tiempo contigo no tiene que acabar aún si tu no lo deseas. Puedo acompañarte a esa cita que tienes. Y Luego pasar el resto de noche y la noche del día siguiente juntos. No vas a deshacerte de mi tan fácilmente chérie, ya te lo dije ayer: me he enamorado de ti y a la larga te darás cuenta que puedo llegar a ser muy pesado- dije con una sonrisa.
Quería aprovechar todo el tiempo que tuviéramos antes de que su barco zarpara. Me hubiera encantado dejarlo todo solucionado aquí en Nueva Orleans y irme con ella a Inglaterra, pero no quería dejar a Claudia y Louis y tampoco podía dejar esta tierra que tanto amaba.
Besé su cuello repetidas veces en lugares diferentes, mis manos dibujaban círculos en su vientre y su cintura y mis labios acabaron buscando los suyos con desesperación.
Cuando pude recobrar el control, me quedé mirándola con una media sonrisa.
-Qué me dices cariño ¿me permitirás pasar contigo todo el tiempo que me sea posible?
Lestat de Lioncourt- Vampiro - Clase Alta
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Re: mi amada Nueva Orleans
Le escuché de nuevo tumbada sobre la cama, mientras me decía aquellas cosas, mi menté se puso a pensar a una velocidad pasmosa. No me esperaba sus palabras, es más me dejaron boquiabierta, aclarar que yo nunca había sido alguien que esperase mucho de las personas que me rodeaban, por miedos que iban intrínsecos en mi personalidad, pero bueno, daría una oportunidad a Lestat, un vampiro inimitable.
Hubo un momento en el que me hizo delirar, podrían habérseme olvidado todo lo que me había dicho minutos antes, pero no fue así.
-Qué me dices cariño ¿me permitirás pasar contigo todo el tiempo que me sea posible?
Sonreí ampliamente ante su propuesta y no pude evitar alzar la mano para acariciar su hermoso rostro, en un ágil movimiento me levanté por fin de la cama, estaba pensando qué decirle, y sopesando las posibilidades, aún estaba intentando creer sus palabras, incrédula de mí.
Me quedé delante de él colocándome mejor los tacones, volví a sonreírle juguetonamente.
- Creo que no habrá ningún problema. – me dirigí a la ventana para quitar el edredón, deseaba mirar aquel cielo aún tenía ciertos matices de color, se diferenciaba tanto del de Inglaterra. Tras unos segundos, apoyé mis manos en las caderas dándome la vuelta para mirar a Lestat.
– Bien, me parece perfecto todo lo que has dicho, pero como verás no podemos ir con las mismas galas dos días seguidos. – De mi boca salió una dulce risotada. Siempre me gustaba ir lo mejor posible, aunque siempre podía acomodarme a las adversidades.
– Así nos conoceremos más, y verás de quién te has enamorado. – Sonreí acercándome a Lestat para besar sus labios una vez más, estaba decidida a profundizar en esta relación, así que decidí tomármelo con calma.
Cuando el beso terminó, le sonreí amablemente. – Ahora tengo que irme al hotel, sabrás donde está, allí nos recogerá un carruaje. Espero que no te hagas de rogar. – bromeé, cuando el tópico aquel es sobre las mujeres.
Me separé de él dando unos pasos hacia la puerta, me giraba de vez en cuando para mirarle, no sé por qué, o sí. Y con los dedos de mi mano me despedí, solo hasta dentro de un rato.
Hubo un momento en el que me hizo delirar, podrían habérseme olvidado todo lo que me había dicho minutos antes, pero no fue así.
-Qué me dices cariño ¿me permitirás pasar contigo todo el tiempo que me sea posible?
Sonreí ampliamente ante su propuesta y no pude evitar alzar la mano para acariciar su hermoso rostro, en un ágil movimiento me levanté por fin de la cama, estaba pensando qué decirle, y sopesando las posibilidades, aún estaba intentando creer sus palabras, incrédula de mí.
Me quedé delante de él colocándome mejor los tacones, volví a sonreírle juguetonamente.
- Creo que no habrá ningún problema. – me dirigí a la ventana para quitar el edredón, deseaba mirar aquel cielo aún tenía ciertos matices de color, se diferenciaba tanto del de Inglaterra. Tras unos segundos, apoyé mis manos en las caderas dándome la vuelta para mirar a Lestat.
– Bien, me parece perfecto todo lo que has dicho, pero como verás no podemos ir con las mismas galas dos días seguidos. – De mi boca salió una dulce risotada. Siempre me gustaba ir lo mejor posible, aunque siempre podía acomodarme a las adversidades.
– Así nos conoceremos más, y verás de quién te has enamorado. – Sonreí acercándome a Lestat para besar sus labios una vez más, estaba decidida a profundizar en esta relación, así que decidí tomármelo con calma.
Cuando el beso terminó, le sonreí amablemente. – Ahora tengo que irme al hotel, sabrás donde está, allí nos recogerá un carruaje. Espero que no te hagas de rogar. – bromeé, cuando el tópico aquel es sobre las mujeres.
Me separé de él dando unos pasos hacia la puerta, me giraba de vez en cuando para mirarle, no sé por qué, o sí. Y con los dedos de mi mano me despedí, solo hasta dentro de un rato.
Kory Bouguereau- Vampiro - Clase Alta
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Localización : Castillo Lancaster (Inglaterra)
Re: mi amada Nueva Orleans
De una hermosa reina me había enamorado.
Me asomé a la ventana para verla marchar por la oscura calle y vi su silueta desaparecer doblando una esquina.
A los minutos me di cuenta que me había quedado embobado mirando la ventana cuando hacía ya bastante tiempo que Kory se había marchado.
Tenía que ponerme en marcha si quería volver a verla pronto.
Fui directo al baño para asearme un poco. Me desnudé llené la bañera de agua.
Cuando terminó de llenarse, apliqué algunos aceites y polvos para aromatizar el baño.
Se estaba de lujo dentro de la cálida agua, podría haberme pasado casi toda la noche ahí dentro pero alguien me estaba esperando.
Salí de las relajantes aguas y me sequé todo el cuerpo todo lo rápido que pude.
Del armario ropero, saqué una camisa, unos pantalones y una levita de color azul cielo.
Me peine la melena con un cepillo y me hice una coleta con una pequeño lazo negro.
A los pocos minutos ya estaba paseando por la calle con mis galas recién estrenadas. En mis labios se dibujaba una sonrisa e iba a paso ligero hacia el lugar donde sentía el aura de Kory.
Una parte de mí iba muriendo al saber que no podría pasar junto a ella todo el tiempo que desearía, pero la otra parte me pedía que olvidara ese detalle por el bien de pasar una agradable noche junto a ella.
Cuando llegué a las puertas de su hotel, quedé esperando a la calle con la esperanza de que Kory me sintiera y bajara a mi encuentro lo más rápido que pudiera.
-Vamos mi reina ¿o me vais a hacer subir a rescataros?- dije en un susurro impaciente.
Me asomé a la ventana para verla marchar por la oscura calle y vi su silueta desaparecer doblando una esquina.
A los minutos me di cuenta que me había quedado embobado mirando la ventana cuando hacía ya bastante tiempo que Kory se había marchado.
Tenía que ponerme en marcha si quería volver a verla pronto.
Fui directo al baño para asearme un poco. Me desnudé llené la bañera de agua.
Cuando terminó de llenarse, apliqué algunos aceites y polvos para aromatizar el baño.
Se estaba de lujo dentro de la cálida agua, podría haberme pasado casi toda la noche ahí dentro pero alguien me estaba esperando.
Salí de las relajantes aguas y me sequé todo el cuerpo todo lo rápido que pude.
Del armario ropero, saqué una camisa, unos pantalones y una levita de color azul cielo.
Me peine la melena con un cepillo y me hice una coleta con una pequeño lazo negro.
A los pocos minutos ya estaba paseando por la calle con mis galas recién estrenadas. En mis labios se dibujaba una sonrisa e iba a paso ligero hacia el lugar donde sentía el aura de Kory.
Una parte de mí iba muriendo al saber que no podría pasar junto a ella todo el tiempo que desearía, pero la otra parte me pedía que olvidara ese detalle por el bien de pasar una agradable noche junto a ella.
Cuando llegué a las puertas de su hotel, quedé esperando a la calle con la esperanza de que Kory me sintiera y bajara a mi encuentro lo más rápido que pudiera.
-Vamos mi reina ¿o me vais a hacer subir a rescataros?- dije en un susurro impaciente.
Lestat de Lioncourt- Vampiro - Clase Alta
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Re: mi amada Nueva Orleans
Llegué lo antes posible a mi suite, allí cerré la puerta con llave por si acaso a algún desafortunado se le ocurría entrar, los ojos de los mortales no están hechos para ver ciertas cosas.
Me bañé como tenía por costumbre, y al terminar busqué uno de mis vestidos, sí, uno de un blanco perla que me encantaba, era de alta costura, toda una obra de arte por sí misma, lo dejé tendido en la silla para luego ponérmelo.
Me sequé el cabello con la toalla, y una vez seco como por arte de magia volvió a relucir como siempre, me lo recogí en un moño con un pasador de diamantes que tenía, aunque algunos mechones caían por mi espalda y mi rostro.
Me puse el corpiño con bastante facilidad, de ser humana habría necesitado ayuda, pero ya no se daba el caso, así me puse el vestido y sus respectivos zapatos de tacón que brillaban como ellos solos.
Para cubrirme un poco de aquella indumentaria tan esplendorosa que había decidido lucir, cogí una de mis capas doradas que cubrió mis hombros, ésta llegaba al suelo, unos bellos encajes la decoraban, me encantaba.
Antes de irme cogí el bolso donde tenía la libreta para firmar el cheque que tenía que entregar, y otros objetos que una mujer debe tener. Sí, ya estaba preparada, con un poco de maquillaje cubrí la piel visible para que los mortales no se extrañasen, no quería revuelos, no quería llamar la atención, así que me puse la capucha de la capa, que produjo sombras en mi rostro.
Algo me hizo detectar que me estaban esperando, salí de la habitación cerrándola tras de mí. Anduve por los pasillos con una velocidad algo fuera de lo normal, la capa volaba a mí alrededor, sonreí al sentir la presencia de Lestat en la planta baja.
Bajé las escaleras, no miré a los residentes del hotel, ninguno me importaba, me quedé en el umbral de la puerta de entrada, me eché la capucha hacia atrás para ver mejor a Lestat, estaba guapísimo, el color que había elegido le quedaba estupendamente, parecía un músico, a lo mejor lo era.
Posé una de mis manos enguantadas en su hombro para hablarle al oído.
- ¿No me digas que te he hecho esperar? – me separé unos centímetros para verle mejor, qué pecado era tenerle delante y mantener la compostura.
Sonreí pasando la lengua por mis labios. - ¿Entramos? – arqueé una de mis cejas para girar mi cuerpo y subir elegantemente en el carruaje, allí me acomodé cruzando mis piernas, los asientos estaban tapizados de un rojo oscuro, esperé que Lestat hiciera acto de presencia.
Me bañé como tenía por costumbre, y al terminar busqué uno de mis vestidos, sí, uno de un blanco perla que me encantaba, era de alta costura, toda una obra de arte por sí misma, lo dejé tendido en la silla para luego ponérmelo.
Me sequé el cabello con la toalla, y una vez seco como por arte de magia volvió a relucir como siempre, me lo recogí en un moño con un pasador de diamantes que tenía, aunque algunos mechones caían por mi espalda y mi rostro.
Me puse el corpiño con bastante facilidad, de ser humana habría necesitado ayuda, pero ya no se daba el caso, así me puse el vestido y sus respectivos zapatos de tacón que brillaban como ellos solos.
Para cubrirme un poco de aquella indumentaria tan esplendorosa que había decidido lucir, cogí una de mis capas doradas que cubrió mis hombros, ésta llegaba al suelo, unos bellos encajes la decoraban, me encantaba.
Antes de irme cogí el bolso donde tenía la libreta para firmar el cheque que tenía que entregar, y otros objetos que una mujer debe tener. Sí, ya estaba preparada, con un poco de maquillaje cubrí la piel visible para que los mortales no se extrañasen, no quería revuelos, no quería llamar la atención, así que me puse la capucha de la capa, que produjo sombras en mi rostro.
Algo me hizo detectar que me estaban esperando, salí de la habitación cerrándola tras de mí. Anduve por los pasillos con una velocidad algo fuera de lo normal, la capa volaba a mí alrededor, sonreí al sentir la presencia de Lestat en la planta baja.
Bajé las escaleras, no miré a los residentes del hotel, ninguno me importaba, me quedé en el umbral de la puerta de entrada, me eché la capucha hacia atrás para ver mejor a Lestat, estaba guapísimo, el color que había elegido le quedaba estupendamente, parecía un músico, a lo mejor lo era.
Posé una de mis manos enguantadas en su hombro para hablarle al oído.
- ¿No me digas que te he hecho esperar? – me separé unos centímetros para verle mejor, qué pecado era tenerle delante y mantener la compostura.
Sonreí pasando la lengua por mis labios. - ¿Entramos? – arqueé una de mis cejas para girar mi cuerpo y subir elegantemente en el carruaje, allí me acomodé cruzando mis piernas, los asientos estaban tapizados de un rojo oscuro, esperé que Lestat hiciera acto de presencia.
Kory Bouguereau- Vampiro - Clase Alta
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Re: mi amada Nueva Orleans
A los minutos de esperarla junto a la puerta del hotel Kory apareció tan espléndida como siempre.
Tenía la cabeza cubierta por la capucha de la capa. Cuando se la quito, apareció una sonrisa tonta en mis labios.
- ¿No me digas que te he hecho esperar?- me preguntó al oído.
-Me ha parecido que ha pasado una eternidad desde que llegué- me mofé sonriéndola.
No me había dado cuenta pero a nuestras espaldas el carromato que nos llevaría a la exposición ya nos esperaba desde hacía rato.
-¿Entramos?- dijo Kory pasando su lengua perfilando sus labios. Más que nunca me entraron ganas de besarla pero ella ya se había dado la vuelta y subía al coche delante de mí
La seguí dentro y vi la estructura del interior del coche. Cabían cuatro personas, podría haberme sentado delante de Kory para verla mejor pero necesitaba más su contacto así que me senté a su lado sobre los asientos tapizados en rojo. Pasé un brazo sobre sus hombros y con la mano libre la cogí del mentón y alcé su rostro al mío.
-¿Acaso tienes vergüenza a besarme en público?- terminé la pregunta juntando nuestros labios- había echado de menos tus labios, más de lo que te puedas imaginar- y volví a besarla una vez más. Sentí un empujón que echo nuestros cuerpos hacia atrás. Por la ventanilla se podía ver como las casas y las personas comenzaban a moverse desapareciendo de nuestras vistas. El coche se había puesto en marcha.
Manteniendo mi brazo sobre sus hombros, miré la ventana y le pregunté:
-¿Dónde se realiza la exposición? No había escuchado nada sobre una exposición de cuadros en Nueva Orleans, y me parece extraño.
Tenía la cabeza cubierta por la capucha de la capa. Cuando se la quito, apareció una sonrisa tonta en mis labios.
- ¿No me digas que te he hecho esperar?- me preguntó al oído.
-Me ha parecido que ha pasado una eternidad desde que llegué- me mofé sonriéndola.
No me había dado cuenta pero a nuestras espaldas el carromato que nos llevaría a la exposición ya nos esperaba desde hacía rato.
-¿Entramos?- dijo Kory pasando su lengua perfilando sus labios. Más que nunca me entraron ganas de besarla pero ella ya se había dado la vuelta y subía al coche delante de mí
La seguí dentro y vi la estructura del interior del coche. Cabían cuatro personas, podría haberme sentado delante de Kory para verla mejor pero necesitaba más su contacto así que me senté a su lado sobre los asientos tapizados en rojo. Pasé un brazo sobre sus hombros y con la mano libre la cogí del mentón y alcé su rostro al mío.
-¿Acaso tienes vergüenza a besarme en público?- terminé la pregunta juntando nuestros labios- había echado de menos tus labios, más de lo que te puedas imaginar- y volví a besarla una vez más. Sentí un empujón que echo nuestros cuerpos hacia atrás. Por la ventanilla se podía ver como las casas y las personas comenzaban a moverse desapareciendo de nuestras vistas. El coche se había puesto en marcha.
Manteniendo mi brazo sobre sus hombros, miré la ventana y le pregunté:
-¿Dónde se realiza la exposición? No había escuchado nada sobre una exposición de cuadros en Nueva Orleans, y me parece extraño.
Lestat de Lioncourt- Vampiro - Clase Alta
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Re: mi amada Nueva Orleans
Aunque lleváramos un rato separados el uno del otro, le deseaba como siempre, su brazo rodeó mis hombros. Yo le miraba ansiosa, pero era soportable, o aún lo era.
-¿Acaso tienes vergüenza a besarme en público?- junto sus labios a los míos yo aún miraba sus ojos - había echado de menos tus labios, más de lo que te puedas imaginar- De tener más sangre en mi cuerpo me habría ruborizado, su beso me sabía a poco, pero bueno, ¿qué íbamos a hacer revolcarnos como dos jóvenes colegiales? Pienso que ganas no faltaban.
El carruaje empezó a moverse, bien, faltaría una hora o así hasta llegar a nuestro destino, cercano al parque de Sant Bernard, ahí estaba el lugar en una casa con un tejado a dos aguas de color oscuro. Yo no quería ir al NOMA, ahí no estaba lo que yo quería.
-¿Dónde se realiza la exposición? No había escuchado nada sobre una exposición de cuadros en Nueva Orleans, y me parece extraño.
- ¿Piensas que quiero raptarte? – miré por la ventana sonriendo alegremente, pensando en la idea tan absurda que había tenido.- Técnicamente no es una exposición como puedas tener tú en mente. – Apoyé mi mano en su pierna, y con los dedos empecé dibujar círculos, para empezar a explicarme. – Llevo bastantes meses detrás de una obra, pero tenía que venir personalmente para ver si era autentica y cerciorarme de que no sufría ningún daño en el viaje. – Dejé caer mi cabeza en el hombro de Lestat. – Me gusta hacer estas cosas lo más personalmente posible. Y lo que voy a hacer hoy roza la ilegalidad. – de mis labios salió una risilla perversa.
- ¡Ay! Si vieses el cuadro que quiero, te darías cuenta de que vale la pena pasar por estos riesgos. – dije animada por la hazaña. – Es del famoso retratista Gilbert Stuart, uno de los más grandes pintores de Norteamérica. – terminé por explicarme, pensaba en que si no se hacían así las cosas el arte no se movía, no estaba haciendo nada malo ¿o sí? El caso es que nunca me había pasado nada, o de momento, yo pagaba sumas enormes por esas piezas, él problema lo tendría en todo caso el que me lo ha vendido.
Al rato alcé mi cabeza para mirar a Lestat. – Y cambiando de tema, ¿Cómo puedes pensar que me da vergüenza besarte delante de todo el populacho? – me mordí el labio inferior, ¡Dios! Era tan difícil controlarse, y del descontrol que me estaba recorriendo presioné la mano que tenía colocada en la pierna de Lestat para luego levantarla y poniéndola en su nuca y atraerle hacia mí. - ¡Maldita sea! Bésame. – pero más que un imperativo hacia Lestat, yo provoqué aquel beso apasionado. Fundiéndome en él.
-¿Acaso tienes vergüenza a besarme en público?- junto sus labios a los míos yo aún miraba sus ojos - había echado de menos tus labios, más de lo que te puedas imaginar- De tener más sangre en mi cuerpo me habría ruborizado, su beso me sabía a poco, pero bueno, ¿qué íbamos a hacer revolcarnos como dos jóvenes colegiales? Pienso que ganas no faltaban.
El carruaje empezó a moverse, bien, faltaría una hora o así hasta llegar a nuestro destino, cercano al parque de Sant Bernard, ahí estaba el lugar en una casa con un tejado a dos aguas de color oscuro. Yo no quería ir al NOMA, ahí no estaba lo que yo quería.
-¿Dónde se realiza la exposición? No había escuchado nada sobre una exposición de cuadros en Nueva Orleans, y me parece extraño.
- ¿Piensas que quiero raptarte? – miré por la ventana sonriendo alegremente, pensando en la idea tan absurda que había tenido.- Técnicamente no es una exposición como puedas tener tú en mente. – Apoyé mi mano en su pierna, y con los dedos empecé dibujar círculos, para empezar a explicarme. – Llevo bastantes meses detrás de una obra, pero tenía que venir personalmente para ver si era autentica y cerciorarme de que no sufría ningún daño en el viaje. – Dejé caer mi cabeza en el hombro de Lestat. – Me gusta hacer estas cosas lo más personalmente posible. Y lo que voy a hacer hoy roza la ilegalidad. – de mis labios salió una risilla perversa.
- ¡Ay! Si vieses el cuadro que quiero, te darías cuenta de que vale la pena pasar por estos riesgos. – dije animada por la hazaña. – Es del famoso retratista Gilbert Stuart, uno de los más grandes pintores de Norteamérica. – terminé por explicarme, pensaba en que si no se hacían así las cosas el arte no se movía, no estaba haciendo nada malo ¿o sí? El caso es que nunca me había pasado nada, o de momento, yo pagaba sumas enormes por esas piezas, él problema lo tendría en todo caso el que me lo ha vendido.
Al rato alcé mi cabeza para mirar a Lestat. – Y cambiando de tema, ¿Cómo puedes pensar que me da vergüenza besarte delante de todo el populacho? – me mordí el labio inferior, ¡Dios! Era tan difícil controlarse, y del descontrol que me estaba recorriendo presioné la mano que tenía colocada en la pierna de Lestat para luego levantarla y poniéndola en su nuca y atraerle hacia mí. - ¡Maldita sea! Bésame. – pero más que un imperativo hacia Lestat, yo provoqué aquel beso apasionado. Fundiéndome en él.
Kory Bouguereau- Vampiro - Clase Alta
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Re: mi amada Nueva Orleans
– Y cambiando de tema, ¿Cómo puedes pensar que me da vergüenza besarte delante de todo el populacho?- mi intención era contestar a su pregunta. Explicarle que al salir de su hotel e ir directamente al carromato, me había quedado un tanto despagado al no haber recibido un solo beso de bienvenida. Pero no pude.
La mano que tenía descansando en mi pierna fue directa a mi nuca y sentí la presión que me acercaba a Kory- ¡Maldita sea! Bésame.
Y acabó por empujarme hacia ella provocando aquel beso que tanto deseábamos.
Pasamos minutos largos acariciándonos sin parar. Nuestras bocas se movían continuamente y las lenguas se fundían en un baile apasionado. Mis manos buscaban zonas del cuerpo de Kory donde la piel estuviera desnuda y se afanaba en acariciarlas con las yemas de los dedos.
Cuando nos separamos había perdido totalmente la noción del tiempo. Solo sabía que tenía los labios ligeramente hinchados después de tanto beso y que me los acariciaba con una sonrisa juguetona en mis labios.
Deseaba más y más pero no siempre hay que actuar con la sangre hirviendo de excitación, así que me alisé la ropa y volví a mi posición anterior colocando el brazo sobre los hombros de Kory
Para poder tranquilizarnos y calmar nuestros pechos agitados por los jadeos busqué un tema de conversación, volviendo a la compra de aquel cuadro que deseaba Kory con todas sus fuerzas.
-Así que nada de una exposición, todo lo contrario, se trata ni más ni menos que del mercado Negro- aún intentando mantener mi mente ocupada, no podía dejar de pensar en el momento apasionado que habíamos tenido y las ganas que tenía de volver a repetirlo y esta vez que no tuviera fin- parece que tu amor por el arte roza la ilegalidad, pero no es algo que me parezca mal. Todo lo contrario. No se me ocurre mejores manos que las de un vampiro enamorado del arte para cuidar de una obra de Gilbert Stuart- prendado en sus ojos, inconscientemente me acercaba más y más a sus labios y mis manos bajaban por su espalda llegando a su cintura para atraerla más a mí. ¿Qué demonios tenían esos labios?
La mano que tenía descansando en mi pierna fue directa a mi nuca y sentí la presión que me acercaba a Kory- ¡Maldita sea! Bésame.
Y acabó por empujarme hacia ella provocando aquel beso que tanto deseábamos.
Pasamos minutos largos acariciándonos sin parar. Nuestras bocas se movían continuamente y las lenguas se fundían en un baile apasionado. Mis manos buscaban zonas del cuerpo de Kory donde la piel estuviera desnuda y se afanaba en acariciarlas con las yemas de los dedos.
Cuando nos separamos había perdido totalmente la noción del tiempo. Solo sabía que tenía los labios ligeramente hinchados después de tanto beso y que me los acariciaba con una sonrisa juguetona en mis labios.
Deseaba más y más pero no siempre hay que actuar con la sangre hirviendo de excitación, así que me alisé la ropa y volví a mi posición anterior colocando el brazo sobre los hombros de Kory
Para poder tranquilizarnos y calmar nuestros pechos agitados por los jadeos busqué un tema de conversación, volviendo a la compra de aquel cuadro que deseaba Kory con todas sus fuerzas.
-Así que nada de una exposición, todo lo contrario, se trata ni más ni menos que del mercado Negro- aún intentando mantener mi mente ocupada, no podía dejar de pensar en el momento apasionado que habíamos tenido y las ganas que tenía de volver a repetirlo y esta vez que no tuviera fin- parece que tu amor por el arte roza la ilegalidad, pero no es algo que me parezca mal. Todo lo contrario. No se me ocurre mejores manos que las de un vampiro enamorado del arte para cuidar de una obra de Gilbert Stuart- prendado en sus ojos, inconscientemente me acercaba más y más a sus labios y mis manos bajaban por su espalda llegando a su cintura para atraerla más a mí. ¿Qué demonios tenían esos labios?
Lestat de Lioncourt- Vampiro - Clase Alta
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Re: mi amada Nueva Orleans
Me quedé extremadamente agitada sentada, fielmente a su lado por la excitación que se había apoderado de mí incontables minutos antes, ahora me recorría cierta timidez, pero eso era como todo, venía y se iba como el vaivén de la marea, como el de sus soberanos ojos.
Me sentí atrapada, apunto de ahogarme completamente entre sus brazos, le estaba amando de una manera que me hería en demasía ¿podría soportarlo? Me llevé una de mis manos a mi frenético pecho, mi corazón parecía que iba a explotar ¿por qué siempre que tenía algún tipo de sentimiento lo llevaba al extremo? Parecía mentira que no aprendiera de mi pasado. ¿Qué haría cuando me fuera a Inglaterra? ¿Intentar olvidarme de él? De seguro eso era imposible ya, porque pertenecía a mí, se había adherido de tal forma a mi ser que de arrancarlo mi mundo cambiaría, volvería a ser el ser que era antes pero terriblemente más oscuro, acabaría olvidándole con sangrientas matanzas, era lo que solía hacer cuando me pasaban cosas por el estilo ¿quería eso?
Oleadas de sentimientos por el estilo me embistieron, pero debía serenarme, debía mostrar la mejor de mis sonrisas, aún faltaba hasta mi fatídica marcha.
Lo bueno de todo esto es, que esos pensamientos pasaron por mi mente en décimas de segundo, pero fueron realmente nefastos, me escupieron a la realidad de una manera cruenta.
Mis ojos pasaron de una capa de tinieblas a la claridad que le son habituales, vi como Lestat se pasaba sus perfectos dedos por sus sonrientes labios, me sentí algo culpable, si hubiese sido por mí habríamos derramado sangre en ese lujurioso beso, pero algo en mí negaba el hecho de herir su pétrea piel.
Volvimos a nuestra solemne posición, como si fuéramos una pareja de mortales. Yo miré mi vestido, no deseaba que le pasase ningún tipo de contratiempo. Suspiré al mirar por la ventana que estaba en el lado de Lestat, la noche brillaba plena en su propia magnificencia ¿recordaba cómo eran los días soleados? Por noches como ésta, en su dulce compañía merecía la pena no ver en toda la eternidad los rayos del sol. Así eran las cosas, así era mi entrega.
Sostuve con mi mano la mano que caía por mi hombro, entrelazando mis dedos con los suyos. Escuché sus palabras, cerré mis ojos mientras él hablaba, sonreía orgullosa de vez en cuando. Levanté poco a poco la cabeza para contestarle.
- Entonces me comprendes, me alivia saberlo. Sí, prometo atesorar esa obra con mi vida.
Sonreí mientras acariciaba con uno de mis dedos la masculina curva de la mandibula de mi amado, hipnotizada de nuevo, mientras sentía como él me atraía a su cuerpo ¿cuánto estábamos dispuestos a perder? – Mi amor por el arte va muchos más allá de lo que te puedas imaginar, tesoro, mucho más allá… como el amor que se está incubando dentro de mí hacia tu persona, no hay medida establecida para que lo sepas.
Estábamos ya muy cerca el uno del otro, os diré que si la muerte fuera así me postraría de rodillas ante ella sin pensármelo dos veces. – Me estás matando Lestat, matando de amor. – me abracé a él, abandonándome en sus brazos, en los brazos de la muerte ideal que deseaba tener.
¿Cuánto faltaría para llegar al destino? No debía quedar mucho, debía aprovechar ese mismo momento. Pasé una de mis piernas por encima de la suya, mientras con mis labios acariciaba la piel que cubría su rostro, perdiéndome en cada resquicio, solo me encontré al llegar a sus labios, los contemplé como si fueran la más extraña flor en la más alta montaña. Sonreí con dulzura.
– Supongo que estás escuchando todo lo que estoy pensando, no te asustes. – no, no quería que se asustase.
Lo máximo que un humano podía sentir hacia una persona, yo lo superaba arrasando todo rastro de cordura.
Con ambas manos tomé su rostro, pegué mis labios a la comisura de los suyos, cerré mis ojos a su contacto, los entreabrí para atrapar sutilmente la única razón que tenía en ese momento, Lestat.
Y que digan que no soy poética
Me sentí atrapada, apunto de ahogarme completamente entre sus brazos, le estaba amando de una manera que me hería en demasía ¿podría soportarlo? Me llevé una de mis manos a mi frenético pecho, mi corazón parecía que iba a explotar ¿por qué siempre que tenía algún tipo de sentimiento lo llevaba al extremo? Parecía mentira que no aprendiera de mi pasado. ¿Qué haría cuando me fuera a Inglaterra? ¿Intentar olvidarme de él? De seguro eso era imposible ya, porque pertenecía a mí, se había adherido de tal forma a mi ser que de arrancarlo mi mundo cambiaría, volvería a ser el ser que era antes pero terriblemente más oscuro, acabaría olvidándole con sangrientas matanzas, era lo que solía hacer cuando me pasaban cosas por el estilo ¿quería eso?
Oleadas de sentimientos por el estilo me embistieron, pero debía serenarme, debía mostrar la mejor de mis sonrisas, aún faltaba hasta mi fatídica marcha.
Lo bueno de todo esto es, que esos pensamientos pasaron por mi mente en décimas de segundo, pero fueron realmente nefastos, me escupieron a la realidad de una manera cruenta.
Mis ojos pasaron de una capa de tinieblas a la claridad que le son habituales, vi como Lestat se pasaba sus perfectos dedos por sus sonrientes labios, me sentí algo culpable, si hubiese sido por mí habríamos derramado sangre en ese lujurioso beso, pero algo en mí negaba el hecho de herir su pétrea piel.
Volvimos a nuestra solemne posición, como si fuéramos una pareja de mortales. Yo miré mi vestido, no deseaba que le pasase ningún tipo de contratiempo. Suspiré al mirar por la ventana que estaba en el lado de Lestat, la noche brillaba plena en su propia magnificencia ¿recordaba cómo eran los días soleados? Por noches como ésta, en su dulce compañía merecía la pena no ver en toda la eternidad los rayos del sol. Así eran las cosas, así era mi entrega.
Sostuve con mi mano la mano que caía por mi hombro, entrelazando mis dedos con los suyos. Escuché sus palabras, cerré mis ojos mientras él hablaba, sonreía orgullosa de vez en cuando. Levanté poco a poco la cabeza para contestarle.
- Entonces me comprendes, me alivia saberlo. Sí, prometo atesorar esa obra con mi vida.
Sonreí mientras acariciaba con uno de mis dedos la masculina curva de la mandibula de mi amado, hipnotizada de nuevo, mientras sentía como él me atraía a su cuerpo ¿cuánto estábamos dispuestos a perder? – Mi amor por el arte va muchos más allá de lo que te puedas imaginar, tesoro, mucho más allá… como el amor que se está incubando dentro de mí hacia tu persona, no hay medida establecida para que lo sepas.
Estábamos ya muy cerca el uno del otro, os diré que si la muerte fuera así me postraría de rodillas ante ella sin pensármelo dos veces. – Me estás matando Lestat, matando de amor. – me abracé a él, abandonándome en sus brazos, en los brazos de la muerte ideal que deseaba tener.
¿Cuánto faltaría para llegar al destino? No debía quedar mucho, debía aprovechar ese mismo momento. Pasé una de mis piernas por encima de la suya, mientras con mis labios acariciaba la piel que cubría su rostro, perdiéndome en cada resquicio, solo me encontré al llegar a sus labios, los contemplé como si fueran la más extraña flor en la más alta montaña. Sonreí con dulzura.
– Supongo que estás escuchando todo lo que estoy pensando, no te asustes. – no, no quería que se asustase.
Lo máximo que un humano podía sentir hacia una persona, yo lo superaba arrasando todo rastro de cordura.
Con ambas manos tomé su rostro, pegué mis labios a la comisura de los suyos, cerré mis ojos a su contacto, los entreabrí para atrapar sutilmente la única razón que tenía en ese momento, Lestat.
Y que digan que no soy poética
Kory Bouguereau- Vampiro - Clase Alta
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Re: mi amada Nueva Orleans
– Mi amor por el arte va muchos más allá de lo que te puedas imaginar, tesoro, mucho más allá… como el amor que se está incubando dentro de mí hacia tu persona, no hay medida establecida para que lo sepas.- sus palabras me dejaron sin habla. Quise responderle. Decirle que lo que sentía hacia ella era algo mágico que era indescriptible. Para mí, ella era como un tesoro imposible de encontrar pero que de alguna manera la tenía entre mis brazos.
Pero no me salieron las palabras, era como si el don del habla me hubiera abandonado y de mis labios solo salía el frio aliento de una respiración agitada.
-Me estás matando Lestat, matando de amor.- dijo abandonándose a mis brazos
-Pues muere entre mis brazos mi reina, porque yo lo pienso hacer sobre tus labios. -Una de sus piernas pasó por encima de la mía y sus labios rozaron mi rostro hasta llegar a mis labios.
– Supongo que estás escuchando todo lo que estoy pensando, no te asustes- tomándola de la cintura, deslicé su cuerpo haciendo que la pierna que descansaba encima de la mía pasara junto a la otra y su cuerpo quedara sentado sobre mis piernas.
Aquella posición me recordó a la pasa noche, en el sofá de la biblioteca de mi casa. Donde la pasión se había desatado entre nosotros y habíamos comenzado a entregarnos el uno al otro.
Pero esta noche lo haría bien, con control.
Pasé mis manos por su espalda y volví a bajarlas a su cintura.
-No me hace falta leer en tu mente para saber lo que ocurre en tu interior. Y no me asusta, si no que me enamora más y más- alcé el rostro para llegar a sus labios y volví a besarla con la misma pasión que antes. Pero esta vez duró menos pues dejé sus labios para bajar besando su mentón y seguir bajando por su cuello. Lamiéndolo con mi lengua de arriba abajo hasta llegar a sus hombros. Deposité un pequeño beso en su fría piel y luego abrí la boca con la intención de morderla.
Había sentido su deseo de unir la pasión con la sangre, y eso me había abierto el apetito por su sangre. Me apetecía sentirla en la boca, degustarla y saborearla.
Cerré la mandíbula sobre su hombro, perforando su piel con los colmillos y degustando la sangre que brotaba de la herida sin dejar que se derramara ni una gota.
Cuando las perforaciones sanaron, separé mi boca de su hombro manteniendo la sangre que acababa de obtener.
Subí de nuevo a sus labios y vertí el contenido en boca mientras la besaba, haciendo que saborease su propia sangre. Puro fuego que bajaba por nuestras gargantas y me estaba haciendo perder el preciado control de mis actos.
Pero no me salieron las palabras, era como si el don del habla me hubiera abandonado y de mis labios solo salía el frio aliento de una respiración agitada.
-Me estás matando Lestat, matando de amor.- dijo abandonándose a mis brazos
-Pues muere entre mis brazos mi reina, porque yo lo pienso hacer sobre tus labios. -Una de sus piernas pasó por encima de la mía y sus labios rozaron mi rostro hasta llegar a mis labios.
– Supongo que estás escuchando todo lo que estoy pensando, no te asustes- tomándola de la cintura, deslicé su cuerpo haciendo que la pierna que descansaba encima de la mía pasara junto a la otra y su cuerpo quedara sentado sobre mis piernas.
Aquella posición me recordó a la pasa noche, en el sofá de la biblioteca de mi casa. Donde la pasión se había desatado entre nosotros y habíamos comenzado a entregarnos el uno al otro.
Pero esta noche lo haría bien, con control.
Pasé mis manos por su espalda y volví a bajarlas a su cintura.
-No me hace falta leer en tu mente para saber lo que ocurre en tu interior. Y no me asusta, si no que me enamora más y más- alcé el rostro para llegar a sus labios y volví a besarla con la misma pasión que antes. Pero esta vez duró menos pues dejé sus labios para bajar besando su mentón y seguir bajando por su cuello. Lamiéndolo con mi lengua de arriba abajo hasta llegar a sus hombros. Deposité un pequeño beso en su fría piel y luego abrí la boca con la intención de morderla.
Había sentido su deseo de unir la pasión con la sangre, y eso me había abierto el apetito por su sangre. Me apetecía sentirla en la boca, degustarla y saborearla.
Cerré la mandíbula sobre su hombro, perforando su piel con los colmillos y degustando la sangre que brotaba de la herida sin dejar que se derramara ni una gota.
Cuando las perforaciones sanaron, separé mi boca de su hombro manteniendo la sangre que acababa de obtener.
Subí de nuevo a sus labios y vertí el contenido en boca mientras la besaba, haciendo que saborease su propia sangre. Puro fuego que bajaba por nuestras gargantas y me estaba haciendo perder el preciado control de mis actos.
Lestat de Lioncourt- Vampiro - Clase Alta
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Re: mi amada Nueva Orleans
Así era, moriría entre sus brazos, no sabía a quién dar gracias por lo que me estaba sucediendo, cabía la posibilidad de que tan rápido como había venido a mí, tan rápido se desvaneciera, era una posibilidad, no había que descartarlo. Pero qué demonios, ya no quería pensar en eso hasta que no estuviera sobre ese maldito barco.
Qué había mejor que estar sobre Lestat, con ese mero gesto mis penas se fueron.
- No me hace falta leer en tu mente para saber lo que ocurre en tu interior. Y no me asusta, si no que me enamora más y más – Me volvió a besar, ¡Oh Dios! de recordarlo se me pone la piel de gallina, menudo par nos habíamos juntado. Y lo que vino después ya fue el colmo de mi desesperación. Su lasciva lengua recorría mi piel de tal manera que no podía sino llevar mi cabeza hacia atrás entre abriendo mi boca, no pensé en nada, absolutamente en nada, ida completamente, hasta que llego a mi desnudo hombro, descubierto por la capa, fue en ese preciso instante cuando noté que me estaba mordiendo, que estaba bebiendo de mí, eso únicamente lo había hecho mi creador. Agarré con fuerza la chaqueta de su traje.
No me fue desagradable, además si era para él, no rechistaría jamás.
Mis sangre, mi vida pasaba a su cuerpo, obviamente no es lo mismo que la sangre de un mortal, claro está. Pero estar los dos en aquel carruaje en esa unión tan intima me daba tantísimo morbo.
Volvió a mi rostro, yo estaba ciertamente desorientada, tenía para mi sorpresa mi propia sangre en su boca, la introdujo en la mía, no era la primera vez que la saboreaba, pero el influjo de su lengua, hacía que cayese rendida, yo juro que estuve a punto de morderla por atrevida, mientras mis manos ansiosas bajaban peligrosamente por su esculpido torso. Cuando el carro paró en seco, en un acto reflejó apoyé mis manos sobre la madera del carro a sendos lados de Lestat, provocó que me separase de él bruscamente, y me hizo, no sé, volver a la realidad, aunque no lo quería, en ese momento deseaba estar ahí con él.
Bajé los parpados mientras sonreía con cierta resignación.
- Parece que ya estamos. – Reí abiertamente, me quedé observándole, le había despeinado, me mordí el labio al verle así de salvaje, en un momento deshice el negro lazo que ataba su melena para volver a peinarle debidamente, no necesitaba mirar para realizar ese proceso. Cuando ya estaba perfecto posé un pequeño beso en sus labios.
El cochero bajó del carro, pretendía abrir la puerta el muy insensato.
– Bueno, debo bajar, no sé si quieres quedarte aquí o acompañarme, lo que gustes.- Me deslicé entre sus piernas para poder salir del carro, me coloqué nuevamente con la capa, nuevos mechones se habían liberado del moño que sujetaba mi pasador de diamantes, me pasé la mano por ellos para intentar arreglarlo, como veía que era un trabajo en vano, me cubrí la cabeza con la capucha, así de fácil, y asi no verian mi rostro en su totalidad.
Pasé al lado del cochero, inclinando levemente la cabeza ¿habría oído algo? Imposible. Me giré para ver qué es lo que haría Lestat, pero delante de mí estaban los encargados esperándome.
Caminé en silencio hasta estar dentro.
- ¿Tiene todo lo que le dije?
- Así es madame, todo está en su sitio, le enviaremos los papeles por correo.
Yo sonreí al oírle decir aquello, no era la primera vez que hablaba con ese hombre, sabía cómo me gustaba llevar estos asuntos.
- Bien ¿Dónde está?- El hombre caminó por la sala hasta llegar a un armario, el cual guardaba el cuadro que quería. Sí, era un lugar seguro. La luz no dañaba nada a mi óleo. Lo tomé entre mis manos sin ningún problema, y lo apoyé sobre la firme mesa, cogí una de las velas que allí había, solo necesitaba más luz para fijarme en cada detalle, así lo hice, pasé de forma insignificante la yema de mis dedos por la superficie, no había permitido a nadie hacerlo, parecía que estaba en buen estado.
- Todo está en orden. – dije, cubriendo el lienzo con una tela. – Llevadlo al carruaje con el sumo cuidado. ¡Ah! – señalé a uno de los cuadros que estaban colgados en la pared. – Ese también lo quiero. – no podía negármelo de ninguna de las maneras, usé la persuasión como solo nosotros podemos. Sonreí victoriosa mientras firmaba el cheque. - Siempre es un placer hacer negocios con usted. – dije cerrando la puerta tras de mí, salí de allí, una brisa otoñal movió mi vestido. ¿Lestat?
- Lestat.- pronuncié sin alzar la voz, sabía que donde estuviera podía oírme, sentirme.
Qué había mejor que estar sobre Lestat, con ese mero gesto mis penas se fueron.
- No me hace falta leer en tu mente para saber lo que ocurre en tu interior. Y no me asusta, si no que me enamora más y más – Me volvió a besar, ¡Oh Dios! de recordarlo se me pone la piel de gallina, menudo par nos habíamos juntado. Y lo que vino después ya fue el colmo de mi desesperación. Su lasciva lengua recorría mi piel de tal manera que no podía sino llevar mi cabeza hacia atrás entre abriendo mi boca, no pensé en nada, absolutamente en nada, ida completamente, hasta que llego a mi desnudo hombro, descubierto por la capa, fue en ese preciso instante cuando noté que me estaba mordiendo, que estaba bebiendo de mí, eso únicamente lo había hecho mi creador. Agarré con fuerza la chaqueta de su traje.
No me fue desagradable, además si era para él, no rechistaría jamás.
Mis sangre, mi vida pasaba a su cuerpo, obviamente no es lo mismo que la sangre de un mortal, claro está. Pero estar los dos en aquel carruaje en esa unión tan intima me daba tantísimo morbo.
Volvió a mi rostro, yo estaba ciertamente desorientada, tenía para mi sorpresa mi propia sangre en su boca, la introdujo en la mía, no era la primera vez que la saboreaba, pero el influjo de su lengua, hacía que cayese rendida, yo juro que estuve a punto de morderla por atrevida, mientras mis manos ansiosas bajaban peligrosamente por su esculpido torso. Cuando el carro paró en seco, en un acto reflejó apoyé mis manos sobre la madera del carro a sendos lados de Lestat, provocó que me separase de él bruscamente, y me hizo, no sé, volver a la realidad, aunque no lo quería, en ese momento deseaba estar ahí con él.
Bajé los parpados mientras sonreía con cierta resignación.
- Parece que ya estamos. – Reí abiertamente, me quedé observándole, le había despeinado, me mordí el labio al verle así de salvaje, en un momento deshice el negro lazo que ataba su melena para volver a peinarle debidamente, no necesitaba mirar para realizar ese proceso. Cuando ya estaba perfecto posé un pequeño beso en sus labios.
El cochero bajó del carro, pretendía abrir la puerta el muy insensato.
– Bueno, debo bajar, no sé si quieres quedarte aquí o acompañarme, lo que gustes.- Me deslicé entre sus piernas para poder salir del carro, me coloqué nuevamente con la capa, nuevos mechones se habían liberado del moño que sujetaba mi pasador de diamantes, me pasé la mano por ellos para intentar arreglarlo, como veía que era un trabajo en vano, me cubrí la cabeza con la capucha, así de fácil, y asi no verian mi rostro en su totalidad.
Pasé al lado del cochero, inclinando levemente la cabeza ¿habría oído algo? Imposible. Me giré para ver qué es lo que haría Lestat, pero delante de mí estaban los encargados esperándome.
Caminé en silencio hasta estar dentro.
- ¿Tiene todo lo que le dije?
- Así es madame, todo está en su sitio, le enviaremos los papeles por correo.
Yo sonreí al oírle decir aquello, no era la primera vez que hablaba con ese hombre, sabía cómo me gustaba llevar estos asuntos.
- Bien ¿Dónde está?- El hombre caminó por la sala hasta llegar a un armario, el cual guardaba el cuadro que quería. Sí, era un lugar seguro. La luz no dañaba nada a mi óleo. Lo tomé entre mis manos sin ningún problema, y lo apoyé sobre la firme mesa, cogí una de las velas que allí había, solo necesitaba más luz para fijarme en cada detalle, así lo hice, pasé de forma insignificante la yema de mis dedos por la superficie, no había permitido a nadie hacerlo, parecía que estaba en buen estado.
- Todo está en orden. – dije, cubriendo el lienzo con una tela. – Llevadlo al carruaje con el sumo cuidado. ¡Ah! – señalé a uno de los cuadros que estaban colgados en la pared. – Ese también lo quiero. – no podía negármelo de ninguna de las maneras, usé la persuasión como solo nosotros podemos. Sonreí victoriosa mientras firmaba el cheque. - Siempre es un placer hacer negocios con usted. – dije cerrando la puerta tras de mí, salí de allí, una brisa otoñal movió mi vestido. ¿Lestat?
- Lestat.- pronuncié sin alzar la voz, sabía que donde estuviera podía oírme, sentirme.
Kory Bouguereau- Vampiro - Clase Alta
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Re: mi amada Nueva Orleans
El pecaminoso demonio de la lujuria parecía querer envolvernos entre sus brazos y yo estaba encantado de recibirlo si se trataba de pecar junto a Kory, pero ese no era el destino que los hados nos tenían preparado.
El carromato se detuvo con un golpe seco y Kory acabó separada de mí. Ambos volvimos a la cruenta realidad, al frente de aquel lugar que había visto en la cabeza de mi amada y que ahora odiaba con todo el alma.
Durante nuestro momento de pasión, la coleta que me había para quedar arreglado se había deshecho completamente. Antes de que Kory se despidiera de mí con un beso, arregló mis cabellos y la vi partir bajando del carruaje. Acompañada por los que serían sus contactos, se metieron en el edificio y perdí de vista las deliciosas curvas de la silueta de Kory.
Tuve que rechazar su oferta de acompañarla. Me hubiera gustado verla en acción mientras inspeccionaba los cuadros en silencio durante varios minutos pero su sangre me había provocado el deseo oscuro de alimentarme. La sangre de Kory me había recordado que aquella noche aún no había cenado.
El edificio estaba protegido por varios hombres que se escondían en la oscuridad de la noche, creyéndose invisibles.
Fue fácil atrapar a uno de ellos, tapar su boca y dejarlo seco en cuestión de minutos. Aquel oscuro deseo provocado ya había menguado, pero desaparecía del todo.
- Lestat- escuché la llamada de Kory. La vi dándole la espalda a la puerta de entrada, mirando a la nada esperando a que acudiera a su llamada. No quería desilusionarla.
Salí de la oscuridad dejando el cuerpo sin vida de mi victima que acabarían por encontrar mañana por la mañana, a mi me traía sin cuidado.
-Por fin apareces mi reina…- le dije mientras me acercaba a ella y la abrazaba por la cintura y la besaba introduciendo mi lengua en su boca. Notaba en mis acciones el nuevo vigor que había adquirido por la sangre. El éxtasis de arrebatar una vida me hacía perder la cordura- ¿el cuadro ha sido de tu agrado? Sea así o no has terminado con tus obligaciones por hoy. Tenemos toda la noche por delante, un coche tirado a caballos y una gran ciudad delante de nosotros ¿Dónde quieres ir mi amor?- cuando la miraba a los ojos no podía evitar quedarme prendado de ella. El efecto de la sangre que corría por mis venas me provocaba fantasías es las que Kory era su protagonista, con su cuerpo desnudo rozándose con el mío. Necesitaba besarla, deseaba besarla. La cogí de la nuca y acerqué su rostro besándola con desesperación.
¿Qué haría cuando ella no estuviera?
El carromato se detuvo con un golpe seco y Kory acabó separada de mí. Ambos volvimos a la cruenta realidad, al frente de aquel lugar que había visto en la cabeza de mi amada y que ahora odiaba con todo el alma.
Durante nuestro momento de pasión, la coleta que me había para quedar arreglado se había deshecho completamente. Antes de que Kory se despidiera de mí con un beso, arregló mis cabellos y la vi partir bajando del carruaje. Acompañada por los que serían sus contactos, se metieron en el edificio y perdí de vista las deliciosas curvas de la silueta de Kory.
Tuve que rechazar su oferta de acompañarla. Me hubiera gustado verla en acción mientras inspeccionaba los cuadros en silencio durante varios minutos pero su sangre me había provocado el deseo oscuro de alimentarme. La sangre de Kory me había recordado que aquella noche aún no había cenado.
El edificio estaba protegido por varios hombres que se escondían en la oscuridad de la noche, creyéndose invisibles.
Fue fácil atrapar a uno de ellos, tapar su boca y dejarlo seco en cuestión de minutos. Aquel oscuro deseo provocado ya había menguado, pero desaparecía del todo.
- Lestat- escuché la llamada de Kory. La vi dándole la espalda a la puerta de entrada, mirando a la nada esperando a que acudiera a su llamada. No quería desilusionarla.
Salí de la oscuridad dejando el cuerpo sin vida de mi victima que acabarían por encontrar mañana por la mañana, a mi me traía sin cuidado.
-Por fin apareces mi reina…- le dije mientras me acercaba a ella y la abrazaba por la cintura y la besaba introduciendo mi lengua en su boca. Notaba en mis acciones el nuevo vigor que había adquirido por la sangre. El éxtasis de arrebatar una vida me hacía perder la cordura- ¿el cuadro ha sido de tu agrado? Sea así o no has terminado con tus obligaciones por hoy. Tenemos toda la noche por delante, un coche tirado a caballos y una gran ciudad delante de nosotros ¿Dónde quieres ir mi amor?- cuando la miraba a los ojos no podía evitar quedarme prendado de ella. El efecto de la sangre que corría por mis venas me provocaba fantasías es las que Kory era su protagonista, con su cuerpo desnudo rozándose con el mío. Necesitaba besarla, deseaba besarla. La cogí de la nuca y acerqué su rostro besándola con desesperación.
¿Qué haría cuando ella no estuviera?
Lestat de Lioncourt- Vampiro - Clase Alta
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Re: mi amada Nueva Orleans
Me sorprendió Lestat como siempre, sí, tan hermoso como antes, o más, me di cuenta que su boca tenía cierto sabor a sangre mortal, y su tez tenía un color más humano, arrebatador.
Después de preguntarme sobre cómo había ido y lo que quería hacer, pude ver lo que pensó en ese momento cuando me tenía entre sus brazos, la devastadora pasión le recorría, nos besamos de nuevo con la misma entrega que hacía un rato en el carro ¿el carro era el culpable? No lo creo, cualquier sitio era propicio para abandonarme enteramente a mi amado.
Tras unos minutos así, tuve que separarme, debía hablar, aunque tampoco era necerasio, en comparación, pero si eso dejaba palpitando las llamas unos momentos, bastaba.
Di unos pasos hacia la oscuridad de aquella calle, no quería que nos oyeran, o viesen algo tan sobrenatural delante de ellos, no era bueno, pero a parte de eso quería estar en cierta penumbra. Acaricié su cuello con ambas manos.
- Mmmh. Qué ímpetu amor, cómo se nota que no pierdes el tiempo. – comenté refiriéndome al aperitivo que había debido cazar.
- ¡Oh, sí que lo ha sido! El cuadro viajará conmigo, quizá algún día puedas verlo colocado en su lugar. – pasé mis manos por su camisa, fijando mis ojos distraídamente en ella.
– Desearía caminar por Jackson Square… contigo.- dije posando mi dedo índice en sus labios, sonreí tenuemente, me gustaba provocarle de esa manera.
Cuando pensé que con eso habíamos acabado la conversación, recordé lo que Lestat estaba pensando al besarme. Volví mi cabeza para mirarlo con intensidad. Mis manos volvían a recorrer sus varoniles hombros.
– Oculta tus fantasías, mon amour, más que nada porque estoy delante. – Me acerqué a su cuello para olerle. – me halaga saber que me deseáis de esa manera. – Subí hacia su oído para susurrarle unas palabras con tono sensual y melodioso. – Has conseguido mi corazón con artes desconocidas para mí, ahora bien, si deseas tener entre tus brazos mi cuerpo para que hagas con él lo que te plazca tendrás que ganártelo, seduciéndome. – besé su cuello hasta darle un pequeño mordisco, con cuidado no quise rasgar su piel. – No te será fácil, o puede que sí, eso ya se verá…porque a lo mejor me voy sin que me hayas catado, aunque en cierto modo si lo has hecho.
Me separé de su rostro mientras le cogía ambas manos, comencé a caminar hacia el carro, pero hacia atrás para guiar a Lestat, el juego había empezado. Me subí a uno de los escalones del carro, y me eché hacía atrás la capucha. Ordené al cochero dónde quería ir, pero sin apartar la mirada de Lestat.
- Espero que no estemos confundiendo el amor con la pasión.- murmuré mientras atraje su cuerpo hacia el mío con suavidad, pegué mis labios a los suyos mordiendolos con "cierto" control de mis actos. – Interesante, después de todo tu compañía ha sido muy buena idea. – rodeé su cuello mientras le sonreía encantadoramente.
Después de preguntarme sobre cómo había ido y lo que quería hacer, pude ver lo que pensó en ese momento cuando me tenía entre sus brazos, la devastadora pasión le recorría, nos besamos de nuevo con la misma entrega que hacía un rato en el carro ¿el carro era el culpable? No lo creo, cualquier sitio era propicio para abandonarme enteramente a mi amado.
Tras unos minutos así, tuve que separarme, debía hablar, aunque tampoco era necerasio, en comparación, pero si eso dejaba palpitando las llamas unos momentos, bastaba.
Di unos pasos hacia la oscuridad de aquella calle, no quería que nos oyeran, o viesen algo tan sobrenatural delante de ellos, no era bueno, pero a parte de eso quería estar en cierta penumbra. Acaricié su cuello con ambas manos.
- Mmmh. Qué ímpetu amor, cómo se nota que no pierdes el tiempo. – comenté refiriéndome al aperitivo que había debido cazar.
- ¡Oh, sí que lo ha sido! El cuadro viajará conmigo, quizá algún día puedas verlo colocado en su lugar. – pasé mis manos por su camisa, fijando mis ojos distraídamente en ella.
– Desearía caminar por Jackson Square… contigo.- dije posando mi dedo índice en sus labios, sonreí tenuemente, me gustaba provocarle de esa manera.
Cuando pensé que con eso habíamos acabado la conversación, recordé lo que Lestat estaba pensando al besarme. Volví mi cabeza para mirarlo con intensidad. Mis manos volvían a recorrer sus varoniles hombros.
– Oculta tus fantasías, mon amour, más que nada porque estoy delante. – Me acerqué a su cuello para olerle. – me halaga saber que me deseáis de esa manera. – Subí hacia su oído para susurrarle unas palabras con tono sensual y melodioso. – Has conseguido mi corazón con artes desconocidas para mí, ahora bien, si deseas tener entre tus brazos mi cuerpo para que hagas con él lo que te plazca tendrás que ganártelo, seduciéndome. – besé su cuello hasta darle un pequeño mordisco, con cuidado no quise rasgar su piel. – No te será fácil, o puede que sí, eso ya se verá…porque a lo mejor me voy sin que me hayas catado, aunque en cierto modo si lo has hecho.
Me separé de su rostro mientras le cogía ambas manos, comencé a caminar hacia el carro, pero hacia atrás para guiar a Lestat, el juego había empezado. Me subí a uno de los escalones del carro, y me eché hacía atrás la capucha. Ordené al cochero dónde quería ir, pero sin apartar la mirada de Lestat.
- Espero que no estemos confundiendo el amor con la pasión.- murmuré mientras atraje su cuerpo hacia el mío con suavidad, pegué mis labios a los suyos mordiendolos con "cierto" control de mis actos. – Interesante, después de todo tu compañía ha sido muy buena idea. – rodeé su cuello mientras le sonreía encantadoramente.
Kory Bouguereau- Vampiro - Clase Alta
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Re: mi amada Nueva Orleans
Kory nos escondió en la penumbra de la calle, cosa que agradecí, estaba siendo demasiado descuidado al tener la mente ocupada en otras cosas.
Kory me contó que la compra había sido un éxito y que mañana el cuadro zarparía con ella rumbo a Inglaterra.
– Desearía caminar por Jackson Square… contigo.- le acaricié la mejilla quitándole algunos de los mechones de su rostro. No quería mentirle diciéndole “pronto mi reina”, pero eso no quería decir que no tuviéramos la ocasión de hacerlo. Nueva Orleans me ataba pero no me condenaba.
-Algún día me enseñaras el lugar donde vives y pasearemos por Jackson Square cogidos de la mano.- besé el dedo que recorría mis labios juguetonamente.
– Oculta tus fantasías, mon amour, más que nada porque estoy delante- Sonreí pícaramente porque sabía a que se refería ¿por qué tendría que ocultarlas? Me encantaba fantasear – me halaga saber que me deseáis de esa manera.- Su voz y sus movimientos me estaban derritiendo poco a poco – Has conseguido mi corazón con artes desconocidas para mí, ahora bien, si deseas tener entre tus brazos mi cuerpo para que hagas con él lo que te plazca tendrás que ganártelo, seduciéndome. – seduciéndola ¿no? ¿Acaso no lo estaba haciendo durante toda la noche? – No te será fácil, o puede que sí, eso ya se verá…porque a lo mejor me voy sin que me hayas catado, aunque en cierto modo si lo has hecho.- era verdad, aún podía sentir su sangre recorrer mi cuerpo mezclada con la de mi víctima.
Kory volvió a guiarme hacia el carro.
Una vez dado las instrucciones al cochero y cerrado la puerta tras nosotros el carromato volvió a ponerse en marcha.
- Espero que no estemos confundiendo el amor con la pasión.- murmuro atrayendo mi cuerpo junto al suyo y pegando sus labios a los míos dándoles juguetones mordiscos.
-El amor y la pasión siempre van cogidos de las manos ¿no crees chérie?- dicho esto, me separé de Kory y asomé medio cuerpo por la ventana del coche.
-Cambio de planes- grité al cochero- denos vueltas por la ciudad hasta que nosotros les ordenemos parar- dichas las nuevas órdenes, bajé las persianas del coche dejando el interior del carro en una semioscuridad en la que podía distinguir a la perfección a la mujer que tenía a mi lado cuyos ojos brillaban como dos zafiros.
Recosté a Kory en uno de los asientos, apoyando su espalda en la pared del carro y dejé sus piernas descansar sobre mi regazo. Para que no me molestasen, desabroché sus zapatos y dejé que cayeran al suelo.
Acaricié con las manos los pies de Kory, apretándolos para masajearlos.
-El amor que siento por ti no se apaga sino que cada vez arde con más fuerza. Pero a la vez me recorre una pasión irrefrenable que no consigo controlar- cogiendo una de sus piernas con ambas manos, comencé besando desde la punta de sus dedos hasta llegar a su rodilla, desplazando poco a poco su falda mientras besaba y lamía su piel desnuda- ¿estoy haciendo un buen trabajo? ¿Consigo seducirte? Si lo hago mal tendrás que avisarme.
Kory me contó que la compra había sido un éxito y que mañana el cuadro zarparía con ella rumbo a Inglaterra.
– Desearía caminar por Jackson Square… contigo.- le acaricié la mejilla quitándole algunos de los mechones de su rostro. No quería mentirle diciéndole “pronto mi reina”, pero eso no quería decir que no tuviéramos la ocasión de hacerlo. Nueva Orleans me ataba pero no me condenaba.
-Algún día me enseñaras el lugar donde vives y pasearemos por Jackson Square cogidos de la mano.- besé el dedo que recorría mis labios juguetonamente.
– Oculta tus fantasías, mon amour, más que nada porque estoy delante- Sonreí pícaramente porque sabía a que se refería ¿por qué tendría que ocultarlas? Me encantaba fantasear – me halaga saber que me deseáis de esa manera.- Su voz y sus movimientos me estaban derritiendo poco a poco – Has conseguido mi corazón con artes desconocidas para mí, ahora bien, si deseas tener entre tus brazos mi cuerpo para que hagas con él lo que te plazca tendrás que ganártelo, seduciéndome. – seduciéndola ¿no? ¿Acaso no lo estaba haciendo durante toda la noche? – No te será fácil, o puede que sí, eso ya se verá…porque a lo mejor me voy sin que me hayas catado, aunque en cierto modo si lo has hecho.- era verdad, aún podía sentir su sangre recorrer mi cuerpo mezclada con la de mi víctima.
Kory volvió a guiarme hacia el carro.
Una vez dado las instrucciones al cochero y cerrado la puerta tras nosotros el carromato volvió a ponerse en marcha.
- Espero que no estemos confundiendo el amor con la pasión.- murmuro atrayendo mi cuerpo junto al suyo y pegando sus labios a los míos dándoles juguetones mordiscos.
-El amor y la pasión siempre van cogidos de las manos ¿no crees chérie?- dicho esto, me separé de Kory y asomé medio cuerpo por la ventana del coche.
-Cambio de planes- grité al cochero- denos vueltas por la ciudad hasta que nosotros les ordenemos parar- dichas las nuevas órdenes, bajé las persianas del coche dejando el interior del carro en una semioscuridad en la que podía distinguir a la perfección a la mujer que tenía a mi lado cuyos ojos brillaban como dos zafiros.
Recosté a Kory en uno de los asientos, apoyando su espalda en la pared del carro y dejé sus piernas descansar sobre mi regazo. Para que no me molestasen, desabroché sus zapatos y dejé que cayeran al suelo.
Acaricié con las manos los pies de Kory, apretándolos para masajearlos.
-El amor que siento por ti no se apaga sino que cada vez arde con más fuerza. Pero a la vez me recorre una pasión irrefrenable que no consigo controlar- cogiendo una de sus piernas con ambas manos, comencé besando desde la punta de sus dedos hasta llegar a su rodilla, desplazando poco a poco su falda mientras besaba y lamía su piel desnuda- ¿estoy haciendo un buen trabajo? ¿Consigo seducirte? Si lo hago mal tendrás que avisarme.
Lestat de Lioncourt- Vampiro - Clase Alta
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Re: mi amada Nueva Orleans
-El amor y la pasión siempre van cogidos de las manos ¿no crees chérie?- yo me quedé pensando en esa consideración mientras veía como ordenaba al cochero que diera vueltas a la ciudad, no pude evitar reírme ¿Qué demonios? Me mordí el labio mientras veía lo que pretendía hacer, qué chico más malo, pensé, muy malo.
Le observé en aquel ambiente tan erótico festivo que se estaba formando, quieres que no me resista a tus encantos ¿eh?
Me recostó en uno de los asientos, se lo permití por el momento, mis piernas quedaron colocadas sobre él. Era una postura cómoda, para qué negarlo. Comenzó a desabrochar mis zapatos, yo oculté mi sonrisa con la mano, dado mi desconcierto, pero seguí dejándole, quería ver qué estaba dispuesto a hacer. Él intentaba que volviera a perder la razón, no iba por mal camino, pero seguía haciéndome gracia.
-El amor que siento por ti no se apaga sino que cada vez arde con más fuerza. Pero a la vez me recorre una pasión irrefrenable que no consigo controlar- Cogió una de mis piernas, la cual comenzó a besar, en un movimientos ascendente que no me dejaba pensar con claridad, no podía, no podía, estaba temblando, me mordí sin querer uno de mis dedos, el cual chupé, no quería mancharme el vestido.- ¿estoy haciendo un buen trabajo? ¿Consigo seducirte? Si lo hago mal tendrás que avisarme.
Intenté reprimir mis jadeos, si lo conseguí. – Sois soberanamente insistente. – dije alzando el otro pie para clavárselo en el pecho. – Y terriblemente pícaro. – pronuncie con una sonrisa.
Me incorporé en el asiento para poder coger a Lestat del cuello y atraerlo hacia mí, haciendo que cayese sobre mí. Sí, ya lo tenía.
– No ibais mal querido mío. – Colé mis manos con facilidad dentro de su camisa, su piel, la podía rasgar si quería, pero no lo hice. Mis manos llegaron a su monumental espalda, de joven debió ser un mortal muy deseado.
Yo sabía que si quería podía resistirme bastante bien, mi capacidad para soportar este tipo de cosas es muy alta, pero no sabía si con Lestat podría. Empecé a besar su rostro con ansiedad, lamiendo ciertas partes, hasta llegar a sus labios, esta vez los mordí debidamente y comencé a lamer su poderosa sangre. – No está mal.- le murmuré.
- ¿Dónde están los regalos mon amour, dónde? – dije separándome de él, una carcajada salió de mí, cesó al momento, volviéndose provocativa. Saqué mis manos de su camisa, apreté con fuerza su columna, e iba descendiendo con mis manos hasta el final de ella.
- ¿Esto podría ser un regalo? Mmmh sí, podría... – volví a reírme, me encantaba tentarlo, podría hacerlo más descaradamente, pero una tiene sus modales. Con las dos manos empujé su torso, alejándolo del mío, en un instante me coloqué en el asiento de en frente, arrojé la capa a los brazos de Lestat.
- ¿Y quién me dice a mí que esto no lo hacéis con todas. Mmh? – acaricié con mi pie las piernas de Lestat de manera insinuante. – Porque... te puedo asegurar que yo no lo hago. – dije esbozando en mi rostro una media sonrisa, apartando mi pierna de su muslo al acto.
Daba la casualidad que yo también sabía jugar a estos juegos…
Le observé en aquel ambiente tan erótico festivo que se estaba formando, quieres que no me resista a tus encantos ¿eh?
Me recostó en uno de los asientos, se lo permití por el momento, mis piernas quedaron colocadas sobre él. Era una postura cómoda, para qué negarlo. Comenzó a desabrochar mis zapatos, yo oculté mi sonrisa con la mano, dado mi desconcierto, pero seguí dejándole, quería ver qué estaba dispuesto a hacer. Él intentaba que volviera a perder la razón, no iba por mal camino, pero seguía haciéndome gracia.
-El amor que siento por ti no se apaga sino que cada vez arde con más fuerza. Pero a la vez me recorre una pasión irrefrenable que no consigo controlar- Cogió una de mis piernas, la cual comenzó a besar, en un movimientos ascendente que no me dejaba pensar con claridad, no podía, no podía, estaba temblando, me mordí sin querer uno de mis dedos, el cual chupé, no quería mancharme el vestido.- ¿estoy haciendo un buen trabajo? ¿Consigo seducirte? Si lo hago mal tendrás que avisarme.
Intenté reprimir mis jadeos, si lo conseguí. – Sois soberanamente insistente. – dije alzando el otro pie para clavárselo en el pecho. – Y terriblemente pícaro. – pronuncie con una sonrisa.
Me incorporé en el asiento para poder coger a Lestat del cuello y atraerlo hacia mí, haciendo que cayese sobre mí. Sí, ya lo tenía.
– No ibais mal querido mío. – Colé mis manos con facilidad dentro de su camisa, su piel, la podía rasgar si quería, pero no lo hice. Mis manos llegaron a su monumental espalda, de joven debió ser un mortal muy deseado.
Yo sabía que si quería podía resistirme bastante bien, mi capacidad para soportar este tipo de cosas es muy alta, pero no sabía si con Lestat podría. Empecé a besar su rostro con ansiedad, lamiendo ciertas partes, hasta llegar a sus labios, esta vez los mordí debidamente y comencé a lamer su poderosa sangre. – No está mal.- le murmuré.
- ¿Dónde están los regalos mon amour, dónde? – dije separándome de él, una carcajada salió de mí, cesó al momento, volviéndose provocativa. Saqué mis manos de su camisa, apreté con fuerza su columna, e iba descendiendo con mis manos hasta el final de ella.
- ¿Esto podría ser un regalo? Mmmh sí, podría... – volví a reírme, me encantaba tentarlo, podría hacerlo más descaradamente, pero una tiene sus modales. Con las dos manos empujé su torso, alejándolo del mío, en un instante me coloqué en el asiento de en frente, arrojé la capa a los brazos de Lestat.
- ¿Y quién me dice a mí que esto no lo hacéis con todas. Mmh? – acaricié con mi pie las piernas de Lestat de manera insinuante. – Porque... te puedo asegurar que yo no lo hago. – dije esbozando en mi rostro una media sonrisa, apartando mi pierna de su muslo al acto.
Daba la casualidad que yo también sabía jugar a estos juegos…
Off: Has tenido un pequeño fallo, Jackson Square está en Nueva Orleans, pero no importa, también pasearemos por Inglaterra si así lo quieres ;p
Kory Bouguereau- Vampiro - Clase Alta
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Re: mi amada Nueva Orleans
Kory parecía que poco a poco iba uniéndose a mi juego de caricias y besos.
Volver a sentir sus manos pasar por mi pecho me volvían loco. Sus manos estaban heladas y me estremecí al sentir su contacto en mi piel recién calentada por la sangre.
Pero a la primera de cambio, se sentó en el asiento de enfrente del coche. Mis brazos se habían quedado en el aire abrazando una figura invisible, hasta que los bajé.
Su pié acariciaba mi pierna seductoramente.
- ¿Y quién me dice a mí que esto no lo hacéis con todas. Mmh? Porque... te puedo asegurar que yo no lo hago.- puse los ojos en blanco y dejé la capa a un lado del asiento. Volví a tomar uno de sus pies entre mis manos y lo masajeé con la fuerza suficiente.
-Tienes mucha manía de recordarme tu miedo de no quererte como tú me quieres. Y qué puedo decirte amor. Tú no eres la primera y tampoco serás, pero te prometo que eres muy especial para mí, demasiado. En estos dos días has conseguido dejar marca en mi corazón, incluso me estoy planteando pedirte que te quedes una semana más en Nueva Orleans, tal vez un mes o si quieres u año. Intento olvidar que mañana estarás rumbo a Inglaterra y que puede que pasen años antes de que nos volvamos a ver. Pero solo puedo demostrártelo diciéndote que te quiero, que te quiero con todo mi oscuro corazón- y me lancé a sus brazos besándola con desesperación y pasión, quería volver a aquel juego de seducción, quería que nos mirásemos con miradas lascivas llenas de deseo el uno por el otro. Quería unirme a ella porque la amaba.
Mis manos corrían inquietas por su cuerpo buscando zonas donde poder acariciar su piel. Lamía su cuello de arriba abajo y mordía repetidas veces sus hombros desnudos.
-¿Quieres seguir con nuestro juego de seducción?- le susurré despacito al oído.
OFF: pequeño fallo? gran cagada querras decir. Ahora mismo voy a comprarme un callejeros de Nueva Orleans XD
Volver a sentir sus manos pasar por mi pecho me volvían loco. Sus manos estaban heladas y me estremecí al sentir su contacto en mi piel recién calentada por la sangre.
Pero a la primera de cambio, se sentó en el asiento de enfrente del coche. Mis brazos se habían quedado en el aire abrazando una figura invisible, hasta que los bajé.
Su pié acariciaba mi pierna seductoramente.
- ¿Y quién me dice a mí que esto no lo hacéis con todas. Mmh? Porque... te puedo asegurar que yo no lo hago.- puse los ojos en blanco y dejé la capa a un lado del asiento. Volví a tomar uno de sus pies entre mis manos y lo masajeé con la fuerza suficiente.
-Tienes mucha manía de recordarme tu miedo de no quererte como tú me quieres. Y qué puedo decirte amor. Tú no eres la primera y tampoco serás, pero te prometo que eres muy especial para mí, demasiado. En estos dos días has conseguido dejar marca en mi corazón, incluso me estoy planteando pedirte que te quedes una semana más en Nueva Orleans, tal vez un mes o si quieres u año. Intento olvidar que mañana estarás rumbo a Inglaterra y que puede que pasen años antes de que nos volvamos a ver. Pero solo puedo demostrártelo diciéndote que te quiero, que te quiero con todo mi oscuro corazón- y me lancé a sus brazos besándola con desesperación y pasión, quería volver a aquel juego de seducción, quería que nos mirásemos con miradas lascivas llenas de deseo el uno por el otro. Quería unirme a ella porque la amaba.
Mis manos corrían inquietas por su cuerpo buscando zonas donde poder acariciar su piel. Lamía su cuello de arriba abajo y mordía repetidas veces sus hombros desnudos.
-¿Quieres seguir con nuestro juego de seducción?- le susurré despacito al oído.
OFF: pequeño fallo? gran cagada querras decir. Ahora mismo voy a comprarme un callejeros de Nueva Orleans XD
Lestat de Lioncourt- Vampiro - Clase Alta
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Re: mi amada Nueva Orleans
Sus palabras me conmovieron, parecía que lo decía en serio, eso me complacía. Me costaba darme cuenta de que nunca sería completamente mío, pero no podía hacer nada para evitarlo, así era Lestat.
Sí, yo también quería olvidar que mañana tenía que irme al país donde habito, pero ¿no sería peor si me entregaba a él para luego arrancarme de sus brazos? Sí lo sería, pero yo también le quería, y podría guardar su recuerdo hasta que mi vida acabase.
Cuando se lanzó a mis brazos yo le recibí con una renovada emoción, no quería llorar, aunque estaba apunto, cerré mis ojos para besarle, aunque pronto volvimos a estar como antes, como si nada hubiera pasado, era increíble, lo más seguro es que fuera insaciable.
- ¿Quieres seguir con nuestro juego de seducción?- me susurró.
- Ya veo que eres todo un maestro. – le respondí, deshaciendo en lazo de su cabello, porque para qué, aunque se me había cortado el royo un poco, ahora de golpe y porrazo estaba sensible.
– Ay Lestat ¿cómo voy a resistirme a ti? – besé repetidas veces sus labios, hasta unirme en uno profundo dejándome llevar por sus movimientos, por mi parte mis manos se movían inconscientemente, porque no recuerdo por dónde exactamente. Al rato apoyé mi cabeza sobre su hombro, y suspiré. – No te lo vas a creer, pero por tu culpa he perdido el hilo del asunto.- le confesé, mientras me reía.
Y no era para menos, sin quererlo me había acordado de su dichoso discurso. – Este carro ha perdido todo el encanto que tenía. – dije de golpe. Me coloqué sobre las piernas de Lestat para correr una de las cortinas, y ordené al cochero que detuviera el carro. Me divertía aquello, no se lo podría creer Lestat, pero oye a mi me hacía muchísima gracia ese juego.
- ¿Dime quién maneja esto, tú o yo? – cogí los zapatos con una mano y salí del carro, di unos pasos para ver dónde estábamos, parecía una especie de arboleda, bien, me gustaban estos sitios, todo estaba oscuro, peligroso, solo la luz de la luna podía iluminarnos.
“Si me quieres ven a por mí” dije mentalmente a Lestat.
Me agarré con la otra mano el vestido, estaba descalza, pero no me daba tiempo a ponerme los zapatos que tenía en la mano, eché a correr, mientras me reía, sí ahora era yo la presa.
Mientras corría entre los árboles la pasión fue resurgiendo como de las propias cenizas, ahora lo que quería era a Lestat conmigo. Llegué a una de las lagunas que hay cerca del centro de Nueva Orleáns, me paré en seco observando el lugar.
off: jajajajaajjaaj traté de decirlo delicadamente xD, pero sí deberias.
Sí, yo también quería olvidar que mañana tenía que irme al país donde habito, pero ¿no sería peor si me entregaba a él para luego arrancarme de sus brazos? Sí lo sería, pero yo también le quería, y podría guardar su recuerdo hasta que mi vida acabase.
Cuando se lanzó a mis brazos yo le recibí con una renovada emoción, no quería llorar, aunque estaba apunto, cerré mis ojos para besarle, aunque pronto volvimos a estar como antes, como si nada hubiera pasado, era increíble, lo más seguro es que fuera insaciable.
- ¿Quieres seguir con nuestro juego de seducción?- me susurró.
- Ya veo que eres todo un maestro. – le respondí, deshaciendo en lazo de su cabello, porque para qué, aunque se me había cortado el royo un poco, ahora de golpe y porrazo estaba sensible.
– Ay Lestat ¿cómo voy a resistirme a ti? – besé repetidas veces sus labios, hasta unirme en uno profundo dejándome llevar por sus movimientos, por mi parte mis manos se movían inconscientemente, porque no recuerdo por dónde exactamente. Al rato apoyé mi cabeza sobre su hombro, y suspiré. – No te lo vas a creer, pero por tu culpa he perdido el hilo del asunto.- le confesé, mientras me reía.
Y no era para menos, sin quererlo me había acordado de su dichoso discurso. – Este carro ha perdido todo el encanto que tenía. – dije de golpe. Me coloqué sobre las piernas de Lestat para correr una de las cortinas, y ordené al cochero que detuviera el carro. Me divertía aquello, no se lo podría creer Lestat, pero oye a mi me hacía muchísima gracia ese juego.
- ¿Dime quién maneja esto, tú o yo? – cogí los zapatos con una mano y salí del carro, di unos pasos para ver dónde estábamos, parecía una especie de arboleda, bien, me gustaban estos sitios, todo estaba oscuro, peligroso, solo la luz de la luna podía iluminarnos.
“Si me quieres ven a por mí” dije mentalmente a Lestat.
Me agarré con la otra mano el vestido, estaba descalza, pero no me daba tiempo a ponerme los zapatos que tenía en la mano, eché a correr, mientras me reía, sí ahora era yo la presa.
Mientras corría entre los árboles la pasión fue resurgiendo como de las propias cenizas, ahora lo que quería era a Lestat conmigo. Llegué a una de las lagunas que hay cerca del centro de Nueva Orleáns, me paré en seco observando el lugar.
off: jajajajaajjaaj traté de decirlo delicadamente xD, pero sí deberias.
Kory Bouguereau- Vampiro - Clase Alta
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Re: mi amada Nueva Orleans
Se me había quedado cara de estúpido.
Aún seguía analizando lo sucedido cuando Kory salió corriendo por la espesura.
¿El coche había perdido su encanto? ¿Por mi culpa? Esto era un ultraje.
“Si me quieres ven a por mí” reaccioné al escuchar su voz en mi cabeza. Uyy si voy a ir a por ti, hasta el fin del mundo te perseguiría.
Riendo salí en pos de Kory internándome en la arboleda.
Podía ver su vestido ondular mientras la perseguía y su dulce risa rompiendo el silencio de la noche.
Lo del carro quedaba olvidado dejando paso a lo que sucedía poco a poco en estos momentos. El pesimismo se quedaba a un lado y la diversión volvía a resurgir entre nosotros.
Aumente la velocidad como si me hubieran dado un pinchazo. Me daba cuenta la desesperación que estaba sintiendo por no tener a Kory entre mis brazos.
Esquivando los últimos árboles que me separaban de ella la, vi parada junto a la laguna observando todo lo que la rodeaba.
Sin llamar su atención, la cogí entre mis brazos pasando uno por debajo de sus piernas y el otro por su espalda hasta llegar a su cintura.
-Te encontré mi amada bribona- dije dándole un beso en la frente- ¿pensabas huir durante toda la noche o me esperarías para que te encontrase?- pregunté con sorna.
El lugar donde había encontrado a Kory era de lo más hermoso y detenernos un rato en aquel lugar no haría daño a nadie.
Arrodillándome, tumbé a Kory con cuidado en el suelo.
Coloqué medio cuerpo sobre el suyo, utilizando ambos brazos apoyados en el suelo para no aplastarla.
-No has podido elegir mejor lugar para parar a descansar un ratito mi amor, es sumamente perfecto- besé sus labios con cariño y ternura, transformando aquel beso en uno apasionado y desenfrenado. Volvía a sentirme excitado.
Cuando acabé con sus labios bajé besando su cuello hasta llegar a su perfecto escote. Sus pechos quedaban tapados por aquellas sinuosas prendas del vestido, pero los hacían más apetitosos a la vista.
Pasé mi cuerpo entre las piernas de Kory y mientras besaba su escote, una de mis manos iba subiéndole poco a poco la falda hasta desnudar por completo sus piernas.
Estaba enamorado de sus piernas, eran perfectas: esculturales, largas, pálidas, sin imperfecciones.
Podría pasarme toda la noche besándolas. Pero ahora estaba concentrado en el canalillo de su escote y una de mis manos estaba entretenida acariciando una de las desnudas piernas de Kory
Aún seguía analizando lo sucedido cuando Kory salió corriendo por la espesura.
¿El coche había perdido su encanto? ¿Por mi culpa? Esto era un ultraje.
“Si me quieres ven a por mí” reaccioné al escuchar su voz en mi cabeza. Uyy si voy a ir a por ti, hasta el fin del mundo te perseguiría.
Riendo salí en pos de Kory internándome en la arboleda.
Podía ver su vestido ondular mientras la perseguía y su dulce risa rompiendo el silencio de la noche.
Lo del carro quedaba olvidado dejando paso a lo que sucedía poco a poco en estos momentos. El pesimismo se quedaba a un lado y la diversión volvía a resurgir entre nosotros.
Aumente la velocidad como si me hubieran dado un pinchazo. Me daba cuenta la desesperación que estaba sintiendo por no tener a Kory entre mis brazos.
Esquivando los últimos árboles que me separaban de ella la, vi parada junto a la laguna observando todo lo que la rodeaba.
Sin llamar su atención, la cogí entre mis brazos pasando uno por debajo de sus piernas y el otro por su espalda hasta llegar a su cintura.
-Te encontré mi amada bribona- dije dándole un beso en la frente- ¿pensabas huir durante toda la noche o me esperarías para que te encontrase?- pregunté con sorna.
El lugar donde había encontrado a Kory era de lo más hermoso y detenernos un rato en aquel lugar no haría daño a nadie.
Arrodillándome, tumbé a Kory con cuidado en el suelo.
Coloqué medio cuerpo sobre el suyo, utilizando ambos brazos apoyados en el suelo para no aplastarla.
-No has podido elegir mejor lugar para parar a descansar un ratito mi amor, es sumamente perfecto- besé sus labios con cariño y ternura, transformando aquel beso en uno apasionado y desenfrenado. Volvía a sentirme excitado.
Cuando acabé con sus labios bajé besando su cuello hasta llegar a su perfecto escote. Sus pechos quedaban tapados por aquellas sinuosas prendas del vestido, pero los hacían más apetitosos a la vista.
Pasé mi cuerpo entre las piernas de Kory y mientras besaba su escote, una de mis manos iba subiéndole poco a poco la falda hasta desnudar por completo sus piernas.
Estaba enamorado de sus piernas, eran perfectas: esculturales, largas, pálidas, sin imperfecciones.
Podría pasarme toda la noche besándolas. Pero ahora estaba concentrado en el canalillo de su escote y una de mis manos estaba entretenida acariciando una de las desnudas piernas de Kory
Lestat de Lioncourt- Vampiro - Clase Alta
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Re: mi amada Nueva Orleans
Yo estaba subyugada con lo que veían mis ojos, cuando sentí como me cogía en brazos, todo un caballero, yo me agarré a su cuello, para no caer, aunque de haber caído no sé qué habría pasado.
-Te encontré mi amada bribona- me dio un beso en la frente, qué casto parecía, parecía esa es la palabra, yo sonreí por esa especie de piropo, sí me lo tenía merecido.
-¿pensabas huir durante toda la noche o me esperarías para que te encontrase?- sí, me reí ante la pregunta, por el tono que había puesto formulándola.
Me tendió sobre el suelo ¿me estaría manchando el vestido, mi adorado vestido? Por su bien esperé que así no fuera, yo me mantuve en el suelo mirando lo que hacía, mis manos tocaron el suelo, para hacerme una idea de la capacidad de suciedad, la tierra no manchó mis manos, así que supuse que al vestido tampoco, sí, a veces pienso en este tipo de cosas como si me fuera la vida en ello, aunque es algo irónico porque hay veces que me da realmente igual donde caiga, imagino que dependía del día, mi veleta interior. Sonreí, e intenté dejar a un lado el tema del vestido mientras sentía el cuerpo de Lestat sobre el mío, una sensación extraña recorrió mi cuerpo, era un paraje idílico ¿cómo podría huir de esto? Bueno podría, quién dice que no.
-No has podido elegir mejor lugar para parar a descansar un ratito mi amor, es sumamente perfecto- Un ratito dice, nos besamos a sabiendas de la evolución que desencadenaría ese simple contacto. Yo miré al cielo mientras sentía sus adictivos besos por mi escote, con una de mis manos acariciaba con suavidad sus cabellos, estaba tranquila, respiré con tranquilidad hasta que noté como subía mi falda poco a poco.
- Eres un peligro Lestat. – dije mirando hacia la laguna intentando de nuevo contenerme, no sabía qué podría hacer. Parecía que Lestat no necesitaba permiso ninguno, cualquiera que me conozca se quedaría a cuadros. Tenía cierta obsesión con mis piernas, yo dejé que las tocase, ahora mi pecho estaba comenzando a agitarse. Intenté distraerme hablando o picándole, que para el caso.
- La posibilidad de huir toda la noche de ti es tentadora, ¿qué pasaría si ahora decidiera irme? ¿No crees que sería sumamente divertido? – bromeé aguantándome la risa, al momento me calmé tomando su cabeza entre mis manos, para que me mirase.
– Por supuesto que te esperaría. – levanté un poco mi cabeza para besar sus labios, siempre tan romántica, le besé lo que humanamente me fue posible, pero el caso es que no lo era, así que los besos se volvieron cada vez más feroces, enredé mis piernas con las suyas.
Abrí los ojos mientras le besaba para mirar hacia las estrellas que brillaban con una intensidad abrasadora, o por lo menos para mis ojos, volví a cerrarlos con una felicidad que me recorría el estomago.
Usando cierta fuerza que poseo volqué a Lestat en el suelo para ponerme sobre él. Yo enarqué una ceja insinuándome, de mi boca salió una carcajada, sí, sin duda tenerle sometido era una sensación que me excitaba… ¿cómo expresarlo con palabras?
Estaba sentada sobre él, mis manos no permitieron que se incorporase.
- ¿Os gusta lo que veis? – la pasión hizo acto de presencia, me agaché para llegar a su cuello, allí le di pequeños chapetones, pequeños porque de haber sido normales habría sangrado. Comencé a desabrocharle la camisa, botón por botón, no iba a rompérsela, por Dios por quién se me tomaría.
Cuando la camisa fue abriéndose, toda su blanca piel quedó al descubierto, con ambas manos agarré sus brazos, me quedé mirando el rostro de Lestat desde la posición en que estaba, y de abajo arriba lamí con suculencia su pecho hasta llegar a sus labios.
Solté sus brazos, para tomarle del rostro, qué desesperación sentí, me estaba volviendo loca. Volví levantar mi espalda, desde allí llevé mis manos detrás del vestido, y me fui quitando los botones con lentitud, aunque con atino, mientras miraba los violáceos ojos de Lestat.
- Es que no quiero que le pase nada. – dije sonriendo con picardía. Cuando mi espalda quedó al descubierto pasé con cuidado las mangas del vestido por mis brazos para bajarme la parte de arriba, sí, se habría arrugado, ya lo sé.
Sí, de momento así valía, que se contentara con eso. Mi torso estaba cubierto por el corset del mismo color que el vestido, un blanco perla. Sí Lestat quisiera ver más de lo debido solo debía deshacer el lazo que aprisionaba mis senos. – Esto es increíble…- comenté dejando escapar de mis labios un suspiro de resignación.
De un impulso atraje el torso de Lestat al mío, y acaricié su espalda para dejar caer su camisa al suelo.
-Te encontré mi amada bribona- me dio un beso en la frente, qué casto parecía, parecía esa es la palabra, yo sonreí por esa especie de piropo, sí me lo tenía merecido.
-¿pensabas huir durante toda la noche o me esperarías para que te encontrase?- sí, me reí ante la pregunta, por el tono que había puesto formulándola.
Me tendió sobre el suelo ¿me estaría manchando el vestido, mi adorado vestido? Por su bien esperé que así no fuera, yo me mantuve en el suelo mirando lo que hacía, mis manos tocaron el suelo, para hacerme una idea de la capacidad de suciedad, la tierra no manchó mis manos, así que supuse que al vestido tampoco, sí, a veces pienso en este tipo de cosas como si me fuera la vida en ello, aunque es algo irónico porque hay veces que me da realmente igual donde caiga, imagino que dependía del día, mi veleta interior. Sonreí, e intenté dejar a un lado el tema del vestido mientras sentía el cuerpo de Lestat sobre el mío, una sensación extraña recorrió mi cuerpo, era un paraje idílico ¿cómo podría huir de esto? Bueno podría, quién dice que no.
-No has podido elegir mejor lugar para parar a descansar un ratito mi amor, es sumamente perfecto- Un ratito dice, nos besamos a sabiendas de la evolución que desencadenaría ese simple contacto. Yo miré al cielo mientras sentía sus adictivos besos por mi escote, con una de mis manos acariciaba con suavidad sus cabellos, estaba tranquila, respiré con tranquilidad hasta que noté como subía mi falda poco a poco.
- Eres un peligro Lestat. – dije mirando hacia la laguna intentando de nuevo contenerme, no sabía qué podría hacer. Parecía que Lestat no necesitaba permiso ninguno, cualquiera que me conozca se quedaría a cuadros. Tenía cierta obsesión con mis piernas, yo dejé que las tocase, ahora mi pecho estaba comenzando a agitarse. Intenté distraerme hablando o picándole, que para el caso.
- La posibilidad de huir toda la noche de ti es tentadora, ¿qué pasaría si ahora decidiera irme? ¿No crees que sería sumamente divertido? – bromeé aguantándome la risa, al momento me calmé tomando su cabeza entre mis manos, para que me mirase.
– Por supuesto que te esperaría. – levanté un poco mi cabeza para besar sus labios, siempre tan romántica, le besé lo que humanamente me fue posible, pero el caso es que no lo era, así que los besos se volvieron cada vez más feroces, enredé mis piernas con las suyas.
Abrí los ojos mientras le besaba para mirar hacia las estrellas que brillaban con una intensidad abrasadora, o por lo menos para mis ojos, volví a cerrarlos con una felicidad que me recorría el estomago.
Usando cierta fuerza que poseo volqué a Lestat en el suelo para ponerme sobre él. Yo enarqué una ceja insinuándome, de mi boca salió una carcajada, sí, sin duda tenerle sometido era una sensación que me excitaba… ¿cómo expresarlo con palabras?
Estaba sentada sobre él, mis manos no permitieron que se incorporase.
- ¿Os gusta lo que veis? – la pasión hizo acto de presencia, me agaché para llegar a su cuello, allí le di pequeños chapetones, pequeños porque de haber sido normales habría sangrado. Comencé a desabrocharle la camisa, botón por botón, no iba a rompérsela, por Dios por quién se me tomaría.
Cuando la camisa fue abriéndose, toda su blanca piel quedó al descubierto, con ambas manos agarré sus brazos, me quedé mirando el rostro de Lestat desde la posición en que estaba, y de abajo arriba lamí con suculencia su pecho hasta llegar a sus labios.
Solté sus brazos, para tomarle del rostro, qué desesperación sentí, me estaba volviendo loca. Volví levantar mi espalda, desde allí llevé mis manos detrás del vestido, y me fui quitando los botones con lentitud, aunque con atino, mientras miraba los violáceos ojos de Lestat.
- Es que no quiero que le pase nada. – dije sonriendo con picardía. Cuando mi espalda quedó al descubierto pasé con cuidado las mangas del vestido por mis brazos para bajarme la parte de arriba, sí, se habría arrugado, ya lo sé.
Sí, de momento así valía, que se contentara con eso. Mi torso estaba cubierto por el corset del mismo color que el vestido, un blanco perla. Sí Lestat quisiera ver más de lo debido solo debía deshacer el lazo que aprisionaba mis senos. – Esto es increíble…- comenté dejando escapar de mis labios un suspiro de resignación.
De un impulso atraje el torso de Lestat al mío, y acaricié su espalda para dejar caer su camisa al suelo.
Kory Bouguereau- Vampiro - Clase Alta
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Re: mi amada Nueva Orleans
- Eres un peligro Lestat.- dijo Kory cuando terminé de subir su falda.
-Todo un diablo mi reina, pero eso tu ya lo sabes…- y volví a su escote. Su pecho comenzó a agitarse poco a poco, denotando el nerviosismo y la excitación que poco a poco nacía de Kory.
- La posibilidad de huir toda la noche de ti es tentadora, ¿qué pasaría si ahora decidiera irme? ¿No crees que sería sumamente divertido?- ¿divertido? Ahora mismo no teníamos el mismo concepto de diversión. Pero si Kory saliera corriendo, yo la perseguiría encantado de la vida hasta volver a dar con ella. Tomó mi rostro entre sus manos y me separó de su escote para acabar mirándola a los ojos-Por supuesto que te esperaría.- levantó su cabeza lo suficiente para que nuestros labios se uniesen. El beso comenzó siendo muy dulce y romántico, pero acabo convirtiéndose en una feroz oleada de pasión.
Tenía los ojos cerrados mientras me entregaba en cuerpo y alma a aquel beso feroz.
Sentí un empujón que me lanzó a un lado del lugar donde estábamos y sobre mis caderas una ligera presión producida por el cuerpo de Kory. Estaba despampanante con las estrellas como fondo.
Me gustaba tenerla de esa manera, que su cuerpo descansara sobre el mío y que estos estuvieran en continuo contacto. Era excitante.
- ¿Os gusta lo que veis?- y enseguida bajó a mi cuello. Sus manos desabrochaban mi camisa con lentitud. Poco a poco mi piel marmórea fue quedando desnuda.
Agarrando mis brazos, Kory se me quedó mirando para después pasar su lengua desde mi pecho hasta mis labios. Su lengua me provoco una dosis demasiado alta de excitación, haciendo denotar un bulto debajo de los pantalones que tapaba la falda de Kory pero que me hacía sentir apretado.
Volvió enderezar la espalda y se llevó las manos a la parte de atrás del vestido. Los botones se fueron quitando poco a poco, pero en ningún momento Kory aparto su mirada de la mía.
- Es que no quiero que le pase nada.- le devolví la pícara sonrisa y esperé a que terminara de quitarse la parte de arriba del vestido.
Su torso quedó cubierto solo por el ligero corsé que aprisionaba sus pechos. Era sumamente deliciosa.
– Esto es increíble…- dijo Kory terminando con un resoplido de resignación.
Atrajo mi torso al suyo y pasó su mano por mi espalda para dejar que mi camisa callera al suelo.
-Lo increíble en estos momentos eres tú mi amor…- mordí su labio inferior juguetonamente. Abandoné sus labios para bajar rozando su cuello con mi nariz hasta llegar de nuevo a su escote.
Sus pechos sobresalían por la presión de apretado corsé. Besé su cuello antes de abrir la boca para clavar mis colmillos en la parte superior de uno de sus pechos que sobresalía del corsé.
Mientras mi boca se llenaba de su sangre, mi mano derecha llegó hasta el lazo del corsé y estiré ligeramente de él hasta que cedió y se deshizo.
-Todo un diablo mi reina, pero eso tu ya lo sabes…- y volví a su escote. Su pecho comenzó a agitarse poco a poco, denotando el nerviosismo y la excitación que poco a poco nacía de Kory.
- La posibilidad de huir toda la noche de ti es tentadora, ¿qué pasaría si ahora decidiera irme? ¿No crees que sería sumamente divertido?- ¿divertido? Ahora mismo no teníamos el mismo concepto de diversión. Pero si Kory saliera corriendo, yo la perseguiría encantado de la vida hasta volver a dar con ella. Tomó mi rostro entre sus manos y me separó de su escote para acabar mirándola a los ojos-Por supuesto que te esperaría.- levantó su cabeza lo suficiente para que nuestros labios se uniesen. El beso comenzó siendo muy dulce y romántico, pero acabo convirtiéndose en una feroz oleada de pasión.
Tenía los ojos cerrados mientras me entregaba en cuerpo y alma a aquel beso feroz.
Sentí un empujón que me lanzó a un lado del lugar donde estábamos y sobre mis caderas una ligera presión producida por el cuerpo de Kory. Estaba despampanante con las estrellas como fondo.
Me gustaba tenerla de esa manera, que su cuerpo descansara sobre el mío y que estos estuvieran en continuo contacto. Era excitante.
- ¿Os gusta lo que veis?- y enseguida bajó a mi cuello. Sus manos desabrochaban mi camisa con lentitud. Poco a poco mi piel marmórea fue quedando desnuda.
Agarrando mis brazos, Kory se me quedó mirando para después pasar su lengua desde mi pecho hasta mis labios. Su lengua me provoco una dosis demasiado alta de excitación, haciendo denotar un bulto debajo de los pantalones que tapaba la falda de Kory pero que me hacía sentir apretado.
Volvió enderezar la espalda y se llevó las manos a la parte de atrás del vestido. Los botones se fueron quitando poco a poco, pero en ningún momento Kory aparto su mirada de la mía.
- Es que no quiero que le pase nada.- le devolví la pícara sonrisa y esperé a que terminara de quitarse la parte de arriba del vestido.
Su torso quedó cubierto solo por el ligero corsé que aprisionaba sus pechos. Era sumamente deliciosa.
– Esto es increíble…- dijo Kory terminando con un resoplido de resignación.
Atrajo mi torso al suyo y pasó su mano por mi espalda para dejar que mi camisa callera al suelo.
-Lo increíble en estos momentos eres tú mi amor…- mordí su labio inferior juguetonamente. Abandoné sus labios para bajar rozando su cuello con mi nariz hasta llegar de nuevo a su escote.
Sus pechos sobresalían por la presión de apretado corsé. Besé su cuello antes de abrir la boca para clavar mis colmillos en la parte superior de uno de sus pechos que sobresalía del corsé.
Mientras mi boca se llenaba de su sangre, mi mano derecha llegó hasta el lazo del corsé y estiré ligeramente de él hasta que cedió y se deshizo.
Lestat de Lioncourt- Vampiro - Clase Alta
- Mensajes : 83
Fecha de inscripción : 29/05/2010
Edad : 54
Re: mi amada Nueva Orleans
- Lo increíble en estos momentos eres tú mi amor…- Sí, también algo que noté entre mis piernas, eso también era algo increíble, no lo llaman ¿miembro sin vida? Puedo asegurar que precisamente “sin vida”, no era el término adecuado. Yo sonreí ante aquello mientras Lestat bajaba de nuevo hacia mi escote.
Yo agarré con suavidad sus nuca, siempre era bueno tenerle controlado. Tuve que hacer acopio de todas mis fuerzas para no llevar esa situación a un verdadero crimen ¿sería capaz? No creo que Lestat permitiera que la situación se me fuera de las manos de esa manera.
Mientras pensaba en un baño de sangre ¿qué le voy a hacer si una tiene su lado salvaje? Sentí de nuevo sus colmillos, esta vez en la parte superior de mi pecho, no pude pensar con claridad, no pude.
Claro que dolía, abrí los ojos como platos, se estaba cebando el caballero andante, yo ejercí más presión en la nuca de Lestat con la mano que le agarraba (por si las moscas).
Sentí como la presión del corset iba menguando, no podía más, la mano con que tenía agarrado a Lestat le separó de mi pecho, rasgando más aún la herida de su mordida, la sangré empezó a emanar de la herida, manchándome el corset.
"¿Te parece bonito?" le pregunte mentalmente achicando los ojos. Clavando mis turbios ojos en los suyos, dentro de mí había dos seres uno el de siempre, la cordial, encantadora, sosegada, en ocasiones fría y sarcástica, pero otro lado de mí era la bestia vampirica que tanto escondía, bueno…mis victimas saben de lo que estoy hablando, porque son ellos quien la conocen a la perfección.
Ver de nuevo mi sangre en su boca, me hizo sacar ese lado, agarré su mandíbula y la atraje a mis labios, casi le devoro, estaba dejando que tomara control de mis facultades, esa no era yo.
Me separé bruscamente de su boca, me quedé mirándole impasible, con el reverso de mi mano, limpie la sangre que tenía en mis labios de una pasada, me quedé mirando desconcertada la mano pensando, sí, era mi hora, lamí mi mano de manera obscena.
Y al instante como si fuera una pantera estaba hincando los colmillos en el cuello de Lestat, añadéle que todavía no me había alimentando.
Cerré mis ojos mientras tragaba su sangre, para que no pudiera apartarme volví a coger los brazos de Lestat con fuerza, hasta llegar a sus muñecas, las cuales agarre. Vi ciertas imágenes mientras bebía de él, algunas bastantes borrosas, pero algo vi, estaba robandole información, yo nunca hacia esas cosas, me estaba dando miedo a mi misma ¿cómo era posible que hiciera esto a alguien que amaba?
Me separé de él lentamente, soltando sus muñecas, no le miré.si quiera, no me atrevi. Me levanté fácilmente del suelo, di unos pasos hacia atrás, me di la vuelta para mirar la laguna, la luna brillaba en el agua cristalina. Las lágrimas emergieron inconscientemente de mis ojos. Soy un monstruo, pensé mientras me miraba las manos.
Yo agarré con suavidad sus nuca, siempre era bueno tenerle controlado. Tuve que hacer acopio de todas mis fuerzas para no llevar esa situación a un verdadero crimen ¿sería capaz? No creo que Lestat permitiera que la situación se me fuera de las manos de esa manera.
Mientras pensaba en un baño de sangre ¿qué le voy a hacer si una tiene su lado salvaje? Sentí de nuevo sus colmillos, esta vez en la parte superior de mi pecho, no pude pensar con claridad, no pude.
Claro que dolía, abrí los ojos como platos, se estaba cebando el caballero andante, yo ejercí más presión en la nuca de Lestat con la mano que le agarraba (por si las moscas).
Sentí como la presión del corset iba menguando, no podía más, la mano con que tenía agarrado a Lestat le separó de mi pecho, rasgando más aún la herida de su mordida, la sangré empezó a emanar de la herida, manchándome el corset.
"¿Te parece bonito?" le pregunte mentalmente achicando los ojos. Clavando mis turbios ojos en los suyos, dentro de mí había dos seres uno el de siempre, la cordial, encantadora, sosegada, en ocasiones fría y sarcástica, pero otro lado de mí era la bestia vampirica que tanto escondía, bueno…mis victimas saben de lo que estoy hablando, porque son ellos quien la conocen a la perfección.
Ver de nuevo mi sangre en su boca, me hizo sacar ese lado, agarré su mandíbula y la atraje a mis labios, casi le devoro, estaba dejando que tomara control de mis facultades, esa no era yo.
Me separé bruscamente de su boca, me quedé mirándole impasible, con el reverso de mi mano, limpie la sangre que tenía en mis labios de una pasada, me quedé mirando desconcertada la mano pensando, sí, era mi hora, lamí mi mano de manera obscena.
Y al instante como si fuera una pantera estaba hincando los colmillos en el cuello de Lestat, añadéle que todavía no me había alimentando.
Cerré mis ojos mientras tragaba su sangre, para que no pudiera apartarme volví a coger los brazos de Lestat con fuerza, hasta llegar a sus muñecas, las cuales agarre. Vi ciertas imágenes mientras bebía de él, algunas bastantes borrosas, pero algo vi, estaba robandole información, yo nunca hacia esas cosas, me estaba dando miedo a mi misma ¿cómo era posible que hiciera esto a alguien que amaba?
Me separé de él lentamente, soltando sus muñecas, no le miré.si quiera, no me atrevi. Me levanté fácilmente del suelo, di unos pasos hacia atrás, me di la vuelta para mirar la laguna, la luna brillaba en el agua cristalina. Las lágrimas emergieron inconscientemente de mis ojos. Soy un monstruo, pensé mientras me miraba las manos.
Kory Bouguereau- Vampiro - Clase Alta
- Mensajes : 493
Fecha de inscripción : 24/04/2010
Edad : 138
Localización : Castillo Lancaster (Inglaterra)
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