mi amada Nueva Orleans
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mi amada Nueva Orleans
Recuerdo del primer mensaje :
“Ah mi amada Nueva Orleans, pasear por tus calles es la delicia encarnada” me decía mientras paseaba en busca de alimento.
Las calles estaban vacías y el silencio se rompía cada vez que la punta de metal de mi bastón se precipitaba contra el suelo produciendo un corto sonido y hueco.
Nueva Orleans se había puesto de moda, lo que antes era una congregación de colonias europeas había pasado ser un centro neurálgico para todos los americanos. ¿Pero dónde estaba mi dulce sangre Criolla? Mi paladar pedía a gritos aquella deliciosa sangre, pero por el camino solo me encontraba a adinerados turistas o a mercantes americanos… un desperdició.
Silbando doblé la esquina tomando la ancha avenida que me conduciría a casa, pero antes debía alimentarme. Aquella noche había ido a ver una comedia en el teatro de Nueva Orleans. Los comediantes me habían alegrado la noche y mi cuerpo hervía en deseos de culminar la noche con un buen manjar.
Fue casi enfrente de la verja de mi casa donde encontré mi cena. Una pareja cogida del brazo paseaban tranquilos a la luz de la luna. El hombre, un anciano que le quedarían dos inviernos de vida, se sujetaba torpemente a la joven mujer que estaba ataviada de negro. Extraño color para los tiempos que corrían. Los colores vivos y claros eran la moda actual y me encantaba. Vestir con colores chillones era un placer para mí.
Si la mujer vestía de negro era porque estaba de luto ¿de luto teniendo a su anciano marido agarrado del brazo? La respuesta estaba en su mente.
La pobre mujer sí que estaba de luto por la muerte de su marido… de uno de sus múltiples maridos. Me encantaban las viudas negras, sus crímenes por dinero saciaban mi sed gratificándome.
Les seguí con cautela, iba en dirección contraria a mi casa pero que mas daba, quedaba mucho tiempo para el amanecer.
Seguí silbando mientras les seguía.
Al cabo de unos minutos, la mujer dejó reposar al anciano sobre una pared. El desdichado hombre se aferró a ella como si de la vida le fuera en ello… más bien para no acabar de bruces en el sucio suelo.
La mujer iba a pedir un carruaje… el momento había llegado.
Pasando de largo al hombre, la mujer y yo seguimos caminando, uno al lado del otro. Notaba su mirada pegada a mí y pensamientos lascivos surgían de su mente. Picarona.
En el momento en que la entrada a un callejón conectaba con la avenida, empujé a la viuda a su oscuridad a la velocidad de un parpadeo.
La tenía inmovilizada en un abrazo de piedra y ella seguía debatiéndose sin éxito.
-Oh chérie, pero que picarona que sois…- le dije en un susurro- habéis sido una niña muy mala todos estos años, y a las niñas malas hay que castigarlas. Sois hermosa… pero ahora entregaros a los brazos de la muerte- perforé su cuello con mis colmillos y di un largo trago. Cerré mi corazón para no ver las imágenes de su vida, no quería saber nada de ella, solo me importaba el presente. Como dos amantes, le daba mi beso de mortal que la debilitaba por momentos. Jugué con el momento de su muerte. ¿Cuánto tiempo pasó? ¿10, 15 minutos? Seguro que a ella le pareció una eternidad. Cuando acabamos el cuerpo sin vida de la viuda cayó al suelo como una muñeca de trapo.
-Descansa en paz chérie…- me arreglé las ropas y silbando salí del callejón retomando el constante golpeteo de mi alegre bastón contra el suelo.
“Ah mi amada Nueva Orleans, pasear por tus calles es la delicia encarnada” me decía mientras paseaba en busca de alimento.
Las calles estaban vacías y el silencio se rompía cada vez que la punta de metal de mi bastón se precipitaba contra el suelo produciendo un corto sonido y hueco.
Nueva Orleans se había puesto de moda, lo que antes era una congregación de colonias europeas había pasado ser un centro neurálgico para todos los americanos. ¿Pero dónde estaba mi dulce sangre Criolla? Mi paladar pedía a gritos aquella deliciosa sangre, pero por el camino solo me encontraba a adinerados turistas o a mercantes americanos… un desperdició.
Silbando doblé la esquina tomando la ancha avenida que me conduciría a casa, pero antes debía alimentarme. Aquella noche había ido a ver una comedia en el teatro de Nueva Orleans. Los comediantes me habían alegrado la noche y mi cuerpo hervía en deseos de culminar la noche con un buen manjar.
Fue casi enfrente de la verja de mi casa donde encontré mi cena. Una pareja cogida del brazo paseaban tranquilos a la luz de la luna. El hombre, un anciano que le quedarían dos inviernos de vida, se sujetaba torpemente a la joven mujer que estaba ataviada de negro. Extraño color para los tiempos que corrían. Los colores vivos y claros eran la moda actual y me encantaba. Vestir con colores chillones era un placer para mí.
Si la mujer vestía de negro era porque estaba de luto ¿de luto teniendo a su anciano marido agarrado del brazo? La respuesta estaba en su mente.
La pobre mujer sí que estaba de luto por la muerte de su marido… de uno de sus múltiples maridos. Me encantaban las viudas negras, sus crímenes por dinero saciaban mi sed gratificándome.
Les seguí con cautela, iba en dirección contraria a mi casa pero que mas daba, quedaba mucho tiempo para el amanecer.
Seguí silbando mientras les seguía.
Al cabo de unos minutos, la mujer dejó reposar al anciano sobre una pared. El desdichado hombre se aferró a ella como si de la vida le fuera en ello… más bien para no acabar de bruces en el sucio suelo.
La mujer iba a pedir un carruaje… el momento había llegado.
Pasando de largo al hombre, la mujer y yo seguimos caminando, uno al lado del otro. Notaba su mirada pegada a mí y pensamientos lascivos surgían de su mente. Picarona.
En el momento en que la entrada a un callejón conectaba con la avenida, empujé a la viuda a su oscuridad a la velocidad de un parpadeo.
La tenía inmovilizada en un abrazo de piedra y ella seguía debatiéndose sin éxito.
-Oh chérie, pero que picarona que sois…- le dije en un susurro- habéis sido una niña muy mala todos estos años, y a las niñas malas hay que castigarlas. Sois hermosa… pero ahora entregaros a los brazos de la muerte- perforé su cuello con mis colmillos y di un largo trago. Cerré mi corazón para no ver las imágenes de su vida, no quería saber nada de ella, solo me importaba el presente. Como dos amantes, le daba mi beso de mortal que la debilitaba por momentos. Jugué con el momento de su muerte. ¿Cuánto tiempo pasó? ¿10, 15 minutos? Seguro que a ella le pareció una eternidad. Cuando acabamos el cuerpo sin vida de la viuda cayó al suelo como una muñeca de trapo.
-Descansa en paz chérie…- me arreglé las ropas y silbando salí del callejón retomando el constante golpeteo de mi alegre bastón contra el suelo.
Lestat de Lioncourt- Vampiro - Clase Alta
- Mensajes : 83
Fecha de inscripción : 29/05/2010
Edad : 54
Re: mi amada Nueva Orleans
Respondí tarde a las alarmas que resonaban en mi cabeza desde que Kory arrancó mis colmillos que perforaban su piel.
Había permitido que algo horrible ocurriese. Que Kory bebiera de mi sangre sin previo aviso. No me había dado tiempo a ordenar mis recuerdos cuando sentí a Kory beber ávidamente de mí. Habían muchas imágenes que no debían salir a la luz. Nadie podía saber de ellas porque prometí no revelar el secreto. El secreto que Marius guardaba con tanto recelo.
No me importaba mi vida pasada, tampoco mis primeros años como vampiro. Lo que temía era que Kory hubiera visto algo sobre Marius y éste me odiara por no haber sabido mantener mi promesa.
Kory estaba de espaldas a mí. Pero podía escuchar como lloraba y el corazón se me encogió.
¿Cómo podía haber sido tan egocéntrico? Yo no había sido el único que había sufrido hacía un momento. La única víctima era la pobre Kory, mi amada reina ¿Qué me importaba si había visto a los que deben ser guardados? ¿Qué más daba que conociera el secreto? Me levanté del suelo y cogí mi levita. Me acerqué a ella y le eché la levita por encima de los hombros.
El corsé había quedado manchado de sangre y amenazaba con deslizarse de su cuerpo así que abotoné uno de los botones de la chaqueta para que la tapara.
Cogí su delicado cuerpo entre mis brazos, como antes había hecho. De esa forma me daba la impresión de que era capaz de cuidarla y protegerla de cualquier cosa.
Bajé la vista para ver la cabeza de Kory apoyada en mi pecho y sus mejillas manchadas por lágrimas de sangre que limpié con sendos besos.
-Volvamos al carro mi amor- y llevando a mi reina en brazos, caminé en dirección al coche que no se había movido para nada durante todo este rato.
Ignoré la curiosa mirada del cochero al vernos aparecer de aquella forma.
-Llévenos a dar vueltas por la ciudad de nuevo, cochero- dije sin mirarle. Entré en el carro por la puerta que había quedado abierta. Después de dejar a Kory tumbada en uno de los asientos cerré la puerta y dí unos golpes en la madera para avisar al cochero de que estábamos preparados.
Abrí hasta la mitad las persianas, me había dejado la camisa junto a la laguna y no era plan de que la gente pudiera ver con facilidad a un hombre medio desnudo en un carro.
Me senté en el mismo asiento de Kory, poniendo sus piernas sobre las mías.
Inclinándome hacia ella, limpié los restos de sangre reseca que habían quedado en sus mejillas y le sonreí cuando sus ojos se clavaron en mi rostro.
-Por fin te calmas amor. Menudo susto me has dado en la laguna- dije dándole un corto beso en los labios.
Importante o no, me picaba demasiado la curiosidad y no pude contenerme- ¿Qué viste cuando bebiste mi sangre?
Había permitido que algo horrible ocurriese. Que Kory bebiera de mi sangre sin previo aviso. No me había dado tiempo a ordenar mis recuerdos cuando sentí a Kory beber ávidamente de mí. Habían muchas imágenes que no debían salir a la luz. Nadie podía saber de ellas porque prometí no revelar el secreto. El secreto que Marius guardaba con tanto recelo.
No me importaba mi vida pasada, tampoco mis primeros años como vampiro. Lo que temía era que Kory hubiera visto algo sobre Marius y éste me odiara por no haber sabido mantener mi promesa.
Kory estaba de espaldas a mí. Pero podía escuchar como lloraba y el corazón se me encogió.
¿Cómo podía haber sido tan egocéntrico? Yo no había sido el único que había sufrido hacía un momento. La única víctima era la pobre Kory, mi amada reina ¿Qué me importaba si había visto a los que deben ser guardados? ¿Qué más daba que conociera el secreto? Me levanté del suelo y cogí mi levita. Me acerqué a ella y le eché la levita por encima de los hombros.
El corsé había quedado manchado de sangre y amenazaba con deslizarse de su cuerpo así que abotoné uno de los botones de la chaqueta para que la tapara.
Cogí su delicado cuerpo entre mis brazos, como antes había hecho. De esa forma me daba la impresión de que era capaz de cuidarla y protegerla de cualquier cosa.
Bajé la vista para ver la cabeza de Kory apoyada en mi pecho y sus mejillas manchadas por lágrimas de sangre que limpié con sendos besos.
-Volvamos al carro mi amor- y llevando a mi reina en brazos, caminé en dirección al coche que no se había movido para nada durante todo este rato.
Ignoré la curiosa mirada del cochero al vernos aparecer de aquella forma.
-Llévenos a dar vueltas por la ciudad de nuevo, cochero- dije sin mirarle. Entré en el carro por la puerta que había quedado abierta. Después de dejar a Kory tumbada en uno de los asientos cerré la puerta y dí unos golpes en la madera para avisar al cochero de que estábamos preparados.
Abrí hasta la mitad las persianas, me había dejado la camisa junto a la laguna y no era plan de que la gente pudiera ver con facilidad a un hombre medio desnudo en un carro.
Me senté en el mismo asiento de Kory, poniendo sus piernas sobre las mías.
Inclinándome hacia ella, limpié los restos de sangre reseca que habían quedado en sus mejillas y le sonreí cuando sus ojos se clavaron en mi rostro.
-Por fin te calmas amor. Menudo susto me has dado en la laguna- dije dándole un corto beso en los labios.
Importante o no, me picaba demasiado la curiosidad y no pude contenerme- ¿Qué viste cuando bebiste mi sangre?
Lestat de Lioncourt- Vampiro - Clase Alta
- Mensajes : 83
Fecha de inscripción : 29/05/2010
Edad : 54
Re: mi amada Nueva Orleans
Desde la laguna hasta el carro, mi cabeza había desconectado totalmente, estaba aterrada, de vez en cuando volvía a mí por el contacto de mi amado Lestat, pero me hacía sentir tan culpable, estaba destrozada, me odie a mi misma como nunca había hecho.
- Llévenos a dar vueltas por la ciudad de nuevo, cochero – Le oí decir, me dejó en el asiento, yo apoyé mi cabeza en el respaldo, mis manos quedaron muertas sobre mi regazo. Llevaba puesta su levita, eso lo agradecí, no tenía por qué tener ese gesto conmigo ahora. A los golpes que Lestat había dado con sus nudillos, el carro comenzó a moverse. Subió un poco las persianas, todo esto lo supe sin tener que levantar la cabeza.
Se sentó junto a mí colocando mis piernas sobre sus muslos. No parecía que fuera a apartarse de mí, es más, me seguía tratando con la misma ternura, limpiando mi desolado rostro, por primera vez le miré a los ojos, él me sonrió.
-Por fin te calmas amor. Menudo susto me has dado en la laguna- Me beso, no podía explicármelo, yo sonreí débilmente.- ¿Qué viste cuando bebiste mi sangre? – Entre abrí mis labios intentando hablar, pero no podía explicar lo que vi, lo mejor era mostrarle las imágenes, si tan importantes eran para él, era lo menos que podía hacer.
Dejé mis ojos clavados en las manos de Lestat, y comencé a recordar, supuse que lo que vi era desde los ojos del propio Lestat, muchas de las imágenes se sumían en la baldía oscuridad, rápidamente pasó una imagen de una mujer, a mi parecer enferma, tendida sobre una cama.
Me cegó otra imagen donde había multitud de antorchas, rostros que jamás he visto y palabras que no entendí ¿estaba bajo tierra? Seguí plasmando imágenes, más oscuridad, gritos, me estremecí yo misma al recordarlo, un sonoro golpe contra una puerta, un hombre acercándose a lo que debía ser Lestat, a su lado una mujer, de la misma textura o materia que aquel hombre, no lo entendí, más gritos.
Otra imagen era la de una niña tocando el piano, Mozart si no recuerdo mal, mientras un joven de ojos verdes la observaba. El resto de imágenes carecían de importancia, sus victimas, y alguna que otra de nuestras últimas horas juntos.
Me quedé en silencio, sabía que Lestat estaba sin camiseta, yo sin zapatos, eso era lo de menos, pero todo era por mi culpa. Me cubrí el rostro con las manos para luego dejarlas caer.
- Lo lamento tanto…- dije avergonzada. – Jamás quise hacerte daño, es lo último que quiero, no me lo perdonaré nunca. – El dolor me estaba consumiendo.- Nunca volveré a hacerte eso, para mi es como una violación, pero si te sirve de algo, no sé lo qué vi, tampoco quiero saberlo, Lestat.
Nunca querría saber de él por ese medio, prefería que me contase lo que el quisiera sin provocar una situación violenta.
Ahora lo que necesitaba era estar entre sus brazos, necesitaba sentir esa paz, ese calor que solo Lestat podía darme en esos horribles momentos, me incorporé para colocarme sobre sus piernas, su torso estaba tan desnudo, que hacia daño, mi capa estaba en el otro asiento, la cogí con una mano y nos cubrí a ambos, apoyé mi cabeza en su pecho, como si así pudiera perdonarme.
– Todavía no logro controlarme, no sabía que podría pasar nada así. – alcé mi mano al cuello de Lestat, donde hacia un rato estaba bebiendo de él con un hambre voraz, acaricié con la yema de los dedos el lugar, en un segundo aparté mi mano escondiéndola bajo la capa.
- Te quiero…- mi voz se quebró quedando tan solo en un murmuro.
- Llévenos a dar vueltas por la ciudad de nuevo, cochero – Le oí decir, me dejó en el asiento, yo apoyé mi cabeza en el respaldo, mis manos quedaron muertas sobre mi regazo. Llevaba puesta su levita, eso lo agradecí, no tenía por qué tener ese gesto conmigo ahora. A los golpes que Lestat había dado con sus nudillos, el carro comenzó a moverse. Subió un poco las persianas, todo esto lo supe sin tener que levantar la cabeza.
Se sentó junto a mí colocando mis piernas sobre sus muslos. No parecía que fuera a apartarse de mí, es más, me seguía tratando con la misma ternura, limpiando mi desolado rostro, por primera vez le miré a los ojos, él me sonrió.
-Por fin te calmas amor. Menudo susto me has dado en la laguna- Me beso, no podía explicármelo, yo sonreí débilmente.- ¿Qué viste cuando bebiste mi sangre? – Entre abrí mis labios intentando hablar, pero no podía explicar lo que vi, lo mejor era mostrarle las imágenes, si tan importantes eran para él, era lo menos que podía hacer.
Dejé mis ojos clavados en las manos de Lestat, y comencé a recordar, supuse que lo que vi era desde los ojos del propio Lestat, muchas de las imágenes se sumían en la baldía oscuridad, rápidamente pasó una imagen de una mujer, a mi parecer enferma, tendida sobre una cama.
Me cegó otra imagen donde había multitud de antorchas, rostros que jamás he visto y palabras que no entendí ¿estaba bajo tierra? Seguí plasmando imágenes, más oscuridad, gritos, me estremecí yo misma al recordarlo, un sonoro golpe contra una puerta, un hombre acercándose a lo que debía ser Lestat, a su lado una mujer, de la misma textura o materia que aquel hombre, no lo entendí, más gritos.
Otra imagen era la de una niña tocando el piano, Mozart si no recuerdo mal, mientras un joven de ojos verdes la observaba. El resto de imágenes carecían de importancia, sus victimas, y alguna que otra de nuestras últimas horas juntos.
Me quedé en silencio, sabía que Lestat estaba sin camiseta, yo sin zapatos, eso era lo de menos, pero todo era por mi culpa. Me cubrí el rostro con las manos para luego dejarlas caer.
- Lo lamento tanto…- dije avergonzada. – Jamás quise hacerte daño, es lo último que quiero, no me lo perdonaré nunca. – El dolor me estaba consumiendo.- Nunca volveré a hacerte eso, para mi es como una violación, pero si te sirve de algo, no sé lo qué vi, tampoco quiero saberlo, Lestat.
Nunca querría saber de él por ese medio, prefería que me contase lo que el quisiera sin provocar una situación violenta.
Ahora lo que necesitaba era estar entre sus brazos, necesitaba sentir esa paz, ese calor que solo Lestat podía darme en esos horribles momentos, me incorporé para colocarme sobre sus piernas, su torso estaba tan desnudo, que hacia daño, mi capa estaba en el otro asiento, la cogí con una mano y nos cubrí a ambos, apoyé mi cabeza en su pecho, como si así pudiera perdonarme.
– Todavía no logro controlarme, no sabía que podría pasar nada así. – alcé mi mano al cuello de Lestat, donde hacia un rato estaba bebiendo de él con un hambre voraz, acaricié con la yema de los dedos el lugar, en un segundo aparté mi mano escondiéndola bajo la capa.
- Te quiero…- mi voz se quebró quedando tan solo en un murmuro.
Kory Bouguereau- Vampiro - Clase Alta
- Mensajes : 493
Fecha de inscripción : 24/04/2010
Edad : 138
Localización : Castillo Lancaster (Inglaterra)
Re: mi amada Nueva Orleans
Me sentí aliviado al ver las imágenes que había visto Kory. El recuerdo de Akasha y Enkil estaban confusos y por cómo se sentía Kory me daba a entender que no les había prestado demasiada atención. Era lo mejor para ambos.
- Lo lamento tanto… Jamás quise hacerte daño, es lo último que quiero, no me lo perdonaré nunca. Nunca volveré a hacerte eso, para mí es como una violación, pero si te sirve de algo, no sé lo que vi, tampoco quiero saberlo, Lestat.
-No te avergüences de nada mi reina porque no te guardo rencor por nada.
Kory se incorporó colocándose encima de mí. Tapó nuestros cuerpos con su capa que estaba en el asiento de enfrente, apoyó su cabeza en mi pecho y rodeé su cuerpo con mis brazos.
– Todavía no logro controlarme, no sabía que podría pasar nada así. Te quiero…- parecía tan frágil ahora entre mis brazos. La abracé con un poco más de fuerza por la necesidad de que volviera a ser la Kory de antes, que volviera a sonreírme y olvidara lo sucedido.
-Deja de preocuparte Kory, te sigo queriendo igual que antes- besé su frente y a mi cabeza volvieron las imágenes que Kory había visto.
-La mujer que viste agonizando en una cama era mi madre. Cuando era humano la única que me hacía caso y velaba por mi felicidad era mi madre. Fue ella quien me dio el último empujón que llevo a París abandonando a mi familia.
Pero verla enferma en el lecho fue algo demasiado duro para mí. Conociendo el secreto de la inmortalidad no podía dejar morir a mi madre, así que la transformé. Solo que después me di cuenta que mi madre era una desconocida para mí. Lisiada por su enfermedad, había olvidado todos sus sueños de vivir en libertad y ahora que había conseguido recuperar el aliento de la vida no había forma de mantenerla atada a ningún lugar.
La pequeña que viste tocando el clavicordio es mi pequeña Claudia, y el joven apuesto de ojos verdes era mi amado Louis- evité comentar las imágenes de las dos figuras que pertenecían a Akasha y Enkil. Kory no preguntaría, avergonzada por lo que había sucedido. No quería tener secretos con ella por eso le había hablado de las imágenes que había visto, pero no podía contarle todo por mucho que lo deseara.
-Olvidémonos de lo sucedido en la laguna. Nunca paramos en aquel lugar, en ningún momento nos hemos bajado de este carro.
- Lo lamento tanto… Jamás quise hacerte daño, es lo último que quiero, no me lo perdonaré nunca. Nunca volveré a hacerte eso, para mí es como una violación, pero si te sirve de algo, no sé lo que vi, tampoco quiero saberlo, Lestat.
-No te avergüences de nada mi reina porque no te guardo rencor por nada.
Kory se incorporó colocándose encima de mí. Tapó nuestros cuerpos con su capa que estaba en el asiento de enfrente, apoyó su cabeza en mi pecho y rodeé su cuerpo con mis brazos.
– Todavía no logro controlarme, no sabía que podría pasar nada así. Te quiero…- parecía tan frágil ahora entre mis brazos. La abracé con un poco más de fuerza por la necesidad de que volviera a ser la Kory de antes, que volviera a sonreírme y olvidara lo sucedido.
-Deja de preocuparte Kory, te sigo queriendo igual que antes- besé su frente y a mi cabeza volvieron las imágenes que Kory había visto.
-La mujer que viste agonizando en una cama era mi madre. Cuando era humano la única que me hacía caso y velaba por mi felicidad era mi madre. Fue ella quien me dio el último empujón que llevo a París abandonando a mi familia.
Pero verla enferma en el lecho fue algo demasiado duro para mí. Conociendo el secreto de la inmortalidad no podía dejar morir a mi madre, así que la transformé. Solo que después me di cuenta que mi madre era una desconocida para mí. Lisiada por su enfermedad, había olvidado todos sus sueños de vivir en libertad y ahora que había conseguido recuperar el aliento de la vida no había forma de mantenerla atada a ningún lugar.
La pequeña que viste tocando el clavicordio es mi pequeña Claudia, y el joven apuesto de ojos verdes era mi amado Louis- evité comentar las imágenes de las dos figuras que pertenecían a Akasha y Enkil. Kory no preguntaría, avergonzada por lo que había sucedido. No quería tener secretos con ella por eso le había hablado de las imágenes que había visto, pero no podía contarle todo por mucho que lo deseara.
-Olvidémonos de lo sucedido en la laguna. Nunca paramos en aquel lugar, en ningún momento nos hemos bajado de este carro.
Lestat de Lioncourt- Vampiro - Clase Alta
- Mensajes : 83
Fecha de inscripción : 29/05/2010
Edad : 54
Re: mi amada Nueva Orleans
Me reconfortó su abrazo y sus palabras, tenía que convivir con ese diabólico ser que había dentro de mí, pero una cosa tuve clara yo sería capaz de quitarme la vida si volvía a suceder. Cerré mis ojos acariciando con mi mejilla el pecho de mi perdición.
-Deja de preocuparte Kory, te sigo queriendo igual que antes- ¿seguro? En cualquier caso ya tendría tiempo para pensar sobre ello cuando me marchase, y llegar a una conclusión sobre mis actos. Besó mi frente, yo sonreí a su contacto.
Sin preguntárselo me explicó algunas de las imágenes, yo las recordé para encajar los nombres con las caras, debían de ser muy importantes para él, eso seguro.
Me entristeció lo que contó sobre su madre, quise besarle para consolarle, pero me mantuve en la misma posición escuchando. Por fin ya me hice una idea de sus compañeros, era dos bellezas, normal que se hubiese enamorado de ambos, convirtiéndolos, se les veía muy unidos, y por una extraña razón Lestat estaba ajeno a todo ese ambiente que había entre ellos dos, dudé, no quise pensar nada extraño, pero Lestat merecía ser comprendido, y compartir esa complicidad que mostraban esos dos vampiros, aunque bueno, eran suposiciones que hice en un segundo, no conocía bastante la relación que traían los tres, así que no comenté nada. En ese momento tampoco se me pasó por la cabeza el hecho de que Claudia, era una niña, no tenía la mente como para pensar.
- Olvidémonos de lo sucedido en la laguna. Nunca paramos en aquel lugar, en ningún momento nos hemos bajado de este carro.- Yo jamás olvidaría lo que allí había pasado, aun queriendo no podría, debía recordar siempre lo que era capaz de hacer a cualquiera, incluso a mi adorado Lestat, así aprendería. Ese duelo interno siempre permanecería latente, pero quería con todas mis fuerzas volver a ser la misma, no podía negar lo que había sucedido, pero podría hacer un esfuerzo para dejarlo a un lado.
Levanté mi rostro para verle, me quedé así unos segundos, me gustaba mirarle sin decir nada.
– El carro había perdido su encanto...- dije acariciando su pecho con mis uñas. - aunque es posible que lo vuelva a recuperar.- dije bajando la vista para mirar su pecho, me encantaba, sonreí con ternura. Alejé toda gana de saciar mi sed de sangre, no supe por cuánto tiempo, yo no decidía esas cosas.
- ¿A dónde vamos con estas pintas?- de mi boca salió una carcajada ahogada, no se podía ir a muchos sitios dado nuestro atuendo y aspecto, de haberlo sabido llevaría vestidos y ropas de repuesto en los carruajes, y sobre todo cuando estuviese con Lestat. Yo no sabía como debía estar superficialmente en esos momentos, quizá daba hasta miedo, bueno de haber mirado mi ser interior seguro que así era. Decir, que Lestat no daba nada de miedo, yo sabía que su ser brillaba dentro de él solo había que saber como hacerlo relucir.
Llevé ambas manos a su rostro, mientras me introducia en sus ojos podría haber dicho muchas cosas, podría haberme puesto melodramática, podría, asi, el drama que tenía dentro dejé que bailase sobre sus labios ¿podría sentirlo?
Yo sí sentí lo trágico de ese beso que avivaba mi pobre corazón, quebrándome lentamente.
No dejé que la bestia saliese de su jaula, ahora mi corazón estaba recogiendo los pedazos que antes se habían esparcido, los cosía con soltura mientras yo sellaba besos sobre su rostro, al llegar a Inglaterra esos hilos se pudrirían y se romperían, yo podría sentirlo perfectamente, recuerdo aquella sensación como su fuera ayer.
- Hazme olvidar. – le rogué al oído, mientras me abrazaba a él con desesperación.
-Deja de preocuparte Kory, te sigo queriendo igual que antes- ¿seguro? En cualquier caso ya tendría tiempo para pensar sobre ello cuando me marchase, y llegar a una conclusión sobre mis actos. Besó mi frente, yo sonreí a su contacto.
Sin preguntárselo me explicó algunas de las imágenes, yo las recordé para encajar los nombres con las caras, debían de ser muy importantes para él, eso seguro.
Me entristeció lo que contó sobre su madre, quise besarle para consolarle, pero me mantuve en la misma posición escuchando. Por fin ya me hice una idea de sus compañeros, era dos bellezas, normal que se hubiese enamorado de ambos, convirtiéndolos, se les veía muy unidos, y por una extraña razón Lestat estaba ajeno a todo ese ambiente que había entre ellos dos, dudé, no quise pensar nada extraño, pero Lestat merecía ser comprendido, y compartir esa complicidad que mostraban esos dos vampiros, aunque bueno, eran suposiciones que hice en un segundo, no conocía bastante la relación que traían los tres, así que no comenté nada. En ese momento tampoco se me pasó por la cabeza el hecho de que Claudia, era una niña, no tenía la mente como para pensar.
- Olvidémonos de lo sucedido en la laguna. Nunca paramos en aquel lugar, en ningún momento nos hemos bajado de este carro.- Yo jamás olvidaría lo que allí había pasado, aun queriendo no podría, debía recordar siempre lo que era capaz de hacer a cualquiera, incluso a mi adorado Lestat, así aprendería. Ese duelo interno siempre permanecería latente, pero quería con todas mis fuerzas volver a ser la misma, no podía negar lo que había sucedido, pero podría hacer un esfuerzo para dejarlo a un lado.
Levanté mi rostro para verle, me quedé así unos segundos, me gustaba mirarle sin decir nada.
– El carro había perdido su encanto...- dije acariciando su pecho con mis uñas. - aunque es posible que lo vuelva a recuperar.- dije bajando la vista para mirar su pecho, me encantaba, sonreí con ternura. Alejé toda gana de saciar mi sed de sangre, no supe por cuánto tiempo, yo no decidía esas cosas.
- ¿A dónde vamos con estas pintas?- de mi boca salió una carcajada ahogada, no se podía ir a muchos sitios dado nuestro atuendo y aspecto, de haberlo sabido llevaría vestidos y ropas de repuesto en los carruajes, y sobre todo cuando estuviese con Lestat. Yo no sabía como debía estar superficialmente en esos momentos, quizá daba hasta miedo, bueno de haber mirado mi ser interior seguro que así era. Decir, que Lestat no daba nada de miedo, yo sabía que su ser brillaba dentro de él solo había que saber como hacerlo relucir.
Llevé ambas manos a su rostro, mientras me introducia en sus ojos podría haber dicho muchas cosas, podría haberme puesto melodramática, podría, asi, el drama que tenía dentro dejé que bailase sobre sus labios ¿podría sentirlo?
Yo sí sentí lo trágico de ese beso que avivaba mi pobre corazón, quebrándome lentamente.
No dejé que la bestia saliese de su jaula, ahora mi corazón estaba recogiendo los pedazos que antes se habían esparcido, los cosía con soltura mientras yo sellaba besos sobre su rostro, al llegar a Inglaterra esos hilos se pudrirían y se romperían, yo podría sentirlo perfectamente, recuerdo aquella sensación como su fuera ayer.
- Hazme olvidar. – le rogué al oído, mientras me abrazaba a él con desesperación.
Kory Bouguereau- Vampiro - Clase Alta
- Mensajes : 493
Fecha de inscripción : 24/04/2010
Edad : 138
Localización : Castillo Lancaster (Inglaterra)
Re: mi amada Nueva Orleans
- Hazme olvidar- susurró al oído, terminando por abrazarme con desesperación. Le devolví el abrazo para que se sintiera a salvo, para que supiera de mi entrega hacia ella.
-Te haré olvidar mi amor. Te haré olvidar con mis besos y caricias, con mis tiernas palabras y un viaje al lugar más recóndito de éste mundo si hace falta.
Sentía su dolor, su pena y su miedo por la otra parte de su ser que no estaba bajo control. Esa parte que solo existía para alimentarse y saciar una sed eterna que poco a poco iría menguando con los siglos.
Pero no quería que temiese, no quería que sufriese por eso, no quería le ocurriese nada malo.
Si mis besos la ayudaban, le daría cientos de ellos. Si mis caricias la tranquilizaban, le daría miles. Estaba dispuesto a entregarme a ella en cuerpo y alma con tal de hacerla sentir querida.
Que se cerciorase que aunque nos separasen miles de millas, mi amor jamás se extinguiría ni desaparecería.
El carro seguía su constante marcha seguido de un constante chocar de los cascos de los caballos contra el suelo. Se podría decir que aquel sonido llegaba a tranquilizarme en cierto modo.
Como había hecho hacía un rato, bajé ambas persianas para ocultarnos a miradas curiosas y dejé a Kory tumbada en el asiento, con su espalda apoyada en la pared del carro.
-Tal vez consiga recordar por dónde me había quedado- dije con una sonrisa juguetona.
Volví a subir su falda poco a poco ¡¿Qué demonios tenían esas piernas?! Me robaban la cordura y la estabilidad- Tal vez… ¿por aquí?- besé la punta de sus dedos- o tal vez por aquí- llevé mis labios hasta la mitad de sus piernas, rozando con mi nariz su pierna durante el recorrido- o mejor dicho por aquí- dije alzándome hasta su rostro para besarla salvajemente mientras mi mano derecha buscaba el botón de la levita que llevaba Kory.
-Te haré olvidar mi amor. Te haré olvidar con mis besos y caricias, con mis tiernas palabras y un viaje al lugar más recóndito de éste mundo si hace falta.
Sentía su dolor, su pena y su miedo por la otra parte de su ser que no estaba bajo control. Esa parte que solo existía para alimentarse y saciar una sed eterna que poco a poco iría menguando con los siglos.
Pero no quería que temiese, no quería que sufriese por eso, no quería le ocurriese nada malo.
Si mis besos la ayudaban, le daría cientos de ellos. Si mis caricias la tranquilizaban, le daría miles. Estaba dispuesto a entregarme a ella en cuerpo y alma con tal de hacerla sentir querida.
Que se cerciorase que aunque nos separasen miles de millas, mi amor jamás se extinguiría ni desaparecería.
El carro seguía su constante marcha seguido de un constante chocar de los cascos de los caballos contra el suelo. Se podría decir que aquel sonido llegaba a tranquilizarme en cierto modo.
Como había hecho hacía un rato, bajé ambas persianas para ocultarnos a miradas curiosas y dejé a Kory tumbada en el asiento, con su espalda apoyada en la pared del carro.
-Tal vez consiga recordar por dónde me había quedado- dije con una sonrisa juguetona.
Volví a subir su falda poco a poco ¡¿Qué demonios tenían esas piernas?! Me robaban la cordura y la estabilidad- Tal vez… ¿por aquí?- besé la punta de sus dedos- o tal vez por aquí- llevé mis labios hasta la mitad de sus piernas, rozando con mi nariz su pierna durante el recorrido- o mejor dicho por aquí- dije alzándome hasta su rostro para besarla salvajemente mientras mi mano derecha buscaba el botón de la levita que llevaba Kory.
Lestat de Lioncourt- Vampiro - Clase Alta
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Re: mi amada Nueva Orleans
Lestat estaba convencido de que podía hacerme olvidar, y yo no dudaba de su capacidad.
De nuevo volvió a colocarme en la posición de antes, aquella infernal posición que le llevaría a provocarme, tentando mi propia suerte.
- Tal vez consiga recordar por dónde me había quedado- Le devolví aquella juguetona sonrisa, alzando el mentón en señal de aprobación. Sentí como sus manos lentamente volvían a deslizar mi falda, no quise detenerle.
Le seguí mirando con ojos serenos, limpios, no quería perderme su proeza, porque lo era, a cualquier otro podría haberle llamado atrevido, pero no era el caso.
- Tal vez… ¿por aquí?- Lo de las piernas era una obsesión manifiesta por parte suya, que me hizo sonreír. - o tal vez por aquí- ésta vez hizo que me estremeciese, apreté fuertemente el asiento con las manos. - o mejor dicho por aquí – de pronto estaba a mi altura para besarme con peligrosa intensidad, cerré mis ojos, llevando mis manos a su rostro, sentí como buscaba el botón de la levita que había abrochado en una ocasión, podría haberme quejado (como de costumbre), pero al fin logró desaprovecharlo, yo seguí besándole con entrega, aunque me di cuenta que mis pechos estaban semidesnudos por tanto ajetreo, llevé mis manos a su espalda un momento, una de ellas se quedó allí, otra recorrió su hombro, después la extremidad de su brazo hasta llegar a la mano que delatadora, la que había usado para destaparme, la agarré suavemente.
Separé mis labios de los suyos y abrí mis brillantes ojos, le sonreí perversamente enarcando una ceja, pensando que tenía que hacerlo yo todo, acerqué su mano a mi boca, e introduje uno de sus dedos en ella sin dejar de mirarle, estuve un rato lamiéndolo, hasta que eché mi cabeza hacia atrás cerrando mis ojos mientras sacaba su dedo de mi boca con lentitud, podría haber mordido su mano en un arrebato, pero eso no me ayudaba, Lestat tendría que tener cuidado con lo que hiciese, también debía tenerlo yo, no quería volver a lamentarlo, juré que aquella vez sería la última.
Seguidamente pasé su mano de manera descendente por mi mentón, cuello, escote, hasta introducir su mano por debajo del corsé, - Quizá aquí. – murmuré ¿para qué vamos a andarnos con medias tintas? Apreté su mano contra uno de mis pechos, ya en su destino la solté para quitar la sangre seca que había en la parte superior de ellos, no daba buena imagen, aunque tampoco se veía demasiado, el corsé estaría para tirar después de toda esta noche, una verdadera pena.
Con mis desnudas piernas hice un lazo entre las suyas, rodeándole, aprisionándole, en aquel momento era mío, solo mío, solo si así lo quería el destino.
De nuevo volvió a colocarme en la posición de antes, aquella infernal posición que le llevaría a provocarme, tentando mi propia suerte.
- Tal vez consiga recordar por dónde me había quedado- Le devolví aquella juguetona sonrisa, alzando el mentón en señal de aprobación. Sentí como sus manos lentamente volvían a deslizar mi falda, no quise detenerle.
Le seguí mirando con ojos serenos, limpios, no quería perderme su proeza, porque lo era, a cualquier otro podría haberle llamado atrevido, pero no era el caso.
- Tal vez… ¿por aquí?- Lo de las piernas era una obsesión manifiesta por parte suya, que me hizo sonreír. - o tal vez por aquí- ésta vez hizo que me estremeciese, apreté fuertemente el asiento con las manos. - o mejor dicho por aquí – de pronto estaba a mi altura para besarme con peligrosa intensidad, cerré mis ojos, llevando mis manos a su rostro, sentí como buscaba el botón de la levita que había abrochado en una ocasión, podría haberme quejado (como de costumbre), pero al fin logró desaprovecharlo, yo seguí besándole con entrega, aunque me di cuenta que mis pechos estaban semidesnudos por tanto ajetreo, llevé mis manos a su espalda un momento, una de ellas se quedó allí, otra recorrió su hombro, después la extremidad de su brazo hasta llegar a la mano que delatadora, la que había usado para destaparme, la agarré suavemente.
Separé mis labios de los suyos y abrí mis brillantes ojos, le sonreí perversamente enarcando una ceja, pensando que tenía que hacerlo yo todo, acerqué su mano a mi boca, e introduje uno de sus dedos en ella sin dejar de mirarle, estuve un rato lamiéndolo, hasta que eché mi cabeza hacia atrás cerrando mis ojos mientras sacaba su dedo de mi boca con lentitud, podría haber mordido su mano en un arrebato, pero eso no me ayudaba, Lestat tendría que tener cuidado con lo que hiciese, también debía tenerlo yo, no quería volver a lamentarlo, juré que aquella vez sería la última.
Seguidamente pasé su mano de manera descendente por mi mentón, cuello, escote, hasta introducir su mano por debajo del corsé, - Quizá aquí. – murmuré ¿para qué vamos a andarnos con medias tintas? Apreté su mano contra uno de mis pechos, ya en su destino la solté para quitar la sangre seca que había en la parte superior de ellos, no daba buena imagen, aunque tampoco se veía demasiado, el corsé estaría para tirar después de toda esta noche, una verdadera pena.
Con mis desnudas piernas hice un lazo entre las suyas, rodeándole, aprisionándole, en aquel momento era mío, solo mío, solo si así lo quería el destino.
Kory Bouguereau- Vampiro - Clase Alta
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Re: mi amada Nueva Orleans
Las manos de Kory se dirigieron a mi espalda y una de ellas fue bajando por mi brazo hasta llegar a la mano que había desabrochado la levita. Vi como llevo mi mano hasta su boca, como cogió uno de mis dedos y comenzó a lamerlo con sensualidad haciéndome caer en la locura.
Parecía que la sangre se me acumulaba en un único punto, haciéndolo crecer hasta quedar apretado contra la tela del pantalón. Estaba totalmente excitado.
Poco a poco Kory sacó mi dedo de su boca y pasó mi manto por su mentón, su cuello su escoté hasta meterla dentro de corsé.
Sentí el contacto de su pecho y como su mano me instaba a apretarlo. Ya no tenía salida, quería poseerla completamente, era como si mi fantasía se hiciese realidad.
Me deshice del corsé y vi su torso completamente desnudo. Sus pechos turgentes eran grandes y pálidos, con dos rosados pezones que se iban poniendo poco a poco erectos, como el bulto que crecía poco a poco en mi pantalón.
Cogí ambos pechos con mis manos y los apreté haciendo movimientos circulares, llevándome sus pezones a la boca para succionarlos y lamer sus montañitas rosadas.
Estaba viajando al paraíso de la pasión y el placer y quería llegar ya a mi destino.
Tenía a Kory semidesnuda para mi, solo su falda tapaba una minúscula parte de su piel ya que sus piernas estaban completamente desnudas y era capaz de ver con toda claridad la ropa interior.
Me levanté, poniendo un pie en el suelo y la otra pierna descansando sobre el asiento del coche.
Cogiendo una de las manos de Kory, repetí el mismo proceso que había hecho ella. Llevé su mano a mi boca, besé la punta de sus dedos y la bajé por mi cuello, pasando por mis pectorales y abdominales hasta llegar al bulto que había en mis pantalones.
Cerré su mano entorno al bulto y me encorvé sobre su cuerpo para pasar mi lengua por sus pechos para ir subiendo poco a poco lamiendo su cuello hasta llegar de nuevo a sus labios.
-Soy todo tuyo, mi reina…
Lestat de Lioncourt- Vampiro - Clase Alta
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Re: mi amada Nueva Orleans
Ya estaba hecho, si en algún momento quise volver atrás, ya era demasiado tarde, además de que no podía moverme, el carro me imposibilitaba el movimiento, eso me hizo sentir cierta claustrofobia, de haber estado en lugar más amplio la variedad de acciones habría sido extensa, pero me tuve que conformar.
Al igual que Lestat estaba perdidamente excitada, mi pecho se estaba agitando por la presión que sus manos ejercían en ellos, cerré mis ojos conteniendo a la fiera, abrí mi boca parecía que mi espíritu escapaba de mi cuerpo, retorciéndome de placer. El movimiento de su lengua en mis pezones era simplemente delicioso, dolorosamente delicioso.
Inspiré todo el aire que pude, la vista se me estaba nublando, estaba perdiendo la cabeza, me llevé una mano a ésta, para saber dónde estaba, no debía formar un estruendo allí dentro, el cochero podría asustarse y parar de golpe el carro.
Se separó de mí para colocarse mejor, pude ver como la oscuridad, y su cabello se cernían sobre su rostro, sus ojos centelleaban era todo un milagro de la naturaleza. La flor del paraíso, pude sentir como los estrógenos danzaban sobre mí, Lestat era la dinamita, y estaba a punto de prenderse la llama.
Cogió una de mis manos, yo estaba temblando en mi locura interior, la palabra deseo estaba lejos de abarcar lo que yo sentía en ese momento. Abundantes años habían pasado desde la última vez que había estado con un hombre, y así pensé que seguiría, sin sentir esa necesidad ya que todo hombre me daba exactamente igual, hasta que este pletórico vampiro se puso en mi punto de mira destrozando el muro del acero más potente que había forjado a lo largo de los años, ahora esos trozos se estaban fundiendo, las gotas caían una por una metafóricamente, sentí la humedad abrasándome, le quería ya, había esperado demasiado para estar torturándome alargando más la situación.
Por ordenes suyas mis dedos pasaron por su boca, su cuello, su torso, su exquisito torso, me habría puesto a llorar ahí mismo, cómo podía estarme pasando esto a mí ¿era cierto? La cordura se quedó atrás cuando dejó mi mano en aquel tremendo bulto que me llamaba a gritos, estaba paralizada, no aparté mi mano de allí.
Retornó lamiendo mis pechos y fue subiendo hasta llegar a mis desquiciados labios.
- Soy todo tuyo, mi reina…
- Al final te has salido con la tuya…- conseguí decir, la voz me temblaba, sonreí nerviosa, para terminar dándole un beso bastante rudo, me separé de él para no morderle, la mano que estaba sobre su bulto recobró la vida, comenzó a moverse sutilmente. – Que así sea, mon amour. – tragué saliva.
Miré mi mano para ver qué haría, empecé a desabrochar los botones de su pantalón, cuando llegué al segundo comencé a introducir mi mano, sentí su bello púbico, cuantisimo me excitaba aquello, bajé más hasta encontrar lo que venía buscando, lo palpé sutilmente, lo rodeé en la palma, y ya mi mano fue sola con el vaivén, ella sabía cuál era su trabajo, gemí tan solo con ver su rostro, mi mano libre lo agarró del cuello acercándole a mis labios, el contacto con su lengua me hizo explotar.
– No puedo más. – Susurré desesperada, me rendía, quería sentirle dentro de mí. Solté su duro miembro, y llevé mi mano a la ropa interior que estaba bastante humeda, rasgué la tela con las uñas, rompiéndola, cedió y me desprendí de ella dejándola caer en el suelo del carro.
– Lestat.- Le imploré mirándole a los ojos.
Al igual que Lestat estaba perdidamente excitada, mi pecho se estaba agitando por la presión que sus manos ejercían en ellos, cerré mis ojos conteniendo a la fiera, abrí mi boca parecía que mi espíritu escapaba de mi cuerpo, retorciéndome de placer. El movimiento de su lengua en mis pezones era simplemente delicioso, dolorosamente delicioso.
Inspiré todo el aire que pude, la vista se me estaba nublando, estaba perdiendo la cabeza, me llevé una mano a ésta, para saber dónde estaba, no debía formar un estruendo allí dentro, el cochero podría asustarse y parar de golpe el carro.
Se separó de mí para colocarse mejor, pude ver como la oscuridad, y su cabello se cernían sobre su rostro, sus ojos centelleaban era todo un milagro de la naturaleza. La flor del paraíso, pude sentir como los estrógenos danzaban sobre mí, Lestat era la dinamita, y estaba a punto de prenderse la llama.
Cogió una de mis manos, yo estaba temblando en mi locura interior, la palabra deseo estaba lejos de abarcar lo que yo sentía en ese momento. Abundantes años habían pasado desde la última vez que había estado con un hombre, y así pensé que seguiría, sin sentir esa necesidad ya que todo hombre me daba exactamente igual, hasta que este pletórico vampiro se puso en mi punto de mira destrozando el muro del acero más potente que había forjado a lo largo de los años, ahora esos trozos se estaban fundiendo, las gotas caían una por una metafóricamente, sentí la humedad abrasándome, le quería ya, había esperado demasiado para estar torturándome alargando más la situación.
Por ordenes suyas mis dedos pasaron por su boca, su cuello, su torso, su exquisito torso, me habría puesto a llorar ahí mismo, cómo podía estarme pasando esto a mí ¿era cierto? La cordura se quedó atrás cuando dejó mi mano en aquel tremendo bulto que me llamaba a gritos, estaba paralizada, no aparté mi mano de allí.
Retornó lamiendo mis pechos y fue subiendo hasta llegar a mis desquiciados labios.
- Soy todo tuyo, mi reina…
- Al final te has salido con la tuya…- conseguí decir, la voz me temblaba, sonreí nerviosa, para terminar dándole un beso bastante rudo, me separé de él para no morderle, la mano que estaba sobre su bulto recobró la vida, comenzó a moverse sutilmente. – Que así sea, mon amour. – tragué saliva.
Miré mi mano para ver qué haría, empecé a desabrochar los botones de su pantalón, cuando llegué al segundo comencé a introducir mi mano, sentí su bello púbico, cuantisimo me excitaba aquello, bajé más hasta encontrar lo que venía buscando, lo palpé sutilmente, lo rodeé en la palma, y ya mi mano fue sola con el vaivén, ella sabía cuál era su trabajo, gemí tan solo con ver su rostro, mi mano libre lo agarró del cuello acercándole a mis labios, el contacto con su lengua me hizo explotar.
– No puedo más. – Susurré desesperada, me rendía, quería sentirle dentro de mí. Solté su duro miembro, y llevé mi mano a la ropa interior que estaba bastante humeda, rasgué la tela con las uñas, rompiéndola, cedió y me desprendí de ella dejándola caer en el suelo del carro.
– Lestat.- Le imploré mirándole a los ojos.
Kory Bouguereau- Vampiro - Clase Alta
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Re: mi amada Nueva Orleans
Su mano se cerró en torno a mi miembro, me recorrió un escalofrío. Su mano subía y bajaba por el tronco de mi miembro haciendo que de mi boca escaparan algunos suspiros y mi rostro se convirtiera en una máscara de placer.
Con su mano libre me atrajo a ella cogiéndome del cuello y nos besábamos de aquella forma que tanto nos excitaba, un beso en el que nuestras lenguas eran las protagonistas.
Kory parecía de nuevo evolucionada, pero ahora no parecía que fuera a saltar a mi yugular para beber de mi si no que, al igual que yo, estábamos completamente excitados y queríamos dejarnos de rodeos.
– No puedo más.- rasgó su ropa interior con la mano hasta arrancarla y tirarla al suelo del carro.
La tenía abierta de piernas delante de mí, podía contemplar su sexo que parecía que palpitaba.
Pasé dos dedos por él, sintiendo su calor y la humedad. Penetré dos dedos dentro de su vagina para comprobar el estado de la humedad. Vi que era suficiente y me acerqué a Kory cogiéndo mi miembro con una mano para colocarlo en el lugar exacto.
Con mi glande acaricié sus labios vaginales de arriba abajo hasta encontrar el punto de penetración.
Podría decirse que el glande entró solo, y lo demás lo siguió cuando empujé mis caderas hacia delante.
Sentí el calor y la humedad envolver mi pene. Empuje hasta que mi miembro estuvo completamente en su interior. Mi boca se había abierto en un acto reflejo y como si mi cuerpo supiera lo que debía hacer por si solo, comenzó a actuar para colmar de placer a Kory.
Puse las manos a ambos lados de su cuerpo par apoyarme y mi caderas comenzaron a moverse hacia delante y hacia atrás metiendo y sacando mi miembro de su sexo a una velocidad constante que me provocaba suspiros de placer.
Con su mano libre me atrajo a ella cogiéndome del cuello y nos besábamos de aquella forma que tanto nos excitaba, un beso en el que nuestras lenguas eran las protagonistas.
Kory parecía de nuevo evolucionada, pero ahora no parecía que fuera a saltar a mi yugular para beber de mi si no que, al igual que yo, estábamos completamente excitados y queríamos dejarnos de rodeos.
– No puedo más.- rasgó su ropa interior con la mano hasta arrancarla y tirarla al suelo del carro.
La tenía abierta de piernas delante de mí, podía contemplar su sexo que parecía que palpitaba.
Pasé dos dedos por él, sintiendo su calor y la humedad. Penetré dos dedos dentro de su vagina para comprobar el estado de la humedad. Vi que era suficiente y me acerqué a Kory cogiéndo mi miembro con una mano para colocarlo en el lugar exacto.
Con mi glande acaricié sus labios vaginales de arriba abajo hasta encontrar el punto de penetración.
Podría decirse que el glande entró solo, y lo demás lo siguió cuando empujé mis caderas hacia delante.
Sentí el calor y la humedad envolver mi pene. Empuje hasta que mi miembro estuvo completamente en su interior. Mi boca se había abierto en un acto reflejo y como si mi cuerpo supiera lo que debía hacer por si solo, comenzó a actuar para colmar de placer a Kory.
Puse las manos a ambos lados de su cuerpo par apoyarme y mi caderas comenzaron a moverse hacia delante y hacia atrás metiendo y sacando mi miembro de su sexo a una velocidad constante que me provocaba suspiros de placer.
Lestat de Lioncourt- Vampiro - Clase Alta
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Fecha de inscripción : 29/05/2010
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Re: mi amada Nueva Orleans
Mi corazón latía a una velocidad pasmosa, di gracias de que Lestat entendiera las señales que le estaba lanzando, si no hubiese sido así no sé que habría pasado, quizá me habría enfadado y habría salido del carro indignada.
Introdujo dos de sus dedos en mi sexo, por favor, estaba a punto de empotrarle contra la madera, lo habría hecho pero me fije en que ya estaba a punto, pegó su cuerpo al mío, y con su mano movió la punta de su miembro por mi lubricada vagina, creí morirme por la espera, hasta que por fin me penetró poco a poco, agarré el asiento y el respaldo por si me fuera a caer del susto o yo que sé. Llené mis pulmones de renovado aire, esta vez rodeé su cintura con mis piernas, mi amado pensé febrilmente, para mi aquello era un maldito y exquisito sueño.
Gemí de nuevo cuando la dureza de su pene se abrió camino dentro de mí, no quise cerrar los ojos, quería verle, quería recordarlo siempre.
Esto nunca me lo habría esperado ¿cómo dejé que pasase, en qué estaba pensando? Esa pregunta se borró al instante cuando se acercó más a mí para apoyarse, mis brazos rodearon su espalda, besé su mejilla, le amaba tanto, cuando la velocidad fue en aumento abrí mi boca dejando escapar pequeños orgasmos ¿cuánto duraría con este cuerpo inmortal, más que un humano? No lo sabía.
Sus sucesivas embestidas me hicieron clavar las uñas en su piel, pero cuando me daba cuenta de la fuerza con que lo hacia movía mis dedos haciéndole pequeños masajes.
Incliné la cabeza para unir su boca con la mía, le besé con pasión, sentí como empezaba a sudar, separé mis labios poco a poco – ¡Lestat! - suspiré enredando mis manos en su cabello, me mordí el labio inferior al verle, era un Dios y estaba entre mis piernas, cerré mis ojos para besar su rostro.
Cuando sentí que me venía otro espasmo de placer, arqueé mi espalda en el asiento, no sé cómo pasó pero la bestia abrió la jaula de repente, abracé con fuerza el torso de Lestat, me incorporé en el asiento y lo único que recuerdo es que tenía a Lestat sentado en el otro asiento conmigo encima, volví a introducir su miembro en mí mientras besaba su cuello, no sabía si le había hecho daño del golpe, y no supe si el cochero lo había sentido.
La falda debía estar arrugadísima, y se estaba manchando de gotas de sangre por el sudor, bueno daba igual, no quería perder el tiempo al quitármelo.
Me dirigí a su oído, mordiéndole el lóbulo de la oreja con suavidad, para luego sonreír endiabladamente. Mis pezones acariciaban su pecho provocándome dulces cosquillas.
- Y yo que quería hacerme de rogar... – tomé su rostro entre mis manos para volverle a besar con todo mi amor.
Introdujo dos de sus dedos en mi sexo, por favor, estaba a punto de empotrarle contra la madera, lo habría hecho pero me fije en que ya estaba a punto, pegó su cuerpo al mío, y con su mano movió la punta de su miembro por mi lubricada vagina, creí morirme por la espera, hasta que por fin me penetró poco a poco, agarré el asiento y el respaldo por si me fuera a caer del susto o yo que sé. Llené mis pulmones de renovado aire, esta vez rodeé su cintura con mis piernas, mi amado pensé febrilmente, para mi aquello era un maldito y exquisito sueño.
Gemí de nuevo cuando la dureza de su pene se abrió camino dentro de mí, no quise cerrar los ojos, quería verle, quería recordarlo siempre.
Esto nunca me lo habría esperado ¿cómo dejé que pasase, en qué estaba pensando? Esa pregunta se borró al instante cuando se acercó más a mí para apoyarse, mis brazos rodearon su espalda, besé su mejilla, le amaba tanto, cuando la velocidad fue en aumento abrí mi boca dejando escapar pequeños orgasmos ¿cuánto duraría con este cuerpo inmortal, más que un humano? No lo sabía.
Sus sucesivas embestidas me hicieron clavar las uñas en su piel, pero cuando me daba cuenta de la fuerza con que lo hacia movía mis dedos haciéndole pequeños masajes.
Incliné la cabeza para unir su boca con la mía, le besé con pasión, sentí como empezaba a sudar, separé mis labios poco a poco – ¡Lestat! - suspiré enredando mis manos en su cabello, me mordí el labio inferior al verle, era un Dios y estaba entre mis piernas, cerré mis ojos para besar su rostro.
Cuando sentí que me venía otro espasmo de placer, arqueé mi espalda en el asiento, no sé cómo pasó pero la bestia abrió la jaula de repente, abracé con fuerza el torso de Lestat, me incorporé en el asiento y lo único que recuerdo es que tenía a Lestat sentado en el otro asiento conmigo encima, volví a introducir su miembro en mí mientras besaba su cuello, no sabía si le había hecho daño del golpe, y no supe si el cochero lo había sentido.
La falda debía estar arrugadísima, y se estaba manchando de gotas de sangre por el sudor, bueno daba igual, no quería perder el tiempo al quitármelo.
Me dirigí a su oído, mordiéndole el lóbulo de la oreja con suavidad, para luego sonreír endiabladamente. Mis pezones acariciaban su pecho provocándome dulces cosquillas.
- Y yo que quería hacerme de rogar... – tomé su rostro entre mis manos para volverle a besar con todo mi amor.
Kory Bouguereau- Vampiro - Clase Alta
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Re: mi amada Nueva Orleans
Kory disfrutaba de lo que era capaz de darle y yo no era menos en esta situación. El roce de sus paredes vaginales con mí miembro me provocaban escalofríos placenteros continuos. Y sus gemidos de placer me ponían más y más caliente haciendo que me aplicara más en mi trabajo de hacerla explotar de placer.
Nuestros cuerpos se humedecían, nuestras pieles se iban cubriendo de una fina capa de sudor rojizo.
Sentí el empujón de Kory y el choque del asiento de enfrente contra mis espalda.
Kory estaba sentada sobre mí, introduciendo mi miembro dentro de ella de nuevo, volviéndome a sentir completo de nuevo.
Cogí sus caderas para ayudarla a cabalgar. Sus pezones me rozaban el pecho excitándome y no pude aguantarme, alcé ambas manos y pellizque sus duros pezones con mis dedos.
No me creía que tuviera a aquella hermosa ninfa sobre mis piernas, haciendo el amor como descosidos.
- Y yo que quería hacerme de rogar...- tomó mi rostro entre sus manos y me besó con amor. Un delicioso beso que sabía a cariño y dulzura.
-Parece que al final no has podido resistirte… y yo no puedo resistirme a hacer que pierdas tu cordura- la empujé contra el asiento de enfrente y me puse de rodillas en el suelo del carro.
Con mis manos abrís sus piernas todo lo que pude y aspiré el aroma que desprendía su sexo. Luego mi lengua hizo el resto.
Lamí y lamí con el único propósito de que Kory se corriera del placer, añadiendo a mi lengua una de mis manos para pajear su clítoris y darle aún más placer.
Nuestros cuerpos se humedecían, nuestras pieles se iban cubriendo de una fina capa de sudor rojizo.
Sentí el empujón de Kory y el choque del asiento de enfrente contra mis espalda.
Kory estaba sentada sobre mí, introduciendo mi miembro dentro de ella de nuevo, volviéndome a sentir completo de nuevo.
Cogí sus caderas para ayudarla a cabalgar. Sus pezones me rozaban el pecho excitándome y no pude aguantarme, alcé ambas manos y pellizque sus duros pezones con mis dedos.
No me creía que tuviera a aquella hermosa ninfa sobre mis piernas, haciendo el amor como descosidos.
- Y yo que quería hacerme de rogar...- tomó mi rostro entre sus manos y me besó con amor. Un delicioso beso que sabía a cariño y dulzura.
-Parece que al final no has podido resistirte… y yo no puedo resistirme a hacer que pierdas tu cordura- la empujé contra el asiento de enfrente y me puse de rodillas en el suelo del carro.
Con mis manos abrís sus piernas todo lo que pude y aspiré el aroma que desprendía su sexo. Luego mi lengua hizo el resto.
Lamí y lamí con el único propósito de que Kory se corriera del placer, añadiendo a mi lengua una de mis manos para pajear su clítoris y darle aún más placer.
Lestat de Lioncourt- Vampiro - Clase Alta
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Re: mi amada Nueva Orleans
Lestat era una maquina, no lo podría expresar de otra manera. Cada cosa que hacia me volvía totalmente enferma ¿podría decir algo coherente? Lo dudo.
- Parece que al final no has podido resistirte… y yo no puedo resistirme a hacer que pierdas tu cordura- muy, muy malo.
Me empujó contra el asiento de enfrente, y él se puso de rodillas entre mis piernas, las cuales abrió, sin más y ¿qué decir? Empezó a lamer mi sexo salvajemente, yo no sabía ya nada, no sabía qué hacer para reprimirme, me tapé la boca para no alzar la voz, el cochero no tenía porqué enterarse de lo que estaba pasando allí dentro, es más no quería que se enterase.
Mi cuerpo se movía con pequeñas sacudidas. Gracias a sus expertos dedos llegué muy rápido al clímax si no lo estaba ya, los orgasmos no tardaron en llegar.
¿Podría devolverle ese gesto o me iba a quedar quieta disfrutándolo? Me habría quedado así hasta que amaneciera, pero qué egoísta habría sido. Con mis manos le paré en seco haciendo que me mirara desde allí abajo, estaba tan, tan guapo, pasé mi pulgar por sus labios, como queriéndoselos limpiar.
- Llegó mi hora. – Le sonreí mientras pasaba mis dedos por su cabello para echárselos hacia atrás. Hice que se incorporase para tumbarle en el asiento, una de sus piernas quedó flexionada y la otra apoyada en el suelo, pasé mis manos por su pecho dándole pequeños besos, también recorrí con mi lengua lentamente su pequeño pezón de manera circular para saber cómo sabía su sudor sangriento, no estaba mal, mientras lamía su torso mi mano iba descendiendo a aquel lugar mágico.
Le comencé a masturbar con un ritmo rápido para que no perdiera la excitación.
- ¿Sabes que me está entrando hambre?- Le advertí, porque así era, y no tenía dobles intenciones me estaba entrando un hambre terrible de tenerle así, de poder morderle si quería, con lo que eso conllevaba. – No te preocupes. – dije con una media sonrisa, me acerqué a él y le dí un beso en la comisura de sus labios. ¡Qué perfección de hombre!
Me separé de su boca, y fui oliendo todo su cuerpo, bueno también estuve recreándome la vista, su cuerpo era como cualquier estatua antigua, de cualquier héroe. Sí, un Aquiles.
Llegué a su miembro, lo estudié unos momentos, me gustaba, le dí un sutil beso para luego empezar a lamer toda su largura, lo hice de la manera más elegante posible, mientras con la otra mano acariciaba con suavidad sus testículos. Me introduje su miembro unas cuantas veces en la boca, sí quería que se volviera loco como yo lo estaba antes, no me lo introduje todo en la boca por la sencilla razón de que mis colmillos estaban afilados para cualquier ocasión, habría sido muy extraño ver su miembro sangrando, me aparté con la otra mano el cabello, sí, así mejor. Y que no osase cogerme de la cabeza, se lo transmití mentalmente, yo ya sabría lo rápido que a Lestat le gustase con solo leer su mente.
Yo estaba concentrada en esa acción, no sé cuánto tiempo estuve así la verdad. Hasta que separé mi boca de su miembro, y me limpié la boca con el reverso de la mano, como si mi trabajo allí ya hubiese acabado, estaba satisfecha.
- Y si con esto no te he demostrado lo que te quiero, no sé qué más tendría que hacer. – comenté acercándome a su boca, me había mordido la lengua, así que ese beso iba con premio.
- Parece que al final no has podido resistirte… y yo no puedo resistirme a hacer que pierdas tu cordura- muy, muy malo.
Me empujó contra el asiento de enfrente, y él se puso de rodillas entre mis piernas, las cuales abrió, sin más y ¿qué decir? Empezó a lamer mi sexo salvajemente, yo no sabía ya nada, no sabía qué hacer para reprimirme, me tapé la boca para no alzar la voz, el cochero no tenía porqué enterarse de lo que estaba pasando allí dentro, es más no quería que se enterase.
Mi cuerpo se movía con pequeñas sacudidas. Gracias a sus expertos dedos llegué muy rápido al clímax si no lo estaba ya, los orgasmos no tardaron en llegar.
¿Podría devolverle ese gesto o me iba a quedar quieta disfrutándolo? Me habría quedado así hasta que amaneciera, pero qué egoísta habría sido. Con mis manos le paré en seco haciendo que me mirara desde allí abajo, estaba tan, tan guapo, pasé mi pulgar por sus labios, como queriéndoselos limpiar.
- Llegó mi hora. – Le sonreí mientras pasaba mis dedos por su cabello para echárselos hacia atrás. Hice que se incorporase para tumbarle en el asiento, una de sus piernas quedó flexionada y la otra apoyada en el suelo, pasé mis manos por su pecho dándole pequeños besos, también recorrí con mi lengua lentamente su pequeño pezón de manera circular para saber cómo sabía su sudor sangriento, no estaba mal, mientras lamía su torso mi mano iba descendiendo a aquel lugar mágico.
Le comencé a masturbar con un ritmo rápido para que no perdiera la excitación.
- ¿Sabes que me está entrando hambre?- Le advertí, porque así era, y no tenía dobles intenciones me estaba entrando un hambre terrible de tenerle así, de poder morderle si quería, con lo que eso conllevaba. – No te preocupes. – dije con una media sonrisa, me acerqué a él y le dí un beso en la comisura de sus labios. ¡Qué perfección de hombre!
Me separé de su boca, y fui oliendo todo su cuerpo, bueno también estuve recreándome la vista, su cuerpo era como cualquier estatua antigua, de cualquier héroe. Sí, un Aquiles.
Llegué a su miembro, lo estudié unos momentos, me gustaba, le dí un sutil beso para luego empezar a lamer toda su largura, lo hice de la manera más elegante posible, mientras con la otra mano acariciaba con suavidad sus testículos. Me introduje su miembro unas cuantas veces en la boca, sí quería que se volviera loco como yo lo estaba antes, no me lo introduje todo en la boca por la sencilla razón de que mis colmillos estaban afilados para cualquier ocasión, habría sido muy extraño ver su miembro sangrando, me aparté con la otra mano el cabello, sí, así mejor. Y que no osase cogerme de la cabeza, se lo transmití mentalmente, yo ya sabría lo rápido que a Lestat le gustase con solo leer su mente.
Yo estaba concentrada en esa acción, no sé cuánto tiempo estuve así la verdad. Hasta que separé mi boca de su miembro, y me limpié la boca con el reverso de la mano, como si mi trabajo allí ya hubiese acabado, estaba satisfecha.
- Y si con esto no te he demostrado lo que te quiero, no sé qué más tendría que hacer. – comenté acercándome a su boca, me había mordido la lengua, así que ese beso iba con premio.
Kory Bouguereau- Vampiro - Clase Alta
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Re: mi amada Nueva Orleans
Kory sentía todo el placer que mi lengua y mis dedos le proporcionaban y me parecía muy gracioso que se tapase la boca con la mano para que el cochero no se diera cuenta de lo que pasaba dentro de su carro. A mí me daba exactamente igual. Que se enterara el cochero, que se enterara todo el mundo que en aquel carro estaba haciendo el amor con mi amada reina.
Kory me hizo parar. En su mente podía leer sus intenciones y no rechisté cuando me tumbó en el asiento.
El tiempo que tardo hasta bajar a mi miembro me pareció eterno. Me hervía la sangre de excitación, y cuando sentí su lengua recorrer la longitud de mi miembro me sentí explotar.
Era como haber muerto e ir al paraíso.
Su cabeza se movía al ritmo que yo deseaba y me proporcionaba un placer que me haría explotar en cualquier momento.
Pero paró.
- Y si con esto no te he demostrado lo que te quiero, no sé qué más tendría que hacer- dijo acercándose a mí.
-No tenías que demostrarme nada mi reina, con solo mirarte a los ojos y escuchar tus preciosas palabras ya sabía todo lo que me amas- y me besó, un beso que desencadeno un mar de éxtasis en mi interior. Cogí su rostro entre mis manos y saboreé aquel beso de sangre moviendo mi lengua en su boca para recoger toda la que pudiera. Aquello me nublo por completo.
Mi pene estaba totalmente empalmado y los grandes pechos de Kory parecían llamarme. Sus pezones estaban totalmente erectos y me abalancé sobre ellos para lamerlos con mi lengua. Kory quedó recostada en el asiento y yo me levanté, subiendo un pie hasta colocarlo al lado de Kory.
Introduje mi miembro entre sus dos pechos y con mis manos los estreché. Moví mis caderas y comencé a masturbarme con los pechos de Kory.
El placer me inundaba completamente y no podía parar de gemir, estaba a punto de correrme y aumenté la velocidad de mis movimientos.
Kory me hizo parar. En su mente podía leer sus intenciones y no rechisté cuando me tumbó en el asiento.
El tiempo que tardo hasta bajar a mi miembro me pareció eterno. Me hervía la sangre de excitación, y cuando sentí su lengua recorrer la longitud de mi miembro me sentí explotar.
Era como haber muerto e ir al paraíso.
Su cabeza se movía al ritmo que yo deseaba y me proporcionaba un placer que me haría explotar en cualquier momento.
Pero paró.
- Y si con esto no te he demostrado lo que te quiero, no sé qué más tendría que hacer- dijo acercándose a mí.
-No tenías que demostrarme nada mi reina, con solo mirarte a los ojos y escuchar tus preciosas palabras ya sabía todo lo que me amas- y me besó, un beso que desencadeno un mar de éxtasis en mi interior. Cogí su rostro entre mis manos y saboreé aquel beso de sangre moviendo mi lengua en su boca para recoger toda la que pudiera. Aquello me nublo por completo.
Mi pene estaba totalmente empalmado y los grandes pechos de Kory parecían llamarme. Sus pezones estaban totalmente erectos y me abalancé sobre ellos para lamerlos con mi lengua. Kory quedó recostada en el asiento y yo me levanté, subiendo un pie hasta colocarlo al lado de Kory.
Introduje mi miembro entre sus dos pechos y con mis manos los estreché. Moví mis caderas y comencé a masturbarme con los pechos de Kory.
El placer me inundaba completamente y no podía parar de gemir, estaba a punto de correrme y aumenté la velocidad de mis movimientos.
Lestat de Lioncourt- Vampiro - Clase Alta
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Re: mi amada Nueva Orleans
No pude creer lo que estaba viendo, Lestat había perdido la cabeza por completo. Yo ya sabía que aún no había acabado, pero ¿esto? Y lo más importante dejarme a mí sin nada viéndole disfrutar de esa manera. Esto no quedaría así, cerré mi mente al instante.
Cuando supe que Lestat estaba a punto de eyacular aparté su miembro de mis pechos, y eché su cuerpo hacia atrás, sin mirarle, aquello explotó en mi mano, qué desconsiderado había sido, no me lo pude creer.
Sacudí mi mano, aunque no pude limpiármela del todo. Usé la mano que tenía limpia a una gran velocidad para subirme la parte del arriba del vestido pasando mis brazos por las mangas, al levantarme el vestido volvió a cubrirme las piernas.
Mandé al cochero que se detuviera, me agaché para coger la capa y salí del coche, eché a andar hacia un callejón sin pensar nada en concreto, mientras andaba me iba tapando el cuerpo con la capa dorada, y también me coloqué la capucha sobre la cabeza.
Pasé cerca de una bonita fuente, allí me limpié las manos, me sentía hecha un asco, tendría que bañarme urgentemente. Me separé de la fuente, y fui avanzando por los callejones, quería encontrar a mi victima de hoy, dejé a un lado lo que Lestat había hecho. No tardé en encontrar lo que venía buscando, él joven al verme se asustó ¿quién no? ¿Qué aspecto debía estar dando con aquella capa rojiza cubriéndome la piel? antes de que huyera de mí, lo persuadí de tal manera que no pudo moverse.
Me acerqué a él apoyándole en el muro de ladrillos, la oscuridad nos envolvía, lo mejor era que no gritase sino quería que le rompiera el cuello allí mismo, no iba a comportarme como una sádica, en ese momento no me encontraba bien para disfrutar asesinandolo, pegué mi cuerpo al suyo y bebí de él, lo necesitaba ¡esto era lo que necesitaba! Aparté mi boca de su cuello un segundo para saborear su deliciosa sangre, para luego volver a hincarle los colmillos produciéndole otra herida, como siempre le transmití bellas imágenes, cuando su cuerpo iba perdiendo la vida que tanto apreciaba me fui agachando con él, hasta quedar de rodillas, su cabeza reposaba sobre mi brazo, acaricié su rostro, y me volví a acercar a la herida para cerrar los agujeros con mi sangre.
Lamí la sangre que quedaba en mis dientes con la lengua. Y volví a echar a andar, aunque la sangre me había ayudado y en cierto modo me hacia sentir mejor, me encontraba vacía, fría.
La fuente donde antes me había limpiado estaba cerca del carro, pero no deseaba volver allí.
Apoyé mis manos en la piedra de la fuente, agaché mi cabeza derrotada, un suspiro salió de mis labios.
Cuando supe que Lestat estaba a punto de eyacular aparté su miembro de mis pechos, y eché su cuerpo hacia atrás, sin mirarle, aquello explotó en mi mano, qué desconsiderado había sido, no me lo pude creer.
Sacudí mi mano, aunque no pude limpiármela del todo. Usé la mano que tenía limpia a una gran velocidad para subirme la parte del arriba del vestido pasando mis brazos por las mangas, al levantarme el vestido volvió a cubrirme las piernas.
Mandé al cochero que se detuviera, me agaché para coger la capa y salí del coche, eché a andar hacia un callejón sin pensar nada en concreto, mientras andaba me iba tapando el cuerpo con la capa dorada, y también me coloqué la capucha sobre la cabeza.
Pasé cerca de una bonita fuente, allí me limpié las manos, me sentía hecha un asco, tendría que bañarme urgentemente. Me separé de la fuente, y fui avanzando por los callejones, quería encontrar a mi victima de hoy, dejé a un lado lo que Lestat había hecho. No tardé en encontrar lo que venía buscando, él joven al verme se asustó ¿quién no? ¿Qué aspecto debía estar dando con aquella capa rojiza cubriéndome la piel? antes de que huyera de mí, lo persuadí de tal manera que no pudo moverse.
Me acerqué a él apoyándole en el muro de ladrillos, la oscuridad nos envolvía, lo mejor era que no gritase sino quería que le rompiera el cuello allí mismo, no iba a comportarme como una sádica, en ese momento no me encontraba bien para disfrutar asesinandolo, pegué mi cuerpo al suyo y bebí de él, lo necesitaba ¡esto era lo que necesitaba! Aparté mi boca de su cuello un segundo para saborear su deliciosa sangre, para luego volver a hincarle los colmillos produciéndole otra herida, como siempre le transmití bellas imágenes, cuando su cuerpo iba perdiendo la vida que tanto apreciaba me fui agachando con él, hasta quedar de rodillas, su cabeza reposaba sobre mi brazo, acaricié su rostro, y me volví a acercar a la herida para cerrar los agujeros con mi sangre.
Lamí la sangre que quedaba en mis dientes con la lengua. Y volví a echar a andar, aunque la sangre me había ayudado y en cierto modo me hacia sentir mejor, me encontraba vacía, fría.
La fuente donde antes me había limpiado estaba cerca del carro, pero no deseaba volver allí.
Apoyé mis manos en la piedra de la fuente, agaché mi cabeza derrotada, un suspiro salió de mis labios.
Kory Bouguereau- Vampiro - Clase Alta
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Re: mi amada Nueva Orleans
Cuando mi cuerpo se colmo por el placer del orgasmo me sentí extasiado. Pero el placer y la tranquilidad desaparecieron casi al instante cuando Kory volvió a ponerle el vestido y salió del carro llevándose la capa sin mediar palabra.
Cambié mi expresión de sorpresa por una sonrisa para luego soltar una larga carcajada llevándome las manos a la cabeza.
La única ropa que me quedaba eran los pantalones ya que la levita y la camisa se habían quedado en la laguna. Me encogí de hombros al no poder hacer más.
Tras un leve suspiro salí del coche y pagué al cochero por sus servicios. Cuando vi desaparecer al carro doblando una esquina me giré dispuesto a buscar a Kory.
Recorrí las calles oscuras utilizando las sombras para no llamar la atención de los transeúntes. Un hombre semi desnudo podría llamar “algo” la atención.
Cuando creí que era una tarea casi imposible dar con Kory, mis ojos la detectaron sentada junto a una fuente mirando al suelo.
Miré a ambos lados de la calle, al ver que no había nadie corrí a su lado aprovechando el momento para tomarla y arrinconarla en una de las paredes cercanas a la fuente.
Acaricié su rostro con una mano y la miré con ternura.
Le sonreí con dulzura y dije:
-¿Crees que ya se había terminado? Solo era el comienzo de una larga noche- la cogí en brazos y aprovechándome de mi velocidad la llevé a casa en cuestión de minutos.
La puerta la abrí de una ligera patada y subí por las escaleras de caracol que daban al piso de arriba y fui directo a mi cuarto. Tumbé a Kory en la cama y yo me coloqué junto a ella.
-Siento lo que hayas podido pensar en el carro. Me había vuelto completamente loco, el éxtasis de tu sangre junto al placer que me habías hecho sentir me desequilibraron. Sabes que te quiero ¿verdad?- la besé cariñosamente abrazándola con todo el cariño del mundo.
Cambié mi expresión de sorpresa por una sonrisa para luego soltar una larga carcajada llevándome las manos a la cabeza.
La única ropa que me quedaba eran los pantalones ya que la levita y la camisa se habían quedado en la laguna. Me encogí de hombros al no poder hacer más.
Tras un leve suspiro salí del coche y pagué al cochero por sus servicios. Cuando vi desaparecer al carro doblando una esquina me giré dispuesto a buscar a Kory.
Recorrí las calles oscuras utilizando las sombras para no llamar la atención de los transeúntes. Un hombre semi desnudo podría llamar “algo” la atención.
Cuando creí que era una tarea casi imposible dar con Kory, mis ojos la detectaron sentada junto a una fuente mirando al suelo.
Miré a ambos lados de la calle, al ver que no había nadie corrí a su lado aprovechando el momento para tomarla y arrinconarla en una de las paredes cercanas a la fuente.
Acaricié su rostro con una mano y la miré con ternura.
Le sonreí con dulzura y dije:
-¿Crees que ya se había terminado? Solo era el comienzo de una larga noche- la cogí en brazos y aprovechándome de mi velocidad la llevé a casa en cuestión de minutos.
La puerta la abrí de una ligera patada y subí por las escaleras de caracol que daban al piso de arriba y fui directo a mi cuarto. Tumbé a Kory en la cama y yo me coloqué junto a ella.
-Siento lo que hayas podido pensar en el carro. Me había vuelto completamente loco, el éxtasis de tu sangre junto al placer que me habías hecho sentir me desequilibraron. Sabes que te quiero ¿verdad?- la besé cariñosamente abrazándola con todo el cariño del mundo.
Lestat de Lioncourt- Vampiro - Clase Alta
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Re: mi amada Nueva Orleans
Al rato volvió junto a mí, yo estaba arrinconada en una pared, debió haber usado su velocidad y su fuerza para hacer aquello, levanté la cabeza para mirarle. Cuando me acarició cerré mis ojos, sentir de nuevo su contacto me llenaba de sensaciones, me miró como yo quería que lo hiciera.
-¿Crees que ya se había terminado? Solo era el comienzo de una larga noche.- Abrí con asombro los ojos ante lo que había dicho, acto seguido me cogió en brazos, y desaparecimos de allí, iba en dirección a su casa, ¿y mi cuadro? No pude, ni quise zafarme de su abrazo así que me quede con la duda.
Al llegar abrió la puerta de una patada, no con mucha fuerza, podría haberla tirado a bajo de haberlo hecho así. Yo seguía en sus brazos agarrándome a su cuello, qué fuerza que tenía, no se cansaba, ya en el piso de arriba entró en una habitación y me tumbó en la cama, yo estaba desconcertada, dejé mis manos en mi vientre, mientras miraba a Lestat, serena siempre ¿Con qué me sorprendería ahora?
-Siento lo que hayas podido pensar en el carro. Me había vuelto completamente loco, el éxtasis de tu sangre junto al placer que me habías hecho sentir me desequilibraron. Sabes que te quiero ¿verdad?- al terminar de decir esto me besó y abrazó pero no como en el carro, era más de corazón, no movido por la pasión anterior, yo también le abracé y le devolví el beso, aunque no sé por qué, sería por la sangre de antes, le atraje a mí con más fuerza, me separé un poco. Otra vez, no podía parar, parece que la pasión viene dada al convertirnos en esto, maldita sea, ¿una no puede estar tranquila un momento?
Dejé mi espalda caer sobre el colchón mientras me llevaba las manos a la cara, me estaba riendo, debía estar loca. Miré a mí alrededor desde donde estaba, me gustó lo que ví.
Giré de nuevo la cabeza para contestarle.
- Te perdono Lestat, en cierta parte fue mi culpa. – una mínima parte, pero me hacia cargo. – Bueno, debo suponer que me quieres. – entrelacé los dedos de mi mano con los suyos, y me quedé de costado pegada a su cuerpo, escuchando los latidos que se escuchaban desde su pecho. Cerré mis ojos unos minutos, largo minutos. Cuando me di cuenta de que podía dormirme, abrí los ojos.
– Querría bañarme…- comenté alzando la cabeza para mirarle. – Mira como estoy. – Dijera lo que dijese daba pena verme. Me acordé que el corsé manchado de sangre se había quedado en el carro, junto a la ropa interior. ¿Qué pensará el cochero de eso? Me eché a reír, amortigüé las risas al besar a Lestat en los labios.
-¿Crees que ya se había terminado? Solo era el comienzo de una larga noche.- Abrí con asombro los ojos ante lo que había dicho, acto seguido me cogió en brazos, y desaparecimos de allí, iba en dirección a su casa, ¿y mi cuadro? No pude, ni quise zafarme de su abrazo así que me quede con la duda.
Al llegar abrió la puerta de una patada, no con mucha fuerza, podría haberla tirado a bajo de haberlo hecho así. Yo seguía en sus brazos agarrándome a su cuello, qué fuerza que tenía, no se cansaba, ya en el piso de arriba entró en una habitación y me tumbó en la cama, yo estaba desconcertada, dejé mis manos en mi vientre, mientras miraba a Lestat, serena siempre ¿Con qué me sorprendería ahora?
-Siento lo que hayas podido pensar en el carro. Me había vuelto completamente loco, el éxtasis de tu sangre junto al placer que me habías hecho sentir me desequilibraron. Sabes que te quiero ¿verdad?- al terminar de decir esto me besó y abrazó pero no como en el carro, era más de corazón, no movido por la pasión anterior, yo también le abracé y le devolví el beso, aunque no sé por qué, sería por la sangre de antes, le atraje a mí con más fuerza, me separé un poco. Otra vez, no podía parar, parece que la pasión viene dada al convertirnos en esto, maldita sea, ¿una no puede estar tranquila un momento?
Dejé mi espalda caer sobre el colchón mientras me llevaba las manos a la cara, me estaba riendo, debía estar loca. Miré a mí alrededor desde donde estaba, me gustó lo que ví.
Giré de nuevo la cabeza para contestarle.
- Te perdono Lestat, en cierta parte fue mi culpa. – una mínima parte, pero me hacia cargo. – Bueno, debo suponer que me quieres. – entrelacé los dedos de mi mano con los suyos, y me quedé de costado pegada a su cuerpo, escuchando los latidos que se escuchaban desde su pecho. Cerré mis ojos unos minutos, largo minutos. Cuando me di cuenta de que podía dormirme, abrí los ojos.
– Querría bañarme…- comenté alzando la cabeza para mirarle. – Mira como estoy. – Dijera lo que dijese daba pena verme. Me acordé que el corsé manchado de sangre se había quedado en el carro, junto a la ropa interior. ¿Qué pensará el cochero de eso? Me eché a reír, amortigüé las risas al besar a Lestat en los labios.
Kory Bouguereau- Vampiro - Clase Alta
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Localización : Castillo Lancaster (Inglaterra)
Re: mi amada Nueva Orleans
¿Qué tenían sus besos? Era puro fuego cuando entraban en contacto con los míos.
-Si mi reina quiere un baño. Le daré el más relajante y perfumado de todos.- Me levanté de la cama dándole un beso en la frente antes de salir por la puerta del cuarto.
A mano derecha estaba el baño. Abrí el grifo para llenar la bañera y saqué unas cuantas sales del tocador del cuarto de baño.
La bañera estaba casi totalmente llena y después de echar unas pocas sales al agua puse unas toallas a calentar para que cuando Kory saliese del agua pudiese secarse con algo cálido que siempre apetecía teniendo tan cerca el invierno.
Bajé al piso de abajo. Se me hacía tan extraño tener la casa vacía… Todas las noches estaba inundada de las risas de Claudia, los sollozos y quejas de Louis o del clavicordio que siempre tocábamos la pequeña y yo.
¿Dónde se habrían metido esos dos? Tal vez sintieron la presencia de Kory y no quisieron acercarse por si acaso. Bueno, ahora no era mi problema.
Salí al jardín tijeras de podar en mano y corté un par de rosas rojas. Volviendo al cuarto de baño desflore las flores y tiré los pétalos al agua.
El ambiente estaba caldeado y perfumado pero hacía falta algo más. ¡Claro!
Bajé a saltos las escaleras y saqué de uno de los cajones de la cocina muchos cirios que me llevé de nuevo al baño. Estaba haciendo más viajes que un tonto ¿pero no dicen que el amor atonta? Pues yo estaba muy atontado.
Puse las velas por todo el cuarto de baño y las encendí una a una hasta que el baño quedó iluminado por decenas de llamitas.
La obra estaba acaba, solo faltaba el visto bueno de mi reina.
Volví a mi habitación y me sorprendió verla tumbada aún.
La tomé de una mano y la guié hacia el baño. Cuando estuvimos ambos ante la puerta le pregunte:
-¿Es de tu agrado mi reina?
-Si mi reina quiere un baño. Le daré el más relajante y perfumado de todos.- Me levanté de la cama dándole un beso en la frente antes de salir por la puerta del cuarto.
A mano derecha estaba el baño. Abrí el grifo para llenar la bañera y saqué unas cuantas sales del tocador del cuarto de baño.
La bañera estaba casi totalmente llena y después de echar unas pocas sales al agua puse unas toallas a calentar para que cuando Kory saliese del agua pudiese secarse con algo cálido que siempre apetecía teniendo tan cerca el invierno.
Bajé al piso de abajo. Se me hacía tan extraño tener la casa vacía… Todas las noches estaba inundada de las risas de Claudia, los sollozos y quejas de Louis o del clavicordio que siempre tocábamos la pequeña y yo.
¿Dónde se habrían metido esos dos? Tal vez sintieron la presencia de Kory y no quisieron acercarse por si acaso. Bueno, ahora no era mi problema.
Salí al jardín tijeras de podar en mano y corté un par de rosas rojas. Volviendo al cuarto de baño desflore las flores y tiré los pétalos al agua.
El ambiente estaba caldeado y perfumado pero hacía falta algo más. ¡Claro!
Bajé a saltos las escaleras y saqué de uno de los cajones de la cocina muchos cirios que me llevé de nuevo al baño. Estaba haciendo más viajes que un tonto ¿pero no dicen que el amor atonta? Pues yo estaba muy atontado.
Puse las velas por todo el cuarto de baño y las encendí una a una hasta que el baño quedó iluminado por decenas de llamitas.
La obra estaba acaba, solo faltaba el visto bueno de mi reina.
Volví a mi habitación y me sorprendió verla tumbada aún.
La tomé de una mano y la guié hacia el baño. Cuando estuvimos ambos ante la puerta le pregunte:
-¿Es de tu agrado mi reina?
Lestat de Lioncourt- Vampiro - Clase Alta
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Re: mi amada Nueva Orleans
Cuando me dejó en la cama, cerré los ojos y me dormí un poco, dejé la mente en blanco para no saber qué estaba haciendo Lestat.
No sé cuánto tardó en volver, pero cuando oí sus pasos abrí los ojos, me cogió de la mano y me dirigió hacia el baño que estaba a la derecha.
Me quedé quieta en el marco de la puerta - ¿Es de tu agrado mi reina?
Le miré con asombro, para luego volver a mirar aquello, ¿esto lo había hecho él? Me tapé una sonrisa mientras miraba cada vela, cada pétalo que flotaba en esa apetecible bañera, también me fijé en las toallas, el olor que aquello desprendía me subyugó por completo.
Giré mi cuerpo para arrojarme a sus brazos. – Es sencillamente perfecto. – dije emocionada mientras tomaba su rostro entre mis manos y le besaba con pasión.
Me habría conformado con cualquier cosa, pero vaya, esto superaba a todas ellas. Mis besos descendieron por su cuello mientras comenzaba a quitarme la capa y el vestido, no me fue difícil porque no me lo habría abrochado, cayó al suelo al acto, yo seguí besando su cuerpo, sus brazos.
Dios mío, le miré a los ojos, las velas se veían reflejadas en ellos.
- ¿Me acompañarás? – Era una pregunta retórica, la verdad, estaba decidida a bañarme con él, que después de toda esta noche, también lo necesitaba.
Desabroché los botones de la unica prenda que llevaba y se los bajé, ya que estaba allí abajo lo descalcé. Ya estaba, completamente desnudo, volví a erguirme y le cogí de la mano.
Metí uno de mis pies en la bañera y luego el siguiente, estaba caliente, me mordí el labio inferior cuando hice que Lestat también se metiera en la bañera, cuando estuvimos los dos allí de pie, le besé rodeando su cuello con los brazos. Al rato me separé y le “obligué” a sentarse.
Cuando ya estuvo sentado y con sus piernas flexionadas, yo me puse en la misma posición pegando mi espalda a su pecho.
Qué placer sentí al estar bajo el agua, lentamente me mojé los brazos, y pasé mis manos por mis piernas que las había levantado por ese motivo. Después sumergí mi cabeza en el agua, ¡perfecto!
Me giré un poco para pasar mis manos por su rostro, qué hermoso era, sumergí de nuevo mis manos y apoyé la húmeda cabeza sobre el pecho de Lestat.
- Te has superado… - murmuré sonriendo. Besé su brazo, y cerré mis ojos.
Qué pereza me daba todo.
No sé cuánto tardó en volver, pero cuando oí sus pasos abrí los ojos, me cogió de la mano y me dirigió hacia el baño que estaba a la derecha.
Me quedé quieta en el marco de la puerta - ¿Es de tu agrado mi reina?
Le miré con asombro, para luego volver a mirar aquello, ¿esto lo había hecho él? Me tapé una sonrisa mientras miraba cada vela, cada pétalo que flotaba en esa apetecible bañera, también me fijé en las toallas, el olor que aquello desprendía me subyugó por completo.
Giré mi cuerpo para arrojarme a sus brazos. – Es sencillamente perfecto. – dije emocionada mientras tomaba su rostro entre mis manos y le besaba con pasión.
Me habría conformado con cualquier cosa, pero vaya, esto superaba a todas ellas. Mis besos descendieron por su cuello mientras comenzaba a quitarme la capa y el vestido, no me fue difícil porque no me lo habría abrochado, cayó al suelo al acto, yo seguí besando su cuerpo, sus brazos.
Dios mío, le miré a los ojos, las velas se veían reflejadas en ellos.
- ¿Me acompañarás? – Era una pregunta retórica, la verdad, estaba decidida a bañarme con él, que después de toda esta noche, también lo necesitaba.
Desabroché los botones de la unica prenda que llevaba y se los bajé, ya que estaba allí abajo lo descalcé. Ya estaba, completamente desnudo, volví a erguirme y le cogí de la mano.
Metí uno de mis pies en la bañera y luego el siguiente, estaba caliente, me mordí el labio inferior cuando hice que Lestat también se metiera en la bañera, cuando estuvimos los dos allí de pie, le besé rodeando su cuello con los brazos. Al rato me separé y le “obligué” a sentarse.
Cuando ya estuvo sentado y con sus piernas flexionadas, yo me puse en la misma posición pegando mi espalda a su pecho.
Qué placer sentí al estar bajo el agua, lentamente me mojé los brazos, y pasé mis manos por mis piernas que las había levantado por ese motivo. Después sumergí mi cabeza en el agua, ¡perfecto!
Me giré un poco para pasar mis manos por su rostro, qué hermoso era, sumergí de nuevo mis manos y apoyé la húmeda cabeza sobre el pecho de Lestat.
- Te has superado… - murmuré sonriendo. Besé su brazo, y cerré mis ojos.
Qué pereza me daba todo.
Kory Bouguereau- Vampiro - Clase Alta
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Re: mi amada Nueva Orleans
Hubiera sido un completo idiota si hubiera rechazado la oferta de Kory aunque el tono de su voz me decía que había preguntado por pura cortesía. Desde que había preparado aquel baño relajante la idea era que cupiéramos los dos en la misma bañera.
Cerré los ojos mientras Kory me desvestía, debía controlarme para que no volviera a invadirme la excitación.
Ver su estructural cuerpo desnudo era una maldición para mi, un leve movimiento de sus caderas podría desenfrenar reacciones en mi demasiado pecaminosas.
Pero no podía dejar de mirarla.
El agua estaba cálida y Kory entre mis piernas y su espalda pegada a mi pecho hacían que las sensaciones se multiplicaran.
Tomé agua entre mis manos y me la arrojé sobre la cara para serenarme aunque de poco servía. Con solo abrir los ojos volvía a caer en la desesperación de sus curvas.
Mi reina giró su cuerpo para mirarme y pasar sus manos por mi rostro con ternura. Que hermosa era. Volvió a darse la vuelta y a apoyar su cabeza en mi pecho.
- Te has superado…- murmuró.
-Nada es suficiente para contentar a mi reina…-dije acariciando su hombro con la punta de las uñas- con tal de verte sonreír sería capaz de traerte la luna- deseaba versarla ahora mismo. Como pude hice que girara el rostro y ataqué sus labios con fiereza.
¡Oh sí! Quería seguir bebiendo de la miel de sus labios para toda la eternidad. Regocijarme en la alegría de tenerla entre mis brazos y perderme en su mirada cariñosa una y otra vez.
Ella era mi esperanza y mi perdición. Su cuerpo me provocaba sentimientos lujuriosos que eran difícil de esconder, y cada vez que la miraba a los ojos bebía de su amor hasta quedar borracho de alegría.
Kory era una maravilla… mi maravilla.
Cerré los ojos mientras Kory me desvestía, debía controlarme para que no volviera a invadirme la excitación.
Ver su estructural cuerpo desnudo era una maldición para mi, un leve movimiento de sus caderas podría desenfrenar reacciones en mi demasiado pecaminosas.
Pero no podía dejar de mirarla.
El agua estaba cálida y Kory entre mis piernas y su espalda pegada a mi pecho hacían que las sensaciones se multiplicaran.
Tomé agua entre mis manos y me la arrojé sobre la cara para serenarme aunque de poco servía. Con solo abrir los ojos volvía a caer en la desesperación de sus curvas.
Mi reina giró su cuerpo para mirarme y pasar sus manos por mi rostro con ternura. Que hermosa era. Volvió a darse la vuelta y a apoyar su cabeza en mi pecho.
- Te has superado…- murmuró.
-Nada es suficiente para contentar a mi reina…-dije acariciando su hombro con la punta de las uñas- con tal de verte sonreír sería capaz de traerte la luna- deseaba versarla ahora mismo. Como pude hice que girara el rostro y ataqué sus labios con fiereza.
¡Oh sí! Quería seguir bebiendo de la miel de sus labios para toda la eternidad. Regocijarme en la alegría de tenerla entre mis brazos y perderme en su mirada cariñosa una y otra vez.
Ella era mi esperanza y mi perdición. Su cuerpo me provocaba sentimientos lujuriosos que eran difícil de esconder, y cada vez que la miraba a los ojos bebía de su amor hasta quedar borracho de alegría.
Kory era una maravilla… mi maravilla.
Lestat de Lioncourt- Vampiro - Clase Alta
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Re: mi amada Nueva Orleans
La luna era demasiado incluso para él, pero me alegró que hiciera eso por mi en el hipotético caso de que pudiera. Hizo que girase mi cabeza, tuve que girar un poco mi el torso, porque sino era imposible, cuando ya estaba, me besó de tal manera que me dejó seca, no necesitaba el aire, así que me coloqué de costado mientras le besaba, era una postura más cómoda para poder besarle sin miedo de fracturarme algún hueso ¿podía pasar? No quería intentarlo.
Yo le devolví cada beso con la misma fuerza con la que me llegaban. Con una mano lo tenía agarrado de la nuca y con la otra iba recorriendo su piel con la yema de mis dedos, pasé por su brazo, su pecho, no bajé la mano por miedo a lo que me fuera a encontrar, aunque suponía lo que debía haber. Separé mis labios de los suyos un momento sonriendo. – Lo siento, debe ser una tortura estar así conmigo, no quiero que lo pases mal amor. – Besé su cuello repetidas veces, y luego apoyé mi mejilla sobre su hombro para mirarle.
- Echaré de menos esto. – dije con un acentuado tono de amargura, pero luego le sonreí con la mejor de mis sonrisas. – Has hecho que me diera cuenta de algo que tenía completamente olvidado tiempo atrás…- le conté mientras cogía con mis dedos uno de los pétalos. – no sabía que pudiera pasar algo así, siendo como soy. – pasé el pétalo por su hombro con un dedo. - Ahora una parte de mí depende de ti, ten cuidado de lo que haces porque si tú caes…yo también lo haré. – sin quererlo en ningún momento, mi vida ahora dependía de él, ya se había forjado un inmenso miedo dentro de mí, ese miedo era el que algo malo pudiera sucederle, no podría soportarlo, si eso pasase lo sentiría desde el otro lado del océano por la cantidad de sangre que había bebido de él, además de que mi corazón se había quedado aquí.
Me abracé a él intentando borrar todas esas ideas, ahora no había nada que temer ¿no era así?
Habría sido magnifico estar en mi castillo, habría sido pedir demasiado, pero significaría que tenía todo lo que quería a mi alrededor, fueron vanos pensamientos que se evaporaron cuando me di cuenta de donde estaba, no me importaba ya el día que era ¿qué hora sería? Dios no lo sabía, qué peligroso era esto para mí, me olvidaba de ese tipo de cosas cuando estaba junto a él, pero imaginé que Lestat lo sabría, vería venir el amanecer.
Me giré por completo quedando delante de él, una vez así pasé mis manos por su pecho hasta sus hombros.
- Algún día controlaras esto. – comenté mientras bajaba mi mano por su torso y acariciaba su miembro, sonreí negando con la cabeza, aparté la mano.
– Y te será normal tenerme así junto a ti. – al terminar de decir esto, me abalancé a su boca como si fuera mi única salvación, le amaría siempre hiciera lo que hiciese. Mis muslos le franqueaban quedando pegados a sus caderas, me perdí de nuevo en sus labios, dispuesta a olvidarme de todo.
Yo le devolví cada beso con la misma fuerza con la que me llegaban. Con una mano lo tenía agarrado de la nuca y con la otra iba recorriendo su piel con la yema de mis dedos, pasé por su brazo, su pecho, no bajé la mano por miedo a lo que me fuera a encontrar, aunque suponía lo que debía haber. Separé mis labios de los suyos un momento sonriendo. – Lo siento, debe ser una tortura estar así conmigo, no quiero que lo pases mal amor. – Besé su cuello repetidas veces, y luego apoyé mi mejilla sobre su hombro para mirarle.
- Echaré de menos esto. – dije con un acentuado tono de amargura, pero luego le sonreí con la mejor de mis sonrisas. – Has hecho que me diera cuenta de algo que tenía completamente olvidado tiempo atrás…- le conté mientras cogía con mis dedos uno de los pétalos. – no sabía que pudiera pasar algo así, siendo como soy. – pasé el pétalo por su hombro con un dedo. - Ahora una parte de mí depende de ti, ten cuidado de lo que haces porque si tú caes…yo también lo haré. – sin quererlo en ningún momento, mi vida ahora dependía de él, ya se había forjado un inmenso miedo dentro de mí, ese miedo era el que algo malo pudiera sucederle, no podría soportarlo, si eso pasase lo sentiría desde el otro lado del océano por la cantidad de sangre que había bebido de él, además de que mi corazón se había quedado aquí.
Me abracé a él intentando borrar todas esas ideas, ahora no había nada que temer ¿no era así?
Habría sido magnifico estar en mi castillo, habría sido pedir demasiado, pero significaría que tenía todo lo que quería a mi alrededor, fueron vanos pensamientos que se evaporaron cuando me di cuenta de donde estaba, no me importaba ya el día que era ¿qué hora sería? Dios no lo sabía, qué peligroso era esto para mí, me olvidaba de ese tipo de cosas cuando estaba junto a él, pero imaginé que Lestat lo sabría, vería venir el amanecer.
Me giré por completo quedando delante de él, una vez así pasé mis manos por su pecho hasta sus hombros.
- Algún día controlaras esto. – comenté mientras bajaba mi mano por su torso y acariciaba su miembro, sonreí negando con la cabeza, aparté la mano.
– Y te será normal tenerme así junto a ti. – al terminar de decir esto, me abalancé a su boca como si fuera mi única salvación, le amaría siempre hiciera lo que hiciese. Mis muslos le franqueaban quedando pegados a sus caderas, me perdí de nuevo en sus labios, dispuesta a olvidarme de todo.
Kory Bouguereau- Vampiro - Clase Alta
- Mensajes : 493
Fecha de inscripción : 24/04/2010
Edad : 138
Localización : Castillo Lancaster (Inglaterra)
Re: mi amada Nueva Orleans
Sus palabras me emocionaron de tal manera que podría haberme puesto a llorar de la emoción. Pero no lo hice.
Dudaba que algún día controlara la excitación que sentía al verla desnuda t tener el contacto de su piel contra la mía sin que la pasión hirviera en mi sangre.
Era perfecta, no había más palabras que la describieran.
Devolví sus besos con la misma pasión y desesperación que ella me entregaba. La cogí del trasero y eché su cuerpo un poco hacia atrás para poder morder sus pezones que volvían a estar erectos.
Perdición, oh dulce perdición. Si estar con Kory significaba perder la cordura, con gusto me metería en un psiquiátrico.
No podía aguantarme más, aquello era un suplicio. Metí la mano bajo el agua y tomé mi miembro erecto entre mis manos. Coloqué el glande en la entrada de su sexo y empujé con las caderas para poder penetrarla.
Esta vez lo sería perfecto, nada de perder el control como había sucedido en el carro.
Movía mis caderas como podía para sacar y meter mi miembro de su vagina.
Aquello no era como el coche, mi casa estaba completamente vacía y no podía enterarse nadie por lo que la restricción de sonidos quedó completamente eliminada. De mis labios salían gemidos de placer que me instaban a moverme más deprisa y más deprisa.
La amaba con locura y la locura era la guía de mi vida. Era una simbiosis perfecta.
Clave mis uñas en sus nalgas pidiendo que ella también se moviera, quería sentirme uno con ella, una sola persona.
Dudaba que algún día controlara la excitación que sentía al verla desnuda t tener el contacto de su piel contra la mía sin que la pasión hirviera en mi sangre.
Era perfecta, no había más palabras que la describieran.
Devolví sus besos con la misma pasión y desesperación que ella me entregaba. La cogí del trasero y eché su cuerpo un poco hacia atrás para poder morder sus pezones que volvían a estar erectos.
Perdición, oh dulce perdición. Si estar con Kory significaba perder la cordura, con gusto me metería en un psiquiátrico.
No podía aguantarme más, aquello era un suplicio. Metí la mano bajo el agua y tomé mi miembro erecto entre mis manos. Coloqué el glande en la entrada de su sexo y empujé con las caderas para poder penetrarla.
Esta vez lo sería perfecto, nada de perder el control como había sucedido en el carro.
Movía mis caderas como podía para sacar y meter mi miembro de su vagina.
Aquello no era como el coche, mi casa estaba completamente vacía y no podía enterarse nadie por lo que la restricción de sonidos quedó completamente eliminada. De mis labios salían gemidos de placer que me instaban a moverme más deprisa y más deprisa.
La amaba con locura y la locura era la guía de mi vida. Era una simbiosis perfecta.
Clave mis uñas en sus nalgas pidiendo que ella también se moviera, quería sentirme uno con ella, una sola persona.
Lestat de Lioncourt- Vampiro - Clase Alta
- Mensajes : 83
Fecha de inscripción : 29/05/2010
Edad : 54
Re: mi amada Nueva Orleans
Visto y no visto, empezamos a hacer el amor y yo me dejé llevar por el momento, además de que el sonido del agua me hipnotizaba y creía estar soñando.
Su miembro entraba y salía con suma facilidad, Lestat no había podido resistirse y eso que yo no le había provocado conscientemente.
Lestat comenzó a gemir y eso me excitó mucho más, pero procuré tener la mente clara. Pegué mi cuerpo más al suyo para aumentar la sensibilidad de mi clítoris, mordí moderadamente su mentón mientras me movía como él parecía pedirme.
Besé su clavícula con ternura y desde allí lamí su cuello e introduje mi lengua en su boca con una pasión fuera de lo normal, estaba unida totalmente a él, no había barrera que pudiera separarnos, ni el propio agua.
Mis manos atraparon abundantes pétalos que los pasé por su espalda. Aquello olía magníficamente bien, mis gemidos se unieron con los suyos, no controlé el volumen, así que se proyectaron libremente.
Reposé mi cabeza sobre su hombro, el movimiento de mis caderas no cesó en ningun momento.
Cerré mis ojos, estaba agotada pero mi cuerpo seguía vivo como si una fuerza mucho más poderosa de la que yo podía controlar lo moviera en una mítica danza tribal, o algo por el estilo, así que no pude evitarlo. Si hubiese sido mortal hace rato estaría en la cama profundamente dormida con el cuerpo magullado, pero eso ya no pasaría.
Con mis manos eché la cabeza de mi amado hacia atrás para limpiarle el cabello, cuando lo tuvo sumergido lo masajeé con los dedos, besé su rostro mientras lo hacia, lo hice con cuidado como si pudiera quebrarle en cualquier momento, no sabía hasta que punto podía llegar a usar mi fuerza con un vampiro, aunque con un mortal si lo sabía, uy si lo sabía, qué traumas tenía con ese asunto.
Coloqué su espalda de nuevo sobre el extremo de la bañera, su miembro se había escapado de mí, lo pude ver a través del agua, alcé la cabeza y dejé los brazos de Lestat sobre la bañera.
- ¿Estás relajado? – le susurré al oído, al colocarme de nuevo sobre él su miembro entro sin ayuda, y con la energía que me quedaba eché el resto.
En cualquier momento podía desfallecer en sus brazos.
Su miembro entraba y salía con suma facilidad, Lestat no había podido resistirse y eso que yo no le había provocado conscientemente.
Lestat comenzó a gemir y eso me excitó mucho más, pero procuré tener la mente clara. Pegué mi cuerpo más al suyo para aumentar la sensibilidad de mi clítoris, mordí moderadamente su mentón mientras me movía como él parecía pedirme.
Besé su clavícula con ternura y desde allí lamí su cuello e introduje mi lengua en su boca con una pasión fuera de lo normal, estaba unida totalmente a él, no había barrera que pudiera separarnos, ni el propio agua.
Mis manos atraparon abundantes pétalos que los pasé por su espalda. Aquello olía magníficamente bien, mis gemidos se unieron con los suyos, no controlé el volumen, así que se proyectaron libremente.
Reposé mi cabeza sobre su hombro, el movimiento de mis caderas no cesó en ningun momento.
Cerré mis ojos, estaba agotada pero mi cuerpo seguía vivo como si una fuerza mucho más poderosa de la que yo podía controlar lo moviera en una mítica danza tribal, o algo por el estilo, así que no pude evitarlo. Si hubiese sido mortal hace rato estaría en la cama profundamente dormida con el cuerpo magullado, pero eso ya no pasaría.
Con mis manos eché la cabeza de mi amado hacia atrás para limpiarle el cabello, cuando lo tuvo sumergido lo masajeé con los dedos, besé su rostro mientras lo hacia, lo hice con cuidado como si pudiera quebrarle en cualquier momento, no sabía hasta que punto podía llegar a usar mi fuerza con un vampiro, aunque con un mortal si lo sabía, uy si lo sabía, qué traumas tenía con ese asunto.
Coloqué su espalda de nuevo sobre el extremo de la bañera, su miembro se había escapado de mí, lo pude ver a través del agua, alcé la cabeza y dejé los brazos de Lestat sobre la bañera.
- ¿Estás relajado? – le susurré al oído, al colocarme de nuevo sobre él su miembro entro sin ayuda, y con la energía que me quedaba eché el resto.
En cualquier momento podía desfallecer en sus brazos.
Kory Bouguereau- Vampiro - Clase Alta
- Mensajes : 493
Fecha de inscripción : 24/04/2010
Edad : 138
Localización : Castillo Lancaster (Inglaterra)
Re: mi amada Nueva Orleans
¿Relajado? Aquello me sabía a gloria.
Sus cuidados, sus movimientos de caderas, sus gemidos… aquello era un paraíso personal que no estaba decidido a abandonar. Me tendrían que arrancar de él por la fuerza.
Por las embestidas, sus pechos turgentes chocaban contra mi pecho provocando una sensación de placer que se trasmitía a mis movimientos.
Decidí cambiar de posición.
Me coloqué de rodillas en la bañera e hice que Kory me diera la espalda apoyando sus manos en los bordes de la bañera, inclinando su cuerpo un tanto hacia delante.
Metí la mano debajo del agua y palpé sus zonas bajas en búsqueda de su cálido sexo. Lo encontré al instante pero me detuve para acariciarlo con mis dedos y masturbarla durante varios minutos. Cuando el calentón provocado de por sus gemidos llego al límite, quité mis dedos y los sustituí por mi pene.
Cogí sus caderas entre mis manos y la penetré desde atrás con fiereza.
-¡Kory!- era lo único que podía repetir entre gemidos de placer. Su cuerpo me llevaba a otro mundo paralelo a este donde dolo existíamos nosotros dos.
Pegué mi pecho a su espalda y mis manos se separaron de sus caderas para ir en busca de sus tetas. Se las masajeé y pellizqué sus pezones.
Una de mis manos bajó acariciando su vientre hasta hundirse en el agua en busca de su zona intima. No paraba de moverme mientras mis dedos daban con su clítoris y lo masturbaba con velocidad.
Quería que disfrutase todo lo que pudiese, que fuera la primera en terminar, que se corriese de placer.
Mi lengua pasaba por su cuello y me llevaba al lóbulo de su oreja que mordía juguetonamente.
No podía parar de jadear y mis gemidos eran acompañados de los de Kory.
Me era imposible parar de hacer el amor con ella.
Sus cuidados, sus movimientos de caderas, sus gemidos… aquello era un paraíso personal que no estaba decidido a abandonar. Me tendrían que arrancar de él por la fuerza.
Por las embestidas, sus pechos turgentes chocaban contra mi pecho provocando una sensación de placer que se trasmitía a mis movimientos.
Decidí cambiar de posición.
Me coloqué de rodillas en la bañera e hice que Kory me diera la espalda apoyando sus manos en los bordes de la bañera, inclinando su cuerpo un tanto hacia delante.
Metí la mano debajo del agua y palpé sus zonas bajas en búsqueda de su cálido sexo. Lo encontré al instante pero me detuve para acariciarlo con mis dedos y masturbarla durante varios minutos. Cuando el calentón provocado de por sus gemidos llego al límite, quité mis dedos y los sustituí por mi pene.
Cogí sus caderas entre mis manos y la penetré desde atrás con fiereza.
-¡Kory!- era lo único que podía repetir entre gemidos de placer. Su cuerpo me llevaba a otro mundo paralelo a este donde dolo existíamos nosotros dos.
Pegué mi pecho a su espalda y mis manos se separaron de sus caderas para ir en busca de sus tetas. Se las masajeé y pellizqué sus pezones.
Una de mis manos bajó acariciando su vientre hasta hundirse en el agua en busca de su zona intima. No paraba de moverme mientras mis dedos daban con su clítoris y lo masturbaba con velocidad.
Quería que disfrutase todo lo que pudiese, que fuera la primera en terminar, que se corriese de placer.
Mi lengua pasaba por su cuello y me llevaba al lóbulo de su oreja que mordía juguetonamente.
No podía parar de jadear y mis gemidos eran acompañados de los de Kory.
Me era imposible parar de hacer el amor con ella.
Lestat de Lioncourt- Vampiro - Clase Alta
- Mensajes : 83
Fecha de inscripción : 29/05/2010
Edad : 54
Re: mi amada Nueva Orleans
Me cambió de posición colocándome en el extremo de la bañera de espaldas a él, ¿perdería el conocimiento? Sus dedos se perdieron por allí abajo, agarré con fuerza el borde de la bañera mordiéndome el labio inferior, si seguíamos así no saldría ilesa aquella bañera, y acabaría el baño completamente inundado, dejar claro que no sería mi culpa. Estuvo masturbándome unos minutos, que para mi fue como tocar el cielo. Apoyé mi cabeza en mis brazos para no resbalarme, estaba desquiciada por todo aquello, hasta que noté su miembro entrar en mí con fuerza, abrí los ojos, y giré la cabeza para verle por el rabillo del ojo, ¿no había perdido el control, no? ¡Ya!
-¡Kory!- yo sonreí, al oírle, eso significaba que estaba allí. Estaba extasiada, pegó su cuerpo al mío, allí masajeo mis pechos y pellizcó mis pezones, solté una de mis manos del borde de la bañera y la coloqué sobre la mano que tenía en uno de mis pechos. Note como su otra mano iba bajando, hasta llegar a mi clítoris, eso ya era otra cosa, erguí mi cuerpo para poner mi otra mano sobre la mano que allí estaba haciendo su trabajo, gemí con fuerza, girando mi cuello para poder besar a Lestat, aunque fue bastante fugaz.
Ralenticé los movimientos de sus manos, para que fueran más suaves, no se habría dado cuenta de la fuerza con que lo estaba haciendo perdido en sus propias sensaciones, estaba claro que su cabeza se marchaba a otro planeta.
Seguimos así bastante tiempo, cogí la mano que tenía en mi pecho y me la llevé a la boca, la besé, y luego, sabiendo lo que hacia mordí su muñeca, la sangre me cegó unos segundos, pero abrí los ojos y le lamí la herida, asi que le solté la mano.
Volví a inclinarme porque yo estaba a punto de terminar, me introduje en la mente de Lestat para saber cuánto le quedaba a él. No podía más, aguanté lo máximo que pude, le dí tal sacudida que él no pudo evitar terminar con un gran orgasmo, un sonido sordo salió de la pobre bañera.
Caí rendida allí, uno a cada lado de la bañera, estaba muerta, no me quedaban fuerzas para nada más, me volví a mojar la cabeza y me quedé postrada con la cabeza en mi brazo, estaba jadeando del cansancio.
- Dios, Lestat… me has dejado fuera de combate. – me costaba hasta sonreír, el cuerpo me temblaba. - ¿Podrías llevarme a la cama? – le pregunte entreabriendo los ojos, mientras pasaba mi mano por mi vientre, más abajo estaba mi maldito utero inservible, esteril para toda la eternidad.
-¡Kory!- yo sonreí, al oírle, eso significaba que estaba allí. Estaba extasiada, pegó su cuerpo al mío, allí masajeo mis pechos y pellizcó mis pezones, solté una de mis manos del borde de la bañera y la coloqué sobre la mano que tenía en uno de mis pechos. Note como su otra mano iba bajando, hasta llegar a mi clítoris, eso ya era otra cosa, erguí mi cuerpo para poner mi otra mano sobre la mano que allí estaba haciendo su trabajo, gemí con fuerza, girando mi cuello para poder besar a Lestat, aunque fue bastante fugaz.
Ralenticé los movimientos de sus manos, para que fueran más suaves, no se habría dado cuenta de la fuerza con que lo estaba haciendo perdido en sus propias sensaciones, estaba claro que su cabeza se marchaba a otro planeta.
Seguimos así bastante tiempo, cogí la mano que tenía en mi pecho y me la llevé a la boca, la besé, y luego, sabiendo lo que hacia mordí su muñeca, la sangre me cegó unos segundos, pero abrí los ojos y le lamí la herida, asi que le solté la mano.
Volví a inclinarme porque yo estaba a punto de terminar, me introduje en la mente de Lestat para saber cuánto le quedaba a él. No podía más, aguanté lo máximo que pude, le dí tal sacudida que él no pudo evitar terminar con un gran orgasmo, un sonido sordo salió de la pobre bañera.
Caí rendida allí, uno a cada lado de la bañera, estaba muerta, no me quedaban fuerzas para nada más, me volví a mojar la cabeza y me quedé postrada con la cabeza en mi brazo, estaba jadeando del cansancio.
- Dios, Lestat… me has dejado fuera de combate. – me costaba hasta sonreír, el cuerpo me temblaba. - ¿Podrías llevarme a la cama? – le pregunte entreabriendo los ojos, mientras pasaba mi mano por mi vientre, más abajo estaba mi maldito utero inservible, esteril para toda la eternidad.
Kory Bouguereau- Vampiro - Clase Alta
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Fecha de inscripción : 24/04/2010
Edad : 138
Localización : Castillo Lancaster (Inglaterra)
Re: mi amada Nueva Orleans
Caímos exhaustos a cada lado de la bañera. Hundí mi cabeza en el agua intentando perderme en una profundidad que la bañera no me proporcionaba.
Me volví a erguir saliendo del agua echando la cabeza hacia atrás y escurriéndome la larga melena.
Kory jadeaba en un intento de recobrar el aire, parecía cansada y rendida. Aún así seguía igual de bella que siempre.
- Dios, Lestat… me has dejado fuera de combate ¿Podrías llevarme a la cama?- reí interiormente y salí de la bañera en busca de las toallas que había puesto a calentar.
Estaban cálidas al tacto y era de agradecer su alta temperatura sobre mi cuerpo frío como el hielo.
Cuando terminé de secar mi cuerpo dejé la toalla a un lado y tomé la que sobraba.
Kory me esperaba de pie en la bañera. Pasé la toalla a su alrededor y tapé su cuerpo a la altura de los pechos.
La saqué de la bañera cogiéndola en brazos y la llevé de vuelta a mi habitación.
Con sumo cuidado la deposité de nuevo sobre el edredón de la cama y yo me tumbé a su lado como siempre hacia: pasando mis brazos por su cintura y atrayendo su cuerpo hacia el mío para abrazarla y sentirla cerca de mí.
-Aún no me creo que existas en realidad. Temo que esto sea un sueño y que cuando me despierte abra los ojos y me dé cuenta que sigo durmiendo en un frio ataúd de madera. Dime que eres real, por lo que más quieras.
Me volví a erguir saliendo del agua echando la cabeza hacia atrás y escurriéndome la larga melena.
Kory jadeaba en un intento de recobrar el aire, parecía cansada y rendida. Aún así seguía igual de bella que siempre.
- Dios, Lestat… me has dejado fuera de combate ¿Podrías llevarme a la cama?- reí interiormente y salí de la bañera en busca de las toallas que había puesto a calentar.
Estaban cálidas al tacto y era de agradecer su alta temperatura sobre mi cuerpo frío como el hielo.
Cuando terminé de secar mi cuerpo dejé la toalla a un lado y tomé la que sobraba.
Kory me esperaba de pie en la bañera. Pasé la toalla a su alrededor y tapé su cuerpo a la altura de los pechos.
La saqué de la bañera cogiéndola en brazos y la llevé de vuelta a mi habitación.
Con sumo cuidado la deposité de nuevo sobre el edredón de la cama y yo me tumbé a su lado como siempre hacia: pasando mis brazos por su cintura y atrayendo su cuerpo hacia el mío para abrazarla y sentirla cerca de mí.
-Aún no me creo que existas en realidad. Temo que esto sea un sueño y que cuando me despierte abra los ojos y me dé cuenta que sigo durmiendo en un frio ataúd de madera. Dime que eres real, por lo que más quieras.
Lestat de Lioncourt- Vampiro - Clase Alta
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Fecha de inscripción : 29/05/2010
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