Entre muertos... ((Libre))

Recuerdo del primer mensaje :

Era medianoche y la Luna Llena iluminaba el cementerio. Caminaba entre las tumbas, sigilosa, sin saber qué hacía allí ni a qué lugar exacto me dirigía... Mi rostro estaba cubierto por una capa oscura y larga. Mis manos sostenían un cuaderno, una pluma de cuervo y un tarro que contenía sangre. Fue entonces cuando lo vi... a lo lejos... El mausoleo que había mandado construir mi padre cuando acusaron a mi madre de bruja. Allí estaba ella.

Me acerqué con paso lento, nerviosa. Me arrodillé frente a él y reprimí un sollozo.

-Madre... -murmuré con la voz quebrada por el llanto que intentaba contener.

Estuve largo rato mirando la tumba, recordando el día que la quemaron. Me obligaron a estar presente en la ejecución... Entonces, abrí el cuaderno y comencé a escribir con la sangre los hechizos que mi madre me había enseñado de niña... apenas me acordaba de ellos... ¡Claro! Por eso había venido hasta aquí... para recordarlos con su ayuda... Al menos, eso creí yo... y eso me bastó para no detenerme.

Sabía el peligro que corría al estar escribiendo con sangre... cualquier vampiro, o cualquier licántropo, podría acercarse a mí al oler la sangre, aún más puesto que era sangre humana... Pero poco me importaba en esos momentos... No tenía ningún miedo, me sentía segura junto a las cenizas de mi madre, encerradas en el mausoleo familiar. Además, me adoraba escribir con sangre; aún no sabía si lo hacía por alguna tradición de brujas o por el simple olor que desprendían el papel y la sangre al escribir...

Mi madre nos miró alternativamente a Meredith y a mí con un gesto entre enfado y preocupación que no supe identificar pero, en lugar de reñirnos como esperaba que hiciera, lo único que dijo fue:

- Menos mal que volviste. Temía que te hubiera pasado algo. No vuelvas a marcharte sola y sin avisar nunca. ¿Quién es esta chica?

- Quédese tranquila, madre. No volverá a suceder. Ella se llama Meredith, madre. La encontré durante mi paseo, charlamos un rato e insistió en acompañarme y pasar un rato aquí con nosotros. ¿No te importa, verdad?

Ofrecí mi mano a la dama.

-Lamento lo de su madre, señora... Vanessa me ha contado. -dije mirando con comprensión a la madre de la chica.

Sonreí levemente con tristeza.

-Si les causo gran molestia, me voy. -murmuré al cabo de un rato.

- Tranquila hija, la compañia siempre se agradece en este tipo de situaciones. Y muchas gracias por el pésame. -tras decir eso mi madre me hizo un gesto y se fue a sentarse junto al lugar dónde descansaban los restos de mi abuela.

- Ven conmigo. Tengo que estar má cerca y no quiero dejarte aquí atrás. -cogí su brazo con suavidad y la guié hasta el lugar dónde yo debía situarme. Me arrodillé y empecé a rezar las oraciones que me habían enseñado a la vez que suplicaba que el alma de esa abuela que apenas conocía fuese al cielo y llegase allí sin problemas.

Asentí suavemente con la cabeza a la dama.

Vanessa me cogió de la mano y me guió. Me quedé observando cómo rezaban todos, de pie, tras la chica.

No sabía si unirme a ellos o quedarme quieta, observando.

Tras unos minutos dudando, en los cuales algunas personas desconocidas me miraban de reojo, me arrodillé junto a Vanessa y cerré los ojos, con la misma expresión que tenían ellos.

Llevaba un rato rezando cuando Meredith se arrodilló a mi lado. Le dediqué una mirada y una sonrisa fugaz y continué con lo que estaba. Cuando di por concluidas mis oraciones me levanté y le hizo un gesto a Meredith para que lo hiciese también. Me aparté un poco de dónde estaba la gente para poder hablar sin que molestásemos a nadie.

- Gracias por quedarte, Meredith. Ya has cumplido más que de sobra. Yo no puedo irme de aquí hasta el alba y no te voy a hacer quedar. ¿De verdad no quieres que te mande a casa con el coche de caballos?

Vanessa terminó de rezar y se levantó.

Me levanté tras ella cuando me hizo un gesto. La siguí, apartándonos un poco de la gente.

-No será necesario, me gusta caminar bajo la luz de la luna. -dije con una leve sonrisa. Le ofrecí mi mano, esperando que la estrechase. -¿Nos volveremos a ver?

- De acuerdo. No insistiré más. -alargué la mano y estreché la que ella me tendía con suavidad.- Me encantaría que así fuese. ¿Hay algún sitio dónde pueda encontrarla? ¿Algún lugar al que vaya de forma habitual? -pregunté con curiosidad.

Mientras ella me respondía eché la vista hacia atrás y mi tía me miró con gesto enojado.

- Ha sido un placer conoceros, Meredith. He de volver con mi famila.

-Suelo merendar en una cafetería cercana a este sitio... -dije con una sonrisa mientras nos estrechábamos las manos.

Vi que volvía la cabeza hacia una mujer que parecía enfadada.

-Sí, igualmente Vanessa. Me voy antes de que te riñan. Hasta pronto. -dije mientras me giraba y caminaba hacia la salida.

Hice un poco memoria y luego asentí.

- De acuerdo, conozco esa cafetería. Si algún día pasó por allí no dudaré en buscaros, a ver si hay suerte y estáis por allí. -le estreché la mano en gesto de despedida y le resté importancia al hecho de que estuvieran riñéndome.

- No creo que pase nada por un par de minutos cuando aún me quedan varias horas por estar aquí. Espero que volvamos a vernos en breve, Meredith. Tened cuidado en el camino a casa y hasta la vista. - sacudí la mano mientras se alejaba.

Volví con mi familia y me arrodillé nuevamente para rezar. Estuvimos allí velando el cuerpo de mi abuela durante toda la noche y, una vez llegó el alba, nos dispusimos a marcharnos a casa. Subimos a los coches de caballos y salimos del cementerio.

OFF: Cerrado