Ausente a la hora del té... (Annabelle y Leonardo)

Recién llegada a la ciudad, paseaba por ella en mi carruaje tirado por caballos, directa a mi nueva residencia, en la cual pensaba instalarme para una no muy larga temporada, aunque ¿quien sabe? Lo mismo me veía más atraída a la ciudad de lo que recordaba con mi vida humana. Miraba distrídamente por la ventanilla, hasta que un actoimpulsivo, mando detener el carruaje. Tarda pocos segundo en detenerse, y en aún menos tiempo, uno de mis criados me estaba abriendo la puerta y tendiendome su mano. La cogí y bajé del carruaje, denjando ver mi sencillo pero elegante vestido, que tan solo cosntaba de una falda de raso burdeos y un corsé bien ceñido del mismo color pero con bordados negros. Una vez abajo, posaron sobre mis hombros un delicado abrigo de piel que dejaba entrever mi vestimenta. Les di órdenes de llevar mi equipaje a la mansión, ya iría yo cuando lo viera necesario. Comencé a andar por las calles, en busca de algo que ni yo sabía, quizá diversión...comida...negocios...

Caminaba lenta pero decididamente, sin dudar de la dirección que tomaba, pues sabía que no iba a perderme, si había algo que nunca me fallaba, era mi orientación. El aire alborotaba mi pelirojo y ondulado cabello, el cual llevaba en un semirecogido que caía sobre mis hombros, con un pequeño tocado negro tras mi cabeza.
A penas lograba ver algo que pudiera entretenerme aquella noche, comenzaba a pensar que la ciudad era demasiado aburrida para mi...Entonces sentí unas presencias y giré a mirar aquella calle. En mitad de ella podía ver la silueta de una señorita parada, y aún un poco más a la lejanía, un caballero que caminaba de frente a mi. Comencé a caminar distraídamente hacia ellos, dandome cuenta conforme me acercaba que no se trataban de humanos, si no de seres nocturnos como yo. Esto podía ponerse interesante

-Algun pastel apetecible?- dijo el hombre poniéndose a mi lado y mirando los pasteles tras el escaparate, yo sonreí y lo miré, era alto de pelo corto y castaño, pero en su rostro destaqué sus grandes y hermosos ojos azules.
- Es la hora del té y acompañado por pastelitos sabe mejor - dije con una sonrisa picarona y juntando mis manos detrás de la espalda, más que la hora del té para mi era la hora del juego.

- Mi nombre es Lorette, ¿con quien tengo el gusto esta noche?- estiré una de mis manos para estrechar la de aquel hombre esperando su respuesta. Esperaba que la otra vampira se acercara, pero para mi mala suerte dejé de sentirla, así que volví mi atención al caballero que tenía delante.

Off: Annabelle está ausente durante un tiempo, así que solo quedamos tu y yo... *sonrisa malvada*

Off: siento volver a importunaros Lorette, pero os puedo dejar intimidad en cuanto querais

Los dos vampiros se detuvieron a hablar, la señorita me sonaba bastante, pero no le estaba prestando demasiada atención. En lo que realmente estaba centrada no era en ninguno de los vampiros que había en la calle, si no en un apetecible olor que se filtraba por las calles parisianas. Aunque finalmente decidí centrarme en ellos, ya tendría oportunidad de alimentarme más tarde.
Seguí caminando en dirección a ellos escuchando su conversación...la hora del té decían que era. Me fijé mejor en la chica y era a la que conocí en Florencia con Marius, Lorette creo que se llamaba, sin embargo el chico no me sonaba de nada...Caminé hasta estar a escasos metros de ellos

Off: No nos importunias para nada Annabelle, a mi me apetece conocerte

- Es la hora del té y acompañado por pastelitos sabe mejor - Dijo con una sonrisa picara, parecia juguetona
- Mi nombre es Lorette, ¿con quien tengo el gusto esta noche?-Me tendio la mano

-Mi nombre es Leonardo Rousseau, un placer señorita-Dije cogiendo su mano delicadamente y dandole un beso cortés en ella

La otra joven camino hasta quedarse muy cerca de nosotros, la mire sonriendo tras saludar a Lorette

-Si me disculpais..-Dije a Lorette y me acerque a la nueva acompañante -Bonita noche para dar un paseo , verdad mademoiselle?

-Si me disculpais..- dijo Leonardo y fue hacia la joven que se encontraba en una esquina, se había acercado ligeramente hacia nosotros. Desde donde me encontraba pude distinguir que aquella chica era Annabelle, me acerqué lentamente a ellos.

-Annabelle!, como estás?- la saludé con una sonrisa, me agradaba ver caras conocidas y más teniendo en cuenta que la conocía poco, era un buen momento para hacerlo mejor, quien sabe, las amistades comienzan así, y me agradaba la idea conocerla mejor.

- Bonita noche para dar un paseo , verdad mademoiselle? - dijo el caballero una vez se acercó a mi

- todas las noches resultan bonitas para dar un paseo en las calles de Paris, y más si una se encuentra con buena compañía caballero- digo con una sonrisa elegante en mis labios.

Lorette también se acercó y en cierto modo me alegro que fuera ella, en París aún no conocía a nadie, y ver un rostro conocido era algo que producía cierta sensación de confortibilidad en Paris.

-Annabelle!, como estás? - me pregunta cuando se acerca Lorette

- muy bien Lorette, me alegra verla por Paris. ¿Todo bien? - pregunto

- Muy bien Lorette, me alegra verla por Paris. ¿Todo bien?- dijo Annabelle con su sonrisa encantadora.
- Todo perfecto, no pensé encontrarme contigo por aquí- respondí con una enorme sonrisa, la verdad encontrarme con gente conocida me encantaba, así se hacía menos amena la noche, la compañía siempre es un grato remedio a la soledad.

Volví mi mirada hacia Leonardo quien estaba pendiente de alguien en otra dirección, la curiosidad pudo conmigo y giré mi rostro para ver de quien se trataba. Cuando lo hice un aroma exquisito llegó a mi nariz y comprendí que era lo que llamaba la atención a Leonardo, se trataba de cuatro hombres al doblar la esquina, metidos en una trifulca, sonreí para mi misma, era notorio que la sed se hacía presente en mi graganta.

El caballero sonrió y se retiró, algo que me había parecido una pena...pero bueno, fue él el que decidió alejarse.

- Todo perfecto, no pensé encontrarme contigo por aquí- me respondió con una amplia sonrisa que fue correspondida por mi parte

- Ni, yo la verdad. Pero he optado por instalar mi residencia temporal aqui, en París, asi que si sigues por aquí puede que nos encontremos más a menudo, nunca está de más enlazar amistades con alguien como usted - le sonreí, verdaderamente me parecía una chica interesante.

Mis sentidos al igual que a ellos, me había hecho notoria la presencia de unos humanos a escasos metros de nosotros, peleando, el momento perfecto para divertirme un rato. Camino unos pasos en dirección a donde se hallaban los hombres y giré para mirar a mis dos acompañantes nocturnos

- ¿os apetecería divertiros un rato? - les pregunto alzando una ceja y esbozando una sonrisa algo malévola en mis labios

- Que os parece si conocemos a nuestros amigos del callejón? - propuso Leonardo y yo sonreí de forma casi maliciosa, estaba sedienta y aquel era el momento perfecto para saciar la sed.

-Me agrada esa idea, hay que ser educados y saludar a los amigos- dije con tono irónico. Los tres sonreímos y nos dirigimos hacia las voces del callejón, cuando llegamos hasta ellos vimos que se trataban de 4 hombres discutiendo febrilmente en la calle; aquello tarde o temprano se tornaría en bulla y he de apostar que sería más temprano que tarde.
Nos quedamos de pie, yo esperé a que uno de mis compañeros se acercara primero, no quería ser maleducada, prefería dar el segundo paso.

-Eso es justamente en lo que estaba pensando señorita Annabelle. Mi nombre es Leonardo Rousseau. Que os parece si conocemos a nuestros amigos del callejón? - propone el apuesto vampiro

- Encantada de conoceros Leonardo - dije haciendo una pequeña reverencia cuando besó mi mano

-Me agrada esa idea, hay que ser educados y saludar a los amigos- contesto Lorette y yo simplemente asentí, pues era lo que tenía en mente desde el primer momento.

Caminamos al callejón y presenciamos la disputa de los..."caballeros" que tornaba más y más violenta. Los tres nos quedamos parados y decido llamar la atención de los peleantes

- caballeros, no creeis que sois lo suficientemente adultos para dar este bochornoso espectáculo? - digo alzando la voz, divertida y dando un par de pasos hacia ellos. Antes de alimentarte quería un poco de diversión

- Qué hace una joven tan hermosa como vos por aquí a estas horas?- preguntó uno de ellos mientras parecían mirarme vorazmente...Si supieran que aqui la presa no era precisamente yo, no estarían tan contentos...

Mis ganas de diversión aumentaba por momentos. De repente un olor mucho más apetecible llegó hasta mi y miré a mi alrededor, ellos ya lo habían percibido, de hecho Lorette se dirigió dentro de la taberna, de donde procedia el exquisito olor. Sin embargo allí dentro no podría divertirme de la manera que mi cabecita cruel pretendía, ya que llamaría demasiado la atención dentro. Mire a Leonardo

- entrad si queréis, yo tardaré un poquito...no quiero dejar a estos caballeros sin un "merecido" final - digo y no puedo evitar esbozar una sonrisa malévola. Primero me encargaría de aquellos hombres, y luego me reuniría con Lorette y Leonardo, no creo que me costara demasiado librarme de ellos, ni siquiera bebería su alcoholizada sangre, simplemente, me apetecía verlos sufrir un poco.

Aquel aroma me había cegado por completo, no pensé en el mal comportamiento que tuve al dejar a los otros dos vampiros fuera con aquellos hombres, pero ese aroma, esa sangre, esa vida me pedía a gritos que la sentenciara, fuera de quien fuese, la sangre me estaba cegando por primera vez y deseaba poseerla más allá de cualquier "normal moral".

La taberna era un lugar bastante oscuro, pocas velas encendidas iluminaban el lugar, dándole una pinta lúgubre y un tanto asquerosa para mi gusto. Me paré de lleno en busca de aquel aroma, en busca de aquella vida que necesitaba poseer, pero alguien me desconcentró, una mano se posó en mi cintura y me atrajo hacia su cuerpo.

-Lo siento señorita, yo la encontre primero -Dijo en voz baja para que solo yo pudiese escucharlo-Es mia. Volved fuera- sentenció Leonardo en forma casi de amenaza. Los ojos se me inyectaron de ira y la mandíbula se me tensó, aquella mujer que se encontraba en la barra, pues había topado con ella segundos después, no tenía la marca de Leonardo que indicara que sea explicitamente suya, así que por tanto yo tenía el derecho de luchar por mi alimento. Con movimientos precisos me acerqué a él y tomé su brazo obligándolo a bajar la cabeza y ponerse más o menos a una altura para que yo pudiera llegar a su oído, pues mi baja estatura se hacía notoria frente a él.

-No posee vuestra marca y tal vez sea mejor que usted vuelva a fuera, es de mala educación dejar a una mujer sola con tantos hombres allí fuera.- susurré sutilmente en su oído, con una voz un tanto melodiosa, pues no quería parecer antipática, como él lo había sido, ese no era mi estilo.

Miré a la dulce mujer que se encontraba pocas butacas más de nosotros, en compañía de un hombre humilde. Ella era alta y rubia, sus perfectos tirabuzones colgaban de un moño mal hecho, su tez blanca con todos rosados daban una perfecta apariencia de ángel redimido, una sonrisa amable se dibujaba en su rostro aniñado, su perfecta figura se estilizaba en un vestido sencillo, sin atavíos ni lujos se encontraba pasando el tiempo en aquél lugar. Definitivamente se trataba de una simple mujer, que trabajaba para ayudar a mantener a los suyos y aquella noche solo salió para despejarse y divertirse, con el hombre que debería ser su pareja o futura pareja, pero con lo que no contaba aquella noche era que su dulce aroma y el sonido del fluir de su sangre, llamaría la atención de dos seres desquiciados por la sangre.

-No posee vuestra marca y tal vez sea mejor que usted vuelva a fuera, es de mala educación dejar a una mujer sola con tantos hombres allí fuera.

-Aun no la posee-Remarqué – Si no conociera la verdadera naturaleza de Annabelle no la hubiese dejado sola…mas temería por el fin de esos hombres –Contesté aunque distraídamente, mi mente se encontraba en otro lugar – Además…vos sois mas desconsiderada por dejar a vuestra conocida sola…-Dije y me acerque a la poseedora de tan embriagadores latidos sin hacer mucho caso mas Lorette.

-Disculpe señorita ..-Dije y ella se giro para verme “maravillosa mirada…esta noche su luz será mía” pensé -Me recuerda? –Pregunte mirándola a los ojos…ella jamás me había visto pero pronto me recordaría, o al menos eso creería ella, todos recordamos a La Muerte el día en que nos visita…

-Pe…perdone pero creo que no…-Contesto la joven algo confusa, su acompañante me miro con mala cara pero no hizo mayor comentario

-Soy un amigo de vuestra familia…-Dije mirándola a los ojos e hipnotizándola – Vuestra madre me ha pedido que viniera a buscaros…está realmente preocupada

-S…si…va a llevarme a casa?-Estaba completamente en mis manos
-Eh! Su madre sabe que viene conmigo…
-Si…te llevare a casa y estarás bien-Mi voz sonaba envolvente y fiable, era el mismísimo demonio disfrazado de ángel.

La muchacha asintió y se levanto del asiento dispuesta a irse conmigo. Su acompañante reclamo pero ambos hicimos caso omiso de sus palabras…en esos momentos el mundo dejo de existir para nosotros…era el encuentro de dos amantes, el depredador y su presa por fin intercambiando lo que cada uno poseía…la vida y la muerte.
Salimos de la taberna por la puerta trasera a la parte más alejada del callejón, a lo lejos podía escuchar a Annabelle , pero el único sonido que me interesaba era el de su latiente corazón, esos latidos que pronto compartiría conmigo…
Estaba inconscientemente asustada así que la abrace y la apoye contra la pared reconfortantemente.


-No temáis…estáis a punto de vivir una de las mayores y excitantes experiencias de la vida…-Dije jugando con sus tirabuzones sin apartar la mirada de sus ojos


off: Annabelle, te salto, contesta cuando tengas tiempo y/o te apetezca

Embaucó con su mirada y sus palabras dulces a la joven muchacha, hizo que la siguiera hasta la puerta trasera, dejando a su acompañante con la incertidumbre y la soledad. Bufé por lo bajo y me apresuré a seguirlos disimuladamente, salí al oscuro callejón y allí estaba él, seduciendo a la dulce mujer para luego poseer esa cálida sangre que yo tanto anhelaba. Me acerqué a ellos con disimulo y posé una mano en el hombro de Leonardo, haciendo que se girara y que su mirada se encontrara con la mía; una mirada de reproche se reflejó en sus ojos y yo posé los mío rápidamente en la bella mujer de rizos dorados.

-El diablo siempre viste elegante a la hora de seducir, Madame, y vos habéis caído en sus trampas...- dije con la máxima tranquilidad posible, apartando a Leonardo de la mujer y tomando sus manos entre las mías.

Ella era bastante alta, me sacaba una cabeza y yo a su lado tenía la apariencia de una niña pequeña buscando el refugio de sus brazos. Mi mirada se tornó tierna y ella empezaba a no entender la situación, cambiaba el objetivo de su mirada con bastante rapidez, primero miraba a Leonardo y luego me miraba a mi, en busca de una respuesta coherente.

-N-no... no entiendo lo que quieres decir pequeña...- dijo dubitativamente, mientras yo acariciaba su suave mano, rodeé su brazo con los míos y apoyé la cabeza en su hombro, dándome un aire tierno e infantil, con la mirada fija en Leonardo quien nos miraba con recelo y reproche hacia mi persona.

-No hay que entender nada, solo dejarse llevar...- susurré, más para mi misma que para mis acompañantes, ella acarició mi cabeza con sus finos dedos mirándome por sobre encima de su hombro.

-¿Te has perdido tu también, pequeña?- preguntó dulcemente y su aliento provocó que la mirara de nuevo, su sangre, su latido, su olor, su suavidad, toda ella me llamaba a poseerla, a poseer su sangre y a acabar con su vida; no me reconocía a mi misma con aquellos pensamientos, pues cometer la imprudencia de matar a una noble mujer nunca se me había pasado por la mente, hasta aquel momento... "la sangre virgen es más deliciosa"... Esas palabras revoloteaban en mi cabeza, mientras me dediqué a poner la mirada más tierna que pude, como la de una niña pequeña diciendo "nunca he roto un plato en mi vida"

-Si... y lo malo es que no logro encontrarme... no... no me conozco- respondí con sinceridad a la mujer, haciendo que sintiera eso que mayormente llaman pena. Tomó mi rostro entre sus manos y sonrió levemente, sus labios se posaron en mi frente y... ¡Ah! ese aroma... qué deliciosa tentación, quise tomarla allí mismo, hundirme en su abrazo y poseer su dulce néctar, pero me contuve una vez más.

-No tengas miedo pequeña, tal vez podamos ayudarte... ¿no?- preguntó mirando hacia Leonardo, quien empezaba a mirarme con incertidumbre y ligero enfado.

Off: siento saltarte Anabelle, pero deseo acabar los post pendientes.

Los dos desaparecieron por aquella puerta de la taberna y dejé de prestarles atención mientras mis acompañantes mortales me rodeaban creyendo que serían ellos los que jugarían conmigo...mentes inocentes, no sabían lo que se les avecinaba encima.
Me hablaban diciendo vulgaridades, con un lenguaje muy soez. Yo les contemplaba con una mirada sobervia mientras caminaba hasta el fondo del callejón ya que no tenía salida, una simple verja que tapaba lo que sería el patio interior de alguna vivienda. Cuando me paré un hombro se atrevió a agarrarme del brazo...en ese mismo instante utilicé mis poderes e hice que una rafaga de viento estampara a los hombres contra la verja. En ese momento todos se asustaron mucho y quisieron huir, pero no los iba a dejar escapar tan fácilmente...más bien, no los dejaría escapar.
Hice que una circunferencia de fuego los envolviera y fue entonces cuando comenzó mi cruel matanza...los abservé y ninguno me atraía sexualmente ni nada parecido, asi que solo me divertiría sangrientamente. Fuí acabando con ellos uno a uno, sin que nada ni nadie me importara, y cuando terminé, quemé los rastros de aquella noche para que nadie pudiera encontrar a esos pobres desgraciados cuya noche de amigos se tornó negra y fría.
Me coloqué bien el vestido y el pelo, estaba como nueva, ni una mota de polvo. Escuché de nuevo la voz de Leonardo y Lorette estaban con una dama y parecía que los dos deseaban su sangre...Tantas presas en París, y ambos deseosos de la misma, era algo cómico. Me acerqué sin que la chica me viera para ver como terminaba el encuentro.

off: no os preocupeis, pero ya estoy de vuelta!