Ausente a la hora del té... (Annabelle y Leonardo)

[b]Mientras yo me preparaba en mi juego con aquella débil humana Lorette salió de la taberna, puse mala cara “creí que se lo había dejado claro…” pensé y de un momento Lorette se estaba embaucando a mi humana, no me podía creer aquello…esa dulzura, inocencia y fingido temor….actuaba realmente bien, su aspecto desde luego que ayudaba bastante y me quede impresionado

-Cuantas veces con el semblante de la devoción y la apariencia de acciones piadosas engañamos al diablo mismo….-Dije acercándome hasta Lorette y cogiéndola del brazo

No tengas miedo pequeña, tal vez podamos ayudarte... ¿no?- Dijo la joven inocentemente

-No madeimoselle…ella no necesita ayuda, la única víctima de esta noche tan fríamente dulce eres tu mi preciosa joven...,-Dije de lo más calmado y tire de Lorette con la fuerza suficiente como para alejarla de ella- Señorita por su falta de consideración ha acabado pronto con este juego…es usted un poco maleducada-La regañe como si de una niña pequeña se tratase, al fin y al cabo era eso lo que intentaba fingir.
Mi presa ahora estaba completamente asustada, pude saborear el miedo en su respiración agitada
–Esta noche nos regalaras a ambos un exquisito placer-Dije y sin más demora tome su cuello entre mis manos. Mis dientes penetraron en su cálida piel haciendo que un pequeño chorro de sangre se derramase, comencé a beber de ella sintiendo como los latidos apresurados de su corazón impulsaban al mío

Me dejé tirar por Leonardo, con fingida sorpresa ante sus palabras, observando la ligera sorpresa de la mujer. Las palabras del vampiro se tornaron en reproche hacia mi, yo sonreí irónicamente, con una dulzura fingida en mi rostro, clavando la mirada en los preciosos ojos de aquella mujer.

-Cuantas veces con el semblante de la devoción y la apariencia de acciones piadosas engañamos al diablo mismo….- arrugué la nariz ante esas palabras y dejé que continuara, la joven empezaba a asustarse y con digna razón, pues era notable que seríamos los últimos en ver su inmaculado rostro, los últimos en escuchar su dulce voz, los últimos en concederle el temor y los primeros en llevara a la desconcertante muerte.

Leonardo sentenció con la perfecta verdad lo que acontecería a continuación y la dulce mujer de dorados rizos se inundó en el pánico, clavando la mirada en el juez de su muerte.
Abrí los ojos cuando el grito ahogado de la mujer llegó a mis delicados oídos, él ya había clavado sus afilados colmillos en la yugular de la muchacha, mis labios se entreabrieron ante la escena, me llevé una mano al pecho cuando el dulce aroma de la sangre llegó hasta mi, me envolvió completamente y cerré los ojos para deleitarme en ella. Luego clavé en la mirada en aquel vampiro, que disfrutaba del delicioso sabor que yo anhelaba.

-¡Oh perfecto Hamlet!-susurré cogiendo el brazo de la mujer, olisqueé su aroma y la sed me embriagó, me llevé su muñeca a los labios y ciega por el dulce aroma clavé mis colmillos en ella, succionando y bebiendo de aquel dulce néctar que tanto deseaba... ¡Dulce placer!, ¡dulce pecado!.
El último suspiro de vida salió de los virginales labios de la muchacha, cayendo así en el eterno sueño, y yo aún con los ojos cerrados, presa del encanto que me había provocado el beber esa sangre, posé mi rostro en la palma de su inerte mano... ¿qué había hecho?, ¡había ayudado en la muerte de la pobre inocente!, ¡no me reconocía!. Abrí de golpe los ojos, clavándolos en el azul perfecto de Leonardo, quien miraba con suma suficiencia.

Solté el brazo de la joven, dejándola caer pesadamente y me llevé una mano alrededor de mis costillas, dando pequeños pasos apoyada contra la pared, con la mirada fija en mis pies.
-Cualquiera puede dominar un sufrimiento, excepto el que lo siente...-musité mientras levantaba la mirada encontrándome con Annabelle.

Observé la escena entre los dos vampiros atentamente, cualquier otro vampiro se hubiera quitado de en medio a su "rival" para poder deleitarse el solo con la sangre de su victima, pero al parecer Leonardo y Lorette no eran vampiros cualesquiera.
La joven finalmente falleció y no puede evitar aplaudir levemente mientras me acercaba a ellos
- una escena fascinante, resulta enternecedor ver a dos vampiros compartiendo tan suculento manjar - esbozo una media sonrisa y me fijo en Lorette que no parecía del todo conforme con lo que acababa de hacer - qué le ocurre Lorette? Acaso la sangre de la dama no ha sido lo que usted esperaba, o se ha quedado con ganas de más?

Sentí como alguien mas bebía de esa sangre…MI sangre…estaba demasiado ensimismado disfrutando como para reaccionar en ese momento pero cuando ya no quedaba gota que beber de la joven la deje caer lentamente al suelo y miré con desagrado a Lorette. Me acerque a ella y la sostuve del cuello apoyándola contra la pared

-Me parece señorita que tenéis que aprender buenos modales, no se mete la mano en comida ajena –Dije casi escupiendo mis palabras, vi que en sus labios aun quedaba sangre de la muchacha. Se la limpie toda con la boca y la solté. Fue entonces cuando fui consciente de la llegada de Annabelle.
- Annabelle…veo que ya habéis cenado, espero que haya sido un agradable plato- Dije y me acerque a mi victima, la cogi en brazos, no solía dejar los restos tirados.- Disculpadme señoritas tengo que limpiar lo que he cenado, que pasen una agradable noche– Dije despidiéndome y al poco rato desaparecí en la oscuridad nocturna.

Off: por mi parte es todo