Mansión del infierno [Katrina]

Recuerdo del primer mensaje :

-No me parece mal. Pero recuerda lo que te he dicho, está prohibido todo- Hasta que acabes cayendo. Asentí y miré por la ventana el oscuro paisaje que nos envolvía.

Llegamos a Londres tras 2 horas de pesado viaje. Pagué al cochero después de que metiera el carro en las cocheras y guié a Katrina hasta el interior de la casa. El salón principal era enorme decorado con escudos medievales y armaduras, formando un pasillo que llegaba hasta las escaleras que daban al segundo piso.

-Arriba tienes algunas habitaciones, elije la que quieras. Ahora le pediré a una de las sirvientas que te prepare una bañera. A ella le dices que te apetecería cenar para después del baño. Y no te preocupes de la ropa, ahora te subirán algún vestido- me dí la vuelta y fui directo a la cocina para comenzar a dar órdenes

-Solo si yo quiero puedes tocarme, ¿te enteras? A mí no me toques ni un pelo sin mi permiso- me reí divertido mientras Katrina hacía malabarismos con el vestido en un intento inútil de poder abrochárselo. Si estaba mucho mejor sin él.

-Voy a ayudarte…- dije levantándome de la cama y acercándome por detrás. Deshice el pobre nudo que sujetaba la prenda y ésta cayó estrepitosamente contra el suelo- Así está mucho mejor…- susurré cerca de su oído. Una de mis manos pasó por su cuello y luego perfilo una fina línea que pasaba por su hombro desnudo- Déjate llevar Katrina… no pierdes completamente nada… solo disfrutaras…

-Viéndote sufrir- que manía tenían las mujeres de pegar siempre en la cara, pensé recordando los dos tortazos que me propino Kory, al menos los de Katrina eran más suaves.

-¿No te parece buena forma de disfrutar, Mefistófeles? Tú eres demonio y lo debes comprender mejor que un humano. Hoy no estoy drogada querido, ¿pensabas que te iba a ser fácil? No sabes con quien estás hablando...- me adelanté hasta la cama me subí a ella, gateando hasta quedar sobre el cuerpo de Katrina que estaba tapado con el edredón.

-¿En serio piensas que aquella vez te acostaste conmigo solo por el opio? Respetate más a ti misma y acepta que despierto deseos en ti que ningún hombre ha conseguidoavivar hasta hora… el opio solo te dio el empujoncito que necesitabas, nada más- y la bese como sólo un demonio podría besar: con pasión, ardor y lujuria.

-Odio que tengas razón

-A mi me encanta tenerla…- dije cuando nos separamos de aquel beso tan pegajoso. Volví a unir mis labios con los de Katrina y le mordí el inferior juguetonamente, estirándolo un poco antes de volver a soltarlo.
Su cuerpo estaba totalmente pegado al mío y comenzaba a hacer calor pese a que aún estábamos en invierno.
Como pude me quité la chaqueta del traje y volví a rodear su cuerpo con mis brazos. Bajé mis manos hasta llegar a su culo y lo apreté con fuerza, haciendo que el cuerpo de Katrina se alzara un poco hasta dejar sus pechos a la altura de mi boca.
Sus turgentes senos aún seguían tapados por el corsé pero me conformé besando la parte de piel que sobresalía de la ceñida prenda.
Quería que fuera ella quien se quitara la ropa, que fuera por decisión propia que me entregara su cuerpo por esta noche.

-Como te pases de listo te pego...- reí levemente y seguí apretando su cuerpo contra el mío, podía ver como aquel acto le gustaba.
Sus pechos quedaban a la altura de mi boca y mi lengua no pudo estarse quieta por más tiempo.
Lamí sus pezones haciendo círculos con mi lengua.
Vi su intento de quitarse las medias. Tuve que quitar las mías de su trasero para poder coger sus muñecas.

-No te las quites… déjatelas puestas- subí por sus muslos metiendo mis manos por debajo de la bajo falda y palpando su trasero desnudo con mis manos. Más adelante se encontraba el fruto del placer pero quería disfrutar de cada centímetro de la piel de Katrina antes de ponernos serios- Tu también puedes tocar… si quieres- la invite sensualmente

-Así no puedo hacer nada- me dio pena tener que separar las manos de la piel que cubría su bajo falda, pero valdría la pena sentir las de Katrina por mi cuerpo.

Obedecí a Katrina y me tumbé en la cama boca arriba, tumbándose ella sobre mí, pegando sus pechos contra mi pecho y besándome.
Su mano bajó hasta el bulto que había en mis pantalones y pareció sorprenderse. Luego volvió a bajarla hasta meter la mano bajo mis pantalones y sacar mi miembro erecto,
Su mano me masturbaba despacio, pero me gustaba la sensación.
Katrina estaba tumbada a mi lado, con el rostro cerca del mío.
Sin que tuviera que interrumpir su trabajo, me giré un poco para tenerla más cerca.

-Algún día me pagarás todo esto, vete preparando- dijo antes de besarme.

-¿Pagarte por algo que deseas con toda tu alma?... hay algo que no me cuadra- dije bajando mi mano por su vientre y levantando su bajo falda. El momento de tocar su fruto había llegado.
Pues como ella me masturbaba despacio, yo me limite a acariciar su sexo con dos de mis dedos, sin llegar a penetrarlos ni a jugar con su clítoris. Solo me limitaba a notar su calidez y sus fluidos… se iba humedeciendo más y más por momentos. Una delicia.

-¿Sabes cuánto te odio demonio?

-De la misma forma que me deseas- dije una vez nos separamos para tomar aire. Mientras nuestros labios y lenguas se entretenían jugando, Katrina había aumentado el ritmo de su mano y por lo tanto era la señal perfecta para que mis dedos entraran en ella.
Y así lo hicieron al instante. Los dos juntos entraron en su húmeda vagina y rozaron sus paredes cada vez que entraban y salían.
Por instinto, Katrina flexionó una pierna para abrirse un poco de piernas y sentir mejor el placer. Era una escena muy erótica y excitante la que estábamos recreando.
Mientras nos besábamos tomábamos aire jadeando por el esfuerzo que hacían nuestras extremidades y por el placer que no estaba comenzando a invadir.

-Quiero que seas mía durante toda la noche…- dije excitado.

Supe lo que quería nada más mirarme con ese rostro tan lujurioso y me volví loco cuando se puso sobre mí. Esta Katrina era totalmente diferente a la que tasté la otra vez. Ésta de aquí era más sensual, más atrevida, más erótica… mejor.
Cogí sus caderas para ayudarla con los movimientos. Su falda tapaba todo el espectáculo a la vista, pero le daba más morbo al asunto pues no podía verse pero si sentirse… y que bien se sentía.
Su vagina era pequeña compara con otras que había probado, lo cual apretaba más mi pene y me proporcionaba más placer.

-Oh… sí…- dije gimiendo- dame más con esas caderas tuyas… muévete más rápido- le decía mientras mis manos acababan en su trasero y la impulsaban para que comenzara a saltar, a cabalgar deprisa sobre mis caderas.

-¿Esto te gusta, demonio?

-Eso es algo que tú ya sabes, cazadora…- dije apretando con fuerza sus nalgas pues tuve que contenerme para no soltar un fuerte gemido.

-Pero ahora toca que me pidas tú a mi más…- pasando mis manos hasta su espalda, hice que nuestros cuerpos rodaran por la gigantesca cama hasta quedar yo encima de su cuerpo.
Mi miembro había salido de la vagina de Katrina por culpa del los movimientos así que, colocado de rodillas, con mi mano coloqué mi miembro en posición y después de acariciar mi glande por sus labios vaginales, la penetré. Mientras que mi cuerpo iba tumbándose a causa de la penetración, coloqué las piernas de Katrina sobre mis hombros.
Sentí que mi miembro estaba dentro de ella completamente así que comencé con el juego de caderas. En esa posición sí que podía ver como mi pene entraba y salía de su sexo pues la bajo falda se había escurrido hasta su vientre.

-Pero soy el imbécil que te hace gemir de placer…- dije jadeante. Paré unos instantes para recuperar aire y poder hablar- Si cambiases de trabajo esto no sería tan morboso ni excitante… quédate como cazadora… estás muy sexy con los pantalones masculinos… te hacen un culo- dije mordiéndome el labio inferior antes de volver a comenzar a penetrarla a mucha velocidad.

Sus pechos botaban y chocaban entre sí por culpa de las fuertes sacudidas, dando una bonita escena para la vista.
Katrina era capaz de darme algo que jamás Sarah podría imaginar… rebeldía. Sarah era tan sumisa a mí que me daba todo lo que yo quería. Katrina, por lo contrario, jamás se dejaría llevar por alguien como yo y todo lo que hacía era en busca de un beneficio propio. Eso me excitaba muchísimo más que la fácil sumisión.
Mientras seguía penetrándola, una de mis manos bajó hasta su clítoris y comenzó a menearlo dando más placer a Katrina.

-No sabes lo que has desatado en mí, demonio

-Me gustaría mucho descubrirlo…- le contesté con la misma mirada lujuriosa.

Katrina acabó sentándose encima de mis piernas, cogiendo mi miembro con su mano para que pudiera penetrarla y se movió a gran velocidad. Aquello arranco fuertes gemidos de mi garganta. Eso es lo que yo quería de ella, lo que Sarah no podía darme. Cogí su culo con fuerza para que pudiera moverse mejor, sin temor a caer por sus movimientos.

-Sigue así… me encanta…- quería que siguiera tal y como lo hacía ahora. Estaba muy cachondo, demasiado, como hacía mucho que no estaba y no quería que Katrina parara ni para tomar aire. Era fantástico lo que estábamos logrando esta noche, una noche de placer y gemidos que no parecía querer avabar.

-Espero que el pequeño demonio no se haya quedado atrás, parece que te estoy superando- sonreí pícaramente al comprender a donde quería llegar.

-Ver cómo te corres de placer es algo que deseo ver con mis propios ojos antes de que mi propio placer me nuble la vista- Pues la imagen del rostro congestionado de Katrina por el placer era una imagen que me ponía muy pero que muy cachondo.
Así que sume mis movimientos de placer a los suyos para darle todo lo que ella deseaba.

-Vamos, adelante… Correte… quiero que te corras de placer…- dije entre gemidos y jadeos.

Parece que a Katrina le gusta demasiado mi idea, también estaba dispuesta correrse lo antes posible. La ayudaría en todo lo que pudiese.
La sujetaba bien para que no temiera caer y así no perdiese el ritmo magnífico que estaba llevando pues yo también estaba sintiendo un placer indescriptible.
Sentí que estaba a punto de terminar pues la humedad en su sexo era algo exagerado y sus gemidos me desorientaban y me excitaban más y más.
Por fin Katrina expiró su último gemido y sus fluidos envolvieron mi miembro.
Katrina descansaba sobre mí, recuperando el aliento que había perdido durante todo este rato.
Con una de mis manos, me entretuve bajando los dedos a lo largo de su columna vertebral, llegando hasta el final para después volver a subirlos por el mismo sitio.
Esperaría a que respira con normalidad para ver cuál era su condición ¿Tendría ganas de más?