Highway to Hell, No leer si se es sensible...

Ah dulce noche, te había estado esperando durante todo un año.
Los perros ya estaban sueltos e iban a toda velocidad en busca de su presa.
Conociendo a Katrina, la casa estaría llena de trampas y sal. Dejaría que los perros se encargasen de aquellos contratiempos antes de que yo entrara.

Me tomé con calma el paseo hasta la casa de la cazadora, dejaría que se asustara con los ladridos y gruñidos de aquellas criaturas que solo los condenados al infierno eran capaces de ver.
Cuando llegué a la puerta principal, la puerta estaba derribada, la sal esparcida y los múltiples pentágonos arañados por temibles garras.
Pero mis perros aún no habían llegado hasta Katrina, estaban parados delante de una puerta, arañando el suelo con furia y gruñendo sin parar… no podían pasar.
La cazadora había sido muy precavida…

Me aparecí en el interior de la estancia. La puerta de entrada estaba cubierta por un polvo de color negro que parecía ser la causa que impedía entrar a mis perros. Incluso la propia Katrina estaba en el centro de un círculo hecho con el mismo material.

-Hola, Katrina…-dije sonriente- por fin a llegado la esperada noche y tú sigues defendiéndote con uñas y dientes… que pena que no puedas ganar- mis ojos se tornaron completamente en blanco y todos los cristales de la casa volaron el pedazos. Un viento huracanado revolvió toda la casa y el círculo que rodeaba a Katrina desapareció al instante. El viento ceso y mi sonrisa se ensancho más- Vamos cachorritos… salid a jugar- y abrí la puerta de la estancia, dejando pasar a los temibles perros del infierno

-Corre, si así te sientes feliz… a por ella- ordené a los fieros perros.
No me hizo falta seguirlos para poder ver lo que ocurriría a continuación, podía verlo a través de sus ojos.

Cuando la dieron alcance, Katrina siguió defendiéndose con aquella espada inútil que había cogido antes de salir.
Los perros no tardaron en saltar sobre ella y clavar sus poderosas fauces en la yugular,
Sus garras rajaban la piel de la cazadora con la facilidad de cortar mantequilla. La noche se tintó de sangre y el último aliento de Katrina Volkova expiró en cuestión de minutos. Había muerto destripada y ahora su alma era completamente mía… estaba a mi disposición en el infierno.

Tal y como había quedado con Lilith, el cuerpo que utilizaba en la tierra me lo guardaría otro demonio que ya estaba presenta para hacer el intercambio.
Después de todo un año sin salir de mi recipiente, me expulsé a través de su boca y el otro demonio entró de la misma forma que lo hice yo.
Mas le valía guardármelo.

Otra vez en el infierno. Los gritos de las almas en pena me dieron la bienvenida de nuevo. Uno de los príncipes del infierno había regresado a casa.
Tendría que estar furioso y cabizbajo por volver a aquel asqueroso lugar… todo lo contrario, mi cazadora me esperaba a mí, solo a mí.

Como imagine, Alistair no puso pegas a la petición de ser yo quien diera la bienvenida a Katrina.
Arrastrando el carro de torturas, fui directo a la sala donde tenían encerrada a Katrina.
Como supuse, ya estaba preparada en el potro.
Si se hubiera podido ver, en mis labios se dibujaba una sonrisa maliciosa.

-Hola Katrina…- mi voz no era la misma que en la tierra, tampoco mi aspecto. Aún así tenía la esperanza de que ella me reconociera- Por fin estamos aquí abajo… en casa. Llevaba tanto tiempo esperando este día que no consigo creerme que por fin haya llegado ¿Por qué no comenzamos con tu bienvenida?- dije mientras cogía un bisturí y admiraba su filo.

-¿Mefistófeles? ¿Eres Mefistófeles? ¡Sácame de aquí hijo de la gran puta! ¡Ni se te ocurra tocarme!

-Vale, vale ya te suelto… -dije cuando ya estuve delante de ella- La llevas clara- y con un rápido movimiento, le hice un corte en la mejilla con el bisturí- Nos lo vamos a pasar muy bien- Hice cientos de virguerías con el bisturí: Cortaba por allí, un poco por allá. Lo clavaba en el vientre, luego en un ojo… Las heridas de Katrina sanaban con cada nuevo corte. Esa era la virtud del infierno, los condenados sufrían el dolor que acababa sanando para seguir con el trabajo.
Dejé el bisturí a un lado, cogiendo a continuación unas grandes tijeras- ¿Sabes? Siempre envidié a mi hermano Alistair- coloqué uno de los dedos de Katrina entre las afiladas cuchillas y las cerré de golpe, cercenando el dedo. Que deleite eran sus chillidos- Nunca pude compararme con él a la hora de torturar… su mente desquiciada es la mejor para este trabajo- corté otro de sus dedos- pero no lo hago nada mal ¿verdad?- tercer dedo fuera. Parecía que el dolor ya comenzaba a hacerla desvariar- Él me enseño muy bien que herramientas utilizar en cada momento, a cambio yo le enseñé a camelar con palabras, llega a ser un poco bruto- los dos últimos dedos que le quedaban salieron volando. A los pocos segundos, volvieron a crecer- No me extraña para nada… con el trabajo que tiene.

Pero que pesada, que poca imaginación llegaba a tener. Que si soy penoso, patético, bla bla blá, blaba bla… voy a llegar a pensar que todos los golpes que se ha pegado a lo largo de su carrera le han dejado un poco tonta… o tal vez ha sido el dolor que la hace revivir escenas de otro tiempo… qué se le va a hacer.

Dejé las tijeras junto al bisturí y cogí una sierra con los dientes oxidados.

-Yo de ti callaría y aguantaría la respiración… esto va a doler- cogí uno de sus pezones y lo estiré todo lo que pude. Posé los dientes de la sierra sobre el pellejo estirado y comencé a moverla de delante hacia atrás. Segué su pezón y lo mismo hice con el gemelo. No me pareció suficiente.
Cogí su pecho derecho y clavé los dientes de la sierra en la parte superior. Comencé a cortar muy despacio. La sangre salpicaba y los gritos no cesaron hasta que el pecho no estuvo totalmente segado. Repetí el proceso con el otro seno- Hay que ver cuánta sangre… pero me gustaría hacer callar- me dirigí a la mesa donde había un bote con un líquido de color amarillo. Lo cí con cuidado y lo vertí dentro de la boca de Katrina. De ella comenzó a salir humo y ella grito dolorida. De la boca borboteó un puñado de sangre, la lengua se le calló y lo mismo ocurrió con sus dientes. Se estaba quemando por dentro. La piel de su mandíbula se chamuscó ya piel se le comenzaba a caer, el maxilar inferior cayó… ante mí tenía a una aterradora Katrina con la garganta y lo poco que quedaba de boca chamuscada... y en el lugar donde estaban sus pechos solo habían dos círculos ensangrentados… tenía suerte que en cuestión de segundos todo volvería a la normalidad.

-Oh, pequeña… si yo también te quiero… pero a mi manera…- le di un beso en los labios y a continuación le clavé un cuchillo en el estómago- te quiero solo para mí…- y le volví a dar una última puñalada en el estómago.

La tortura aún no había acabado, solo acababa de comenzar y sería la primera de muchas que Katrina iba a sufrir en sus carnes… hasta que llegara el día en que mis planes se llevarían a cabo. Lilith estaría al tanto ya, por lo que su indiferencia hacia el asunto me daba a entender que tenía su aprobación.
Ya no buscaba la conversión de Katrina, la necesitaba como humana. La mantendría en el infierno durante unos años, meses en la tierra, hasta que llegara el momento idóneo.

Los gritos de Katrina llenarían el infierno por unos años, sometiéndola y haciéndola sufrir. Yo esperaría en las sombras hasta poder tener la oportunidad que tanto esperaba.
Katrina… que bien fue haberte conocido, tu y yo cambiaremos el mundo… lo quieras o no.

off: cerrado