Aprendiendo [Natasha y libre]

El invierno era una de mis épocas favoritas del año pero la primavera favorecía más a encontrarte menos monstruos en las esquinas; no desaparecían pero el número de casos solía bajar un poco. Decidí comenzar a explorar el bosque para mi búsqueda de lobos; ya había leído suficiente y me estaba cansando de permanecer encerrada estudiando, “la práctica hace al maestro”, eso esperaba.

No equería encontrarme con alguno, únicamente seguir sus pistas, en Londres prácticamente no había casos de Licantropía, cada que existía la mínima sospecha de algo parecido, guardaba el periódico y trataba de investigar, generalmente resultaban ser vampiros. Aunque decidiera ir a Francia donde sí había casos frecuentes, nada me ganaría, quería a uno en especial.

Caminé adentrándome y con cuchillo en mano marcando los árboles para poder regresar con facilidad, confiaba en mi memoria pero más valía prevenir. Me estaba cansando, no veía señales de nada, todavía era muy inexperta o posiblemente no había nada que descubrir.

El hermoso sonido de agua cayendo llegó a mis oídos y no pude evitar correr a su encuentro, con el calor no me haría nada mal descansar un poco. Una cascada se dibujó ante mí, era preciosa. Rápidamente llegué a una de las orillas del pequeño lago y me agaché a beber de su elixir diáfano, cuando hube satisfecho mi sed lo suficiente, me acerqué a un árbol para reconfortarme con la sombra y reposar unos minutos.

El sonido del agua al descender era música para mí, cerrando los ojos podía escuchar como chocaba con las rocas; el canto de las aves y el viento meciendo las hojas de los árboles; era simplemente esplendido poderse olvidar de la ciudad unos instantes, de las preocupaciones y aflicciones.

Los murmullos de la naturaleza me arrullaban cuando sentí caer algo sobre mi vestido, era más pesado que una hoja por lo que obligadamente abrí los ojos; era… ¿un girasol?, a menos que me equivocara y el mundo estuviera llegando a su fin, definitivamente las flores no caían de los árboles.

Me levanté y husmeé hacia la dirección de donde vino; entre todo el espeso follaje no distinguía nada pero tenía la sensación de ser observada que no me agradaba para nada; “Que sea un ave por favor”, era la mejor de las posibilidades, prefería no pensar en otras, a plena luz del día podría ser un hombre lobo… pero ¿Andaban entre las ramas?, eran seres pesados y toscos; me limité a seguir buscando.

Hay rostros imposibles de olvidar; como el de tus padres, el de tus amigos, incluso el de alguna obra de arte quizas; pero entre ellos se encuentran los de las personas que con un solo encuentro sabes que están en la lista de detestables.

Ya fuera por la cercanía o por no estar preparada para que alguien me sorprendiera por la espalda, al escuchar su horripilante voz, giré y le di una cachetada; con la suficiente fuerza para que se escuchara el eco en el bosque e incluso a algunos de los pájaros de los alrededores emprender el vuelo, asustados por supuesto.

A mi cerebro le costó unos segundos enlazar toda la situación y darme cuenta de que estaba con un vampiro en el día. ¿Qué demonios pasaba en Inglaterra?, maldito país de especimenes dementes

- Lárguese- yo habría respondido que estaba en un lugar público por lo que cambié la frase un poco al tiempo que preparaba el cuchillo, no tenía tiempo para sacar la espada de su funda – podemos hacer esto por las buenas o por las malas. Debería escoger la primera opción que no incluye violencia, sangre, malas palabras y muerte.

-Vamos Natasha ¿que no sabes hacer otra cosa que no sea ser grosera?- Otra vez con lo mismo, sabia pero no quería pensé que eso estaba bastante claro; todavía recordaba muy bien que intentó matarme.
- Bueno, ¿qué quiere, qué le invite una taza de café? – Sí, el señor civilizado, no tenía cinco años como para tragarme esa – No, déjeme adivinar, va a invitarme a comer pero yo seré el platillo principal.
Le tiré un cuchillazo al brazo, si lograba matarlo le haría un favor a la ciudad, una cosa menos rondando por sus calles en busca de sangre,
- Todavía recuerdo que casi me mata, no me venga con que tiene modales- le dije enojada – De día, en el bosque, un gran paisaje, sí no fuera porque me resulta asqueroso pensarlo, creería que me siguió, tan bonito lugar no va para nada con usted.

Al parecer tengo cara de rescátenme, soy un animal indefenso que necesita ayuda o algo parecido. Un vampiro me salvo de él mismo, ¿qué quiere que le agradezca?, si mal no recuerdo en primer lugar es su culpa.

-Necesita leer el libreto señor, si ésta fuera una obra de teatro estaría actuando pésimo, se supone que es el malvado, la reencarnación del mal, la sanguijuela que bebe vidas ajenas; en fin, al parecer el escritor no tenía clara la personalidad de su personaje- le respondí en un tono calmado, demasiado para mí – Qué patético; después lo veré en la calle recogiendo a los cachorros huérfanos y dando dinero a los pobres.

Me volví a recargar sobre el tronco del gran árbol que momentos antes me daba sombra; no me senté para no colocarme en una posición de la que fuera difícil incorporarme, nosotros podríamos discutir lo que quisiéramos pero al paisaje no se le quitaba lo magnifico.

-A propósito, no sé si ya lo informaron: los vampiros no salen de día porque se queman con el sol – alegué con una mirada inocente – ¿Es un imitador o ni eso sabe hacer bien señor...?¿Cómo dice que se llama?, Disculpe la descortesía, por lo que escuché usted sí sabe mi nombre pero para mí es muy difícil recordar el apelativo de gente sin nada de importancia

Claro que lo recordaba, mi memoria era bastante buena para ese tipo de cosas, mas no pensaba dejar escapar la oportunidad de molestarlo. Sí quería seguir importunándome al menos que sufriera un poco.

Con el tiempo a veces se llega a ver a los defectos como virtudes, ser orgullosa lo era para mí a pesar de saber que cavaba mi propia tumba con cada frase mal armada que salía de mi boca.

-¿sabes a que me refiero? eso que hiciste con la lluvia- Se dio cuenta de que no pude controlarlo, ni siquiera estaba conciente, sólo me pasaba de repente; jugar con el viento haciendo danzar las hojas era lo que más había practicado y por pura distracción, lo veía como un juego; cuando ocurrían eventos más drásticos como el que él presenció, me aterraba, me recordaba la clase de bestia que podía ser. Esta vez me serviría con un propósito útil según mi juicio.

- Soy capaz de eso y más caballero pero no soy su sirvienta para hacerle demostraciones a la hora que se le de la gana.- Conocedora de que me estaba hablando de tú como si de un animal se tratara, continué – A mí me habla de usted como la dama que soy, no me rebaje a su nivel de cadáver.

Me erguí y comencé a andar; pasé a su lado dejándolo a mi espalda a pesar de que odiaba sentir a alguien tras de mí, cerré lo ojos mientras avanzaba, eliminé de mi cabeza todos los ruidos externos, me concentraba únicamente en cualquier movimiento que él se atreviera a hacer.

Cuando lo sentí venir arrojé el pequeño cuchillo con una puntería exacta, mi blanco era su corazón, no lo mataría pero era una amenaza. Logré darle justo donde deseaba pero ni siquiera pareció darse cuenta. Tomó una posición extraña que me hizo voltear sobre mi cabeza, ¿era fuego?, era la primera vez que veía a alguien hacer eso.

En cuestión de instantes estaba rodeada por las llamas que si bien estaban unos centímetros más bajas que yo, el diámetro era demasiado para salir de allí como si nada. Me petrifiqué, ¿acaso sabía algo ese maldito?, lo vi con el odio más grande, que clase de juego enfermo era ese, ni siquiera sabía como manipular el agua; la cascada estaba cerca pero no tenía idea de que hacer.

Las plantas eran destrozadas como hace tantos años, el bosque se quemaba y con él se iría la vida de los seres inocentes que estuvieran a su alrededor por mala suerte. Comencé a sentir a mi cuerpo negándose a respirar, a ese paso me asfixiaría antes de pensar una solución; ese fin era irónicamente perfecto para mí, lo merecía. Pude observar el rostro de mi padre; su mirada justo antes de morir desnudaba mi alma, me juzgaba con dureza, me reprochaba como tantas veces el no ser normal.

Me hinqué sin importar ya nada; no quería llorar, no pensaba en suplicar… no sentía dolor, el final estaba cerca. ¿Y tú venganza?, escuché a mi subconsciente censurarme, era cierto, deseaba a ese lobo muerto y a quien se interpusiera en mi camino no dudaría en exterminarlo.

Una ira no inherente a lo que siempre era mi persona, se apoderaba de mí, me hacia suya, me sentía distinta pero lo disfrutaba, me llenaba de placer. Me levanté y caminé entre las llamas, podía sentir el calor infernal que me abrazaba mientras yo trataba de acariciarlas a mi paso, con suavidad. Volví a ver a ese ser inútil, de poca importancia; deseaba verlo sufrir. Con sólo anhelarlo la tierra escuchó mis íntimos deseos puesto que como una enredadera de roca, el suelo donde estaba parado aprisionó sus piernas con fuerza.
-Nunca juegues con el diablo, puede mandarte al infierno donde perteneces- No era un demonio pero eso me sentía, un condenado monstruo, ¿para que ocultarlo? –Cuando termine contigo desearas no haber existido nunca imbécil.

Era fuerte, algo de lo que yo no tenía mucho; destruyó lo que lo aprisionaba más rápido de lo que esperaba, lástima que ya estaba a un lado de él, podía cortarle la cabeza y dar fin a su patética vida o torturarlo, lo ultimo me satisfacía de una forma poco comprensible; poniéndome frente a él saqué la espada de su funda y lo atravesé con ella por el estomago, en mi rostro sentí un líquido particular, sangre que brincó al clavarle el arma. La toqué regocijo, nada como la vida saliendo de un enemigo.

-yo conozco al diablo en persona y estuve más tiempo en el infierno que el que tengo aquí entre ustedes humanos estúpidos- balbuceó el gusano, junto con otra tontería salida por ese orificio espantoso que contenía además filosos colmillos. Reí, como una loca probablementepero lo disfrutaba.
-Perfecto, como ya lo conoces entonces no tendrás problema en relacionarte con tus amigos- Me causaba gracia que si viniera del infierno, sabía que no existía otro lugar para criaturas tan despreciables.

No estaba allí para entretenerlo, “¿habilidades especiales?”, parecía burlarse de mí mientras que yo sólo quería complacerme con el calvario que le haría pasar, una verdadera pena que rompiera las rocas. Al verlo venir tan decidido lo esquivé.

-Pobre ser insignificante, es tan lastimero observar como no aceptas que es el fin- sonreí y retiré con una mano el cabello que estorbaba en mi cara, quería ver cada milímetro; la función estaba en su tercera llamada y no pensaba perdérmela.

Tener el control me fascinaba, debería hacerlo más seguido de ahora en adelante, ¿Cuál sería la próxima ficha en mi tablero de la muerte?, mire a los árboles e imaginé que las ramas lo amarraran y eso fue lo que pasó, obedientes las raíces lo ataron de pies y manos. Algo faltaba… ¡ah, claro!, que suplicara como casi tuve que hacerlo por su culpa. Con una fuerza bestial, las ramas lo tumbaron al suelo dejándolo de rodillas ante mí, una bella visión; no pude evitar patear su rostro con potencia para que me viera a los ojos.

- Discúlpate y quizá me incline por perdonar tu no vida insecto- Esperaba su respuesta con ansia, sin importar la que fuera; el que se negara aumentaría mi diversión.

Se hizo invisible o algo parecido, no entendía lo que sucedía; trataba de localizarlo pero me era imposible, me causaba ansiedad, tal vez habría huido el cobarde, de ser así tendría que estarme cuidando la espalda todos los días con lo paranoica que era.

Me tomó por la espalda de repente, pude sentir como sus dientes puntiagudos penetraban mi carne; el desgraciado me estaba mordiendo, me resultaba peor el pensar que me haría un ser asqueroso como él que simplemente fallecer, mas no dejaría que ninguna de las dos cosas sucediera.

-¡Nooo!, suéltame abominación – al decirlo alcé los brazos con dirección a donde estaba, pude escuchar el gran rechinido del viento mandándolo lejos de mi cuerpo, seguido de un estruendo, lo había estrellado entre las rocas de la cascada, eran unos cuantos rasguños para alguien de su especie pero verlo sangrar aunque fuera un poco me excitaba.

Podía hacer lo que yo, fue muy extraño; me calmé por unos instantes preguntándome si él sabría algo de ese tipo de cosas…¿Te dio una cachetada con las ramas? Sí, Eso hizo…el muy… Mejor lo mataba primero y averiguaba después.

- ¿Se le terminó lo original caballero? Ahora pelea como damita…- Lamentaría la hora en que decidió subirse al árbol; quería jugar con platas, eso tendría. Hice silenciosa que las ramas se hicieran a un lado y lo dejaran algo desnudo ante el astro rey, un pequeño rayo entro por en medio de las hojas y le dio en un brazo, era como jugar con un pedazo de vidrio en un hormiguero, pude observar que le ardía y se quemaba un poco, le dí oportunidad de cambiar de sitio, sería lento y doloroso – ¡Ups! pardonne-moi, monsieur, ¿le mencioné que me encanta el chocolate?

Me di cuenta que seguía amarrada pero me gustaba, que más podía decir. No, no me agradaba, que diablos me pasaba, estaba cambiando de parecer a bastante velocidad y era confuso; lo deseaba muerto mas era malo no tendría por qué matar a alguién, no era una asesina, sin embargo disfrutaría atormentarlo y verlodesangrarse, gota a gota, carbonizarse con el sol y que sus cenizas fueran esparcidas por el viento.

Ni siquiera tenía idea de que estaba haciendo, me comportaba como un fenómeno debía de detenerme y controlarme a como diera lugar; ...no, ... necesitaba divertirme, quemar todo, con sólo un deseo esar ramas desaparecerían para siempre. No, fuego no...ya no.

-Suelteme, no querrá que haga que los árboles se quiten, en vez de una simple quemadura puedo matarlo. - Si lo hacía yo misma no sabía que tan lejos sería capaz de llegar