Tomando un respiro [Erzsebeth]

Hacía mucho tiempo que no iba de compras, de hecho, hacía bastante tiempo que no salía de casa. Padre estaba bastante pesado desde lo del teatro. Que hubiese llegado tan tarde no le había hecho mucha gracia y, aunque no podía hacerlo personalmente, pagaba a algunos de los criados para que me vigilaran. No podía estar sola nada más que cuando estaba en mi habitación. Daba igual que estuviese practicando con el piano, haciendo algún bordado o simplemente leyendo, siempre sentía unos ojos obsevándome. Aquella situación se volvía insoportable por momentos.

Por eso, harta de esa persecución, logré convencer a mi madre de que me dejara acompañarla de compras y, al fin, logré salir de casa. Lo que mi madre no sabía es que aprovecharía cualquier descuido en las atestadas calles comerciales, para escaparme de ella y vagar un poco a mi aire por la ciudad.
- Hija, mira que tela más preciosa... ¿No te gustaría para un vestido nuevo?
- Pues no está mal... pero me gusta más esa, madre. -dije señalando otro rollo de tela mientras mi mente seguía pensando en un método factible para desambarazarme de mi madre. Quizá si se encontrase con alguna amiga....

Cuando salgo de mi casa el sol me deslumbra por unos momentos. He pasado varios días encerrada en mi estudio, absorta y entregada a la magia. Y la última vez que salí era de noche, ya que iba a buscar ciertas plantas e ingredientes que no se podían obtener bajo la luz del día. Mis ojos se han desacostumbrado al sol veraniego.
Pero, precisamente ese sol me obliga a comprame algunos nuevos vestidos, más frescos. Está siendo un verano moderado, pero lo necesitaba.
Sigo caminando cuando mis ojos se acostumbran a la luz. Subo a mi coche y no tardo en estar en una de las calles comerciales de Londres.
Antes de dirigirme a la tienda de mi sastre, recorrola calle buscando algo que pueda interesarme.

Mi madre seguía parada en el puesto de las telas y yo me empezaba a desesperar. El vendedor del puesto reparó en mi madre y empezó a interrogarla sobre si deseaba adquirir alguna tela y comentarle los precios. Eso fue suficiente para mí. Dando un par de pasos atrás me fui alejando del puesto y en cuanto estuve segura de que mi madre no se giraría me di la vuelta y me alejé a buen paso.

El sol calienta como no lo ha hecho en varios días y, me reprendo mentalmente por no haber traido conmigo la sombrilla. Buscando resguardarme de los rayos del sol voy muy pegada a los puestos buscando la escasa sombra que proyectan. Una de esas veces me pego tanto que sin querer choco con otra persona empujándola sin querer.
- Discúlpeme, señorita. Iba un poco distraida. -me excusé mirándola con la cabeza baja.

Una mujer choca contra mí.
- Discúlpeme, señorita. Iba un poco distraida. -se escusa mirándome con la cabeza baja, mientras me doy la vuelta.
Es una joven rubia, que parece ir sola. Es de clase alta, sin duda... ¿Habrá alcanzado ya la mayoría de edad? Debe estar por ahí, alrededor de los 21, pero no podría asegurar si ya los tiene o no.
- No se preocupe, disculpas aceptadas... En el mercado es natural sufrir algún empujón, lo que ya es más raro es que la gente se digne a escusarse- digo, sonriendo con cortesía. Es curioso ver a una joven sola en el mercado, aunque supongo que yo lo soy, pero me llama la atención...- ¿Va sola? No pretendo ser impertinente, pero no es muy común acudir al mercado sin compañía.

Desde luego aquella mujer tenía educación, algo raro por lo general, y me resultó agradable la forma en la que me habló y me sonrió. Le devuelvo la sonrisa por cortesía y observo como parece mirar a nuestro alrededor. Pronto descubro el objetivo de tal observación.
- ¿Sola? Bueno, no, la verdad es que mi madre andaba por aquí pero... me despisté y la perdí de vista. -mentí sin saber bien por qué lo hacía.- Imagino que se habrá parado en algún puesto mientras yo seguía caminando. Andaba buscándola cuando he tenido la torpeza de tropezar con usted aunque... ahora que me fijo, vos también parecéis estar sola... -dije al darme cuenta de ese detalle.

- ¿Sola? Bueno, no, la verdad es que mi madre andaba por aquí pero... me despisté y la perdí de vista. Imagino que se habrá parado en algún puesto mientras yo seguía caminando. Andaba buscándola cuando he tenido la torpeza de tropezar con usted aunque... ahora que me fijo, vos también parecéis estar sola... -dice, y sonrío.
- Venir sola no es muy común, pero supongo que yo no soy demasiado común. Así que os habéis separado "accidentalmente"- por algún motivo, no termino de creérmelo... Supongo que miento más amenudo que ella- Si quiere puede acompañarme hasta que la encuentre, parecéis interesante y sé apreciar una buena conversación.

Algo me dijo que no se había creído del todo mi improvisada excusa pero como no insistió al respecto me dispuse a dejar aparcado el tema. La observé con detenimiento al escucharla decir eso de que ella no era demasiado común y, la verdad es que a simple vista parecía de lo más normal, lo que despertó mi curiosidad hacia ella, por lo que en cuanto me propuso acompañarla decidí aceptar. Lo que buscaba cuando salí de casa era justamente eso, ¿o no?
- Pues ya que me ofrecéis de forma tan gentil acopañaros durante vuestras compras, acepto. -dije volviendo a dedicarle una leve sonrisa.- Yo también disfruto con una buena conversación y hace tiempo que no tengo ocasión de tener una. Por cierto, mi nombre es Vanessa. -dije presentándome.

- Pues ya que me ofrecéis de forma tan gentil acopañaros durante vuestras compras, acepto. -dice con una leve sonrisa.- Yo también disfruto con una buena conversación y hace tiempo que no tengo ocasión de tener una. Por cierto, mi nombre es Vanessa. -se presenta.
- Yo me llamo Erzsebeth Harsányi- me presento- Pensaba ir a la tienda de mi sastre, ¿quiere acompañarme o retraso esa visita? Podemos seguir recorriendo el mercado si lo prefiere, o buscar a su madre, pero si necesita algún vestido podemos ir a la sastrería, Mr. Taylor es un buen modisto.
Mientras hablo, sigo caminando. Me alegra haber encontrado a alguien con quien conversar y que, por una vez, sea una humana.

Tras presentarme ella hizo lo propio a lo que yo sonreí y, una vez terminó de contarme cuales eran sus planes inmediatos, me lo pensé unas décimas antes de responder.
- Es un placer conoceros, Erzsebeth. Creo que os acompañaré a ver a vuestro sastre. El que hacía la ropa a mi familia, Mr. Robson, se marchó de Londres hace poco y andamos buscando uno nuevo. Mi madre sabe que sé cuidarme bien, no creo que esté preocupada. - Lo que menos quería era buscar a mi madre ahora y, la verdad, estaba segura de que ella tampoco estaría buscándome desesperada. Me conocía bastante bien como para saber que no sería necesario.- Y si encuentro un nuevo sastre seguro que se alegrará. -añadí con una sonrisa mientras caminábamos a paso lento.- Vuestro nombre me llama la atención... No parece de ascendencia inglesa. ¿Acaso no sois de aquí? -le pregunté.

- Es un placer conoceros, Erzsebeth. Creo que os acompañaré a ver a vuestro sastre. El que hacía la ropa a mi familia, Mr. Robson, se marchó de Londres hace poco y andamos buscando uno nuevo. Mi madre sabe que sé cuidarme bien, no creo que esté preocupada. Y si encuentro un nuevo sastre seguro que se alegrará. -añade con una sonrisa- Vuestro nombre me llama la atención... No parece de ascendencia inglesa. ¿Acaso no sois de aquí?
- No, supongo que es fácil de deducir. Es más, mi nombre ni siquiera se pronuncia así, realmente es "Erzsébet", pero a los ingleses os cuesta mucho pronunciarlo correctamente- y tampoco tienen acentos, al llegar a Inglaterra tuve que modificarlo un poco...- Soy de Hungría, una región del Imperio Austríaco... Aunque para mí siempre he sido húngara, no austríaca- seguimos caminando, hasta llegar a la sastrería.
Entramos. El salón que hay en la planta baja está lleno de maniquís con algunos de los vestidos, trajes y sombreros que ha confeccionado Mr. Taylor. Algunos diseñados por él, como se está empezando a hacer, otros siguiendo las indicaciones de los clientes. También hay telas expuestas, y algunos folios enmarcados con diseños. El propio Taylor se acerca a atendernos.
- Buenos días, Miss. Harsányi, llevaba bastante tiempo sin verla... ¿Quién es su amiga?

Tomé nota mental de la correcta pronunciación del nombre de mi acompañante para pronunciarlo bien de ahí en adelante y escuché con atención mientras me contaba de dónde era originaria.
- Trataré de pronunciarlo bien ahora que sé como hacerlo. -le dije dedicándole una sonrisa. La charla no dio para mucho más ya que el establecimiento del sastre estaba bastante cerca. Una vez dentro mis ojos se pasearon por los distintos maniquís admirándome de la belleza de los vestidos y de la perfección de los bordados. Aún tenía la mirada perdida en los maniquís cuando escuché una voz de hombre, al que identifiqué como el sastre, dirigiéndose a nosotras.
- Buenos días, señor. Soy Vanessa Jonhson. Una posible futura clienta. -dije sonriendo y tendiéndole mi mano, la cual besó de forma cortés.
- ¿Está interesada en contratar mis servicios? -preguntó mirándome con cierto interés.
- Puede. De momento, me gusta lo que veo. -dije mirando a los maniquís.- Pero por favor, atienda a la señorita mientras yo sigo observando su trabajo.

- Trataré de pronunciarlo bien ahora que sé como hacerlo.
- Gracias, aunque no es necesario... Ya me he acostumbrado al inglés.
"Aunque será agradable escucharlo bien pronunciado si lo consigue"

- Buenos días, señor. Soy Vanessa Jonhson. Una posible futura clienta.
- ¿Está interesada en contratar mis servicios? -pregunta con interés.
- Puede. De momento, me gusta lo que veo. -dice mirando a los maniquís.- Pero por favor, atienda a la señorita mientras yo sigo observando su trabajo.
- Claro que la atenderé, no hago esperar a mis clientes- responde, sonriéndome- supongo que quiere algo más estival, ¿no es así, Miss Harsányi?
- Efectivamente.
- En ese caso... Miss Jonhson, puede sentarse ahí mientras observa- dice, señalando un cómodo sillón-, Mary la atenderá si necesita algo...- reparé por primera vez en la joven que se mantenía en una esquina- Aunque también puede acompañarnos, voy a mostrarle más diseños a su amiga.
Y, seguramente, le mostrará aún más diseños, los que le parezcan más acordes a su estilo, mientras Mary y sus demás ayudantes vuelven a tomar mis medidas. Siempre lo hacen, la verdad: si una cliente suya pierde o gana peso, sus nuevos vestidos siempre registran ese cambio... Taylor es muy minucioso y perfeccionista.
- Miss Harsányi, sé de vuestro gusto por los tonos oscuros, pero me niego a haceros vestir de negro en verano, no seré yo quien os mate de calor...- dice, mientras se acerca a una puerta.
- Tranquilo, Mr. Taylor, ¿alguna vez le he exigido algo? Sabe que ni le haré retocar sus vestidos con detalles "a mi gusto" ni le pondré condiciones con el color.
- Lo sé, lo sé...- abre la puerta- Adelante, aquí tengo la mayoría de los diseños.

Mr Taylor amablemente me invitó primero a sentarme en un sillón mientras esperaba aunque después también mencionó que podía acompañarles mientras él le mostraba los diseños que tenía preparados a Erzsebeth. La verdad era que me gustaban los diseños de los maniquis que había en la sala y el hecho de poder ver algunos otros más me resultaba atrayente por lo que en lugar de sentarme y esperar a que volviesen aburrida, preferí acompañarles.
- Si no os molesta, creo que os acompañaré a ver esos diseños. -comenté tras escuchar sin intervenir la conversación entre ambos.

Esperé a que ambos pasasen y les seguí a aquella nueva sala que parecía ser el lugar de trabajo del sastre. Tenía bastantes maniquis y percheros con ropa y, a un lado, se apreciaban los diseños a medio terminar. Observé con bastante interés un precioso vestido en color azul cielo y de tela ligera. Tenía algunos pequeños bordados en el pecho y las mangas en color algo más oscuro y la confección era claramente de alta calidad. Debía preguntarle más tarde por él...

- Si no os molesta, creo que os acompañaré a ver esos diseños. -responde Vanessa, siguiéndonos a través de la puerta.
- Por supuesto que no molesta.
Ella se queda observando un vestido azul, mientras Taylor me señala un par de modelos.
Uno de ellos es un vestido en una tela bastante ligera, de color blanco y gris perlado, con bordados y detalles en hilo morado oscuro. El amplio escote deja a la vista los hombros y la parte superior de la espalda, la manga es corta y la falda no tiene tantas capas como la mayoría de los vestidos, por lo que es más ligera. Además, lleva un corsé incorporado, de ballenas rígidas, con algunas decoraciones violáceas, contrastando con el color perla del corsé, algo más oscuro que el de la tela.
- Sé que le gustan los modelos con corsé incorporado, Miss Harsányi, y no suele llevar colores muy vivos...
- Ha acertado, me encanta.
- Supuse que ese le gustaría, hay otros que puede que le llamen la atención...- se vuelve hacia Vanessa- Miss Jonshon, ¿le gusta el modelo azul? Si quiere podríamos hacérselo a medida. E incluso acompañarlo de algún sombrero que combine con él, hay que proteger el rostro del sol en verano, y con su precioso cabello rubio un tocado azul quedaría fetén.
Mientras le pregunta, recorro con la vista los vestidos que llevan los demás maniquís, considerando cuales podría encargar. Al escuchar el comentario de los sombreros, reparo en unos cuantos que hay expuestos... Lo cierto es que no suelo llevarlos, y Taylor ya parece saberlo.

Mientras yo seguía mirando el vestido escuché como el sastre comentaba algún detalle del vestido que estaba mostrando a Erzsebeth quien, al parecer, lo encontraba completamente de su agrado. De repente escuché a Mr Taylor dirigirse a mí y al girar el rostro veo que se acerca.
- Miss Jonshon, ¿le gusta el modelo azul? Si quiere podríamos hacérselo a medida. E incluso acompañarlo de algún sombrero que combine con él, hay que proteger el rostro del sol en verano, y con su precioso cabello rubio un tocado azul quedaría fetén.

El vestido me gustaba ciertamente pero la idea que sugirió... Los sombreros nunca me habían gustado y, aunque los había utilizado de forma habitual no había sido por decisión propia ya que era mi madre la que solía insistir en aquello. Tras pensarlo un poco negué con la cabeza.
- Me gusta el vestido, así que creo que ya tiene usted un nuevo pedido. -dije sonriendo.- Pero no sé si el tocado... Tendría que pensarlo y... verlo me ayudaría. No sé si estará usted dispuesto pero.. ¿Qué le parecería preparar uno a modo de muestra y que volviese otro día para probármelo? Creo que a mi madre también le agradarán alguno de sus diseños y puede que quiera encargarle los vestidos para el próximo año. -dije tratando de convencerle con eso de que aceptase mi propuesta.

Ella niega con la cabeza.
- Me gusta el vestido, así que creo que ya tiene usted un nuevo pedido. Pero no sé si el tocado... Tendría que pensarlo y... verlo me ayudaría. No sé si estará usted dispuesto pero.. ¿Qué le parecería preparar uno a modo de muestra y que volviese otro día para probármelo? Creo que a mi madre también le agradarán alguno de sus diseños y puede que quiera encargarle los vestidos para el próximo año.
- Claro que podría preparar uno, señorita- dice Taylor, sonriendo- os sentaría bien uno discreto, pequeño pero elegante, que no ocultara vuestro precioso rostro pero realzara el tono de vuestro cabello- dice, mirando a Vanessa con una sonrisa y, probablemente, imaginándola con el vestido y el sombrero- ¿No estáis de acuerdo? -se vuelve hacia mí- Miss Harsányi, ¿ha terminado de mirar los vestidos?
- Sí, ¿podría hacerme éste a medida?- digo, señalando un vestido de corte clásico, imitando aquellos que se llevaban en la antigua grecia (Off: ya sabes, neoclasicismo xD En realidad en 1802 se llevarían más ese tipo de vestidos, pero prefiero los corsés), de manga corta y tela ligera- pero no en blanco, estoy demasiado pálida como para llevarlo así...
Me mira a mí y luego al vestido, con actitud crítica.
- Sí... En blanco sería demasiado recargado. Aunque no me lo pone fácil, descartando todos los colores vivos salvo el rojo... Ni amarillo, ni rosa, ni azul...- de pronto sonríe, como siempre que "ve" en su mente una combinación que le gusta, mirando mis labios- está bien, haré los vestidos... ¡Mary, Anna!- llama, y sus dos ayudantes entran en la sala. Él nos mira- tomaremos las medidas, si no os importa, señoritas...
Asentimos y les da las indicaciones a sus ayudantes para que tomen y apunten las medidas necesarias. Tras disculparse, sale de la sala para atender otros asuntos.

Mr Taylor aceptó preparar el tocado y yo le sonreí mientras él hablaba de como debía ser para realzar mis puntos buenos. Poco después se giró de nuevo hacia Erzsebeth quien le indicó un vestido que le había gustado de los que tenía expuestos pidiéndole que lo hiciese pero en otro color. El sastre pareció pensar mientras hablaba en el tono indicado para ella y de repente su gesto cambió. Llamó a sus ayudantes, las cuales se acercaron a tomar nuestras medidas y éstas comienzan a hacerlo de forma diligente. Giré el rostro en dirección al lugar en que se encontraba Erzsebeth y sonreí.
- Es un poco particular este Mr Taylor, no? -comenté en tono divertido.- Pero la verdad es que parece tener unas manos increíbles para los vestidos... Son todos realmente bonitos. Me alegro de haberos acompañado. -añadí esbozando una ligera sonrisa.

Las ayudantes de Taylor comienzan a tomarnos las medidas. Me mantengo recta mientras estiran su metro a lo largo de mi torso y de mis piernas.
- Es un poco particular este Mr Taylor, no? -comenta Vanessa en tono divertido- Pero la verdad es que parece tener unas manos increíbles para los vestidos... Son todos realmente bonitos. Me alegro de haberos acompañado. -añade esbozando una ligera sonrisa.
- Sí, es particular, pero como bien dices es muy hábil y buen diseñador. A veces me da la impresión de que se porta como un pintor, viendo en su cabeza el "cuadro" ideal... Pero en vez de pintarlo, diseña y cose sus elementos- sonrío- Me alegra que no se arrepienta de haber venido conmigo, aunque no hayamos podido hablar demasiado hasta ahora.

La comparación hecha por mi, esperaba lo fuese, nueva amiga, era realmente acertada. No me había pasado desapercibida la forma en que Mr Taylor miraba alternativamente el diseño elegido y a ella como si estuviese tratando de unir ambas imágenes en su cabeza y la expresión de triunfo y satisfacción que aparecieron cuando pareció dar con la solución. Las ayudantes del sastre seguían tomando medidas mientras ambas nos mantenemos quietas.
- No os preocupéis porque no hayamos tenido tiempo de conversar. Aún es temprano y no tardaremos mucho más aquí. Podemos dar otra vuelta por el mercado o ir a tomar un té si os apetece. - ya casi había olvidado que, supuestamente, había perdido a mi madre de vista en el mercado. Lo único que me apetecía era charlar y pasar un buen rato antes de volver a casa dónde, seguramente, me esperaría alguna regañina.

- No os preocupéis porque no hayamos tenido tiempo de conversar. Aún es temprano y no tardaremos mucho más aquí. Podemos dar otra vuelta por el mercado o ir a tomar un té si os apetece.
No menciono a su madre, al fin y al cabo antes me dio la impresión de estar mintiendo, y no soy quien para indagar. Además, ¿acaso yo le he dicho toda la verdad sobre mí?
- Tengo algo de sed, sería un placer ir a tomar un té con usted- digo, sonriendo- Ya que yo he elegido el sastre, ¿quiere elegir la cafetería? Estoy convencida de que conocerá más de una de calidad.
Las ayudantes de Taylor terminan de tomar las medidas pertinentes, y una de ellas se va a buscar al sastre, que viene en un segundo, con un libro de cuentas en las manos.
- Me duele estropear un arte como la moda con temas tan banales como el dinero, pero señoritas, deberíamos establecer un precio... El sombrero no lo cobraré si no lo compra, Miss. Jonshon, pero lo debás habría que hablarlo- dice él, con expresión de disculpa.

Tras llegar a un acuerdo económico, sin ningún problema, salimos de la sastrería.

- Claro, conozco varios sitios y uno casualmente queda bastante cerca de aquí. – poco después las ayudantes del sastre concluyeron su trabajo y se fueron a buscarle. Tras hablar sobre el precio de los vestidos y llegar a un acuerdo sin problemas, salimos del lugar volviendo bajo los rayos del cálido sol. Caminamos un rato en silencio hasta que al llegar a un cruce tuve que indicar la dirección. - Por aquí. –dije señalando la calle por la que debíamos ir.- Volviendo al lugar al que iremos… Además de servir un té y unas pastas de bastante calidad suelen dar la oportunidad a jóvenes músicos de tocar, por lo que el ambiente es inmejorable. ¿Os gusta la música, Erzsebeth? –pregunté tratando de imitar la pronunciación de su nombre tal y como la recordaba.

- Por aquí. –dice. La sigo por la calle- Volviendo al lugar al que iremos… Además de servir un té y unas pastas de bastante calidad suelen dar la oportunidad a jóvenes músicos de tocar, por lo que el ambiente es inmejorable. ¿Os gusta la música, Erzsebeth? –sonrío al oír su intento.
- Sí, me gusta la música, pero no soy una entendida en el tema, ni toco ningún instrumento. Tampoco es algo en lo que invertiría mi tiempo de tener más, tengo otras prioridades. Pero escuchar buena música siempre es un placer, ¿hay alguien que no disfrute con el arte?- comento, sonriendo- Bien, será agradable estar en esa cafetería si tan buen ambiente tiene... ¿Usted toca algún instrumento?

- Buena pregunta, ciertamente yo opino igual que vos. El arte es algo... necesario y reconfortante. - Me preguntó si yo tocaba algún instrumento y asentí mientras seguíamos nuestro camino.- Pues sí. Mi madre fue instructora de piano y se encargó de inculcarme la afición por tal instrumento. Llevo tocando el piano prácticamente desde que tengo uso de razón y es la principal de mis aficiones. -comenté sonriente.- ¿Puedo preguntar cuales son esas prioridades? ¿A qué aficiones le dedicáis vuestro tiempo? -pregunté aprovechando el camino para irnos conociendo un poco. Aún tardaríamos unos cinco minutos en llegar a la cafetería y esa me pareció una buena ocupación.

- Buena pregunta, ciertamente yo opino igual que vos. El arte es algo... necesario y reconfortante. Pues sí. Mi madre fue instructora de piano y se encargó de inculcarme la afición por tal instrumento. Llevo tocando el piano prácticamente desde que tengo uso de razón y es la principal de mis aficiones. -asiento.
- En ese caso me gustaría tener alguna vez la ocasión de oíros tocar. El piano es un instrumento precioso.
- ¿Puedo preguntar cuales son esas prioridades? ¿A qué aficiones le dedicáis vuestro tiempo? -pregunta.
- Principalmente, a los libros. Me apasionan, sobre todo, los libros antiguos. Manuscritos en latin de monjes copistas, con su bella caligrafía y sus hermosos dibujos, novelas de siglos pasados, tratados sobre cualquier tema... Los encuentro fascinantes- "sobre todo los que tratan sobre magia, que es otra de mis actividades prioritarias, pero está algo peor visto por la sociedad" pienso, continuando mi frase mentalmente. Supongo que ser bruja me obliga a ocultar verdades... Tal vez por eso me entretenga tanto la compañía de inmortales, con ellos puedo ahorrarme la molestia de omitir frases.- Y también me gusta viajar, aunque hace tiempo que no me muevo de Londres.

Estaba acostumbrada a que la gente dijese que les gustaría oírme tocar el piano al saber que yo practicaba con ese instrumento y, aunque la mayoría de ellos lo decían por simple cortesía, yo siempre me mostraba encantada de tocar para ellos.
- No estoy segura de si tendrán un piano en el local al que vamos, pero de tenerlo prometo tocar un poco. - luego de aquella afirmación, seguida de una sonrisa, escuché su respuesta. Libros, como no. Aunque aquello de los libros antiguos ya era mucho menos común...- Imagino que debe resultar interesante... Yo por mi parte suelo decantarme más por el teatro. Me gusta tanto leerlo, como verlo, pero lo de viajar... no he tenido la suerte de hacerlo. En todos estos años no he abandonado Londres nunca, aunque me encantaría visitar Francia... -dije.- ¿Vos habéis estado allí?