Carta a mi hermana [Erzsebeth]

Sentada en mi escritorio, millones de palabras fluyen en mi mente como un remolino, tengo muchas cosas que contar a mi hermana, tantas cosas que han ocurrido en los últimos seis meses que no he podido escribirle antes.
Cojo una pluma negra, de mi colección personal de plumas para escribir.
Mojo ligeramente la punta en la tinta negra, que hace pequeñas ondas en el líquido.
Entonces, y después de pensarlo mucho, comienzo a escribir.

Querida Erzsebeth:

¿Qué tal estás? ¿Qué tal en Londres? Hace largo tiempo que no escribo ya que mi pobre mente cada día se entrega más al trabajo. Sí, hermana, cada día la brujería me atrapa más y más y caigo en un círculo vicioso. Me encierro en mi habitación hasta altas horas de la madrugada a investigar el gran misterio de la inmortalidad, el cual ya sabes que me interesa de sobremanera. En estos últimos seis meses, que por cierto su duración de 30 días cada uno empiezo a cuestionar, han pasado pocas cosas, pocos avances. ¿Hombres? Ninguno ha caido sobre mis labios y mucho menos sobre mi cama, la cual está tan poco usada que empieza a resultarme inservible, hablándo tanto en temas mundanos como dormir a temas carnales como el acto en ocasiones tan poco ortodoxo, el cual he mencionado antes que es inexistente.
De todas formas mis días no son quizás tan malos como aparentan, y quizás me esté acercando a este misterio que sabes que me enloquece.
De todas formas, tengo pensado dejar de investigar unos días y salir a visitar la hermosa Calais, la cual apenas conozco a pesar de llevar tantos años aquí. De todas formas, tengo pensado hacer un viaje a París, la capital, y por supuesto también a Londres para visitarte.
Espero que esa cascarrabias que tienes como ama de llaves me deje pisar la puerta, y espero contenerme a no echarle ningún encantamiento o maldición.
Sin más, me despido.
Aténtamente

Daphne Harsányi.

Doblo la carta y la meto en un sobre que ha cobrado un color amarillento. Finalmente lo sello y lo envío, a la espera de una respuesta.

[Esto, obviamente, sucede en mi casa de Londres, pero al ser la continuación de este post lo escribiré aquí]

Sentada delante de mi escritorio, sonrío entre dientes leyendo la carta de Daphne. "Me pregunto si conseguirá encontrar la inmortalidad para los humanos... A menudo lo dudo. ¿Es posible conseguir la inmortalidad... sin pagar un alto precio por ello? Los vampiros y los licántropos lo pagan y con creces, aunque muchos no lo noten.
Me alegro de que vaya a salir, sus obsesiones no son buenas... No quiero ni imaginarme lo que pasaría si siguiera más tiempo así. Seguro que más de un día ha olvidado comer... Y no digamos dormir. Necesita relajarse, aunque para eso no es buena idea que venga a Londres, no mientras Priscila siga como mi ama de llaves... Pero bueno, conseguiré salvarla del odio de esa señora inglesa"

Comienzo a escribir mi carta.

Querida Daphne:
Bueno, antes de comenzar con las formalidades propias de la buena educación tales como preguntar por tu estado (formalidades estúpidas, ya que me lo has explicado en tu anterior carta), responderé a tus preguntas. Estoy perfectamente, no me he emparedado viva como has hecho tú, cualquiera diría que pretendes emular a Erzsebeth Bathory, la duquesa sangrienta. Por cierto, sigo sin tener claro si el haber nacido donde murió, y compartir su nombre es un honor o una maldición. El día que te intereses por la magia roja, además de que demostrarás que mi nombre debió ser tuyo, tendré que hacer un viaje de urgencia a Calais para comprobar que no estás poseída. Me alegra que vayas a salir, y espero esa visita. Avisa con antelación, Priscila debe saberlo, o le dará un ataque cuando te vea en la puerta. Es curioso cómo esa mujer te odia por lo que eres, mientras que a mí, aunque me teme, me trata como si tuviera que... Protegerme. Los ingleses son muy curiosos. ¡Y hablando de curiosidades! El otro día me crucé con una licántropa por la calle, cuando volvía de una librería... ¡Qué librería! Deberías ver todos los libros antiguos que había... Pero bueno, que me voy por las ramas. El caso es que la licántropa, llamada Tabata, poco después de conocerme, quiso llamarme "amiga". ¿No crees que es curioso que una inmortal sea tan confiada? Además, parecía emocionada de conocer a una bruja, ¡si vieras cómo reaccionó al verme realizar un hechizo sencillo! Supongo que tal vez pueda presentártela cuando vengas, pero nunca se sabe lo que pasará.
Bueno, en tu carta había otra pregunta, aunque la drigieras a ti misma: "¿hombres?". Me pregunto por qué dabas por hecho que te preguntaría, sabes que no suelo meterme en tus asuntos. Pero como parece interesarte el tema, te aclararé que aunque sigo soltera (¿un marido? No, gracias, sigo recordando a nuestra madre) he tenido amantes... Pero poco importantes, nadie en particular.
Espero que te siente bien salir y viajar, visítame pronto. Esta vez vigilaré a Priscila, te aseguro que no volverá a poner setas venenosas en tu comida... Es una suerte que me aprecie, si no organizaría una quema de brujas sólo para ti, aunque tuviera que convencer a sus antiguos vecinos del pueblo (que aceptarían encantados, la campiña inglesa puede ser muy aburrida, creo que echan de menos los linchamientos). Pero claro, sabe que entonces yo también acabaría en la hoguera... Es muy extraña esa mujer. Pero es una buena ama de llaves, supongo que la conservaré en el puesto... Espero que no se dedique a espantar a mis invitados con extraños rumores.
Recuerdos desde Londres,Guardo la carta en un sobre, lo sello con lacre y lo envío.

Querida Erzsebeth:

Te aseguro que lo único que me posee es el fantasma de la obsesión, que tú bien sabes que siempre anda a mi alrededor estorbando (cualquier día cogeré una pala e intentaré atizarle) pero sabes que ya prácticamente lo tengo de invitado en mi humilde hogar y duerme en el sótano, en la cama más cómoda de toda la casa.
Esa vieja enferma y loca sigue odiándome sin razón alguna, por lo que me has contado. Pero tú bien sabes que lo único que deseo para esa buena mujer es una muerte lenta y dolorosa a mis manos. No la mataré, si no lo deseas, pero le devolveré el favor que casi me hace de intentar envenenarme.
De todas formas, creo que en el fondo (muy en el fondo) le tengo aprecio... no te lo creas, es mentira.
Y respondiendo a otras cosas.... ¡Una licántropa! interesante... nunca me he topado con ningún inmortal (curiosamente me rehuyen, no sé por qué) así que supongo que no le importará que la investigue, si tu me ayudas, claro (sé que no lo harás pero guardo una pequeña esperanza)
No tengo mucho más que decirte, solo que quizás para el mes que viene me tengas en tu casa comiendo de tu comida, bebiendo de tu bebida, gastando tu dinero y acostándome con tus amantes. No te tomes a mal las dos últimas cosas, sobre el dinero ya sabes que tengo mis problemas económicos que no pago ni con mi carne. Y sobre los amantes... me da igual si te lo tomas mal, lo haré de todos modos (ya sabes que te aprecio mucho, hermana).

Creo que no hay más que contar, solo que mañana viene el recaudador de impuestos y no tengo dinero, puedes imaginarte como se lo pagaré.

Muchos recuerdos y una patada a la vieja loca.

Daphne Harsányi

Cuántas cartas en tan poco tiempo y de que cosas me entero (ninguna). Aun así quiero mucho a mi hermana, y espero que no le importe que me pierda por la hermosa Londres.

Estoy sentada en mi pequeño estudio. Llevo demasiado tiempo sin escribirle a mi hermana. Saco mi pluma, preparo el papel secante y comienzo a escribir una carta, escuchando el sonido de la pluma rozando el papel...

Querida Daphne:

Siento haber tardado tanto en escribirte. En compensación, te hablaré sobre unos cuantos inmortales, igual te alegro el día. Pero antes, ¿cómo estás? Espero que tus problemas económicos no hayan acabado contigo, y que no hayas vuelto a sepultarte en vida para investigar... Creeme, se aprende más sobre seres reales saliendo que leyendo. Lo he comprobado. Te mando algo de dinero con la carta. Y ven a visitarme pronto, Priscila está deseando verte (sabes que es mentira, pero aun así deberías venir)

No podré presentarte a la licántropa que conocí, ya que no he vuelto a verla. Sin embargo he conocido a una cazadora, es realmente interesante hablar con ella. Y muy entretenido, ¿sabes que mata a aquellos seres sobrenaturales que hayan cometido asesinatos? Y somos casi "amigas"... Que poco me conoce. Supongo que yo tampoco sé demasiado sobre ella.
También he conocido a unos cuantos vampiros. Olvidando a los del baile que hubo en Versalles (siento no haber pasado a visitarte, no estuve demasiado tiempo en Francia), a dos vampiresas y un vampiro. La primera de ellas la conocí en el Museo Británico, y volví a coincidir con ella en el baile. La segunda es una vampiresa católica que no bebe sangre de humanos... Curioso, ¿no crees? No creo que haya muchas más como ella. Y él... Él es un vampiro al que conocí en un baile. Es interesante charlar con él, y me cae bien... ¡Pero me debe varios tragos de mi sangre! Se atrevió a morderme, estuve con las marcas de sus colmillos en el cuello durante bastante tiempo. Y no, no vas a poder experimentar conmigo, hermana, y los mordiscos de vampiro no producen efectos secundarios. Pero seguro que te interesa, así que hablaré contigo sobre ello cuando vengas.

Oh, casi lo olvido... Fui a Italia y me encontré con Lenore, creo que te la presenté en una ocasión, esa bruja de clase alta, con tanto ego como belleza, la amiga que hice durante mi estancia en Venecia. Dijo que espera verte pronto. Deberías escribirle alguna carta.

Cuídate, espero que tengas suficiente por ahora con este dinero.

Erzsebeth Harsányi

Sonrío mientras firmo mi carta. La doblo, tras usar el papel secante para que la tinta no se corra, y la introduzco en el sobre. Dejo caer sobre él unas gotas de lacre morado.
"Recuerdos, hermana... Espero que te vaya bien"