Fiesta de Navidad en el Château de Versailles

por **Kory Bouguereau** Dom Sep 19, 2010 7:33 pm

Recuerdo del primer mensaje :

En orden:
Kory Bouguereau
Amanda
[?]Emeraude Van den Heede
Erzsebeth Harsányi
Leonardo Rousseau
[?]Temperance Kiddo
Alma Dupont
[?]Lorette Gheraldini
[?]Luca Andreini
Catalina León
Kassandra

Para alguna modificación hazlo saber AQUÍ
(Y si por algún motivo alguien tarda demasiado tomará turno el siguiente.)

Fiesta de Navidad en el Château de Versailles - Página 2 Versalles

Llevaba rondándome la cabeza el tema de la Fiesta de Navidad día sí y día también, no supe si ir o no hasta la noche anterior, que cogí el primer barco que me llevaría hacia Francia, dejé como siempre a Roger cuidando de Lancaster, algún día me gustaría que me acompañase en uno de mis viajes, bueno…otra vez será.

La invitación de la fiesta no era lo más importante, muchos de los que asistían a ese tipo de fiestas se colaban, era curioso porque te podías cruzar con un carpintero, o una costurera que nada malo ocurría.

Desde la Revolución Francesa la situación se había calmado considerablemente, el Palacio de Versalles había sido tomado por el pueblo, eso sí es cierto, de todas maneras se seguían celebrando las fiestas allí, pero debo decir que no volvería a ser el mismo Palacio que en tiempos de Luis XIV, quizá por lo que antes he mencionado, ahora los altos burgueses se codeaban con los mandatarios, se congregaban personalidades de la alta aristocracia, caballeros con título, marqueses, condes, hasta lo más bajo de la sociedad francesa y del extranjero. No estoy diciendo que sea malo, hay una gran diversidad y eso nunca es malo.

Una vez que fue proclamado Napoleón como Emperador Francés, las inestabilidades sociales se fueron solventado poco a poco, quizá esa noche el Señor Bonaparte se dignaba a hacer acto de presencia, sería un gusto, personalmente.

La fiesta empezaba a las 21:00, todo el camino hasta el Palacio estaba decorado con todo lujo de detalles, tanto esculturas neoclásicas, como por bellísimas flores.
¡Los jardines! No habría palabras para describir cómo estaban esa noche, la nieve le daba un aspecto de ensueño.

Me había puesto lo más reluciente y espectacular que pude para no desentonar entre tanta pomposidad, el vestido que me había puesto era el que me había regalado Leonardo, era burdeos y negro, una delicia.
Al llegar a la fachada principal me bajé del carruaje con la ayuda del cochero. –Muchas gracias.- sonreí a todo el mundo y comencé a subir los escalones con cuidado de no resbalarme con la leve capa de hielo que se había formado.

por **Leonardo Rousseau** Dom Dic 26, 2010 3:21 am

[b]Alma….aun me costaba olvidar la noche que pase en su lecho, me pregunte a qué venía si nombre a mi cabeza ahora, apenas habíamos cruzado palabra. Caí entonces en cuenta de que había sido muy frio con mi “querida”. Bueno, ella ya sabía cómo podía ser a veces…
Estaba algo distraído, la fiesta me parecía algo distante y externo a mí, había perdido el norte. Acudí a aquel superficial escenario para conocer mejor a la persona que tan amablemente me había invitado. Kory Borgereau. Pero al parecer ella estaba algo ocupada y realmente poca intimidad podríamos tener, cuando alguien se ve rodeado de más personas tiende a ser políticamente correcto y yo no quería conocer esa parte de ella, ya la había visto. Así que era inútil intentar algo en aquellas circunstancias…Decidí aplacar un poco la sed de mi garganta así que volví a entrar en el salón, busque a mi rubia de ojos huracanados, con cuidado de no toparme con mi particular y pequeño incordio, la cual también había acudido, y me acerque a ella para distraerme un rato.

-No esperaba veros aquí madeimoselle, desde cuando acuden las viudas a fiestas tan sonadas como estas?-Dije susurrando en su oído para que quedase entre nosotros.

por **Alma Dupont** Dom Dic 26, 2010 9:33 pm

-No esperaba veros aquí madeimoselle, desde cuando acuden las viudas a fiestas tan sonadas como estas?- Me giré de inmediato, para observar al hombre, que detuvo mis empeños por saciar el hambre. El maldito bastardo, que también frenó mi intento de suicidio, impidiendo mi muerte. Y todo... todo... para matarme él mismo; entre las sábanas de mi cama. Recordar como me ató al cabecero, me produjo un terrible dolor de cabeza. Pero... ¿Quién diablos se creía? ¿Con qué derecho? Deseé descuartizarle, en mil cachitos... comerme sus entrañas...

-Desde... que dejan entrar a los petimetres - dije sonriente, mientras me metía un canapé en la boca. Cerré los ojos saboreando el dulce caviar en el paladar. Y, con la mayor naturalidad del mundo, me di la vuelta, en busca de otro aperitivo -¿Queréis? - ante sus ojos quedó un pequeño canapé de salmón, que enseguida aparté, bajo un gesto burlón de sorpresa - ¡Ah! No... que vos no coméis... canapés - volví a reír con sorna. No... el desvergonzado prefería chupitos de sangre espesa e intensa como el carmín -Me sorprende veros aquí, tanto como vos a mí - mi mente calenturienta empezó a maquinar, a ritmo vertiginoso. Alcé una ceja, observando su figura con sonrisa trémula -Y yo pensando... que os había dejado en algún cajón olvidado de mi cómoda - negué con la la cabeza falsamente decepcionada y haciendo un pequeño ruido con la boca, apoyando tal negativa.

-Creo que... - dije obviando su rostro con gran descaro, mirando a ambos lados -daré otra vuelta - fijé la mirada de nuevo en sus ojos, para acercarme a él y susurrarle una última cosa al oído -Si me disculpas... - acaricié la parte inferior de su cuerpo por encima del pantalón, palpando al culpable de mis alegrías o de mis desgracias. En ese instante, no estuve segura... Y tapé la irrupción en aquel templo, con ayuda de mi cuerpo, para que nadie pudiese verlo, salvo nosotros. En su caso... sentirlo -Tengo mejores cosas que hacer, que hablar con un petimetre... -