Ayudando a los enfermos. {Libre}
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Ayudando a los enfermos. {Libre}
Aquella mañana, mi madre, mi tata Mary y yo, salimos temprano hacia el hospital, como muchas mañanas, para poder consolar a los familiares y curar a los enfermos, siempre ocultando nuestra magia para que nadie nos descubriera. Por supuesto, mi padre estaba ausente, así que nos fue fácil salir de la casa sin escusas.
Pasábamos por las habitaciones, aliviando los dolores de los que más sufrían. Lentamente, comenzaba a sentirme mal, me comenzaba a marear por momentos. Trataba de disimular mi sufrimiento, pues nadie debía saber lo que me sucedía.
Entramos en la habitación de un niño enfermo de tuberculosis. La madre, una joven viuda de no más de 25 años, abrazó a mi madre llorando, rogando por la vida de su pequeño, que parecía estar en las últimas.
Ciega de compasión y pena, me acerqué al camastro del niño, comenzando a sentir que los pulmones me abrasaban. Un golpe de tos subió por mi garganta, trataba de contenerlo. No podía resistirlo más, la garganta me picaba y quemaba. Me llevé la mano a la boca para tapármela y tosí con fuerza; bajé la mirada a mi mano "Sangre..." pensé, mirando mi mano temblorosa. Comenzaba a sentir los síntomas que tenía el niño.
-Cuánto polvo... -dije mientras, disimuladamente, me limpiaba la mano en mi capa oscura. Mi madre, que me había mirado por un momento preocupada, asintió y se llevó a la joven madre del pequeño a un banco para tratar de tranquilizarla.
Mary y yo nos pusimos a ambos lados de la cama del niño. Posé mis manos, delicadamente, sobre el pecho del niño, mientras mi tata le acariciaba suavemente la cabeza para tranquilizarlo. Murmuré un hechizo de curación, apenas audible entre el llanto de la mujer y los quejidos del niño, mientras gotas de sudor comenzaban a brotar de mi frente, pese a no hacer calor en aquella habitación; comenzaba a tener fiebre.
Pasábamos por las habitaciones, aliviando los dolores de los que más sufrían. Lentamente, comenzaba a sentirme mal, me comenzaba a marear por momentos. Trataba de disimular mi sufrimiento, pues nadie debía saber lo que me sucedía.
Entramos en la habitación de un niño enfermo de tuberculosis. La madre, una joven viuda de no más de 25 años, abrazó a mi madre llorando, rogando por la vida de su pequeño, que parecía estar en las últimas.
Ciega de compasión y pena, me acerqué al camastro del niño, comenzando a sentir que los pulmones me abrasaban. Un golpe de tos subió por mi garganta, trataba de contenerlo. No podía resistirlo más, la garganta me picaba y quemaba. Me llevé la mano a la boca para tapármela y tosí con fuerza; bajé la mirada a mi mano "Sangre..." pensé, mirando mi mano temblorosa. Comenzaba a sentir los síntomas que tenía el niño.
-Cuánto polvo... -dije mientras, disimuladamente, me limpiaba la mano en mi capa oscura. Mi madre, que me había mirado por un momento preocupada, asintió y se llevó a la joven madre del pequeño a un banco para tratar de tranquilizarla.
Mary y yo nos pusimos a ambos lados de la cama del niño. Posé mis manos, delicadamente, sobre el pecho del niño, mientras mi tata le acariciaba suavemente la cabeza para tranquilizarlo. Murmuré un hechizo de curación, apenas audible entre el llanto de la mujer y los quejidos del niño, mientras gotas de sudor comenzaban a brotar de mi frente, pese a no hacer calor en aquella habitación; comenzaba a tener fiebre.
Emily Stoner- Bruja - Clase Alta
- Mensajes : 31
Fecha de inscripción : 13/11/2010
Edad : 34
Re: Ayudando a los enfermos. {Libre}
Había ido al hospital a buscar nuevas medicinas para mi abuela, no tenía ni idea del porque lo tenía que hacer, se suponía que tendrían que calmarle los dolores pero no lo hacían, al contrario la estaban debilitando cada vez más. Mi abuela era demasiado terca, tanto Adara como mi abu fantasma, no me dejaban ayudarla con su enfermedad, no podía curarla del todo porque entonces terminaría con mi vida, pero deseaba ayudarla a estar más o menos bien. Pero dolía demasiado lo que tuviese mi abuela y no me dejaban sufrir tanto.
Suspiré con la mirada decaída, deprimida al pensar en lo fácil que le era a la muerte llevarse tantas personas. Por mucho que quisieran evitarlo, siempre venía a por ellos. Nadie se libraba de esa oscura sombra.
Como siempre que salía de casa, Markus, un fantasma ligado a ella desde joven, la acompañaba, era como su guardaespaldas y amigo. No hacía falta que se lo ordenasen Gail y mi abuela, él ya venía conmigo, me gustase o no.
En lugares como aquí era de gran ayuda, había demasiados fantasmas en los hospitales, fantasmas que algunos estaban aturdidos y no sabían que había pasado con ellos. Yo intentaba acercarme a ellos cuando estaban al lado de su cuerpo, haciendo que me estaba despidiendo de ellos. Pero a veces eso era imposible, y Markus hablaba con ellos, diciéndoles que yo podía ayudarles fuera de aquí, solamente tenían que esperar a que estuvieramos solos y alejados de aquí.
Paseábamos por donde estaba la gente enferma de tuberculosis, esa zona que mis abuelas me tenían prohibida, eso era lo peor de mis poderes, no podía curar a las personas que más lo necesitaban ya que mientras lo hacía sentía lo mismo y más fuerte que ellos.
- Lady Abby, debemos de salir de aquí. Vos no puedes estar aquí. Vuestra abuela Gail se enojará conmigo si no vas a casa sana y salva. - dijo Markus en voz alta, sabiendo que solo yo lo escucharía.
- Solo va a ser un momento, Markus. Estaré bien - susurró muy bajito, con temor a que alguien la escuchase hablar sola. Pero sus palabras eran mentira, era empática y no me hacía falta tocar a alguien para sentir su enfermedad. Me estaba debilitando muy lentamente, usando gran parte de mi magia para mantenerme serena y recta.
En medio del pasillo, vi a una mujer llorando a lágrima viva, acompañada a otra que parecía de mi clase, sus vestidos eran caros y elegantes, contrarrestando con los de la otra mujer que eran humildes, fruncí el ceño al ver la escena muy rara. Bajé la cabeza por si me reconocían, era de la aristocracia y nosotros no solíamos venir por hospitales y mucho menos acercarnos tanto a los enfermos. - Abigail. No se os ocurra entrar. - Aún así era demasiada la curiosidad que tenía por saber quien estaba dentro, haciendo caso omiso a Markus me acerqué hasta la puerta de la habitación con paso sigiloso, suspirando algo aliviada al ver que las señoras no me habían visto.
- Disculpen ladys, ¿puedo ayudaros en algo? -Sería novata como bruja, pero sabía que lo que estaban haciendo allí no era consolar al niño enfermo, estaban en la misma posición que solía ponerme yo cuando ayudaba a mi abuela con los dolores. - Siento la intromisión, prometo guardar el secreto - Miró a la joven dama, parecía igual de enferma y le sonaba de ver en algún lugar. Era algo "bueno" en algunos momentos ser de la aristocracia, era un mundo pequeño donde se conocían las caras de todos, si tenías buena memoria.
Suspiré con la mirada decaída, deprimida al pensar en lo fácil que le era a la muerte llevarse tantas personas. Por mucho que quisieran evitarlo, siempre venía a por ellos. Nadie se libraba de esa oscura sombra.
Como siempre que salía de casa, Markus, un fantasma ligado a ella desde joven, la acompañaba, era como su guardaespaldas y amigo. No hacía falta que se lo ordenasen Gail y mi abuela, él ya venía conmigo, me gustase o no.
En lugares como aquí era de gran ayuda, había demasiados fantasmas en los hospitales, fantasmas que algunos estaban aturdidos y no sabían que había pasado con ellos. Yo intentaba acercarme a ellos cuando estaban al lado de su cuerpo, haciendo que me estaba despidiendo de ellos. Pero a veces eso era imposible, y Markus hablaba con ellos, diciéndoles que yo podía ayudarles fuera de aquí, solamente tenían que esperar a que estuvieramos solos y alejados de aquí.
Paseábamos por donde estaba la gente enferma de tuberculosis, esa zona que mis abuelas me tenían prohibida, eso era lo peor de mis poderes, no podía curar a las personas que más lo necesitaban ya que mientras lo hacía sentía lo mismo y más fuerte que ellos.
- Lady Abby, debemos de salir de aquí. Vos no puedes estar aquí. Vuestra abuela Gail se enojará conmigo si no vas a casa sana y salva. - dijo Markus en voz alta, sabiendo que solo yo lo escucharía.
- Solo va a ser un momento, Markus. Estaré bien - susurró muy bajito, con temor a que alguien la escuchase hablar sola. Pero sus palabras eran mentira, era empática y no me hacía falta tocar a alguien para sentir su enfermedad. Me estaba debilitando muy lentamente, usando gran parte de mi magia para mantenerme serena y recta.
En medio del pasillo, vi a una mujer llorando a lágrima viva, acompañada a otra que parecía de mi clase, sus vestidos eran caros y elegantes, contrarrestando con los de la otra mujer que eran humildes, fruncí el ceño al ver la escena muy rara. Bajé la cabeza por si me reconocían, era de la aristocracia y nosotros no solíamos venir por hospitales y mucho menos acercarnos tanto a los enfermos. - Abigail. No se os ocurra entrar. - Aún así era demasiada la curiosidad que tenía por saber quien estaba dentro, haciendo caso omiso a Markus me acerqué hasta la puerta de la habitación con paso sigiloso, suspirando algo aliviada al ver que las señoras no me habían visto.
- Disculpen ladys, ¿puedo ayudaros en algo? -Sería novata como bruja, pero sabía que lo que estaban haciendo allí no era consolar al niño enfermo, estaban en la misma posición que solía ponerme yo cuando ayudaba a mi abuela con los dolores. - Siento la intromisión, prometo guardar el secreto - Miró a la joven dama, parecía igual de enferma y le sonaba de ver en algún lugar. Era algo "bueno" en algunos momentos ser de la aristocracia, era un mundo pequeño donde se conocían las caras de todos, si tenías buena memoria.
Abigail S. Mathew- Bruja - Clase Alta
- Mensajes : 12
Fecha de inscripción : 08/12/2010
Edad : 35
Re: Ayudando a los enfermos. {Libre}
Una voz a mis espaldas me distrajo y me giré, deteniendo la curación en el acto.
Estaba tan nerviosa que no podía articular palabra.
-Mary, por favor, ¿podéis acompañar a mi madre? Yo hablaré con la señorita... -dije, sentándome en un banco que había frente a la cama.
Mi "tata", tras dudar un instante si dejarme sola o no, salió de la habitación.
-Perdonad, pero no sé a qué secreto os referís, mi lady...
Llevaba un pañuelo que me cubría el pelo rojo, así que me resultaba extraño que pudiera deducir que era una bruja... A no ser que ella también lo fuese.
La miré atentamente, su rostro me resultaba familiar... "posiblemente hemos coincidido en alguna fiesta", pensé al ver sus ropas de aristócrata.
-Disculpad... ¿nos conocemos? -le pregunté, sin lograr reconocerla del todo.
Estaba tan nerviosa que no podía articular palabra.
-Mary, por favor, ¿podéis acompañar a mi madre? Yo hablaré con la señorita... -dije, sentándome en un banco que había frente a la cama.
Mi "tata", tras dudar un instante si dejarme sola o no, salió de la habitación.
-Perdonad, pero no sé a qué secreto os referís, mi lady...
Llevaba un pañuelo que me cubría el pelo rojo, así que me resultaba extraño que pudiera deducir que era una bruja... A no ser que ella también lo fuese.
La miré atentamente, su rostro me resultaba familiar... "posiblemente hemos coincidido en alguna fiesta", pensé al ver sus ropas de aristócrata.
-Disculpad... ¿nos conocemos? -le pregunté, sin lograr reconocerla del todo.
Emily Stoner- Bruja - Clase Alta
- Mensajes : 31
Fecha de inscripción : 13/11/2010
Edad : 34
Re: Ayudando a los enfermos. {Libre}
No hice ningún caso a Markus que seguía diciendo sin parar que me alejase de allí y regresara a casa, a un lugar a salvo con mis abuelas. Pero no quería, mi curiosidad era muy grande y necesitaba saber si mi instinto o no estaba en lo cierto. Caminé hasta ellos, quedándome a unos pasos de distancia de la cama del niño, mirando a la joven que estaba pálida. - No quería molestar... El niño os necesita - miré preocupada al pequeño acostado en la cama, como volvía a sentir los dolores de la enfermedad.
Por unos segundos me costó respirar, el tiempo que perdí fuerza en mi magia, era demasiado novata con ella y ni la controlaba bien ni se mantenía siempre conmigo, mis abuelas aún la retenían, no la tendría conmigo del todo hasta que mi abuela muriese, y esperaba que eso fuera muy tarde. - Creo que vos sois igual que yo. - Lo había dicho así por si alguien nos escuchaba hablar, en oídos de otra persona sonaría a que ambas eran de la misma clase, pero no me refería a eso, si no a su condición de brujas. - Soy Abigail Saint Mathew, ¿y vos sois...? - la miré con una ligera sonrisa, esperando su contestación
Por unos segundos me costó respirar, el tiempo que perdí fuerza en mi magia, era demasiado novata con ella y ni la controlaba bien ni se mantenía siempre conmigo, mis abuelas aún la retenían, no la tendría conmigo del todo hasta que mi abuela muriese, y esperaba que eso fuera muy tarde. - Creo que vos sois igual que yo. - Lo había dicho así por si alguien nos escuchaba hablar, en oídos de otra persona sonaría a que ambas eran de la misma clase, pero no me refería a eso, si no a su condición de brujas. - Soy Abigail Saint Mathew, ¿y vos sois...? - la miré con una ligera sonrisa, esperando su contestación
Abigail S. Mathew- Bruja - Clase Alta
- Mensajes : 12
Fecha de inscripción : 08/12/2010
Edad : 35
Re: Ayudando a los enfermos. {Libre}
Poco a poco iba recuperando mi energía, pero aún no podía hacer nada para curar al niño. Sería inútil, pues no lograría curarlo del todo y acabaría muriendo por malgastar mis poderes. "Tiene razón. El niño me necesita", pensé, levantándome de mi sitio y caminando hacia él, aún débil.
-Sí. Creo que somos las dos iguales... -dije, pensando en lo mismo que ella, pues había algo en mí que me decía que ella era una bruja como yo.
Puse las manos sobre el pecho del niño, curándolo con mi magia, intentando que nadie a mi espalda se diera cuenta.
-Un placer, lady Abigail... Soy Emily Stoner. -me presenté.
De nuevo, comenzaba a sentirme mal; pero trataba de resistir. Debía hacerlo por el niño.
-Sí. Creo que somos las dos iguales... -dije, pensando en lo mismo que ella, pues había algo en mí que me decía que ella era una bruja como yo.
Puse las manos sobre el pecho del niño, curándolo con mi magia, intentando que nadie a mi espalda se diera cuenta.
-Un placer, lady Abigail... Soy Emily Stoner. -me presenté.
De nuevo, comenzaba a sentirme mal; pero trataba de resistir. Debía hacerlo por el niño.
Emily Stoner- Bruja - Clase Alta
- Mensajes : 31
Fecha de inscripción : 13/11/2010
Edad : 34
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