Fiesta en el museo [Libre]
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Fiesta en el museo [Libre]
Con motivo de la inauguración de una nueva exposición sobre pintores ingleses de todo el siglo anterior, el museo había decidido organizar un evento para los grandes inversores, gente de la alta sociedad, del mundo del arte y unos pocos afortunados más. Quién debería haber acudido a dicho evento era mi padre, pero andaba de lo más ocupado últimamente con sus negocios, así que terminó pasándome la papeleta a mí.
Tras lavarme y perfumar mi cuerpo me vestí con uno de mis vestidos más bonitos, ligeros y elegantes y peiné mis cabellos en un moño bajo. El evento al que iba a asistir podría estar plagado de jóvenes de mi estatus y nivel y mis padres habían insistido en que debía acudir y relacionarme con cuantos hombres casaderos hubiera. Empezaba a sentir una tremenda presión sobre mis hombros debido a que su única preocupación en los últimos meses parecía ser el hecho de que encontrase un marido cuanto antes. Yo nunca me había visto como una esposa abnegada como lo era mi madre y, aunque había aceptado su sugerencia como una buena opción para salir de casa, no pensaba hacerles ningún caso. Iría al museo y me divertiría sin más. A fin de cuentas, ellos no acudirían y no tendrían forma de saber que les había desobedecido.
Cosa de una hora más tarde llegaba al museo de Londres y traspasaba las puertas. En la recepción varias personas se saludaban y algunos empleados se movían por la sala instando a la gente a que pasase a la siguiente sala. Cogí uno de los folletos que había en una de las mesas y en el que se informaba de las principales obras expuestas y me quedé leyéndola cerca de la puerta.
Tras lavarme y perfumar mi cuerpo me vestí con uno de mis vestidos más bonitos, ligeros y elegantes y peiné mis cabellos en un moño bajo. El evento al que iba a asistir podría estar plagado de jóvenes de mi estatus y nivel y mis padres habían insistido en que debía acudir y relacionarme con cuantos hombres casaderos hubiera. Empezaba a sentir una tremenda presión sobre mis hombros debido a que su única preocupación en los últimos meses parecía ser el hecho de que encontrase un marido cuanto antes. Yo nunca me había visto como una esposa abnegada como lo era mi madre y, aunque había aceptado su sugerencia como una buena opción para salir de casa, no pensaba hacerles ningún caso. Iría al museo y me divertiría sin más. A fin de cuentas, ellos no acudirían y no tendrían forma de saber que les había desobedecido.
Cosa de una hora más tarde llegaba al museo de Londres y traspasaba las puertas. En la recepción varias personas se saludaban y algunos empleados se movían por la sala instando a la gente a que pasase a la siguiente sala. Cogí uno de los folletos que había en una de las mesas y en el que se informaba de las principales obras expuestas y me quedé leyéndola cerca de la puerta.
Vanessa Jonhson- Humano - Clase Alta
- Mensajes : 266
Fecha de inscripción : 01/09/2010
Edad : 34
Re: Fiesta en el museo [Libre]
"Querida Erzébet:
Te mando una invitación para la fiesta de inauguración de la nueva exposición del museo, dentro de una semana. Sé que no la rechazarás, no es una biblioteca, pero la literatura no es el único arte que te interesa, ¿me equivoco? Cuento contigo para acompañarme al evento. No tengo tiempo para escribir mucho más, espero que podamos hablar tranquilamente allí...
Tuyo,
P.D.: Será un placer volver a verte. Siento lo frívola que resulta la carta."
Sonrío al leer la cuidada letra del joven noble. Instintivamente la he leído mentalmente con su voz, imaginándolo con su particular sonrisa de medio lado y su tono insinuante. Saco del sobre la invitación. Interesante, sin duda. Tanto el evento en sí como la compañía. Y hace tiempo que no veo a Arthur Castlefield. Escribo unas breves líneas para confirmar mi asistencia y paso al resto de las cartas.
_____________________________________________________________________
- Tan hermosa como siempre, Erzébet- dice el Lord, cuando bajo a mi vestíbulo, donde me estaba esperando. Me besa una mano, cortés, mientras sus ojos recorren mi cuerpo.
Llevo un vestido rojo, de mis favoritos. Como en casi todos los que visto, el escote y las cortas mangas dejan a la vista mis hombros. El corset, más oscuro, tiene algunos encajes de tela negra decorándolo.
Sonrío, mirando al atractivo joven, elegantemente vestido. Uno de mis amantes favoritos, sin duda. Además, hace el esfuerzo de pronunciar y escribir bien mi nombre.
- Y vos igual de halagador, Arthur, ¿nos vamos?
Un rato después, bajo del coche de caballos del Lord, y acompañada por él, entro en el museo. Como de costumbre, recorro los asistentes con la mirada, buscando brujas, inmortales, enemigos o...
- ¡Vanessa! Qué sorpresa encontraros aquí- saludo a la joven, al verla leyendo un folleto sobre la exposición. Me acerco a ella, seguida por Arthur.
(Off: sí, lo sé, antes te hablaba de usted y ahora de vos xD Pero hablarte de usted mientras le hablo a él de vos se me haría raro, hablarle de usted también se me haría raro... Y la otra vez no usé el vos porque, supuestamente, ya se estaba dejando de usar en el s. XIX. Pero, ¿qué más da? Supuestamente hablamos en inglés xD)
Te mando una invitación para la fiesta de inauguración de la nueva exposición del museo, dentro de una semana. Sé que no la rechazarás, no es una biblioteca, pero la literatura no es el único arte que te interesa, ¿me equivoco? Cuento contigo para acompañarme al evento. No tengo tiempo para escribir mucho más, espero que podamos hablar tranquilamente allí...
Tuyo,
Lord Castlefield
P.D.: Será un placer volver a verte. Siento lo frívola que resulta la carta."
Sonrío al leer la cuidada letra del joven noble. Instintivamente la he leído mentalmente con su voz, imaginándolo con su particular sonrisa de medio lado y su tono insinuante. Saco del sobre la invitación. Interesante, sin duda. Tanto el evento en sí como la compañía. Y hace tiempo que no veo a Arthur Castlefield. Escribo unas breves líneas para confirmar mi asistencia y paso al resto de las cartas.
_____________________________________________________________________
- Tan hermosa como siempre, Erzébet- dice el Lord, cuando bajo a mi vestíbulo, donde me estaba esperando. Me besa una mano, cortés, mientras sus ojos recorren mi cuerpo.
Llevo un vestido rojo, de mis favoritos. Como en casi todos los que visto, el escote y las cortas mangas dejan a la vista mis hombros. El corset, más oscuro, tiene algunos encajes de tela negra decorándolo.
Sonrío, mirando al atractivo joven, elegantemente vestido. Uno de mis amantes favoritos, sin duda. Además, hace el esfuerzo de pronunciar y escribir bien mi nombre.
- Y vos igual de halagador, Arthur, ¿nos vamos?
Un rato después, bajo del coche de caballos del Lord, y acompañada por él, entro en el museo. Como de costumbre, recorro los asistentes con la mirada, buscando brujas, inmortales, enemigos o...
- ¡Vanessa! Qué sorpresa encontraros aquí- saludo a la joven, al verla leyendo un folleto sobre la exposición. Me acerco a ella, seguida por Arthur.
(Off: sí, lo sé, antes te hablaba de usted y ahora de vos xD Pero hablarte de usted mientras le hablo a él de vos se me haría raro, hablarle de usted también se me haría raro... Y la otra vez no usé el vos porque, supuestamente, ya se estaba dejando de usar en el s. XIX. Pero, ¿qué más da? Supuestamente hablamos en inglés xD)
Erzsebeth Harsányi- Bruja - Clase Media
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Fecha de inscripción : 10/07/2010
Edad : 41
Re: Fiesta en el museo [Libre]
Aquello era una selva y yo la pantera acechando tras la espesura, dispuesta a tirarme sobre el cuello del pobre idiota que se me antojara. Mis exigencias no eran demasiado elevadas. El requisito mínimo era ser millonario y un crédulo. Lo demás daba igual. Que fuese alto o canijo, delgado o corpulento, melenudo, con barba... No era importante. Cuanto más viejo mejor. Menos sospechas y escasas posibilidades de elucubrar tras su muerte.
¿Y que mejor lugar para cazar, que una fiesta llena de compradores e inversores? Es lo que tiene el arte, que mueve mucho dinero.
Puse en funcionamiento la mirada, a lo largo de toda mi periferia para echar un ojo al género. Los tratantes examinaban la mercancía al mismo tiempo, formándose así una cadena de alimentación en la que yo, era la fiera número uno, ellos los corderos y los cuadros la fauna selvática, que poco interesaba a mi mandíbula carnívora.
El primer candidato tendría unos cuarenta años y no paraba de hablar de cifras con dos caballeros. Los números bailaban por todas partes, en las infinitas conversaciones, tan largas como las mismas cifras que repetían una y otra vez. Pero llevaba anillo de casado Descartado... - murmuré alejándome de allí.
¿Y ese otro miserable? Alcé la vista para dirigirme al nuevo candidato. Muy joven. Unos veinte años. Me llevé un dedo a la boca con interés y logré verle el rostro con mayor detalle, cuando una dama se apartó. Ojos verdes denota desconfianza. Se que he dicho que no soy exigente en cuanto al aspecto. Pero necesito un necio que no me meta la puñalada cuando menos me lo espere. Descartado también.
Tenía una sed terrible, con tanto ajetreo, danzando de un lado a otro sin descanso. Así que tomé una copa de champán y puse la mira en un nuevo caballero. Esta vez, sin anillo. No muy joven. Ojos marrones ¿Caramelo? Poco hablador. Me dio la risa floja cuando le vi tan nervioso entre tanto ricachón. Pero enseguida mi semblante se disolvió bajo la máscara de la apatía; pues una mujer, bien entrada en la vejez, le acompañaba. ¿Su madre? Suspiré agotada. No podía ser... No quiero a una bruja que controle todo lo que hace y dice su querido retoño. Tanto que le acompañe a todas las fiestas ¿Viviría con ella? Patético... Sería mi sombra y posiblemente odiase a todas las mujeres que quisiesen atrapar a su hijo. Lo digo porque, miró con desazón a una dama muy interesada, que se cruzó con él. ¿Cuanto le quedaría a la vieja de vida? -Algunas mujeres deberían de estar muertas... - murmuré aquel pensamiento en alto, con un tono lleno de rencor. La maldad siempre nació de la feminidad ¿Por qué? Muy simple: porque podemos.
¿Y que mejor lugar para cazar, que una fiesta llena de compradores e inversores? Es lo que tiene el arte, que mueve mucho dinero.
Puse en funcionamiento la mirada, a lo largo de toda mi periferia para echar un ojo al género. Los tratantes examinaban la mercancía al mismo tiempo, formándose así una cadena de alimentación en la que yo, era la fiera número uno, ellos los corderos y los cuadros la fauna selvática, que poco interesaba a mi mandíbula carnívora.
El primer candidato tendría unos cuarenta años y no paraba de hablar de cifras con dos caballeros. Los números bailaban por todas partes, en las infinitas conversaciones, tan largas como las mismas cifras que repetían una y otra vez. Pero llevaba anillo de casado Descartado... - murmuré alejándome de allí.
¿Y ese otro miserable? Alcé la vista para dirigirme al nuevo candidato. Muy joven. Unos veinte años. Me llevé un dedo a la boca con interés y logré verle el rostro con mayor detalle, cuando una dama se apartó. Ojos verdes denota desconfianza. Se que he dicho que no soy exigente en cuanto al aspecto. Pero necesito un necio que no me meta la puñalada cuando menos me lo espere. Descartado también.
Tenía una sed terrible, con tanto ajetreo, danzando de un lado a otro sin descanso. Así que tomé una copa de champán y puse la mira en un nuevo caballero. Esta vez, sin anillo. No muy joven. Ojos marrones ¿Caramelo? Poco hablador. Me dio la risa floja cuando le vi tan nervioso entre tanto ricachón. Pero enseguida mi semblante se disolvió bajo la máscara de la apatía; pues una mujer, bien entrada en la vejez, le acompañaba. ¿Su madre? Suspiré agotada. No podía ser... No quiero a una bruja que controle todo lo que hace y dice su querido retoño. Tanto que le acompañe a todas las fiestas ¿Viviría con ella? Patético... Sería mi sombra y posiblemente odiase a todas las mujeres que quisiesen atrapar a su hijo. Lo digo porque, miró con desazón a una dama muy interesada, que se cruzó con él. ¿Cuanto le quedaría a la vieja de vida? -Algunas mujeres deberían de estar muertas... - murmuré aquel pensamiento en alto, con un tono lleno de rencor. La maldad siempre nació de la feminidad ¿Por qué? Muy simple: porque podemos.
Alma Dupont- Humano - Clase Alta
- Mensajes : 454
Fecha de inscripción : 02/09/2010
Edad : 36
Re: Fiesta en el museo [Libre]
La exposición parecía realmente buena. Había obras de Hogarth, Gainsborough, Reynolds... Desde luego el museo había hecho una impresionante inversión y parecía querer asegurarse su popularidad a tenor de todas las personas importantes que se estaban dando cita en la inauguración. Me encontraba aún revisando el folleto sobre la exposición cuando una voz familiar me hizo alzar la vista. Sonreí al cruzar mi mirada con la señorita Harsányi.
- ¡Erzsebeth! Vaya, me alegro de volver a veros. -dije aún sonriendo cuando ella y su acompañante se acercaron a dónde me encontraba.- No sé como no imaginé que os encontraría en este evento. Teniendo en cuenta que me hablastéis de vuestro interés por el arte... - en ese momento me fijé en su atuendo y, de paso, en su acompañante. Era bastante apuesto y desde luego parecía un lord o al menos de muy buena familia.- Me encanta vuestro vestido. Os queda increíblemente bien. -la halagué.- ¿Quién es vuestro acompañante?
Off: Jajaja, muy cierto. Además, creo que en inglés no existía diferencia entre el vos y el usted (aunque igual me equivoco...)
- ¡Erzsebeth! Vaya, me alegro de volver a veros. -dije aún sonriendo cuando ella y su acompañante se acercaron a dónde me encontraba.- No sé como no imaginé que os encontraría en este evento. Teniendo en cuenta que me hablastéis de vuestro interés por el arte... - en ese momento me fijé en su atuendo y, de paso, en su acompañante. Era bastante apuesto y desde luego parecía un lord o al menos de muy buena familia.- Me encanta vuestro vestido. Os queda increíblemente bien. -la halagué.- ¿Quién es vuestro acompañante?
Off: Jajaja, muy cierto. Además, creo que en inglés no existía diferencia entre el vos y el usted (aunque igual me equivoco...)
Vanessa Jonhson- Humano - Clase Alta
- Mensajes : 266
Fecha de inscripción : 01/09/2010
Edad : 34
Re: Fiesta en el museo [Libre]
- ¡Erzsebeth! Vaya, me alegro de volver a veros. -dice aún sonriendo- No sé como no imaginé que os encontraría en este evento. Teniendo en cuenta que me hablastéis de vuestro interés por el arte... - veo cómo mira mi vestido y se fija en Arthur- Me encanta vuestro vestido. Os queda increíblemente bien- sonrío-. ¿Quién es vuestro acompañante?
- Oh, él es Lord Castlefield... Arthur, os presento a Vanessa Johnson- respondo- y respecto a lo del vestido... "My taylor is rich", como decís los ingleses. Vuestro vestido es realmente elegante.
- Encantado de conoceros, Miss. Johnson...- dice Arthur con su acostumbrada sonrisa de medio lado, besando su mano, haciendo una leve reverencia y mirándola con sus centelleantes ojos verdes.
- En realidad, aunque os parezca predecible mi presencia en esta fiesta, se la debo a Lord Castlefield. Él fue quien me invitó y me avisó de que se celebraba.
- Bueno, siempre he admirado a los artistas, y sabía que os interesaría, Erzsébet... Supongo que si estáis aquí es que también os interesa el arte- dice, volviéndose hacia Vanessa-. Tenemos aquí a una amante de la literatura y a un admirador de la pintura, ¿cuál es el arte que vos preferís?
Mientras pregunta, cojo uno de los folletos. Alzo una ceja al leer, en la información sobre los cuadros, que algunos han salido de la colección privada de los Castlefield, siendo donados al museo.
"Me pregunto si yo sería capaz de donar mis libros a... No. La magia los conserva mejor, y en un museo no se podrían leer, sólo verlos. Están mejor en mi biblioteca"
La información sobre los cuadros hace que levante la vista hacia mi acompañante, quien escucha a Vanessa. Aparenta su edad, unos treinta años, y su elegante ropa deja clara su clase social... "Me encanta esa levita". Lleva el pelo negro ligeramente largo, enmarcando su atractivo rostro. De complexión atlética, delgado pero sin exagerar.
(Off: no sé si existía... Lo que sí existía es la frase hecha de "mi sastre es rico" xDDDD Mi madre la usaba siempre en plan de broma, creyendo que "taylor" era "tío" mal dicho (ya sabes, si tu tío es rico, igual heredas xD), hasta que supimos que era una frase hecha inglesa, que se usa precisamente en ese tipo de situaciones (o usaba, igual está anticuada. En el siglo XIX no debía estarlo) Y Alma, bienvenida a la fiesta Puedes fijarte en Arthur, si quieres, pero aviso de que no es un "crédulo" xD)
- Oh, él es Lord Castlefield... Arthur, os presento a Vanessa Johnson- respondo- y respecto a lo del vestido... "My taylor is rich", como decís los ingleses. Vuestro vestido es realmente elegante.
- Encantado de conoceros, Miss. Johnson...- dice Arthur con su acostumbrada sonrisa de medio lado, besando su mano, haciendo una leve reverencia y mirándola con sus centelleantes ojos verdes.
- En realidad, aunque os parezca predecible mi presencia en esta fiesta, se la debo a Lord Castlefield. Él fue quien me invitó y me avisó de que se celebraba.
- Bueno, siempre he admirado a los artistas, y sabía que os interesaría, Erzsébet... Supongo que si estáis aquí es que también os interesa el arte- dice, volviéndose hacia Vanessa-. Tenemos aquí a una amante de la literatura y a un admirador de la pintura, ¿cuál es el arte que vos preferís?
Mientras pregunta, cojo uno de los folletos. Alzo una ceja al leer, en la información sobre los cuadros, que algunos han salido de la colección privada de los Castlefield, siendo donados al museo.
"Me pregunto si yo sería capaz de donar mis libros a... No. La magia los conserva mejor, y en un museo no se podrían leer, sólo verlos. Están mejor en mi biblioteca"
La información sobre los cuadros hace que levante la vista hacia mi acompañante, quien escucha a Vanessa. Aparenta su edad, unos treinta años, y su elegante ropa deja clara su clase social... "Me encanta esa levita". Lleva el pelo negro ligeramente largo, enmarcando su atractivo rostro. De complexión atlética, delgado pero sin exagerar.
(Off: no sé si existía... Lo que sí existía es la frase hecha de "mi sastre es rico" xDDDD Mi madre la usaba siempre en plan de broma, creyendo que "taylor" era "tío" mal dicho (ya sabes, si tu tío es rico, igual heredas xD), hasta que supimos que era una frase hecha inglesa, que se usa precisamente en ese tipo de situaciones (o usaba, igual está anticuada. En el siglo XIX no debía estarlo) Y Alma, bienvenida a la fiesta Puedes fijarte en Arthur, si quieres, pero aviso de que no es un "crédulo" xD)
Erzsebeth Harsányi- Bruja - Clase Media
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Fecha de inscripción : 10/07/2010
Edad : 41
Re: Fiesta en el museo [Libre]
¡Pero que descubrimiento! Un caballero, de unos treinta años de edad. Adinerado. No hace falta que me lo confirmen. Salta a la vista con sólo mirarlo. Charla con un par de damas bien vestidas. Ninguno de los tres lleva anillo. Excelente...
Me acerqué a un sirviente, encargado de satisfacer los paladares de la alta sociedad. La jugada tenía que ser maestra. Sin errores o las piezas caerán estrepitosamente.
-Disculpe - se dio la vuelta con la bandeja en la mano -¿Ve a ese grupito de allí? - señalé con una gran sonrisa -Sírvales tres copas de champán de mi parte - No podía ofrecérsela sólo a él. Sería demasiado evidente.
-Claro, madame - se retiró muy obediente, acercándose a ellos y tendiéndoles la bebida. Escuché un ligero -Por cortesía de esa señorita - señalando mi semblante con la mirada. A lo que yo sonreí a los invitados, alzando mi copa y bebiendo un trago en su honor. Como toda una anfitriona, a pesar de no ser mi fiesta.
Una de ellas, me sonaba de algo ¿Donde la vi? Soy fatal para las caras. Más aún para los nombres. ¿Era mi excusa perfecta? Mejor esperar, a ver que pasa...
[off: Erz te vi en Versalles, aunque el post esté un poco muerto xDDD]
Me acerqué a un sirviente, encargado de satisfacer los paladares de la alta sociedad. La jugada tenía que ser maestra. Sin errores o las piezas caerán estrepitosamente.
-Disculpe - se dio la vuelta con la bandeja en la mano -¿Ve a ese grupito de allí? - señalé con una gran sonrisa -Sírvales tres copas de champán de mi parte - No podía ofrecérsela sólo a él. Sería demasiado evidente.
-Claro, madame - se retiró muy obediente, acercándose a ellos y tendiéndoles la bebida. Escuché un ligero -Por cortesía de esa señorita - señalando mi semblante con la mirada. A lo que yo sonreí a los invitados, alzando mi copa y bebiendo un trago en su honor. Como toda una anfitriona, a pesar de no ser mi fiesta.
Una de ellas, me sonaba de algo ¿Donde la vi? Soy fatal para las caras. Más aún para los nombres. ¿Era mi excusa perfecta? Mejor esperar, a ver que pasa...
[off: Erz te vi en Versalles, aunque el post esté un poco muerto xDDD]
Alma Dupont- Humano - Clase Alta
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Fecha de inscripción : 02/09/2010
Edad : 36
Re: Fiesta en el museo [Libre]
Tras mi pregunta vino, cómo no, la cordial presentación y el gesto de cortesía y caballerosidad que eran de esperar en una persona de la condición del hombre que tenía enfrente.
- El placer es mío, Lord Castlefield. -dije haciendo una inclinación de cabeza y dedicándole una sonrisa. Tras eso Erzsebeth aclaró que había sido el lord quien la había invitado a aquella fiesta.- Me alegro en ese caso de que pensáseís en ella. -añado con una sonrisa.- Creo que podemos decir que tenemos el pack cultural completo ya que, aunque soy amante de la cultura en todas sus expresiones mis preferencias me llevan más hacia el mundo de la música. -digo manteniendo un esbozo de sonrisa.
Durante un rato más intercambiamos palabras sobre la música y el arte hasta que me percato de que mi amiga se ha retirado un poco para coger uno de los folletos y mientras su acompañante y yo conversamos se ha puesto a leer. En ese momento relaciono el apellido del hombre con lo que acabo de leer y no puedo evitar sacar el tema.
- Un momento... Castlefield... Vuestra familia a donado varios de los cuadros de la exposición, ¿me equivoco? -le pregunto al joven. Antes de que pueda responder somos interrumpidos por uno de los sirvientes que repartían copas y canapés que nos ofreció tres copas de champán. Miré hacia la señorita que nos las había enviado y realicé un gesto de agradecimiento sonriendo y asintiendo levemente para después mirar de reojo a Erzsebeth y al joven. ¿La conocería alguno de los dos?
- El placer es mío, Lord Castlefield. -dije haciendo una inclinación de cabeza y dedicándole una sonrisa. Tras eso Erzsebeth aclaró que había sido el lord quien la había invitado a aquella fiesta.- Me alegro en ese caso de que pensáseís en ella. -añado con una sonrisa.- Creo que podemos decir que tenemos el pack cultural completo ya que, aunque soy amante de la cultura en todas sus expresiones mis preferencias me llevan más hacia el mundo de la música. -digo manteniendo un esbozo de sonrisa.
Durante un rato más intercambiamos palabras sobre la música y el arte hasta que me percato de que mi amiga se ha retirado un poco para coger uno de los folletos y mientras su acompañante y yo conversamos se ha puesto a leer. En ese momento relaciono el apellido del hombre con lo que acabo de leer y no puedo evitar sacar el tema.
- Un momento... Castlefield... Vuestra familia a donado varios de los cuadros de la exposición, ¿me equivoco? -le pregunto al joven. Antes de que pueda responder somos interrumpidos por uno de los sirvientes que repartían copas y canapés que nos ofreció tres copas de champán. Miré hacia la señorita que nos las había enviado y realicé un gesto de agradecimiento sonriendo y asintiendo levemente para después mirar de reojo a Erzsebeth y al joven. ¿La conocería alguno de los dos?
Vanessa Jonhson- Humano - Clase Alta
- Mensajes : 266
Fecha de inscripción : 01/09/2010
Edad : 34
Re: Fiesta en el museo [Libre]
(Off: lo sé, Alma, pero no hablamos xD)
- El placer es mío, Lord Castlefield. -dice haciendo una inclinación de cabeza y dedicándole una sonrisa- Me alegro en ese caso de que pensáseís en ella. -añade- Creo que podemos decir que tenemos el pack cultural completo ya que, aunque soy amante de la cultura en todas sus expresiones mis preferencias me llevan más hacia el mundo de la música. -dice.
- Un mundo apasionante, sin duda. Supongo que todos amamos el arte y la cultura, pero es normal tener... favoritismos. Aunque en mi opinión, aunque la música plasme los sentimientos aún con mayor fidelidad que la pintura, hay imágenes tan bellas que merecen ser inmortalizadas en un lienzo. El encanto de un paisaje, la hermosura de una mujer...- responde él, con una sonrisa.
- Siempre habéis sido un admirador de ese tipo de belleza- comento, mientras termino de leer por encima el folleto, sintiendo cómo sus ojos se clavan en mi rostro, mientras sonríe de medio lado.
- Resulta difícil no serlo teniendo dos mujeres tan hermosas junto a mí- dice, con cortesía.
- Un momento... Castlefield... Vuestra familia a donado varios de los cuadros de la exposición, ¿me equivoco?
Antes de que él conteste se acerca uno de los sirvientes, ofreciéndonos tres copas de champán. Miramos, los tres, hacia la señorita que nos las había enviado. Su cara me resulta familiar, pero no creo haber hablado con ella.
- Deberíamos agradecerle su gesto, ¿alguna de vosotras la conoce?
- No, aunque tal vez la haya vistro alguna vez. Y por supuesto que le daremos las gracias.
-Antes de nada... Sí, Lady Johnson, he donado varios cuadros. Pero no creo que sea algo de lo que deba presumir, sería un insulto al arte usarla de esa forma.
Nos acercamos a ella y me presento.
- Os agradecemos vuestro gesto para con unos desconocidos. Tal vez me haya cruzado alguna vez con vos, pero dudo que hayamos entablado conversación. Mi nombre es Erzsebeth Harsányi, encantada.
- Yo, en cambio, estoy seguro de no haberme encontrado con vos, sin duda os recordaría- dice Arthut, besando su mano también- Soy Arthur Castlefield, un placer conoceros.
Sonrío, divertida. Creo que ninguna de las veces que he asistido a eventos como este con Arthur ha dejado de cortejar a ninguna mujer hermosa: yo misma, Vanessa, y ahora ella. Nunca tengo muy claro si lo hace simplemente por cortesía o no. En mi caso, es evidente que no lo fue. Supongo que depende.
- El placer es mío, Lord Castlefield. -dice haciendo una inclinación de cabeza y dedicándole una sonrisa- Me alegro en ese caso de que pensáseís en ella. -añade- Creo que podemos decir que tenemos el pack cultural completo ya que, aunque soy amante de la cultura en todas sus expresiones mis preferencias me llevan más hacia el mundo de la música. -dice.
- Un mundo apasionante, sin duda. Supongo que todos amamos el arte y la cultura, pero es normal tener... favoritismos. Aunque en mi opinión, aunque la música plasme los sentimientos aún con mayor fidelidad que la pintura, hay imágenes tan bellas que merecen ser inmortalizadas en un lienzo. El encanto de un paisaje, la hermosura de una mujer...- responde él, con una sonrisa.
- Siempre habéis sido un admirador de ese tipo de belleza- comento, mientras termino de leer por encima el folleto, sintiendo cómo sus ojos se clavan en mi rostro, mientras sonríe de medio lado.
- Resulta difícil no serlo teniendo dos mujeres tan hermosas junto a mí- dice, con cortesía.
- Un momento... Castlefield... Vuestra familia a donado varios de los cuadros de la exposición, ¿me equivoco?
Antes de que él conteste se acerca uno de los sirvientes, ofreciéndonos tres copas de champán. Miramos, los tres, hacia la señorita que nos las había enviado. Su cara me resulta familiar, pero no creo haber hablado con ella.
- Deberíamos agradecerle su gesto, ¿alguna de vosotras la conoce?
- No, aunque tal vez la haya vistro alguna vez. Y por supuesto que le daremos las gracias.
-Antes de nada... Sí, Lady Johnson, he donado varios cuadros. Pero no creo que sea algo de lo que deba presumir, sería un insulto al arte usarla de esa forma.
Nos acercamos a ella y me presento.
- Os agradecemos vuestro gesto para con unos desconocidos. Tal vez me haya cruzado alguna vez con vos, pero dudo que hayamos entablado conversación. Mi nombre es Erzsebeth Harsányi, encantada.
- Yo, en cambio, estoy seguro de no haberme encontrado con vos, sin duda os recordaría- dice Arthut, besando su mano también- Soy Arthur Castlefield, un placer conoceros.
Sonrío, divertida. Creo que ninguna de las veces que he asistido a eventos como este con Arthur ha dejado de cortejar a ninguna mujer hermosa: yo misma, Vanessa, y ahora ella. Nunca tengo muy claro si lo hace simplemente por cortesía o no. En mi caso, es evidente que no lo fue. Supongo que depende.
Erzsebeth Harsányi- Bruja - Clase Media
- Mensajes : 806
Fecha de inscripción : 10/07/2010
Edad : 41
Re: Fiesta en el museo [Libre]
¿Me sonaba de otra fiesta? Puede ser ¿En qué sitio si no, estaría yo? Se acercaron a mí en manada. Yo era sólo una, pero no me costaría mucho esfuerzo, sopesar la situación.
- Os agradecemos vuestro gesto para con unos desconocidos. - De momento... Pensé ensimismada sonriendo con ligereza. Mi mayor prioridad era que aquel caballero me conociese en profundidad, finalizada la noche. No le quise dar importancia. Como si no me costase ningún esfuerzo ofrecerles tanta amabilidad, negando sus agradecimientos con un gesto de la mano -Tal vez me haya cruzado alguna vez con vos, pero dudo que hayamos entablado conversación - vete a saber... ¿Cómo diferenciarla del resto, a partir de un rasgo revelador? Hablaba igual que todo el mundo. Con educación. Aburrido... La otra señorita no dijo palabra. Agradecido fue -Mi nombre es Erzsebeth Harsányi, encantada.
-Alma Dupont - correspondí con una reverencia perfecta, sonriendo con fuerza, provocándome un chasquido en la mandíbula por la tensión. Falta de costumbre -Eso dice mucho de nosotras ¿verdad? Es agradecido ver como ambas somos partícipes de los mismos divertimentos - un halago que otro... nunca viene mal -Aunque discrepo en un aspecto - me hice la tonta, extrañamente pensativa -No recuerdo haberos visto antes - Miré al caballero con interés pasmoso. Menudo millonetis... Zapatos... 500 dólares,. Traje... unos 1200. Y una sonrisa de ensueño ¿Un hombre feliz? No me importaría que me crujiese la mandíbula ahora, si sonrío por tales motivos en cuestión.
-Yo, en cambio, estoy seguro de no haberme encontrado con vos, sin duda os recordaría- Besó mi mano con cortesía. Y me habría limpiado, pues odiaba esa estúpida costumbre. Me daba un asco terrible. A saber donde puso la boca. Pero había demasiados espectadores - Soy Arthur Castlefield, un placer conoceros - En este caso, no olvidaría ni su título ni su cara.
-Tanto gusto, monsieur. Es agradable encontrar a un hombre, que hoy en día diferencian un Gainsborough de un Hayman - reí melodiosa, como un riachuelo que no detiene su discurrir ante ninguna roca. O cada vez me instruía con mayor rigor en la materia, vendita la maestría de mis movimientos, ni un ajedrecista... O este tipo era más simple que un calcetín -¿Y vos, madame? ¿Puedo conocer vuestro apellido, si no es demasiada molestia? - me dirigí a la segunda dama -¡Lleváis un vestido magnífico! Un corte de lo más exquisito - Exageré mi expresión, como si fuese el mayor descubrimiento de la historia. Voy a vomitar... De inmediato negué con la cabeza, echándome para atrás, fingiendo sentirme de lo más desvergonzada. Ya no sólo por excederme en palabras o tomarme demasiados lujos, sin conocerles de nada -Perdonadme. No pretendía interrumpir su velada - Lo hice porque ¡La gente haces esas cosas! Pide perdón cada cinco minutos, sin ni siquiera cometer una falta de importancia. Ridículo. Pero quedas tan... bien -Menos importunar conversaciones de importancia- Pues les saqué de ¡Dios sabe! lo que estuviesen hablando ¿O de números o de cuadros? ¡O de vestidos o de el nuevo perfume que hace furor en Inglaterra! ¿Cachondeo? por supuesto...
- Os agradecemos vuestro gesto para con unos desconocidos. - De momento... Pensé ensimismada sonriendo con ligereza. Mi mayor prioridad era que aquel caballero me conociese en profundidad, finalizada la noche. No le quise dar importancia. Como si no me costase ningún esfuerzo ofrecerles tanta amabilidad, negando sus agradecimientos con un gesto de la mano -Tal vez me haya cruzado alguna vez con vos, pero dudo que hayamos entablado conversación - vete a saber... ¿Cómo diferenciarla del resto, a partir de un rasgo revelador? Hablaba igual que todo el mundo. Con educación. Aburrido... La otra señorita no dijo palabra. Agradecido fue -Mi nombre es Erzsebeth Harsányi, encantada.
-Alma Dupont - correspondí con una reverencia perfecta, sonriendo con fuerza, provocándome un chasquido en la mandíbula por la tensión. Falta de costumbre -Eso dice mucho de nosotras ¿verdad? Es agradecido ver como ambas somos partícipes de los mismos divertimentos - un halago que otro... nunca viene mal -Aunque discrepo en un aspecto - me hice la tonta, extrañamente pensativa -No recuerdo haberos visto antes - Miré al caballero con interés pasmoso. Menudo millonetis... Zapatos... 500 dólares,. Traje... unos 1200. Y una sonrisa de ensueño ¿Un hombre feliz? No me importaría que me crujiese la mandíbula ahora, si sonrío por tales motivos en cuestión.
-Yo, en cambio, estoy seguro de no haberme encontrado con vos, sin duda os recordaría- Besó mi mano con cortesía. Y me habría limpiado, pues odiaba esa estúpida costumbre. Me daba un asco terrible. A saber donde puso la boca. Pero había demasiados espectadores - Soy Arthur Castlefield, un placer conoceros - En este caso, no olvidaría ni su título ni su cara.
-Tanto gusto, monsieur. Es agradable encontrar a un hombre, que hoy en día diferencian un Gainsborough de un Hayman - reí melodiosa, como un riachuelo que no detiene su discurrir ante ninguna roca. O cada vez me instruía con mayor rigor en la materia, vendita la maestría de mis movimientos, ni un ajedrecista... O este tipo era más simple que un calcetín -¿Y vos, madame? ¿Puedo conocer vuestro apellido, si no es demasiada molestia? - me dirigí a la segunda dama -¡Lleváis un vestido magnífico! Un corte de lo más exquisito - Exageré mi expresión, como si fuese el mayor descubrimiento de la historia. Voy a vomitar... De inmediato negué con la cabeza, echándome para atrás, fingiendo sentirme de lo más desvergonzada. Ya no sólo por excederme en palabras o tomarme demasiados lujos, sin conocerles de nada -Perdonadme. No pretendía interrumpir su velada - Lo hice porque ¡La gente haces esas cosas! Pide perdón cada cinco minutos, sin ni siquiera cometer una falta de importancia. Ridículo. Pero quedas tan... bien -Menos importunar conversaciones de importancia- Pues les saqué de ¡Dios sabe! lo que estuviesen hablando ¿O de números o de cuadros? ¡O de vestidos o de el nuevo perfume que hace furor en Inglaterra! ¿Cachondeo? por supuesto...
Alma Dupont- Humano - Clase Alta
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Fecha de inscripción : 02/09/2010
Edad : 36
Re: Fiesta en el museo [Libre]
Por las palabras de Lord Castlefield y la acotación que hizo Erzsebeth pude imaginar o, más bien intuir, la... naturaleza de su relación y también averiguar algo sobre el joven. Poseía uno de los mayores defectos que a mi juicio puede tener un hombre, ser mujeriego. En cuanto puso sus ojos sobre la dama que nos envió las copas se confirmó mi teoría. Tras responder a la pregunta que había quedado irresoluble nos acercamos a la señorita. Tanto Erzsebeth como el joven se presentaron. La señorita también lo hizo y, tras intercambiar unas pocas palabras me preguntó por mi nombre.
- Perdone mi descortesía. Vanessa Jonhson. -dije con una sonrisa.- Gracias por el champán y por el halago. El vuestro también es precioso. -Parecía que aquella mujer había dado en seguida con mi punto flaco. Adoraba los halagos. Cuando se disculpó por habernos interrumpido me apresuré a negar con la cabeza.- ¡Oh, no! Tranquila. No habéis interrumpido nada. Sólo hablábamos de temas vagos y sobre la exposición. -hice una breve pausa y observé como a nuestro alrededor la mayoría de personas se adentraban en la primera sala del museo.- Hablando de lo cual... quizá deberíamos pensar en entrar. -comenté.
- Perdone mi descortesía. Vanessa Jonhson. -dije con una sonrisa.- Gracias por el champán y por el halago. El vuestro también es precioso. -Parecía que aquella mujer había dado en seguida con mi punto flaco. Adoraba los halagos. Cuando se disculpó por habernos interrumpido me apresuré a negar con la cabeza.- ¡Oh, no! Tranquila. No habéis interrumpido nada. Sólo hablábamos de temas vagos y sobre la exposición. -hice una breve pausa y observé como a nuestro alrededor la mayoría de personas se adentraban en la primera sala del museo.- Hablando de lo cual... quizá deberíamos pensar en entrar. -comenté.
Vanessa Jonhson- Humano - Clase Alta
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Fecha de inscripción : 01/09/2010
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Re: Fiesta en el museo [Libre]
-Alma Dupont. Eso dice mucho de nosotras ¿verdad? Es agradecido ver como ambas somos partícipes de los mismos divertimentos. Aunque discrepo en un aspecto. No recuerdo haberos visto antes.
- Sinceramente, no tengo tan claro que seamos partícipes de los mismos divertimentos, probablemente sea una simple casualidad- Magia y libros... Lo dudo. Simplemente, de vez en cuando, asisto a fiestas. A vece se encuentra a gente terriblemente interesante.
Sonrío interiormente al ver su interés en Arthur. Revisión completa a su vestuario. Su actitud, por un segundo, me resulta tan familiar que me arranca una sonrisa divertida. No sé si compararla con cualquier dama superficial de la alta sociedad, interesada en el "nivel económico" de la gente con la que habla, o con algo aún más interesado.
"Bueno, ella no es una bruja, si es ese el caso no podrá ser nada tan rápido como para que sea preocupante"
-Tanto gusto, monsieur. Es agradable encontrar a un hombre, que hoy en día diferencian un Gainsborough de un Hayman - ríe- ¿Y vos, madame? ¿Puedo conocer vuestro apellido, si no es demasiada molestia? ¡Lleváis un vestido magnífico! Un corte de lo más exquisito. Perdonadme. No pretendía interrumpir su velada. Menos importunar conversaciones de importancia.- Perdone mi descortesía. Vanessa Jonhson. -dice con una sonrisa.- Gracias por el champán y por el halago. El vuestro también es precioso. ¡Oh, no! Tranquila. No habéis interrumpido nada. Sólo hablábamos de temas vagos y sobre la exposición. - responde, antes de que nos de tiempo a decir algo parecido a Arthur o a mí. Esta conversación parece tan... prefabricada. Aunque las presentaciones suelen serlo. Fórmulas sociales, rodeos y expresiones falsas, frases que no se sienten. Aunque el agradecimiento y la disculpa de Vanessa parecen sinceros... ¿Es la única que no oculta nada? Bueno, no. Arthur tampoco. Él, simplemente, nos mira ligeramente suspicaz a Alma y a mí- Hablando de lo cual... quizá deberíamos pensar en entrar. -comenta.
- Es cierto- Arthur mira hacia la puerta- al fin y al cabo, se supone que estamos aquí para verla.
Parece pensativo, demasiado. A la primera oportunidad, cuando me separo algo del grupo para ver un cuadro que me llama la atención, me susurra:
- ¿Seguro que no os conocíais de antes y habíais discutido? Esa conversación parecía tan... forzada.
- No, no nos conocíamos. Pero ya sabes cómo es la alta sociedad.
- El protocolo, sí. La alta sociedad, no. Hay excepciones entre la gente. A mí todos esos rodeos me parecen mortalmente aburridos.
- Menos a la hora de ser cortés con las mujeres.
- Me divierte- se encoje de hombros- y me gusta hablaros así, tanto si tengo algún motivo como si no. Además, siempre soy sincero respecto a eso, ya sabes que soy un admirador de la belleza. Pero de vez en cuando está bien reirse un poco de los defectos de la propia sociedad.
- Algún día enfadarás a quien no debes con tus ironías- digo, recordando la fiesta en la que lo conocí. Aquel otro noble pasó la verguenza de su vida con los comentarios de Arthur: educados y corteses, pero todos hirientes y acertados. Además, le encanta burlarse de la pomposa forma de hablar de los nobles, aunque a veces él mismo la use.
- Algún día alguien te preguntará de dónde sacaste tu dinero, ¿estarías en un apuro más grave que yo?- ríe levemente y se va, dirigiéndose hacia Alma.
Frunzo el ceño. Maldita sea, ¿qué se le pasa por la cabeza ahora? ¿Le parece divertido pensar que obtuve mi dinero de forma... ilegal? Sí, seguramente. Y lo más probable es que se haya limitado a deducir que no siempre he sido rica. Con mucho acierto, pero sería una simple deducción. No creo que haya hablado con alguno de los venecianos que opinan que hubo juego sucio con el asunto de la herencia.
Pero bueno, él tampoco puede hacer mucho si de verdad sospecha que hay algo ilegal en mi dinero, ¿cuántos cuadros habrá obtenido de forma ilícita?
- Sinceramente, no tengo tan claro que seamos partícipes de los mismos divertimentos, probablemente sea una simple casualidad- Magia y libros... Lo dudo. Simplemente, de vez en cuando, asisto a fiestas. A vece se encuentra a gente terriblemente interesante.
Sonrío interiormente al ver su interés en Arthur. Revisión completa a su vestuario. Su actitud, por un segundo, me resulta tan familiar que me arranca una sonrisa divertida. No sé si compararla con cualquier dama superficial de la alta sociedad, interesada en el "nivel económico" de la gente con la que habla, o con algo aún más interesado.
"Bueno, ella no es una bruja, si es ese el caso no podrá ser nada tan rápido como para que sea preocupante"
-Tanto gusto, monsieur. Es agradable encontrar a un hombre, que hoy en día diferencian un Gainsborough de un Hayman - ríe- ¿Y vos, madame? ¿Puedo conocer vuestro apellido, si no es demasiada molestia? ¡Lleváis un vestido magnífico! Un corte de lo más exquisito. Perdonadme. No pretendía interrumpir su velada. Menos importunar conversaciones de importancia.- Perdone mi descortesía. Vanessa Jonhson. -dice con una sonrisa.- Gracias por el champán y por el halago. El vuestro también es precioso. ¡Oh, no! Tranquila. No habéis interrumpido nada. Sólo hablábamos de temas vagos y sobre la exposición. - responde, antes de que nos de tiempo a decir algo parecido a Arthur o a mí. Esta conversación parece tan... prefabricada. Aunque las presentaciones suelen serlo. Fórmulas sociales, rodeos y expresiones falsas, frases que no se sienten. Aunque el agradecimiento y la disculpa de Vanessa parecen sinceros... ¿Es la única que no oculta nada? Bueno, no. Arthur tampoco. Él, simplemente, nos mira ligeramente suspicaz a Alma y a mí- Hablando de lo cual... quizá deberíamos pensar en entrar. -comenta.
- Es cierto- Arthur mira hacia la puerta- al fin y al cabo, se supone que estamos aquí para verla.
Parece pensativo, demasiado. A la primera oportunidad, cuando me separo algo del grupo para ver un cuadro que me llama la atención, me susurra:
- ¿Seguro que no os conocíais de antes y habíais discutido? Esa conversación parecía tan... forzada.
- No, no nos conocíamos. Pero ya sabes cómo es la alta sociedad.
- El protocolo, sí. La alta sociedad, no. Hay excepciones entre la gente. A mí todos esos rodeos me parecen mortalmente aburridos.
- Menos a la hora de ser cortés con las mujeres.
- Me divierte- se encoje de hombros- y me gusta hablaros así, tanto si tengo algún motivo como si no. Además, siempre soy sincero respecto a eso, ya sabes que soy un admirador de la belleza. Pero de vez en cuando está bien reirse un poco de los defectos de la propia sociedad.
- Algún día enfadarás a quien no debes con tus ironías- digo, recordando la fiesta en la que lo conocí. Aquel otro noble pasó la verguenza de su vida con los comentarios de Arthur: educados y corteses, pero todos hirientes y acertados. Además, le encanta burlarse de la pomposa forma de hablar de los nobles, aunque a veces él mismo la use.
- Algún día alguien te preguntará de dónde sacaste tu dinero, ¿estarías en un apuro más grave que yo?- ríe levemente y se va, dirigiéndose hacia Alma.
Frunzo el ceño. Maldita sea, ¿qué se le pasa por la cabeza ahora? ¿Le parece divertido pensar que obtuve mi dinero de forma... ilegal? Sí, seguramente. Y lo más probable es que se haya limitado a deducir que no siempre he sido rica. Con mucho acierto, pero sería una simple deducción. No creo que haya hablado con alguno de los venecianos que opinan que hubo juego sucio con el asunto de la herencia.
Pero bueno, él tampoco puede hacer mucho si de verdad sospecha que hay algo ilegal en mi dinero, ¿cuántos cuadros habrá obtenido de forma ilícita?
Erzsebeth Harsányi- Bruja - Clase Media
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Fecha de inscripción : 10/07/2010
Edad : 41
Re: Fiesta en el museo [Libre]
- ¡Oh, no! Tranquila. No habéis interrumpido nada. Sólo hablábamos de temas vagos y sobre la exposición. - ¿De qué si no? Casi reí... - Hablando de lo cual... quizá deberíamos pensar en entrar. - Es lo más conveniente... Aunque a mi me daba igual. A lo que el caballero dijo - Es cierto. Al fin y al cabo, se supone que estamos aquí para verla - No exactamente...
Y nos pusimos en marcha, pese a mis deseos. Otra fiesta... Antes me gustaban. Antes... Pero después de asistir a infinidad de ellas, empiezas a encontrarlas un tanto molestas. Hasta el champán se repetía como una mala comida. Además, nunca acudí a ellas con la idea de pasármelo en grande. Mis intenciones eran mucho más... llamémoslas retorcidas.
Caminé junta a la señorita Jonhson. Ella era el ejemplo perfecto. La alta sociedad personificada. Que le gustase o no, lo desconocía. Tampoco me importaba. Bien deseaba yo ser así, disfrutar de las compañías, querer ir a lugares que nunca imaginé. Yo no nací con un dólar pegado al culo. Tampoco me hice rica. Me hicieron rica, que no es lo mismo. Renegaba de los hombres, incapaces de dejarme pensar por mí misma. De avanzar en un mundo en el que la mujer no es nadie. Pues yo misma me tomaba la justicia por mi mano, anulando todo patrón de conducta establecido desde la prehistoria. Que mordiesen el polvo, mi mayor placer. Que me hiciesen millonaria, el mayor regocijo. ¡Y que no se creyese más los amos del universo! Una verga con patas causaría el mismo efecto.
-¿Os interesa la pintura o quizás os han traído en contra de vuestra voluntad? - bromeé, fingiendo interesarme por la señorita Jonhson. Aún no la conocía -Siempre he pensado que el arte es sólo para unos pocos privilegiados - Ni siquiera eran palabras mías. Eran del bastardo de mi padre, que en penumbra descanse -Evidentemente todos tenemos ojos para contemplarlo. Sin embargo, el criterio escasea... - me llevé un dedo a los labios pensativa, pues poco recordaba como eran sus cuadros ¿Paisajistas? No... retratos. Me estaba distrayendo con tanto pensamiento. Sonreí a la joven intentando recuperar el hilo -Por otro lado pienso que es ridículo intentar describir un cuadro, cuando los ojos son mucho más eficientes. Vos... - no llegué a terminar la frase, pues mi interés ahora estaba puesto en Castlefield y Harsányi. Caminaba unos pasos por delante de nosotras ¿De que estarían hablando? Ni siquiera sabía de lo que hablaba ahora yo. Volví a retomar la conversación, dándome cuenta del enorme vacío que dejé entre nosotras. Me sentía algo torpe. Distraída quizás. Mucho había llovido a lo largo de estos meses, tanto para sentirme hundida, ahogada en un océano que bien se reía de mi en cada brazada ¿Mísera? Mi vida ahora estaba llena de altibajos. Antes nada me hacía dudar. Ahora... Cerré los ojos, sin darme cuenta, de que dejé de respirar. Miré a la joven perdida y por fin logré recordar la conversación -La última vez que visité un museo, una mujer comentaba un cuadro con su marido. Parecía que hablase de un dibujo hecho a mano por un niño con pintura de dedo - reí acordándome de la escena, que en realidad sucedió hace años -Quizás ahora entendáis a lo que me refiero - fue entonces cuando me detuve y miré con detenimiento a la señorita. Era joven y parecía una buena chica. Educada diría yo. La frivolidad quedaba a kilómetros de distancia de su camino. Un encanto... -Parecéis una mujer instruida, por el contrario ¿O es sólo percepción mía?
Y nos pusimos en marcha, pese a mis deseos. Otra fiesta... Antes me gustaban. Antes... Pero después de asistir a infinidad de ellas, empiezas a encontrarlas un tanto molestas. Hasta el champán se repetía como una mala comida. Además, nunca acudí a ellas con la idea de pasármelo en grande. Mis intenciones eran mucho más... llamémoslas retorcidas.
Caminé junta a la señorita Jonhson. Ella era el ejemplo perfecto. La alta sociedad personificada. Que le gustase o no, lo desconocía. Tampoco me importaba. Bien deseaba yo ser así, disfrutar de las compañías, querer ir a lugares que nunca imaginé. Yo no nací con un dólar pegado al culo. Tampoco me hice rica. Me hicieron rica, que no es lo mismo. Renegaba de los hombres, incapaces de dejarme pensar por mí misma. De avanzar en un mundo en el que la mujer no es nadie. Pues yo misma me tomaba la justicia por mi mano, anulando todo patrón de conducta establecido desde la prehistoria. Que mordiesen el polvo, mi mayor placer. Que me hiciesen millonaria, el mayor regocijo. ¡Y que no se creyese más los amos del universo! Una verga con patas causaría el mismo efecto.
-¿Os interesa la pintura o quizás os han traído en contra de vuestra voluntad? - bromeé, fingiendo interesarme por la señorita Jonhson. Aún no la conocía -Siempre he pensado que el arte es sólo para unos pocos privilegiados - Ni siquiera eran palabras mías. Eran del bastardo de mi padre, que en penumbra descanse -Evidentemente todos tenemos ojos para contemplarlo. Sin embargo, el criterio escasea... - me llevé un dedo a los labios pensativa, pues poco recordaba como eran sus cuadros ¿Paisajistas? No... retratos. Me estaba distrayendo con tanto pensamiento. Sonreí a la joven intentando recuperar el hilo -Por otro lado pienso que es ridículo intentar describir un cuadro, cuando los ojos son mucho más eficientes. Vos... - no llegué a terminar la frase, pues mi interés ahora estaba puesto en Castlefield y Harsányi. Caminaba unos pasos por delante de nosotras ¿De que estarían hablando? Ni siquiera sabía de lo que hablaba ahora yo. Volví a retomar la conversación, dándome cuenta del enorme vacío que dejé entre nosotras. Me sentía algo torpe. Distraída quizás. Mucho había llovido a lo largo de estos meses, tanto para sentirme hundida, ahogada en un océano que bien se reía de mi en cada brazada ¿Mísera? Mi vida ahora estaba llena de altibajos. Antes nada me hacía dudar. Ahora... Cerré los ojos, sin darme cuenta, de que dejé de respirar. Miré a la joven perdida y por fin logré recordar la conversación -La última vez que visité un museo, una mujer comentaba un cuadro con su marido. Parecía que hablase de un dibujo hecho a mano por un niño con pintura de dedo - reí acordándome de la escena, que en realidad sucedió hace años -Quizás ahora entendáis a lo que me refiero - fue entonces cuando me detuve y miré con detenimiento a la señorita. Era joven y parecía una buena chica. Educada diría yo. La frivolidad quedaba a kilómetros de distancia de su camino. Un encanto... -Parecéis una mujer instruida, por el contrario ¿O es sólo percepción mía?
Alma Dupont- Humano - Clase Alta
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Fecha de inscripción : 02/09/2010
Edad : 36
Re: Fiesta en el museo [Libre]
Mina estaba como loca aquella noche…llevaba preparándose desde muy temprano, o al menos eso me había comentado… Cuando entre en el castillo para hacer acto de presencia, más que nada, había bastante jaleo.
El comedor y la cena ya estaban preparados y servidos antes de lo habitual, cuando entre Mina ya había empezado a cenar.
-No es de mala educación empezar la cena antes de que llegue el señor de la casa?- Pregunte con ironía, no me importaba lo mas mínimo, solo hacia aquella pantomima para disimular…
-Oh querido, tus comentarios sagaces harán que me atragante…-Respondió- Ya te comente que hoy cenaríamos antes, puesto que en pocas horas debemos asistir a la fiesta que se da esta noche en el museo. No es culpa mía que te hagas mayor y pierdas memoria- Me sonrió con atrevimiento y sorna.
-No creo que se deba a mi pérdida de memoria…-Dije mientras tomaba asiento en la mesa-Si no más bien a que no te presto atención cuando hablas…querida.-Recalque la última palabra.
En unos segundos tenía un bufet ante mis narices, una noche más tuve que hacer un gran esfuerzo para disimular y tomar algún que otro bocado. Mina, ofendida por mi último comentario, no dijo ni una sola palabra más o al menos eso deduje, no escuchaba ningún zumbido de fondo…Comencé a recordar aquello de la fiesta, lo cierto es que vi la invitación en mi escritorio días atrás, qué deprisa pasaba el tiempo en ocasiones…Me apetecía mucho acudir a aquella celebración, habrían obras de arte nuevas y lo más importante, no tendría que entrar clandestinamente por la noche para poder verla. “Mierda...” caí en cuenta de algo, no había podido realizar ninguna estratagema para que mi querida esposa se quedase en casa aquella noche. La rapidez del tiempo había conseguido pillarme por sorpresa, que irónico resultaba, y no me quedaba tiempo para dejar a Wilhelmina fuera de escena…tendría que ir con ella, no tenía otra alternativa.
Cuando terminamos Mina se levanto de la mesa – Date prisa o llegaremos tarde, ya le he pedido al lacayo que prepare tu traje.- Salió del comedor casi al momento. Me quede sentado un momento más y después me dirigí a mi habitación.
Cuando entre el traje estaba colocado en la percha. Era negro acompañado con un chaleco azul y una pajarita.
-No me van las pajaritas…-Abrí el armario para coger una corbata y en breve estuve completamente ataviado con aquel disfraz. Guarde el reloj de bolsillo antes de echarle un último vistazo a la hora.
Al terminar de bajar las escaleras encontré a la señora de la casa esperándome algo nerviosa.
-Ya llegamos tarde! Qué bochorno!- Salió y subió al coche la seguí sin decir palabra. Charley arreo a los caballos y en seguida nos pusimos en marcha.
Poco tardamos en llegar. Baje del coche y Charley ayudo a Mina a hacerlo, ella se acerco a mi colocándome el traje a la perfección, puse los ojos en blanco mientras ella terminaba. Me cogió del brazo y se encamino a la entrada, nadie quedaba fuera, seguramente todos habían entrado ya.
Entre saludos y palabras de cortesía conseguí estar arto, intente soltarme de Wilhelmina pero me tenia bien sujeto, blasfeme en voz baja. Adentrándonos más pude reconocer a dos personas que caminaban charlando “Debo de estar imaginando cosas...” pensé al ver a Alma Dupont con Vanessa Johnson “la casualidad y sus entretenidas bromas macabras…” decidí que aquella noche tendrían que disculparme pero no saludaría a ninguna de las dos, claro que esa decisión no fue compartida por mi adorable esposa que sin pensarlo dos veces fue hacia Vanessa para saludarla.
-Querida! Me alegro tanto de volver a verte...-Dijo al tener a la señorita Johnson de frente. No pude evitar enarcar una ceja, el único gesto que expresaba mi sorpresa.- Y tus padres? Están por aquí?-Sentí un codazo y entonces reaccione.
-Señorita Johnson, tan maravillosa como siempre-Dije antes de coger su mano y depositar un beso en ella cortésmente.
-Lady Dupont, un placer volver a veros.- Repetí la misma operación con su mano, no recordaba un saludo tan formal entre nosotros, era todo demasiado…actuado. Sentí la mirada de Mina clavarse en mi nuca, ella no conocía a Alma por su puesto, y sería difícil explicar nuestra "amistad…"
Off: se supone que Erszebeth está lejos no? X eso no te saludo aun
El comedor y la cena ya estaban preparados y servidos antes de lo habitual, cuando entre Mina ya había empezado a cenar.
-No es de mala educación empezar la cena antes de que llegue el señor de la casa?- Pregunte con ironía, no me importaba lo mas mínimo, solo hacia aquella pantomima para disimular…
-Oh querido, tus comentarios sagaces harán que me atragante…-Respondió- Ya te comente que hoy cenaríamos antes, puesto que en pocas horas debemos asistir a la fiesta que se da esta noche en el museo. No es culpa mía que te hagas mayor y pierdas memoria- Me sonrió con atrevimiento y sorna.
-No creo que se deba a mi pérdida de memoria…-Dije mientras tomaba asiento en la mesa-Si no más bien a que no te presto atención cuando hablas…querida.-Recalque la última palabra.
En unos segundos tenía un bufet ante mis narices, una noche más tuve que hacer un gran esfuerzo para disimular y tomar algún que otro bocado. Mina, ofendida por mi último comentario, no dijo ni una sola palabra más o al menos eso deduje, no escuchaba ningún zumbido de fondo…Comencé a recordar aquello de la fiesta, lo cierto es que vi la invitación en mi escritorio días atrás, qué deprisa pasaba el tiempo en ocasiones…Me apetecía mucho acudir a aquella celebración, habrían obras de arte nuevas y lo más importante, no tendría que entrar clandestinamente por la noche para poder verla. “Mierda...” caí en cuenta de algo, no había podido realizar ninguna estratagema para que mi querida esposa se quedase en casa aquella noche. La rapidez del tiempo había conseguido pillarme por sorpresa, que irónico resultaba, y no me quedaba tiempo para dejar a Wilhelmina fuera de escena…tendría que ir con ella, no tenía otra alternativa.
Cuando terminamos Mina se levanto de la mesa – Date prisa o llegaremos tarde, ya le he pedido al lacayo que prepare tu traje.- Salió del comedor casi al momento. Me quede sentado un momento más y después me dirigí a mi habitación.
Cuando entre el traje estaba colocado en la percha. Era negro acompañado con un chaleco azul y una pajarita.
-No me van las pajaritas…-Abrí el armario para coger una corbata y en breve estuve completamente ataviado con aquel disfraz. Guarde el reloj de bolsillo antes de echarle un último vistazo a la hora.
Al terminar de bajar las escaleras encontré a la señora de la casa esperándome algo nerviosa.
-Ya llegamos tarde! Qué bochorno!- Salió y subió al coche la seguí sin decir palabra. Charley arreo a los caballos y en seguida nos pusimos en marcha.
Poco tardamos en llegar. Baje del coche y Charley ayudo a Mina a hacerlo, ella se acerco a mi colocándome el traje a la perfección, puse los ojos en blanco mientras ella terminaba. Me cogió del brazo y se encamino a la entrada, nadie quedaba fuera, seguramente todos habían entrado ya.
Entre saludos y palabras de cortesía conseguí estar arto, intente soltarme de Wilhelmina pero me tenia bien sujeto, blasfeme en voz baja. Adentrándonos más pude reconocer a dos personas que caminaban charlando “Debo de estar imaginando cosas...” pensé al ver a Alma Dupont con Vanessa Johnson “la casualidad y sus entretenidas bromas macabras…” decidí que aquella noche tendrían que disculparme pero no saludaría a ninguna de las dos, claro que esa decisión no fue compartida por mi adorable esposa que sin pensarlo dos veces fue hacia Vanessa para saludarla.
-Querida! Me alegro tanto de volver a verte...-Dijo al tener a la señorita Johnson de frente. No pude evitar enarcar una ceja, el único gesto que expresaba mi sorpresa.- Y tus padres? Están por aquí?-Sentí un codazo y entonces reaccione.
-Señorita Johnson, tan maravillosa como siempre-Dije antes de coger su mano y depositar un beso en ella cortésmente.
-Lady Dupont, un placer volver a veros.- Repetí la misma operación con su mano, no recordaba un saludo tan formal entre nosotros, era todo demasiado…actuado. Sentí la mirada de Mina clavarse en mi nuca, ella no conocía a Alma por su puesto, y sería difícil explicar nuestra "amistad…"
Off: se supone que Erszebeth está lejos no? X eso no te saludo aun
Leonardo Rousseau- Vampiro - Clase Alta
- Mensajes : 872
Fecha de inscripción : 29/05/2010
Edad : 483
Re: Fiesta en el museo [Libre]
Todos aceptaron mi sugerencia y Lord Castlefield y Erzsebeth se dirigieron por delante nuestra hacia las puertas que daban acceso al resto del inmenso museo. Lady Dupont y yo nos quedamos un poco por detrás y fue ella quien inició una charla agradable para la ocasión.
- ¿Os interesa la pintura o quizás os han traído en contra de vuestra voluntad? - bromeó.- Siempre he pensado que el arte es sólo para unos pocos privilegiados... Evidentemente todos tenemos ojos para contemplarlo. Sin embargo, el criterio escasea... -sonreí tras su comentario.
- La verdad es que no podría contestar un rotundo sí ni un rotundo no a ninguna de las dos preguntas, señorita Dupont. El arte me gusta tanto como me puede gustar un buen vestido y, aunque no estoy aquí totalmente por mi gusto tampoco ha sido una imposición que me haya molestado demasiado. Seamos sinceras. ¿Quién no disfruta de una buena fiesta en estos tiempos? -le dije sin esperar realmente una respuesta.
- Por otro lado pienso que es ridículo intentar describir un cuadro, cuando los ojos son mucho más eficientes. Vos... -en ese momento dejó inconclusa la frase y pude percatarme de que parecía ciertamente despistada. Era como si hubiese algo que la obnubilase y distrajese su atención de nuestra conversación. Estuve a punto de repetir la última parte de sus palabras para así ver si retomaba la conversación pero en el momento en que iba a hacerlo la señorita pareció volver en sí por lo que decidí guardar silencio al respecto. Parecía levemente apesadumbrada por su despiste por lo que hice un vago gesto para restarle importancia y volví a sonreír. Aquello era una fiesta y no había motivo ni lugar para pesadumbres de ningún tipo, por muy leves que fuesen.- La última vez que visité un museo, una mujer comentaba un cuadro con su marido. Parecía que hablase de un dibujo hecho a mano por un niño con pintura de dedo. - dijo riendo mientras yo imaginaba la escena y no podía menos que acompañarla en su momento de hilaridad. - Quizás ahora entendáis a lo que me refiero.
- Oh, sí. Os entiendo muy bien. Si no se es capaz de describir una obra siempre es mejor guardar silencio y dedicarse a contemplar. Pienso igual respecto a la música. Es muy desagradable escuchar a alguien comentar sobre una interpretación sin tener ni idea de lo que están diciendo. -concluí.
- Parecéis una mujer instruida, por el contrario ¿O es sólo percepción mía?
- Mis padres han tenido a bien darme una educación bastante completa más no tanto como yo habría deseado. Mi padre es un hombre que gusta de aferrarse a las viejas costumbres y nadie es capaz de hacerle cambiar de opinión sobre los deberes y obligaciones que, a su juicio, debe tener una mujer. Es una de las pocas cosas en las que no estoy de acuerdo con él. ¿Vos no pensáis también que la mujer podría y debería tener las mismas ambiciones y metas que un hombre? -pregunté intuyendo quizá que aquella mujer era una de esas escasas mujeres que empezaban a alzarse y rebelarse contra lo establecido hasta la fecha.
Iba a añadir una pregunta más relacionada con el tema que había surgido entre Lady Dupont y yo pero entonces una voz conocida hizo que mi mirada pasase de la señorita con la que charlaba al rostro de una mujer que se nos acercaba y que inmediatamente reconocí como la señora Rousseau. Su tono parecía sincero, pero recordaba bien las miradas que me había dirigido en nuestro primer y único encuentro hasta la fecha y supe que tanto ella como su expresión corporal mentían. No pudiendo evitarlo tuve que ponerme a su altura y reprimirme horrores para evitar que un leve gesto de asco se dibujase en mi rostro, sobre todo al comprobar que, pegado a ella y sujetándola por el brazo se hallaba ni más ni menos que su marido. "Cuanta falsedad..." -pensé. Al estar en un lugar público no pude menos que actuar como debía, disimular y ser la misma "niña buena" que fui durante la cena en su casa.
- ¡Señora Rousseau! Tanto gusto de verla también. -dije esbozando una sonrisa un tanto forzada.- Pues no, mis padres no han acudido a este evento pero me han enviado en su lugar. Últimamente mi padre está trabajando mucho y se sentía demasiado cansado como para venir y disfrutar con todo esto. - Inmediatamente Leonardo me saludó con un gesto cortés y también hizo lo mismo con Lady Dupont. Vaya... ¿También se conocían? ¿Habría acaso una mujer en esta ciudad a quién no conociese? Empecé a sentirme menos especial de lo que me había sentido durante nuestro último encuentro.- Señor Rousseau. Encantada de verle de nuevo. Le creía un hombre demasiado ocupado como para acudir a estos eventos. -comenté con una sonrisa que era fruto sólo de la cortesía. Sin darnos cuenta nos habíamos detenido y Erzsebeth y su acompañante se habían perdido de mi vista.
- ¿Os interesa la pintura o quizás os han traído en contra de vuestra voluntad? - bromeó.- Siempre he pensado que el arte es sólo para unos pocos privilegiados... Evidentemente todos tenemos ojos para contemplarlo. Sin embargo, el criterio escasea... -sonreí tras su comentario.
- La verdad es que no podría contestar un rotundo sí ni un rotundo no a ninguna de las dos preguntas, señorita Dupont. El arte me gusta tanto como me puede gustar un buen vestido y, aunque no estoy aquí totalmente por mi gusto tampoco ha sido una imposición que me haya molestado demasiado. Seamos sinceras. ¿Quién no disfruta de una buena fiesta en estos tiempos? -le dije sin esperar realmente una respuesta.
- Por otro lado pienso que es ridículo intentar describir un cuadro, cuando los ojos son mucho más eficientes. Vos... -en ese momento dejó inconclusa la frase y pude percatarme de que parecía ciertamente despistada. Era como si hubiese algo que la obnubilase y distrajese su atención de nuestra conversación. Estuve a punto de repetir la última parte de sus palabras para así ver si retomaba la conversación pero en el momento en que iba a hacerlo la señorita pareció volver en sí por lo que decidí guardar silencio al respecto. Parecía levemente apesadumbrada por su despiste por lo que hice un vago gesto para restarle importancia y volví a sonreír. Aquello era una fiesta y no había motivo ni lugar para pesadumbres de ningún tipo, por muy leves que fuesen.- La última vez que visité un museo, una mujer comentaba un cuadro con su marido. Parecía que hablase de un dibujo hecho a mano por un niño con pintura de dedo. - dijo riendo mientras yo imaginaba la escena y no podía menos que acompañarla en su momento de hilaridad. - Quizás ahora entendáis a lo que me refiero.
- Oh, sí. Os entiendo muy bien. Si no se es capaz de describir una obra siempre es mejor guardar silencio y dedicarse a contemplar. Pienso igual respecto a la música. Es muy desagradable escuchar a alguien comentar sobre una interpretación sin tener ni idea de lo que están diciendo. -concluí.
- Parecéis una mujer instruida, por el contrario ¿O es sólo percepción mía?
- Mis padres han tenido a bien darme una educación bastante completa más no tanto como yo habría deseado. Mi padre es un hombre que gusta de aferrarse a las viejas costumbres y nadie es capaz de hacerle cambiar de opinión sobre los deberes y obligaciones que, a su juicio, debe tener una mujer. Es una de las pocas cosas en las que no estoy de acuerdo con él. ¿Vos no pensáis también que la mujer podría y debería tener las mismas ambiciones y metas que un hombre? -pregunté intuyendo quizá que aquella mujer era una de esas escasas mujeres que empezaban a alzarse y rebelarse contra lo establecido hasta la fecha.
Iba a añadir una pregunta más relacionada con el tema que había surgido entre Lady Dupont y yo pero entonces una voz conocida hizo que mi mirada pasase de la señorita con la que charlaba al rostro de una mujer que se nos acercaba y que inmediatamente reconocí como la señora Rousseau. Su tono parecía sincero, pero recordaba bien las miradas que me había dirigido en nuestro primer y único encuentro hasta la fecha y supe que tanto ella como su expresión corporal mentían. No pudiendo evitarlo tuve que ponerme a su altura y reprimirme horrores para evitar que un leve gesto de asco se dibujase en mi rostro, sobre todo al comprobar que, pegado a ella y sujetándola por el brazo se hallaba ni más ni menos que su marido. "Cuanta falsedad..." -pensé. Al estar en un lugar público no pude menos que actuar como debía, disimular y ser la misma "niña buena" que fui durante la cena en su casa.
- ¡Señora Rousseau! Tanto gusto de verla también. -dije esbozando una sonrisa un tanto forzada.- Pues no, mis padres no han acudido a este evento pero me han enviado en su lugar. Últimamente mi padre está trabajando mucho y se sentía demasiado cansado como para venir y disfrutar con todo esto. - Inmediatamente Leonardo me saludó con un gesto cortés y también hizo lo mismo con Lady Dupont. Vaya... ¿También se conocían? ¿Habría acaso una mujer en esta ciudad a quién no conociese? Empecé a sentirme menos especial de lo que me había sentido durante nuestro último encuentro.- Señor Rousseau. Encantada de verle de nuevo. Le creía un hombre demasiado ocupado como para acudir a estos eventos. -comenté con una sonrisa que era fruto sólo de la cortesía. Sin darnos cuenta nos habíamos detenido y Erzsebeth y su acompañante se habían perdido de mi vista.
Vanessa Jonhson- Humano - Clase Alta
- Mensajes : 266
Fecha de inscripción : 01/09/2010
Edad : 34
Re: Fiesta en el museo [Libre]
(Off: Mierda, voy a morir... TODOS escribís en pasado, voy a hacerme un lío cambiando los tiempor verbales... Pero da igual, yo soy yo, escribiré a mi manera, JUM)
- Vaya, veo que durante mi breve ausencia os habéis encontrado con conocidos...- dice Castlefield, llegando junto a Alma y Vanessa y sonriendo a los recién llegados- Encantado de conoceros, mi nombre es Arthur Castlefield... ¿Vos sois...?
Mientras, aparto mis ojos de uno de los cuadros, volviéndolos hacia el grupo.
"Mi a fene? (¿Qué diantres?) ¿Leonardo Rousseau? De nuevo ese vámpír. La mujer que va de su brazo debe ser su esposa, según Vanessa está casado. Humana, qué extraño"
Me acerco al grupo, sorprendida al advertir que Leonardo, además de a Vanessa, parece conocer a la señorita Dupont. Arthur me saluda.
- Erzébet, dejad que os presente a...
- No os preocupéis, Lord Castlefield, el señor Rousseau y yo ya nos conocemos. Coincidimos en una fiesta a la que nos invitó un conocido común. Como ya le comenté a la señorita Johnson, aquello terminó con una pequeña desaveniencia, pero nada importante...- aclaro. Después de contarle a Vanessa que hubo una pequeña "discusión" resultaría extraño, o al menos, falso, actuar como si no hubiera pasado, así que lo mejor sería dejar clara la versión que le había dado desde el principio, para evitar contradicciones- Resulta una sorpresa encontraros aquí, Lord Rousseau... Vos debéis ser su esposa, ¿me equivoco? Es un placer conoceros, yo soy Erzebeth Harsányi- digo, presentándome.
- Vaya, veo que durante mi breve ausencia os habéis encontrado con conocidos...- dice Castlefield, llegando junto a Alma y Vanessa y sonriendo a los recién llegados- Encantado de conoceros, mi nombre es Arthur Castlefield... ¿Vos sois...?
Mientras, aparto mis ojos de uno de los cuadros, volviéndolos hacia el grupo.
"Mi a fene? (¿Qué diantres?) ¿Leonardo Rousseau? De nuevo ese vámpír. La mujer que va de su brazo debe ser su esposa, según Vanessa está casado. Humana, qué extraño"
Me acerco al grupo, sorprendida al advertir que Leonardo, además de a Vanessa, parece conocer a la señorita Dupont. Arthur me saluda.
- Erzébet, dejad que os presente a...
- No os preocupéis, Lord Castlefield, el señor Rousseau y yo ya nos conocemos. Coincidimos en una fiesta a la que nos invitó un conocido común. Como ya le comenté a la señorita Johnson, aquello terminó con una pequeña desaveniencia, pero nada importante...- aclaro. Después de contarle a Vanessa que hubo una pequeña "discusión" resultaría extraño, o al menos, falso, actuar como si no hubiera pasado, así que lo mejor sería dejar clara la versión que le había dado desde el principio, para evitar contradicciones- Resulta una sorpresa encontraros aquí, Lord Rousseau... Vos debéis ser su esposa, ¿me equivoco? Es un placer conoceros, yo soy Erzebeth Harsányi- digo, presentándome.
Erzsebeth Harsányi- Bruja - Clase Media
- Mensajes : 806
Fecha de inscripción : 10/07/2010
Edad : 41
Re: Fiesta en el museo [Libre]
La conversación con la señorita Jonhson no me desagradó demasiado. Parecía desenvolverse muy bien, en todos los aspectos. También en la corriente músical. Algo que me sorprendió gratamente. Suele decirse que un silencio vale más, que mil palabras. Pero yo discrepo ¿Cómo no? La música es mucho más potente, aunque sólo sea para aporrear un piano con las manos, imaginando que es a tu peor enemigo al que destrozas. Muy gratificador. La joven contestó a todas mis preguntas.
- Mis padres han tenido a bien darme una educación bastante completa más no tanto como yo habría deseado - Cuanto mal hacen los padres al mundo... Me moría por un cigarrillo y cada vez estábamos más lejos de la puerta de salida -Mi padre es un hombre que gusta de aferrarse a las viejas costumbres - como todos en esta vida. Que grande sería vivir unos siglos por delante. Pero decepcionante vivirlos y que todo siguiera en su mismo estar. Porque menuda época... tan carcamal como un anciano en sus últimos días de existencia -y nadie es capaz de hacerle cambiar de opinión sobre los deberes y obligaciones que, a su juicio, debe tener una mujer. - ¿Una mujer? Enarqué una ceja, poco receptiva a lo que me estaba contando -Es una de las pocas cosas en las que no estoy de acuerdo con él. - chica lista. Cuanto menos hagas caso de tus mayores, más podrás llevar la vida que soñaste. Pues que triste es desear algo que sabes que no llegará nunca. A mí me la jodieron y, aunque ahora me considere una mujer fuerte; siempre supe que mi comportamiento de niña, fue el de el más mísero gusano, débil como una hoja seca a punto de resquebrajarse -¿Vos no pensáis también que la mujer podría y debería tener las mismas ambiciones y metas que un hombre?
-Pienso que a veces hay que tener menos escrúpulos, por muy desagradable que suene - expresé con seriedad, tremendamente enfadada ¿Con el mundo? yo que se... -Y es que a la mínima te toman por tonta, si no eres tú la que trae el pan a casa - y sin darme cuenta de mi exceso, de la densidad que estaban cobrando mis palabras, cogí aire embrutecida y la miré con rudeza -Pues bien... ni somos tontas, ni nos hace falta traer el pan - y de inmediato suavicé el rostro y mostré una sonrisa mordaz -Nosotras, igual que la hormiga... hemos ido amontonando provisiones mientras las cigarras se tocaban los huevos - ahí me pasé -¿Queréis que os de un consejo? Vos aún que podéis - sólo lo intuí. No llevaba anillo y parecía joven -No rebatáis a vuestro padre. No escondáis almohadas bajo las sabanas y os larguéis por la ventana a las doce. No os escapéis de su escrutinio en las grandes fiestas u os perdáis durante unos minutos, dando un paseo por las calles de Londres- eso no serviría de nada... -Desapareced - sonó como una sentencia. Igual que un cuchillo de una sola tajada, mi lengua desfragmentó en mil pedazos, cualquier otra opción que no fuese esa -Marchaos de allí, sin avisos, sin explicaciones. Y no por exilio. Si no porque vos lo decidáis - me quedé mirando al suelo, perdida en una maraña desolada. Y mi voz se diluyó como un canto de sirenas que termina -Sólo iros, pues lo que encontrareis fuera, siempre será mejor que vivir eternamente en una cárcel - Sabía de lo que hablaba. Y temí ser demasiado directa. Quizás la joven no estuviese acostumbrada a ese tipo de conceptos, palabras o expresiones que tan habituales eran para mí y nunca delante de nadie. Es decir, de cara al público. Como cuando el espectador ve una función perfecta, sin saber que detrás de los bambalinas los actores se están zurrando.
-Querida! Me alegro tanto de volver a verte...- ¿Y esta quien narices era? ¿Aquí todo el mundo se conocía y yo era la única extranjera? Ambas damas se saludaron de forma cortés. Yo sólo contemplé la escena, deseando morderme las uñas, con tal de contener la ansiedad de darle una calada a un cigarrillo. Cuanto más nerviosa, más ansiosa.
Busqué a madame Harsányi, para asegurarme de tener localizado al caballero que elegí y al que poco estaba haciendo caso. Y en estado de alerta, hice memoria, recordando todo lo hablado con la joven ¿La di consejos sin conocerla de nada? ¿Yo? Pues si que estaba extraña.... ¿O sólo madurando? ¡Tonterías! Y a medida que transcurrían las manillas del reloj, la noche iba cobrando cada vez menos sentido, como si ese momento no perteneciese a mi vida. Ni mi cuerpo o voz, a mi misma. Ridículo. Pero desconcertante ¿Que por qué cobró menos sentido la velada? Un motivo considerable; escuché pronunciar mi nombre y no de boca de cualquiera. La mujer que acababa de presentarse, traía con sigo un lindo regalo.
-Señorita Johnson, tan maravillosa como siempre- Leonardo Rousseau ante mí ¡Y ante todos! Pues no era la única que le conocía. El señor Castlefield se presentó de muy buen grado, sin despegarse de Harsányi. -Lady Dupont, un placer volver a veros.- que manía con chupetear las manos de la gente... Si seguían así, terminarían dejándome menuda.
No dije nada. Solo le miré, sibilina. Luego sonreí a su acompañante de forma casi imperceptible. Una persona que observase mi rostro desde lejos, apenas se habría dado cuenta. Que viniese acompañado no me causó la menor sorpresa. Él sabía como desenvolverse con las mujeres. A las pruebas me remito:
- No os preocupéis, Lord Castlefield, el señor Rousseau y yo ya nos conocemos. Coincidimos en una fiesta a la que nos invitó un conocido común. Como ya le comenté a la señorita Johnson, aquello terminó con una pequeña desavenencia, pero nada importante...- Desavenencia... Como no... Como si le hubiesen bendecido con ese "don" ¿O venía así de serie? La última vez que nos vimos, la cosa no acabó bien. Digamos que... tuvimos un conflicto de intereses. - Resulta una sorpresa encontraros aquí, Lord Rousseau... Vos debéis ser su esposa, ¿me equivoco? Es un placer conoceros, yo soy Erzebeth Harsányi- su esposa... que sorpresa.... bufé ante la idea. Eso si que no me lo esperaba. Me tapé la boca con la mano para contener la risa ¿Cuándo entré en una intriga palaciega? ojos para ver... ¿Era mi percepción o la sala empequeñecía?
-Idílico - sonreí ante la escena con cierta ironía -Y yo temiendo pasar la noche sola - Si seguía sumándose gente, nos catalogarían de familia numerosa -Os veo bien, Rousseau... - por fin me referí directamente a él, como si nada hubiese ocurrido -Más aún, estando tan bien acompañado - remarqué la palabra "bien" mirando a su mujer -increíble que os hayan cazado - bromeé con la sonrisa torcida, negando la locura que suponía, tratándose de un hombre como él ¿Esta dama era lista o estúpida? No supe concretar...
Con viveza, seguí observando a Leonardo, hasta que alguien golpeó una cuchara contra una copa, como si se tratase de un brindis. Un caballero, imaginé el dueño del museo, empezó a parlotear sin cesar cuando todo el mundo se hubo callado.
-¿De qué le conocéis exactamente, madame? - susurré a la joven Vanessa con disimulo. Pues la inocencia se manifestaba en sus mejillas, cobrando el mismo color que un albaricoque recién caído del árbol. Encontré imposible unirles de algún modo ¿Dos personas tan dispares? ¿O sólo se conocían de vista? No me entraba en la cabeza... tampoco el discurso del dueño. Se puso a enumerar cuadros y autores. A hablar de las instalaciones. A lo que yo bostecé volviendo a poner la mira en Castlefield. Difícil situación.
- Mis padres han tenido a bien darme una educación bastante completa más no tanto como yo habría deseado - Cuanto mal hacen los padres al mundo... Me moría por un cigarrillo y cada vez estábamos más lejos de la puerta de salida -Mi padre es un hombre que gusta de aferrarse a las viejas costumbres - como todos en esta vida. Que grande sería vivir unos siglos por delante. Pero decepcionante vivirlos y que todo siguiera en su mismo estar. Porque menuda época... tan carcamal como un anciano en sus últimos días de existencia -y nadie es capaz de hacerle cambiar de opinión sobre los deberes y obligaciones que, a su juicio, debe tener una mujer. - ¿Una mujer? Enarqué una ceja, poco receptiva a lo que me estaba contando -Es una de las pocas cosas en las que no estoy de acuerdo con él. - chica lista. Cuanto menos hagas caso de tus mayores, más podrás llevar la vida que soñaste. Pues que triste es desear algo que sabes que no llegará nunca. A mí me la jodieron y, aunque ahora me considere una mujer fuerte; siempre supe que mi comportamiento de niña, fue el de el más mísero gusano, débil como una hoja seca a punto de resquebrajarse -¿Vos no pensáis también que la mujer podría y debería tener las mismas ambiciones y metas que un hombre?
-Pienso que a veces hay que tener menos escrúpulos, por muy desagradable que suene - expresé con seriedad, tremendamente enfadada ¿Con el mundo? yo que se... -Y es que a la mínima te toman por tonta, si no eres tú la que trae el pan a casa - y sin darme cuenta de mi exceso, de la densidad que estaban cobrando mis palabras, cogí aire embrutecida y la miré con rudeza -Pues bien... ni somos tontas, ni nos hace falta traer el pan - y de inmediato suavicé el rostro y mostré una sonrisa mordaz -Nosotras, igual que la hormiga... hemos ido amontonando provisiones mientras las cigarras se tocaban los huevos - ahí me pasé -¿Queréis que os de un consejo? Vos aún que podéis - sólo lo intuí. No llevaba anillo y parecía joven -No rebatáis a vuestro padre. No escondáis almohadas bajo las sabanas y os larguéis por la ventana a las doce. No os escapéis de su escrutinio en las grandes fiestas u os perdáis durante unos minutos, dando un paseo por las calles de Londres- eso no serviría de nada... -Desapareced - sonó como una sentencia. Igual que un cuchillo de una sola tajada, mi lengua desfragmentó en mil pedazos, cualquier otra opción que no fuese esa -Marchaos de allí, sin avisos, sin explicaciones. Y no por exilio. Si no porque vos lo decidáis - me quedé mirando al suelo, perdida en una maraña desolada. Y mi voz se diluyó como un canto de sirenas que termina -Sólo iros, pues lo que encontrareis fuera, siempre será mejor que vivir eternamente en una cárcel - Sabía de lo que hablaba. Y temí ser demasiado directa. Quizás la joven no estuviese acostumbrada a ese tipo de conceptos, palabras o expresiones que tan habituales eran para mí y nunca delante de nadie. Es decir, de cara al público. Como cuando el espectador ve una función perfecta, sin saber que detrás de los bambalinas los actores se están zurrando.
-Querida! Me alegro tanto de volver a verte...- ¿Y esta quien narices era? ¿Aquí todo el mundo se conocía y yo era la única extranjera? Ambas damas se saludaron de forma cortés. Yo sólo contemplé la escena, deseando morderme las uñas, con tal de contener la ansiedad de darle una calada a un cigarrillo. Cuanto más nerviosa, más ansiosa.
Busqué a madame Harsányi, para asegurarme de tener localizado al caballero que elegí y al que poco estaba haciendo caso. Y en estado de alerta, hice memoria, recordando todo lo hablado con la joven ¿La di consejos sin conocerla de nada? ¿Yo? Pues si que estaba extraña.... ¿O sólo madurando? ¡Tonterías! Y a medida que transcurrían las manillas del reloj, la noche iba cobrando cada vez menos sentido, como si ese momento no perteneciese a mi vida. Ni mi cuerpo o voz, a mi misma. Ridículo. Pero desconcertante ¿Que por qué cobró menos sentido la velada? Un motivo considerable; escuché pronunciar mi nombre y no de boca de cualquiera. La mujer que acababa de presentarse, traía con sigo un lindo regalo.
-Señorita Johnson, tan maravillosa como siempre- Leonardo Rousseau ante mí ¡Y ante todos! Pues no era la única que le conocía. El señor Castlefield se presentó de muy buen grado, sin despegarse de Harsányi. -Lady Dupont, un placer volver a veros.- que manía con chupetear las manos de la gente... Si seguían así, terminarían dejándome menuda.
No dije nada. Solo le miré, sibilina. Luego sonreí a su acompañante de forma casi imperceptible. Una persona que observase mi rostro desde lejos, apenas se habría dado cuenta. Que viniese acompañado no me causó la menor sorpresa. Él sabía como desenvolverse con las mujeres. A las pruebas me remito:
- No os preocupéis, Lord Castlefield, el señor Rousseau y yo ya nos conocemos. Coincidimos en una fiesta a la que nos invitó un conocido común. Como ya le comenté a la señorita Johnson, aquello terminó con una pequeña desavenencia, pero nada importante...- Desavenencia... Como no... Como si le hubiesen bendecido con ese "don" ¿O venía así de serie? La última vez que nos vimos, la cosa no acabó bien. Digamos que... tuvimos un conflicto de intereses. - Resulta una sorpresa encontraros aquí, Lord Rousseau... Vos debéis ser su esposa, ¿me equivoco? Es un placer conoceros, yo soy Erzebeth Harsányi- su esposa... que sorpresa.... bufé ante la idea. Eso si que no me lo esperaba. Me tapé la boca con la mano para contener la risa ¿Cuándo entré en una intriga palaciega? ojos para ver... ¿Era mi percepción o la sala empequeñecía?
-Idílico - sonreí ante la escena con cierta ironía -Y yo temiendo pasar la noche sola - Si seguía sumándose gente, nos catalogarían de familia numerosa -Os veo bien, Rousseau... - por fin me referí directamente a él, como si nada hubiese ocurrido -Más aún, estando tan bien acompañado - remarqué la palabra "bien" mirando a su mujer -increíble que os hayan cazado - bromeé con la sonrisa torcida, negando la locura que suponía, tratándose de un hombre como él ¿Esta dama era lista o estúpida? No supe concretar...
Con viveza, seguí observando a Leonardo, hasta que alguien golpeó una cuchara contra una copa, como si se tratase de un brindis. Un caballero, imaginé el dueño del museo, empezó a parlotear sin cesar cuando todo el mundo se hubo callado.
-¿De qué le conocéis exactamente, madame? - susurré a la joven Vanessa con disimulo. Pues la inocencia se manifestaba en sus mejillas, cobrando el mismo color que un albaricoque recién caído del árbol. Encontré imposible unirles de algún modo ¿Dos personas tan dispares? ¿O sólo se conocían de vista? No me entraba en la cabeza... tampoco el discurso del dueño. Se puso a enumerar cuadros y autores. A hablar de las instalaciones. A lo que yo bostecé volviendo a poner la mira en Castlefield. Difícil situación.
Alma Dupont- Humano - Clase Alta
- Mensajes : 454
Fecha de inscripción : 02/09/2010
Edad : 36
Re: Fiesta en el museo [Libre]
Alma se limito a mirarme con aquellos ojos grises tan traicioneros sin pronunciar aun palabra. Me puse a calibrar la situación, Podría fiarme de que Alma no me montase algún tipo de “espectáculo”? Su silencio acaso ocultaba algo? no lo sabía, al tener ella aquel humor tan cambiante todo era posible así que tendría que ir con cuidado y pensar bien mis palabras antes de soltarlas. Las respuestas no tardaron en llegar.
- ¡Señora Rousseau! Tanto gusto de verla también. Pues no, mis padres no han acudido a este evento pero me han enviado en su lugar. Últimamente mi padre está trabajando mucho y se sentía demasiado cansado como para venir y disfrutar con todo esto. –Desde luego Vanessa sabía ser muy educada.- Señor Rousseau. Encantada de verle de nuevo. Le creía un hombre demasiado ocupado como para acudir a estos eventos. –Sus palabras sonaron corteses pero por algún motivo notaba cierta reprimenda en ella hacia mí.
-Bueno, era una noche especial y no podía perderme un acontecimiento como este señorita Johnson-Conteste sonriéndola con sinceridad, me agradaba volver a verla, a pesar de las circunstancias, y por supuesto…dejar que mi olfato se deleitase con el aroma de su delicada sangre, casi se me hizo la boca agua al recordarla.
- Vaya, veo que durante mi breve ausencia os habéis encontrado con conocidos...Encantado de conoceros, mi nombre es Arthur Castlefield... ¿Vos sois...?Por lo visto la noche deparaba aun mas sorpresas entretenidas. Un joven se presento, parecía conocer tanto a Alma como a Vanessa. Pero eso no fue lo interesante. - Erzébet, dejad que os presente a...-Erzsebeth…aquella bruja que mordí y que se vengo por supuesto…”Las brujas están todas locas” pensé al recordarlo. Ella era la guinda que completaba ese curioso pastel
- No os preocupéis, Lord Castlefield, el señor Rousseau y yo ya nos conocemos. Coincidimos en una fiesta a la que nos invitó un conocido común. Como ya le comenté a la señorita Johnson, aquello terminó con una pequeña desavenencia, pero nada importante...- Por lo visto conocía a Vanessa y hasta había creado una “historia” de cómo nos conocimos…la desavenencia debió de ser el hecho de que yo bebiese su sangre sin consentimiento por su parte y su posterior “venganza”- Resulta una sorpresa encontraros aquí, Lord Rousseau... Vos debéis ser su esposa, ¿me equivoco? Es un placer conoceros, yo soy Erzebeth Harsányi- Se presento sin más, hay que guardar las apariencias…
-Desde luego que para mí también lo es volver a veros señorita Harsanyi y un placer conocerlo señor Castlefield- Estreche su manos- Y sí , ella es mi esposa, Wilhelmina Rousseau – Aproveche para presentársela a todos los presentes.
-Un gusto- Mina hizo una reverencia y dejo que el señor Castlefield besara su mano educadamente. Tanta palabrería y buenas formas me agotaban por momentos, además de que aquella noche no me había dado tiempo de beber más que a una sola presa, comenzaba a tener sed. Me afloje ligeramente la corbata.
-Idílico – Aquella palabra rompió el silencio de Alma, como no, vino acompañada de una sonrisa ironica.-Y yo temiendo pasar la noche sola. Os veo bien, Rousseau... – Al parecer había decidido dirigirse a mi aquella noche, empezaba a dudar que lo haría-Más aún, estando tan bien acompañado, increíble que os hayan cazado – Lo dijo con sorna, era lógico, desde luego sin los intereses que habían de por medio en ese matrimonio yo jamás me hubiese casado, eso desde luego. No aparto la vista de mí.
-Sí, lo cierto es que esta noche no puedo quejarme de la compañía- Me reí entre dientes-No creo que cazar sea la palabra pero…-Me detuve, todos nos giramos cuando un tintineo llamo la atención de los presentes. Al parecer era la hora de un brindis. Note que Alma susurraba algo a Vanessa, pero no me dio tiempo a averiguar de qué se trataba. Mina en seguida me pregunto de que conocía a Dupont, le conteste que era la viuda de un antiguo conocido.
- ¡Señora Rousseau! Tanto gusto de verla también. Pues no, mis padres no han acudido a este evento pero me han enviado en su lugar. Últimamente mi padre está trabajando mucho y se sentía demasiado cansado como para venir y disfrutar con todo esto. –Desde luego Vanessa sabía ser muy educada.- Señor Rousseau. Encantada de verle de nuevo. Le creía un hombre demasiado ocupado como para acudir a estos eventos. –Sus palabras sonaron corteses pero por algún motivo notaba cierta reprimenda en ella hacia mí.
-Bueno, era una noche especial y no podía perderme un acontecimiento como este señorita Johnson-Conteste sonriéndola con sinceridad, me agradaba volver a verla, a pesar de las circunstancias, y por supuesto…dejar que mi olfato se deleitase con el aroma de su delicada sangre, casi se me hizo la boca agua al recordarla.
- Vaya, veo que durante mi breve ausencia os habéis encontrado con conocidos...Encantado de conoceros, mi nombre es Arthur Castlefield... ¿Vos sois...?Por lo visto la noche deparaba aun mas sorpresas entretenidas. Un joven se presento, parecía conocer tanto a Alma como a Vanessa. Pero eso no fue lo interesante. - Erzébet, dejad que os presente a...-Erzsebeth…aquella bruja que mordí y que se vengo por supuesto…”Las brujas están todas locas” pensé al recordarlo. Ella era la guinda que completaba ese curioso pastel
- No os preocupéis, Lord Castlefield, el señor Rousseau y yo ya nos conocemos. Coincidimos en una fiesta a la que nos invitó un conocido común. Como ya le comenté a la señorita Johnson, aquello terminó con una pequeña desavenencia, pero nada importante...- Por lo visto conocía a Vanessa y hasta había creado una “historia” de cómo nos conocimos…la desavenencia debió de ser el hecho de que yo bebiese su sangre sin consentimiento por su parte y su posterior “venganza”- Resulta una sorpresa encontraros aquí, Lord Rousseau... Vos debéis ser su esposa, ¿me equivoco? Es un placer conoceros, yo soy Erzebeth Harsányi- Se presento sin más, hay que guardar las apariencias…
-Desde luego que para mí también lo es volver a veros señorita Harsanyi y un placer conocerlo señor Castlefield- Estreche su manos- Y sí , ella es mi esposa, Wilhelmina Rousseau – Aproveche para presentársela a todos los presentes.
-Un gusto- Mina hizo una reverencia y dejo que el señor Castlefield besara su mano educadamente. Tanta palabrería y buenas formas me agotaban por momentos, además de que aquella noche no me había dado tiempo de beber más que a una sola presa, comenzaba a tener sed. Me afloje ligeramente la corbata.
-Idílico – Aquella palabra rompió el silencio de Alma, como no, vino acompañada de una sonrisa ironica.-Y yo temiendo pasar la noche sola. Os veo bien, Rousseau... – Al parecer había decidido dirigirse a mi aquella noche, empezaba a dudar que lo haría-Más aún, estando tan bien acompañado, increíble que os hayan cazado – Lo dijo con sorna, era lógico, desde luego sin los intereses que habían de por medio en ese matrimonio yo jamás me hubiese casado, eso desde luego. No aparto la vista de mí.
-Sí, lo cierto es que esta noche no puedo quejarme de la compañía- Me reí entre dientes-No creo que cazar sea la palabra pero…-Me detuve, todos nos giramos cuando un tintineo llamo la atención de los presentes. Al parecer era la hora de un brindis. Note que Alma susurraba algo a Vanessa, pero no me dio tiempo a averiguar de qué se trataba. Mina en seguida me pregunto de que conocía a Dupont, le conteste que era la viuda de un antiguo conocido.
Leonardo Rousseau- Vampiro - Clase Alta
- Mensajes : 872
Fecha de inscripción : 29/05/2010
Edad : 483
Re: Fiesta en el museo [Libre]
Cuando Alma empezó a hablar supe que no me había equivocado con ella. Realmente no le gustaban los roles establecidos, es más, diría que los odiaba. Me pregunté que edad tendría. No parecía mucho mayor que yo pero sus palabras duras y sinceras hacían pensar que había vivído muchas cosas y sabía ciertamente de lo que hablaba. En algunos momentos pareció incluso molesta con todos los hombres, incluso hiriente... Gracias a Dios ningún hombre en ese momento estaba tan cerca como para oírnos. Cuando dijo que me daría un consejo y empezó a hablar sin esperar siquiera un leve asentimiento por mi parte pareció haber leído mi actitud. Por un segundo mi rostro fue de confusión. ¿Por qué me decía que no hiciese esas cosas? Hacerlas eran mi única forma de escapar de aquella vida que detestaba... Su conclusión lo aclaró todo. Mi rostro expresó un ligero desconcierto pero la voz que me habló alejó toda posibilidad de hacer la pregunta que se había quedado colgando de mis labios.
Leonardo respondió mi pregunta con una frase que por algún motivo no me sonó del todo sincera. ¿Qué me pasaba hoy? ¿Desconfiaba de él de repente? A no mucho tardar se nos unieron nuevamente Erzsébeth y Lord Castlefield y empezamos a parecer un grupo bastante numeroso y animado. Hubo un intercambio de saludos y de expresiones de cortesía y, por qué no decirlo, gestos de sorpresa en varios rostros, entre ellos el de la esposa de Leonardo. No me extrañaría saber que nunca había escuchado hablar de aquellas dos señoritas a su marido. Se hicieron todas las presentaciones de rigor y parecía que una conversación a varias bandas iba a iniciarse cuando fuimos interrumpidos por un tintineo de metal contra cristal.
A varios metros de nosotros el dueño del museo iniciaba un discurso de bienvenida y agradecimiento a los benefactores y al resto de invitados. Lady Dupont, que seguía a mi lado. y yo hicimos un pequeño aparte y en apenas un susurro mostró interés por saber de qué conocía a aquella pareja.
- Oh, mi padre y él son socios de negocios y, bueno, antes de que sus tratos estuviesen cerrados el señor Rousseau tuvo a bien invitarnos a una cena familiar en su casa con motivo de que las familias se conociesen. -respondí en el mismo tono de voz bajo. A no ser que el tema surgiese de labios de Leonardo no creía oportuno mencionar nada de la noche del teatro. Sólo esperaba que Erzsebeth no recordase ese tema y lo sacase a colación. Me moría de curiosidad por saber también cómo es que ellos se conocían, pero me abstuve de preguntar. Siempre podría hacerlo más tarde con menos oídos cerca de nosotras.
Leonardo respondió mi pregunta con una frase que por algún motivo no me sonó del todo sincera. ¿Qué me pasaba hoy? ¿Desconfiaba de él de repente? A no mucho tardar se nos unieron nuevamente Erzsébeth y Lord Castlefield y empezamos a parecer un grupo bastante numeroso y animado. Hubo un intercambio de saludos y de expresiones de cortesía y, por qué no decirlo, gestos de sorpresa en varios rostros, entre ellos el de la esposa de Leonardo. No me extrañaría saber que nunca había escuchado hablar de aquellas dos señoritas a su marido. Se hicieron todas las presentaciones de rigor y parecía que una conversación a varias bandas iba a iniciarse cuando fuimos interrumpidos por un tintineo de metal contra cristal.
A varios metros de nosotros el dueño del museo iniciaba un discurso de bienvenida y agradecimiento a los benefactores y al resto de invitados. Lady Dupont, que seguía a mi lado. y yo hicimos un pequeño aparte y en apenas un susurro mostró interés por saber de qué conocía a aquella pareja.
- Oh, mi padre y él son socios de negocios y, bueno, antes de que sus tratos estuviesen cerrados el señor Rousseau tuvo a bien invitarnos a una cena familiar en su casa con motivo de que las familias se conociesen. -respondí en el mismo tono de voz bajo. A no ser que el tema surgiese de labios de Leonardo no creía oportuno mencionar nada de la noche del teatro. Sólo esperaba que Erzsebeth no recordase ese tema y lo sacase a colación. Me moría de curiosidad por saber también cómo es que ellos se conocían, pero me abstuve de preguntar. Siempre podría hacerlo más tarde con menos oídos cerca de nosotras.
Vanessa Jonhson- Humano - Clase Alta
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Fecha de inscripción : 01/09/2010
Edad : 34
Re: Fiesta en el museo [Libre]
(Off: ¿Venganza? ¿Qué venganza? El hechizo para evitar que me mataras no fue una venganza. Creeme, si fuera a vengarme, lo notarías xD)
-Desde luego que para mí también lo es volver a veros señorita Harsanyi y un placer conocerlo señor Castlefield- Estrecha nuestras manos- Y sí , ella es mi esposa, Wilhelmina Rousseau.
-Un gusto- Mina hace una reverencia y Castlefield besa su mano educadamente.
Observo el gesto de Leonardo, que se afloja ligeramente la corbata.
-Idílico – dice Alma con una sonrisa ironica.-Y yo temiendo pasar la noche sola. Os veo bien, Rousseau... Más aún, estando tan bien acompañado, increíble que os hayan cazado.
-Sí, lo cierto es que esta noche no puedo quejarme de la compañía- Me reí entre dientes-No creo que cazar sea la palabra pero…- un tintineo nos interrumpe... Un brindis, parece ser. Alma y Vanessa hablan de cómo esta última conoció a Rouseau, y Mina le pregunta que de qué conocía a Alma.
- ¿Viuda?- murmura Castlefiel, irónico- parece ser que hay de todo aquí: desde un feliz y próspero matrimonio hasta una doliente y enlutada viuda.
Ruedo los ojos. Supongo que es fácil advertir que el matrimonio de los Rousseau no es precísamente modélico, pero ese sarcasmo respecto a Alma es innecesario. Sería normal y no estaría "mal visto" que fuera feliz y hubiera abandonado el luto si su marido murió hace tiempo.
Aunque se dedica a evaluar la riqueza de los hombres con los que se cruza. Sonrío de medio lado... "No, si al final habrá acertado con el comentario. Tampoco es muy difícil encontrar conductas "socialmente reprochables" entre la alta sociedad... Y ninguno de nosotros es una excepción"
El discurso del hombre termina, se brinda y se reanudan las conversaciones.
- Vanessa, ¿habéis leído ya el libro que os presté?- pregunto.
"Bah, no tengo remedio. Me preocupa más la seguridad de mi original de Shakespeare que la de mi sangre... Pero, de todas formas, con su esposa junto a él sería difícil mencionar nada sobre la condición vampírica de Rousseau... Vanessa no sabe nada, ¿qué sabrá Alma?"
-Desde luego que para mí también lo es volver a veros señorita Harsanyi y un placer conocerlo señor Castlefield- Estrecha nuestras manos- Y sí , ella es mi esposa, Wilhelmina Rousseau.
-Un gusto- Mina hace una reverencia y Castlefield besa su mano educadamente.
Observo el gesto de Leonardo, que se afloja ligeramente la corbata.
-Idílico – dice Alma con una sonrisa ironica.-Y yo temiendo pasar la noche sola. Os veo bien, Rousseau... Más aún, estando tan bien acompañado, increíble que os hayan cazado.
-Sí, lo cierto es que esta noche no puedo quejarme de la compañía- Me reí entre dientes-No creo que cazar sea la palabra pero…- un tintineo nos interrumpe... Un brindis, parece ser. Alma y Vanessa hablan de cómo esta última conoció a Rouseau, y Mina le pregunta que de qué conocía a Alma.
- ¿Viuda?- murmura Castlefiel, irónico- parece ser que hay de todo aquí: desde un feliz y próspero matrimonio hasta una doliente y enlutada viuda.
Ruedo los ojos. Supongo que es fácil advertir que el matrimonio de los Rousseau no es precísamente modélico, pero ese sarcasmo respecto a Alma es innecesario. Sería normal y no estaría "mal visto" que fuera feliz y hubiera abandonado el luto si su marido murió hace tiempo.
Aunque se dedica a evaluar la riqueza de los hombres con los que se cruza. Sonrío de medio lado... "No, si al final habrá acertado con el comentario. Tampoco es muy difícil encontrar conductas "socialmente reprochables" entre la alta sociedad... Y ninguno de nosotros es una excepción"
El discurso del hombre termina, se brinda y se reanudan las conversaciones.
- Vanessa, ¿habéis leído ya el libro que os presté?- pregunto.
"Bah, no tengo remedio. Me preocupa más la seguridad de mi original de Shakespeare que la de mi sangre... Pero, de todas formas, con su esposa junto a él sería difícil mencionar nada sobre la condición vampírica de Rousseau... Vanessa no sabe nada, ¿qué sabrá Alma?"
Erzsebeth Harsányi- Bruja - Clase Media
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Fecha de inscripción : 10/07/2010
Edad : 41
Re: Fiesta en el museo [Libre]
- Oh, mi padre y él son socios de negocios - aburrido... -y, bueno, antes de que sus tratos estuviesen cerrados el señor Rousseau tuvo a bien invitarnos a una cena familiar en su casa con motivo de que las familias se conociesen. - más que aburrido... Y yo esperándome algún escándalo. Creo que leo demasiados libros de enredos. Debería dejarlos...
-Eso es muy interesante - contesté con desgana, como si quisiese zanjar la conversación, para pasar a otro tema. Dejaremos a un lado mi gusto por los chismorreos por un día... En otra ocasión, habría seguido preguntándola hasta encontrar la herida donde hundir el dedo. Pero aún era pronto para esas cosas.
Doblé una rodilla cambiando el peso de las piernas, cansada de estar de pie; y seguí escuchando el discurso de siete páginas que sujetaba el anfitrión. Siete páginas... -Bla, bla, bla... - y yo sobria...
- ¿Viuda?- Escuche decir al señor Castlefield. Y hablaban de mí, para más desconciertos. O Leonardo tenía una suerte impresionante a la hora de justificar sus compañías o era pitoniso. Porque yo nunca le hablé de ningún matrimonio. O eso pensaba yo. Ya ni me acuerdo...
Me retiré el pelo, muerta de calor y me abaniqué con la invitación - parece ser que hay de todo aquí: desde un feliz y próspero matrimonio hasta una doliente y enlutada viuda. - lo que me quedaba por oír. Al parecer no soy la única cotilla. ¡Una achacosa viuda! Puse cara de pena, mirando al frente y me sequé las mejillas, como si estuviesen mojadas. Demasiado divertido como para pasarlo por alto. Y el tipo del discursito seguió hablando...
- Vanessa, ¿habéis leído ya el libro que os presté?- Sentí que aquella conversación no me pertenecía. Así que me desligué de ambas un tanto perdida ¿Dónde estaba el maldito? Le busqué, visionándole cerca de mí. Justo al ladito de su querida mujercita. Y de inmediato sentí la más terrible de las apatías, con sólo mirarle. Y esperé no quedarme a solas con ellos demasiado tiempo. ¡Y que no me tocase la fibra en tal caso! porque se me ocurrían tantas... tantas cosas...
Su mujer era agraciada, aunque no tanto como yo ¡Ja!. Se sostenía a su lado igual que un florero. La mujer florero... un término que poco encajaba en mi cabeza. Tampoco en la de la señorita Jonhson. Pero a la señora Rousseau parecía importarle bien poco ¿tendría alguna marca en el cuerpo en contra de su voluntad? O quizás practicaba también, el canibalismo Voodoo, junto a su marido. Eso si que sería gracioso ¡E inesperado! Casi reí, observando su cuello con demasiado juicio como para que se diese cuenta de mi escrutinio. Pero no vi ninguna mordedura. ¿Quizás en la ingle? ¡Ahí no miraría!
-Perdonad... - me disculpé al ver que no podía ocultar mi descaro - Sólo observaba el collar - le aclaré, agradeciendo que llevase puesta una joya. Era horrorosa... pero el disimulo a veces hace que disciernas en opiniones propias -¿Son esmeraldas? - miré a Rousseau por el rabillo del ojo, acercándome a su mujer para tocar una de las piedras con delicadeza. ¿Era desconfianza lo que veía? ¿Hacia mí? chico listo... -¿Qué os parece el mío? - me retiré los cabellos para enseñárselo a la dama. El broche quedaba justo entre mis pechos. Así que, luego se lo mostré a Leonardo, bien cerca, para que lo viera con detalle -Son Atacamitas - atacado del corazón y contra la pared se iba a quedar, con semejantes vistas... -Adoro las piedras - sonreí con una ceja alzada, dejando de mostrar mis virtudes. Una pequeña estocada.
-Eso es muy interesante - contesté con desgana, como si quisiese zanjar la conversación, para pasar a otro tema. Dejaremos a un lado mi gusto por los chismorreos por un día... En otra ocasión, habría seguido preguntándola hasta encontrar la herida donde hundir el dedo. Pero aún era pronto para esas cosas.
Doblé una rodilla cambiando el peso de las piernas, cansada de estar de pie; y seguí escuchando el discurso de siete páginas que sujetaba el anfitrión. Siete páginas... -Bla, bla, bla... - y yo sobria...
- ¿Viuda?- Escuche decir al señor Castlefield. Y hablaban de mí, para más desconciertos. O Leonardo tenía una suerte impresionante a la hora de justificar sus compañías o era pitoniso. Porque yo nunca le hablé de ningún matrimonio. O eso pensaba yo. Ya ni me acuerdo...
Me retiré el pelo, muerta de calor y me abaniqué con la invitación - parece ser que hay de todo aquí: desde un feliz y próspero matrimonio hasta una doliente y enlutada viuda. - lo que me quedaba por oír. Al parecer no soy la única cotilla. ¡Una achacosa viuda! Puse cara de pena, mirando al frente y me sequé las mejillas, como si estuviesen mojadas. Demasiado divertido como para pasarlo por alto. Y el tipo del discursito seguió hablando...
- Vanessa, ¿habéis leído ya el libro que os presté?- Sentí que aquella conversación no me pertenecía. Así que me desligué de ambas un tanto perdida ¿Dónde estaba el maldito? Le busqué, visionándole cerca de mí. Justo al ladito de su querida mujercita. Y de inmediato sentí la más terrible de las apatías, con sólo mirarle. Y esperé no quedarme a solas con ellos demasiado tiempo. ¡Y que no me tocase la fibra en tal caso! porque se me ocurrían tantas... tantas cosas...
Su mujer era agraciada, aunque no tanto como yo ¡Ja!. Se sostenía a su lado igual que un florero. La mujer florero... un término que poco encajaba en mi cabeza. Tampoco en la de la señorita Jonhson. Pero a la señora Rousseau parecía importarle bien poco ¿tendría alguna marca en el cuerpo en contra de su voluntad? O quizás practicaba también, el canibalismo Voodoo, junto a su marido. Eso si que sería gracioso ¡E inesperado! Casi reí, observando su cuello con demasiado juicio como para que se diese cuenta de mi escrutinio. Pero no vi ninguna mordedura. ¿Quizás en la ingle? ¡Ahí no miraría!
-Perdonad... - me disculpé al ver que no podía ocultar mi descaro - Sólo observaba el collar - le aclaré, agradeciendo que llevase puesta una joya. Era horrorosa... pero el disimulo a veces hace que disciernas en opiniones propias -¿Son esmeraldas? - miré a Rousseau por el rabillo del ojo, acercándome a su mujer para tocar una de las piedras con delicadeza. ¿Era desconfianza lo que veía? ¿Hacia mí? chico listo... -¿Qué os parece el mío? - me retiré los cabellos para enseñárselo a la dama. El broche quedaba justo entre mis pechos. Así que, luego se lo mostré a Leonardo, bien cerca, para que lo viera con detalle -Son Atacamitas - atacado del corazón y contra la pared se iba a quedar, con semejantes vistas... -Adoro las piedras - sonreí con una ceja alzada, dejando de mostrar mis virtudes. Una pequeña estocada.
Alma Dupont- Humano - Clase Alta
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Fecha de inscripción : 02/09/2010
Edad : 36
Re: Fiesta en el museo [Libre]
Comenzaba a sentir cada vez más que el cuello de la camisa me arañaba la garganta, pero no era la camisa…era la sed. Tendría que deshacerme de Wilhelmina y pronto, para así poder buscar una víctima.
Mi mente estaba muy lejos de las conversaciones de los presentes, aunque no pude evitar ver como Alma se “secaba” las mejillas y casi en ese mismo momento la vi observándonos, más en concreto al cuello de Mina, si pretendía encontrar algo lo tenía claro, hacia mucho que no bebía de ella, el sabor de su sangre llego a aburrirme…Me encogí de hombros inconscientemente
-Perdonad... Sólo observaba el collar –Y se supone que eso debía creérmelo? Aunque reconocí que sabia disimular -¿Son esmeraldas? ¿Qué os parece el mío? – Se retiro los cabellos de cuello para enseñar mejor su joya. Wilelmina la observo y respondió con un alago similar al suyo, Estaba casi seguro de que días después la vería a ella con algo similar…Entonces se dirigió a mí, enseñándomelo-Son Atacamitas. Adoro las piedras – Su colgante terminaba justo entre sus dotes femeninas, un mineral verde perfectamente pulido contrastaba con la delicada palidez de su escote…la misma que me permitía contemplar los caminos que seguía su sangre llenando su cuerpo de calor.
Tampoco deje pasar el leve movimiento de sus pechos al respirar, me provocaba con una crueldad propia de una mujer como ella. “Mal momento para provocarme” pensé cuando dirigí mi vista a sus ojos, como esperando que adivinase mis pensamientos aunque sin esperanzas de ello.
-Precioso- Sonreí levemente y sostuve su mirada un breve instante, después alce la vista, pude ver como Erzsebeth hablaba con Vanessa, el que se conocieran era un hecho que no dejaba de sorprenderme.
Aquella jovencita rubia conseguía distraerme pero…algo más llamo mi atención. “Perfecto…” la solución a mi principal problema había surgido de una multitud.
-Disculpadnos un momento Lady Dumpont- Dije y me encamine a uno de los extremos de la sala, antes de llegar nos topamos con las amigas de mi mujer. El simple hecho de escuchar sus voces chirriantes era desagradable pero ellas suponían mi libertad.
Después de los saludos pertinentes conseguí liberarme de las garras de Mina, ella ya estaba bastante distraída con aquel grupo de pequeñas arpías y pude escabullirme, cuando lo logre suspire aliviado. Un camarero pasó por mi lado y cogí dos copas de vino de su bandeja, me acerque nuevamente a Alma.
-Puede que necesitéis algo más intenso que el champagne – Dije tendiéndole la copa de vino
Mi mente estaba muy lejos de las conversaciones de los presentes, aunque no pude evitar ver como Alma se “secaba” las mejillas y casi en ese mismo momento la vi observándonos, más en concreto al cuello de Mina, si pretendía encontrar algo lo tenía claro, hacia mucho que no bebía de ella, el sabor de su sangre llego a aburrirme…Me encogí de hombros inconscientemente
-Perdonad... Sólo observaba el collar –Y se supone que eso debía creérmelo? Aunque reconocí que sabia disimular -¿Son esmeraldas? ¿Qué os parece el mío? – Se retiro los cabellos de cuello para enseñar mejor su joya. Wilelmina la observo y respondió con un alago similar al suyo, Estaba casi seguro de que días después la vería a ella con algo similar…Entonces se dirigió a mí, enseñándomelo-Son Atacamitas. Adoro las piedras – Su colgante terminaba justo entre sus dotes femeninas, un mineral verde perfectamente pulido contrastaba con la delicada palidez de su escote…la misma que me permitía contemplar los caminos que seguía su sangre llenando su cuerpo de calor.
Tampoco deje pasar el leve movimiento de sus pechos al respirar, me provocaba con una crueldad propia de una mujer como ella. “Mal momento para provocarme” pensé cuando dirigí mi vista a sus ojos, como esperando que adivinase mis pensamientos aunque sin esperanzas de ello.
-Precioso- Sonreí levemente y sostuve su mirada un breve instante, después alce la vista, pude ver como Erzsebeth hablaba con Vanessa, el que se conocieran era un hecho que no dejaba de sorprenderme.
Aquella jovencita rubia conseguía distraerme pero…algo más llamo mi atención. “Perfecto…” la solución a mi principal problema había surgido de una multitud.
-Disculpadnos un momento Lady Dumpont- Dije y me encamine a uno de los extremos de la sala, antes de llegar nos topamos con las amigas de mi mujer. El simple hecho de escuchar sus voces chirriantes era desagradable pero ellas suponían mi libertad.
Después de los saludos pertinentes conseguí liberarme de las garras de Mina, ella ya estaba bastante distraída con aquel grupo de pequeñas arpías y pude escabullirme, cuando lo logre suspire aliviado. Un camarero pasó por mi lado y cogí dos copas de vino de su bandeja, me acerque nuevamente a Alma.
-Puede que necesitéis algo más intenso que el champagne – Dije tendiéndole la copa de vino
Leonardo Rousseau- Vampiro - Clase Alta
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Fecha de inscripción : 29/05/2010
Edad : 483
Re: Fiesta en el museo [Libre]
Alma me escuchó en silencio asintiendo un par de veces mientras contestaba su pregunta y después soltó un "muy interesante" en el que pude captar una ligera desgana. Desde luego yo misma admitía que los negocios de mi padre me aburrían y que solía evitar cualquier tema relacionado con ellos, aunque no me arrepentía del todo de haber asistido a aquella cena. Había terminado resultando de lo más entretenida...
Tratamos de no seguir hablando ni armando alboroto hasta que dio fin el casi interminable discurso y después de eso Erzsebeth vino hacia mí para preguntarme por el libro que había tenido a bien prestarme.
- Oh, sí. De hecho ahora mismo estoy terminando de leerlo por segunda vez. Hay obras que se disfrutan mucho más en la segunda o tercera lecturas. -le respondí sonriendo.- Si queréis puedo ir a devolveróslo en un par de días o... o podéis venir a buscarlo a casa y así haremos efectiva mi oferta de enseñaros el contenido de mi biblioteca. He estado mirando y he encontrado una obra de Moliére, segunda o tercera edición, en el idioma original que a lo mejor os puede resultar entretenida y que seguro disfrutaréis más que yo.
Mientras nosotras hablábamos Lord Castlefield que había vuelto a acercarse, se excusó diciendo que iría por una copa para nosotras y pude ver, a un par de metros, cómo Leonardo y su esposa, que hasta el momento hablaban con Lady Dupont, se alejaban rumbo a un concurrido grupo de mujeres. ¿Esas serían las famosas e "incordiosas" en palabras del propio Leonardo, amigas de su esposa?
De vuelta a mi conversación con Erzsebeth recordé algo por lo que debía agradecerle.
- Acabo de acordarme, mi madre visitó a Mr. Taylor y quedó más que encantada con él y con su trabajo. Me pidió que os agradeciera el llevarme allí. Al parecer no sólo le hicistéis un favor al sastre. -dije esbozando una amplia sonrisa.- Estoy pensando... ¿por qué no venís mejor a tomar el té a casa? Así podríamos aprovechar la tarde en la biblioteca y mi madre podrá agradeceroslo en persona... - Estaba hablando con la señorita Harsányi, pero en más de una ocasión me descubrí desviando mi mirada hacia dónde Leonardo departía animadamente con Alma, ya al parecer, libre de la compañía de su mujer. Un sentimiento nada agradable me recorrió al ver la forma en que la miraba. ¿Qué me estaba pasando? ¿Estaba celosa? Por suerte apareció Lord Castlefield con las bebidas a tiempo para redirigir mi atención.
Tratamos de no seguir hablando ni armando alboroto hasta que dio fin el casi interminable discurso y después de eso Erzsebeth vino hacia mí para preguntarme por el libro que había tenido a bien prestarme.
- Oh, sí. De hecho ahora mismo estoy terminando de leerlo por segunda vez. Hay obras que se disfrutan mucho más en la segunda o tercera lecturas. -le respondí sonriendo.- Si queréis puedo ir a devolveróslo en un par de días o... o podéis venir a buscarlo a casa y así haremos efectiva mi oferta de enseñaros el contenido de mi biblioteca. He estado mirando y he encontrado una obra de Moliére, segunda o tercera edición, en el idioma original que a lo mejor os puede resultar entretenida y que seguro disfrutaréis más que yo.
Mientras nosotras hablábamos Lord Castlefield que había vuelto a acercarse, se excusó diciendo que iría por una copa para nosotras y pude ver, a un par de metros, cómo Leonardo y su esposa, que hasta el momento hablaban con Lady Dupont, se alejaban rumbo a un concurrido grupo de mujeres. ¿Esas serían las famosas e "incordiosas" en palabras del propio Leonardo, amigas de su esposa?
De vuelta a mi conversación con Erzsebeth recordé algo por lo que debía agradecerle.
- Acabo de acordarme, mi madre visitó a Mr. Taylor y quedó más que encantada con él y con su trabajo. Me pidió que os agradeciera el llevarme allí. Al parecer no sólo le hicistéis un favor al sastre. -dije esbozando una amplia sonrisa.- Estoy pensando... ¿por qué no venís mejor a tomar el té a casa? Así podríamos aprovechar la tarde en la biblioteca y mi madre podrá agradeceroslo en persona... - Estaba hablando con la señorita Harsányi, pero en más de una ocasión me descubrí desviando mi mirada hacia dónde Leonardo departía animadamente con Alma, ya al parecer, libre de la compañía de su mujer. Un sentimiento nada agradable me recorrió al ver la forma en que la miraba. ¿Qué me estaba pasando? ¿Estaba celosa? Por suerte apareció Lord Castlefield con las bebidas a tiempo para redirigir mi atención.
Vanessa Jonhson- Humano - Clase Alta
- Mensajes : 266
Fecha de inscripción : 01/09/2010
Edad : 34
Re: Fiesta en el museo [Libre]
- Oh, sí. De hecho ahora mismo estoy terminando de leerlo por segunda vez. Hay obras que se disfrutan mucho más en la segunda o tercera lecturas. - responde sonriendo, por lo que asiento.- Si queréis puedo ir a devolveróslo en un par de días o... o podéis venir a buscarlo a casa y así haremos efectiva mi oferta de enseñaros el contenido de mi biblioteca. He estado mirando y he encontrado una obra de Moliére, segunda o tercera edición, en el idioma original que a lo mejor os puede resultar entretenida y que seguro disfrutaréis más que yo.
- Será un placer leerla, aunque el francés no sea un idioma que domine. Aun así, soy capaz de leerlo con relativa facilidad, así que no será un problema.
Arthur, que había vuelto a acercarse, se excusa diciendo que irá a por una copa para nosotras.
- Acabo de acordarme, mi madre visitó a Mr. Taylor y quedó más que encantada con él y con su trabajo. Me pidió que os agradeciera el llevarme allí. Al parecer no sólo le hicistéis un favor al sastre. -dice esbozando una amplia sonrisa.- Estoy pensando... ¿por qué no venís mejor a tomar el té a casa? Así podríamos aprovechar la tarde en la biblioteca y mi madre podrá agradeceroslo en persona...
- Será un placer ir a visitaros... Así podré tanto ver - observo como Vanessa desvía su vista hacia Leonardo y Alma, que hablan a poca distancia de nosotras- No parecéis demasiado concentrada en la conversación, ¿queréis...- me interrumpo, por la llegada de Arthur, que nos tiende las copas.
"Hummm... Tinto" Me la llevo a los labios "Delicioso..."
- Lady Johson, parecéis desear entablar conversación con vuestro conocido común con Harsányi- dice, tras observar una de las miradas de Vanessa- Dado que Lady Duppont tuvo el generoso y desinteresado- ¿Sarcasmo otra vez? Por qué no me extraña. Parece que ha decidido desconfiar de Alma- gesto de invitarnos a una copa, no deberíamos ignorarla ahora, aunque se haya encontrado ella también con un conocido, ¿no creéis?
Lo miro, pensativa. Aunque yo me fíe menos del vámpír, puede que tenga razón. El gesto de Alma no es el de alguien que desprecia esta sociedad y este amaneramiento, pero ella sí parece de ese tipo de personas. Y Arthur sólo muestra ese tipo de interés por gente que piense así, al igual que él, y los reconoce a la perfección. Y parece que le divierte la situación...
"A veces creo que si supiera que Leonardo es un vampiro y yo una bruja reiría e intentaría entablar una amistad con él y verme más a menudo... Todo por salirse de lo habitual y de la rutina"
- Será un placer leerla, aunque el francés no sea un idioma que domine. Aun así, soy capaz de leerlo con relativa facilidad, así que no será un problema.
Arthur, que había vuelto a acercarse, se excusa diciendo que irá a por una copa para nosotras.
- Acabo de acordarme, mi madre visitó a Mr. Taylor y quedó más que encantada con él y con su trabajo. Me pidió que os agradeciera el llevarme allí. Al parecer no sólo le hicistéis un favor al sastre. -dice esbozando una amplia sonrisa.- Estoy pensando... ¿por qué no venís mejor a tomar el té a casa? Así podríamos aprovechar la tarde en la biblioteca y mi madre podrá agradeceroslo en persona...
- Será un placer ir a visitaros... Así podré tanto ver - observo como Vanessa desvía su vista hacia Leonardo y Alma, que hablan a poca distancia de nosotras- No parecéis demasiado concentrada en la conversación, ¿queréis...- me interrumpo, por la llegada de Arthur, que nos tiende las copas.
"Hummm... Tinto" Me la llevo a los labios "Delicioso..."
- Lady Johson, parecéis desear entablar conversación con vuestro conocido común con Harsányi- dice, tras observar una de las miradas de Vanessa- Dado que Lady Duppont tuvo el generoso y desinteresado- ¿Sarcasmo otra vez? Por qué no me extraña. Parece que ha decidido desconfiar de Alma- gesto de invitarnos a una copa, no deberíamos ignorarla ahora, aunque se haya encontrado ella también con un conocido, ¿no creéis?
Lo miro, pensativa. Aunque yo me fíe menos del vámpír, puede que tenga razón. El gesto de Alma no es el de alguien que desprecia esta sociedad y este amaneramiento, pero ella sí parece de ese tipo de personas. Y Arthur sólo muestra ese tipo de interés por gente que piense así, al igual que él, y los reconoce a la perfección. Y parece que le divierte la situación...
"A veces creo que si supiera que Leonardo es un vampiro y yo una bruja reiría e intentaría entablar una amistad con él y verme más a menudo... Todo por salirse de lo habitual y de la rutina"
Erzsebeth Harsányi- Bruja - Clase Media
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Fecha de inscripción : 10/07/2010
Edad : 41
Re: Fiesta en el museo [Libre]
-Precioso- ¿Hoy estaba duro de pelar? Ni que estuviese enseñándole una mantel de mesa... Luego su atención se centró en un pequeño grupo de mujeres -Disculpadnos un momento Lady Dumpont- y fue directo a saludarlas, en compañía de su esposa. Tiempo no perdía. Y otra vez me quedé más sola que la una. Las damas que esa misma noche conocí, se me quedaron mirando. ¡No a la vez! Eso habría sido demasiado para mi ego. Pero no adiviné por qué tanto interés. -Puede que necesitéis algo más intenso que el champagne – Me sobresalté de inmediato para mi sorpresa, sin esperar que volviese a mi lado. Sujeté mi pecho en un arrebato, observando las dos copas. Una supuse que para mí ¿Algo más intenso? ¿Y me traía vino?
-¿Hoy sí os apetece que beba? - Porque la última vez, me la quitaba de las manos. Quizás tramase algo... Reflejé recelo en mis pupilas, achicando la mirada con desconfianza. Que se andase con cuidado. No emití palabra. Pero la amenaza era plausible. Al final, a regañadientes ¡Incluso dubitativa!, tomé la bebida sin despegarme de sus ojos y le di un buen trago -Delicioso... - sonreí lamiendo los restos de mis labios -¡Eres una caja de sorpresas, Rousseau! - exclamé, dándole un pequeño toque en el hombro. Pura fibra, Dios santo... no me acordaba -Y yo pensándome que nos conocimos con profundidad. Que ingenua de mí... - murmuré tremendamente irónica. Evidentemente me refería a las juergas nocturnas, que aún sin entender, terminaban siempre en un baño de sangre. Porque nunca me esperé que el anillo adornase su dedo. Pues era sólo eso. El lacito de un regalo. Me quedé mirando un cuadro, pues la gente empezó a amontonarse a su alrededor con curiosidad. Incluso vi desprecio y miradas de reprobación hacia la pintura. A pesar de ello, nadie se movió del sitio, atrapados por el morbo.
Una bestia aparecía en él, aterrorizando a unos campesinos. Los demonios atormenta rebaños. La sangre brotaba de uno de ellos como una cascada ¿Quien sería el pintor? Que cuadro más extraño -Es fascinante la sencillez con la que la piel humana, se profana con tan poco esfuerzo ¿No crees? - De ese tema, ambos sabíamos demasiado. Por A o por B, aunque lo que nos moviera no fuese el mismo propósito; confieso que en cierto modo nos parecíamos. Alcé una ceja, mirándole por el rabillo del ojo. A todo esto, terminé mi copa, intentando encontrar una última gota en su interior, que no hallé.
-¿Hoy sí os apetece que beba? - Porque la última vez, me la quitaba de las manos. Quizás tramase algo... Reflejé recelo en mis pupilas, achicando la mirada con desconfianza. Que se andase con cuidado. No emití palabra. Pero la amenaza era plausible. Al final, a regañadientes ¡Incluso dubitativa!, tomé la bebida sin despegarme de sus ojos y le di un buen trago -Delicioso... - sonreí lamiendo los restos de mis labios -¡Eres una caja de sorpresas, Rousseau! - exclamé, dándole un pequeño toque en el hombro. Pura fibra, Dios santo... no me acordaba -Y yo pensándome que nos conocimos con profundidad. Que ingenua de mí... - murmuré tremendamente irónica. Evidentemente me refería a las juergas nocturnas, que aún sin entender, terminaban siempre en un baño de sangre. Porque nunca me esperé que el anillo adornase su dedo. Pues era sólo eso. El lacito de un regalo. Me quedé mirando un cuadro, pues la gente empezó a amontonarse a su alrededor con curiosidad. Incluso vi desprecio y miradas de reprobación hacia la pintura. A pesar de ello, nadie se movió del sitio, atrapados por el morbo.
Una bestia aparecía en él, aterrorizando a unos campesinos. Los demonios atormenta rebaños. La sangre brotaba de uno de ellos como una cascada ¿Quien sería el pintor? Que cuadro más extraño -Es fascinante la sencillez con la que la piel humana, se profana con tan poco esfuerzo ¿No crees? - De ese tema, ambos sabíamos demasiado. Por A o por B, aunque lo que nos moviera no fuese el mismo propósito; confieso que en cierto modo nos parecíamos. Alcé una ceja, mirándole por el rabillo del ojo. A todo esto, terminé mi copa, intentando encontrar una última gota en su interior, que no hallé.
Alma Dupont- Humano - Clase Alta
- Mensajes : 454
Fecha de inscripción : 02/09/2010
Edad : 36
Re: Fiesta en el museo [Libre]
Se sobresalto cuando me dirigí a ella llevándose la mano al pecho, no pude evitar reírme entre dientes ante aquella reacción
-¿Hoy sí os apetece que beba? –Me miro recelosa, era lógico. A pesar de ello acepto la copa.
-Debo evitar la tentación a la que me sometéis señorita Dupont, hoy no os tocare –Sonreí con malicia-Os lo prometo- Con la mezcla del vino en un sangre me resultaba menos apetecible, podría evitar “atacarla”.
-¡Eres una caja de sorpresas, Rousseau! – Me dio un toque en el hombro -Y yo pensándome que nos conocimos con profundidad. Que ingenua de mí... – Realmente no se lo esperaba? Bueno, tampoco es que hubiésemos hablado mucho de nuestras “vidas” en nuestros encuentros.
Observe como dirigía su mirada a uno de los cuadros que empezaba a adquirir interés en varios de los asistentes, un cuadro de una bestia aterrorizando y con sangre alrededor.
-Es fascinante la sencillez con la que la piel humana, se profana con tan poco esfuerzo ¿No crees? – Ella, al igual que yo lo sabía muy bien, aun recordaba aquella puñalada que me dio.
-No lo creo, lo sé-Me reí – Aun recuerdo aquel día en que me clavaste un puñal y por supuesto …-La mire buscar más vino en su copa , pero ya no quedaba ni una gota-la noche en que yo profane el tuyo-Termine.
Gire un poco la vista comprobando que Vanessa seguía hablando con Erzsebeth y aquel tal Castlefield, empecé a pensar la manera en cómo salir con ella fuera sin que nadie lo notase “ va a ser complicado..”
-¿Hoy sí os apetece que beba? –Me miro recelosa, era lógico. A pesar de ello acepto la copa.
-Debo evitar la tentación a la que me sometéis señorita Dupont, hoy no os tocare –Sonreí con malicia-Os lo prometo- Con la mezcla del vino en un sangre me resultaba menos apetecible, podría evitar “atacarla”.
-¡Eres una caja de sorpresas, Rousseau! – Me dio un toque en el hombro -Y yo pensándome que nos conocimos con profundidad. Que ingenua de mí... – Realmente no se lo esperaba? Bueno, tampoco es que hubiésemos hablado mucho de nuestras “vidas” en nuestros encuentros.
Observe como dirigía su mirada a uno de los cuadros que empezaba a adquirir interés en varios de los asistentes, un cuadro de una bestia aterrorizando y con sangre alrededor.
-Es fascinante la sencillez con la que la piel humana, se profana con tan poco esfuerzo ¿No crees? – Ella, al igual que yo lo sabía muy bien, aun recordaba aquella puñalada que me dio.
-No lo creo, lo sé-Me reí – Aun recuerdo aquel día en que me clavaste un puñal y por supuesto …-La mire buscar más vino en su copa , pero ya no quedaba ni una gota-la noche en que yo profane el tuyo-Termine.
Gire un poco la vista comprobando que Vanessa seguía hablando con Erzsebeth y aquel tal Castlefield, empecé a pensar la manera en cómo salir con ella fuera sin que nadie lo notase “ va a ser complicado..”
Leonardo Rousseau- Vampiro - Clase Alta
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