Sentencia.

Cogí sus muñecas con ambas manos para evitar que siguiera golpeándome, no era algo que me agradara demasiado pero no pude evitar sonreír feliz. Ver un humano loco de rabia era algo divertido.
Katrina estaba loca de rabia y sus golpes no eran de mi agrado.
Cogiéndola de la nuca, la atraje a mí con fuerza y la bese. Era lo único que se me ocurría con tal de que parara y se calmara… aunque pensándolo mejor, aquella acción podría enfadarla aún más pero lo echo hecho estaba.
Ya que tenía sus labios pegados a los míos, aproveche para introducir mi lengua en su boca, ya que iba a besarla, lo haría bien y que al menos disfrutara un poco de la acción.

-Eres un completo incompetente, estúpido, cabrón...- me dio una bofetada para luego volver aabesarme. ¡No había quien entendiera a esta mujer! Lo que estaba claro era que estaba entregándose a mí en el odio y la rabia.

Le devolví cada beso que sus labios me daban con furia y desenfreno, mis manos se introdujeron bajo su falda y acariciaron sus muslos de arriba abajo.
Su piel seguía siendo una delicia, tal y como recordaba.
Nuestras lenguas seguían danzando y revolviéndose.

El fuego de la chimenea seguía crepitando mientras nosotros seguíamos a lo nuestro. A fuera había comenzado a llover y algún que otro trueno iluminaba la estancia durante unos instantes para dar a continuación un estridente estallido.
Me incorporé quedando sentado en el suelo con Katrina sentada sobre mí. Busqué su cuello como me gustaba hacer para poder besarlo y morderlo.
Quería conseguir que Katrina perdiera la cordura.

Katrina dejó caer mi levita al suelo.
Como cada vez que ella y yo nos acostábamos, la mirada de Katrina estaba mezclada de pasión y duda. Una mezcla explosiva en la cazadora… muy explosiva.

Acabó por quitarme la camisa que tapaba mi torso.
Sus manos recorrían partes de mi cuerpo, explorando el contacto de mi piel.
Yo no quería quedarme sin tanteo. Mis manos salieron de debajo de la falda y subieron por su espalda hasta llegar a las cuerdas de su corsé. Estiré con suavidad de las cuerdas, deshaciendo el lazo. Viendo con mis propios ojos como la presión de la ceñida prenda desaparecía, dejando caer el corsé. Sus pechos, turgentes y sugerentes, se alzaban erectos gracias a su juventud. Me encantaba.

Cogí uno de sus pechos con mi mano y lo masajeé apretándolo con suavidad. Apliqué mi dedo índice a uno de sus pezones, rozándolo con la yema.
Mi otra mano fue a parar a su otro pecho, pero me incline para poder lamer sus pezones, succionándolos de vez en cuando para poder llegar a ponerlos duros.

-¿Vas a ser mía una noche más?- pregunté rozando la punta de mi nariz por su cuello, de abajo arriba muy despacio.

-Cierra la boca

Esa no era una contestación, pero lo que vino a continuación estaba claro que si era la contestación afirmativa que estaba esperando.
Mientras nos besábamos, nuestras manos recorrían el cuerpo del uno y del otro tocando centímetros de piel que ya nos conocíamos.

Katrina acabó levantándose y quitándose la falda, quedándose solamente con la bajo falda.
Paeria que se había quedado dubitativa y que iba a ser yo quien la ayudaría a elegir.
Saqué mi miembro de mis pantalones y estiré a Katrina de la mano. Quise que se volviera a sentar sobre mí y así lo hizo.
Mi miembro entró en ella despacio, abriéndose paso por su estrecha vagina que aún no se había amoldado a la rigidez de mi miembro.
Sin decirle nada, ella comenzó a moverse tal y como yo quería. Sus senos cocaban por mi pecho por culpa de las sacudidas y pronto comenzamos a gemir de placer.
Metí las manos bajo la bajo falda y apreté su culo con ellas. Dándole un flojo azote, la inste a ir un poco más deprisa.

Aquello era gloria para ambos.
Quise saber la respuesta a una pregunta que rondaba mi cabeza… quería conocer el nivel de deseo de Katrina.
Pegué su cuerpo al mío con fuerza, obligando a que parara.
La miré con deseo y rocé sus labios con mis dedos.

-¿Qué querrías que te hiciera?... ¿me pedirías algo que te diera morbo?

-Emm... no sé... ¿hay más de las que hayamos hecho?- seguía siendo igual de mojigata que el principio de todo, cuando perdió su virginidad. Era parte de su encanto.
La empujé echándola contra el suelo. Le dí la vuelta de forma brusca, boca abajo.
Cogí sus caderas con dos manos y alcé su culo dejándolo en pompa. Levanté su bajo falda para poder ver su trasero colocado justo delante de mis genitales.
Aquello iba a ser divertido.
Busqué con la mano su vagina y después de penetrarla con dos de mis dedos, metí mi pene sin contemplación. Hasta el fondo.
Cogido a sus caderas, me moví de atrás adelante chocando sus nalgas contra mi pubis. El sonido que se producía era algo excitante y morboso.

-¿Te gusta así, cazadora?...- dije aumentando el ritmo de las sacudidas.
Estaba follándola con brusquedad y fuerza pero por sus gemidos sabía que aquello le estaba gustando más que nunca. Aquello era la primera vez que lo hacíamos, y a Katrina le gustaba la nueva posición.

-Eres... un hijo... de...- sonreí interiormente al escucharla. Le di otro cachete en una de sus nalgas y seguí penetrándola ferozmente entre jadeos de cansancio. El agotamiento parecía solo físico pues aún no pensaba decaer, era demasiado pronto.
Cogí con más fuerza las caderas de Katrina.
El roce de sus paredes vaginales me distraía de mi objetivo de mantenerme cuerdo sin perder el control, lanzándome a los brazos del placer.

Quería llevar el control en todo momento, sin dejar que ella me dominara. Quería ser yo quien le hiciera disfrutar como nunca y no al revés.

-Quieres correrte en esta posición ¿verdad?- susurré cerca de su oído. Había pegado mi pecho a su espalda y abrazaba su cuerpo por detrás sin parar de moverme- Noto que estás llegando al éxtasis y quiero que termines… que lo sientas al máximo ¿quieres eso? Pues pienso ayudarte- mi mano se perdió por su vientre hasta su sexo y jugueteo con su clítoris para sumarle más placer al acto sexual.

Notaba que ella estaba a punto de terminar, que iba a llegar al climax y no quería quedarme atrás, yo también buscaba placer y quería correrme.
Hubiera sido fácil cambiar de posición pero es que aquella daba tanto morbo… y sabía que a ella le gustaba más.
Quité mi mano de su clítoris y me afiancé a sus caderas, cogiéndola con fuerza mientras notaba que estaba a punto de correrme.

-Eso es… sí… vamos Katrina… córrete…- le pedí gimiendo y jadeando. Sí, aquello era lo que buscaba, lo que tanto necesitábamos.
Cerré los ojos para envolverme mejor con los gemidos de placer de Katrina.
Vamos, cazadora… déjate envolver por el placer que yo te doy…

Ah… sí… ahí estaba lo que ambos estábamos buscando. Katrina gimió con fuerza y su cuerpo dio muestras del placer extasiante que estaba sintiendo. Yo no tardé mucho en seguirla.
Debería haber sacado mi miembro antes de correrme, era lo que siempre hacía pues me excitaba terminar en las partes del cuerpo de mi acompañante… pero esta vez no pude hacerlo, el roce de las paredes vaginales con mi miembro me daban un placer que me enganchaba y no me dejaba parar ni por un segundo.
Apreté con fuerza las manos en sus caderas y me corrí soltando un fuerte gemido.
Jadeábamos con fuerza. Me quedé en aquella posición durante un rato, con mi miembro aún en su interior y mis manos bien firmes en sus caderas.
Mientras jadeaba, una sonrisa triunfante estaba dibujada en mi rostro, conseguir que alguien se rindiera a ti con palabras y caricias subía un montón la autoestima y te daba un poder que en mi caso ya tenía.

Pasé un dedo por toda su columna vertebral y al fin saqué mi pene de su vagina, tumbándome al lado de Katrina, esperando a que me mirara. Quería ver el rostro que se le había quedado.

-Esto no estaba entre mis planes de darte una paliza, ¿sabes? Eres un manipulador...

-La manipulación es mi trabajo, cariño… es lo que me da de comer- nos quedamos mirándonos durante unos minutos antes de que Katrina se levantase y fuera en busca de su ropa, que estaba dispersa por toda la habitación.
Admiré su desnuda figura mientras su piel iba desapareciendo bajo la fina tela del vestido.

-¿Me ayudas, por favor?- dijo sosteniendo las cuerdas de su corsé, esperando a que yo me levantara para atárselas. Y así lo hice.
Con un salto ágil, me levanté del suelo y fui directo hacia ella.

-Pero si estás más hermosa desnuda…- besé sus hombros desnudos y en uno de ellos le dí un leve mordisco- ¿te he dicho alguna vez que estás deliciosa?- a continuación cogí las cuerdas que ella me ofrecía y las estiré con fuerza para proporcionarle la buscada cinturita de aguja y unos pechos turgentes. Luego las até para que la presión no disminuyera.

Una vez ayudado a mi compañera, fui yo el que buscó ahora mi ropa. En cuestión de minutos ya estaba vestido y sentado en uno de los sillones del salón, mirando a Katrina que arreglaba los últimos fallos del vestido.

-Has ido a enamorarte del peor ser que puedas encontrarte…- dije simplemente.

-¿Acaso tengo yo la culpa? Yo no dicto a mi corazón, más que nada le tengo como un enemigo más, ya sabrás por qué... El destino está jugando malas pasadas conmigo.- no dejaba de mirarla ni un instante. Ni si quiera aparté mis ojos en el momento en el que se miraba al espejo, con la cabeza puesta en otra parte. También la seguí cuando fue a sentarse cerca de mí, en un sillón. Me miró una vez más antes de clavar sus ojos en el suelo.
Era hora de largarme de allí, temía que aquello se volviera más raro por minutos.
Me levanté del sillón y fui directo al sofá donde ella estaba sentada.
Pasé una mano por sus cobrizos mechones.

-Si te sirve del algo, eres muy especial para mi… tal vez jamás sienta lo que tú sientes ahora, “dios me libre”. Pero no te miento cuando digo que eres importante para este demonio… tengo planes para ti, Katrina- esas fueron mis últimas palabras, las últimas palabras que tendría con ella antes de que llegara el día, el día en el que ambos bajaríamos al infierno.
Hoy se había puesto en marcha un complejo plan que nos iba a beneficiar a toda la corte infernal.
Antes de marcharme, miré el vientre de Katrina y sonreí involuntariamente. A continuación me desvanecí.

off: cerrado