En los bosques de Kassel [libre]
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En los bosques de Kassel [libre]
- Spoiler:
- El comienzo del bosque parece luminoso, agradable... Puedes no temerlo, decir que solo es un bosque, pero lo que hay en realidad es tenebroso...
- Spoiler:
- Adéntrate, adéntrate más a este bosque encantado. Quizás no te guste lo que veas, quizás te asuste demasiado y tengas que salir corriendo... No corras, el bosque puede tenderte trampas...
Como cada dos o tres días por semana, iba hacia el bosque. Al principio me daba mucho respeto entrar entre aquellos árboles y arbustos, pero ya me había acostumbrado. Mi atuendo era igual cada vez que iba al bosque, os preguntaréis por qué. Cuando alguien se pierde en un bosque así, es poco probable que vuelva a casa. En su búsqueda es mucho mejor que lleve colores vivos para facilitar su visibilidad. Mi color era el rojo. La pequeña caperucita roja me llamaban con apenas 7 años. Bajo mi caperuza roja llevaba un vestido de color blanco, muy normalillo, típico de campesinas.
Sin darme apenas cuenta, llegué a aquella zona del bosque tenebrosa y penumbrosa. Los árboles parecían moverse de su sitio - por qué negarlo, los árboles se movían cuando menos te lo esperabas - escuchaba ruidos de pisadas muy tenues y débiles. Miré cuidadosamente a los lados y me puse la capucha. Pasé tras un árbol y me quedé con la espalda pegada a él. Quizás fuese un cazador, quizás fuese otra persona del poblado, o un animal salvaje. Era lo peor que podía pasarte en un bosque así. Miré de reojo tras el árbol, sin separar mi espalda del tronco, nada, no había nadie.
Sin darme apenas cuenta, llegué a aquella zona del bosque tenebrosa y penumbrosa. Los árboles parecían moverse de su sitio - por qué negarlo, los árboles se movían cuando menos te lo esperabas - escuchaba ruidos de pisadas muy tenues y débiles. Miré cuidadosamente a los lados y me puse la capucha. Pasé tras un árbol y me quedé con la espalda pegada a él. Quizás fuese un cazador, quizás fuese otra persona del poblado, o un animal salvaje. Era lo peor que podía pasarte en un bosque así. Miré de reojo tras el árbol, sin separar mi espalda del tronco, nada, no había nadie.
Última edición por Angelica Grimm el Dom Dic 05, 2010 12:34 pm, editado 1 vez
Angelica Grimm- Humano - Clase Baja
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Edad : 33
Re: En los bosques de Kassel [libre]
La manada tenía la costumbre de trasladarse cada poco tiempo. A no ser que nuestro objetivo fuera engrosar nuestras filas, solíamos quedarnos nada más que una estación en cada lugar, intentando buscar refugio en las montañas cuando se acercaba la estación de las nevadas.
Habíamos tenido la mala suerte de asentarnos en un bosque, que servía de amparo a una pequeña aldea, que parecía ser objetivo de otras criaturas sobrenaturales.
Para no causar problemas, no nos meteríamos con las gentes del poblado, prescindiríamos de la carne humana durante esta estación.
Junto a una partida de cazadores, nos adentramos en el bosque en busca de algo de comer para estos días: Algunos ciervos o tal vez osos, no conocíamos la fauna del lugar.
Evitando adquirir nuestra forma lobezna, acechábamos entre las sombras esperando encontrar algún ser vivo más grande que una rata.
El latir de un corazón acompasado me llamó la atención. A mi me había tocado explorar la parte este del bosque, dejando el norte y el sur para mis hermanos; No podíamos acércanos al oeste ya que allí había otro asentamiento de licántropos y no nos apetecía averiguar si eran o no hostiles; La zona este era la parte más cercana a la aldea de humanos, pese a eso, nos encontrábamos en la zona espesa del bosque.
Una macabra idea surcó mi mente. Habíamos dejado claro que no podíamos tocar un pelo a los humanos de la aldea… pero este humano no estaba en la aldea sino en el bosque, era una presa más. Y sería un poco avaricioso, solo habría carne para mí.
Enfilándome a uno de los árboles de mí alrededor, salté de rama en rama olfateando el aire hasta que dí con el rastro del mortal que se escondía tras un árbol.
Bajo una caperuza roja, había una muchacha asustada que miraba hacia todos los lados.
Salté hasta una de las ramas del árbol donde ella estaba escondida y bajé de rama en rama hasta llegar a la más cercana al suelo. Me senté en ella y apoyé la espalda contra el tronco.
-¿Te has perdido en el bosque, Caperucita roja? Tal vez quieras escuchar un atajo para regresar a tu aldea
Habíamos tenido la mala suerte de asentarnos en un bosque, que servía de amparo a una pequeña aldea, que parecía ser objetivo de otras criaturas sobrenaturales.
Para no causar problemas, no nos meteríamos con las gentes del poblado, prescindiríamos de la carne humana durante esta estación.
Junto a una partida de cazadores, nos adentramos en el bosque en busca de algo de comer para estos días: Algunos ciervos o tal vez osos, no conocíamos la fauna del lugar.
Evitando adquirir nuestra forma lobezna, acechábamos entre las sombras esperando encontrar algún ser vivo más grande que una rata.
El latir de un corazón acompasado me llamó la atención. A mi me había tocado explorar la parte este del bosque, dejando el norte y el sur para mis hermanos; No podíamos acércanos al oeste ya que allí había otro asentamiento de licántropos y no nos apetecía averiguar si eran o no hostiles; La zona este era la parte más cercana a la aldea de humanos, pese a eso, nos encontrábamos en la zona espesa del bosque.
Una macabra idea surcó mi mente. Habíamos dejado claro que no podíamos tocar un pelo a los humanos de la aldea… pero este humano no estaba en la aldea sino en el bosque, era una presa más. Y sería un poco avaricioso, solo habría carne para mí.
Enfilándome a uno de los árboles de mí alrededor, salté de rama en rama olfateando el aire hasta que dí con el rastro del mortal que se escondía tras un árbol.
Bajo una caperuza roja, había una muchacha asustada que miraba hacia todos los lados.
Salté hasta una de las ramas del árbol donde ella estaba escondida y bajé de rama en rama hasta llegar a la más cercana al suelo. Me senté en ella y apoyé la espalda contra el tronco.
-¿Te has perdido en el bosque, Caperucita roja? Tal vez quieras escuchar un atajo para regresar a tu aldea
Willhelm- Licántropo - Clase Baja
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Fecha de inscripción : 30/11/2010
Edad : 307
Re: En los bosques de Kassel [libre]
-¿Te has perdido en el bosque, Caperucita roja? Tal vez quieras escuchar un atajo para regresar a tu aldea.
Aquella voz... No me asusté, sabía que había alguien ahí. Estaba acostumbrada a los pequeños seres del bosque. La voz venía del árbol donde estaba escondida. No me di la vuelta para mirar.
-¿Eres un gnomo, un duende... un abuela sapo parlante?
Me giré para mirar por fin de quién se trataba. Era un hombre, normal y corriente. ¿Qué hacía allí arriba? Torcí un poco la cabeza sin comprender.
No era peligroso, por lo que seguí mi camino. Seguí hacia el interior del bosque, no me había dado cuenta que me hallaba en el claro de la torre de la reina, una alta torre construida a partir de un árbol. Aquel lugar daba escalofríos. Mi padre me contó que la reina seguía allí arriba, lamentándose de la pérdida de su belleza. Cuentos de hadas.
-Todos los residentes de mi aldea parecemos salidos de cuentos de hadas- dije al desconocido, no había avanzado mucho- No me llamo Caperucita roja, me llamo Angelica- me giré para sonreírle pero no se hallaba allí.
¿Se habría marchado? Qué desconsiderado. Partidos en ese punto tendría que buscar a un abuela sapo para que me mostrase el camino de vuelta. Los árboles eran traicioneros...
Aquella voz... No me asusté, sabía que había alguien ahí. Estaba acostumbrada a los pequeños seres del bosque. La voz venía del árbol donde estaba escondida. No me di la vuelta para mirar.
-¿Eres un gnomo, un duende... un abuela sapo parlante?
Me giré para mirar por fin de quién se trataba. Era un hombre, normal y corriente. ¿Qué hacía allí arriba? Torcí un poco la cabeza sin comprender.
No era peligroso, por lo que seguí mi camino. Seguí hacia el interior del bosque, no me había dado cuenta que me hallaba en el claro de la torre de la reina, una alta torre construida a partir de un árbol. Aquel lugar daba escalofríos. Mi padre me contó que la reina seguía allí arriba, lamentándose de la pérdida de su belleza. Cuentos de hadas.
-Todos los residentes de mi aldea parecemos salidos de cuentos de hadas- dije al desconocido, no había avanzado mucho- No me llamo Caperucita roja, me llamo Angelica- me giré para sonreírle pero no se hallaba allí.
¿Se habría marchado? Qué desconsiderado. Partidos en ese punto tendría que buscar a un abuela sapo para que me mostrase el camino de vuelta. Los árboles eran traicioneros...
Última edición por Angelica Grimm el Dom Dic 05, 2010 12:34 pm, editado 3 veces
Angelica Grimm- Humano - Clase Baja
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Re: En los bosques de Kassel [libre]
-¿Eres un gnomo, un duende... un abuela sapo parlante?- enarqué una ceja y miré extrañado a la mujer. ¿Un gnomo, un duende… que coño es una abuela sapo parlante?
La muchacha siguió caminando hacia la espesura. Cuando me giré para ver hacia donde iba, me di cuenta de donde nos encontrábamos.
La torre de piedra se alzaba como una aguja hacia el cielo. Ailín nos había prohibido acercarnos a aquel lugar.
Mi reacción instintiva fue saltar de la rama y alejarme cuanto pudiese de allí. Pero me paré en seco.
Ailín no estaba allí para regañarme y solo se trataba de una estúpida torre, valía la pena desobedecer a la licántropa de cabellos de fuego con tal de tastar verdadera comida en muchos días.
Retrocedí todo lo que me había adelantado y aprovechando que la muchacha no estaba atenta, dí un salto hasta poder llegar a una de las gárgolas que adornaban la torre. Allí podía detectarse un halo extraño de oscuridad.
Me senté en una de esas decoraciones de piedra.
-Todos los residentes de mi aldea parecemos salidos de cuentos de hadas. No me llamo Caperucita roja, me llamo Angelica- si dio la vuelta al lugar donde antes estaba sentado y sonreí.
-Como quieras, Caperucita roja Angélica, pero aunque todos los de vuestra aldea viváis en un cuento de hadas, no quiere decir que tengáis inmunidad en estos bosques… cientos de peligros acechan tras cada árbol
La muchacha siguió caminando hacia la espesura. Cuando me giré para ver hacia donde iba, me di cuenta de donde nos encontrábamos.
La torre de piedra se alzaba como una aguja hacia el cielo. Ailín nos había prohibido acercarnos a aquel lugar.
Mi reacción instintiva fue saltar de la rama y alejarme cuanto pudiese de allí. Pero me paré en seco.
Ailín no estaba allí para regañarme y solo se trataba de una estúpida torre, valía la pena desobedecer a la licántropa de cabellos de fuego con tal de tastar verdadera comida en muchos días.
Retrocedí todo lo que me había adelantado y aprovechando que la muchacha no estaba atenta, dí un salto hasta poder llegar a una de las gárgolas que adornaban la torre. Allí podía detectarse un halo extraño de oscuridad.
Me senté en una de esas decoraciones de piedra.
-Todos los residentes de mi aldea parecemos salidos de cuentos de hadas. No me llamo Caperucita roja, me llamo Angelica- si dio la vuelta al lugar donde antes estaba sentado y sonreí.
-Como quieras, Caperucita roja Angélica, pero aunque todos los de vuestra aldea viváis en un cuento de hadas, no quiere decir que tengáis inmunidad en estos bosques… cientos de peligros acechan tras cada árbol
Willhelm- Licántropo - Clase Baja
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Fecha de inscripción : 30/11/2010
Edad : 307
Re: En los bosques de Kassel [libre]
-Como quieras, Caperucita roja Angélica, pero aunque todos los de vuestra aldea viváis en un cuento de hadas, no quiere decir que tengáis inmunidad en estos bosques… cientos de peligros acechan tras cada árbol.
-Yo no he dicho que seamos inmunes- le busqué con la mirada, hasta que lo encontré. Estaría a una altura de tres metros de la torre, se posaba encima de una gárgola. ¿Cómo había subido allí?- Pero todos nosotros sabemos escapar de sus casitas de chocolate- dije seria.
Al fin y al cabo, Hans y Greta lo consiguieron, aquella malvada bruja fue castigada en la hoguera. Pero aquel bosque tenía peligros inimaginables, todos causados por la Reina. Mi padre llegó a contarme historias... duendes engañosos, ninfas traidoras, hombres que se convierten en lobos gigantescos, seres que se mueven en la oscuridad y beben tu sangre... ¿Quién podía decir que todo aquello no era cierto? Con solo pensar que el bosque podía engullirte... se te quitaban las ganas de entrar.
Divisé unas setas a los pies de un árbol, al menos había encontrado algo. Me acerqué y las arranqué del suelo con dificultad. Aquellas setas eran comestibles, mis padre las solía traer si se las encontraba. Las metí en la cesta que tenía colgada del brazo.
-Si tú no eres de nuestra aldea, ¿de dónde eres? Estos bosques no dan con otras aldeas- al menos eso creía.
-Yo no he dicho que seamos inmunes- le busqué con la mirada, hasta que lo encontré. Estaría a una altura de tres metros de la torre, se posaba encima de una gárgola. ¿Cómo había subido allí?- Pero todos nosotros sabemos escapar de sus casitas de chocolate- dije seria.
Al fin y al cabo, Hans y Greta lo consiguieron, aquella malvada bruja fue castigada en la hoguera. Pero aquel bosque tenía peligros inimaginables, todos causados por la Reina. Mi padre llegó a contarme historias... duendes engañosos, ninfas traidoras, hombres que se convierten en lobos gigantescos, seres que se mueven en la oscuridad y beben tu sangre... ¿Quién podía decir que todo aquello no era cierto? Con solo pensar que el bosque podía engullirte... se te quitaban las ganas de entrar.
Divisé unas setas a los pies de un árbol, al menos había encontrado algo. Me acerqué y las arranqué del suelo con dificultad. Aquellas setas eran comestibles, mis padre las solía traer si se las encontraba. Las metí en la cesta que tenía colgada del brazo.
-Si tú no eres de nuestra aldea, ¿de dónde eres? Estos bosques no dan con otras aldeas- al menos eso creía.
Última edición por Angelica Grimm el Dom Dic 05, 2010 12:33 pm, editado 2 veces
Angelica Grimm- Humano - Clase Baja
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Re: En los bosques de Kassel [libre]
-Yo no he dicho que seamos inmunes. Pero todos nosotros sabemos escapar de sus casitas de chocolate- en serio vivía en un mundo de fantasía o es que le encantaba utilizar metáforas de cuentos de hadas.
Angelica se agachó para poder arrancar unas cuantas setas que dejó caer en su cesta.
-Si tú no eres de nuestra aldea, ¿de dónde eres? Estos bosques no dan con otras aldeas.
-Porque no soy de ninguna aldea- no era capaz de entender la vida sedentaria de muchas personas en el mundo. Ninguno de nuestra manada era capaz de pensar en un solo lugar como hogar, todo el mundo era nuestro hogar- Por ahora estoy residiendo en este bosque, al menos por esta estación, cuando se termine la primavera buscaré otro sitio donde residir- uno que tenga carne humana para todos nosotros.
No pensaba comentar en ningún momento la presencia de los demás miembros de mi familia. La partida de caza estaría cada uno en su zona correspondiente, no se acercarían a la parte este del bosque y mucho menos a la torre que Ailín nos había prohibido acercarnos. Por ahora estaba a salvo.
En el campamento no me esperarían hasta que el sol comenzara a declinar sobre el horizonte y por la posición del sol aún no era ni medio día.
Tenía tiempo de sobra para comerme a la muchacha y luego limpiarme todo rastro de olor y sangre de humano para que no lo detectara ningún miembro de la familia.
Me descolgué de la gárgola cayendo al suelo y rodando para amortiguar la caída, con el impulso de la caída volví a ponerme de pie y me sacudí las hojas secas y el polvo de la ropa roída que llevaba.
-Creo que aún no me he presentado, puedes llamarme Willhelm, Willhelm de los bosques- bromeé.
Angelica se agachó para poder arrancar unas cuantas setas que dejó caer en su cesta.
-Si tú no eres de nuestra aldea, ¿de dónde eres? Estos bosques no dan con otras aldeas.
-Porque no soy de ninguna aldea- no era capaz de entender la vida sedentaria de muchas personas en el mundo. Ninguno de nuestra manada era capaz de pensar en un solo lugar como hogar, todo el mundo era nuestro hogar- Por ahora estoy residiendo en este bosque, al menos por esta estación, cuando se termine la primavera buscaré otro sitio donde residir- uno que tenga carne humana para todos nosotros.
No pensaba comentar en ningún momento la presencia de los demás miembros de mi familia. La partida de caza estaría cada uno en su zona correspondiente, no se acercarían a la parte este del bosque y mucho menos a la torre que Ailín nos había prohibido acercarnos. Por ahora estaba a salvo.
En el campamento no me esperarían hasta que el sol comenzara a declinar sobre el horizonte y por la posición del sol aún no era ni medio día.
Tenía tiempo de sobra para comerme a la muchacha y luego limpiarme todo rastro de olor y sangre de humano para que no lo detectara ningún miembro de la familia.
Me descolgué de la gárgola cayendo al suelo y rodando para amortiguar la caída, con el impulso de la caída volví a ponerme de pie y me sacudí las hojas secas y el polvo de la ropa roída que llevaba.
-Creo que aún no me he presentado, puedes llamarme Willhelm, Willhelm de los bosques- bromeé.
Willhelm- Licántropo - Clase Baja
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Fecha de inscripción : 30/11/2010
Edad : 307
Re: En los bosques de Kassel [libre]
-Porque no soy de ninguna aldea. Por ahora estoy residiendo en este bosque, al menos por esta estación, cuando se termine la primavera buscaré otro sitio donde residir.
-Este no es un buen sitio para vivir. El bosque acabará engulléndote, ya sea por él mismo o por otra criatura que viva en sus parajes.
-Creo que aún no me he presentado, puedes llamarme Willhelm, Willhelm de los bosques.
-Encantada, Willhelm de los bosques- me acerqué a él con una sonrisa- ¿De dónde eres, Willhelm? ¿Por qué vagas de un lugar a otro?
Mi mirada era interrogante, interesada por sus palabras. Pocas veces había salido de mi poblado y había conocido a gente nueva. Había que aprovechar aquellas oportunidades. Pero en parte, aquel hombre me sobrecogía. ¿Qué persona vive en un bosque? En el bosque solo vivían trolls, brujas, ninfas, duendes, gnomos, hadas, sapos, criaturas inimaginables... Una persona normal no podía vivir en un bosque, acabarían con su existencia. Y mucho más en aquellos bosques traicioneros que borraban tus caminitos de migas de pan.
-Si en el bosque te pierdes y no sabes volver, un abuela sapo tienes que encontrar. Para que el camino te muestre, debes besarla y sin dudarlo volverás- sonreí.
Aquella frase era lo que podía mantenerte con vida si te perdías en el bosque. La única salida, la única salvación, era encontrar un abuela sapo, ellos siempre mostraban el camino de vuelta a casa.
-Este no es un buen sitio para vivir. El bosque acabará engulléndote, ya sea por él mismo o por otra criatura que viva en sus parajes.
-Creo que aún no me he presentado, puedes llamarme Willhelm, Willhelm de los bosques.
-Encantada, Willhelm de los bosques- me acerqué a él con una sonrisa- ¿De dónde eres, Willhelm? ¿Por qué vagas de un lugar a otro?
Mi mirada era interrogante, interesada por sus palabras. Pocas veces había salido de mi poblado y había conocido a gente nueva. Había que aprovechar aquellas oportunidades. Pero en parte, aquel hombre me sobrecogía. ¿Qué persona vive en un bosque? En el bosque solo vivían trolls, brujas, ninfas, duendes, gnomos, hadas, sapos, criaturas inimaginables... Una persona normal no podía vivir en un bosque, acabarían con su existencia. Y mucho más en aquellos bosques traicioneros que borraban tus caminitos de migas de pan.
-Si en el bosque te pierdes y no sabes volver, un abuela sapo tienes que encontrar. Para que el camino te muestre, debes besarla y sin dudarlo volverás- sonreí.
Aquella frase era lo que podía mantenerte con vida si te perdías en el bosque. La única salida, la única salvación, era encontrar un abuela sapo, ellos siempre mostraban el camino de vuelta a casa.
Última edición por Angelica Grimm el Dom Dic 05, 2010 12:33 pm, editado 1 vez
Angelica Grimm- Humano - Clase Baja
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Re: En los bosques de Kassel [libre]
-Encantada, Willhelm de los bosques ¿De dónde eres, Willhelm? ¿Por qué vagas de un lugar a otro?
-Soy de aquí y de allá, de ningún lugar en concreto. Vago por todo el mundo porque no puedo quedarme mucho tiempo en un mismo sitio, me acabo aburriendo de los lugares.
-Si en el bosque te pierdes y no sabes volver, una abuela sapo tienes que encontrar. Para que el camino te muestre, debes besarla y sin dudarlo volverás- aquello se estaba pasando de castaño oscuro. ¿De donde había salido esta chica? ¿De un cuento?
La sombra de la torre se cernía sobre nosotros. Aquel lugar conseguía erizarme los pelos del cogote. Era como si cada piedra de la alta estructura tuviera vida propia. No me gustaba aquel lugar, quería que se acabase la primavera para poder emigrar a otro sitio más apetecible.
-Yo nunca me pierdo, caperucita. Mi sentido de la orientación es muy bueno- dije guiñándole un ojo- Tal vez por un beso yo también te muestre el camino a casa- un beso o tal vez un mordisco. Cuando el sol se colocase justo por encima de la torre, la cacería comenzaría. Sería como el pistoletazo de salida para comenzar un buen banquete, un banquete al que yo estaba dispuesto a ir y la pequeña Angelica también porque ¿Qué sería un banquete sin su comida?
-Soy de aquí y de allá, de ningún lugar en concreto. Vago por todo el mundo porque no puedo quedarme mucho tiempo en un mismo sitio, me acabo aburriendo de los lugares.
-Si en el bosque te pierdes y no sabes volver, una abuela sapo tienes que encontrar. Para que el camino te muestre, debes besarla y sin dudarlo volverás- aquello se estaba pasando de castaño oscuro. ¿De donde había salido esta chica? ¿De un cuento?
La sombra de la torre se cernía sobre nosotros. Aquel lugar conseguía erizarme los pelos del cogote. Era como si cada piedra de la alta estructura tuviera vida propia. No me gustaba aquel lugar, quería que se acabase la primavera para poder emigrar a otro sitio más apetecible.
-Yo nunca me pierdo, caperucita. Mi sentido de la orientación es muy bueno- dije guiñándole un ojo- Tal vez por un beso yo también te muestre el camino a casa- un beso o tal vez un mordisco. Cuando el sol se colocase justo por encima de la torre, la cacería comenzaría. Sería como el pistoletazo de salida para comenzar un buen banquete, un banquete al que yo estaba dispuesto a ir y la pequeña Angelica también porque ¿Qué sería un banquete sin su comida?
Willhelm- Licántropo - Clase Baja
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Re: En los bosques de Kassel [libre]
Así que no era de ningún lugar. Eso era extraño. Todos debíamos ser de algún sitio. Si te pasaba algo malo, si necesitabas a alguien, si querías cobijarte, el mejor lugar era aquel que te hacía sentir bien y alegre, para que cualquier pena se esfumase en el aire.
-Yo nunca me pierdo, caperucita. Mi sentido de la orientación es muy bueno- me guiñó un ojo.
-No en estos bosques...- y más al llegar a aquel punto donde estábamos. La Reina residía muy cerca y su poder era infinito sobre nosotros, sus servidores.
-Tal vez por un beso yo también te muestre el camino a casa.
-No te gustaría, es otra clase de beso...- miré de reojo hacia mi izquierda, un sonido quedo me llamó la atención, el bosque se movía de nuevo- Déjame contarte... Hace mucho mucho tiempo atrás, en estas tierras, solo un poco más allá del bosque, se celebró una boda. La boda del Rey y la Princesa. Aquella Princesa era la más hermosa del lugar, estaba cegada por su belleza, tanto que solo se sentía feliz mirándose en un espejo. Una vez estuvo casada con el Rey, éste murió por la peste negra. Ella, para que la enfermedad no la consumiese, ordenó construir la torre más alta jamás existente- miré hacia arriba, era justo aquella torre- Una torre tan alta como los árboles del bosque. Ella sola residía allí, sentada junto a la ventana, peinaba su cabello mientras observaba las desgracias de abajo. Pero la Reina no se había dado cuenta de un detalle. La enfermedad se transmitía por el aire, y finalmente cayó enferma. Unos dicen que sigue allí arriba, yacente en su espaciosa capa de sedosas sábanas. Otros difieren, dicen que mataba a brujas para conseguir sus hechizos y que una vez, consiguió el de la inmortalidad. Pero no el de la belleza eterna, por lo que está allí arriba, observando nuestro mundo, esperando encontrar ese secreto que la devolverá a nosotros. Hasta que la más hermosa del reino volviera a reinar.
Tras terminar mi historia, el bosque pareció suspirar. Los cuervos levantaron el vuelo hacia lo alto de la torre, el viento sopló con fuerza unos instantes, haciendo caer mi capucha hacia atrás, y los árboles volvieron a producir aquel sonido quedo.
Qué miedo, qué miedo, qué miedo... ¿por qué no había vuelto ya a casa? Estaba oscureciendo muy poco a poco...
-Mi padre me contó esta historia, todo el pueblo parece temer y respetar este bosque. Es peligroso, está bajo el embrujo de la Reina...
-Yo nunca me pierdo, caperucita. Mi sentido de la orientación es muy bueno- me guiñó un ojo.
-No en estos bosques...- y más al llegar a aquel punto donde estábamos. La Reina residía muy cerca y su poder era infinito sobre nosotros, sus servidores.
-Tal vez por un beso yo también te muestre el camino a casa.
-No te gustaría, es otra clase de beso...- miré de reojo hacia mi izquierda, un sonido quedo me llamó la atención, el bosque se movía de nuevo- Déjame contarte... Hace mucho mucho tiempo atrás, en estas tierras, solo un poco más allá del bosque, se celebró una boda. La boda del Rey y la Princesa. Aquella Princesa era la más hermosa del lugar, estaba cegada por su belleza, tanto que solo se sentía feliz mirándose en un espejo. Una vez estuvo casada con el Rey, éste murió por la peste negra. Ella, para que la enfermedad no la consumiese, ordenó construir la torre más alta jamás existente- miré hacia arriba, era justo aquella torre- Una torre tan alta como los árboles del bosque. Ella sola residía allí, sentada junto a la ventana, peinaba su cabello mientras observaba las desgracias de abajo. Pero la Reina no se había dado cuenta de un detalle. La enfermedad se transmitía por el aire, y finalmente cayó enferma. Unos dicen que sigue allí arriba, yacente en su espaciosa capa de sedosas sábanas. Otros difieren, dicen que mataba a brujas para conseguir sus hechizos y que una vez, consiguió el de la inmortalidad. Pero no el de la belleza eterna, por lo que está allí arriba, observando nuestro mundo, esperando encontrar ese secreto que la devolverá a nosotros. Hasta que la más hermosa del reino volviera a reinar.
Tras terminar mi historia, el bosque pareció suspirar. Los cuervos levantaron el vuelo hacia lo alto de la torre, el viento sopló con fuerza unos instantes, haciendo caer mi capucha hacia atrás, y los árboles volvieron a producir aquel sonido quedo.
Qué miedo, qué miedo, qué miedo... ¿por qué no había vuelto ya a casa? Estaba oscureciendo muy poco a poco...
-Mi padre me contó esta historia, todo el pueblo parece temer y respetar este bosque. Es peligroso, está bajo el embrujo de la Reina...
Última edición por Angelica Grimm el Dom Dic 05, 2010 12:33 pm, editado 1 vez
Angelica Grimm- Humano - Clase Baja
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Re: En los bosques de Kassel [libre]
-Bonita historia- comenté cuando dejó de relatar. Tuve que reconocer que mientras narraba la historia, sentí cientos de ojos posarse sobre nosotros. Instintivamente, miré de reojo a lo alto de la torre donde pude distinguir un gran balcón que parecía dar al interior de la torre. Me picó la curiosidad ¿Qué abría allí arriba? ¿Seguiría aquella reina mirándose en el espejo? O de lo contrario ¿Encontraría un cadáver descompuesto por los años?
¿Por qué demonios Ailín no quería que nos acercásemos a este lugar?
-Mi padre me contó esta historia, todo el pueblo parece temer y respetar este bosque. Es peligroso, está bajo el embrujo de la Reina...
-Pues parece que tu no te achantas ante leyendas ni cuentos- dije con una media sonrisa mientras mi mirada seguía fija en aquel balcón que me sugería tantas cosas… Sin darme cuenta, el Sol ya se había colocado sobre la torre. Mi medía sonrisa fue sustituida por una cínica y mis ojos se movieron hasta dar con Caperucita -La caza ya ha comenzado- el iris de mis ojos fueron adquiriendo la tonalidad blancuzca, característica de mi transformación.
¿Por qué demonios Ailín no quería que nos acercásemos a este lugar?
-Mi padre me contó esta historia, todo el pueblo parece temer y respetar este bosque. Es peligroso, está bajo el embrujo de la Reina...
-Pues parece que tu no te achantas ante leyendas ni cuentos- dije con una media sonrisa mientras mi mirada seguía fija en aquel balcón que me sugería tantas cosas… Sin darme cuenta, el Sol ya se había colocado sobre la torre. Mi medía sonrisa fue sustituida por una cínica y mis ojos se movieron hasta dar con Caperucita -La caza ya ha comenzado- el iris de mis ojos fueron adquiriendo la tonalidad blancuzca, característica de mi transformación.
Willhelm- Licántropo - Clase Baja
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Re: En los bosques de Kassel [libre]
-Pues parece que tu no te achantas ante leyendas ni cuentos.
-Prefiero no hacerlo... No es agradable adentrarte en estos bosques pensando en que vas a morir de una forma horrible...
-La caza ya ha comenzado- me miró. Torcí el rostro al no comprender. Sus ojos se estaban volviendo blancos. ¿Pero qué era eso? Di un paso hacia atrás, la cesta que llevaba en el brazo se me cayó al suelo del impacto.
-Eh... un placer conocerte...- dije mientras daba pasos hacia atrás. Su sonrisa cínica me causaba pavor. Salí corriendo, sin saber hacia dónde me dirigía. La adrenalina se me había disparado y solo podía correr y correr. Esquivaba los árboles que se oponían en mi paso. Me adentraba cada vez más en la zona tenebrosa y oscura del bosque, hacia el Norte más o menos. Me caí un par de veces por las raíces de los árboles, pero me levantaba lo más rápido posible.
Estaba exhausta de correr tanto, me paré y me escondí tras un árbol a recuperar el aliento. Miré hacia todos los lados, asustada. ¿Qué demonios ocurría? Sin duda, tenía que ser el bosque...
-Prefiero no hacerlo... No es agradable adentrarte en estos bosques pensando en que vas a morir de una forma horrible...
-La caza ya ha comenzado- me miró. Torcí el rostro al no comprender. Sus ojos se estaban volviendo blancos. ¿Pero qué era eso? Di un paso hacia atrás, la cesta que llevaba en el brazo se me cayó al suelo del impacto.
-Eh... un placer conocerte...- dije mientras daba pasos hacia atrás. Su sonrisa cínica me causaba pavor. Salí corriendo, sin saber hacia dónde me dirigía. La adrenalina se me había disparado y solo podía correr y correr. Esquivaba los árboles que se oponían en mi paso. Me adentraba cada vez más en la zona tenebrosa y oscura del bosque, hacia el Norte más o menos. Me caí un par de veces por las raíces de los árboles, pero me levantaba lo más rápido posible.
Estaba exhausta de correr tanto, me paré y me escondí tras un árbol a recuperar el aliento. Miré hacia todos los lados, asustada. ¿Qué demonios ocurría? Sin duda, tenía que ser el bosque...
Última edición por Angelica Grimm el Dom Dic 05, 2010 12:32 pm, editado 3 veces
Angelica Grimm- Humano - Clase Baja
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Re: En los bosques de Kassel [libre]
Los huesos de mi cuerpo crujieron mientras los músculos presionaban e iban modificándose. Mi piel también sufría cambios, se iba oscureciendo y brotaba bello negro cubriendo todo mi cuerpo. La ropa que llevaba se hizo jirones. Quise arrancármela con una de mis manos, pero habían sido sustituidas por afiladas garras que rajaron parte de mi piel cuando me quise quitar los jirones. La herida sano casi de inmediato.
Mi tamaño había doblado su tamaño y donde antes estaba el hombre con el pelo recogido en una coleta, se encontraba una criatura, bípeda que aullaba de alegría.
Mis sentidos se habían agudizado aún más, y la sensación oscura que sentí al entrar en aquel bosque se triplico. Aquel lugar era demasiado raro.
Comencé a correr siguiendo el rastro de la muchacha. Incorporé mis dos manos a la carrera para correr a más velocidad por el bosque, utilizando los árboles para impulsarme y dar grandes saltos que me hacían ir más rápido.
Angelica se dirigía al norte, allí había un par de mis hermanos cazando, tenía que atraparla antes de que ellos nos vieran a los dos si no estaría en graves problemas.
Aumenté el ritmo de la marcha y gruñí más alto, excitado por la persecución y el futuro premio que sería una comida deliciosa.
Mi tamaño había doblado su tamaño y donde antes estaba el hombre con el pelo recogido en una coleta, se encontraba una criatura, bípeda que aullaba de alegría.
Mis sentidos se habían agudizado aún más, y la sensación oscura que sentí al entrar en aquel bosque se triplico. Aquel lugar era demasiado raro.
Comencé a correr siguiendo el rastro de la muchacha. Incorporé mis dos manos a la carrera para correr a más velocidad por el bosque, utilizando los árboles para impulsarme y dar grandes saltos que me hacían ir más rápido.
Angelica se dirigía al norte, allí había un par de mis hermanos cazando, tenía que atraparla antes de que ellos nos vieran a los dos si no estaría en graves problemas.
Aumenté el ritmo de la marcha y gruñí más alto, excitado por la persecución y el futuro premio que sería una comida deliciosa.
Willhelm- Licántropo - Clase Baja
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Re: En los bosques de Kassel [libre]
Escuché un aullido atronador. Aquello me hizo volver a correr, sería un lobo y parecía no estar cerca, pero me asusté. Corrí hasta que, a lo lejos, encontré dos hombres.
-¡Ayuda! ¡Por favor!- dije medio lloriqueando.
Cuando llegué a su altura me caí al suelo por el cansancio. Y otra vez aquel aullido de lobo se escuchó, pero esta vez mucho más cerca.
-Tienen que ayudarme, un hombre me persigue, tengo miedo...
Los dos hombres se miraron de reojo. Ahora que me fijaba bien, estos se parecían a aquel hombre de antes, aquel hombre al que se le habían vuelto los ojos blancos.
Uno de ellos me ayudó a levantarme.
-Tranquila, con nosotros estás a salvo.- Dijo el otro hombre.
-¡Ayuda! ¡Por favor!- dije medio lloriqueando.
Cuando llegué a su altura me caí al suelo por el cansancio. Y otra vez aquel aullido de lobo se escuchó, pero esta vez mucho más cerca.
-Tienen que ayudarme, un hombre me persigue, tengo miedo...
Los dos hombres se miraron de reojo. Ahora que me fijaba bien, estos se parecían a aquel hombre de antes, aquel hombre al que se le habían vuelto los ojos blancos.
Uno de ellos me ayudó a levantarme.
-Tranquila, con nosotros estás a salvo.- Dijo el otro hombre.
Última edición por Angelica Grimm el Dom Dic 05, 2010 12:32 pm, editado 5 veces
Angelica Grimm- Humano - Clase Baja
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Re: En los bosques de Kassel [libre]
Salté de rama en rama sin sentir apenas sus latigazos en mi cuerpo.
Por fin pude ver su endiablada capa roja, aquello me hubiera dado una gran alegría de no ser que junto a ella se encontraban Gorca y Juseg.
Tendría que haberme dado la vuelta y salir corriendo antes de que me echaran un ojo, el problema fue que a los tres los detecté justo cuando estaba cayendo de lo alto de las ramas. Caí con un fuerte estrépito derrapando con las patas.
Lo primero que hice fue gruñirles por instinto, luego bajé las orejas y gimoteé al sentir la dura mirada de Gorca sobre mí.
Gorca era el compañero de Ailín y por lo tanto, el segundo al mando. Juseg solo se trataba de un iniciado que hacía apenas unos años que había recibido el don de la licantropía por lo que no me importo su presencia para nada.
-No se porqué tenía la absurda esperanza de que los aullidos que había escuchado hacía un momento fueran los de Travis o los de Dominique. Pero quien, si no eres tu, es el que se mete en líos- dijo severamente Gorca. Mientras me reñía, fui adquiriendo mi forma humana. No levanté la mirada del suelo ni un momento- Willhelm, conocías las ordenes de Ailín de sobra…
-Ailín nos prohibió atacar los humanos que estaban en la aldea, ésta estaba en el bosque- corté de inmediato, pero sin alzar la vista.
-No intentes buscar vacíos legales, estúpido- escuché las botas de Gorca pisar las hojas secas, acercándose a mi. Su manaza se cernió sobre mi nuca y la apretó, tirando de mi para pegar su frente contra la mía- Desde que Ailín te encontró hace tantos años, ella y yo te hemos acogido como si fueras nuestro verdadero hijo, pero tienes la santa manía de desobedecernos y meterte en líos…
-¿Qué clase de hijo sería si obedeciera en todo a sus padres?- esta vez si que le miré- Por mi comentario me gané un tortazo amistoso. Gorca me soltó y se dio la vuelta pasando junto a Angelica
- Este sabueso no te volverá a molestar, muchacha- pidió a Juseg que le diera un petate que llevaba colgado a la espalda, este se lo lanzo y luego Gorca me lo lanzó a mi. Atrapé aquel saco al vuelo- Anda vístete, no querrás andar en cueros por el bosque, y menos si tienes que acompañar a la humana al lugar donde la encontraste. Y no me rechiste- dijo amenazándome con un dedo cuando se dio cuenta que iba a soltar una impertinencia- Regresa cuando hayas terminado
Gorca y Juseg se perdieron por los matorrales.
Abrí el saco que me había dado y dentro encontré una coraza de cuero, unas grebas y botas del mismo material más unos guanteletes y unos pantalones de lino. Todo estaba tintado de color negro y en el pecho estaba dibujado el símbolo de nuestra manada, una huella de lobo sobre una luna llena. Eran las ropas que nos distinguían y que siempre debíamos llevar.
Una vez me cambié, me recogí el pelo con una cinta y miré a Angelica con algo de odio.
-Ha sido tu día de suerte. Vamos, más te vale saber el camino de vuelta, no me apetece guiarte a ningún sitio.
Por fin pude ver su endiablada capa roja, aquello me hubiera dado una gran alegría de no ser que junto a ella se encontraban Gorca y Juseg.
Tendría que haberme dado la vuelta y salir corriendo antes de que me echaran un ojo, el problema fue que a los tres los detecté justo cuando estaba cayendo de lo alto de las ramas. Caí con un fuerte estrépito derrapando con las patas.
Lo primero que hice fue gruñirles por instinto, luego bajé las orejas y gimoteé al sentir la dura mirada de Gorca sobre mí.
Gorca era el compañero de Ailín y por lo tanto, el segundo al mando. Juseg solo se trataba de un iniciado que hacía apenas unos años que había recibido el don de la licantropía por lo que no me importo su presencia para nada.
-No se porqué tenía la absurda esperanza de que los aullidos que había escuchado hacía un momento fueran los de Travis o los de Dominique. Pero quien, si no eres tu, es el que se mete en líos- dijo severamente Gorca. Mientras me reñía, fui adquiriendo mi forma humana. No levanté la mirada del suelo ni un momento- Willhelm, conocías las ordenes de Ailín de sobra…
-Ailín nos prohibió atacar los humanos que estaban en la aldea, ésta estaba en el bosque- corté de inmediato, pero sin alzar la vista.
-No intentes buscar vacíos legales, estúpido- escuché las botas de Gorca pisar las hojas secas, acercándose a mi. Su manaza se cernió sobre mi nuca y la apretó, tirando de mi para pegar su frente contra la mía- Desde que Ailín te encontró hace tantos años, ella y yo te hemos acogido como si fueras nuestro verdadero hijo, pero tienes la santa manía de desobedecernos y meterte en líos…
-¿Qué clase de hijo sería si obedeciera en todo a sus padres?- esta vez si que le miré- Por mi comentario me gané un tortazo amistoso. Gorca me soltó y se dio la vuelta pasando junto a Angelica
- Este sabueso no te volverá a molestar, muchacha- pidió a Juseg que le diera un petate que llevaba colgado a la espalda, este se lo lanzo y luego Gorca me lo lanzó a mi. Atrapé aquel saco al vuelo- Anda vístete, no querrás andar en cueros por el bosque, y menos si tienes que acompañar a la humana al lugar donde la encontraste. Y no me rechiste- dijo amenazándome con un dedo cuando se dio cuenta que iba a soltar una impertinencia- Regresa cuando hayas terminado
Gorca y Juseg se perdieron por los matorrales.
Abrí el saco que me había dado y dentro encontré una coraza de cuero, unas grebas y botas del mismo material más unos guanteletes y unos pantalones de lino. Todo estaba tintado de color negro y en el pecho estaba dibujado el símbolo de nuestra manada, una huella de lobo sobre una luna llena. Eran las ropas que nos distinguían y que siempre debíamos llevar.
Una vez me cambié, me recogí el pelo con una cinta y miré a Angelica con algo de odio.
-Ha sido tu día de suerte. Vamos, más te vale saber el camino de vuelta, no me apetece guiarte a ningún sitio.
Willhelm- Licántropo - Clase Baja
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Re: En los bosques de Kassel [libre]
De pronto apareció un lobo gigantesco ante nuestras narices. Los ojos se me abrieron como platos. Nunca en mi vida había visto un lobo de tal embergadura. Lo que más me sorprendió fue que poco a poco fue encogiéndo, convirtiéndose... ¡en humano! Dios mío, era Willhelm y estaba... ¡desnudo! Desvié la mirada de inmediato, mirando hacia lo lejos del bosque.
Escuché toda la conversación que tuvieron. Al parecer lo veían muy normal, ¿qué serían? ¿Los lobos de los que me habló padre? ¿Hombres lobo? ¡Qué miedo!
-Este sabueso no te volverá a molestar, muchacha.- Miré a aquel hombre temerosa- Anda vístete, no querrás andar en cueros por el bosque, y menos si tienes que acompañar a la humana al lugar donde la encontraste. Y no me rechistes. Regresa cuando hayas terminado.
-¡¿Qué?! No, por favor, no me dejéis sola con él- se me cayeron las lágrimas.
No me hicieron caso, se adentraron en el bosque de nuevo, perdiéndoles de vista en unos momentos. Estaba temblando.
-Ha sido tu día de suerte. Vamos, más te vale saber el camino de vuelta, no me apetece guiarte a ningún sitio.
-Si me tocas un solo pelo, vas a desear no haber nacido- dije furiosa.
Yo no solía ser violenta ni antipática, pero eran por principios. Estaba sola con un hombre lobo, ¿acaso eso no era por sí solo peligroso? Cualquier advertencia serviría... espero.
Pasé por su lado, despacio y cuidadosa, caminando de nuevo por el bosque. No sabía dónde estábamos, solo buscaba "algo". Pero para ello tendría que acercarme a algún riachuelo. El sonido del agua me llamaba, y pronto lo encontré. Busqué entre las rocas un abuela sapo, no me fue difícil, solía haber muchos.
-Hola abuela sapo. Muéstrame el camino y te daré un beso...- dije medio seductora. Pasé mi lengua por el cuerpo del sapo como beso, y pronto, éste se movió en mis manos, mostrándome el camino- ¿Estás seguro de que es por allí? ¿Sí? Gracias- la dejé en una de las rocas.
Miré hacia atrás débilmente, allí estaba Willhelm, no me hacía mucha gracia pero habría que aguantarlo.
-Es por allí- dije señalándole el camino entre los árboles.
Comencé a andar, apartando las ramas de mi camino. Se hizo largo, casi perdía la esperanza, pero los abuela sapo nunca se equivocaban. Y por fin llegué al claro del bosque. A unos metros se hallaba mi poblado. Miré a Willhelm y acto seguido, salí corriendo.
-¡Ayuda! ¡Por favor! ¡Un hombre lobo! ¡Hay hombres lobo en el bosque!
Los cazadores del poblado se pusieron alerta, vinieron a socorrerme con escopetas en mano. Pero el lobo ya se había ido.
-Angelica, ¿estás segura de eso?
-Muy segura, señor- dije con lágrimas en los ojos.- ¡Papá!- corrí a abrazar a mi padre.
-Avisad a los demás, vamos de cacería muchachos- dijo aquel cazador. Se dirigió a mi padre- Hay hombres lobo en el bosque Avery. Coge las armas, vamos en su busca.
-De acuerdo, ahora mismo. Angelica, cariño. No te quedes sola en casa, ve a casa de tu abuela y cobíjate allí, no tienes que estar sola.- Me dio un beso en la frente- Corre.
Asentí. Los cazadores, cargaron sus escopetas con balas de plata, no sabía el motivo. Se adentraron en el bosque. Mientras, yo caminaba por el bosque menos denso a casa de la abuela. Después de habérselo contado, con la misma amabilidad de siempre, me acogió con un abrazo. Pronto llegaría la noche, temía por los cazadores y más aún, por mi padre. Me daba pena por aquellos dos que me habían ayudado, pero no podía haber hecho otra cosa...
Escuché toda la conversación que tuvieron. Al parecer lo veían muy normal, ¿qué serían? ¿Los lobos de los que me habló padre? ¿Hombres lobo? ¡Qué miedo!
-Este sabueso no te volverá a molestar, muchacha.- Miré a aquel hombre temerosa- Anda vístete, no querrás andar en cueros por el bosque, y menos si tienes que acompañar a la humana al lugar donde la encontraste. Y no me rechistes. Regresa cuando hayas terminado.
-¡¿Qué?! No, por favor, no me dejéis sola con él- se me cayeron las lágrimas.
No me hicieron caso, se adentraron en el bosque de nuevo, perdiéndoles de vista en unos momentos. Estaba temblando.
-Ha sido tu día de suerte. Vamos, más te vale saber el camino de vuelta, no me apetece guiarte a ningún sitio.
-Si me tocas un solo pelo, vas a desear no haber nacido- dije furiosa.
Yo no solía ser violenta ni antipática, pero eran por principios. Estaba sola con un hombre lobo, ¿acaso eso no era por sí solo peligroso? Cualquier advertencia serviría... espero.
Pasé por su lado, despacio y cuidadosa, caminando de nuevo por el bosque. No sabía dónde estábamos, solo buscaba "algo". Pero para ello tendría que acercarme a algún riachuelo. El sonido del agua me llamaba, y pronto lo encontré. Busqué entre las rocas un abuela sapo, no me fue difícil, solía haber muchos.
-Hola abuela sapo. Muéstrame el camino y te daré un beso...- dije medio seductora. Pasé mi lengua por el cuerpo del sapo como beso, y pronto, éste se movió en mis manos, mostrándome el camino- ¿Estás seguro de que es por allí? ¿Sí? Gracias- la dejé en una de las rocas.
Miré hacia atrás débilmente, allí estaba Willhelm, no me hacía mucha gracia pero habría que aguantarlo.
-Es por allí- dije señalándole el camino entre los árboles.
Comencé a andar, apartando las ramas de mi camino. Se hizo largo, casi perdía la esperanza, pero los abuela sapo nunca se equivocaban. Y por fin llegué al claro del bosque. A unos metros se hallaba mi poblado. Miré a Willhelm y acto seguido, salí corriendo.
-¡Ayuda! ¡Por favor! ¡Un hombre lobo! ¡Hay hombres lobo en el bosque!
Los cazadores del poblado se pusieron alerta, vinieron a socorrerme con escopetas en mano. Pero el lobo ya se había ido.
-Angelica, ¿estás segura de eso?
-Muy segura, señor- dije con lágrimas en los ojos.- ¡Papá!- corrí a abrazar a mi padre.
-Avisad a los demás, vamos de cacería muchachos- dijo aquel cazador. Se dirigió a mi padre- Hay hombres lobo en el bosque Avery. Coge las armas, vamos en su busca.
-De acuerdo, ahora mismo. Angelica, cariño. No te quedes sola en casa, ve a casa de tu abuela y cobíjate allí, no tienes que estar sola.- Me dio un beso en la frente- Corre.
Asentí. Los cazadores, cargaron sus escopetas con balas de plata, no sabía el motivo. Se adentraron en el bosque. Mientras, yo caminaba por el bosque menos denso a casa de la abuela. Después de habérselo contado, con la misma amabilidad de siempre, me acogió con un abrazo. Pronto llegaría la noche, temía por los cazadores y más aún, por mi padre. Me daba pena por aquellos dos que me habían ayudado, pero no podía haber hecho otra cosa...
Última edición por Angelica Grimm el Dom Dic 05, 2010 12:34 pm, editado 1 vez
Angelica Grimm- Humano - Clase Baja
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Re: En los bosques de Kassel [libre]
Salí corriendo en cuanto escuché su grito de pánico.
-Hija de…- susurré mientras saltaba un tronco caído y rodaba al entrar en contacto con el suelo. Por el impulso volví a ponerme de pie y reanude la marcha aún más rápido.
Ailín me iba a matar.
-Cómo has llegado a ser tan estúpido y desobediente- noté una mano cerrarse entorno a mi cabellos y el tirón que vino a continuación- Nos has traído una gran desgracia- el estirón cesó con un último empujón que me lanzó contra el suelo amortiguando el golpe con los brazos.
Ailín estaba que trinaba y era mejor no hablar. En silencio me enderecé y quedé de rodillas mirando al frente.
Ailín volvió a acercarse a mi, y cogiéndome de la misma forma que Gorca lo había echo en el bosque, colocó su frente pegada a la mía- Eres un estúpido Willhelm, pero aún así te sigo queriendo, toda la manada te sigue queriendo… más te vale que en el ataque no muera nadie, no podrías soportar la muerte de un hermano que no te culpa de lo sucedido.
-¿Pero pensáis atacar?- pregunté al ver que ya se le habían calmado los humos.
-¿Qué quieres que hagamos si no? Quedarnos quietos mientras vemos como nos masacran no es una opción. Esos humanos están acostumbrados a tratar con las criaturas sobrenaturales que viven en el bosque, sabrán como acabar con nosotros… tenemos a nuestro favor que son simples granjeros que pocas veces abran empuñado un arma.
-Pero eso querrá decir arriesgarnos en poner en juego la hostilidad de la otra manada del oeste.
-¿Ahora te das cuenta de tu estupidez?- se fanfarroneó Ailín.
-Yo tengo otro plan…
Había pedido a Ailín que cambiaran el lugar del campamento y se arriesgara un poco dirigiéndose al oeste. Yo me llevé a tres de mis hermanos de mayor confianza: Travis, Dominique y Ferris. Los tres habíamos sido secuestrados en la misma época y desde siempre fuimos compañeros de travesuras. Ésta iba a ser una travesura ejemplar.
Habíamos vuelto a la aldea al caer la noche, escondiéndonos en la sombra.
Olfateé el aire en busca de su aroma, estaba claro que allí no se hallaba ella. Los hombres del pueblo se habían ido, los habíamos pasado hacía un momento, y las mujeres se habían quedado solas en las casas pero nuestro objetivo no estaba allí. Barrimos el lugar, conmigo al frente, en busca de algún rastro que sirviera y a los pocos minutos lo encontré.
No era fresco pero era lo único que teníamos.
Haciendo señas a mis tres compañeros, les pedí que me siguieran de nuevo al bosque.
El rastro no nos llevó hasta la espesura, se dirigía por el linde hasta llegar a una casita rodeada de árboles. Pude ver luz en la ventana y supe que ella estaba allí.
-Hola caperucita roja…- Dominique, Travis y Ferris se reunieron en círculo conmigo- Bien, Travis y Ferris os quedareis en la parte de atrás de la casita, comprobar si hay puerta trasera, si es así vigilar que no salga nadie. Dominique, tu vas a venir por la puerta principal, si tenemos suerte e intentan escapar por detrás, Travis y Ferris les cortaran el paso ¿De acuerdo? – todos asintieron y colocaron las manos en el centro del círculo, unas encimas de las otras. Yo hice lo mismo.
-La manada siempre espera el regreso de sus antiguos hermanos…- rezó Dominique.
-Y el de los nuevos también…- terminé de rezar y los cuatro corrimos a nuestros respectivos lugares. Travis y Ferris saltaron hacia las ramas de los árboles para rodear la casa sin ser vistos y Dominique y yo, acuclillados, nos acercamos a la entrada principal.
Pegamos nuestras espaldas en la pared de la casa, a ambos lados de la puerta. Dominique asintió y separando mi espalda de la pared, me coloqué delante de la puerta. La puerta salió disparada de sus encajes con una sola patada de mi pie, quedando tendida en el suelo- Toc, toc…
-Hija de…- susurré mientras saltaba un tronco caído y rodaba al entrar en contacto con el suelo. Por el impulso volví a ponerme de pie y reanude la marcha aún más rápido.
Ailín me iba a matar.
-Cómo has llegado a ser tan estúpido y desobediente- noté una mano cerrarse entorno a mi cabellos y el tirón que vino a continuación- Nos has traído una gran desgracia- el estirón cesó con un último empujón que me lanzó contra el suelo amortiguando el golpe con los brazos.
Ailín estaba que trinaba y era mejor no hablar. En silencio me enderecé y quedé de rodillas mirando al frente.
Ailín volvió a acercarse a mi, y cogiéndome de la misma forma que Gorca lo había echo en el bosque, colocó su frente pegada a la mía- Eres un estúpido Willhelm, pero aún así te sigo queriendo, toda la manada te sigue queriendo… más te vale que en el ataque no muera nadie, no podrías soportar la muerte de un hermano que no te culpa de lo sucedido.
-¿Pero pensáis atacar?- pregunté al ver que ya se le habían calmado los humos.
-¿Qué quieres que hagamos si no? Quedarnos quietos mientras vemos como nos masacran no es una opción. Esos humanos están acostumbrados a tratar con las criaturas sobrenaturales que viven en el bosque, sabrán como acabar con nosotros… tenemos a nuestro favor que son simples granjeros que pocas veces abran empuñado un arma.
-Pero eso querrá decir arriesgarnos en poner en juego la hostilidad de la otra manada del oeste.
-¿Ahora te das cuenta de tu estupidez?- se fanfarroneó Ailín.
-Yo tengo otro plan…
Había pedido a Ailín que cambiaran el lugar del campamento y se arriesgara un poco dirigiéndose al oeste. Yo me llevé a tres de mis hermanos de mayor confianza: Travis, Dominique y Ferris. Los tres habíamos sido secuestrados en la misma época y desde siempre fuimos compañeros de travesuras. Ésta iba a ser una travesura ejemplar.
Habíamos vuelto a la aldea al caer la noche, escondiéndonos en la sombra.
Olfateé el aire en busca de su aroma, estaba claro que allí no se hallaba ella. Los hombres del pueblo se habían ido, los habíamos pasado hacía un momento, y las mujeres se habían quedado solas en las casas pero nuestro objetivo no estaba allí. Barrimos el lugar, conmigo al frente, en busca de algún rastro que sirviera y a los pocos minutos lo encontré.
No era fresco pero era lo único que teníamos.
Haciendo señas a mis tres compañeros, les pedí que me siguieran de nuevo al bosque.
El rastro no nos llevó hasta la espesura, se dirigía por el linde hasta llegar a una casita rodeada de árboles. Pude ver luz en la ventana y supe que ella estaba allí.
-Hola caperucita roja…- Dominique, Travis y Ferris se reunieron en círculo conmigo- Bien, Travis y Ferris os quedareis en la parte de atrás de la casita, comprobar si hay puerta trasera, si es así vigilar que no salga nadie. Dominique, tu vas a venir por la puerta principal, si tenemos suerte e intentan escapar por detrás, Travis y Ferris les cortaran el paso ¿De acuerdo? – todos asintieron y colocaron las manos en el centro del círculo, unas encimas de las otras. Yo hice lo mismo.
-La manada siempre espera el regreso de sus antiguos hermanos…- rezó Dominique.
-Y el de los nuevos también…- terminé de rezar y los cuatro corrimos a nuestros respectivos lugares. Travis y Ferris saltaron hacia las ramas de los árboles para rodear la casa sin ser vistos y Dominique y yo, acuclillados, nos acercamos a la entrada principal.
Pegamos nuestras espaldas en la pared de la casa, a ambos lados de la puerta. Dominique asintió y separando mi espalda de la pared, me coloqué delante de la puerta. La puerta salió disparada de sus encajes con una sola patada de mi pie, quedando tendida en el suelo- Toc, toc…
Willhelm- Licántropo - Clase Baja
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Re: En los bosques de Kassel [libre]
Aquella velada con la abuela había sido muy entretenida. Me había enseñado a tejer pequeñas prendas con lana y luego habíamos cocinado una deliciosa cena. Siempre disfrutaba estando con ella. Hicimos hasta una tarta de chocolate, estaba deliciosa. Se hacía tarde, llegando finalmente la noche. Las dos descansábamos en los sillones, ella, mientras tanto, me leía un libro. Era encantadora.
La puerta salió disparada hacia la pared, las dos nos levantamos al instante, temerosas. Dos hombres entraron en casa, uno de ellos...
-Toc, toc…- les miré con terror y agarré a la abuela del brazo llevándola rápidamente a la cocina, cerrando la puerta tras nosotras. Estábamos cerca de la puerta trasera y al instante, la puerta de la cocina también fue echada abajo.
-¡Corre!- abrí la puerta trasera y con la abuela cogida del brazo salí por ella.
Las dos gritamos por el asombro. Otros dos hombres estaban allí, uno de ellos me cogió como pudo, no sin llevarse algún golpe. El otro hombre cogió a mi abuela sin esfuerzo. Willhelm salió por la puerta con el otro muchacho tras él.
-¡Basta! ¡A ella dejadla en paz, no ha hecho nada!- intenté escabullirme de los brazos de aquel hombre, pero me era inútil.- Por favor...- dije suplicante.
La puerta salió disparada hacia la pared, las dos nos levantamos al instante, temerosas. Dos hombres entraron en casa, uno de ellos...
-Toc, toc…- les miré con terror y agarré a la abuela del brazo llevándola rápidamente a la cocina, cerrando la puerta tras nosotras. Estábamos cerca de la puerta trasera y al instante, la puerta de la cocina también fue echada abajo.
-¡Corre!- abrí la puerta trasera y con la abuela cogida del brazo salí por ella.
Las dos gritamos por el asombro. Otros dos hombres estaban allí, uno de ellos me cogió como pudo, no sin llevarse algún golpe. El otro hombre cogió a mi abuela sin esfuerzo. Willhelm salió por la puerta con el otro muchacho tras él.
-¡Basta! ¡A ella dejadla en paz, no ha hecho nada!- intenté escabullirme de los brazos de aquel hombre, pero me era inútil.- Por favor...- dije suplicante.
Última edición por Angelica Grimm el Dom Dic 05, 2010 12:35 pm, editado 1 vez
Angelica Grimm- Humano - Clase Baja
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Re: En los bosques de Kassel [libre]
Todo había salido como lo habíamos planeado. Las dos mujeres estaban inmovilizadas y estaban a nuestra merced. La primera parte del plan estaba concluida.
-Me voy a comer a tu abuelita…- canturreó Travis a Angelica. Los cuatro reímos pero era hora de ponerse serio.
-Ferris, lleva a la abuelita dentro de casa y déjala inconsciente en el comedor, pero ten cuidado no vayas a matarla, la necesitamos viva para que dé el mensaje- Me acerqué a la abuela y la cogí con una mano de los mofletes- Atiéndeme vejestorio. Los cazadores volverán a la aldea en pocas horas, no se atreverán a seguir la búsqueda por la noche. Cuando lleguen, tu les darás un mensaje: “Tenemos a vuestra caperucita roja, si vemos un solo cazador cerca de nuestro campamento, la colgaremos de un árbol boca abajo y la degollaremos para que se desangre. La mantendremos cautiva hasta el fin de la primavera, si habéis cumplido vuestra parte del trato, ella volverá a la aldea sana y salva”- dejado el mensaje, le asentí a Ferris y esté golpeo suavemente a la abuela que cayó inerte en sus brazos. Luego se perdió en la oscuridad de la casa para después salir sin la abuelita- Andando, tenemos que movernos. Habrá que dar algún rodeo para que los gritos de la niña no alerten a los cazadores que sigan buscando. Dominique, tu llevarás el fardo- Dominique era el más corpulento del grupo. Parecía un armario ropero, tanto en altura como en anchura. Sus brazos eran casi como el cuerpo de la pobre Angelica. El corpulento hombre se colgó a Caperucita sobre su hombro derecho y emprendimos la marcha hacia el campamento. No había habido bajas, pero la misión aún no había acabado. Solo acabaría cuando los 5 regresásemos al campamento.
-Me voy a comer a tu abuelita…- canturreó Travis a Angelica. Los cuatro reímos pero era hora de ponerse serio.
-Ferris, lleva a la abuelita dentro de casa y déjala inconsciente en el comedor, pero ten cuidado no vayas a matarla, la necesitamos viva para que dé el mensaje- Me acerqué a la abuela y la cogí con una mano de los mofletes- Atiéndeme vejestorio. Los cazadores volverán a la aldea en pocas horas, no se atreverán a seguir la búsqueda por la noche. Cuando lleguen, tu les darás un mensaje: “Tenemos a vuestra caperucita roja, si vemos un solo cazador cerca de nuestro campamento, la colgaremos de un árbol boca abajo y la degollaremos para que se desangre. La mantendremos cautiva hasta el fin de la primavera, si habéis cumplido vuestra parte del trato, ella volverá a la aldea sana y salva”- dejado el mensaje, le asentí a Ferris y esté golpeo suavemente a la abuela que cayó inerte en sus brazos. Luego se perdió en la oscuridad de la casa para después salir sin la abuelita- Andando, tenemos que movernos. Habrá que dar algún rodeo para que los gritos de la niña no alerten a los cazadores que sigan buscando. Dominique, tu llevarás el fardo- Dominique era el más corpulento del grupo. Parecía un armario ropero, tanto en altura como en anchura. Sus brazos eran casi como el cuerpo de la pobre Angelica. El corpulento hombre se colgó a Caperucita sobre su hombro derecho y emprendimos la marcha hacia el campamento. No había habido bajas, pero la misión aún no había acabado. Solo acabaría cuando los 5 regresásemos al campamento.
Willhelm- Licántropo - Clase Baja
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Re: En los bosques de Kassel [libre]
-Me voy a comer a tu abuelita…
-¡Desgraciado!- intenté, de nuevo zafarme del que me sujetaba. Se rieron de su comentario, pero a mi no me hizo ni pizca de gracia.
-Ferris, lleva a la abuelita dentro de casa y déjala inconsciente en el comedor, pero ten cuidado no vayas a matarla, la necesitamos viva para que dé el mensaje
Escuché el "mensaje" que tendría que dar la abuela a mi padre. No... por favor, aquello no. ¿Tanto mal había causado? No me merecía aquello. Ese tal Ferris golpeó a mi abuelita, le miré con odio y volví a revolverme.
-Andando, tenemos que movernos. Habrá que dar algún rodeo para que los gritos de la niña no alerten a los cazadores que sigan buscando. Dominique, tu llevarás el fardo
-¿Qué te has creído, desgraciado?! ¡Suéltame! ¡He dicho que me sueltes maldito chucho!
-¡Desgraciado!- intenté, de nuevo zafarme del que me sujetaba. Se rieron de su comentario, pero a mi no me hizo ni pizca de gracia.
-Ferris, lleva a la abuelita dentro de casa y déjala inconsciente en el comedor, pero ten cuidado no vayas a matarla, la necesitamos viva para que dé el mensaje
Escuché el "mensaje" que tendría que dar la abuela a mi padre. No... por favor, aquello no. ¿Tanto mal había causado? No me merecía aquello. Ese tal Ferris golpeó a mi abuelita, le miré con odio y volví a revolverme.
-Andando, tenemos que movernos. Habrá que dar algún rodeo para que los gritos de la niña no alerten a los cazadores que sigan buscando. Dominique, tu llevarás el fardo
-¿Qué te has creído, desgraciado?! ¡Suéltame! ¡He dicho que me sueltes maldito chucho!
Última edición por Angelica Grimm el Dom Dic 05, 2010 12:35 pm, editado 1 vez
Angelica Grimm- Humano - Clase Baja
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Re: En los bosques de Kassel [libre]
-¿Qué te has creído, desgraciado?! ¡Suéltame! ¡He dicho que me sueltes maldito chucho!- Dominique sonrió, en vez de enfadarse y sujetó mejor a la muchacha para que no cayera. El bueno de Dom… era el único que sufría a la hora de matar, incluso si el objetivo era alimentarse. Pese a su aspecto de bruto, Dominique era el más bueno del grupo, incluso de la manada… pero que no le toquen los h*****.
Andábamos en fila. Travis, que tenía mejor vista que todos nosotros, al frente del grupo, Ferris iba detrás de él y Dominique después. Yo cerraba el grupo para poder vigilar mejor a la prisionera, desde allí podía ver las facciones de su cara.
Para fastidiarla un poco más, si semblante era feliz, con una sonrisa de oreja a oreja.
-Ahora te arrepientes de haber salido hoy de casa ¿verdad?- Los cuatro volvimos a reír y aceleramos la marcha, ansiosos por llegar al refugio de nuestra manada.
Ailín había ignorado mi propuesta de adentrarse un poco hacia el oeste. Había optado por moverse más hacia el norte, un par de kilómetros hasta llegar casi al linde.
Ya habían montado las tiendas de piel y habían encendido unas cuantas hogueras. Ahora que me fijaba, ya no quedaban casi niños. Dentro de unos meses Ailín propondría alguna aldea que asaltar durante el período de luna llena para raptar algunos niños.
Dominique dejó con cuidado a Angelica junto a una de las hogueras.
De una de las tiendas de formaban el campamento salió la mujer que lideraba toda aquella manada de lobos hambrientos.
Los cuatros que formábamos el grupo de asalto clavamos la rodilla en el suelo, colocando una mano en tierra.
-Gracias a los cielos habéis llegado los cuatro sanos y salvos- su mano paso acariciando nuestras cabezas hasta llegar a Angelica que estaba tendida en el suelo- Y tu serás la descarada que nos ha causado tantos problemas- Ailín se arrodilló delante de ella, la observó durante unos momentos y luego le dio un tortazo que le cruzó la cara. Tomando el rostro de la caperucita con ambas manos, la obligó a mirarla. Luego le dio dos besos, uno en cada mejilla- Bienvenida al campamento de la manada, tu hogar durante un tiempo- dijo Ailín con todo el cariño del mundo- Tendrás tu propia tienda y podrás moverte con libertad por el campamento… pero si sales de él sin compañía o sin mi permiso, estás muerta.
Andábamos en fila. Travis, que tenía mejor vista que todos nosotros, al frente del grupo, Ferris iba detrás de él y Dominique después. Yo cerraba el grupo para poder vigilar mejor a la prisionera, desde allí podía ver las facciones de su cara.
Para fastidiarla un poco más, si semblante era feliz, con una sonrisa de oreja a oreja.
-Ahora te arrepientes de haber salido hoy de casa ¿verdad?- Los cuatro volvimos a reír y aceleramos la marcha, ansiosos por llegar al refugio de nuestra manada.
Ailín había ignorado mi propuesta de adentrarse un poco hacia el oeste. Había optado por moverse más hacia el norte, un par de kilómetros hasta llegar casi al linde.
Ya habían montado las tiendas de piel y habían encendido unas cuantas hogueras. Ahora que me fijaba, ya no quedaban casi niños. Dentro de unos meses Ailín propondría alguna aldea que asaltar durante el período de luna llena para raptar algunos niños.
Dominique dejó con cuidado a Angelica junto a una de las hogueras.
De una de las tiendas de formaban el campamento salió la mujer que lideraba toda aquella manada de lobos hambrientos.
Los cuatros que formábamos el grupo de asalto clavamos la rodilla en el suelo, colocando una mano en tierra.
-Gracias a los cielos habéis llegado los cuatro sanos y salvos- su mano paso acariciando nuestras cabezas hasta llegar a Angelica que estaba tendida en el suelo- Y tu serás la descarada que nos ha causado tantos problemas- Ailín se arrodilló delante de ella, la observó durante unos momentos y luego le dio un tortazo que le cruzó la cara. Tomando el rostro de la caperucita con ambas manos, la obligó a mirarla. Luego le dio dos besos, uno en cada mejilla- Bienvenida al campamento de la manada, tu hogar durante un tiempo- dijo Ailín con todo el cariño del mundo- Tendrás tu propia tienda y podrás moverte con libertad por el campamento… pero si sales de él sin compañía o sin mi permiso, estás muerta.
Willhelm- Licántropo - Clase Baja
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Re: En los bosques de Kassel [libre]
-Ahora te arrepientes de haber salido hoy de casa ¿verdad?- me dijo con una sonrisa feliz y una risa que fue acompañada por los otros cuatros.
Me callé lo que tenía pensado decirle, una barbaridad como un templo, pero yo no solía decir esas barbaridades.
Me fijé en el camino en todo momento para cuando hiciera mi huida, no sería fácil pero no pensaba quedarme allí como prisionera. Estuve pendiente hasta que parecía que habíamos llegado al supuesto campamento de los hombres lobo. Dominique me dejó con sumo cuidado en el suelo, parecía tener corazón, no como los otros tres. Me sorprendió que los cuatro lobos se inclinaran en el suelo cuando apareció una mujer de pelo rojizo. No lo entendí.
-Gracias a los cielos habéis llegado los cuatro sanos y salvos. Y tu serás la descarada que nos ha causado tantos problemas- pasó por los cuatro lobos hasta llegar a mí, se agachó y me observó. Intenté desviar un poco la mirada pero me era un poco complicado. Solté un quejido al sentir aquel tortazo que me dio. ¿Pero qué se había creído? Tomó mi rostro con sus dos manos y me proporcionó dos besos en las mejillas. ¿Y esta mujer? Era un poco bipolar- Bienvenida al campamento de la manada, tu hogar durante un tiempo. Tendrás tu propia tienda y podrás moverte con libertad por el campamento… pero si sales de él sin compañía o sin mi permiso, estás muerta.
La miré con cierto temor. Yo no quería estar allí. Me daba muchísimo miedo. Se me calleron las lágrimas al instante.
-Yo no quiero quedarme aquí, quiero irme con mi padre- dije entre lágrimas.- Por favor... diré que ya no estáis, que os habéis ido... yo no quiero quedarme aquí. Me dáis miedo- dije finalmente con voz baja.
Me callé lo que tenía pensado decirle, una barbaridad como un templo, pero yo no solía decir esas barbaridades.
Me fijé en el camino en todo momento para cuando hiciera mi huida, no sería fácil pero no pensaba quedarme allí como prisionera. Estuve pendiente hasta que parecía que habíamos llegado al supuesto campamento de los hombres lobo. Dominique me dejó con sumo cuidado en el suelo, parecía tener corazón, no como los otros tres. Me sorprendió que los cuatro lobos se inclinaran en el suelo cuando apareció una mujer de pelo rojizo. No lo entendí.
-Gracias a los cielos habéis llegado los cuatro sanos y salvos. Y tu serás la descarada que nos ha causado tantos problemas- pasó por los cuatro lobos hasta llegar a mí, se agachó y me observó. Intenté desviar un poco la mirada pero me era un poco complicado. Solté un quejido al sentir aquel tortazo que me dio. ¿Pero qué se había creído? Tomó mi rostro con sus dos manos y me proporcionó dos besos en las mejillas. ¿Y esta mujer? Era un poco bipolar- Bienvenida al campamento de la manada, tu hogar durante un tiempo. Tendrás tu propia tienda y podrás moverte con libertad por el campamento… pero si sales de él sin compañía o sin mi permiso, estás muerta.
La miré con cierto temor. Yo no quería estar allí. Me daba muchísimo miedo. Se me calleron las lágrimas al instante.
-Yo no quiero quedarme aquí, quiero irme con mi padre- dije entre lágrimas.- Por favor... diré que ya no estáis, que os habéis ido... yo no quiero quedarme aquí. Me dáis miedo- dije finalmente con voz baja.
Angelica Grimm- Humano - Clase Baja
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Re: En los bosques de Kassel [libre]
-Yo no quiero quedarme aquí, quiero irme con mi padre. Por favor... diré que ya no estáis, que os habéis ido... yo no quiero quedarme aquí. Me dais miedo- No hables estúpida- pensé sin querer. Por un momento había temido la reacción de Ailín.
-No podemos hacer eso muchacha. El aviso ya está dado y los cazadores no se quedarán tranquilos hasta que hayan buscado en cada matorral de este bosque. Y no me apetece irme, soy mujer de costumbres y cuando me obligan a incumplirlas me pongo de muy mala leche. Vosotros cuatro, poneros en pie- Dijo dirigiéndose a nosotros. Luego volvió a hacer una pasada por delante de nosotros y se detuvo justo en frente de mi- Tu incompetencia ha hecho que hoy tengamos que conformarnos con un par de ciervos a repartir a 20 bocas, espero que mañana no ocurra lo mismo porque tu estarás al cargo de traer la carne. Claro está, se admitirán voluntarios para acompañar a Willhelm- dijo por último Ailín. Lanzó una última mirada a Angelica y se marchó seguida de Gorca.
Al desaparecer la temible licántropa de pelo rojizo del lugar, fue como si tomara aire después de haber estado aguantando todo el rato la respiración. Los musculos se me relajaron y pude dibujar una sonrisa socarrona en mis labios.
-Bueno chicos ¿Quién se apunta a la caza?- pregunté a mis cuatro compañeros.
-Pasa de mí- dijo Travis, al cual fulminé con la mirada.
-Es tu castigo no el nuestro- continuó Ferris, siguiendo a Travis hasta otro grupo de licántropos que parecían entretenerse danzando sin parar.
El último que quedaba era Dom, que parecía no querer separarse demasiado de la pequeña arpía. Le lancé una mirada cargada de pena he hice puchero con mis labios.
-Sabes que no puedo dejarte solo, a la primera de cambio siempre acabas metiéndote en líos- Salté triunfante y le dí una fuerte palmada en el hombro.
-Sabía que no me dejarías- Luego miré a Angelica y la felicidad se desvaneció de mi rostro- Vamos, te llevaré a tu tienda. Estarás agotada- la cogí con fuerza del brazo y escuché un quejido suyo. A los dos pasos noté una manaza cernirse sobre mi hombro.
-Si me permites- Escuché la voz de Dom. Enseguida solté el brazo de la caperucita ¿Tenía opción? Si Dom continuaba apretando me pulverizaría la clavícula- Por aquí- Dijo Dom con su característica aura de bonachón. Conociéndole como le conocía, Angelica se había ganado la confianza del mejor lobo de la manda. Por su cara bonita había conseguido la protección del perfecto “hermano mayor”. Le hice burla a sus espaldas y cambié mi trayectoria. No pensaba cenar lo poco de carne que quedara, había sido un día horrible y mañana no iba a cambiar. Tenía ganas de acostarme.
(OFF:Ahora va a ser Dominique el que hable y Willhelm no sabrá nada sobre esta conversación ¿ok?)
Dominique y Angelica llegaron a una tienda que había sido dispuesta en la zona central del campamento.
-Perdona a Willhelm, aunque tenga más de trescientos años puede llegar a ser algo inmaduro- con uno de sus brazotes, abrió la tela de la tienda para que Angelica pudiera entrar- No nos hemos presentado como es debido. Mi nombre es Dominique, Dom para los amigos. Espero que tu estancia en este campamento no sea tran horrible como piensas. Buenas noches y que descanses.
-No podemos hacer eso muchacha. El aviso ya está dado y los cazadores no se quedarán tranquilos hasta que hayan buscado en cada matorral de este bosque. Y no me apetece irme, soy mujer de costumbres y cuando me obligan a incumplirlas me pongo de muy mala leche. Vosotros cuatro, poneros en pie- Dijo dirigiéndose a nosotros. Luego volvió a hacer una pasada por delante de nosotros y se detuvo justo en frente de mi- Tu incompetencia ha hecho que hoy tengamos que conformarnos con un par de ciervos a repartir a 20 bocas, espero que mañana no ocurra lo mismo porque tu estarás al cargo de traer la carne. Claro está, se admitirán voluntarios para acompañar a Willhelm- dijo por último Ailín. Lanzó una última mirada a Angelica y se marchó seguida de Gorca.
Al desaparecer la temible licántropa de pelo rojizo del lugar, fue como si tomara aire después de haber estado aguantando todo el rato la respiración. Los musculos se me relajaron y pude dibujar una sonrisa socarrona en mis labios.
-Bueno chicos ¿Quién se apunta a la caza?- pregunté a mis cuatro compañeros.
-Pasa de mí- dijo Travis, al cual fulminé con la mirada.
-Es tu castigo no el nuestro- continuó Ferris, siguiendo a Travis hasta otro grupo de licántropos que parecían entretenerse danzando sin parar.
El último que quedaba era Dom, que parecía no querer separarse demasiado de la pequeña arpía. Le lancé una mirada cargada de pena he hice puchero con mis labios.
-Sabes que no puedo dejarte solo, a la primera de cambio siempre acabas metiéndote en líos- Salté triunfante y le dí una fuerte palmada en el hombro.
-Sabía que no me dejarías- Luego miré a Angelica y la felicidad se desvaneció de mi rostro- Vamos, te llevaré a tu tienda. Estarás agotada- la cogí con fuerza del brazo y escuché un quejido suyo. A los dos pasos noté una manaza cernirse sobre mi hombro.
-Si me permites- Escuché la voz de Dom. Enseguida solté el brazo de la caperucita ¿Tenía opción? Si Dom continuaba apretando me pulverizaría la clavícula- Por aquí- Dijo Dom con su característica aura de bonachón. Conociéndole como le conocía, Angelica se había ganado la confianza del mejor lobo de la manda. Por su cara bonita había conseguido la protección del perfecto “hermano mayor”. Le hice burla a sus espaldas y cambié mi trayectoria. No pensaba cenar lo poco de carne que quedara, había sido un día horrible y mañana no iba a cambiar. Tenía ganas de acostarme.
(OFF:Ahora va a ser Dominique el que hable y Willhelm no sabrá nada sobre esta conversación ¿ok?)
Dominique y Angelica llegaron a una tienda que había sido dispuesta en la zona central del campamento.
-Perdona a Willhelm, aunque tenga más de trescientos años puede llegar a ser algo inmaduro- con uno de sus brazotes, abrió la tela de la tienda para que Angelica pudiera entrar- No nos hemos presentado como es debido. Mi nombre es Dominique, Dom para los amigos. Espero que tu estancia en este campamento no sea tran horrible como piensas. Buenas noches y que descanses.
Willhelm- Licántropo - Clase Baja
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Fecha de inscripción : 30/11/2010
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Re: En los bosques de Kassel [libre]
-No podemos hacer eso muchacha. El aviso ya está dado y los cazadores no se quedarán tranquilos hasta que hayan buscado en cada matorral de este bosque. Y no me apetece irme, soy mujer de costumbres y cuando me obligan a incumplirlas me pongo de muy mala leche.
Maldita sea, maldita sea. Lo que me faltaba, ahora tendría que quedarme allí, peligrando mi vida a cada instante. No me convencía para nada, de seguro, me convertiría en el almuerzo algún día, lo veía venir.
-Sabía que no me dejarías- dijo Willhelm, parecía haber habido una conversación a parte, que no había escuchado por mi atención- Vamos, te llevaré a tu tienda. Estarás agotada.- me cogió del brazo con fuerza y no pude evitar soltar un quejido, maldita bestia, debería estar encerrado entre jaulas.
-Si me permites- miré hacia aquella voz, se trataba de Dominique, el lobo que me había llevado por medio del bosque. Willhelm me soltó de inmediato- Por aquí- mi dijo con amabilidad. Le seguí, aunque cuidadosa parecía un buen tipo, me llevó hasta lo que sería mi "dormitorio"- Perdona a Willhelm, aunque tenga más de trescientos años puede llegar a ser algo inmaduro- abrió la tienda para que pudiera pasar- No nos hemos presentado como es debido. Mi nombre es Dominique, Dom para los amigos. Espero que tu estancia en este campamento no sea tran horrible como piensas. Buenas noches y que descanses.
Vi que se alejaba y pronto actué.
-Espera, Dominique. Lo que te dije antes... no iba en serio, estaba de mal humor, imagino que sabrás por qué... Me pareces el mejor lobo que he conocido. Descansa tú también...- dije con una sonrisa.
Una vez dicho aquello me adentré en la tienda y sin más dilación, me eché a dormir.
Llegada la mañana, una idea pasó por mi mente. ¿Quién era yo para desaprovecharla? Me quité la caperuza roja dejándola en la tienda, que sobresaliera un poco. Salí y con un poco de tierra ensucié mis brazos, cara, incluso piernas para que mi olor no llamase la atención. Me moví despacio, sin hacer ruido, unos cuantos metros. Pero al ver que parecía que nadie salía, eché a correr como una condenada. Corrí metros y metros de espesura, quería alejarme lo más posible, y si encontraba a un cazador mejor. Pero lo que oí me hizo parar en seco... Aullidos de lobos...
Maldita sea, maldita sea. Lo que me faltaba, ahora tendría que quedarme allí, peligrando mi vida a cada instante. No me convencía para nada, de seguro, me convertiría en el almuerzo algún día, lo veía venir.
-Sabía que no me dejarías- dijo Willhelm, parecía haber habido una conversación a parte, que no había escuchado por mi atención- Vamos, te llevaré a tu tienda. Estarás agotada.- me cogió del brazo con fuerza y no pude evitar soltar un quejido, maldita bestia, debería estar encerrado entre jaulas.
-Si me permites- miré hacia aquella voz, se trataba de Dominique, el lobo que me había llevado por medio del bosque. Willhelm me soltó de inmediato- Por aquí- mi dijo con amabilidad. Le seguí, aunque cuidadosa parecía un buen tipo, me llevó hasta lo que sería mi "dormitorio"- Perdona a Willhelm, aunque tenga más de trescientos años puede llegar a ser algo inmaduro- abrió la tienda para que pudiera pasar- No nos hemos presentado como es debido. Mi nombre es Dominique, Dom para los amigos. Espero que tu estancia en este campamento no sea tran horrible como piensas. Buenas noches y que descanses.
Vi que se alejaba y pronto actué.
-Espera, Dominique. Lo que te dije antes... no iba en serio, estaba de mal humor, imagino que sabrás por qué... Me pareces el mejor lobo que he conocido. Descansa tú también...- dije con una sonrisa.
Una vez dicho aquello me adentré en la tienda y sin más dilación, me eché a dormir.
Llegada la mañana, una idea pasó por mi mente. ¿Quién era yo para desaprovecharla? Me quité la caperuza roja dejándola en la tienda, que sobresaliera un poco. Salí y con un poco de tierra ensucié mis brazos, cara, incluso piernas para que mi olor no llamase la atención. Me moví despacio, sin hacer ruido, unos cuantos metros. Pero al ver que parecía que nadie salía, eché a correr como una condenada. Corrí metros y metros de espesura, quería alejarme lo más posible, y si encontraba a un cazador mejor. Pero lo que oí me hizo parar en seco... Aullidos de lobos...
Angelica Grimm- Humano - Clase Baja
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Edad : 33
Re: En los bosques de Kassel [libre]
Volví a adquirir mi forma humana cuando la presa fue caza. Dom, que estaba a mi lado, me imitó.
Habíamos dado caza a dos grandes osos pardos que apilamos junto a 4 cabezas de ganado que parecían haberse perdido en el bosque.
-No vamos mal ¿eh grandullón?- Pero Dom no parecía estar demasiado atento a mi, tenía la mirada perdida en el norte, la dirección del campamento.- Vamos Dom, no me digas que estas preocupado por esa humana- Dom negó varias veces con la cabeza antes de hablar.
-Este no es su lugar Will, sé que lo hacemos por el bien de la manada pero temo que esta situación solo nos traiga problemas- en realidad, Dom temía que algún macho de la manada se pasara de listo con la humana. Si Dominique no conseguía protegerla, se sentiría el más culpable de todos.
-No te preocupes Dom, Ailín no dejara que le ocurra nada. Esa loba es muy parecida a ti. Vamos a cambiarnos y volvamos con el botín- Dominique asintió con la cabeza y buscamos los fardos donde habíamos dejado nuestra ropa.
Una vez vestidos y repartido el botín para cargarlo, arrastré los cuatro corderos seguido de los dos osos que llevaba el grandullón sin dificultad.- Sabes, creo que Ailín estará contenta con las piezas, hay carne de sobra para todos y se le pasara el enfa…- tropecé con los osos muertos y caí sobre sus cadáveres- Maldita sea Dom que coño haces- Se había quedado petrificado y miraba hacia delante con los ojos muy abiertos.
-Angelica…- dijo señalando hacia una silueta, a lo lejos, que huía rauda como el viento.
-Maldita sea- gruñí. Me levanté de un salto y corrí de aquella arpía que parecía ser especialista en meterme en problemas.
Habíamos dado caza a dos grandes osos pardos que apilamos junto a 4 cabezas de ganado que parecían haberse perdido en el bosque.
-No vamos mal ¿eh grandullón?- Pero Dom no parecía estar demasiado atento a mi, tenía la mirada perdida en el norte, la dirección del campamento.- Vamos Dom, no me digas que estas preocupado por esa humana- Dom negó varias veces con la cabeza antes de hablar.
-Este no es su lugar Will, sé que lo hacemos por el bien de la manada pero temo que esta situación solo nos traiga problemas- en realidad, Dom temía que algún macho de la manada se pasara de listo con la humana. Si Dominique no conseguía protegerla, se sentiría el más culpable de todos.
-No te preocupes Dom, Ailín no dejara que le ocurra nada. Esa loba es muy parecida a ti. Vamos a cambiarnos y volvamos con el botín- Dominique asintió con la cabeza y buscamos los fardos donde habíamos dejado nuestra ropa.
Una vez vestidos y repartido el botín para cargarlo, arrastré los cuatro corderos seguido de los dos osos que llevaba el grandullón sin dificultad.- Sabes, creo que Ailín estará contenta con las piezas, hay carne de sobra para todos y se le pasara el enfa…- tropecé con los osos muertos y caí sobre sus cadáveres- Maldita sea Dom que coño haces- Se había quedado petrificado y miraba hacia delante con los ojos muy abiertos.
-Angelica…- dijo señalando hacia una silueta, a lo lejos, que huía rauda como el viento.
-Maldita sea- gruñí. Me levanté de un salto y corrí de aquella arpía que parecía ser especialista en meterme en problemas.
Willhelm- Licántropo - Clase Baja
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Re: En los bosques de Kassel [libre]
Aún después de haber oído los aullidos seguí corriendo, no debía quedarme rezagada o por lo contrario me alcanzarían. Corrí y corrí sin mirar hacia dónde iba, hasta que en frente justo me encontré a Willhelm. Del susto casi me caí, intenté parar pero acabé por chocar con su cuerpo, el cual, no se movió ni un centímetro hacia atrás. No tardé mucho en recomponerme, por las ansias de salir de allí volví a correr, no sin antes golpearle en la cara. Pero al comenzar a correr me caí al suelo de boca, recorriendo por el suelo uno o dos metros tras el impacto. Me quejé por el golpe, que no había sido chico. Pero intenté ponerme de pie de nuevo y seguir corriendo. Inútil. Dominique se había puesto delante de mí. Le miré con ojitos de cordero degollado, bueno, quizás eso no le diese pena, ya que se comía corderos, así que, cambiémoslo, cargué mi mirada de pena y tristeza. Aquel lobo sí que tenía sentimientos, y quizás, me ayudase.
-Por favor...
-Por favor...
Angelica Grimm- Humano - Clase Baja
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