En los bosques de Kassel [libre]

-Quiero ser tuya siempre...- ¿sería una invitación para otra cosa? La inmortalidad era algo que yo podía conceder… a un alto precio. ¿Angelica sería capaz de soportar el veneno del hombre lobo? Había visto a muchos perecer antes de transformarse en lo que deberían. Pero eso ahora no importaba.
Angelica se había quedado quieta a la altura de mi pantalón, y me miraba turbada y confusa. Yo le sonreí y me senté en el suelo.

-Túmbate boca arriba y quédate quieta. Quiero que esta noche sea especial.- ella asintió rápidamente y obedeció. Me coloqué de rodillas delante de ella e introduje mi mano bajo su falda, tomando su culot con ambas manos y estirándolo hasta sacarlo fuera. Lo lancé a un lado junto a mi camiseta. Me coloqué entre las piernas de Angelica que instintivamente se rodearon entorno a mi cintura. Bajé mis pantalones todo lo que pude en aquella posición y me pegué más a ella.
Los dos estábamos nerviosos, más Angelica que yo… estaba claro que era su primera vez y su nerviosismo le daba un toque más tierno- Puede que esto te duela un poco al principio… no tengas miedo- mis caderas se pegaron más a su cuerpo y mi pene entró en contacto con su vagina. Con un leve empujón, comencé a penetrarla con cuidado hasta que todo mi miembro estuvo dentro de ella.

Me quedé totalmente quieto para no hacerle más daño, tomárselo todo con calma era lo mejor.
Mis manos pasaron por su cara y aparté los mechones de su cara.
-Shhhhhh cariño, tranquila. El dolor remitirá… shhhh- llené su rostro de besos y sequé sus lágrimas con mis labios- Voy a comenzar a moverme, si no soportas el dolos aprieta con fuerza mi brazo y pararé- le avise. Una vez tomé aire, comencé a mover mis caderas con lentitud para comenzar con el movimiento de vaivén que sacaba y metía mi pene dentro de ella.
A cada sacudida, la cara de Angelica se transformaba en una máscara que podría describir el propio dolor, cerré los ojos para no verla. El dolor remitiría dentro de poco y entonces podría contemplar toda su belleza en el éxtasis del placer.
Hundí mi rostro en su cabello y comencé a jadear del placer, moviéndome cada vez más deprisa pero sin llegar a extremos que pudieran dañar a Angelica.- Nada existe fuera de esta tienda, solo tu y yo importamos… ahora y por siempre- susurré en su oído mientras jadeaba.

Cuando porfin escuché los gemidos de Angelica pude despegar el rostro de su cabello. Sus uñas se clavaban con fuerza en mi espalda y la máscara de dolor había sido sustituida por una totalmente diferente: Era como un ángel con su cabello rubio esparcido por el suelo y su cara que podía representar la belleza y el placer a la vez. Estaba haciendo el amor con un ángel que acababa de caer del cielo solo para mí.
Sonreí como un niño que abría su primer regalo y besé aquellos labios carnosos que podían hacerme perder la noción del tiempo.
Mis jadeos fueron presa de gemidos de placer que se unieron a los de Angelica.
Fuera de la tienda, los timbales volvieron a sonaron. Aquel mundo exterior, donde las mujeres y los hombres se mecían con el frenesí del baile en una danza que no acabaría en toda la noche, me parecía ahora mismo fuera de lugar. No me importaba que las mujeres bailaran sensualmente buscando la atención de sus machos ni que si por una vez por todas Dom conseguiría ser atraído por alguna mujer que fuera suficiente para el… ese mundo ya no existía.
Solo el roce de nuestros cuerpos existía, la unión de nuestros labios, nuestra unión en un solo ser estando yo dentro de ella…
Nos abrazábamos con fuerza para evitar separaciones involuntarias que producían frió en las partes del cuerpo donde antes habían estado nuestras pieles en contacto. No quería volver a sentir el frío y el vacío en mi cuerpo, ahora que había conocido el amor con Angelica no quería dejarlo.

No queríamos separarnos ni un segundo ¿Sufriríamos si teníamos que separarnos? No quería comprobarlo.
Las sacudidas aumentaron el ritmo en busca de un placer mayor, un éxtasis que nos dejaría sin aliento y jadearíamos para recobrar el aire perdido.
Mordía el lóbulo de su oreja para mantener la boca ocupada y controlar mejor los gemidos que no dejaban de escapar de mi garganta.
Su vestido acababa pegándose a mi torso sudado y los lametones que recorrían su cuello de arriba abajo me sabían salado a causa de su propio sudor. Estábamos agotados, aún así no íbamos a parar de darnos placer, un placer que surgía del fondo de nuestro amor.
A tientas, una de mis manos iba en busca de una de las de Angelica. Cuando la encontró, entrelacé mis dedos con los suyos y apreté levemente su mano para sentirme aún más unido a ella.
-Te quiero…- dije jadeante. El movimiento de mis labios provocó el roce con los suyos. No aguanté más y quise besarla una vez más para sentir su lengua jugar con la mía en un baile frenético. Ahora tenía claro todo el amor que sentía por ella y que cada día crecía más desde que la conocí. Su ternura y delicadeza me atrajeron como la miel atrae las moscas.
Se podría decir que era perfecta para mi.

Unas embestidas más y pronto acabaríamos. Había sido un momento mágico y perfecto, nada lo había estropeado ni nadie podría ser capaz de borrar este mágico recuerdo de nuestras mentes.
-Me encantas... me haces sentir muy feliz Willhelm...

Caí rendido a su lado y dando patadas al aire acabé quitándome los pantalones. Luego estiré un poco el vestido de Angelica y con su ayuda también conseguí quitárselo para que estuviera más cómoda tumbada. Luego estiré un poco el brazo y me hice con una manta de piel que cubriría nuestros cuerpos.
Me tumbé de lado apoyando el codo en el suelo y dejando mi cabeza reposar sobre mi mano. Me quedé mirando a la mujer que descansaba junto a mi, abrazada a mi cuerpo.
Con mi otra mano libre, acaricié su brazo desnudo que descansaba en su costado fuera de la manta.
-Me cuesta creer que esto esté sucediendo… no me veía yo encontrando a mi media naranja- dije sonriendo inocentemente mientras mi mirada estaba fija en los dedos que pasaban por su brazo.
Angelica se acurrucó más y cerró los ojos. Al poco tiempo su respiración se volvió más suave y acompasada, prueba de que se había quedado dormida.
Acabé tumbándome boca arriba con medio cuerpo de Angelica descansando sobre mi pello. Yo me entretenía jugando con las puntas de su pelo.

-Will despierta. Mañana a primera hora tenemos que salir junto a David y Juvart para traer comida, Ailín quiere comenzar a cargar suministros para…- por fin se cayó al darse cuenta del panorama que reinaba en la tienda. Primero vio nuestras ropas amontonadas en el suelo y luego a Angelica dormir entre mis brazos-… el viaje…- finalizó no sin quitar la cara de asombrado- Creo que ya pasaré mañana si eso- y la cortina de la tienda se cerró tras él. Dentro de unas horas todo el campamento ya estaría al corriente de lo que había sucedido aquella noche entre Caperucita roja y yo.

Dejé a Angelica descansar en la tienda. Era tan bella como un ángel… era el vivo retrato de un ángel durmiendo.
Nada más salir, podía escucharse claramente los cuchicheos de los demás lobos. Yo solo sonreí y seguí adelante hasta la tienda de Dom que, una vez pasada la amenaza de Travis, había regresado a su tienda de campaña.
No me hizo falta entrar para ver si estaba preparado pues lo vi salir rascándose la cabeza.
-Hombre tigre ¿conseguiste descansar anoche?- se burló- Espero que no tengas agujetas- ahí se ganó un buen puñetazo.

-Vamos bocazas, tengo que avisar a Angelica de que no voy a estar.

-Es verdad que ahora parece que vais en serio… ya no podrás ir de flor en flor dejando tu semillita, ahora solo tienes una flor para ti solo.

-Te estás ganando otro puñetazo Dom- pues bien contento estaba de tener una flor tan hermosa solo para mí.


Vi a Angelica fuera de la tienda y parecía estar buscando algo pues no paraba de mirar a todos lados.
-Angelica, aquí tienes a tu parejita- gritó Dom- Vamos hermanos un aplauso a la pareja, hacia tiempo que no se respiraba amor en esta manada.

-Esta me la pagas Dom, ¡maruja!- La vi cruzarse de brazos y se volvió más tierna e inocente que antes. Sí, era posible.
Me acerqué a ella y la abracé con fuerza.

-No hagas caso a estos perros salvajes- dije barriendo el campamento con la mirada. Luego la besé y acaricié su mejilla- Dom y yo tenemos que ir a por víveres para el viaje, el verano está cerca y pronto partiremos- ella asintió y me dispuse a marcharme con el gigante.

El bosque estaba silencioso a nuestro alrededor. A Dom y a mí nos había tocado rellenar 4 pares de barriles con agua para tenerlos preparados para subir en los carros. Para ello, pese que me costó mucho encontrarlo, lleve a Dom hasta la charca donde Angelica y yo nos habíamos besado por primera vez.
Los dos primeros barriles los llenamos en silencio, al tercero Dom no pudo contenerse más.
-Desde que saliste en su defensa la noche en que Angelica intentó escapar yo ya me imaginaba un final como este

-Eres todo un adivino amigo, deberías cobrar por tus servicios- le contesté.

-No es ahí donde quiero llegar Will, sabes que hay un problema muy gordo. Angelica es para la manda la moneda que debemos dar a los aldeanos para que podamos irnos en paz. Si ven que no regresa nos perseguirán con tal de recuperar a su caperucita- Dejé de lado el tercer barril y me senté en una roca cercana.

-Eso me ha tenido en vela toda la noche- dije sujetándome la cabeza con ambas manos- juré que no me separaría de ella… pero también me juré que jamás dejaría de lado a la manada… Dios Dom, estoy tan confundido que apenas puedo pensar en otra cosa que no sea el bien de Angelica, ella quiere quedarse ¿lo sabes? Pero no me atreví a decirle que no puede… ¿Qué hago Dom?- necesitaba la opinión de mi amigo.

-Habla con Ailín, estoy seguro que hará cualquier cosa por resolver el dilema

-Esta noche la buscaré entonces…- susurré- Ahora terminemos de llenar estos barriles, tengo ganas de ver a Angelica.

-Ahora me tengo que dar prisa porque el Donjuán quiere ver ya a su churri… hay que ver lo que hay que hacer por un amigo para que pueda echar polvos gratis- le fulminé con la mirada y le di un puñetazo en el brazo.


De regreso al campamento, apilamos los barriles en un montón donde ya estaban apilados los otros que habían llenado los otros lobos. Me despedí de Dom y fui a buscar a Angelica, tenía ganas de verla.
La vi saliendo de una tienda que no era la nuestra y me extraño al ver a una loba que iba tras ella.
Me acerqué a paso rápido y aprovechando que me adelantaba desde la espalda de Angelica, la tomé en brazos y comencé a dar vueltas sobre nosotros mismos.

-Volví…- dije sonriente y besando a la mujer que amaba- Oh, hola Roxane. Espero que no me hayas traumatizado a mi caperucita mientras estaba fuera.

-Um... ya, yo no he sido, han sido ellas ¡vamos Willhelm, ensáñate con ellas si tienes lo que hay que tener! Nah... si la hubieran traumatizado, ¿crees que estaría de pie ahora mismo? Estaría en un rincón, sentada y agarrando sus piernas con las manos, moviéndose de atrás a delante. Yo he sido buena con ella, ¿verdad Caperucita? Angy, suerte- dijo finalmente Roxane ¿Suerte, para qué?

-Ven conmigo Willhelm...- me cogió la mano y me dejé guiar hasta nuestra tienda, donde sin previo aviso Angelica comenzó a desabrocharme la coraza que cayó al suelo.
Luego, obedeciendo a sus movimientos, me tumbé en el sulo boca arriba y devolví la mirada ardiente de Angelica ¿Qué no me la habían traumatizado? Cuando su mano bajó peligrosamente hasta mis pantalones, sacando mi miembro y masturbándolo, supe que Roxane había dicho la verdad: No la habían traumatizado, habían despertado una parte de Angelica que no me imaginaba que tenía. -Puedes pedirme lo que quieras...
Un escalofrío me recorrió todo el cuerpo.

-Sube aquí arriba- dije cogiéndola del mentón y subiendo su rostro hasta llegar a mis labios, la besé- No se que te habrán dicho esas lobas… pero no siempre tienes que hacer lo que te digan. Solo actúa de corazón y siéntete cómoda… entonces me harás feliz y estaré satisfecho- volví a besarla y comencé a meter mi mano bajo su vestido, introduciéndola después pajo su culo y palpar su cálido sexo con mis dedos. Era la hora de explorar nuestros cuerpos y aprender que zonas eran más sensibles que otras.

-Actúo de corazón... me siento cómoda... y te estarás feliz y satisfecho...- Luego cogió mi mano que estaba bajo su falda y la sacó de golpe. Quise quejarme pero no pude ya que Angelica había desaparecido de mi vista. Alcé el cuello para verla de nuevo entre mis piernas, con su mano entorno a mi pene y masturbándolo más rápido que antes. ¿Su objetivo era hacerme perder la cabeza? ¿Por qué? Cuando sentís sus labios y su lengua fue la prueba concluyente que quería volverme loco perdido.
Mi mano pasó por su cabeza, acariciando sus cabellos y cogiéndolos con fuerza pero sin llegar a estirar para que no le hiciera daño.
Iba a matar a aquellas lobas entrometidas, su objetivo era mi perdición.
Abrí la boca mientras mi cara se congestionaba del placer que me daba Angelica con su boca, me estaba nublando.

-Dios… para Angelica… si sigues terminare… para- le supliqué, no veía gusto que yo llegase al éxtasis sin que ella sintiera nada. Yo quería que ambos sintiéramos el placer de hacer el amor, estar juntos jadeando… ahora era yo el que jadeaba y cerraba los ojos víctima de un placer extremo.

Desobediente, mala, perversa… se me ocurrían diferentes adjetivos que añadir al nombre de Angelica mientras me recobraba de mi éxtasis. Ahora si que lo tenía bien claro, aquellas lobas me las iban a pagar, no pensaba dejar a Angelica sola nunca más.
Me erguí para quedar sentado y miré a Angelica de forma fulminante.
-Lo vas a pagar bien claro Caperucita… has sido una niña muy mala- le sonreí maliciosamente y me abalancé sobre ella tumbándola boca arriba- Espero que tus amigas te hayan hablado de las reacciones de un hombre, porque tu las vas a sufrir en tus carnes- Subí su falda y bajé su culot para dejar su sexo al descubierto.
Lo primero que hice fue pasar mis dedos por el con suavidad, palpándolo y tanteando el terreno antes de meterlos dentro de ella. Y así lo hice, dos de mis dedos acabaron en su interior y mi boca sobre su clítoris para cerrar el círculo vicioso- Te voy a dar tu propia medicina cariño… disfrútala- Había sido yo su esclavo durante un período de tiempo, ahora iba a ser ella mi esclava en una tortura placentera en la que le daría todo lo que ella me había ofrecido antes incluso mucho más. ¿Querías experiencias nuevas mi ángel? Yo te las daré sin necesidad de terceras personas.

Mis “manualidades” resultaron ser un éxito incomparable. Pese a la timidez de Angelica, se notaba que poco a poco se soltaba la melena y se dejaba llevar por las sensaciones que mis manos y lengua le producían.
Sus gemidos eran música para mis oídos y por ellos yo disfrutaba y me aplicaba más para que la melodía no acabara.
-Willhelm... por favor...- suplicó Angelica finalizando la frase con otro gemido.
Separé mi boca de su sexo y la miré desde ahí abajo.

-¿Me estás pidiendo que paré?- Mi lengua había dejado de actuar, pero no por ello mi mano dejó de moverse- No sé, no sé… Creo que voy a ceñirme a la respuesta que me has dado tu antes, que es así de fácil: Callar e ignorar las súplicas de la pareja- sonreí y de nuevo apliqué mi lengua a su clítoris pero ahora con más rapidez y empeño. Quería ser una chica mala… yo lo sería el doble.

Mis “manualidades” consiguieron el objetivo deseado, una dulce venganza que me tenía que cobrar. Lo siguiente no lo tenía previsto para nada.
Angelica se había abalanzado sobre mí y después de quitarse el vestido con rapidez, se penetró con mi miembro que volvía a estar excitado y comenzó a moverse. Sin darme cuenta habíamos comenzado a hacer el amor de una forma salvaje.
Pese a la inexperiencia de Angelica, sus movimientos eran lo suficientemente precisos como para darme placer infinito en cuestión de segundos.
Mis manos subieron desde sus caderas hasta su espalda en una dulce caricia hasta llegar a su cuello, después las volví a bajar e hice fuerza para que Angelica se tumbara más sobre mi, así era capaz de llegar a sus labios, Sus bonitos labios carnosos que eran una delicia besar.
La besé con pasión desenfrenada y ayude a mi precioso ángel a moverse allí arriba para explotar al máximo aquella postura y aprovechar todo el placer que nos podía dar.
-¿Dónde has estado todo este tiempo mi Caperucita roja?

-¿Dónde habré estado todo el tiempo que he estado buscándote...? En un cuento de pesadillas que poco a poco se convierte en uno de hadas...- reí interiormente. Recordé nuestro primer encuentro en el bosque. Mis intenciones eran comerme a Angelica, y no a besos. ¿Yo que culpa tenía de tener hambre? Ni que fuera un delito. Aquel pensamiento me lo guardaría para mí, decirlo en voz alta podía suponer un castigo que no buscaba.
Nuestros cuerpos pegados haciéndonos parecer un solo ser se movían a la vez en busca del clímax del placer.
Angelica surcaba mi cuello a besos hasta llegar a mi oreja donde susurró flojito-Te amo…

-Y yo a ti, Angelica… y yo a ti- Era increíble como dos palabras podían hacer sentir tanto a una persona, cómo podían hacer cambiar tu mundo incluso ayudar a ver éste de una forma diferente. Aquellas palabras eran capaces de llenarte de alegría.- Te quiero con todo mi corazón.