En los bosques de Kassel [libre]

Intentaba recuperarme del agotamiento producido con Angelica tumbada sobre mí.
Mis manos recorrían su espalda de arriba a bajo en suaves caricias que hacían que se le erizara la piel.
-Si cada vez que te dejo sola me das este tipo de bienvenidas… creo que voy a irme más a menudo- bromeé mientras hacía que rodásemos en el suelo para Angelica se quedara a mi lado- pero no te juntes con esas lobas pervertidas, que son una mala influencia para ti- volví a bromear, aunque Angelica me había mostrado una nueva cara de su personalidad que no creía que vería en mucho tiempo. Desde que la conocí, siempre la había visto como una niña encerrada en un cuerpo de mujer y eso era parte de su encanto y atractivo. Ahora me había demostrado que también tenía más cosas de mujer que lo que me imaginaba… y no me quejaba para nada.
Nuestros cuerpos, sudorosos por el ejercicio, se sentían pegajosos provocando una sensación de malestar.
Me erguí quedando sentado en el suelo y miré a la preciosidad que yacía tumbada a mi lado- Podríamos ir a darnos un baño en aquel lugar que me enseñaste hace ya tanto tiempo, me gustaría volver contigo… ¿qué me dices?- en aquella ocasión fui más por obligación que por otra cosa. Disfruté de la velada, no lo niego, allí descubrí que sentía algo por Angelica… ahora me apetecía rememorar el momento teniendo claros ya nuestros sentimientos

-Claro... Me gusta la idea- ¿cómo no iba a gustarle la idea? Sabía de primera mano que Angelica era tan sentimental como inocente y que no podría resistirse al lugar donde nos dimos nuestro primer beso.
Nos cambiamos con tranquilidad pero con deseos de ponernos en marcha.
Nada más salir de la tienda el centro de atención de todos los grupos que había cerca pasó a ser nosotros. Angelica me cogió de la mano y me estiró hasta perdernos entre los árboles y alejarnos de aquellas miradas lobunas.
Como cada vez que Angelica se internaba en el bosque, esperé en silencio a que terminara su ritual para encontrar el camino entre todos los árboles que no parecían querer estarse quietos. Respetaba todas las creencias de Angelica, siempre acababa encontrando el camino, pero había conseguido que no chupara sapos por una larga temporada.
Cuando nos quisimos dar cuenta, habíamos llegado a aquel paraíso que hacía tanto tiempo que no acudíamos juntos. Mirar aquel espectáculo conseguía hacerte olvidar todas las penas del cuerpo.
Juntos nos acercamos al borde de la pequeña cascada y una pequeña venganza surcó mi cabeza. Con la mano izquierda, empujé levemente a Angelica para que perdiera el equilibrio y cayera a la charca, igual que me ocurrió a mí en el pasado.

-Caperucita ¿estás bien?- pregunté cuando la vi emerger a la superficie- Deberías haber tenido más cuidado ¿no te cuerdas lo que me sucedió a mi la última vez?

Su mirada llena de ira me provocó una risa incontrolable.
-Vamos cariño, no te enfades…- pero no pudo escucharlo pues se había sumergido en el agua y no podía verla por ninguna parte. Hasta que volvió a salir a la superficie tras la cascada y sentarse en una roca.
Negué con la cabeza mientras no paraba se sonreír y me lancé al agua de cabeza.
Estaba congelada, ya comprendía mejor la ira de Angelica. Pese a todo, no dejaba de hacerme gracia el asunto.
Al salir a la superficie, lo primero fue a ella, mirándome con cara de pocos amigos.
Nadé hasta ella despacio y subí medio cuerpo a la roca donde estaba ella, de cintura para abajo estaba sumergido en el agua.
La mire con triste y hice algo parecido a pucheros.
-¿Perdonaras a este lobo tonto?- le pregunté- No lo e echo a posta…al menos no del todo ¿No crees que merezco tu perdón?- dije mirándola angelicalmente, acercándome poco a poco a sus labios.

-No, no te mereces mi perdón- Já. Que fuerte ¿Cómo que no me merezco su perdón? Pero si solo me falta la aureola para ser un angelito- Porque no tengo nada que perdonarte.- Aaaahh, eso me gusta más.
Nos introdujimos los dos en el agua de nuevo y nos besamos con todo el amor que nos profesábamos. Era una mujer encantadora y tenía la suerte de tenerla entre mis brazos-Willhelm... ¿Algún día me convertirás en lobo?- la pregunta me tomó totalmente desprevenido. Si no temiese demasiado por su seguridad, seguro que se me hubiese hundido al soltarla del susto.

-Emmm…- ¿qué podía decirle? Hasta ahora no había pensado en la enorme barrera que nos separaba a ambos. Ella era humana, y viviría solo unas décadas. Yo en cambio era licántropo que tenía toda una eternidad por delante. Pero la respuesta estaba clara- Me encantaría convertirte en licántropa mi caperucita, estaríamos justos siempre. Pero quiero serte totalmente sincero. No todos sobreviven al veneno del hombre lobo, pese al duro entrenamiento que nos someten desde pequeños… aún sabiendo eso ¿correrías el riesgo de ser una de nosotros?- quería conocer su respuesta. El paso que quería dar ella tenía que hacerlo con total seguridad.

-¿Podría morir?... Prefiero arriesgarme y morir en el intento que, por el contrario, morir sin poder estar a tu lado... Pero, ¿tú crees que yo conseguiría soportarlo? Si algunos no lo consiguen aún con entrenamiento desde que eran pequeños... ¿Yo que no sé nada? Soy más débil que una mariposa... ¿Se sufre mucho en la transformación? ¿Cómo es...?- ¿Mentir sería lo mejor? No, tenia que saberlo todo antes de dar el paso.

-La primera luna llena es la peor. Con la primera transformación pierdes todo uso de razón y te rindes a la bestia que dormita en tu interior… luego ya no vuelve a molestarte, se funde con tu esencia y formáis un nuevo ser, más fuerte y eterno- acaricié su mejilla con ternura- La muerte no se decide con el más débil ni el más fuerte físicamente, sino que se lleva aquellos que no son capaces de someter la bestia que los destruye por dentro… tienes que ser fuerte de aquí arriba- dije tocando su frente un par de veces- Y con la imaginación que tienes y esa mente tan espabilada dudo que te cueste conseguirlo. Y si no… yo te acompañare en la muerte.

-¡Eso nunca! En el caso de que me muriese tú no debes acompañarme a ningún sitio. No podría soportar que dejases lo que más amas por mí, de eso nada- ¿Pero no te das cuenta, Angelica, que lo que más amo eres tú? Quise decírselo en voz alta pero sus labios no me lo permitieron. Me encogí levemente de hombros y correspondí el beso.
Sus piernas rodearon mi cintura y yo la sujeté con mis manos para que no resbalara ni se alejara. Que suerte que estuviéramos en una parte que hacía pie con facilidad, si no ahora tendría problemas para mantenernos a flote-Te quiero mucho Willhelm... ¡Ah! Por cierto, ahora que me acuerdo. ¿Ibas en serio la primera vez que nos vimos? ¿De verdad ibas a comerme? Ahora te dejo comerme...

-Ah, con que ahora si que me dejas eh- contesté cuando nos separamos de aquel fiero beso- Pues aún recuerdo a aquella caperucita que corría por el bosque huyendo del temible lobo feroz… en aquel tiempo no parecía gustarte demasiado la idea- mordí su cuello con suavidad y luego reí- ¿Qué te ha hecho cambiar de idea? ¿Tal vez te has vuelto más valiente, o por lo contario, el lobo feroz no es tan feroz como parece?…

-¡Cómo para gustarme! No te conocía de nada e ibas a matarme. Idiota- bah, excusas. Como si no conocer a alguien tuviera algo que ver con el tema (XD)-Mmm... Creo que la segunda opción. No eres tan feroz como aparentas. Eres todo un angelito, pequeñín. Creo incluso que yo soy más mala que tú... Bueno, no lo creo, lo sé.- esta vez fui yo el que enarqué una ceja y me la quedé mirando extrañado.

-Tienes la boca demasiado grande… Deberías pensar en lo que has dicho porque ahora tendrías que imaginarte que voy a demostrarte que no soy tan bueno como piensas y, que por lo tanto, vas a salir muy mal parada- a continuación, y después de una mirada socarrona, desabroché el vestido de Angelica y retirando sus tirantes, el vestido se escurrió hacia abajo. Con habilidad y algún que otro leve empujón, me hice con su vestido dejándola solo con la bajo falda. Antes de que pudiera cogerme, me impulsé para saltar, salpicándolo todo, hasta una saliente a la que me cogí. Luego comencé a escalar hasta llegar arriba del todo.
Me colgué el vestido al hombro y coloqué los brazos en jarra en pose de victoria- Parece que el angelito te ha jugado una mala pasada ¿Quieres tu vestido?

-No me hace falta el vestido ¿Ves?- Si no le importaba andar semidesnuda por el bosque, tampoco le importaría si me deshiciese de su vestido. Quería ser malo, pero no tanto como para dejar que mi… “¿novia?”, pasease en cueros por todos lados.

Para no herir sus sentimientos, no me burlé mientras escalaba patosa para intentar llegar hasta mí.
Llegó más lejos de lo que yo pensaba. Aún así, miró varias veces hacia todos lados y desistió cuando subió la mirada para mirarme

-Willhelm… ¿me ayudas? Tengo miedo…- me apiadé de ella. Pensar que ahora estaba sufriendo por mi culpa me hizo sentir culpable.
Dejé el vestido sobre una roca y descendí dejándome caer hasta llegar junto a ella.
Se cogió a mi espalda rodeando sus brazos en torno a mi cuello y apretando sus piernas contra mis caderas.
En un suspiro estuvimos de arriba del todo y lo primero que hizo Angelica fue coger el vestido robado.
Me sacó la lengua y se lo puso lo más rápido que pudo.

-¿No decías que no te hacía falta el vestido? Fanfarrona- me burle devolviéndole la sacada de lengua. Me acerqué a ella y la cogí en brazos- Entonces no te importará volver a quitártelo ¿no?- y la besé pegando mi rostro con fuerza al suyo.

-Willhelm, por favor, no te vayas. No quiero perderte- Se abría percatado del paso del tiempo. Angelica no era tonta y se daba cuenta de que la estación estaba a punto de terminar y que pronto la manada se trasladaría a otro bosque mucho menos extraño que este.

-Angelica, no depende de mí. Sabes que la cabecilla de la manada es Ailín y que ella prepara los viajes a los bosques más seguros para los hermanos… y tú debes volver a tu aldea por la seguridad de todos- ¿Por qué las cosas tenían que resultar tan difíciles? No era justo para ninguna de las dos partes- pero pienso hablar con Ailín, pedirle que recapacite o por lo contrario, dejar la manada por un tiempo para estar contigo… el tiempo suficiente para volver a raptarte y llevarte muy lejos, conmigo- Desafiaría a los mismísimos dioses con tal de hacer realidad mis planes- Pero no pienses ahora en eso caperucita, cuando volvamos al campamento iremos a hablar con Ailín, ahora es un momento para nosotros dos.

La besé con todo el cariño que podíadarle en estos momentos. Aunque mi corazón me pidiese que me olvidara de los problemas y ahora solo pensara en nosotros dos, mi cabeza no dejada de imaginarse sucesos que podrían pasar en un futuro. Ojala sucediera todo de tal forma que pudiéramos ser felices para toda la eternidad.