¿De nuevo entre los vivos?

-Dios mío, ayúdame por favor...- a menudo has elegido para que te ayude. Si esa cosa moviera un dedo por ti, seguro que sería para mal.
Aquella frase de Katrina la había escuchado al pie de la escalera, sin entrar aún en la sala donde ella estaba sollozando.
Tenía que medir bien mis palabras para que la balanza se ladeara a mi favor.
Entré en la habitación despacio y me coloqué delante de ella sin expresión alguna en el rostro.

-Si prefieres que me marché, así lo haré. No pienso molestarte nunca más, al menos hasta que nazca el niño, me gustaría verlo… Intentaré llamar la atención de Lilith para que no se fije en ti, iré moviéndome de un lugar a otro con una mujer como acompañante, tenemos ventaja al no saber cómo eres. Tu intenta no salir y exponerte, sé que sabrás crearte saquitos de vudú que te oculten a los ojos de demonios… que seas cazadora también está a nuestro favor- cogí su mano que apretaba el cojín- Cuídate, por lo que más quieras. Hasta dentro de 8 meses Katrina- y solté su mano dando media vuelta para irme de aquella casa.

-¿Acaso esperas que te suplique que te quedes? ¿Me crees capaz de algo así? Yo creo que no. Además, tanto tú como yo sabemos que no podré con ello y acabaría quitándome la vida… Estar yo sola en este estado acabaría conmigo más rápido que cualquier tortura, y si tú te quedas pasaría lo mismo, seguro...

-No puedes quitarte la vida, por favor, eso no- no me hizo sobreactuar aquella súplica ya que lanzarme de rodillas delante de ella y coger sus dos manos entre las mías me salió solo. Si ella acababa perdiendo al bebe me tocaría encontrar a otra humana como ella y eso era totalmente imposible. Jamás había sentido tanta atracción hacia un ser como ella- Por favor, por lo que más quieras, olvídate de que ese niño que tienes en el vientre es hijo mío. Es sangre de tu sangre y cuando crezca, lo hará como un hombre y una mujer que ha adquirido las virtudes de su querida madre- si yo podía evitarlo, aquello jamás ocurriría. Vamos joder, de repente la mujer que tenía delante era totalmente diferente a mi Katrina… anda que querer morir por un niño… La gran Katrina, cazadora de temibles criaturas, superviviente del infierno, derrotada por un simple bebe.

Por la reacción de ella y el momento que vivíamos, supuse que mi mejor reacción tendría que ser corresponder aquel beso, y así lo hice. No fue algo que me desagradara, la verdad, sus labios eran una exquisitez para mí.
¿Aquello significaba que me dejaba quedarme? ¿Qué mis palabras la habían convencido? Si era así, mis planes iban como la seda.
De ahora en a delante tendría que cuidar mis modales. Aquello significaba no pasarme de listo, y mucho menos, agobiarla.
Así que por regla de tres no la seguí hasta su habitación.
¿Qué harían en estos casos los humanos? ¿Debería quedarme sin hacer nada? Pero el caso es que le he dicho que la cuidaría, tal vez un acto de buena fe ayudara a consolidar nuestra “relación”

Fui directo a la cocina… increíble lo poco que había estaba podrido. Tarde media hora en volver de la maldita tienda de provisiones. Saqué del envoltorio de papel unas cuantas verduras, pollo y algunas cosas más.
Puse un cazo a hervir y después de meter las verduras peladas y el pollo, saqué el cazo del fuego cuando la sopa ya estuvo lista.
Serví la sopa en un plato hondo, cogí una cuchara y un vaso con un poco de vino blanco para acompañar. Colocado todo en una pequeña bandeja, subí las escaleras en busca de Katrina, y la vi acostada.

-Despierta dormilona, antes de que te duermas del todo come algo… no vayas a dormir con el estómago vacío- deje la bandeja aún lado- No mires mal la sopa, juro que no está envenenada… o eso espero.

-¿Por qué me has sacado del Infierno? ¿Por qué quieres tener este hijo?- me preguntó mientras se tomaba la sopa.

-Te saqué el infierno porque estabas embarazada de mi hijo. El tiempo que has pasado en el infierno solo era un castigo para que aprendieses a no volver a hacer tratos con demonios. No puedo permitir que mi hijo sea criado por una incompetente. Cuando vi que estabas a punto de decaer, te saqué del infierno suponiendo que habías aprendido la lección. En cuanto a porque quiero que tengas a ese niño… es algo que no sabría contestar. Si hace unos meses me hubieras preguntado si querría tener un hijo, lo hubiera rechazado… pero ahora que sé que ya está engendrado, siento curiosidad por saber cómo será, quiero que tenga la oportunidad de vivir- si me salía otra tontería sensiblera como esa vomitaría. Lo que tenía que hacer uno para ganarse la confianza de los humanos. Tendría que vivir así durante meses… más me valía escapar de vez en cuando para desquitarme con el primer humano que me saliera al paso. Que difícil era la vida.

-Oye... ¿cómo será el bebé?...- ¿Y yo que sé? Seré demonio perno no puedo ver el futuro. Control Mefisto, control. Eso no puedes decirlo en voz alta.

-Pues puede que tenga tu pelo, unos ojos oscuros como los míos… a saber, puede ser bello con cualquier combinación…- eso es, más cursilerías. Lo digo de verdad, si continuaba así acabaría muy mal parado. Tenía que hacerla callar.
Quedándome de lado junto a ella, la miré de forma cariñosa y pasé una mano por su mejilla.
Mis labios se pegaron a los suyos y atraje su cuerpo al mío.
Sí, así evitaría que siguiera hablando y haciendo preguntas.
Si hacía falta, durante estos meses, desgastaría sus labios con tal de evitar preguntas sensibleras.
El beso cobró más y más pasión, nuestras lenguas entraron en juego y con ellas nuestras manos, que recorrían las curvas del cuerpo del otro… recordándolas con la yema de los dedos. Estaba claro, pensaba callarla más de una vez…

Katrina no pareció molestarse por mi trato, es más, sentí que estaba a gusto entre mis brazos, que mis besos y caricias, aparte de darle escalofríos, la tranquilizaban y a la vez extasiaban.
Entonces iba por buen camino, eso estaba claro. La trataría como una flor, si eso era lo que tenía que hacer, costaría pero al final lograría conseguirlo.
Poco a poco mis manos buscaron la suavidad de sus piernas y mis labios el roce de su cuello.
La respiración de Katrina se tornó un tanto agitada, y con ello el aumento del movimiento de vaivén de su pecho, que llegaba a chocar contra el mío.
Pesé a que notaba la agitación en su interior, pareció indecisa a la hora de actuar, yo le daría ánimos para seguir.
Cogí su mano que estaba totalmente inmóvil y la llevé hasta mi cintura donde, a continuación, la metí debajo de la camisa para que pudiera subir por mis abdominales hasta llegar a mi pecho.
Seguí besando su cuello hasta llegar al fin, de nuevo, a sus labios, mordiéndolos juguetonamente de vez en cuando.
Vamos Katrina, se que sabes hacerlo mucho mejor.

La mano de Katrina bajó por la espalda hasta llegar a mi trasero. Mmmm juguetona, esa picardía me ponía.
Nuestros cuerpos se juntaron mucho más, cosa que parecía imposible.
Bendito silencio, mis besos sellaban sus labios y conseguía que se derritiera en mis brazos.
Sus besos estaban cargados de pasión y sentimiento, no me desagradaban pero estaba acostumbrado al sexo por el sexo, sin sentimiento, solo placer… Tendría que acostumbrarme.

-¿De qué manera... te atraigo...?- Se cagó… mierda, tendría que haberla dejado sin aliento con el primer beso ¿Ahora qué coño contestaba?
No dejé que mi incertidumbre se reflejara en mis facciones.
Con una sonrisa enternecedora, acaricié la mejilla de Katrina y le di un pequeño pico.

-Qué podría decirte… Diga lo que diga, no sabes si solo son mentiras para meterte ya en el bolsillo. Me atraes como ninguna humana ha hecho antes, solo puedo ofrecerte eso.

Aquello ya era otra cosa, el silencio volvía a reinar y las preguntas incomodas habían desaparecido… sin preguntas, no hay mentiras, así todos contentos.
Ayude a Katrina para que su cuerpo acabara tumbado sobre el mío.
A la hora de actuar no solía pensar en los pasos a seguir, dejaba que el instinto me guiase. En este caso tenía que hacer todo lo contrario. Las tornas habían cambiado, ahora no tenía que tratarse de placer por placer, tenía que ser algo así como… más “bonito”. Hay que aplicarse Mefisto.
Mis manos seguían recorriendo su cuerpo incansablemente, aún no me atrevía a meter mis manos por debajo de su camisón, esperaría a que ella me diera alguna señal.
Subí una mano hasta su cabello, enredando mis dedos en su pelo cobrizo y acariciándolo con el cariño de un joven enamorado de su amada, tenía que ser todo perfecto para que colara.
No me cansaría de besarla ni mucho menos de acariciar su cuerpo. Conseguiría que se derritiera en mis brazos y con ello, que no se alejara de mi lado hasta que yo la echara.

Para mi sorpresa, Katrina tomó la mano que estaba enredada en su pelo, irguió su torso quedando sentada encima de mí y paso mi mano por sus labios, bajando por su pecho y llegando hasta su vientre. Aquello era una señal como una casa, hasta un mojigato la hubiera cogido.
Aún así, no respondí como un macho en celo, me lo tomé con calma. Tenía que ser bonito… leñe.
Mis manos se introdujeron en el interior del camisón. Por fin podía tocar de nuevo su piel.
Pese a que la prenda me impedía el contacto visual, me sabía cada curva del cuerpo de Katrina, cada lunar, cada centímetro de su piel.
Por instinto, mis caderas se movieron un poco, haciendo que nuestras zonas intimas se rozaran un poco. Mi miembro iba cobrando rigidez por segundos a la vez que mis manos iban perdiendo el control pues no dejaban de subir ni por un momento. Al final acabaron donde todos sabían que llegarían, a sus pechos… aquellos hermosos y excitantes pechos con aquellos pezones que me encantaba tocar, pellizcar y morder. Y así lo hice, los acaricié con la yema de los dedos y luego los pellizque.
Pero aún no le quitaría el camisón, lo dejaría puesto un poco más… así me sería más fácil y más despacio.

Guió una de sus manos hacia abajo. El trayecto quiso hacerlo largo, pero yo ya me imaginaba a donde quería llegar, y le daría lo que me pedía.
Katrina estaba colgada de mi cuello, dejando el espacio suficiente para que mi mano pudiera maniobrar con libertad.
Primero probé la humedad de su vagina, quería probar su excitación. Mis dedos pasaban por sus labios vaginales. A la segunda o tercera pasada, la humedad se hizo presente. Ya estaba preparada para un… adelanto.
Introduje dos de mis dedos dentro de ella. Sentí su estremecimiento y su espasmo al sentir mis dedos dentro de ella.
Los movimientos en un principio fueron lentos, dejando que su vagina se lubricara poco a poco hasta que la movilidad dentro de ella resultara fácil y sencilla. Y así sucedió, mis dedos entraban y salí de ella a gran velocidad sin contratiempos. No cesaba en mi empeño de darle placer a toda costa.
Katrina se cogía con fuerza a mi cuello y no dejaba de mover las caderas por instinto. Gemía sin parar y aquello me excitaba.
Ahora podría haber soltado alguna frase de las mías… pero debía callar. Tenía que callar.

Mi mano se alejó de su sexo, Katrina la había cogido y apartado para que ella misma pudiera maniobrar.
Me tumbó del todo en la cama y su mano palpó, juguetonamente, el bulto que había en mis pantalones. Su mano consiguió cerrarse entorno a mi miembro y masturbarlo con sensualidad. Primero despacio para después aumentar el ritmo en consideración.

Cerré los ojos, mi boca se abrió del placer y mi cabeza voló muy lejos ¿Por qué había que andarse con medias tintas? Estaba dispuesto a llegar hasta el final ahora mismo.
La quité de encima ahora mismo, quedando los dos de rodillas sobre la cama, me pegué a ella rodeando su cuerpo por la cintura. Cogí su camisón y comencé a subirlo despacio, dejando ver primero sus piernas, su sexo, su vientre, hasta que por fin lo subí entero y se lo quité. La había dejado completamente desnuda.
Me relamí interiormente para después lanzarme contra mi presa. Jugueteé un poco más con su sexo antes de colocar mi miembro en posición y abrirme paso por su vagina hasta penetrarla completamente.
Que delicia, ya habíamos empezado.

Katrina se fue acostumbrando a la posición, realizando suaves movimientos hasta acomodarse y así poder hacer un buen trabajo.
Su cabeza estaba completamente apoyada en mi hombro, podía escuchar a la perfección sus gemidos y sus suspiros… su cálido aliento rozar mi oreja, mmmm delicioso.

-Aahh... -estiré la espalda al paso de su mano arañándola sin contemplaciones. Que chica más mala… me encantaba.
Comencé a moverme con más rapidez y ferocidad.

-Mmmm… Ahh- correspondí a sus gemidos con muchísimo gusto.

Mis manos pasaron por su espalda, de abajo a arriba, hasta llegar a su cuello y su cabeza. Una de mis manos entrelazó sus dedos en su cabello, la otra la sujetó por el cuelo con cuidado. Con ambas manos hice fuerza para que sus labios se pegaran a los míos y así poder besarla con fiereza, mordiendo su labio inferior antes de separarme.
Me entraban ganas de darle cachetes en el culo, pellizcar sus nalgas, divertirme con sus pechos… pero debía contenerme, aquello tenía que ser… romántico y no basto. Lo burdo lo dejaríamos para la próxima vez, más adelante.

-Tu aspecto, hasta en el Infierno, me resulta atractivo...- podría haber comenzado a desternillarme de risa, y lo hubiera echo si no estuviera recordándome cada dos por tres por que me estaba comportando de aquella forma tan romántica y cariñosa.
Pese a todo, no pude evitar que se eme escapara una sonrisa divertida, dudo que se lo tomara a mal.

Katrina se había vuelto más juguetona, su boca se entretenía con mis pezones y era algo que me encanaba.
Pero sus fuerzas comenzaban a decaer y como buen caballero tendría que hacer algo por la dulce dama.
Hice que rodáramos por la cama hasta que ella quedó totalmente tumbada en la cama, quedando yo colocado encima suyo. Conseguí que mi miembro no se saliera con el movimiento y seguí penetrándola a la misma velocidad.
Ahora era yo quien se entretenía con sus pezones, lamiéndolos y mordiéndolos, repitiendo el trabajo que momentos antes había echo ella.

-Tu estás atractiva tanto en un mundo como en otro… tu belleza parece que jamás se extinguirá- Sí, lo sé… cursi, muy cursi, pero había que hacer algo por la patria no quedarme callado y seguir con el trabajo.
Tenía entendido que los humanos, cuando “hacían el amor” hablaban mientras lo practicaban, cosa que a mi me parecía una perdida de tiempo y energías… pero bueno- Eres perfecta, Katrina Volkova…