Hora de cenar [Vanessa Johnson]

Todo lo que me dijo fue más que suficiente para hacer crecer en mí la ilusión. Ese hombre me tenía ya totalmente bajo su embrujo.

- Tenéis toda la razón. Debe estar empezando a plantearse el salir a buscarnos. Siempre ha sido enormemente protector en lo que a mí se refiere. -dije cogiendo su mano y poniéndome de pie nuevamente.

Con el libro bajo el brazo izquierdo salí de la biblioteca al lado de Leonardo. Estaba realmente emocionada por lo que había dicho, ya que me aseguraba que iba a tener otro encuentro con él. Sin casi darme cuenta mis pasos eran más lentos de lo normal. Inconscientemente, mi cuerpo parecía estar queriendo retrasar el momento de llegar al salón.

De nuevo me halagó y le miré tímidamente con algo de rubor en mis mejillas. Ese hombre seguía haciendo méritos para lograr que me sintiese cada vez más atraida por él y que sentimientos más profundos empezasen a surgir. Pese a mis intentos por retrasar el momento, al final nos encontramos junto a la puerta del salón. Dijo algo así como que ya era hora de entrar pero, en vez de abrir la puerta, me puso contra la pared.

-Espero que sea la primera vez que alguien os bese para dejaros un grato recuerdo mío. -dijo en apenas un susurro con sus labios a escasos centímetros de los míos. Tras eso me besó.

Me quedé paralizada por aquello. Realmente llevaba tiempo deseando que aquello sucediese pero al no haber pasado en la biblioteca ya había perdido la esperanza de que él se decidiese a besarme por lo que me sorprendió mucho el que lo hiciese allí. Iba a decirle algo pero, en cuanto se apartó de mí abrió la puerta cómo si nada y se quedó allí caballerosamente, mirándome y esperando que pasase delante de él. Sabía que no debía tardar en moverme, por lo que me obligué a mí misma a avanzar y entré al salón alisándome la falda con la mano libre. Mi padre me miró con un ligero gesto de enfado. Debíamos haber tardado más de lo que le hubiese gustado, pero no dijo nada al respecto. De hecho, fue mi madre la que habló.

- Bueno Mina, ya que mi querida hija ha vuelto, temo que sea hora de despedirnos. He disfrutado mucho de la cena y de su compañía. Ha sido un placer conocerle a usted y a su esposo. La próxima vez que ellos quieran hablar de negocios yo estaré encantada de recibirles en mi casa.

No llegué a tener que sentarme porque mis padres se levantaron en el momento en que el mayordomo abría las puertas del salón. Mi padre me miró fijamente, como indicándome que saliese delante y lo hice. No quería problemas con él en ese momento. Aún estaba pendiente la obra de teatro y no quería que me prohibiese ir. Bajamos las escaleras envueltos en un silencio un tanto tenso. Al llegar a la puerta mi padre se detuvo y se giró para mirar a Leonardo.

- Ha sido un placer tratar de negocios contigo. Esperaré tu respuesta ansioso y deseo que sea afirmativa. -se acercó más para darle la mano y se inclinó para susurrar algo a su oido.- He visto como mira a mi hija... Espero que recuerde que es un hombre casado. -tras eso se apartó soltando su mano. Mientras tanto mi madre se despedía de Mina y yo aguardaba con la vista baja sujetando con fuerza el libro que me había regalado Leonardo.

- Un placer y gracias por todo. -dije a modo de despedida levantando al fin la vista para mirar a Leonardo y su esposa.