Caminando al atardecer [libre]

Recuerdo del primer mensaje :

No podía más. Las cosas en casa estaban siendo demasiado difíciles los últimos días. Mi padre estaba más gruñón que de costumbre, sobre todo desde que inicié mis clases de piano y aprovechaba cada nimio motivo para hacerme reproches, con o sin razón. Mi madre, normalmente mi amiga y mi confidente, en lugar de apoyarme se ponía de su lado. Sentía que ya no tenía nadie en quien confiar ni con quien hablar para desahogarme.

Esa tarde y, tras una bronca monumental causada por una petición inocente para ir a cenar a casa de una buena amiga, mi mente y mi cuerpo no lo soportaron más. Salí del salón dando un portazo y oyendo de fondo los gritos de mi padre. Agarré mi abrigo y salí de casa aguantando las lágrimas. En cuanto alcancé la calle principal, no aguanté más y rompí a llorar. Nunca había vivido nada parecido en casa. Como menor y única chica, siempre había sido la más mimada, pero ahora parecía ser yo la que se comía todas las broncas. "¿Por qué tiene que pasarme esto? ¿Acaso les he dado motivos para desconfiar de mí?" Caminaba con la cabeza baja para que nadie pudiese fijarse en las lágrimas que recorrían mis mejillas, pero eso tenía un inconveniente, que no me fijaba por dónde iba y terminé chocando con alguien.

- Lo siento. -me disculpé dispuesta a seguir caminando.

Sonreí al camarero de manera infantil mientras éste apuntaba mentalmente la comanda y recogió las cartas. Yo, mientras tanto, balanceaba mis piernas en círculos, ya que apenas me llegaban los pies al suelo y me resultaba divertido, aparte para matar el tiempo.
Miré a Nessa cuando me preguntó acerca de mis padres. Decidí que iba a ser sincera con ella, iba a mentirle lo menos posible acerca de mi vida, así que... a contar la desdicha.

- Lo cierto es que... no lo sé. -Me encogí levemente de hombros, frunciendo un poco los labios.- Yo me crié en una casa con muchos niños de más o menos mi edad, pero nunca conocí a más adultos que las señoras que allí nos cuidaban, y ninguna de ellas era mi madre. -Con el tiempo había aprendido a asumir que, o no fui deseada en mi familia, o las condiciones económicas de mi supuesta familia no les permitieron tener una hija o tener otra más, no sabía si había tenido hermanos o qué.

La desdicha de la chiquilla me conmovió. Ella ni siquiera había conocido a sus padres y yo me había pasado casi todo el camino quejándome de los míos. Ahora me sentía una persona horrible por aquello. Me incliné un poco hacia delante en la mesa y alargué mi mano para dar un suave apretón en la suya aunque la retiré en seguida por miedo a incomodarla. Entonces otra pregunta surgió en mi cabeza.

- Realmente lo lamento, Odette. No tienes más que 13 años y la vida ya te ha dado demasiados reveses. Y... ¿por qué no sigues allí con ellos? Oh, perdona. Creo que te estoy atosigando. -el camarero volvió con un buen plato de ensalada y una jarra de agua fría y las depositó en la mesa. Después nos sirvió a ambas en las copas y después volvió a retirarse.

El apretón cariñoso que me dio Nessa en una mano provocó en mí una sonrisa sincera, de agradecimiento.

- No lo lamentéis, Nessa, en realidad ya he aprendido a vivir con ello, ya no me siento tan sola, pues con esta desdicha al final gano más de lo que pierdo. Haberos conocido ha sido juego del destino, ligado a mi cruento pasado, pero aún así lo agradezco. -Las palabras salieron desde lo más profundo de mi alma -si es que aún la conservaba en aquella eterna condena-, no pude ni quise retenerlas.- No me quedé con ellos porque vine aquí por error en un barco de mercancía. Una pequeña travesura que surgió con mis amigos. -"Y acabó con mi soledad", pensé, eso no debía decirlo en voz alta.

Cada vez que la escuchaba hablar tenía la sensación de estar hablando con alguien mayor que la niña que tenía frente a mí. Una idea que seguro que mis padres considerarían absurda y descabellada surgió en mi mente. ¿Podría acoger a esa chica como si fuese mi protegida? Tendría que pensarlo un poco, pero desde luego sería algo bonito que podría hacer por ella y una forma de agradecer al destino nuestro encuentro. Mis reflexiones fueron interrumpidas por la llegada de los filetes humeantes. Dejaron sendos platos frente a nosotras y miré a la niña.

- Me alegro entonces de que el destino te trajese a chocar conmigo. -sonreí.-Ya puedes empezar a comer, Odette. Aunque ten cuidado, está recien hecho y puede que queme un poco. -le recomendé mientras cogía los cubiertos y empezaba a cortar mi filete en trocitos para que se enfriase más rápido.

Respondí a su comentario con una amplia sonrisa hasta que un olor que sabría reconocer perfectamente llegó a mi nariz. Pude reconocer que se trataban de los filetes encargados anteriormente.
Nessa me advirtió de la temperatura de los filetes, pero no hice mucho caso, traté de meterme un cacho de carne en la boca y me quemé. Tuve que apartármelo rápidamente a la vez que siseaba y luego bebí agua, que no me supo muy bien, que digamos. Fingir, Odette... debes parecer una niña normal.
Hice un pucherito por haberme quemado y luego imité a Nessa, partí el filete en cachitos pequeñitos para ver si así se enfriaba más rápido.

- Quema. -Asentí.- Tened cuidado no os queméis ahora vos. -Agregué y reí un poco, con inocencia.

- Te lo advertí. -le dije con un mínimo tono de reproche en la voz a Odette mientras la veía coger con ansias el vaso de agua para tratar de apagar el calor de su boca. Tras un pequeño puchero me imitó y partió su filete en varios trocitos. Entonces fue cuando vino su consejo y no pude evitar soltar una pequeña risa.- Tranquila, que yo tendré cuidado. - mientras daba tiempo a que el filete se enfriase un poco rellené el vaso de la pequeña y después empecé a pinchar algo de ensalada. Cuando ya supuse que la carne estaría más fría, me llevé un trozo a la boca. Efectivamente, ya no quemaba. Una vez hube masticado y tragado le dije a Odette que ya no quemaba y le sonreí mientras probaba el puré de patatas.

Bebí un pequeño trago más para terminar de apagar el fuego de mi lengua y esperé a que se enfriara el filete. Cuando Nessa me hubo dicho que ya no quemaba me llevé un trozo a la boca con determinación, fiándome de ella. Perfecto, no quemaba, pero no sabía... nada bien. Venga, aguanta, es solo un filete...

- Está buenísimo. -Comenté cuando tragué el primer trozo de carne.- Os estaré eternamente agradecida por esta invitación, de verdad. -Sonreí y continué comiendo, tratando de olvidar el sabor del filete. Qué irónico... "eternamente agradecida", eso podía llevarlo a cabo literalmente.

- Me alegro de que te guste. -dije devolviéndole la sonrisa antes de continuar comiendo. La situación se tornó bastante silenciosa. En gran parte ya había saciado mi curiosidad respecto a la pequeña y, además, no era de buena educación hablar con la boca llena, por lo que seguí callada mientras comía e iba intercalando alguna pinchada de ensalada con un trozo de filete o un poco de puré. Yo casi había terminado de comer, aunque al parecer Odette se lo estaba tomando con algo más de calma.

- Si cuando termines aun tienes hambre solo tienes que decirlo, de acuerdo? -le dije amablemente mientras cogía la copa para dar un sorbo de agua.

Según iba cogiendo un nuevo pedacito de carne, me lo metía en la boca, lo masticaba, lo tragaba, y mi sistema trataba de digerirlo, iba sintiendo una enorme molestia en la tripa que me recordó a cuando estaba en la casa de acogida con los demás niños y me dolía la tripa por comer algo en mal estado... mal... algo me decía que aquella cena no iba a acabar muy bien, o que ella misma iba a acabar conmigo.
Asentí con la cabeza a la propuesta de Nessa. Tan amable... no parecía preocuparse por el dinero, ni porque estuviese cenando casi con una desconocida, al fin y al cabo nos habíamos conocido esa misma tarde.
No pude aguantarlo más, me limpié la boca con una servilleta rápidamente y me levanté de la silla a la misma velocidad.

- Disculpadme. -Dije de manera entrecortada antes de correr como una humana -quizás un poco más rápido- hacia algún lado. El camarero que nos atendió me indicó el lugar hacia el baño, al cual entré rápidamente para hallar en un espejo mi rostro de una manera distinta, de depredador. Me encerré en uno de los wáteres y allí tosí, tosí y volví a toser, a ver si así aquella ingesta salía por donde había entrado.

Acababa de dar por concluida mi cena cuando observé como Odette tomaba la servilleta para limpiarse y, levantándose de manera algo apurada se disculpó y salió corriendo hacia el baño. La miré con expresión preocupada. ¿Le habrá sentado mal la comida? ¿O habrá sido solo una urgencia del todo natural? Por unos segundos dudé si debería levantarme y seguirla para ver si se encontraba bien, pero decidí esperar dónde estaba a que la chica volviese. Aproveché ese momento en que ella no estaba para llamar al camarero y pedirle la cuenta. Pagué la cena y mientras él empezaba a retirar mi plato fijé la vista en el lugar por dónde debía aparecer Odette. ¿No estaba tardando demasiado? Volví a pensar en levantarme, pero al final la vi reaparecer y respiré aliviada.

El agudo dolor en el estómago que me estaba produciendo aquella vomitona provocó que los minutos que pasé metida dentro del baño se me hiciesen interminables. El pulso me temblaba como jamás había hecho y algo dentro de mí me pidió algo que realmente me alimentara: sangre humana... pero, ¿de dónde la sacaba sin desentonar demasiado? No podía atacar a nadie allí, en aquel restaurante, ni podía salir fuera sin más, aún tenía que volver con Nessa, no la iba a dejar tirada después de haberme invitado sin necesidad de hacerlo.
Una mujer, de clase media, entró en los baños. No me contuve. Mostré mis colmillos y solté un ligero gruñido para después saltar sobre su cuello y comencar a succionar su sangre de manera desesperada. La dejaría inconsciente, de manera que cuando despertara pensara que se había golpeado al entrar o algo por el estilo. La puerta del servicio ocultó toda prueba de aquel ataque y así salí del baño, completamente limpia, ni una sola gota de sangre en mi boca o mis ropas.
Llegué donde estaba Nessa, en la mesa de antes, esperándome.

- Perdonadme por haberme ido sin previo aviso, la comida me ha sentado un poco mal, pero nada importante. -Expliqué y sonreí un poco, para tornar más leve la situación.

Nada más volver a la mesa, Odette se disculpó por haberse marchado tan deprisa y se excusó diciendo que la comida le había sentado mal. Le sonreí y me levanté de la mesa tomando en la mano el abrigo que me quité al poco de entrar.

- No te disculpes, Odette. No pasa nada. Ya te encuentras mejor, verdad? -le pregunté mientras me despedía con un gesto del camarero y tomando el brazo de Odette la llevaba hacia la puerta. Al salir constaté que ya había anochecido completamente y pensé en que mis padres ya habrían tenido escarmiento suficiente.- Ya es bastante tarde, Odette ¿Te gustaría que te acompañase a alguna posada o puedes arreglártelas tú sola? -pregunté dispuesta a acompañarla si me lo pedía. Había una propuesta que me gustaría hacerle pero seguía sin terminar de decidirme.

Asentí con la cabeza y junto a una sonrisa a la pregunta de Nessa, ya que no me había dado tiepo a darle una respuesta verbal. Se preocupaba tanto por mí... y yo por ella por mi simple y complicada naturaleza... ¿y si la mujer que había entrado en el baño no hubiese resultado ser esa señora sino mi nueva... amiga? Sabía perfectamente que no habría sido capaz de haberme controlado, como me había sucedido, que ni siquiera le miré el rostro a esa humana cuando la ataqué, solo cuando su cuerpo ya yacía inerte en el suelo.

- Puedo arreglármelas sola. -Respondí. Sería mejor que ella se fuese antes de que volviese a entrarme sed, más aún, pero... ¿y si otro como yo la encontrara por la calle ahora? Era de noche ya, seguro que había más vampiros pululando por la zona ahora que estábamos todos protegidos del sol.- ¿Preferís que os acompañe yo a vos?

Su respuesta fue simple y concisa. Además su voz parecía muy firme y desprendía seguridad por lo que no dudé de que pudiese hacerlo. Muy amablemente se ofreció a acompañarme ella y decidí aceptar. Eso me daría algo más de tiempo para pensar sobre la idea que rondaba.

- Pues si no tienes inconveniente, me gustaría disfrutar un rato más de tu compañía. Además, no estamos excesivamente lejos de mi casa. -respondí. Me parecía muy extraña la forma en la que me sentía atraída por esta chiquilla y algo me decía que no quería que esta noche fuese nuestro primer y último encuentro. Mientras esperaba su respuesta miré distraidamente a la gente que transitaba por la calle. Personas rumbo a sus hogares o que se dirigían a disfrutar de espectáculos como la ópera o el teatro.

Sonreí y asentí con la cabeza. Me gustaba haberme encontrado con Nessa, era una chica muy humilde a pesar de su elevado estatus social, así como económico. Normalmente las personas que tenían ese grado eran personas desagradeidas, vanidosas, egoístas... pero ella no, era muy amable.
Aunque... me sentía algo insegura. En ese momento odié mi maldita condición eterna, si tan solo hubiese conservado mi humanidad... si fuese humana en ese momento no temería por atacarla o lo que fuese, aunque claro, de haber sido humana habría muerto unos pocos años atrás.

- No tengo ningún inconveniente, Nessa, de hecho yo también desearía poder estar un rato más con vos. -Aclaré y de nuevo esperé a que ella comenzara a caminar, al fin y al cabo yo no sabía dónde vivía.

- Pues pongámonos en camino entonces. Acompañadme. -dije tomando su brazo y echando a andar. Elegí para volver mi ruta habitual cruzando las calles más transitadas. Me gustaba sentir y ver el gentío, aunque ya empezase a volverse escaso. Avanzamos lentamente por la calle mientras observaba de manera disimulada a las personas con las que nos cruzábamos. Estaba segura de que si algun conocido me veía se extrañaría al verme en semejante compañía, pero me daba igual. Muchas cosas estaban cambiando últimamente y yo entre ellas.- Si no te parece inconveniente la pregunta... dime, Odette... ¿cómo te las apañas para conseguir comida? ¿Trabajas en alguna parte? -pregunté con bastante curiosidad.

Asentí discretamente con la cabeza y caminé junto a Nessa que, una vez más, me tomó del brazo para comenzar a caminar. Me gustaba esa cercanía, ¿se supone que debía haberme sentido así de tener padres? ¿Ellos me habrían tratado de una manera tan cariñosa y atenta como Nessa habái hecho esta tarde?
No pienses en eso... será mejor que ahora no te pongas a recordar de nuevo toda esa soledad... ahora tienes compañía...
¿Que cómo me apañaba para conseguir la comida? Pensé rápidamente y traté de enlazar la respuesta con alguna otra que le había dado anteriormente.

- Siempre hay alguna persona que se compadece de mí en la calle, y me dan algo de comida, sobras, algún mercáder o cocinero de algún restaurante. Sino también como un poco cuando los posaderos me ofrecen cobijo.

(Off: perdona que tarde en responder al thread... últimamente ando un poco liada con los exámenes >_>)

Definitivamente aquella chica sabía apañárselas. Su vida no tenía que haber sido fácil y me pareció que para ser como era, debía haber madurado mucho en sus años en la calle. Giré levemente el rostro para sonreirle.

- No te he preguntado tu edad, pero no pareces tener más de 14 años... Tan joven y ya eres capaz de valerte por ti misma y sobrevivir en las calles... Me pareces una chica muy fuerte y valiente, Odette. -le dije con gran sinceridad.- Yo no sobreviviría ni tres días en tu lugar.

Off: tranquila, yo entre semana no suelo tener internet, asi que habrá veces que seré yo la que tarde...

No tenía tanto mérito. Cuando era humana podía servirme de la poca comida que nos daban en aquella casa con tantos niños, ahora que mi condición vampírica solo me pedía sangre lo único que debía hacer era interceptar gente despistada por las calles para beber de su sangre. Podía sobrevivir sin problemas, el frío no me mataría, ni las enfermedades...

- Gracias. -Sonreí mientras continuaba caminando.- Todo el mundo podría vivir en la calle si se hacriado así desde pequeño, es un estilo de vida, se acaba convirtiendo en una costumbre.

- No sé, supongo que cuando lo vives día a día debe ser así... Aunque estando acostumbrada a vivir sin falta de nada te aseguro que no sabría que hacer. - comenté sonriendo. Poco a poco la idea que había pasado por mi cabeza se iba afirmando. Ya estaba casi decidida a hacerle aquella propuesta, pero esperaría a que llegara el momento de la despedida para hacerlo. Durante un rato no supe que más decirle a Odette, por lo que me mantuve caminando en silencio. Poco a poco la distancia a casa era menor, casi intuía el perfil a lo lejos. Sentí que ya era el momento, asi que hablé.
- Odette... hay algo que me gustaría proponerte. ¿Te gustaría... ganar algo de dinero ayudando a veces en mi casa? No sé, podrías encargarte de ayudar con la compra, o en el jardín... Si aceptases podrías quedarte a dormir en la zona de empleados cuando quisieras. -dije al fin expresando lo que tanto tiempo llevaba rondándome.

Parecía que mis resupestas estaban siendo de lo más naturales, creíbles y demás. Parecía que mentir era lo único que sabía hacer bien, aunque en realidad no me enorgullecía en absoluto de ello, una existencia de mentiras no era algo muy agradable.
Llegamos a la casa de Nessa, y, en vez de despedirse de mí, me propuso un trabajo en su casa, de manera que así podría tener cobijo por la noche.
No podía aceptarlo. ¿Qué haría en caso de que me ofrecieran comida? Me sentaría tan mal como en el restaurante y solo me daría sed. Vale, los vampiros necesitábamos dormir, pero podía dormir en una calle fácilmente, llevaba así sesenta y cinco años.
Pero ¿y cómo se lo decía? ¿Cómo le decía mi respuesta? Ella después de ofrecerme aquello pareció haberse quitado un peso de encima, como si llevase un tiempo queriendo decirlo...

- Yo... -Musité, para darme un poco más de tiempo a pensar.- Lo siento, no puedo aceptarlo. Os agradezco muchísimo vuestra oferta, pero.... no puedo... tengo otros compañeros a los que ayudar. -¿Compañeros? Odette, estás sola, ¿qué demonios estás diciendo?

Con cara de contrariedad Odette ofreció una respuesta negativa a mi proposición. La miré con gesto comprensivo y posando mi mano sobre su brazo le sonreí.
- Entiendo. -respondí.- Supongo que habrá otros como tú a los que debes cuidar y ayudar. Al menos, ¿puedes prometerme que nos volveremos a ver? He disfrutado bastante con tu compañía y me gustaría repetirlo algún día. Ya sabes dónde vivo y, si hay algún sitio que frecuentes estaría bien que me digas cual es por si me apetece hacerte alguna visita. -dije esperando y deseando que así fuese. Miré un momento hacia la ventana y, a través de ella pude ver una figura masculina paseando de un lado para otro. Sin duda se trataba de mi padre. Ahora tendría una conversación larga con él para arreglar las cosas en la medida de lo posible.

Moría de nuevo por querer estar en la misma casa que Nessa, que podríamos vernos más y pasar otros días juntas, pero no podía ser, acabaría atacando a alguien de aquella casa y no quería eso, no quería hacer daño a nadie del entorno de mi amiga, ni a ella, claro.
Asentí con al cabeza a s pregunta y sonreí. Al menos si nos veíamos las dos solas tendría menos probabilidades de mostrarme realmente ante ellas. ¿Me temería si supiese lo que era? Lo más seguro era que sí, al menos yo tendría miedo.

- Realmente no frecuento ningún sitio, siempre voy de aquí para allá, pero si me decís alguna zona por la que soléis estar intentaré pasarme más por ahí. -Respondí con una sonrisa.

- Pues hay un par de sitios... Una cafetería en el centro dónde suelo tomar el té o un café a menudo. Se llama Le Petit Café. Y también... bueno, últimamente voy muy seguido al conservatorio de música, asi que supongo que será fácil verme por allí. Gracias por tu compañía. Me ha echo bien estar contigo esta noche, Odette. -le dije volviendo a sonreírle.- Buenas noches y cuídate, ¿vale? -añadí a modo de despedida cariñosa.

Al mirar de nuevo hacia casa me percaté de que mi padre ya había advertido mi presencia en la puerta y me observaba desde la ventana. Resoplé ligeramente y, con un ligero gesto me despedí de Odette y me dirigí a casa. Nada más franquear la puerta pude ver a mi padre en el umbral del salón mirándome con gesto serio. "Esto no va a ser fácil." - pensé.

Así que la cafetería Le Petit Café y el conservatorio de música... perfecto, podría pasarme algún día por esos sitios, a ver si la encontraba y volvíamos a pasar una tarde como aquella. Me encargaría de inventarme alguna excusa para no tomar comida humana y así no volvería a montar el numerito ahora que sabía lo que me provocaba.

- No, gracias a vos, Nessa, ha sido un placer conoceros, espero que las cosas con sus padres mejoren y ambos bandos queden satisfechos con la decisión que tomen. -Hice una pequeña reverencia.- Descansad, y cuidaos también vos. -Sonreí y, una vez Nessa se metió en su casa, yo tomé otro camino. Necesitaba sangre.